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Alemania (Parte 1)

Alemania (Parte 1)

Alemania (Parte 1)

ALEMANIA ha ejercido profunda influencia en la historia. Su pueblo tiene la reputación de ser muy industrioso y obediente a la autoridad. Estas cualidades han sido un factor importante en el desarrollo económico de la nación, de modo que hoy la Alemania Occidental, con su población de más de sesenta millones de personas, es uno de los gigantes industriales del mundo. Efectúa su comercio en todas partes de la Tierra. Y para satisfacer las necesidades de su economía floreciente, en los últimos años ha sido necesario introducir en el país más de tres millones de “obreros invitados” procedentes de Grecia, Yugoslavia, Italia, España, Portugal, Turquía y otros países.

La influencia de Alemania se ha hecho sentir también de otras maneras. Durante la primera guerra mundial, desde 1914 hasta 1918, los ejércitos alemanes marcharon hacia el este, penetrando en Rusia, y hacia el oeste a través de Bélgica, penetrando en Francia. Antes que terminara el conflicto, estuvieron guerreando contra una alianza de veinticuatro naciones alrededor del globo. Alemania fue derrotada. Pero no pasó mucho tiempo antes que un veterano de aquella guerra, Adolfo Hitler, comenzara a ascender al poder. Para 1933, como cabeza del Partido Nacional Socialista, fue hecho canciller de Alemania. En poco tiempo sujetó al pueblo alemán a un reinado de terror, y en 1939 arrojó al mundo en otra guerra global, mucho más extensa y destructiva que la primera.

¿Qué estaban haciendo las iglesias mientras todo esto acontecía? Cada domingo, en armonía con un concordato firmado entre el Vaticano y Alemania en 1933, el clero católico oraba pidiendo que el Cielo bendijera al Reich alemán. ¿Levantó alguna protesta el clero protestante? Al contrario, en 1933 juraron unidamente apoyo incondicional al Estado nazi. Y en 1941, mucho tiempo después del comienzo de la II Guerra Mundial, la Iglesia Evangélica Protestante en Maguncia, Alemania, dio gracias a Dios por haber dado a la gente un Adolfo Hitler.

PRIMEROS DESENVOLVIMIENTOS RELIGIOSOS

Es interesante el hecho de que fue aquí en Alemania, el 31 de octubre de 1517, que Martín Lutero clavó sus noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, protestando contra prácticas que él creía que no armonizaban con la Palabra de Dios. Pero la protesta religiosa pronto se entremezcló con intereses políticos, y, mucho antes del siglo veinte, no solo la Iglesia Católica, sino también las organizaciones protestantes, se habían identificado claramente como parte del mundo.

Sin embargo, a medida que se acercó el tiempo en que Dios daría “el reino del mundo” a un rey celestial, el Señor Jesucristo, había que hacer cierta obra en Alemania, como en otras partes del mundo. (Rev. 11:15) Era una obra para la cual se necesitaban personas que ejercieran fe genuina en que la Biblia es la Palabra de Dios. Requería que apreciaran que para ser verdaderos discípulos de Cristo ‘no podían ser parte del mundo.’ (Juan 17:16; 1 Juan 5:19) ¿Por qué? Porque, en vez de dar su apoyo a algún gobierno de hombres, habían de proclamar que el reino mesiánico de Dios es la única esperanza para la humanidad. (Mat. 24:14; Dan. 7:13, 14) ¿Quién echaría mano a esta oportunidad?

En los años setenta del siglo pasado, en los Estados Unidos de América, Charles Taze Russell había comenzado a reunir un grupo de estudiantes de la Biblia que estaban profundamente interesados en la segunda venida de Cristo. Vieron que era necesario compartir con otros las cosas maravillosas que estaban aprendiendo de la Palabra de Dios. A medida que la obra progresó, y hubo mayor distribución de literatura bíblica, se hizo necesario formar la corporación legal que se conoce hoy como Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, y el hermano Russell fue su primer presidente.

Reconociendo la importancia de esparcir las buenas nuevas hasta las partes más lejanas de la Tierra, en 1891 la Sociedad Watch Tower hizo arreglos para que el hermano Russell viajara al extranjero para determinar las posibilidades de dar expansión a la obra. (Hech. 1:8) Durante este viaje el hermano Russell visitó a Berlín y Leipzig. Pero más tarde informó lo siguiente: “No vemos . . . nada que nos estimule a esperar siega alguna en Italia o Austria o Alemania.” No obstante, después de su regreso se hicieron arreglos para publicar varios libros y hojas impresas en alemán. Personas que habían emigrado de Alemania a los Estados Unidos y habían leído la literatura de la Sociedad la enviaron a sus parientes y amigos en Alemania, estimulándolos a usarla para estudiar la Biblia.

Fue después de varios años, en 1897, que se publicó en Allegheny, Pensilvania, el primer número de The Watch Tower (La Torre del Vigía) en alemán, intitulado Zion’s Wacht-Turm und Verkündiger der Gegenwart Christi. Charles T. Russell fue director principal; su director auxiliar fue Otto A. Kötitz. Para aquel tiempo ya se habían impreso en los Estados Unidos los primeros tres tomos de Millennial Dawn (La Aurora del Milenio), en alemán.

Para simplificar el embarque a Alemania y otros territorios europeos, se abrió un depósito de literatura en Berlín en Nürnberger Strasse 66. La hermana Margarethe Giesecke superentendía y atendía el envío regular de 500 ejemplares de cada número de Zion’s Wacht-Turm. A principios de 1899 el depósito de literatura fue transferido de Berlín a Brema-W.

LENTO COMIENZO

A pesar de un aumento en los esfuerzos, durante 1898 la situación era tal que hizo que la Sociedad pensara apropiado emitir esta declaración: “Aunque reconocemos el interés y celo de nuestros estimados lectores, tenemos que informarles que los pedidos de ejemplares de La Torre del Vigía el año pasado fueron menos de lo esperado, lo cual hace que preguntemos: ¿Deberíamos cesar de imprimir La Torre del Vigía completamente o quizás imprimirla solo una vez cada dos o tres meses?” Por algún tiempo se imprimió solo cada tres meses, aunque con el doble del número de páginas.

Aunque no se habían obtenido resultados especialmente sobresalientes, definitivamente no fueron en vano los esfuerzos que se hicieron. Por razones de eficacia, se abrió una oficina en Elberfeld (Wuppertal) en 1902, y el hermano Henninges fue puesto a cargo de ésta. En octubre de 1903 el hermano Russell envió al hermano Kötitz a Alemania para que se encargara de la supervisión, y el hermano Henninges fue enviado a Australia en una asignación especial. El hermano Kötitz había emigrado con sus padres a los Estados Unidos desde Alemania y había entrado en el servicio de Jehová allí en la primavera de 1892. Con solo una interrupción corta había servido de director auxiliar de La Torre del Vigía en alemán hasta que el hermano Russell lo envió a Alemania. Sin embargo —según la opinión de la oficina principal— todavía no hubo resultados satisfactorios en 1903. El informe anual que abarca este período dijo: “La Sucursal alemana ha comenzado en condiciones medianamente prósperas, pero no lo que habíamos esperado. La unidad del ‘cuerpo’ y de la obra de la ‘siega’ no parece contar con suficiente aprecio entre los hermanos alemanes. . . . Sin embargo, tenemos el propósito de continuar la misión durante 1904, sometiendo el campo a una prueba imparcial y buscando la guía del Señor en cuanto a si hay o no hay campos más favorables en los cuales usar el tiempo y el dinero consagrados.”

Estos eran años difíciles para la predicación de las buenas nuevas en Alemania. Ya se habían presentado en la escena enemigos religiosos y políticos. El nacionalismo había florecido con la fundación del Reich del Kaiser alemán en 1871 y lo promulgaban, no solo los políticos, sino también los líderes religiosos. Se podían oír lemas como: “Queremos un cristianismo alemán, no americano,” y otros por el estilo. Las plantas tiernas de la verdad, que solo habían empezado a crecer, estaban siendo sometidas, como si fuera, a una súbita helada primaveral. Felizmente, sin embargo, estaban por presentarse las primeras evidencias de que los esfuerzos hechos no habían sido en vano.

LAS PRIMERAS CONGREGACIONES

En 1902 una hermana cristiana se mudó a Tailfingen, ubicada al este de la Selva Negra. Había aprendido la verdad en Suiza y ahora se esforzaba por pasarla a los residentes de Tailfingen. Su nombre era Margarethe Demut, pero, en reconocimiento del hecho de que siempre estaba hablando de una nueva “edad de oro,” los residentes de la localidad la llamaban “Greta la Dorada.” Su actividad la puso en comunicación con un hombre, que, junto con su hermana y dos conocidos de ellos, buscaba la verdad. Ya habían tratado de hallarla en la Iglesia Metodista. Después de leer un tratado que ella había dejado en el hogar de ellos, inmediatamente escribieron solicitando los tomos de La Aurora del Milenio disponibles. La comunidad entera los conocía como hombres devotos, y los tenía en alta estima debido a su conducta apropiada. Una de las primeras congregaciones de Alemania fue formada allí y llegó a ser conocida entre los residentes de la comunidad como la “Congregación del Milenio.”

Estos hermanos cristianos recibían el celoso apoyo de otra hermana, Rosa Möll. Puesto que ella estaba tan dispuesta a hablar a toda la comunidad acerca del “Milenio,” pronto le dieron el apodo de “Rosita la del Milenio.” Esta hermana, que ahora tiene ochenta y nueve años, ha estado sirviendo a Jehová por más de sesenta años, incluso ocho años en el campo de concentración de Hitler en Ravensbrück.

Las semillas de la verdad también comenzaron a brotar en la Tierra de Bergische al nordeste de Colonia. Un representante de la Sociedad Watch Tower procedente de Suiza se mudó a esta región para el año 1900. Su nombre era Lauper. En Wermelskirchen conoció a Gottlieb Paas, de ochenta años de edad, y también a Otto Brosius, presbítero y miembro de la junta de directores de la iglesia, y a la esposa de éste, Mathilde. Todos ellos buscaban la verdad y, después de estudiar la literatura de la Watch Tower, se dieron cuenta de que la habían encontrado. Pronto organizaron reuniones en un restaurante en Wermelskirchen. Muchos miembros de las familias Paas y Brosius asistían a las reuniones; a menudo había de setenta a ochenta concurrentes. Poco tiempo después murió Gottlieb Paas, pero en su lecho de muerte sostuvo en alto la revista La Torre del Vigía y dijo: “Esta es la verdad; apéguense a ella.”

Mientras tanto, en el condado de Lübbecke, Westfalia, un promedio de veinticinco hombres y mujeres de varias localidades estaban reuniéndose para considerar la Palabra de Dios. Pertenecían a la Iglesia Protestante, pero no asistían diligentemente a su iglesia, puesto que a menudo regresaban a casa sin sentirse satisfechos, especialmente cuando el ministro predicaba acerca de un infierno de fuego. Uno de los vecinos, mientras viajaba a Sarrebruck para asistir a una subasta, halló en el tren un tratado que decía que no había un infierno de fuego. Pensando que esto era algo que deberían ver sus vecinos, a quienes llamaba los “píos,” les dio el tratado al regresar. Estos inmediatamente pidieron toda la literatura disponible, que entonces llegó a ser su material de estudio. Aunque pasó un tiempo considerable antes que abandonaran la Iglesia Protestante y se bautizaran, disfrutaron de visitas regulares de los hermanos peregrinos viajantes que la Sociedad Watch Tower enviaba. Así se colocó el fundamento para una congregación en Gehlenbeck, la “congregación madre” para varias otras.

También se lograba desarrollo en otras zonas. En 1902 un dueño de terrenos y lechero llamado Cunow adquirió la verdad y colocó el fundamento para congregaciones en la zona al este de Berlín. En Dresde, el hermano Miklich, supervisor de un taller del ferrocarril, y su esposa aprendieron la verdad para este mismo tiempo. La congregación allí se desarrolló tan rápidamente que, teniendo más de 1.000 hermanos y hermanas, era por mucho la más grande de Alemania en los años veinte.

APRESURANDO EL ESPARCIMIENTO DE LAS BUENAS NUEVAS

Aunque era cosa costosa, los hermanos decidieron tratar de insertar ejemplares de muestra de ocho páginas de La Torre del Vigía de Sión en los periódicos. Algunas de las cartas recibidas muestran lo mucho que fue bendecido este esfuerzo. He aquí un ejemplo:

“He leído completamente la muestra de su Torre del Vigía, que vino hoy como suplemento en el Tilsiter Zeitung. Mi interés . . . ha sido despertado y quisiera recibir más explicación por medio de sus publicaciones acerca de los temas de la muerte y el infierno. Sírvanse enviarme el libro mencionado en su pliego . . . P. J., Prusia Oriental.”

Esto es lo que dijo acerca de esto el número alemán de abril de 1905 de La Torre del Vigía:

“Más de millón y medio de ejemplares de La Torre del Vigía se han distribuido, y así ha comenzado la obra. Nos regocijamos por los resultados. Muchas almas hambrientas han respondido y el número de los que con regularidad reciben La Torre del Vigía ha aumentado a 1.000.”

A medida que la semilla, la palabra acerca del reino de Dios, continuó siendo esparcida por todo medio posible, más y más resultados comenzaron a verse. Algunas personas, como el hermano Lauper, empezaron a trabajar como repartidores para abarcar mucho territorio en poco tiempo.

ALGUNOS BUSCABAN LA VERDAD

Fue en 1905 mientras trabajaba cerca de Berlín distribuyendo números de La Torre del Vigía que el hermano Lauper dejó su último ejemplar en el hogar de un caballero bautista de edad avanzada llamado Kujath. Su hijo Gustav había regresado recientemente de una asamblea bautista muy perturbado por la enfática advertencia que se había dado allí contra un predicador bautista llamado Kradolfer, que súbitamente había empezado a enseñar que el alma es mortal. Considerando esto, Gustav comenzó a investigar la Biblia, invitando a su padre y a sus amigos buscar junto con él la verdad en cuanto a aquel asunto. En agosto de 1905 Gustav Kujath visitó a su padre, que vivía como a una hora de viaje, y su padre le llamó la atención a este ejemplar suelto de La Torre del Vigía que el hermano Lauper había dejado. Esto era precisamente lo que ambos habían estado buscando. Era “alimento a su debido tiempo.”—Mat. 24:45.

