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Paquistán y Afganistán

Paquistán y Afganistán

Paquistán y Afganistán

LA POBLACIÓN de 130 millones de personas de Paquistán —de los cuales el 88 por ciento profesa la religión del islam— constituye el más grande estado musulmán del mundo. Este es el único del mundo que tiene unos mil setecientos kilómetros de territorio extranjero separando sus dos partes, Paquistán Occidental y Paquistán Oriental. Colindando con Irán y Afganistán al oeste, la China al norte, y el mar Arábigo al sur, Paquistán Occidental a la India como su vecino del este. Paquistán Oriental, por su mayor parte, está rodeado por territorio indio.

¿Cómo se produjo esta división singular? Antes de 1947 los de 940.000 kilómetros cuadrados de Paquistán eran todos de la India predominantemente hindú. Por muchos años la minoría musulmana se había esforzado por tener un gobierno independiente basado en los principios del islam. Su oportunidad vino cuando Inglaterra otorgó independencia a la India en 1947. En agosto de ese año llegó a existir la nueva nación de Paquistán... compuesta de dos zonas de gran concentración musulmana que no eran continuas, sino que estaban ampliamente separadas la una de la otra.

Urdú, o urdu, es el idioma principal del Paquistán Occidental mientras que en el Oriental se habla bengalí. Paquistán es, en su mayor parte, un país agrícola. El porcentaje comparativamente pequeño de la población que sabe leer y escribir se encuentra principalmente en las ciudades y los pueblos pequeños. Es a esta clase de personas que se ha dirigido en los últimos años la mayor parte de la predicación de las “buenas nuevas” del Reino.

Aunque Paquistán comenzó políticamente en 1947, los proclamadores del reino de Jehová estuvieron activos en el territorio aun antes de 1926, cuando se abrió la sucursal de la Sociedad Watch Tower en la India. Alguna de la literatura de la Sociedad había llegado a la provincia septentrional de Pendjab, o Punjab, y su capital, Lahore. Esto se debió a la celosa actividad de un angloindio, Frank Barrett, telegrafista que trabajaba en el departamento de telégrafos indios, que continuó activo en el servicio del Señor hasta cuando murió y pasó muchas horas predicando en lo que ahora es Paquistán Occidental.

El hermano Barrett tenía en Lahore un compañero de trabajo que había mostrado mucho interés en el mensaje del Reino, un hombre llamado Harvey. Para visitar a este hombre el entonces recientemente nombrado siervo de sucursal para la India, F. E. Skinner, hizo el viaje a Lahore. En aquel tiempo había un sentido general de urgencia entre los Testigos, de modo que se hicieron planes para abarcar tanto territorio como fuera posible en un corto período de tiempo. A los suscriptores a La Atalaya se les había de pedir que distribuyeran literatura. Por eso el hermano Skinner visitó a Lahore para ponerse en comunicación con Harvey.

Más de mil ciento veinte kilómetros al oeste, en Quetta, en la provincia de Beluchistán, había otro hombre que habría de ser visitado en este mismo viaje... Walter Harding. El hermano Skinner halló que éste ya era un exponente vigoroso de las cosas que aprendía por medio de estudiar La Atalaya. Como guarda en el ferrocarril a menudo hablaba a los pasajeros de segunda o primera clase y les preguntaba si querían algo de leer, participando así eficazmente en el esparcimiento del mensaje del Reino. No fue sino hasta después de la muerte del hermano Harding en 1933 que su esposa y su familia se pusieron de parte de la adoración verdadera. Miembros de esta familia, de hecho, estuvieron entre los primeros publicadores de la congregación de Karachi, a cual pueblo se habían mudado desde Quetta.

Después de esta visita fructífera, y habiéndolo cargado la familia Harding con frutos literales por los cuales Quetta es famosa, el hermano Skinner partió por tren en su viaje de 2.400 kilómetros a Bombay, vía Karachi. Esta ciudad portuaria es húmeda y agotadora; no obstante, la semana que pasó el hermano Skinner allí la pasó provechosamente distribuyendo el libro Liberación, principalmente entre cristianos nominales. Así se dio comienzo a la publicación de las “buenas nuevas” en lo que más tarde habría de llegar a ser la primera capital de Paquistán.

La predicación no estaba limitada a las ciudades grandes en aquellos primeros años. El hermano Skinner comenzó a hacer visitas anuales regulares a los pueblos pequeños y aldeas del Pendjab. Aquí se encuentra la mayoría de la población cristiana nominal. Era a visitar a éstos en los meses de invierno de diciembre y enero cada año que iba el hermano Skinner con S. M. Shad, su intérprete, un maestro de escuela recién interesado que era del Pendjab.

Para el hermano Skinner estas visitas anuales eran una experiencia muy emocionante. Se encontraba con Shad en Lahore y entonces viajaban por tren, a caballo o por vehículo tirado por caballo sobre los caminos polvorientos entre las aldeas, viviendo gente común en sus casitas de barro junto con los pollos, las vacas y las cabras. ¡Qué estimulador le parecía hablar a los campesinos sencillos que acababan de volver del trabajo intenso de los campos de caña, mientras se ponían de cuclillas sobre el piso de barro o se sentaban en sus camas de cuerda tejida, hojeando las página de las Escrituras mientras se les explicaban las nuevas verdades que hallaban!

PUBLICADORES VIENEN A QUEDARSE

En agosto de 1929 dos hermanos que habrían de tener considerable participación en la expansión de la obra de predicar bajo la sucursal india llegaron a Bombay... Claude Goodman y Ron Tippen. Estos hermanos se habían ofrecido voluntariamente para servicio en la India en la asamblea internacional que acababa de celebrarse en Inglaterra, donde oyeron a un hermano que había vuelto a su país con permiso de su empleo seglar en la India dar su experiencia. Ellos hablaron al hermano Rutherford, entonces presidente de la Sociedad, y allí mismo se iniciaron arreglos para enviarlos a la India. Salieron confiadamente según el espíritu de Mateo 6:33, puesto que solo tenían diez dólares cada uno y un boleto de ida solamente a la India. Al llegar, pronto usaron todo su dinero en ropa tropical y en ropa de cama que los viajeros llevan enrollada, cosas que tan esenciales son al viajar en la India. Dos semanas más tarde salieron en su primer viaje de dos días por mar a Karachi.

