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Texto del año para 1971

Texto del año para 1971

Texto del año para 1971

“Serán testigos de mí . . . hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8.

Jesucristo dijo estas palabras precisamente antes de ascender a los cielos. Aquellas estuvieron entre las últimas palabras que habló a sus fieles seguidores mientras estuvo en la Tierra. Esto tiene que haber hecho una profunda impresión en ellos. Jesús, por supuesto, les hizo una promesa de que los ayudaría porque sí dijo: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” Jesús, por tres años y medio, pasó su tiempo predicando en Israel, a ambos lados del río Jordán, y sus discípulos viajaron con él. No hay duda de que predicó en la gran ciudad de Jerusalén y en la tierra de Judea. También sabemos del relato que dice que Jesús le habló a la mujer que estaba junto al pozo de Samaria y le dijo a esta mujer: “Ustedes adoran lo que no conocen.” (Juan 4:22) Los discípulos tenían experiencia en testificar en estos lugares y ahora el mandato era que dieran un testimonio aun mayor. Pero este mandato, de ir a “la parte más lejana de la tierra”... eso era nuevo.

Muy probablemente los discípulos pensaron mucho en esto durante los diez días que siguieron hasta que de hecho el espíritu santo vino sobre ellos. En el segundo capítulo de Hechos se nos dice que los 120 que habían seguido fielmente a Cristo Jesús estaban reunidos en un aposento de arriba, y “todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse.” (Hech. 2:4) Esto fue una verdadera ayuda. Si los discípulos tenían que ir a la parte más lejana de la Tierra a predicar, podrían hablar a estas personas en su propia lengua. Y, como sugirió Jesús diez días antes, habían de recibir poder cuando el espíritu santo llegara. En otras palabras, iban a recibir el poder que realmente los haría activos y probaría que Jehová estaba apoyándolos en todo su servicio. Pero imagínese la ventaja que tenían de poder hablar en las lenguas de varias naciones.

De hecho, aquel mismo día había allí en Jerusalén individuos de quince diferentes lugares, algunos de Europa, Asia y África, y pudieron entender lo que los discípulos estaban diciendo en sus idiomas. Algunos dijeron: “¿Cómo es que oímos, cada uno de nosotros, nuestro propio lenguaje en que nacimos?” (Hech. 2:8) Sí, oían a los discípulos hablar en los idiomas de ellos acerca de las cosas magníficas de Dios. Todos quedaron pasmados y perplejos y se dijeron unos a otros: “¿Qué querrá decir esto?” (Hech. 2:12) ¡En verdad era algo asombroso! Estos visitantes de diferentes partes de la Tierra allí en Jerusalén en este día del Pentecostés no comprendieron en aquel momento que estos discípulos de Cristo Jesús habían recibido poder por medio del espíritu santo de modo que pudieran predicar a todas estas diferentes clases de personas. Recuérdese que esto se logró en el mismísimo primer día en que recibieron el espíritu santo, y la narración nos dice que en aquel día unas tres mil almas fueron añadidas. Los que fueron añadidos no estaban simplemente excitados emocionalmente acerca del mensaje que Pedro pronunció aquel día. La narración nos dice que abrazaron la palabra de buena gana y fueron bautizados y “continuaron dedicándose a la enseñanza de los apóstoles y a compartir unos con otros, a tomar comidas y a oraciones.”—Hech. 2:42.

Hay buena razón para creer que, al regresar a sus propios países, estas personas de Europa, Asia y África que ahora estaban bautizadas comenzaron a hablar a otros acerca de las buenas cosas que habían oído. Por supuesto, lo que habían oído era acerca de Jesucristo. Jesús les había dicho a sus seguidores que ellos serían testigos de él hasta la parte más lejana de la Tierra. Estos que viajaban a sus países también iban a participar en dar el testimonio acerca de Cristo.

Pero esto no fue el fin de los testigos de Jesús ni de la obra que tenían que hacer. Después de tres años y medio de esfuerzo concentrado de parte de los discípulos judíos por mover con su mensaje a la gente de nacionalidad judía, la llamada salió a gente de las naciones y éstos habían de ser incluidos entre los verdaderos seguidores de Cristo Jesús. Cornelio fue el primer gentil que fue engendrado por espíritu santo y que fue bautizado. Después de eso muchos otros gentiles entraron en la congregación de Dios. Pablo, Bernabé, Silas, Lucas y otros viajaron por toda la zona, y se da un registro detallado de sus viajes por toda Asia y Europa.

Es patente que en los días de la iglesia primitiva las buenas nuevas se predicaron amplia y extensamente. El apóstol Pablo escribió a los colosenses y dijo que las buenas nuevas se estaban predicando en “toda la creación.”—Col. 1:23.

Las palabras de Jesucristo tienen un cumplimiento todavía mayor hoy día. Y el espíritu santo de Dios está operando sobre sus fieles testigos cristianos mientras ellos hacen la misma obra. El informe que se encuentra en este Anuario de los testigos de Jehová para 1971 prueba eso. Se puede decir ahora mismo que los seguidores de Cristo serían “mis testigos, tanto en Jerusalén como en toda Judea, y en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hech. 1:8, Versión Hispanoamericana) No hay rincón de la Tierra adonde no hayan llegado los testigos cristianos de Jehová. Se puede decir que en estos “últimos días,” ahora que Jesucristo ha tomado su puesto en el reino celestial y está dirigiendo la obra de sus testigos, verdaderamente estamos haciendo lo que él quería que se hiciera, y en escala mayor que en cualquier tiempo antes. ¡Qué gozo es para los testigos cristianos de Jehová el participar en esto y en recoger tantas otras personas de corazón recto para que emprendan la obra de predicación! Los testigos de Jehová no solo han estado predicando hasta lo último de la Tierra, sino que también han estado haciendo discípulos. Jesús dijo: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones.” (Mat. 28:19) ¡Considere lo que ha sucedido durante el año pasado! Hubo 164.193 personas que dedicaron su vida a hacer la voluntad de Jehová y, por supuesto, han aceptado a Cristo Jesús como su redentor y testifican para él también. Ellos, junto con todos los demás testigos cristianos de Jehová, están declarando las buenas nuevas. ¿Qué se producirá en 1971?

La obra no está hecha, no mientras no haya comenzado la “tribulación grande.” La gente todavía puede huir, y queremos ayudar al mayor número posible a huir de Babilonia la Grande, y salir de la cristiandad, y dejarles probar, también, que son testigos de Cristo Jesús y de Jehová Dios, y que ellos, también, ayuden a otros a oír acerca del reino de Dios, hasta lo último de la Tierra.