Kujath se suscribió inmediatamente para recibir varios ejemplares de La Torre del Vigía y comenzó a prestar cinco combinaciones de ellos a otros. Después de cierto tiempo sus hijos recogían los ejemplares sueltos de nuevo, y él los daba a otras personas que mostraban interés. Así muchos llegaron a conocer el mensaje. Él, naturalmente, perdió el favor de los bautistas, y fue expulsado por ellos en la víspera del Año Nuevo, en 1905, con las palabras: “Usted va por donde va el Diablo.” Más tarde, más de diez de sus parientes abandonaron la Iglesia Bautista.

El Kujath más joven también había entendido que los cristianos no deben descuidar el reunirse. Por esa razón, escribió a la oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower en Elberfeld solicitando direcciones de otras personas con las cuales pudiera reunirse y estudiar. El hermano Kötitz pudo darle solo la dirección de Bernhard Buchholz, de diecinueve años, de Berlín, con quien se comunicó inmediatamente. En aquel tiempo Buchholz pertenecía a un grupo llamado la “Congregación del Salvador.” Acababa de quemar los tomos de La Aurora del Milenio, pensando que él, huérfano y sin empleo debido a un caso de delincuencia menor, de ninguna manera podría ser la única persona digna en Berlín en cuyas manos hubiera de caer la verdad. Pero Kujath lo animó a estudiar los libros con él, y hasta lo animó a hacerse repartidor. Poco tiempo después Kujath lo alojó en su hogar.

Para poder sufragar los gastos de esparcir las buenas nuevas en este territorio, Kujath desistió de sus planes de construir una casa nueva. Vendió la propiedad donde pensaba edificar la casa y utilizó los fondos que así se le hicieron disponibles para convertir dos habitaciones de la casa de su padre en una sola pieza donde pudieran celebrarse reuniones. Para 1908 fue posible formar un grupito de veinte a treinta personas.

Para este mismo tiempo un barón llamado von Tornow que tenía grandes posesiones en Rusia comenzó a buscar la verdad. Disgustado con la vida licenciosa que existía entre la nobleza rusa, había decidido irse al África por vía de Suiza para servir de misionero allí. La noche antes de su partida hizo una visita final a una pequeña capillita de una montaña en Suiza. Cuando salía, alguien le ofreció uno de los tratados de la Sociedad Watch Tower. Ahora, en vez de salir para África, salió el día siguiente para obtener más de esta literatura. Esto fue para 1907.

En 1909 apareció en la congregación de Berlín ataviado en su mejor ropa y acompañado por su sirviente personal. Se desilusionó al ver lo sencillo que era el lugar de reunión y lo modestos y sencillos que eran los individuos que se reunían allí, porque él opinaba que verdades tan inapreciables también merecían una apariencia externa apropiada. Pero lo que oyó le impresionó. Meses más tarde, habiendo recapacitado, regresó; ahora, sin embargo, su apariencia era considerablemente menos conspicua, porque vino sin su sirviente y vestía con más modestia. Más tarde admitió que probablemente no hubiera regresado si no hubiera leído esto en la Biblia: “Pues ustedes contemplan su llamamiento por él, hermanos, que no muchos sabios según la carne fueron llamados, no muchos poderosos, no muchos de nacimiento noble; sino que Dios escogió las cosas necias del mundo . . . a fin de que ninguna carne se jacte a la vista de Dios.”—1 Cor. 1:26-29.

Convencido ahora de que había hallado la verdad, regresó a Rusia, vendió toda su propiedad, y se estableció en Dresde. Dispuesto a vivir una vida modesta, estaba preparado para dedicar todo su caudal al servicio de Jehová.

GIRAS DE DISCURSANTES BIEN ORGANIZADAS

En 1913 el hermano Tornow hizo que la oficina sucursal de Barmen hiciera arreglos para tres viajes en que se dictarían conferencias; él pagaría, personalmente, la mayor parte de los gastos. El hermano Hildebrandt, un panadero de Golnow, Pommern, vendió su casa y también ayudó a pagar los gastos. Se formó un grupo viajante compuesto de cinco hermanos y cuatro hermanas jóvenes y fue dividido apropiadamente en dos grupos más pequeños.

El hermano Hildebrandt, que funcionaba como “encargado de aprovisionamiento” y “supervisor de la publicidad,” se adelantaba viajando con tres o cuatro hermanas, dos de las cuales, hoy en su edad avanzada, todavía se esfuerzan por dar adelanto a los intereses del Reino. Después de quedar arreglado el asunto de los alojamientos para ellos y para el grupo que llegaría unos días después, recogían las cajas de tratados y otra literatura que había sido enviada a la oficina de correos y las llevaban a su alojamiento. Después de estampar en los tratados el lugar y dirección del salón de conferencias y la hora en que se pronunciaría el discurso (de manera que los tratados también servían de invitaciones), se les doblaba de tal manera que por lo menos 1.200 a 1.600 tratados grandes pudieran colocarse en los sacos de cuero que el hermano Tornow había comprado para ello. Los hermanos y hermanas se esforzaban mucho en la distribución, porque trataban de estar en la primera puerta a las 8:30 de la mañana y por lo general trabajaban constantemente hasta las 7:00 de la noche, con solo una hora libre al mediodía. No había tiempo para pausas de placer en el trabajo.

Días después llegaban los hermanos Buchholz, Tornow y Nagel. El hermano Buchholz pronunciaba los discursos. Por lo general los salones se llenaban, y tantos individuos entregaban sus direcciones que al día siguiente tres hermanos se mantenían ocupados visitando a todas estas personas.

El segundo viaje de nuestro equipo para conferencias se efectuó a través de Wittenberg y Halle y subiendo a Hamburgo. El tercer viaje llevó al grupo hasta la misma frontera rusa, lo cual permitió que se diera un buen testimonio en estas secciones orientales antes que comenzara la I Guerra Mundial.

APEGÁNDOSE FIRMEMENTE A LA VERDAD

Para 1908 comenzó a haber progreso en Siegerland. Otto Hugo Lay, que entonces tenía noventa años de edad, se puso en contacto con la verdad allá en 1905 por medio de un conocido de su misma profesión. Dos años más tarde, él, junto con sus dos hijos, se separó de la iglesia y rehusó pagar los impuestos eclesiásticos, que de todos modos le fueron confiscados entonces. El oficial confiscador quería pegar su sello detrás de uno de los armarios donde no se notara, pero el hermano Lay protestó, diciendo que todo el mundo podía y debería verlo; quería contarle a todo el que lo viera la verdad en cuanto al asunto. En 1908 fue bautizado en un baño en Weidenau y comenzó a asociarse con la congregación en Siegen.

Hermann Herkendell llegó a conocer la verdad en 1905 por medio de un tratado que había hallado en el compartimiento de un tren. Él era un joven maestro de escuela y se dirigía a Jena para continuar su educación en la universidad de aquel lugar. Sin embargo, el contenido de este tratado le impresionó tanto que pronto renunció de la Iglesia Luterana. Esto resultó en que inmediatamente fuera suspendido de suministrar instrucción religiosa en la escuela. Poco después de eso fue despedido de su puesto de maestro.

En 1909 el hermano Herkendell servía ya de sustituto para el hermano Kötitz en las visitas a las congregaciones y, al fin del año, su nombre apareció por primera vez en La Torre del Vigía con relación a un viaje propuesto en representación de la Sociedad como uno de sus “peregrinos” viajantes. En 1911 se casó con la hija del hermano Jander, acaudalado dueño de una fábrica de objetos fundidos. Como una dote, la joven hermana Herkendell solicitó de su padre que les diera dinero para un muy extraordinario viaje de luna de miel. Querían gastar el dinero predicando el mensaje del Reino a la población de habla alemana de Rusia. La oficina de Barmen les suministró direcciones disponibles de germano-rusos. El viaje duró muchos meses y fue ciertamente estrenuo, puesto que con frecuencia se necesitaban muchas horas para llegar desde la estación del ferrocarril al lugar donde vivían los hermanos y personas que se interesaban en la verdad. La pareja no tenía medios personales de transportación, y la comunicación por carta y telegrama no era confiable, de manera que pocas veces se les iba a recoger a la estación del ferrocarril. ¿Cuántas parejas casadas jóvenes de hoy tomarían esa clase de viaje de luna de miel?

Por un tiempo breve durante la I Guerra Mundial el hermano Herkendell tuvo el privilegio de encargarse de las responsabilidades de la Oficina de Barmen. Entonces, después de la guerra volvió a servir de peregrino viajante, y murió en 1926 durante un viaje de peregrino.

Cuando se compiló el informe anual de 1908, fue animador ver que por primera vez la mayoría de los tratados distribuidos habían sido esparcidos personalmente por lectores de La Torre del Vigía mismos y solo un número comparativamente pequeño había sido esparcido por medio de periódicos. Sin embargo, fue como resultado de este último método que un joven de dieciocho años de edad se puso en contacto con la verdad en Hamburgo. Después de terminar su educación escolar comenzó a leer la Biblia diariamente, con un deseo sincero de entenderla. Varios años pasaron y en 1908 consiguió un tratado intitulado “Venta de la primogenitura.” Este le interesó mucho al joven. Sin prestar atención a la mofa de sus compañeros de trabajo, inmediatamente escribió a la Sociedad en Barmen pidiendo los seis tomos de Estudios de las Escrituras. Poco después tuvo la oportunidad de conocer al hermano Kötitz, quien lo invitó a visitar a Barmen en alguna ocasión. El joven aceptó la invitación, indicando en aquel tiempo que aquella visita a Barmen también sería el día de su bautismo. Esto aconteció, pues, a principios de 1909. El superintendente de la sucursal llevó al joven amigo, ahora nuestro hermano, a la estación del ferrocarril y le preguntó antes que subiera al tren si le gustaría emprender el servicio de precursor. Nuestro joven hermano dijo que la Sociedad sabría de él cuando hubiese progresado hasta aquel punto.

Este joven hermano se llamaba Heinrich Dwenger. Pronto hizo arreglos en sus asuntos para poder comenzar su servicio de precursor el 1 de octubre de 1910. En las décadas siguientes ha tenido el privilegio de servir en casi todo departamento de casi todo hogar Betel de la Sociedad Watch Tower en Europa. Periódicamente disfrutó de viajar para la Sociedad y con frecuencia sustituyó por superintendentes de sucursal durante tiempos difíciles. Muchos han llegado a amarlo y reconocerlo como útil trabajador. En la actualidad tiene ochenta y seis años de edad y se regocija de estar en buena salud tanto espiritual como físicamente después de un período ininterrumpido de servicio de tiempo cabal de más de sesenta años.

EL HERMANO RUSSELL VISITA DE NUEVO A ALEMANIA

En 1909 hubo otra mejora en la organización cuando la oficina fue mudada a cuarteles más amplios en Barmen. Esto naturalmente significó más gastos. Sin vacilación el hermano Cunow vendió su propiedad y utilizó el dinero para amueblar el hogar Betel. En 1909 se hizo mucho también en cuanto a edificación espiritual. En febrero los hermanos de Sajonia hicieron arreglos para que el hermano Kötitz pronunciara varios discursos públicos. Seis veces pudo testificar a un auditorio de por lo menos 250 a 300 personas.

Pero el rasgo coronador de 1909 fue sin duda la visita por mucho tiempo esperada del hermano Russell a Alemania. Después de una parada breve en Hamburgo, llegó a Berlín y fue recibido por un grupo de hermanos. Inmediatamente fueron al bellamente decorado salón de asamblea, donde de cincuenta a sesenta hermanos habían estado esperando pacientemente la llegada del hermano Russell. El hermano Russell habló acerca de la restauración de lo que Adán había perdido, señalando especialmente al privilegio que recibirían los que tenían la expectativa de llegar a ser miembros del cuerpo de Cristo. Después de una merienda juntos, fueron al Salón Hohenzollern, donde se pronunciaría el discurso público. ¡El lugar estaba completamente lleno! Una muchedumbre de 500 personas escuchó el discurso “¿Dónde están los muertos?” Unas cien personas tuvieron que quedarse de pie. Otras 400 tuvieron que ser despedidas debido a falta de espacio, pero recibieron tratados fuera del salón. Más tarde, en Dresde, por lo menos 900 a 1.000 personas se presentaron para escuchar el discurso público de dos horas del hermano Russell. El viaje continuó hasta Barmen, donde aproximadamente mil personas escucharon su discurso. La tarde siguiente 120 hermanos se reunieron en la Casa Bíblica, y aquella noche unos 300 se congregaron para escuchar al hermano Russell contestar preguntas bíblicas. Esto concluyó la visita del hermano Russell a Alemania, y poco después de las once de aquella noche él subió al tren para transportarse a Suiza, donde se celebraría una asamblea de dos días en Zurich.

Durante el año a los hermanos de Alemania se les estimuló a usar sus recursos para tratar de apoyar la obra del Reino en Alemania sin ayuda del exterior. Pero para el fin del año los costos de impresión, franqueo, acarreo, pagos por suplementos, gastos de discursos públicos y viajes, alquiler, luz, calefacción, y otros gastos, habían aumentado a un total de 41.490,60 marcos, mientras que las contribuciones ascendían a solo 9.841,89 marcos, arrojando un déficit de 31.648,71 marcos, que fue cubierto por dinero pagado por la oficina central de Brooklyn. Esto hizo que el hermano Russell dijera lo siguiente en su informe anual: “¡Qué grandes cantidades de dinero ha gastado la Sociedad en Alemania para dar a conocer la verdad! . . . Los esfuerzos que se han hecho en Alemania son comparativamente mayores que en cualquier otro país. Deberíamos esperar resultados correspondientes... a menos que la mayoría de los alemanes consagrados ya hayan emigrado a los Estados Unidos.”