Procedieron a trabajar todas las zonas donde posiblemente se conocía el inglés, porque no tenían literatura en el lenguaje local. No obstante, puesto que la India estaba entonces bajo dominio británico, el inglés era el idioma oficial y pronto pudieron distribuir las muchas cajas de literatura que habían traído consigo. El trabajo de atender a las colocaciones era solo incidental, porque en aquel tiempo la idea era abarcar el territorio y colocar tanta literatura como fuera posible. Después de estar en la ciudad aproximadamente una semana, viviendo en el lugar más barato que podían encontrar, tuvieron una experiencia que ayudó su fe además de su condición financiera. El hermano Tippen le testificó a la propietaria del más grande y más costoso hotel en el pueblo. Ella aceptó literatura y preguntó dónde se alojaba él. El resultado fue que ella los invitó a ser sus huéspedes en el hotel por todo el tiempo que estuvieran en Karachi. Así pudieron acumular fondos que necesitarían mucho en los meses del futuro.

Su siguiente mudanza fue a Haidarabad, provincia de Sind, a ciento sesenta kilómetros de distancia por tren. Ellos pensaban que esto era verdadero servicio de precursor bajo condiciones de la India. Los trenes en la India tenían cuatro clases, y estos hermanos, para disgusto de los europeos, por lo general viajaban en la clase más baja, donde se sentaban en lugares apretados en un compartimiento con bancos de madera atestados entre la gente del campo. Pasaron una semana en Haidarabad, y esta vez fueron acomodados en una casa “dak” (puesto). Estas se encuentran por todo el país, y por una suma pequeña uno puede ocupar un cuarto que tiene una mesa tosca, dos sillas y dos camas compuestas de planchas de madera sobre las cuales se puede extender la ropa de cama que los viajeros llevan enrollada.

Desde Haidarabad el hermano Tippen fue a Quetta, y el hermano Goodman a Ambala, esperando con el tiempo reunirse en Lahore. La oficina sucursal había recibido muchas cartas de aldeas en los alrededores de Lahore y parecía que había mucho interés en estas aldeas llamadas cristianas, de modo que los hermanos procedieron a ir a aquella zona. Entre las aldeas el modo de transporte era mayormente por camello, una experiencia que, según el hermano Goodman, después de unos cuantos kilómetros y unas asentaderas adoloridas, no era muy encantadora. Recuerda que en una ocasión cuando ambos montaban el mismo camello el animal se detuvo a pacer. El hermano Goodman haló la única cuerda que había, con el resultado de que el camello comenzó a asentarse sobre sus cuatro rodillas. Entonces el hermano Goodman haló la cuerda en toda otra dirección que pudo pensar, pero el camello siguió mascando alegremente. Solo cuando el hermano Tippen recordó haber oído al conductor del camello hacer un sonido de silbido e imitó este silbido fue que la bestia se levantó y siguió adelante. Desde entonces en adelante el hermano Goodman dice que él trató con gran respeto la cuerda.

Con el tiempo, encontraron al escritor de todas aquellas cartas a la sucursal, ¡un clérigo independiente! Puesto que ellos no podían hablar el lenguaje del Pendjab y no tenían literatura en aquel lenguaje, el único medio de comunicarse con los aldeanos era por medio de este hombre como intérprete. Grandes muchedumbres vinieron a oírlos pronunciar un discurso, pero después la única pregunta que la gente hacía era: “¿Van a establecer su misión en nuestra aldea y construirnos una escuela o un hospital?” Más tarde descubrieron que el clérigo había puesto esa esperanza en los aldeanos mientras él, por su parte, obtenía su tajado ilícito de aquellas personas sencillas y bondadosas.

Esta idea de que el propósito de la obra misional cristiana era sobornar a la gente para que aceptara el cristianismo por medio de beneficios materiales todavía es la creencia firme de la mayoría de los cristianos nominates. Las condiciones de guerra no muchos años después de esto probaron desilusionadoramente que muchas personas que supuestamente estaban interesadas en Biblia estaban más interesadas en el apoyo financiero que pudieran recibir de la Sociedad. Hasta el hermano Shad, quien había sido tan útil cuando el hermano Skinner visito estas zonas, volvió a la enseñanza en una escuela sectaria y se hizo apóstata.

Dos otros hermanos procedentes de Inglaterra, Randall Hopley y Clarence Taylor, llegaron a Karachi en 1932 para ayudar a recoger las “ovejas” genuinas del Señor. Una de las ciudades visitadas por el hermano Hopley fue Dacca, que más tarde llegó a la capital de Paquistán Oriental. Sin embargo, en aquel tiempo las perspectivas no eran muy animadoras. Mientras tanto, Karachi se había formado el núcleo de una congregación. Con el estallido de la II Guerra Mundial en 1939 la obra fue más o menos confinada a Karachi y otras dos o tres ciudades principales. En Lahore, en 1942, un precursor especial, un persa, fue arrestado y puesto bajo custodia según las Reglas de la Defensa India. Fue detenido por tres meses, pero más tarde fue en libertad sin que jamás supiera qué ofensa, supuesta-, había cometido. En 1943 los gobernantes británicos de proscribieron la importación e impresión de la literatura de la Sociedad. Esto resultó en mucho hostigamiento para los precursores. Felizmente, sin embargo, aquella proscripción fue removida a fines de 1944.

ENFRENTÁNDOSE A LAS DIFICULTADES

Un acontecimiento que habría de afectar sobresalientemente la predicación aquí fue, no la II Guerra Mundial, sino el hecho de que el 15 de agosto de 1947 la India alcanzó su independencia, y entró en vigor la partición del país en lo que hoy es la India y Paquistán. Paquistán, en el lenguaje urdú, significa “tierra santa,” y esto era lo que muchos de los musulmanes de la India esperaban que este lugar llegaría a ser cuando, separados de los hindúes y los sijs, ellos pudieran poner en vigor los principios del islam. La separación misma se convirtió en uno de los levantamientos más sangrientos de la historia, mientras hindúes huían a la India y musulmanes huían a Paquistán. El Pendjab sufrió más que toda región, puesto que la partición lo dividió en dos, estando Lahore solo veintisiete kilómetros dentro de la nueva frontera paquistaní y Amritsar a aproximadamente la misma distancia dentro de territorio indio. Trenes de refugiados llegaron a ambas ciudades con todos sus pasajeros brutalmente asesinados. Los que se las arreglaron para escapar contaron experiencias horribles y por eso comenzaron represalias en todas partes en los dos países. Se calcula que ocho millones de refugiados, habiendo otros en camino, habían cruzado las fronteras en una dirección u otra para principios de diciembre de 1947 y otros miles habían perdido la vida.