El hermano Russell hizo una parada breve de unas diez horas en Berlín en su viaje mundial de 1910 y habló a las doscientas personas que lo esperaban cuando llegó.

Para este tiempo Emil Zellmann, conductor de tranvía de Berlín, comenzó a atraer considerable atención. Aprovechaba toda oportunidad para leer la Biblia o testificar a sus pasajeros, a veces hasta entre paradas del tranvía; cierta vez mientras estaba ocupado leyendo contribuyó a la diversión de sus pasajeros al gritar, no el nombre de la siguiente parada del tranvía, sino, más bien: “Salmo 91,” que era lo que había estado leyendo en aquel momento. Pronto más de diez compañeros conductores de tranvía y sus familias estaban asistiendo a las reuniones. Este grupo, pequeño pero muy activo, logró mucho en el esparcimiento de las buenas nuevas en Berlín. Aunque estos hermanos comenzaban a trabajar a las cinco de la mañana, su celo ejemplar a menudo hacía que fueran a la estación de los tranvías dos horas más temprano para colocar tratados en los asientos de los tranvías que saldrían a rendir servicio.

El año 1911 se destacó por discursos que pronunció el hermano Russell sobre el tema “El sionismo y la profecía,” que en algunos casos produjeron respuestas airadas del auditorio. Por ejemplo, en Berlín hubo un disturbio, y casi cien personas abandonaron el salón al principio del discurso, mientras que aproximadamente 1.400 permanecieron y escucharon atentamente al hermano Russell hasta que concluyó.

En su informe del viaje el hermano Russell de nuevo se refirió al desarrollo de la obra en Alemania, mencionando que, aunque ‘el número de hermanos y su interés había aumentado, él estaba desilusionado con la cantidad de personas que mostraban interés, considerando la gran población alemana y los esfuerzos que se habían hecho y la cantidad de dinero que se había gastado.’ Los años ciertamente habían indicado que los requisitos preliminares para el desarrollo en Alemania no fueron al principio tan favorables como en los Estados Unidos, por ejemplo. Un gran porcentaje de la población alemana era católica, otro grupo lo componían socialistas, una mayoría era antagónica en cuanto a la Biblia y la mayoría de las personas de mejor educación académica estaban alejadas de Dios.

En el viaje del hermano Russell a Europa en el verano de 1912 estuvo en Munich, Reichenbach, Dresde, Berlín, Barmen y Kiel. Para su discurso público había escogido el tema muy prometedor de “Más allá de la tumba.” El discurso fue anunciado por medio de grandes anuncios colgados en los cuales se representaban varias iglesias que eran conocidas por enseñar las doctrinas de la inmortalidad del alma y un infierno de fuego. Al frente había una Biblia grande encerrada con una cadena, que, sin embargo, estaba reventada en cierto punto. Al fondo, se podía ver al hermano Russell señalando a la Biblia. Estos anuncios crearon bastante agitación en muchas ciudades y algunos oficiales de la policía evitaron que fueran desplegados. Pero a pesar de esto, auditorios de 1.500 a 2.000 personas vinieron a escuchar el discurso en Munich, Dresde y Kiel.

El discurso público había sido bien anunciado en Berlín. Anuncios periodísticos excepcionalmente grandes habían dado realce al acontecimiento varias veces y por todas partes en los tableros de publicidad se exhibían nuestros carteles. Además, los “mensajeros” de todos los principales periódicos habían sido alquilados para ayudar a anunciar el discurso. Estos eran muchachos vestidos con pantalones azules y blancos y con gorras sostenidas por una banda que les rodeaba la barbilla, colocadas en la cabeza con inclinación pronunciada a un lado. Les colgaban carteles en el frente y por detrás, y corrían por las calles de la ciudad en patines. Siempre que estos muchachos se presentaban en la escena todo el mundo en Berlín sabía que algo grande estaba por suceder.

Por lo tanto, se puede entender por qué temprano en la tarde había ya grandes muchedumbres de personas entrando en el Friedrichshain, el salón más grande de la ciudad, con capacidad para unas 5.000 personas, para escuchar el discurso del hermano Russell. Horas antes de abrirse el salón toda la vecindad se llenó de gente. La muchedumbre sin precedente creció de hora en hora, y las comodidades de transportación ya no pudieron encargarse de las muchedumbres. Muchos que podían venir en cabriolés porque tenían dinero así lo hicieron. Muchos otros no pudieron llegar al lugar debido a no quedar transportación disponible. El sector fue cercado por la policía y se calculó que entre 15.000 a 20.000 personas fueron despedidas a las puertas del salón debido a que estaba completamente atestado. Hermanos y hermanas celosos, aprovechando la situación, distribuyeron miles de tratados, así como grandes cantidades de Estudios de las Escrituras y otras publicaciones, entre los muchos miles que no pudieron entrar en el salón. Por lo tanto, el hermano Russell pudo partir satisfecho de que durante esta visita suya a Berlín, su última, se había dado un testimonio impresionante.

El año siguiente, 1913, se destacó por un deseo sincero de dedicar, si se hacía posible, aun más energía, tiempo y dinero en dar a conocer a todavía más personas las buenas nuevas del Reino. Se hicieron arreglos para publicar los sermones del hermano Russell en la revista semanal llamada “Der Volksbote,” alcanzándose así a más personas con el mensaje. También se produjo literatura en Braille para el beneficio de los ciegos. La Sociedad hasta expresó que estaba dispuesta a suministrar a los hermanos literatura gratis para que la distribuyeran.

El horario ocupado del hermano Russell no le permitió visitar a Alemania en 1913, pero los hermanos se regocijaron sobremanera cuando él envió al hermano Rutherford, que en aquel tiempo era el consejero jurídico de la Sociedad. Hubo buena concurrencia a los discursos de éste y los salones de conferencias se llenaron completamente en todo lugar. Repetidamente hubo que despedir a personas para las cuales no había cabida. En Dresde, por ejemplo, el salón tenía asientos para unas 2.000 personas, mientras que de 7.000 a 8.000 fueron despedidas debido a la falta de lugar. En su discurso en Berlín, al cual asistieron 3.000 personas, se produjo un disturbio cuando unos agitadores hicieron tanto alboroto que se le hizo difícil al hermano Kötitz, que interpretaba el discurso para el hermano Rutherford, hacerse oír. Hay que recordar que en aquel tiempo no había sistemas de altavoces, de modo que se necesitaba una voz potente para mantener bajo dominio una situación como aquella. El hermano Kötitz, aunque hizo un esfuerzo tremendo, no pudo enfrentarse con buen éxito a la situación y quedó completamente silenciado cuando se le produjo una ruptura en el pulmón mientras se esforzaba. Inmediatamente un hermano se colocó de un salto sobre una mesa y gritó con voz fuerte: “¿Qué pensarán los americanos de nosotros los alemanes?”, lo cual aparentemente acalló a los agitadores. El hermano Kötitz completó el discurso, pero los hermanos que lo conocían informan que nunca recuperó por completo de aquel esfuerzo extra.

Al fin del año fue especialmente satisfactorio el hecho de que los gastos de la obra pudieron ser cubiertos por contribuciones voluntarias, y hasta hubo un pequeño sobrante. Así los hermanos de Alemania llegaron al fin de un año lleno de abundantes bendiciones convencidos de que otro año de celosa actividad les esperaba, un año que muchos consideraban que sería ‘el último año de la siega.’

1914... UN AÑO MUY ESPERADO

Ahora había llegado el año 1914, un año de importancia histórica que muchos lectores de La Torre del Vigía habían esperado ansiosamente por varias décadas. La primera mitad del año pasó tan tranquilamente como había pasado el año anterior. Es verdad que existía una atmósfera de tensión en Europa, pero puesto que esto no estalló en violencia, los opositores del Reino comenzaron a hacer comentarios negativos, y no fueron pocos los que se apresuraron demasiado a anunciar con gozo que los “Auroristas Milenarios” habían sido derrotados. Pero esto no pudo sacudir la fe de los que habían participado en la obra de testimonio por muchos años.

Mientras tanto, la rueda del tiempo continuaba girando. En varios países europeos se efectuaban maniobras militares “por si acaso.” Todo parecía todavía en tranquilidad, pero los pasos medidos de los soldados en entrenamiento eran como el sordo retumbo de un volcán que podía entrar en erupción en cualquier momento. Súbitamente el mundo entero contuvo el aliento. Un disparo sonó en Sarajevo. En grandes ciudades por todo el mundo los muchachos vendedores de periódicos se presentaron en las calles gritando: “¡Extra! ¡Extra!” y la más asesina guerra de la historia de la humanidad hasta aquel tiempo había comenzado, una guerra llamada por los historiadores por primera vez “guerra mundial.” Para muchos la guerra fue como un rayo que hubiese caído de un cielo sin nubes, y con la misma rapidez los mofadores quedaron en silencio. El hermano Grabenkamp, de Lübbecke, dijo a sus hijos: “¡Muchachos, ha llegado el tiempo!” y sus hermanos de todo el mundo pensaron y hablaron palabras similares. Habían estado esperando estos acontecimientos, sí, no solo eso, ellos habían sido ordenados por Jehová para anunciarlos a otros. Sabían que estas cosas serían sencillamente sucesos precursores de indescriptibles bendiciones que le vendrían de Jehová a la humanidad.

Ahora con sus propios ojos podían mirar al pasado y ver que el testimonio que habían dado había sido verificado. Un ejemplo es el del hermano Dathe, que se bautizó junto con su esposa en 1912, y que, años después, escribió lo siguiente a su buen amigo y hermano Fritz Dassler:

“Durante las dos últimas horas que pasé al lado de mi querida esposa enferma el 23 de junio de 1954, dos horas y media antes que ella se durmiera en la muerte, recordamos el día del 28 de junio de 1914, de tanto tiempo atrás, que siempre fue tan importante para nosotros. Era domingo. Hacía un tiempo de verano hermoso. Aquella tarde bebíamos una taza de café en el balcón y nos maravillábamos del cielo tan azul. El aire era limpio y seco. No se veía una nube. Mencioné el diario. No parecía haber tensión en ninguna parte de la Tierra; por todas partes había paz y serenidad. Y, no obstante, nosotros esperábamos señales visibles del principio de la gobernación de Cristo en este año. Los periódicos ya triunfaban y publicaban un artículo tras otro en difamación de los creyentes verdaderos que habían profetizado el fin del mundo en 1914. Sin embargo, el lunes 29 de junio de 1914 abrimos nuestro periódico diario temprano aquella mañana y leímos los encabezamientos: ‘¡Heredero austríaco del trono asesinado en Sarajevo!’ De la noche a la mañana los cielos políticos se habían oscurecido. Cuatro semanas después estalló la I Guerra Mundial. Ahora a los ojos de nuestros opositores éramos súbitamente los mayores profetas.”

El que estos siervos fieles estuvieran dispuestos a hacer la voluntad revelada de Jehová les ayudó a darse cuenta de que todavía había para ellos un trabajo todavía mayor que hacer aun cuando 1914 había llegado y pasado. Jehová estaba guiando a su pueblo para que Su propósito se ejecutara. La obra de preparación para el tremendo testimonio que se dio por medio del “Foto-Drama de la Creación” es un buen ejemplo de esto. El equipo necesario, película, diapositivas e instrucciones, llegó a Alemania poco antes del estallido de la guerra. Algunas partes habían llegado aun antes y ya habían sido exhibidas el 12 de abril de 1914, en una asamblea en Barmen y en una asamblea en Dresde, a la cual, de paso, asistieron varios hermanos de Rusia y Austria-Hungría, desde el 31 de mayo hasta el 2 de junio.

Cuando la parte restante de la película llegó a Alemania tres semanas antes del estallido de la guerra, la Sociedad inmediatamente hizo arreglos para exhibir el Drama en el ayuntamiento de Elberfeld. Considerando el interés del público en el Drama, el salón fue demasiado pequeño y tuvo que ser exhibido dos veces. El gran estreno, sin embargo, fue en Berlín, donde fue exhibido dos veces al día a auditorios que sobrepasaron la capacidad del salón de la exhibición. La serie (mostrada en cuatro partes en cuatro días consecutivos) tuvo que ser exhibida cinco veces desde el 1 de noviembre hasta el 23 de noviembre de 1914.

Pero la guerra trajo problemas, el primero de los cuales fue que quedó suspendida temporáneamente la comunicación con los Estados Unidos.

PROBLEMAS EN CUANTO A LA SUPERINTENDENCIA DE LA OBRA

El pueblo de Dios en Alemania entraba ahora en un período de gran tensión, señalado por problemas en cuanto a la superintendencia de la obra. Para fines de 1914, unos once años después que el hermano Russell había autorizado al hermano Kötitz a venir a Alemania para encargarse de superentender la obra aquí, éste fue súbitamente atacado desde varios ángulos y acusado de impropiedades. Esto causó inquietud entre los hermanos e hizo que el hermano Russell lo removiera de su puesto de servicio.

La necesidad de más hermanos peregrinos en Alemania había hecho que el hermano Russell enviara a un hermano de los Estados Unidos llamado Conrad Binkele, que anteriormente había sido predicador metodista y que se había familiarizado con La Torre del Vigía por solo aproximadamente un año, para que sirviera en esta capacidad, aunque el hermano Russell había hecho esto solo con vacilación. El hermano Binkele llegó a Alemania precisamente cuando los problemas entre los siervos empezaban a adquirir proporciones serias, y en 1915 se le confió la superintendencia de la obra en Alemania.

Sin embargo, el hermano Binkele y su esposa pronto regresaron a los Estados Unidos. Sus palabras de despedida fueron desplegadas prominentemente en letra de tipo grueso en la última página de La Torre del Vigía alemana de octubre, con el comentario de que ‘las condiciones habían exigido lo máximo de sus recursos.’ Estas “condiciones” eran probablemente las dificultades que continuaron aumentando durante 1915. En octubre el hermano Russell se sintió impelido a dar atención especial al problema y dar los pasos necesarios para resolverlo. Una carta intitulada “Una carta personal del hermano Russell a los Estudiantes de la Biblia alemanes” decía lo siguiente:

“Brooklyn, octubre de 1915

“Estimados hermanos:

“Frecuentemente pienso en ustedes en mis oraciones y mi deseo sincero es que el Señor los bendiga. Simpatizamos con ustedes en las tribulaciones bélicas que los afectan directa o indirectamente. También deseamos expresar nuestra simpatía por ustedes en lo que tiene que ver con las tribulaciones que sufren en el interés de la verdad en Alemania. No nos toca a nosotros juzgarnos unos a otros ni castigar pronunciando juicio final. Si los hermanos que yerran se arrepienten, tenemos que contentarnos con dejar el juicio final y el castigo en manos del Señor que ha dicho: ‘El Señor juzgará a su pueblo.’ Heb. 10:30.

“Sin embargo, en los intereses de la verdad, la justicia y la conducta apropiada, y por la influencia ejercida por los representantes de la Sociedad, parece necesario nombrar nuevos representantes para la Sociedad en Alemania. La guerra ha causado ciertas inconveniencias, el servicio postal y telegráfico es irregular y se comprende que por algún tiempo surgieran ciertas malas interpretaciones en cuanto a los que dirigen en Barmen. Creemos que nuestro amado hermano Binkele hizo lo mejor que podía y se encargó de los asuntos correctamente en medio de las circunstancias existentes. Pero como ustedes saben, el hermano Binkele ha regresado a los Estados Unidos.

“Queremos informar a los hermanos alemanes que desde ahora en adelante todos los asuntos de la Sociedad serán regulados por un comité de tres hermanos: Ernst Haendeler, Fritz Christmann y Reinhard Blochmann. . . .

“Amados hermanos, les recomiendo que en todo respecto cooperen con la nueva dirección de Barmen. El Cuerpo de Cristo es uno solo; no permitan divisiones en el cuerpo, según la amonestación que nos da el Apóstol.”

Pero este arreglo tampoco funcionó como se planeaba, porque el hermano Blockmann se había visto obligado a partir de Barmen, y el hermano Haendeler había muerto antes que la carta del hermano Russell siquiera llegara a Alemania. Puesto que la tensión no cesó durante los meses siguientes, en febrero de 1916 el hermano Russell nombró un “comité de superintendencia” compuesto de cinco hermanos: H. Herkendell, O. A. Kötitz, F. Christmann, C. Stohlmann y E. Hoeckle.

Sin embargo, este arreglo de “comité de superintendencia” no duró mucho. Solo unos cuantos meses después que el comité había sido agrupado de nuevo, el hermano Binkele, quien mientras tanto había regresado a Europa y establecido su residencia en Zurich, Suiza, fue nombrado para servir de representante jurídico de la Sociedad para Alemania, Suiza y los Países Bajos, mientras que el hermano Herkendell fue hecho responsable de la obra de producir las publicaciones.

El hermano Kötitz, que había sido reemplazado en 1914 por el hermano Binkele, había estado exhibiendo el Foto-Drama desde aquella fecha. Sin embargo, siguió siendo blanco de ataque de parte de hermanos que querían realizar sus propios deseos egoístas, más bien que contribuir a la paz interna de la organización. Elisabeth Lang, que por años había trabajado con el hermano Kötitz, cierta vez lo halló triste, sentado en un banco de un parque cerca del salón donde se exhibía el Foto-Drama. Él le dijo que una vez más había recibido una carta acusadora que obviamente tenía el propósito de despojarlo de los últimos privilegios de servicio que le quedaban. Contó que había tenido el privilegio de trabajar al lado del hermano Russell por unos diez años antes que se le asignara la responsabilidad de la obra en Alemania. A menudo se escudriñaba ahora, sin embargo, en cuanto a si había sido digno de esta encomienda. No obstante, se consolaba con este pensamiento: “Si debido a mis 24 años de actividad he ayudado siquiera a una sola persona a probarse digna de pertenecer a los 144.000, entonces habré tenido el privilegio de haber hecho 1/144.000 parte de la obra.”

Se puede entender que estos ataques continuos socavaran su salud, que había sido severamente debilitada por la ruptura de pulmón que había sufrido en Berlín. Así fue que el 24 de septiembre de 1916, a la edad de 43 años, murió. El anuncio de la Sociedad en La Torre del Vigía mencionó su “fidelidad” y dijo que “su celo, su aguante, su firmeza, su fuerte fe y voluntad, su dedicación y cumplimiento fiel de las obligaciones son reconocidas y apreciadas por todos los amados hermanos.”

Poco tiempo después los hermanos alemanes recibieron el mensaje de que el 31 de octubre, unas cinco semanas después de la muerte del hermano Kötitz, el hermano Russell también había completado su carrera terrestre. Algunos quedaron tan deprimidos por esto que descontinuaron su carrera y se apartaron. Pero la mayoría tomó las nuevas de la muerte del hermano Russell como estímulo para dedicar sus energías y tiempo más extensamente todavía a continuar la obra que habían comenzado.

Debido a la guerra hubo necesidad de hacer muchos cambios en la superintendencia. Desde octubre de 1916 hasta febrero de 1917, Paul Balzereit sirvió en este puesto; desde febrero de 1917 hasta enero de 1918, el hermano Herkendell; y desde enero de 1918 hasta enero de 1920, el hermano M. Cunow, que fue entonces reemplazado por el hermano Balzereit.

NEUTRALIDAD

El estallido de la I Guerra Mundial le ofreció al Diablo una oportunidad de hacer surgir incertidumbre entre los hermanos en cuanto a la cuestión de la neutralidad, una incertidumbre que hasta se manifestó en Barmen en la Casa Bíblica donde los hermanos Dwenger, Basan y Hess eran todos de edad de reclutamiento. Mientras que los hermanos Dwenger y Basan estaban resueltos a no hacer un juramento de pleito homenaje o tomar las armas, el hermano Hess estaba indeciso. Se fue al frente en Bélgica, compañero de los que no cifraban su esperanza en el reino de Dios. Nunca regresó. Una llamada al servicio militar más tarde resultó en que los hermanos Dwenger y Basan fueran reclutados obligatoriamente. El hermano Basan pronto pudo regresar a casa, mientras que el hermano Dwenger no fue soltado, sino que, más bien, fue obligado a archivar registros en una oficina militar. Él estuvo dispuesto a hacer esto, pues era compatible con su entendimiento del asunto en aquel tiempo. El hermano Balzereit, un hermano peregrino, no concordó con el hermano Dwenger, sin embargo, cuando éste le dijo que en caso de emergencia rehusaría entrar en el ejército y tomar las armas. El hermano Balzereit expresó su desacuerdo preguntando: “¿Se da cuenta de lo que le resultará a la obra si usted adopta esa posición?”

Debido a la incertidumbre que reinaba entre ellos, no todos los hermanos siguieron un proceder de estricta neutralidad cristiana en cuanto a los asuntos de las naciones. Un número considerable de hermanos rindió servicio militar y peleó en el frente. Otros rehusaron rendir servicio militar combatiente, pero estuvieron dispuestos a servir en el cuerpo médico del ejército. Algunos, sin embargo, adoptando una posición firme, rehusaron participar de manera alguna, y fueron sentenciados a prisión. Como resultado de la posición que adoptó, Hans Hölterhoff fue sometido a un cruel engaño cuando lo condujeron al campo fingiendo que lo estaban colocando ante un pelotón de fusilamiento. Finalmente, fue sentenciado a dos años de prisión por un tribunal militar.

En vista de la incertidumbre que había entre el pueblo de Dios en cuanto a tan importante asunto como la neutralidad cristiana, ciertamente podemos dar gracias a Jehová de que él continuara tratando misericordiosamente con ellos.

MÁS EXPANSIÓN A PESAR DE CONDICIONES NO FAVORABLES

El Foto-Drama de la Creación contribuyó mucho a la expansión durante estos años. Ahora se exhibía en ciudades más pequeñas, como Kiel, donde una señora muy rica, que pronto llegó a ser hermana nuestra, quedó tan impresionada que inmediatamente donó la gran suma de 2.000 marcos a la congregación, que para aquel tiempo constaba de unas cuarenta y cinco a cincuenta personas, para que pudieran obtener un mejor salón.

Fue el libro El Plan Divino de las Edades lo que hizo que Christian Könninger prestara atención. Una crisis en su familia lo impulsó a pedirle a un bien conocido Estudiante de la Biblia llamado Ettel que lo visitara, y se comenzó un estudio con él, al cual más tarde se unió su esposa. El siguiente paso de ellos fue medir las direcciones de otras personas que mostraban interés y lectores de La Torre del Vigía en pueblos cercanos. Juntos invitaron a sus vecinos, amigos y conocidos a escuchar discursos que se pronunciaban en la casa del hermano Ettel. El hermano Könninger y los otros hermanos aprovecharon toda oportunidad que se les hizo disponible para invitar oradores a Eschweiler y Mannheim, y más tarde también a Ludwigshafen, donde sus discursos se anunciaron tanto verbalmente como por periódico, cartelera y carteles colocados en escaparates de tiendas.

En 1917 el hermano Ventzke, de Berlín, se esforzaba por esparcir la verdad en las afueras, más allá de los límites de esta ciudad. Tomaba una mochila llena de libros y caminaba a Brandenburgo, a unos cincuenta kilómetros al oeste de Berlín, regresando varios días después sólo después de haber colocado toda su literatura. Al mismo tiempo hermanos peregrinos visitaban la ciudad de Danzig y colocaban el fundamento para una congregación allí en el hogar del hermano Ruhnau.

NO SE DETIENE LA OBRA

Los hermanos esperaban diferentes cosas en cuanto al año de 1918. Algunos habían estado seguros de que marcaría el fin de la carrera terrestre de ellos y repetidamente habían expresado esta esperanza a sus amigos y conocidos. La hermana Schünke, de Barmen, por ejemplo, había explicado a sus compañeros de trabajo que, si no se presentaba para trabajar algún día, sería porque había sido “llevada a casa.” Sin embargo, cuando no vieron cumplidas sus expectativas, algunos se apartaron desilusionados, tal como algunos lo habían hecho en 1914. Otros preguntaban qué sucedería ahora.

Todavía había trabajo que hacer. La mayoría de los hermanos se alegraban de esto, puesto que el deseo de su corazón era rendir servicio sagrado a Jehová. Estos continuaron trabajando. Descubrieron que en los tiempos críticos que ahora le habían sobrevenido a Alemania había más oídos que oían que anteriormente. Esto lo confirma la experiencia de Fritz Winkler (de Berlín).

En 1919 él estaba empleado en Halle (Saale) y viajaba por tren cada sábado a sus padres en Gera. Cierto sábado un hombre y su hija subieron al tren en la estación, él con una mochila llena y su hija con una bolsa también llena de algo. Apenas comenzó a moverse el tren cuando el hombre, un hermano de Zeitz, abrió su mochila llena hasta el borde con el libro El Plan Divino de las Edades, y pronunció un discurso a los viajeros utilizando el “Mapa de las edades” de la primera página del libro. Al concluir les ofreció a todos el primer tomo de Estudios de las Escrituras. Cuando salió del tren varias paradas después su saco estaba vacío y la bolsa de su hija estaba vacía casi hasta la mitad. Esta experiencia hizo que Fritz Winkler asistiera a un discurso público, por medio del cual llegó a conocer la verdad.

UN ZARANDEO

Pero no toda persona concordaba con la manera en que se estaban publicando las buenas nuevas. Especialmente entre algunos de los ‘ancianos’ elegidos democráticamente por las congregaciones había quienes hacían más por estorbar la obra que por promoverla. Se hizo necesario advertir a los hermanos que no arguyeran con ellos. Era mejor que se les dejara seguir su propio camino y usar en el ministerio del Reino el tiempo que de otra manera se perdería en debates inútiles. La Torre del Vigía no dejó duda de que aquel zarandeo vendría, y por esa razón a los cristianos se les había advertido que vigilaran a los que causaban divisiones y controversias y se apartaran de ellos. Esto hizo necesario que se hicieran algunos cambios en países vecinos durante 1919, y éstos afectaron a los hermanos y la obra en Alemania. En el transcurso del año, por ejemplo, el hermano Lauper empezó a trabajar según su propio concepto de los asuntos. Por lo tanto, se le solicitó que devolviera sus existencias de libros y revistas, que pertenecían a la Sociedad Watch Tower pero que él había supervisado por varios años.

Hacia fines de 1919 los hermanos recibieron informe de un problema todavía mayor. El hermano Russell había nombrado varios años antes a A. Freytag para que atendiera la obra entre franceses y belgas desde la oficina de la Sociedad en Ginebra. Su autorización incluía publicar una traducción al francés de La Torre del Vigía en inglés así como de los Estudios de las Escrituras. No obstante, él usó mal esta autorización, y comenzó a publicar su propia literatura, causando así considerable confusión entre los hermanos. Freytag fue despedido de su puesto y la oficina de la Sociedad fue disuelta y se abrió una nueva oficina en Berna bajo la dirección del hermano E. Zaugg y bajo la supervisión general del hermano Binkele.

Mientras tanto, apoyadores de Freytag habían comenzado a celebrar reuniones por separado y a trabajar entre los hermanos en Alemania, algunos de los cuales perdieron su visión clara debido a que Freytag criticó y difamó a la Sociedad y la acusó de esparcir enseñanzas falsas. En septiembre de 1920 se le hizo necesario al hermano Binkele refutar las falsas acusaciones de Freytag y responder en una carta circular de cuatro páginas a las muchas preguntas que venían de Alemania. No obstante, las semillas de duda que habían sido sembradas por Freytag comenzaron a brotar, y varias personas que no se hallaban firmes lo siguieron y fundaron sus propias congregaciones. Este grupo todavía existe en Alemania hoy día.

ESPERANDO MÁS ASIGNACIONES DE SERVICIO

Comenzando en enero de 1919 La Torre del Vigía fue publicada de nuevo en números de dieciséis páginas y con la página del título (que había sido omitida durante los años de la guerra para ahorrar gastos). La obra de los peregrinos fue fortalecida; cuatro hermanos visitaban a las congregaciones con regularidad. Al mismo tiempo trabajaban febrilmente en la traducción del séptimo tomo de Estudios de las Escrituras, el libro The Finished Mystery (El misterio terminado). Además, se preparó un tratado de cuatro páginas intitulado “La caída de Babilonia,” que era un epítome del libro.