Menos de veinte de los proclamadores de las “buenas nuevas” de la India se hallaron de la noche a la mañana en un nuevo país. En Karachi había una congregación de doce, y había otra congregación en Quetta donde dos precursores ayudaban. Un ministro precursor solitario servía en las zonas rurales del Pendjab. ¡Aquél ciertamente era un tiempo de principios pequeños para la obra del Reino en Paquistán!

La población de Karachi aumentó súbitamente de 450.000 a más de 1.126.000 en 1951 a medida que refugiados de la India vinieron como un río a ella. Por toda la ciudad surgieron colonias antihigiénicas, cundidas de enfermedades, en las cuales las moradas se construían de esterado de palma de dátiles. Los menos afortunados sencillamente tenían que dormir en las calles. La congregación experimentó un aumento, especialmente después de la llegada de los primeros dos graduados de la Escuela de Galaad que llegaron a Paquistán... Harry Forrest y Henry Finch. Ellos descubrieron, lo mismo que los otros hermanos, que no era muy fácil comenzar estudios bíblicos y que la obra de casa en casa también tenía sus problemas. En una población mayormente musulmana esto era de esperarse. Para el musulmán el Corán es la autoridad suprema, y él cree que la Biblia, aunque inspirada, ha sido cambiada. Por eso el estudio de la Biblia puede que no le sea atractivo, y aun si tuviera un interés en él pudiera temer a los parientes o vecinos fanáticos. Esta última dificultad ha sido vencida por algunos por medio de venir al Salón del Reino para recibir sus estudios.

Entonces hay la costumbre islámica de “purdah” para las mujeres, lo cual requiere que estén veladas en público. Esto crea dificultad para los hermanos en el ministerio de casa en casa, puesto que las mujeres, por lo general, no vienen a la puerta cuando hay un hombre allí. Además, el hombre de la casa pudiera ser muy ortodoxo y pudiera ser que no le agradara la idea de que unos hombres trataran de ver a sus mujeres. Por eso aquellos primeros misioneros en Karachi pasaban mucho tiempo visitando las oficinas y lugares de negocios para alcanzar a la gente con el mensaje del Reino. Las hermanas de la congregación o trabajaban juntas o con un hermano, puesto que se consideraba de mal gusto el que una mujer respetable visitara las casas sola. Con el transcurso del tiempo este problema ha sido vencido hasta cierto grado, pues las hermanas misioneras han llevado la delantera en esto con buenos resultados. Los hermanos, sin embargo, tienen un problema en muchos lugares, y se les hace práctico llevar a una hermana con ellos en el ministerio del campo. Todavía es cosa común ver a un hermano esperando pacientemente afuera mientras la hermana testifica adentro.

A pesar de estas dificultades, la pequeña congregación de Karachi fue lentamente creciendo, tal como lo hizo la organización por todo el país. En 1950 hubo un aumento de 22 por ciento, y el número total de publicadores alcanzó a treinta y siete. Pero venía más ayuda.

Debido a las dificultades que se desarrollaron entre los dos países se hizo casi imposible para la sucursal India superentender la obra que se hacia en Paquistán. Ni dinero ni literatura podía pasar de un país a otro. Por eso, en 1951 Paquistán fue hecho una sucursal separada, y el hermano Goodman, quien todavía estaba sirviendo fielmente, fue nombrado el primer siervo de sucursal. Cuando recibió su asignación estaba por graduarse de la clase quince de la Escuela Bíblica de Galaad en los Estados Unidos. Tres compañeros de graduación fueron asignados con él, entre ellos G. K. Young. Tres meses más tarde otros dos graduados llegaron a Karachi, incluso el propio hermano del hermano Young.

En 1951 todavía no había hogares misionales en el país. Los hermanos Finch y Forrest habían estado viviendo con una familia de Testigos, de modo que cuando llegaron los nuevos misioneros continuaron comiendo juntos sus comidas en el hogar de familia, pero se hospedaban en diferentes lugares de la ciudad. Dos de los hermanos hallaron alojamiento en un hotel residencial que tenía un mínimo de comodidades especialmente en alrededores higiénicos. Pero dentro de cinco meses se hicieron arreglos para establecer un hogar misional donde todos podrían vivir juntos cómodamente, y desde el cual el personal de la sucursal podría funcionar.

Para este tiempo a todos entristeció la pérdida de una persona entre ellos... Lesley, la esposa del hermano G. K. Young. No siendo fuerte en salud, y debilitada sin duda por la enfermedad agravada por condiciones de vida difíciles, murió. Más tarde en el mismo año el hermano Joe Oakley, debido a enfermedad para la cual no era conveniente el calor y la humedad de Karachi fue transferido al clima más saludable de Quetta. En corto tiempo llegaría a ser el primer siervo de circuito que funcionaria bajo dirección de la sucursal de Paquistán. Fue acompañado a Quetta por Allan Young, y más tarde G. K. Young se unió a ellos y se estableció un hogar misional allí por primera vez.

En Karachi temprano en enero de 1952 todos los publicadores de las “buenas nuevas” recibieron gran estímulo por la visita de los hermanos Knorr y Henschel. Un auditorio de 364 personas oyó el discurso “¿Se enfrentará la religión a la crisis mundial?” presentado por el hermano Knorr en el auditorio más grande que tenía en aquel tiempo la ciudad. Muchas otras personas vinieron, pero a intervalos salían del auditorio cuando se mencionaba que Cristo era el Hijo de Dios, o cuando se mencionaba el rescate, porque los musulmanes rechazan firmemente estas dos enseñanzas. No obstante, hubo por lo menos un musulmán quien estimuló esta visita del presidente de la Sociedad a tener un punto de vista más amplio. El hermano Shah, como más tarde se le llamó, aunque externamente era musulmán, desde su juventud había rechazado las enseñanzas islámicas en su corazón. Cuando recibió el libro “Sea Dios Veraz” de un Testigo, unos tres o cuatro años antes de eso, se interesó. Pero el Testigo nunca volvió a visitarlo y no fue sino hasta algún tiempo antes de la visita del presidente de la Sociedad a Karachi que tuvo la oportunidad de desarrollar su interés. Esto fue cuando observó a un Testigo distribuyendo hojas sueltas cerca de su taller. Pronto se comenzó un estudio con él, y en 1952 simbolizó su dedicación a Dios por bautismo.

Hubo oposición, por supuesto. Él relata que una vez su vecino lo visitó y le dijo: “Tuve un sueño anoche en el cual Dios me dijo que tengo que matarlo a usted, porque se está convirtiendo en infiel.” A esto el hermano Shah respondió: “Si usted cree que es la voluntad de Dios que usted me mate a mí, hágalo. Yo no tengo temor. Pero lo que haga será asesinato, pura y sencillamente, por lo cual tendrá que rendir cuentas a la policía. Y no piense que va a ir al paraíso por hacer eso, como enseña el islam, porque Jehová Dios no recompensa a los asesinos, sino que los destruye.” Hasta este día el “infiel” vive y, de hecho, por muchos años fue el único de la fe musulmana que permaneció asociado con el pueblo de Jehová aquí. Unos cuantos adelantaron por algún tiempo y entonces se retiraron, aun después de haberse bautizado. Ha sido un gran gozo para este hermano, por lo tanto, el ver a otros, incluso a su propio hijo, con los mismos antecedentes que él, mostrar genuina resolución de apegarse a Jehová y servirle.

Así, se sembraba mucha semilla en aquel tiempo, y alguna de ésta habría de dar fruto más tarde. Para ilustrar esto, podemos mencionar el caso de una cristiana nominal a quien habló en Karachi uno de los misioneros. Se condujo un estudio bíblico con ella por unos dieciocho meses, pero debido a indiferencia de parte de su esposo y oposición de parte de su madre y hermanos, canceló el estudio por algún tiempo. Los misioneros siguieron comunicándose con ella, sin embargo, y entonces en 1955 la muerte súbita de su hija mayor la impulsó una vez más a buscar el consuelo de las Escrituras. Así una persona que sentía mucho entusiasmo por el bingo llegó a ser una publicadora dedicada y celosa de las “buenas nuevas,” y esta hermana Davis ha tenido a través de los años el gozo de ver a todas las personas de su familia cercana, excepto una, dedicar su vida a Jehová. Su hijo Geoffrey ha estado sirviendo por muchos años de precursor especial. En 1971 llegó a ser el primer hermano paquistaní que satisfizo los requisitos para la obra de servir a sus hermanos como siervo de circuito.

LAS “BUENAS NUEVAS” EN PAQUISTÁN ORIENTAL

Muy poco se ha dicho hasta ahora en cuanto a la predicación del Reino en Paquistán Oriental. A pesar de la mucha población —casi siete veces la de Paquistán Occidental— la mayor parte de la actividad de los testigos de Jehová se ha efectuado en el Paquistán Occidental. Aparte de una visita breve en 1932, como ya se ha mencionado, ningún misionero fue asignado al Paquistán Oriental hasta 1953, cuando el hermano Howard Benesch y su esposa fueron enviados a Dacca y se abrió allí un hogar misional. No obstante, debido a que no hubo buena respuesta, fueron mudados a Lahore después de dos años y medio, y habrían de pasar otros trece años antes de que se intentara de nuevo hacer la obra en Dacca. Pero como muestra de que había personas semejantes a ovejas en aquella zona, una hermana misionera pudo conducir un estudio por correspondencia con una señora que vivía en el más grande puerto de mar de Paquistán Oriental, Chittagong. Aquí hay unos cuantos cristianos nominales y esta señora era una de ellos, católica romana. Debido a extrema pobreza había sido entregada a las monjas cuando era una niñita. Ejecutó servicios de criada para ellas en el convento hasta que, a la edad de once, las monjas la casaron con un hombre de mucha más edad que ella. Esto la dejó con poca educación y todavía menos amor a la Iglesia Católica. Cuando su propia familia hubo aumentado a trece miembros, una semilla de verdad fue sembrada en su corazón por una hermana anciana recientemente bautizada con la cual una misionera había establecido comunicación y estudiado por correspondencia. Esta persona puso a la señora que había sido criada en el convento en comunicación con la misma hermana misionera, quien sugirió que ella también estudiara por correspondencia. Mientras tanto, también un hermano en viaje de negocios desde Paquistán Occidental le dejó un libro Paraíso.

Por tres años después de este contacto inicial nada se oyó de ella. Entonces cierto día la misionera recibió de ella una carta que decía, en parte: “Creo que usted sabe que, aparte de mí, no hay testigos de Jehová en Chittagong, así que sírvase ayudarme enviándome una Biblia y revistas que me sirvan de guía.” Parece que debido a graves inundaciones causadas por ciclones —algo que ocurre anualmente en esta región de la costa— se había visto obligada a salir de la casa donde vivía, y al hacerlo perdió la dirección de la oficina sucursal. En respuesta a su carta se comenzó con ella un estudio regular por correspondencia; su hijo mayor escribía las respuestas que ella daba a las preguntas. A pesar de que la Iglesia Católica Romana le retiró toda ayuda material y de que su esposo no tenía empleo, ella estudió con sus hijos e hizo sus propios esfuerzos para predicar las “buenas nuevas,” hasta situándose detrás de la iglesia católica y hablando a la gente que salía de ella. Entonces, precisamente para cuando una familia de Testigos y dos precursores especiales llegaron a Dacca para ayudarla, enfermó gravemente y murió de cáncer. Esto fue en 1968.

El padre de aquella familia acabada de llegar, el hermano Mass Jivanandham, había estado sirviendo en las fuerzas armadas cuando conoció los propósitos de Dios varios años antes. Después de un año de estudio en Karachi se declaró de parte de la verdad, y fue sentenciado a seis meses de prisión y despedido del servicio militar. Al salir, simbolizó su dedicación por bautismo y, junto con su esposa y tres hijos, se hizo activo en la congregación de Karachi. En 1968 se le ofreció una oportunidad de trabajar en Dacca por dieciocho meses. Aceptó la oferta solo con la condición de que los precursores especiales, el hermano Porter y su esposa, quienes habían venido en 1961 a servir donde había gran necesidad de ayuda, lo acompañaran. Pensaba que se necesitaría ese arreglo para mantener espiritualmente fuerte a su familia. Así el grupo se puso a trabajar en Dacca. Colocaron mucha literatura y obtuvieron muchas suscripciones a La Atalaya. También se comenzaron estudios bíblicos, y un resultado fue que un joven simbolizó su dedicación por bautismo en la asamblea de distrito de Karachi de 1970, mientras que otros dos comenzaron a publicar. Aunque el hermano Jivanandham y su familia al fin tuvieron que partir de Dacca cuando su contrato de trabajo terminó, los dos precursores especiales estuvieron allí hasta 1971 cuando salieron en medio de una caótica situación política.