Se hicieron preparaciones cuidadosas. Comenzando el 21 de agosto y durante los meses siguientes se distribuyó una virtual inundación de tratados y el libro The Finished Mystery. Fue una campaña inmensa, aunque no todos participaron en ella, y especialmente no lo hicieron los ‘ancianos electivos,’ que, en lugar de eso, preferían solo pronunciar discursos. Hasta algunos hermanos y hermanas que en otros sentidos estaban muy dispuestos vacilaron después de darse cuenta del contenido del libro.

El hermano Richard Blümel, de Leipzig, que fue bautizado en 1918, no había considerado que, aunque bautizado, era todavía miembro formal de una iglesia de la cristiandad. Él había opinado que “si no asisto, entonces ya no pertenezco a la iglesia.” Pero al leer el tratado y darse cuenta de que debía invitar a otros a salir de Babilonia, supo que solo podía participar correctamente en esta obra después de haberse separado de la iglesia él mismo. Temprano en la mañana del 21 de agosto hizo que su nombre fuera removido oficialmente de la lista de los miembros de la iglesia y en la tarde se puso a distribuir el tratado La caída de Babilonia con una conciencia limpia.

Más tarde en aquel año, en una asamblea en Leipzig, el hermano Cunow, que en aquel tiempo superentendía la obra en Alemania, habló de la expansión de la obra —ahora había casi 4.000 hermanos activos— y anunció que la revista The Golden Age (ahora ¡Despertad! en español) se publicaría en Alemania tan pronto como se recibieran instrucciones de la oficina principal. Los concurrentes manifestaron verdadero entusiasmo y todos ellos expresaron su determinación de apoyar financieramente la obra.

EL CAMPO MADURO PARA LA SIEGA

¡Cuánto había cambiado Alemania en solo unos cuantos años! Antes de la I Guerra Mundial un número comparativamente pequeño de personas había estado dispuesto a escuchar las buenas nuevas del Reino. Pero el kaiser, que en 1914 había proclamado triunfalmente un futuro glorioso para Alemania, ahora había huido a Holanda al exilio. El ejército de Alemania, enviado a conquistar a Francia, había regresado humillado a su país. El adagio en la hebilla de su correa, “¡Dios con nosotros!”, había resultado falso. Los soldados que regresaban habían visto la inutilidad de la guerra, una guerra que nunca fue apoyada por Dios, aunque el clero había tratado repetidamente de persuadirlos de eso.

Muchos hermanos todavía vivos confirman que fue esta guerra muy inútil y sin significado lo que los hizo despertar a la verdad. Muchos rehusaron creer que Dios hubiera tenido algo que ver con esta destrucción sin sentido de la vida humana; más bien, consideraron responsable al clero que, durante sus llamados “servicios religiosos del campo,” habían prometido a los que perdieran la vida en batalla una recompensa celestial. Otras personas, al recibir notificación de que su esposo, su padre o su hijo había caído en el “campo del honor,” empezaron a preguntarse si realmente estaban en el cielo o quizás en un infierno ardiente como el que predicaba el clero. Para estas personas el discurso “¿Dónde están los muertos?” fue muy oportuno. Los hermanos pudieron distribuir libros como nunca antes. Dos hermanas repartidoras juntas colocaban un promedio de 400 tomos de Estudios de las Escrituras al mes, según se dijo. Los siervos fieles de Jehová estaban aprovechando hasta el límite sus oportunidades. Dentro de un tiempo comparativamente corto florecieron congregaciones saludables en muchos lugares.

En Berlín, el jueves 27 de mayo de 1920, siete discursantes hablaron a entre 8.000 y 9.000 individuos hambrientos de la verdad en siete grandes salones en varias secciones de la ciudad sobre el tema “¡Se acerca el fin! ¿Qué viene después?” Tan grande era el interés que 1.500 personas solicitaron que se les visitara, y se colocaron 2.500 libros, además de otra literatura.

Ahora el Foto-Drama realmente cobró buen uso. Una de las más impresionantes exhibiciones se presentó en la Gustav-Siegle-Haus en Stuttgart para mil personas. Se mostró tanto interés que los hermanos cedieron sus asientos a las personas que mostraban interés. Se celebró una exhibición especial para ellos el domingo con solo un intermedio pequeño para la comida del mediodía, mientras que el programa entero normalmente se presentaba en cuatro noches.

El Foto-Drama fue aceptado con mucho aprecio en Sajonia, un baluarte del pensamiento socialista, donde entonces comenzaron a surgir congregaciones como hongos que brotaran después de una lluvia ligera. Entre éstas estuvo una congregación en Waldenburg en la cual más de cien personas pronto se congregaban con regularidad para estudiar la Palabra de Dios en una hacienda grande, cuyo dueño solo poco tiempo antes había sido miembro de la junta de directores de la iglesia.

PASOS IMPORTANTES HACIA LA ORGANIZACIÓN TEOCRÁTICA

El hermano Rutherford, que quiso visitar a Alemania personalmente en aquel tiempo pero no pudo obtener permiso para entrar, ahora invito a veintiséis hermanos de Alemania a Basilea, Suiza, el 4 y 5 de noviembre de 1920, para considerar modos y maneras de efectuar más eficazmente la obra en Alemania. La “sucursal alemana” fue disuelta y se abrió una nueva oficina llamada “Sociedad Watch Tower Bible and Tract, Oficina de Europa Central,” cuyo centro permanecería temporáneamente en Zurich, pero que había de ser transferida a Berna tan pronto como fuera posible. Esta oficina, bajo la dirección de un superintendente principal plenamente dedicado al Señor y nombrado por el presidente, había de tener la superintendencia de la obra en Suiza, Francia, Bélgica, los Países Bajos, Austria, Alemania e Italia. Cada uno de estos países mencionados había de tener un superintendente local, también nombrado por el presidente. El propósito de este arreglo era unificar la obra en la Europa central de modo que se hiciera de manera más ventajosa.

La conferencia de dos días con los veintiséis hermanos de Alemania, incluso los hermanos Hoeckle, Herkendell y Dwenger, tuvo especialmente el propósito de hallar modos y maneras de efectuar con la mayor eficacia la obra en Alemania y de determinar quién había de ser el superintendente local. El comité que había servido en Alemania por muchos años fue disuelto. El hermano Cunow, que hasta entonces había dirigido la obra por algunos años, solicitó que se le relevara de este puesto y se le colocara en la obra de peregrino, de modo que fue necesario hallar un nuevo superintendente. Paul Balzereit fue escogido para ser el superintendente local para Alemania y el hermano Binkele fue nombrado superintendente principal de la Oficina de Europa Central.

CAMPAÑA DE LOS “MILLONES”

Se anunció que el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás, en alemán, sería presentado al público en febrero de 1921, y se hicieron planes oficiales para una campaña de conferencias que había de durar varios años y comenzaría el 15 de febrero. Se asignó a los mejores oradores a pronunciar los discursos y, donde no había ninguno disponible, las congregaciones podían escribir a la Sociedad para hacer arreglos para obtenerlos.

Así se abrió la puerta para dar un testimonio poderoso, uno como el cual la mayoría de nuestros hermanos no habían pensado que fuera posible un año antes. El informe anual de la Sociedad declaró: “Nunca antes se ha mostrado tanto interés en Alemania como en la actualidad. Grandes muchedumbres vienen y, aunque la oposición aumenta, la verdad se esparce.”

Esto fue cierto en Constanza. La hermana Berta Maurer, que ha estado sirviendo a Jehová por más de cincuenta años, todavía recuerda que el discurso público “El mundo ha terminado... ¡Millones que ahora viven quizás nunca mueran!” fue anunciado en carteles enormes y entonces pronunciado en el salón más grande de la ciudad, el salón en el cual Juan Huss fue condenado a ser quemado en la pira. Se pronunciaron otros discursos que se planearon para seguir a éste, y el 15 de mayo de 1921 quince personas se bautizaron... el comienzo de la congregación de Constanza.

En Dresde el discurso fue una absoluta sensación. La congregación alquiló tres grandes salones, pero en algunos casos el servicio de tranvía fue suspendido dos horas antes de los discursos debido a que la enorme muchedumbre había hecho imposible el tránsito. Los salones atestados no podían acomodar a más personas. A los oradores se les hizo difícil abrirse paso entre las muchedumbres para llegar a los salones. Solo después de habérseles hecho la promesa de que el discurso se repetiría para beneficio de los que estaban esperando estuvo la muchedumbre dispuesta a abrir paso.

En la calle, en Wiesbaden, la señora Elisabeth Pfeiffer halló una hoja suelta que anunciaba el discurso sobre los “Millones.” Se dijo: “¡Qué tontería! De todos modos iré, para ver que clase de gente creería tal cosa.” Fue y quedó atónita al ver una gran muchedumbre de personas en la calle tratando en vano de obtener entrada en el auditorio de una escuela secundaria ya atestado donde había de presentarse el discurso. En aquel tiempo los franceses todavía ocupaban el país y ellos bondadosamente se encargaron de acomodar a la gente. Cuando vieron que el salón estaba lleno y que había otros cientos de personas en la calle, hablaron al hermano Bauer, el orador, y le dijeron a la muchedumbre en espera que él les hablaría a ellos también después de haber terminado su discurso. De trescientas a cuatrocientas personas, incluso la señora Pfeiffer, esperaron pacientemente. Lo que ella oyó aquella noche la impresionó tan profundamente que desde entonces en adelante asistió a todas las reuniones y pronto se hizo una hermana celosa.

En otra ocasión los hermanos Wandres y Bauer habían hecho arreglos para pronunciar el discurso, pero contrario a las experiencias que habían estado teniendo con salones llenos hasta el desborde, esta noche al principio no vino nadie en absoluto. Al acercarse la hora, ambos salieron a la calle a ver si podían esperar a alguien. Hallaron a algunos que estaban interesados en oír el discurso, pero que, por alguna razón que los hermanos desconocían, vacilaban en cuanto a entrar en el edificio. Cuando se les preguntó por qué, dijeron que puesto que era el día 1 de abril no estaban seguros si se trataba de que algunos chistosos habían preparado una broma del Día de los Inocentes, el 1 de abril. No obstante, en aproximadamente media hora de treinta a cuarenta personas habían llegado para escuchar el discurso.

El hermano Erich Eickelberg, de Remscheid, estaba distribuyendo el folleto Millones en Solingen cuando tuvo la siguiente interesante experiencia: Se presentó a un hombre que encontró, diciendo: “Le traigo las buenas nuevas de que millones de personas que ahora viven jamás morirán, sino que vivirán en paz y felicidad para siempre en la Tierra. Este folleto lo prueba y cuesta solo diez pfennigs.” El caballero rechazó la oferta, pero el niñito que estaba a su lado dijo: “Papá, ¿por qué no lo compras? Una caja de muerto cuesta mucho más.”

LA ORGANIZACIÓN EQUIPADA PARA NUEVA ACTIVIDAD

Los años posbélicos de 1919 a 1922 resultaron ser años de verdadero desarrollo y preparación para los hermanos en Alemania.

La Sociedad, interesada en fortalecer la obra tanto internamente como externamente, dio ahora pasos necesarios para establecer legalmente la obra en cuanto a su situación ante el gobierno. Los resultados fueron que la Sociedad Watch Tower Bible and Tract, formada en Allegheny, EE. UU., en 1884, fue reconocida el 7 de diciembre de 1921 en Alemania como corporación extranjera legal.

El mensaje que se publicó durante 1922 se concentró principalmente alrededor del tema “Millones que ahora viven no morirán jamás.” La Sociedad apartó el 26 de febrero de 1922 como día para conferencias sobre los “Millones” en todo el mundo. En Alemania el discurso se pronunció en 121 diferentes pueblos aquel día con una concurrencia de unas 70.000 personas. Un segundo gran día de testificación por todo el mundo fue el 25 de junio, cuando en Alemania se pronunciaron 119 conferencias con una concurrencia de alrededor de 31.000 personas. Otras dos de estas “conferencias por todo el mundo” se pronunciaron durante el año, con concurrencia, en Alemania, de 75.397 personas el 29 de octubre y 66.143 el 10 de diciembre. De manera que se llegaba a miles de personas con las buenas nuevas.

EL HERMANO RUTHERFORD VUELVE A VISITAR A EUROPA

El hermano Rutherford hizo otro viaje extenso a través de Europa en 1922, y en ese tiempo visitó a Hamburgo, Berlín, Dresde, Stuttgart, Carlsruhe, Munich, Barmen, Colonia y Leipzig. En Hamburgo unos 500 hermanos se presentaron para una asamblea de un día... ¡un excelente aumento desde su visita de solo ocho años antes! En Stuttgart un salón con cabida para solo 1.200 personas estuvo disponible para el discurso público; hubo que despedir a centenares de personas desde la entrada. Y en Munich el hermano Rutherford habló a 7.000 personas en el “Zirkus Krone,” que estuvo completamente lleno. Antes que comenzara el discurso se supo que un grupo antisemítico y también algunos sacerdotes jesuitas estaban entre los presentes y habían venido con el propósito de perturbar y, si posible, desbaratar la asamblea. El hermano Rutherford declaró: “Se ha declarado en esta ciudad (Munich) y en otros lugares que la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia está financiada por los judíos.” Apenas había dicho esas palabras cuando se oyeron gritos de “Eso es verdad,” y así por el estilo. Pero el hermano Rutherford habló con convicción y énfasis y pronto cerró las bocas de los que causaban agitación, aunque éstos trataron de apoderarse del atril del orador para evitar que completara su discurso.

El más grande acontecimiento en Alemania durante 1922 fue la gran asamblea de Leipzig el 4 y 5 de junio. La Sociedad había escogido la ciudad de Leipzig como lugar apropiado para la asamblea alemana. Los hermanos, la mayoría de los cuales vivían en Sajonia, eran muy pobres y no hubieran podido pagarse un viaje largo. De modo que Leipzig fue realmente el lugar más apropiado.