EXPANSIÓN RECOMPENSA LOS ESFUERZOS DE LOS MISIONEROS

Los registros de la oficina sucursal muestran que para el fin del año de servicio de 1953 había catorce graduados de la Escuela de Galaad en el país y se había alcanzado un máximo de cincuenta y siete publicadores. Los graduados estaban distribuidos en cuatro hogares misionales en cuatro diferentes ciudades. Uno de los nuevos hogares estaba en Lahore, la segunda ciudad entre las más grandes de Paquistán, donde, a través de los años, muchas personas han tenido participación en publicar el Reino. Finalmente, a principios de 1954, se formó la primera congregación de cinco nuevos publicadores (con el tiempo solo uno permaneció leal a Jehová) y cuatro misioneros. A fines de julio de aquel mismo año el número de éstos fue aumentado por la llegada de los hermanos Goodman y Forrest cuando, debido a problemas de alojamiento en Karachi, Lahore llegó a ser la nueva ubicación de la sucursal de la Sociedad. Se vieron obligados a salir hogar de Karachi apresuradamente, y puesto que Karachi ya estaba luchando con el enorme problema de los refugiados, lo único que se pudo hacer fue mudarse a Lahore. Allí se encontraron comodidades adecuadas, edificadas poco tiempo antes.

Lahore no tiene la población cosmopolita que tiene Karachi y por lo tanto la gente se inclina a ser de mente algo estrecha. Se le reconoce como la ciudad de universidades y colegios, y muchos monumentos antiguos atraen visitantes. Como en la mayoría de las ciudades de Asia el contraste entre los ricos y los pobres es sobresaliente; los acomodados viven en casas palaciegas y los pobres, que son la mayoría, en chozas escuálidas y antihigiénicas de barro o en calles oscuras igualmente insalubres y angostas. Entonces hay otro sector creciente de la población que compone de la media, y es entre éstos que se hace la mayor cantidad de la testificación. Esto no es debido a distinción de clases, sino, más bien, a los problemas que se crean al visitar las secciones de la comunidad que están azotadas por la pobreza.

La sola presencia de un extranjero o un extraño bien vestido es la señal para que la calle angosta se llene de niñitos sin lavar y desaliñados de toda edad. Literalmente se desbordan desde las casas, haciendo que no quede duda en la mente de uno de que el exceso de población es el problema número 1 en esta parte del mundo. Gritando y empujándose unos a otros, siguen al publicador de casa en casa, y a menudo penetran en los hogares detrás del publicador, sin hacer caso a reconvención alguna. Las personas de más edad rápidamente identifican al recién venido y pronto la calle entera oye que pueden comprar una revista por ‘veinticinco países o que el extranjero está convirtiendo gente al cristianismo. Esto a menudo resulta en puertas cerradas, pero de todos modos el publicador para este tiempo decide que debe tratar de trabajar en otra calle donde pueda oírse hablar.

En una ocasión como ésa el tener una bicicleta —el más común medio de transporte en Lahore— es una ventaja para salir rápidamente de allí. Cuando el Testigo finalmente parte, es en medio de gritos y palmoteos y, en algunos casos, lluvias de piedras. Por eso, la mejor manera de trabajar esas secciones es imitar el ejemplo de los hermanos que viven en países comunistas, trabajar una sola casa en cada calle a la vez.

Cuando la sucursal fue mudada originalmente a Lahore, la testificación estaba mayormente limitada a los que sabían inglés. En aquel tiempo no había un curso especial de dos meses en un idioma para los recién llegados. Los nuevos misioneros aprendían el urdú como mejor podían, a veces alquilando un preceptor local. Aun entonces, si el preceptor estaba más interesado en la paga que en enseñar, el progreso era lento. Hubo un misionero, sin embargo, que se esforzó por utilizar lo que conocía del idioma por todas las aldeas esparcidas del Pendjab, viajando en bicicleta.

Este fue Harry Forrest. Después de ser transferido al norte desde Karachi llegó a ser una figura bien conocida en los tres años que trabajó los centenares de kilómetros del Pendjab rural. Llevaba todo con él... literatura, ropa, Biblia y lo que necesitaba para dormir. Cargado delante, detrás y a ambos lados, más parecía un turista mundial. La gente común apreciaba mucho sus esfuerzos y con gusto le escuchaba cuando él decía unas cuantas palabras en urdú y ellos leían los textos bíblicos de sus Biblias en el lenguaje de Pendjab. Lo solían llamar “sahib de la selva,” porque ése era el significado literal de su nombre en urdú. A pesar de que tenía más de cincuenta años de edad y estaba, en aquel tiempo, algo sordo, seguía trabajando en medio del calor extremo, durmiendo donde podía, fuera casa, granja, choza, bazar o hasta afuera en el campo bajo las estrellas. ¡Cuán a menudo los Testigos encuentran hoy personas que preguntan acerca de él, personas que recibieron el mensaje del Reino por primera vez por medio de sus actividades celosas!

Ahora se estaba efectuando más predicación entre la vasta población musulmana por todo el país, y cuando el libro ¿Qué ha hecho la religión para la humanidad? con su capítulo sobre “Islam” fue presentado al público en 1951, se esperaba que resultara en que muchas personas de corazón sincero abrieran sus ojos. Muchos ejemplares fueron puestos en manos de la gente, pero para 1955 algunos de los individuos más fanáticos comenzaron a objetar a aquel capítulo específicamente, y en la prensa comenzaron a aparecer cartas en que se expresaba la objeción. Los musulmanes son tan sensibles en cuanto al asunto que cualquier cosa que se dice acerca de Mahoma que pudiera ser interpretado como de alguna manera perjudicial sería suficiente para causar un alboroto. De todos modos, el gobierno decidió en agosto de 1955 proscribir totalmente esta publicación, dando la razón de que ofendía los sentimientos religiosos de la población local. No obstante, había otras publicaciones disponibles, de modo que la predicación continuó sin cesar.

Al fin de aquel año 1955 un nuevo hogar misional fue establecido en Rawalpindi, a 270 kilómetros al noroeste de Lahore, al pie de grandes cordilleras. Con esto había cuatro de estos hogares, puesto que el hermano Benesch y su esposa habían partido de Dacca para Lahore, donde se les comieron las primeras dos misioneras solteras que llegaron al país. Los hermanos Muscat y Miller, originalmente de Australia, fueron en este tiempo transferidos de Lahore a Rawalpindi para ayudar a empezar la obra allí.

Mientras estaba en Lahore, el hermano Miller comenzó un estudio bíblico con cierto señor Lamuel, quien resultó ser un solícito oidor de la Palabra de Dios y pronto progresó hasta el punto de bautizarse. Aunque al principio tenía poco conocimiento del inglés, con el transcurso de los años desarrolló habilidad en y ahora está siendo utilizado para el adelanto de los intereses Reino traduciendo con regularidad el Ministerio del Reino en urdú y sirviendo como intérprete en la congregación de Lahore.

BENDICIONES DE 1956

En enero de 1956 Paquistán recibió un nuevo siervo de sucursal R. T. Pope, de Nueva Zelanda, quien había venido a Paquistán dos años antes después de graduarse de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Esto se debió a la partida de Claude Goodman, pronto habría de casarse con una de las hijas del hermano Harding, a quien ya se mencionó. El hermano Goodman dijo que sus veintiséis años de servicio diligente en estas regiones fueron el capítulo más emocionante y gozoso de su vida. Aunque no se encuentra muy bien de salud, todavía sirve como precursor y superintendente en Australia occidental.

A principios de este año se formó la primera congregación de urdú en Karachi. Muchos de los hermanos aquí habían pertenecido a la misma confesión cristiana nominal, y el hermano Sadiq Masih fue el que primero llevó el mensaje a estas personas humildes. Él mismo había aprendido primero algo de los propósitos de Dios en 1947 en la India cuando compró en segundas manos un libro Liberación que estaba sin cubiertas, deshilachado y sin la página del título. Sadiq, hijo de un clérigo, había estado estado interesado en la Palabra de Dios desde su juventud. En 1948 llevó a su familia a Quetta y halló un hogar enfrente de la iglesia. La única oración que ofreció este clérigo que le pareció admirable, según descubrió, solamente había sido leída de un libro de oraciones. ¿Y quién le hizo saber esto? Pues, el propio hijo del clérigo, quien, quince años más tarde, habría de llegar a ser él mismo un siervo dedicado de Jehová Dios. Sadiq continuó en un estado espiritual muy poco satisfactorio hasta cierto frío domingo por la mañana en que nevaba y él y su familia se mantenían en la cama para escapar del frío cuando un hermano precursor vino a su puerta. Aceptó el libro “Sea Dios Veraz” y concordó en que se comenzara un estudio bíblico en su hogar inmediatamente.

Pronto estuvo participando en la predicación, y entonces, cierto día, le vino otro privilegio. Se suponía que el siervo de circuito pronunciara en la Sala Municipal local un discurso que había recibido amplia publicidad... pero el intérprete no se había presentado. Se le pidió a Sadiq Masih que lo sustituyera, y ésa fue solo la primera de muchas oportunidades como ésas de mejorar su capacidad de ser útil. No fue mucho después de eso que fue al Pendjab, donde, en su tiempo libre, pudo sembrar mucha semilla, alguna de la cual más tarde llevó fruto en la forma de otros siervos dedicados de Jehová. Gradualmente se estaba dando cuenta de que su trabajo seglar impedía y limitaba sus esfuerzos, de modo que, con gran pérdida para él financieramente, decidió cambiar de vocación.

Creyendo firmemente en la promesa de Mateo 6:33, regresó a su distrito original en el Pendjab, Sialkot. A pesar de tiempos difíciles y oposición, incluso dos ataques por chusmas, halló a un hombre que estuvo dispuesto a dedicar su vida a Jehová y que todavía está sirviendo fielmente. En 1952, cuando el hermano Knorr visitó a Karachi, Sadiq vendió su única posesión movible una bicicleta, para pagarse el viaje a Karachi, a unos 400 kilómetros de distancia. En Karachi se las arregló para encontrar empleo conveniente y decidió quedarse allí y participar en la obra del Reino.

Más tarde, en esta misma congregación de Karachi, hubo dos hermanos carnales, Sattar y Sadiq, que progresaron en conocimiento y entonces regresaron a su Pendjab nativo con sus familias y sirvieron allí de precursores especiales. Esto fue en 1959, después que el hermano Forrest había regresado al Canadá. Por el entrenamiento que estos dos hermanos recibieron en la congregación de Karachi, pronto pudieron organizar el primer grupo aislado en las regiones rurales del Pendjab. Estos hermanos, sin educación a la vista del mundo (uno de los hermanos solo aprendió a leer después de hacerse Testigo), continuaron predicando tanto a personas bien educadas como a analfabetos en todas las aldeas y pueblos alrededor de Daska, a más de noventa y cinco kilómetros de Lahore. En 1970 el grupito recibió formación como congregación y los dos hermanos construyeron un Salón del Reino en la pequeña parcela de Terreno donde está su hogar. Este edificio tiene la distinción de ser el único Salón del Reino en el país que ha sido construido por los hermanos y es posesión de ellos.

Hacia el fin de 1956 los setenta y nueve publicadores que había por todo el país se regocijaron ante la perspectiva de reunirse de nuevo con el presidente de la Sociedad, el hermano Knorr. En la Sala Municipal de Lahore 160 personas escucharon el discurso público pronunciado por el presidente, y en aquella ocasión cinco personas fueron bautizadas. Durante su visita el hermano Knorr grabó una entrevista breve que más tarde fue transmitida por la emisora de Lahore, siendo aquélla la primera y única vez que uno del pueblo de Jehová ha tenido la oportunidad de hablar las “buenas nuevas” por la radio de Paquistán.

También se suponía que el vicepresidente de la Sociedad, el hermano Franz, estuviera en la asamblea de Lahore con el hermano Knorr, pero debido a alguna dificultad inesperada en cuanto a una inoculación de fiebre amarilla el hermano Franz fue detenido en cuarentena en Karachi con todos los pasajeros de cierto avión. Cuando quedó libre, por supuesto, la asamblea de Lahore había terminado. Los hermanos se desilusionaron mucho, pero se consolaron hasta cierto punto con el hecho de que los hermanos de la India y Birmania disfrutarían de su visita. Poco después de aquella asamblea, en febrero de 1957, los tres publicadores y dos misioneros de Rawalpindi llegaron a ser una congregación, y esto hizo que el número de congregaciones en el país ascendiera a cinco.