Para el lunes por la mañana se planeó una sesión de preguntas y respuestas con el hermano Rutherford. Entre las preguntas, que habían sido sometidas por escrito de antemano, había una de interés particular. Tenía que ver con el “Völkerschlachtdenkmal” (“Monumento de la Batalla de las Naciones”) en Leipzig, dedicado con ceremonias apropiadas en 1913 en conmemoración del levantamiento que había ocurrido cerca de Leipzig cien años antes. La pregunta que trataba con este monumento era, brevemente, ésta: “¿Se refiere Isaías 19:19 a este monumento cuando dice: ‘En aquel tiempo habrá altar para Jehová en medio de la tierra de Egipto, y el trofeo de Jehová junto a su término’?”

Nótese aquí que tres años antes —a saber, en la asamblea de Leipzig celebrada en 1919— varios hermanos habían ido a ver este Monumento de la Batalla de las Naciones cierta mañana. Aquella tarde pronunció un discurso el hermano Alfred Decker, un ‘anciano electivo’ que más tarde se hizo opositor enconado de la verdad, y éste trató de probar que este Monumento de la Batalla de las Naciones era en realidad el trofeo mencionado en Isaías 19:19. El constructor del monumento, el consejero privado Thieme, fue también invitado a esta ocasión festiva y a él y a sus arquitectos se les invitó a ofrecer explicaciones apropiadas.

Antes que el hermano Rutherford contestara la pregunta fue a ver este tremendo proyecto. Más tarde, al dirigirse a todo el grupo congregado, sin morderse la lengua declaró que Isaías 19:19 no se refería a este monumento. Este había sido erigido solo debido a la intensa ambición de un hombre que estaba bajo la influencia del gran adversario. No habría razón para que Jehová hiciera que se erigiera tal monumento en la Tierra al fin de la era evangélica. Toda parte del gigantesco monumento indicaba que se originaba del Diablo y que era su obra y de sus aliados y cómplices, los demonios, que habían ejercido influencia en ciertos hombres para que erigieran este “monumento de insensatez.” El Kaiser alemán en cierto tiempo había esperado poder decir: “Allí es donde una vez estuvo Napoleón, que trató de conquistar al mundo, pero su plan falló completamente... y aquí es donde ahora está el kaiser alemán, que también salió a conquistar el mundo y cuyo plan fue un gran éxito, por la cual razón el mundo entero debe inclinarse delante de él.”

“EL ARPA DE DIOS”

Para preparar el camino para una rápida distribución del nuevo libro El Arpa de Dios, que ahora estaba disponible en alemán, la Sociedad preparó y distribuyó cinco millones de ejemplares de un folleto intitulado “¿Por qué?” Desafortunadamente las imprentas a las cuales se les dio el trabajo de imprimir El Arpa de Dios estaban continuamente retardadas, con el resultado de que hubo varias demoras en la fecha de publicación. El precio que se dio para el libro en el folleto de la Sociedad no pudo ser sostenido, debido a la inflación que rápidamente empeoraba; y al principio de enero de 1923 el precio de 100 marcos tuvo que ser aumentado a 250, el equivalente de 113 gramos de margarina, aunque en aquel tiempo el costo de publicar el Arpa ya había alcanzado la suma de 350 marcos. El contenido del libro despertó tremendo entusiasmo, no solo entre los hermanos, sino también entre amigos de la verdad.

En Langenchursdorf, que pertenecía a la congregación de Waldenburg, un joven hermano llamado Erich Peters, de gran talento en cuanto a discursar, se entusiasmó tanto con el contenido del libro y la sugerencia de comenzar estudios con él que pidió permiso a su padre para invitar a sus amigos y vecinos al hogar de sus padres una vez a la semana en cierta noche para considerar con ellos El Arpa de Dios. A esta noche de estudio más tarde concurrieron tantas personas que hubo que hacer arreglos para que se sentaran en toda habitación del piso principal. Este joven hermano, hablando con entusiasmo acerca del reino de Jehová y sus bendiciones, se mantenía de pie en el paso entre los cuartos para que todos pudieran oírlo y verlo. Este ejemplo fue seguido rápidamente por otras congregaciones y el llamado “estudio del Arpa” pronto se hizo parte del programa normal.

LA PRIMERA FÁBRICA

Desde abril de 1897 hasta diciembre de 1903 La Torre del Vigía (edición en alemán) había sido impresa en Allegheny (EE. UU.) y desde enero de 1904 hasta el 1 de julio de 1923 en firmas mundanas en Alemania. Por décadas los libros y otras publicaciones de la Sociedad habían sido impresos por firmas mundanas, a menos que fueran enviados directamente desde los Estados Unidos. Con el tiempo, para eliminar gastos, se levantaron en Barmen dos grandes prensas de platina, junto con otro equipo, aunque el espacio era extremadamente limitado.

Puesto que al principio no había hermanos que tuvieran experiencia en componer tipo o en encuadernar libros, el hermano Ungerer, impresor y tipógrafo experimentado de Berna, Suiza, fue enviado a Barmen para entrenar a los primeros trabajadores voluntarios. Lo dispuesto de ellos a trabajar y la resolución con la cual trataban de producir excelente material impreso a pesar del humilde equipo que tenían a su disposición, eran sorprendentes.

Puesto que todas las habitaciones se usaban como dormitorios, y así por el estilo, las máquinas impresoras fueron colocadas en el hogar de dos pisos en el rellano de la escalera y en una leñera de 20 por 8 metros. El hermano Hermann Görtz todavía recuerda que imprimió 100.000 ejemplares extras del primer número en alemán de la revista The Golden Age (1 de octubre de 1922). Tenían que introducir cada hoja de papel en la máquina dos veces, puesto que se operaba manualmente. Puesto que los hermanos difícilmente podían mantenerse al paso con la demanda de material impreso, por casi un año entero a menudo trabajaron hasta la medianoche misma.

CÓMO ALGUNOS APRENDIERON LA VERDAD

A veces circunstancias extrañas fueron responsables de dirigir la atención de alguien a la verdad, como sucedió en el caso del hermano Eickelberg, que asistió a una exhibición del Foto-Drama. Hablando de la “reforma,” el orador declaró que ‘los protestantes han dejado de protestar,’ lo que hizo que alguien del auditorio gritara: “¡Todavía estamos protestando!” El orador pidió que se encendieran las luces, y todos los presentes se volvieron para ver quién era este “valiente.” ¡Quién no sería sino un clérigo protestante que estaba sentado entre dos clérigos católicos! El auditorio se sintió indignado y exigió que echaran de la sala al clérigo. El hermano Eickelberg se dio cuenta de que la verdad no se encontraba en los sistemas eclesiásticos.

Eugen Stark fue a ver el Foto-Drama en Stuttgart. El salón ya estaba totalmente lleno con 3.000 personas cuando se anunció que el proyector tenía alguna clase de defecto y no podría ser reparado aquella noche. A todos se les invitó a regresar la noche siguiente. Eugen Stark salió desilusionado y fue a ver a su madre, que pertenecía a la Nueva Iglesia Apostólica. Ambos llegaron a la conclusión de que los Estudiantes de la Biblia no podían tener la verdad, porque si así fuera, aquello no hubiera sucedido. El hermano Stark decidió no regresar la noche siguiente, sino ir a visitar a su hermana. Su tranvía pasó frente al salón donde había de presentarse la conferencia, sin embargo, y él se sorprendió al ver que hubiera tantas personas tratando de entrar en el salón como las que había habido la noche anterior. Sin pensarlo dos veces, saltó del tranvía, casi cayendo bajo sus ruedas. Pero a pesar de sus rasguños se levantó y entró en el salón. Se sintió tan entusiasmado después que obtuvo las ayudas para el estudio de la Biblia que se le ofrecieron y dejó su dirección para que se le visitara. Nadie podía evitar que estudiara la Biblia ahora.

Kurt Diessner se disgustó con la religión debido a una canción que su predicador le enseñó en la escuela durante el año bélico de 1915. Esta hablaba de destruir a las naciones enemigas, y decía que los ejércitos alemanes los obligarían a retirarse hasta los lagos, a los pantanos, a Vesuvio o al océano. Más tarde, en 1917, las campanas de las iglesias fueron removidas y derretidas para usarlas como argollas de granadas, y un periódico eclesiástico publicó la foto de una campana grande que estaba siendo bendecida por un clérigo con los brazos extendidos. Debajo de la fotografía decía: “Y ahora vayan y despedacen los cuerpos de nuestros enemigos.” Rurt Diessner ahora tomó su decisión. Fue en los primeros años de la década de los veinte que identificó y abrazó la adoración verdadera de Jehová, y todavía puede, de vez en cuando, rendir servicio de precursor temporero.

DE TODO CORAZÓN EN LA OBRA DE EXPANSIÓN

Algunos de los que hace cincuenta o más años oyeron la llamada de Jehová al servicio y respondieron todavía están entre nosotros y todavía hablan con entusiasmo de su actividad en aquel tiempo cuando aún eran “jóvenes y fuertes.” Pobres materialmente, eran ricos espiritualmente.

Minna Brandt, de Kiel, informa que solía caminar largas distancias para predicar el mensaje del Reino y, cuando no podía regresar el mismo día, pasaba la noche en los campos durmiendo sobre un montón de heno. Más tarde, anduvo a pie solicitando transportación de los vehículos que pasaban a las ciudades más septentrionales de Slesvig-Holstein, viajando muchas veces por camión. En aquellos días los hermanos estaban equipados con altavoces grandes que usaban para pronunciar un discurso público en el mercado o en cualquier otro lugar apropiado en la tarde después de haber predicado en la aldea durante la mañana.

Ernst Wiesner (que más tarde estuvo en la obra de circuito) y otros viajaban en bicicleta una distancia de 90 a 100 kilómetros desde Breslau para predicar. Los hermanos de Leipzig, donde Erich Frost y Richard Blümel servían, eran muy ingeniosos en sus esfuerzos por dirigir la atención de la gente al mensaje del Reino. Por un tiempo utilizaron un grupito musical compuesto de hermanos, que tocaban mientras marchaban por las calles. Los que los acompañaban daban un testimonio breve en los hogares por el camino y entonces se apresuraban para mantenerse al paso con el grupo musical que marchaba.

En 1923 se enfocó atención en la predicación de tiempo cabal, con esta urgente llamada: “Buscamos mil precursores.” Esto creó gran agitación entre el pueblo de Dios, porque significaba que se estaba llamando para el servicio de precursor a casi la cuarta parte de los 3.642 “trabajadores” que entonces informaban servicio. La llamada no fue desoída.

Willy Unglaube, por ejemplo, se dio cuenta de que esto le aplicaba, de modo que emprendió el servicio de precursor, como dijo: “No solo por uno o dos años, sino por todo el tiempo que Jehová me pueda utilizar en esta capacidad.” Trabajó en varias secciones de Alemania y más tarde estuvo en Betel en Magdeburgo por varios años. En 1932 escuchó la llamada para precursores en campos extranjeros. Fue enviado primero a Francia, entonces a Argelia, Córcega, Francia meridional, más tarde de regreso a Argelia, y después a España. De allí fue a Singapur, entonces a Malaysia, entonces a Java y, en 1937, a Tailandia, donde permaneció hasta que regresó a Alemania en 1961. Tenía veinticinco años de edad cuando respondió a la llamada del servicio de precursor y ahora, aunque se acerca a los setenta y siete años, todavía está entre nuestros más dispuestos y prósperos precursores.

El 1 de febrero de 1931 Konrad Franke comenzó a rendir servicio de precursor. Empezó temprano en su juventud a recordar a su Creador. Ahora, como miembro de la familia de Betel, se alegra de poder rememorar cuarenta y dos años de servicio de tiempo cabal ininterrumpido, catorce de los cuales los pasó como superintendente de sucursal en Alemania.

SERVICIO DE PEREGRINO

Los discursos animadores pronunciados por los hermanos peregrinos durante los años veinte indudablemente tuvieron mucho que ver con edificar a los hermanos. En aquel tiempo la transportación era muy limitada y no era particularmente cómoda. Puesto que los hermanos peregrinos tenían que abarcar mucho territorio rural, no era rara la vez que usaban como medio de transporte una carreta de hacienda tirada por caballos. A veces era inevitable caminar largas distancias.

Emil Hirschburger fue asignado cierta vez a pronunciar un discurso en la Alemania meridional. Viajaba por tren y se halló sentado en el mismo compartimiento en que viajaban seis hombres a quienes su ropa claramente identificaba como clérigos católicos. Estaban ocupados hablando acerca del discurso que el hermano Hirschburger iba a pronunciar, sin saber, por supuesto, que el hermano Hirschburger estaba allí mismo entre ellos. Parece que habían estado en una conferencia religiosa y que el clérigo que vivía en la ciudad donde había de pronunciarse el discurso del hermano Hirschburger había recibido el consejo de retarlo a un debate público. Este clérigo estaba interesado en obtener consejo de sus colegas en cuanto a cómo efectuar su argumentación para no ser derrotado por “este Estudiante de la Biblia” durante el careo público. Pero evidentemente nada de lo que sus colegas recomendaban le satisfacía. Uno por uno partieron del tren, cada uno deseando a los demás que les fuera bien. Cuando el último se preparaba para irse, el clérigo preocupado le preguntó con tono confidencial a su colega que partía qué pensaba él acerca de aquel asunto y si creía que era sabio ir a la reunión. La respuesta vino y fue hablada con fuerte dialecto de Schwaben: “Bueno, si usted cree que puede vencerlo, entonces vaya.” El hermano Hirschburger no lo vio cuando pronunció el discurso.

EL DRAMA DE LA CREACIÓN

Al principio de los años veinte las películas del Foto-Drama estaban casi gastadas. Sin embargo, la Sociedad pudo comprar noticiarios, así como películas bíblicas, de varias compañías cinematográficas mundanas, y, después de revisarlas o eliminando ciertas partes inapropiadas o añadiendo otras, pudo exhibir éstas. De esta manera se compusieron películas completamente nuevas de entre 5.000 y 6.000 metros. Además de esto, las transparencias o diapositivas que habían sido exhibidas fueron reemplazadas también por nuevos cuadros tomados o del libro La Creación o de otros libros publicados por la Sociedad Watch Tower o por diapositivas obtenidas en el mercado público. No había fotografía en colores en aquel tiempo, pero Wilhelm Schumann, del Betel de Magdeburgo, hizo incesantes esfuerzos por retocar con colores las fotografías en blanco y negro. Los cuadros hermosamente coloreados siempre hacían una impresión duradera en los espectadores y, puesto que muchos de los cuadros eran de la maravillosa creación de Jehová, el título de la película fue cambiado a “Drama de la Creación.” Bajo este encabezamiento el Anuario alemán de 1932 dijo:

“Nada queda del anterior drama acerca de la creación excepto el nombre y el uso de diapositivas. El texto . . . se toma del libro La Creación y de otros, y el nombre ‘Drama de la Creación’ también es del libro La Creación.”

En 1928, cuando había de comenzar una exhibición en Stettin, se llamó a Erich Frost, músico profesional y conductor de una orquesta mundana hasta aquel tiempo, para que viniera a Stettin y suministrara acompañamiento musical a la película, que, por supuesto, era muda. Pronto otros músicos se unieron al grupo. Más tarde hasta utilizaron sus instrumentos para imitar el canto de las aves y el susurro de las hojas de los árboles. Durante una exhibición en Munich en el verano de 1930, Heinrich Lutterbach, un excelente violinista, se encontró con el equipo musical e inmediatamente fue invitado a viajar con él. Aceptó gozosamente, completando así la orquesta, de la cual se disfrutaba en todas partes. Dos años más tarde la Sociedad le dio al hermano Frost un segundo equipo de la película y diapositivas y le dio la instrucción de ir a Prusia Oriental. Después de eso el hermano Lutterbach se encargó de dirigir la pequeña orquesta.

En 1930 se hicieron planes para exhibir la película en Munich. El Drama de la Creación ya había sido exhibido allí con gran éxito, y, naturalmente, los líderes religiosos estaban muy perturbados. En su desesperación les dijeron a centenares de personas de sus congregaciones en Munich que obtuvieran billetes o boletos para el drama en las taquillas públicamente anunciadas, pero que después no asistieran. El resultado sería un salón vacío. Sin embargo, los hermanos descubrieron esto muy pronto, y pudieron tomar medidas contra ello. Como resultado de esto, todo aquello fue como un bumerang para los que causaban la dificultad.

LA SOCIEDAD SE MUDA

Los hermanos encargados pronto comenzaron a darse cuenta de que el equipo de la fábrica que había en Barmen no era suficiente. Evidentemente por dirección del espíritu de Jehová, se hizo que consideraran a Magdeburgo, donde llegó a haber propiedad disponible para compra inmediata. Aunque se vieron obligados a decidir rápidamente, la Sociedad compró la propiedad allí en la calle Leipziger. La transferencia oficial desde Barmen a Magdeburgo se hizo el 19 de junio de 1923. Súbitamente tropas francesas ocuparon la zona del Rin y el Ruhr, incluso a Barmen y Elberfeld. Esto significaba, por supuesto, que la oficina postal, la estación del ferrocarril y el banco alemán también fueron tomados, lo cual hubiera hecho muy difícil atender los intereses de las congregaciones desde Barmen. El informe anual de 1923 dijo lo siguiente acerca de este suceso: “Cierta mañana la oficina central de Brooklyn recibió notificación de que la sucursal alemana había sido mudada sin contratiempo a Magdeburgo. La mismísima mañana siguiente los periódicos informaron que los franceses habían ocupado a Barmen. Damos gracias a nuestro precioso Señor por su protección y bendición.”

Ahora fue posible imprimir La Atalaya en nuestra propia fábrica. El primer número que se imprimió fue el del 15 de julio de 1923. Unas tres o cuatro semanas más tarde se erigió una gran prensa de platina de alimentación automática y se comenzó a trabajar en el primer tomo de Estudios de las Escrituras. Inmediatamente después se imprimió el libro El Arpa de Dios en la misma máquina.

Pero se necesitaba más equipo. Por esa razón el hermano Balzereit le pidió permiso al hermano Rutherford para comprar una rotativa. El hermano Rutherford vio la necesidad que existía y concordó, pero con una condición. Él había notado que con el transcurso de los años el hermano Balzereit se había dejado crecer una barba muy similar a la que había llevado el hermano Russell. Su ejemplo pronto tuvo seguidores, porque había otros que también querían parecerse al hermano Russell. Esto pudiera hacer que surgiera una tendencia hacia la adoración de criaturas, y el hermano Rutherford quería evitar esto. Por eso, durante su siguiente visita, a oídos de toda la familia de la Casa Bíblica le dijo al hermano Balzereit que podía comprar la rotativa, pero solo a condición de que se afeitara la barba. El hermano Balzereit concordó tristemente y después fue a ver al barbero. Durante los días siguientes hubo varios casos de identidad confundida y algunas situaciones chistosas debido al “extraño” a quien a veces no reconocían sus compañeros de trabajo.

Un año más tarde pudo erigirse la primera parte de la prensa en el sótano, y la segunda parte fue entregada poco tiempo después. Ahora se podía hablar de una imprenta bien equipada y un taller de encuadernación capaz de producir libros de 400 páginas a la proporción de 6.000 ejemplares por día.

Hubo un gran aumento en la distribución de literatura en 1923 y 1924. Para mantenerse al paso con la demanda, en 1925 la Sociedad compró propiedad adyacente a su primer edificio. El equipo de fábrica, así como el de encuadernación, fue aumentado y mejorado. Se construyó un sólido edificio de cemento en la propiedad que se acababa de adquirir para alojar en el piso bajo el taller de encuadernación y las prensas de platina, con lugar para dos prensas rotativas, mientras que el departamento de composición del tipo así como los demás departamentos preparatorios estarían en el segundo piso y la oficina en el tercer piso. A pesar de esto, se necesitó mucho trabajo en horas extraordinarias, porque la distribución de literatura continuó aumentando. En 1928 se obtuvo una segunda prensa rotativa, pero la necesidad de literatura era tan grande que los hermanos operaban las máquinas en dos tandas de doce horas cada una, hasta los domingos. Esto quiso decir que las máquinas estuvieron funcionando día y noche sin interrupción por varios años. En el taller de encuadernación la situación era similar, por supuesto, puesto que los hermanos allí tenían que terminar el trabajo después que la literatura había sido impresa. Así podían producir 10.000 libros al día.

También se hizo posible ahora construir un salón de asambleas dignificado en la propiedad recientemente adquirida. Fue decorado con muy buen gusto y tenía cabida para unas 800 personas. Los hermanos llamaron el lugar “Salón del Arpa,” indudablemente por aprecio al libro El Arpa de Dios.

Los de la familia de la Casa Bíblica que podían salir los domingos viajaban en un camión grande, que tenía cabida temporaria para cincuenta y cuatro personas, o iban por autobús, tren, automóvil o bicicleta al territorio dentro y alrededor de Magdeburgo para participar en la predicación. Trabajaban dentro de un radio de varios centenares de kilómetros y pudieron colocar el fundamento para muchas congregaciones.

Con el tiempo el número de trabajadores en la Casa Bíblica aumentó a más de 200.

ASAMBLEA DE 1924 EN MAGDEBURGO

El más grande acontecimiento de 1924 fue la asamblea de Magdeburgo, a la cual asistió el hermano Rutherford. Aproximadamente 4.000 hermanos y hermanas de toda Alemania asistieron, algunos transportándose en bicicletas. La mayoría no pudieron traer consigo nada sino una caja con una merienda que era inadecuada, porque la nación entera estaba menesterosa. Muchos no tenían fondos para pagarse el viaje y miles tuvieron que quedarse en casa. Los que viajaron en bicicleta tuvieron que enfrentarse a un viaje de varios días. También tenían solo escasos medios disponibles para obtener alimento y alojamiento. Muchos trajeron consigo alimento que consistía principalmente en pan seco. Cuando durante los discursos las punzadas de hambre se hacían intensas, los hermanos sacaban un pedazo de pan seco y le daban un mordisco. Esto conmovió tanto al hermano Rutherford que inmediatamente hizo arreglos para suministrar gratis a cada una de las aproximadamente 4.000 personas en concurrencia el día siguiente un par de salchichas de Francfort calientes, dos panecillos y una botella de agua mineral. Fácilmente podemos imaginarnos el gozo de la concurrencia cuando súbitamente aparecieron grandes ollas llenas de salchichas de Francfort a ambos extremos del salón donde se celebraba la asamblea. Los hermanos se pusieron en fila para ser servidos. Refrescados por la comida de que habían disfrutado juntos, regresaron a sus asientos en el auditorio sintiéndose como huéspedes en un banquete.

En su discurso de bienvenida en la asamblea el hermano Rutherford pidió que todos los que ya se habían dedicado y lo habían simbolizado por bautismo en agua levantaran la mano. Al ver la gran cantidad de personas, añadió: “Hace cinco años no había esta cantidad en toda Europa.”

Más tarde, durante el discurso público, ocurrió un incidente desafortunado en el salón principal. Debido al descuido de alguien una pequeña lámpara de emergencia cayó al suelo, y al momento una persona todavía menos cuidadosa gritó “fuego,” haciendo así que algunos fueran presa del pánico. Puesto que todo esto estaba aconteciendo en la parte de atrás del salón, nadie en el escenario sabía precisamente que estaba sucediendo, y al principio los hermanos se imaginaron que había perturbadores tratando de desbaratar la reunión. Cuando no cesó el disturbio el hermano Rutherford hizo señas a la orquesta para que comenzara a tocar. Esta respondió con la canción “Adoro el poder del amor” y, sorprendente como parezca, los miles de individuos en el salón comenzaron a cantar. Las olas de histeria pronto cesaron y el hermano Rutherford pudo continuar su discurso sin más interrupción.

“ECLESIÁSTICOS DENUNCIADOS”

Este fue el título de una resolución que se preparó en 1924 para distribuirla mundialmente. Los hermanos de Alemania participaron en esto, especialmente en la primavera de 1925. Fue una resolución extremadamente importante que desenmascaraba sin perdonar al clero, como resultado de lo cual hubo una reacción semejante a la de meter una ramita en un avispero. Especialmente en Baviera el clero comenzó a atacar y a estorbar a nuestros hermanos en su obra. El primer presidente alemán de la República de Weimar acababa de morir y se habían fijado nuevas elecciones. Los políticos decían: ‘Ningún católico se atreve a hacerse presidente,’ de modo que la Baviera católica estaba respondiendo a esto por medio de considerar con la mayor desconfianza toda publicación que no fuera amigable con Roma. No solo en Baviera, sino también en otras secciones de Alemania, el clero contraatacó con todo medio disponible.

La vida del hermano Balzereit fue amenazada. Una carta anónima que le enviaron decía en parte:

“¡Diablo vestido de oveja!

“¡Las acusaciones que usted levanta contra el clero son su ruina! Antes que usted se dé cuenta de ello el mundo lo habrá visto por última vez y la muerte suya asustará a sus seguidores y hará que se detengan . . . ¡Usted ha sido juzgado!

“Exigimos lo siguiente dentro de tres semanas: Retiro público de su publicación ‘Eclesiásticos denunciados’. Si esto no se hace . . . usted será candidato a la muerte.

“Esto no es amenaza hueca . . .”

Pero no era razón para transigencia tampoco. Al contrario, el pequeño pero valeroso ejército del resto ungido tomó medidas de contraataque. Se distribuyó un tratado intitulado “¿Cierto, o falso?” para informar al público acerca de estas amenazas. Se hizo la pregunta de si lo que decían las acusaciones que contenía el folleto “Eclesiásticos denunciados” era “Cierto, o falso.” Se presentaron entonces declaraciones hechas por clérigos y citas de revistas religiosas.

En desesperación, un clérigo de Pomerania levantó cargos en la oficina del fiscal público contra la Sociedad Watch Tower y sus oficiales. Entonces comenzó un pleito judicial en Magdeburgo. Pero el fiscal público cometió el error de leer la resolución entera durante el juicio, refutando así su propia alegación de que la resolución estaba dirigida contra el consistorio de Stettin. Todos los que estaban en el tribunal se dieron cuenta de que la resolución no denunciaba solo al consistorio de Stettin, sino al clero por todo el mundo. El tribunal, advirtiendo esto, absolvió al hermano Balzereit, pero se sintió obligado a aconsejar contra la publicación de ataques agudos como aquellos en el futuro.

INFLACIÓN

En agosto de 1921 los publicadores ya habían recibido aviso de que fueran económicos en la distribución del tratado Mensuario de los Estudiantes de la Biblia en vista del alto costo envuelto en la impresión. Los ejemplares no habían de ser distribuidos promiscuamente, sino dados solo a las personas que mostraran interés genuino.

A principios de 1922 la Sociedad se vio obligada a anunciar que el precio de la suscripción de un año a La Torre del Vigía, que en aquel tiempo se imprimía solo mensualmente, se fijaría en 16 marcos. Un mes más tarde se hizo necesario aumentarlo a 20 marcos, y en julio del mismo año a 30 marcos. La inflación aconteció a tal velocidad durante los meses siguientes, sin embargo, que, en octubre, la Sociedad se vio obligada a anunciar que en el futuro solo se podrían aceptar suscripciones con un período de tres meses como base. Mientras tanto el precio por tres meses había aumentado a 70 marcos. Para los primeros tres meses de 1923 los hermanos tuvieron que pagar 200 marcos, y para el segundo período de tres meses 750 marcos. Para el 15 de junio la suscripción de un año costaba 3.000 marcos, y un mes más tarde 40.000 marcos. El 1 de agosto la Sociedad se vio obligada a detener por completo el servicio de suscripciones, y los ejemplares individuales se podían conseguir solo por pago inmediato. Pero para el 1 de septiembre un solo ejemplar ya costaba 40.000 marcos. Un mes más tarde un solo ejemplar costaba 1.660.000 marcos, y para el 25 de octubre la inflación había llegado a tales alturas que un solo ejemplar costaba dos mil quinientos millones de marcos. El dinero no tenía valor alguno.