LAS “BUENAS NUEVAS” LLEGAN A AFGANISTÁN

En septiembre de 1957 el territorio de la sucursal de Paquistán aumentó por 647.500 kilómetros cuadrados y más de doce millones de habitantes. ¿Cómo? Esto sucedió porque los primeros testigos de Jehová habían llegado al escabroso país vecino de Afganistán. Philip Zimmerman, empleado en una línea aérea internacional, se había mudado de los Estados Unidos a Kabul, la capital. Con su esposa, su madre y su prole joven, había venido a esta ciudad de 350.000 personas.

Como sucede en los países vecinos al este y al oeste, Afganistán es casi totalmente musulmán en cuanto a religión, y la predicación del cristianismo a los afganos nunca ha sido tolerada. Oficialmente nada se puede decir contra el Corán o la religión musulmana, porque el rey es musulmán, y por lo tanto todo lo que sea ofensivo a él se considera lesa majestad... algo que da suficiente base para echar del país a un extranjero. Hasta este día los los testigos tienen que limitar su obra a la comunidad extranjera transistoria, mientras se las ingenian de algún modo para alcanzar a la gente local con el mensaje del Reino. La mayoría de la población son campesinos analfabetos que solo hablan pushto (que también se habla en la región fronteriza del noroeste de Paquistán) o dari, la forma afgana del lenguaje persa. Los afganos bien educados por lo general hablan por lo menos un idioma europeo.

Debido al tipo de ocupación del hermano Zimmerman y a que tenía que regresar a los Estados Unidos a intervalos regulares, aquel tiempo no pudo efectuarse mucha predicación consistente; pero si lo suficiente como para que un buen número de personas supieran que la familia había partido para la asamblea internacional de 1958 en Nueva York, personas que se interesaron en saber lo que había sucedido cuando la familia hubo regresado a Kabul. Los noventa y siete publicadores de Paquistán también estuvieron representados en aquella gran asamblea. Cinco misioneros y el hermano Sadiq Masih de Karachi agradecieron la ayuda financiera que recibieron de hermanos de todas partes del mundo de modo que ellos pudieran asistir a aquella asamblea y regresar fortalecidos espiritualmente y cargados de experiencias podrían compartir con sus hermanos.

Puesto que al principio todo el país de Paquistán formaba un solo circuito, era necesario que algunos viajaran de 800 a 1.400 kilómetros en una dirección por lo menos dos veces al año para asistir a las asambleas de circuito y de distrito. Fue en una de aquellas asambleas de circuito en Rawalpindi, celebrada en abril de 1959, que los hermanos se sorprendieron por la llegada de un delegado poco antes del principio del programa en la noche del viernes. Este fue el hermano Werner Schwarze. Había viajado los más de 480 kilómetros desde más allá de Kabul, Afganistán, en motocicleta. Desde el frío extremo de las montañas había venido a través del histórico paso Khyber a los polvorientos y calientes llanos de más allá. Aunque no podía expresarse fácilmente en inglés, su felicidad al estar allí se comunicó a los asambleístas. Solo dos meses antes el hermano Schwarze había venido a Afganistán desde Alemania para servir donde había mayor necesidad de ayuda.

Su viaje de regreso a Afganistán no fue sin problemas. Llevaba consigo sobre su motocicleta una maleta llena de literatura, y se preocupaba en cuanto a lo que harían los oficiales de la frontera. Sin embargo, a pocos kilómetros del punto de paso en la frontera un automóvil que pasaba se detuvo y el conductor dijo: “Esa maleta que usted lleva en su motocicleta le está causando mecha dificultad. Démela y la entregaré en su embajada en Kabul.”

Durante todo el camino trató, a pesar de su limitado conocimiento del idioma, de compartir las “buenas nuevas” con los habitantes locales. Esta misma testificación prudente e incidental acerca de los propósitos de Jehová en estos lugares él la efectúa hasta este día dondequiera que viaja. En la siguiente asamblea, el hermano Schwarze estuvo acompañado de su esposa y dos hijas, que acababan de llegar a Kabul. Esto ha aumentado el número de proclamadores del Reino en Afganistán a siete. Pronto otros tres publicadores habían de llegar de Alemania para servir allí donde hay tan gran necesidad de ayuda.

Una verdadera etapa importante en el progreso de la obra en Afganistán se alcanzó en 1962 cuando Milton Henschel, de la oficina del presidente, visitó a Kabul. En aquella ocasión los hermanos allí tuvieron su propia pequeña asamblea, lo cual ciertamente indicaba que las restricciones habían sido relajadas un poco. ¡Que gran estímulo recibieron todos! En 1964, después de siete años de servir allí, los Zimmermans tuvieron que salir de Afganistán. Por los siguientes cinco años hubo solo cinco publicadores para servir a los millones del país... el hermano Schwarze, su esposa, sus hijas y el hermano Muecke, esposo de una de las hijas.

Los hermanos tienen literatura en unos treinta idiomas, y en el hogar del hermano Schwarze hay una exhibición del libro Paraíso en varios idiomas, lo cual sirve como punto del cual hablar cuando alguien visita. El hermano Schwarze recuerda que en 1959 había hasta siete miembros de la policía vigilando su lugar de reunión, y si alguien de la localidad deseaba estudiar tenían que encontrarlo en una esquina en algún lugar y llevarlo automóvil a una comida campestre en las colinas. Ahora no hay policías vigilando.

En la obra de casa en casa uno tiene que hacerse un perito en reconocer los nombres no afganos en las entradas. En cuanto a los hogares en Kabul, por lo general tienen muros altos alrededor de ellos y cuando se toca en la entrada responde un sirviente afgano. Uno primero le pregunta en persa si vive un extranjero allí. Si se responde negativamente, entonces uno se excusa y trata lo mismo en otra casa.

LOS ANUENTES CONTRIBUYEN A LA EXPANSIÓN

De vuelta en Paquistán había habido otro cambio al principio de 1959. El hermano Pope partió para casarse y continuar su servicio misional en la India, de modo que G. K. Young fue nombrado en lugar de él. Para abril de 1960, cuando hubo un máximo de 112 publicadores, solo quedaban seis graduados de Galaad, y dos de éstos estaban preparándose para partir del país debido a enfermedad. Sin embargo, otros cuatro llegaron del Canadá durante aquel mes.

Paquistán ha venido una buena cantidad de hermanos y hermanas a servir donde hay gran necesidad de ayuda, y éstos siempre han sido una fuente de estímulo a los publicadores locales como el hermano Pinchbeck y su esposa, de Inglaterra permanecieron aquí por varios años. Este matrimonio no fue a la asamblea internacional de 1958 en Nueva York para poder venir a Karachi, y permanecieron por cuatro años, llegando con el tiempo el hermano a ser un superintendente de la congregación de habla inglesa de Karachi, mientras su esposa era precursora. Conocían y estudiaban con una familia que más tarde se mudó a Paquistán Oriental a servir donde había mayor necesidad de ayuda.

Una celosa hermana de edad mediana procedente de los Estados Unidos también tuvo una excelente participación en la distribución de La Atalaya en urdú en bazares y otras zonas a que con frecuencia no se llega. Ella había venido con su esposo, quien era empleado de una compañía horadadora de pozos. Pero, ¿cómo venció ella el problema del idioma? Puesto que se le suministraba para su conveniencia un automóvil conducido por un chofer, usaba a su conductor musulmán como intérprete, haciendo por medio de él breves presentaciones de las revistas. Así, con la ayuda de los hermanos de varias naciones, alcanzamos un máximo de 129 publicadores en mayo de 1961... un aumento de 22 por ciento. Había entonces solo tres congregaciones, una en Lahore y dos en Karachi.

La asamblea de Paquistán en 1962, en la cual el hermano Henschel fue nuestro huésped bienvenido, resultó ser muy animadora para los hermanos. Más tarde en el año, ocho nuevos hermanos y hermanas, entrenados en las Escuelas del Ministerio del Reino en los Estados Unidos, Inglaterra y Australia, vinieron para unir sus esfuerzos a los de los ocho graduados de Galaad que ya estaban ocupados en este país. Algunos fueron asignados a comenzar la obra de nuevo en Rawalpindi, pero el progreso fue lento aunque la población de la ciudad había aumentado grandemente debido a que había llegado a ser la capital interina mientras la nueva capital, Islamabad, a solo trece kilómetros de distancia, estaba siendo construida. A pesar de muchos años, de obra dura y paciente en esta zona los cuatro misioneros que todavía están allí tienen menos de diez publicadores trabajando con ellos en estas dos ciudades.

Otro punto sobresaliente en nuestra historia fue la asamblea internacional celebrada en Delhi, India, en 1963. Se necesitó mucho trabajo y preparación meticulosa de parte de los hermanos de Paquistán para obtener pasaportes y visados, puesto que las relaciones entre Paquistán y la India nunca han sido de las mejores. Unos cuantos de Afganistán también pudieron asistir a esta maravillosa asamblea.

Para hacer más fácil el que todos asistieran a tres asambleas cada año, Paquistán Occidental fue dividido en dos circuitos en 1965, y los dos siervos de circuito trabajaban de tiempo parcial. Durante este mismo año las relaciones entre la India y Paquistán empeoraron, y hasta resultaron en guerra. No obstante, esto no ha afectado la actividad del Reino.

Durante los años de servicio de 1964-1968 hubo cuarenta y cuatro personas que simbolizaron su dedicación a Jehová, una indicación de que aumenta el número de las personas que responda en al mensaje del Reino en este país. Es verdad que la cifra de publicadores no muestra un gran aumento cada año, pero da cuenta de esto el hecho de que algunos parten a otros países, y el alejamiento de unos pocos que no han tenido verdadero amor a Jehová en su corazón.

A fines de 1967 y principios de 1968 llegaron aquí otros siete graduados de Galaad. Cinco de éstos originalmente estaban asignados a la India y Ceilán, pero puesto que no pudieron obtener visados para esos países, Paquistán recibió el provecho de su presencia. En la asamblea de distrito de Karachi en 1968 la primera persona procedente de la comunidad parsi en Paquistán simbolizó su dedicación. Estos seguidores de Zoroastro son una comunidad estrechamente unida y próspera que solo se casan unos con otros y que no convierten a otros a su religión. Por esta razón se necesitó gran valor y determinación de parte de nuestra hermana.

Debido a la generosidad de nuestros hermanos de otros países les fue posible a todos los misioneros y cinco precursores especiales asistir a una de las asambleas internacionales de 1969. Otros hermanos de Paquistán pudieron arreglar sus asuntos para estar en la asamblea de Londres, Inglaterra. El informe para el año de servicio de 1969 indicó un aumento de 5 por ciento sobre lo anterior. Entonces en febrero de 1971 tuvimos un nuevo máximo de 173 publicadores, mientras que nuestra concurrencia al Memorial llegó a 517. Durante el año de servicio de 1971 se colocaron 6.610 Biblias y libros, así como 8.043 folletos, 41.392 revistas, y se obtuvieron 1.511 nuevas suscripciones a las revistas La Atalaya y ¡Despertad!

Afganistán también tuvo un aumento debido a la llegada de otros dos matrimonios desde Alemania. En realidad, todos los publicadores de Afganistán y una persona interesada estuvieron entre los 196 que se reunieron en Lahore en febrero para la asamblea de circuito. Cinco de las nuevas personas interesadas de Lahore eran antes musulmanes. A uno de éstos primero se le habló en su oficina solo unos cuantos meses antes de la asamblea y progresó tan rápidamente que simbolizó su dedicación en la siguiente asamblea de circuito, en junio de 1971.

Se están haciendo arreglos ahora para imprimir La Atalaya en urdú en Paquistán. Por años ha sido traducida e impresa en la India, pero debido al empeoramiento de las relaciones entre estos dos países el gobierno paquistaní ha proscrito toda materia impresa que viene de la India. Ahora los publicadores esperan ansiosamente la edición de La verdad que lleva a vida eterna en urdú, que actualmente está siendo preparada.

A pesar del aumento en las dificultades en las condiciones políticas y económicas y el oscurecimiento del horizonte internacional, el pequeño grupo de publicadores aquí, de nuevo limitado a trabajar sólo en la sección occidental de Paquistán, continúa proclamando el mensaje del Reino celosamente, esperando Jehová siga bendiciendo sus esfuerzos, confiando en que él logrará su propósito amoroso de proteger y dar vida a todos los que le demuestran su amor.