Esta corta consideración de los años críticos de inflación puede mostrar las condiciones difíciles en medio de las cuales tuvo que hacerse la obra del Señor en aquel tiempo. De hecho, durante los últimos tres meses de 1923 la distribución de las publicaciones de la Sociedad casi se detuvo por completo. Solo con la ayuda de Jehová fue posible continuar.

‘ANCIANOS ELECTIVOS’

El arreglo democrático para elegir ancianos era algo que pudiera haber sido suficiente para estorbar la marcha de la obra durante los años veinte. Había una variedad de opiniones en tanto a cómo deberían celebrarse aquellas elecciones. Algunos exigían que los candidatos pudieran contestar por lo menos el 85 por ciento de las preguntas V.D.M. correctamente. (V.D.M. significa Verbi Dei Minister, o Ministro de la Palabra de Dios.) Así sucedió en Dresde, por ejemplo. Pero los hermanos de Halle tuvieron una experiencia que nos muestra la clase de dificultades a que llevaban esos requisitos arbitrarios. En la congregación había hermanos que no tenían una buena actitud en cuanto a la obra, pero que, por otra parte, querían ser líderes en la congregación. Cuando finalmente se les dijo que ni siquiera habían contestado las preguntas V.D.M., y por esa razón no se les podía elegir a puestos de dirección en la congregación, inmediatamente hicieron lo posible por arreglar esta aparente inadvertencia. Más tarde, cuando todavía no pudieron obtener el puesto por el cual se habían esforzado, estalló una rebelión que resultó en que la congregación se desintegrara, quedando solo unos 200 a 250 publicadores de los 400 originales.

En algunas congregaciones con frecuencia había controversias serias al tiempo de las elecciones. En Barmen, por ejemplo, en 1927 cuando se iba a votar en cuanto a ciertos candidatos por medio de levantar la mano. Un testigo ocular informa que en corto tiempo todo el mundo estaba gritando, todos al mismo tiempo, y los hermanos se vieron obligados a hacer un cambio y efectuar la votación por medio de voto secreto, que, de paso, era el método que usaban muchas congregaciones. En Kiel hasta se hizo necesario efectuar una elección de ancianos bajo protección policíaca.

Estas cosas ocurrían porque algunos de los candidatos no eran cristianos maduros. De hecho, algunos entre ellos se oponían directa o indirectamente a la obra del Reino.

Por ejemplo, cuando la Sociedad animó a estudiar con regularidad como congregación La Torre del Vigía, fueron especialmente varios ‘ancianos electivos’ los que se opusieron a esta sugerencia y causaron divisiones en muchas congregaciones. El director de Remscheid declaró que en el futuro solo se usaría para conducir el estudio de La Torre del Vigía a los que salían al servicio del campo los domingos por la mañana, lo cual hizo que uno de los ‘ancianos electivos’ levantara una silla y, después de amenazar con ella al director, se marchara de la congregación, llevándose consigo a cuarenta personas. Algo parecido sucedió en Kiel, donde, a pesar de esfuerzos de la Casa Bíblica, 50 de los 200 hermanos y hermanas de la congregación se fueron.

Recordando, ciertamente podemos decir que la segunda mitad de los años veinte fue un tiempo de zarandeo aquí en Alemania. Algunos que habían estado con nosotros hasta aquel tiempo se hicieron enemigos francos del Reino. ¡Su partida ciertamente no fue pérdida para la organización de Dios, porque los años treinta resultaron ser un verdadero tiempo de prueba para los que permanecieron fieles!

PROBLEMAS JURÍDICOS

Desde 1924 hasta 1926 el Departamento de Rentas Públicas del Estado había considerado a la Sociedad Watch Tower Bible and Tract de naturaleza estrictamente caritativa y no había exigido impuestos sobre los recibos de colocación de literatura, pero esta exención fue retirada en 1928. Debido a esto hubo un juicio que resultó en mucha publicidad, puesto que la Sociedad se había encargado de que por medio de The Watch Tower y The Golden Age en alemán se le notificará al público de este ataque que habían instigado líderes de los dos grandes sistemas eclesiásticos. El hecho de que este ataque había venido de las iglesias fue admitido francamente más tarde por ellas con la explicación de que se hizo ‘para estorbar la distribución de información bíblica por los Estudiantes de la Biblia.’ Los hermanos instaron a toda persona que amaba lo justo a firmar una petición contra esta acción injusta. Se comprende por qué el tribunal quedó profundamente impresionado cuando se le presentó una petición con no menos de 1.200.000 firmas. Más tarde los tribunales fallaron a nuestro favor.

Otro medio por el cual los líderes religiosos trataron de detener el tremendo progreso de la obra fue poniendo a los publicadores en conflicto con las leyes del país. En tan temprana fecha como en 1922 hubo los primeros casos de “venta ambulante ilegal y negación a pagar impuestos por la venta ambulante.” En 1923 hubo otros casos jurídicos, y de nuevo la acusación fue “violación de los reglamentos sobre venta ambulante.” Se impusieron severas sentencias. En 1927, 1.169 hermanos fueron arrestados y sometidos a juicio por “violación de las leyes sobre venta ambulante” y “ser vendedores ambulantes sin licencia.” En 1928 hubo 1.660 casos de tribunal, y en 1929 hubo 1.694. Pero el clero siguió buscando una ley que pudiera usarse como arma para silenciar a los Estudiantes de la Biblia. Finalmente, pensaron que habían hallado lo que buscaban. El Saarbrücker Landes Zeitung del 16 de diciembre de 1929 se refirió a esto:

“Desgraciadamente la policía no ha podido hacer nada en cuanto a la obra de los Estudiantes de la Biblia. Los arrestos efectuados hasta ahora . . . todos han terminado en absolución . . . Ahora, sin embargo, el Tribunal de Justicia de Berlín en un caso similar ha sostenido una sentencia, aplicando el principio de que el ofrecer literatura religiosa de casa en casa y en las calles está cubierto por los reglamentos policíacos en cuanto a la observación del descanso sabático del domingo y en los días festivos en los casos en que hay esfuerzo físico envuelto, lo cual lo pone bajo la jurisdicción de trabajo, y donde el público advierte esto.

“Afortunadamente varios tribunales del territorio del Sarre han podido sentenciar a acusados en casos semejantes desde que oyeron acerca de este fallo. Esto ofrece una oportunidad de poner fin ahora a la obra de los Estudiantes de la Biblia.”

ACCIÓN EN BAVIERA

Por toda Alemania se intentó hacer esto, pero Baviera tuvo una posición predominante, pues allí se efectuaron más arrestos que en cualquier otro lugar. Por un tiempo las leyes locales hasta lograron proscribir la obra brevemente. En 1929 la Sociedad decidió hacer un concertado “ataque de un día” sobre la sección al sur de Ratisbona enviando unos 1.200 publicadores a predicar allí en un solo domingo. Se hicieron arreglos con la compañía del ferrocarril para obtener dos trenes especiales, uno de los cuales comenzaría en Berlín y recogería hermanos de Leipzig, y el segundo desde Dresde recogería hermanos de Chemnitz y otras ciudades de Sajonia. Cada pasajero pagaría un pasaje de unos 25 marcos, que, en aquel tiempo, era una suma bastante elevada. Pero los hermanos estaban más que dispuestos a hacer este sacrificio. Solo querían asegurarse de poder tomar parte en esta acción, porque el enemigo no estaba durmiendo.

Mientras se hacían arreglos para esta campaña los hermanos estaban convencidos de que el clero usaría su influencia para evitarla si llegaban a oír de ella antes. Por esa razón los hermanos hicieron todo lo que pudieron para mantenerla secreta. A pesar de esto, no pudieron evitar que el clero lo supiera, de una manera u otra, aproximadamente una semana antes. Súbitamente el ferrocarril no quiso dejarnos utilizar los dos trenes especiales. Inmediatamente todas las congregaciones implicadas en el asunto recibieron la instrucción de alquilar autobuses. El clero oyó de esto también, e hizo arreglos para que todas las carreteras que salían de Sajonia fueran intensamente vigiladas por la policía el fin de semana venidero. Estos oficiales policíacos hallarían alguna razón para detener todos los vehículos llenos de Estudiantes de la Biblia, y los retardarían lo suficiente para que tuvieran que regresar a casa sin lograr su misión.

Mientras tanto la compañía del tren supo de nuestro arreglo con los autobuses y, decidiendo que estaban perdiendo mucho negocio, concordaron al último instante en permitir que los dos trenes especiales salieran después de todo. Inmediatamente los hermanos cancelaron los autobuses. Este último cambio en planes, solo dos días antes del tiempo de partida, no fue descubierto por el clero. Por eso, mientras estaban en gran número vigilando todas las carreteras, los dos trenes especiales fueron unidos en Reichenbach (Vogtland) y entraron en la vecindad de Ratisbona como un solo tren especial como a las dos de la mañana. Desde allí en adelante el tren se detuvo en toda estación del ferrocarril para dejar allí a algunos de los hermanos, algunos de los cuales habían llevado con ellos sus bicicletas para poder entrar en la región rural y trabajar en ella también.

Aquel día se dio un testimonio tremendo, porque a todos se les había provisto no solo suficiente literatura para colocarla por una contribución, sino también mucha para darla gratis. Los hermanos habían decidido tratar de dejar algo en cada hogar. Varios hermanos fueron arrestados y no pudieron regresar a casa en el tren especial, pero los que tuvieron el privilegio de participar en esta campaña jamás se cansaron de hablar de ello después. Ciertamente no estamos equivocados al suponer que nuestros adversarios también recordaron este fin de semana por mucho tiempo.

QUIEBRA BANCARIA

En medio del aumento del desempleo y la inestabilidad económica, el banco, en que la mayor parte de los fondos para el financiamiento de la obra en Alemania y en Europa central estaban depositados, quebró. Tan solo la sucursal alemana sufrió una pérdida de 375.000 marcos.

La Sociedad se vio obligada a notificar a las congregaciones que la asamblea que se había planeado para el verano de 1930 en Berlín tendría que ser cancelada. En su carta, también se mencionó una posible “interrupción en la producción.” Pero este anuncio fue como hacer sonar una alarma. Aunque la situación financiera de los hermanos era muy pobre, porque muchos de ellos estaban sin empleo, sin embargo, para asegurar que las publicaciones fluyeran ininterrumpidamente estuvieron dispuestos a contribuir inmediatamente el dinero que ya habían ahorrado para la asamblea de Berlín, así como cualquier otra suma que pudieran recoger de sus recursos financieros limitados. De hecho, muchos sacrificaron sus anillos de bodas y otras joyas.

Como resultado de esto, los planes que se habían hecho para dar expansión a la obra antes que surgiera el problema del banco no tuvieron estorbo, no, ni siquiera fueron pospuestos. En la primavera de 1930 se compró otra propiedad que lindaba con nuestra propiedad anterior. Los edificios viejos que habían estado en la propiedad que acababa de ser comprada fueron derribados y, hasta donde fue posible, el material fue utilizado por los hermanos en la construcción de un nuevo y grande edificio Betel de setenta y dos habitaciones, con alojamiento para dos personas cada una, y un gran comedor.

MÁS CASOS EN LOS TRIBUNALES

Durante 1930 se llevaron al tribunal otros 434 casos. Eso quiso decir que, junto con los casos que ya estaban pendientes, había ahora 1.522 casos ante los tribunales esperando audiencia.

Pero a nuestros enemigos religiosos se les hizo difícil tratar de estigmatizarnos como quebrantadores de la ley en 1930, porque una circular dirigida a todos los oficiales de la policía desde el Ministerio de lo Interior, con fecha de 19 de abril, contenía la siguiente oración: “La asociación en la actualidad únicamente tiene objetivos religiosos y no está activa políticamente . . . en el futuro se debe evitar la institución de procesos criminales, especialmente en cuanto a violaciones de las leyes de Venta Ambulante del Reich.”

ASAMBLEAS EN PARÍS Y BERLÍN

En 1931 el hermano Rutherford hizo planes de nuevo para viajar a Europa. Había de celebrarse una asamblea en París desde el 23 hasta el 26 de mayo, y una en Berlín desde el 30 de mayo hasta el 1 de junio. Debido a la mala condición económica que existía en Alemania, el hermano Rutherford sugirió que se hicieran arreglos para invitar a los hermanos de Alemania meridional y la Renania a París, puesto que les sería más barato viajar a aquel lugar que viajar a Berlín. Se organizaron trenes especiales que partirían desde Colonia, Basilea y Estrasburgo. Los hermanos apreciaron esto muchísimo, y el resultado fue que, de unas 3.000 personas que se reunieron en París, 1.450 eran de Alemania.

En Berlín la asamblea se celebró en el Palacio de los Deportes. No se esperaba que la concurrencia fuera grande, primero debido a la crisis económica y, segundo, debido al hecho de que casi 1.500 personas habían ido a París. Por eso, ¡qué gozo ver una concurrencia de casi 10.000 personas, un número muy inesperado!

El hermano Rutherford, que aprovechaba toda oportunidad para eliminar de entre los hermanos toda costumbre religiosa mundana, ya había provocado una revolución menor en una asamblea anterior por la ropa que llevaba. Había notado que a los hermanos en Europa —y esto incluía a Alemania— les gustaba vestir de negro en las asambleas. Los hombres no solo llevaban trajes negros —en los funerales hasta sombreros de copa— sino que también llevaban corbatas negras, como se acostumbraba en las organizaciones religiosas falsas. Esta observación hizo que el hermano Rutherford comprara un traje de color extremadamente claro y una corbata de rojo oscuro para usarla con él. Después que hubo venido a Alemania vestido así, muchos empezaron a librarse de su ropa negra.

Ahora en la asamblea de Berlín llamó atención a las muchas fotos de él y del hermano Russell que se vendían en la forma de tarjetas postales o cuadros, algunos de los cuales hasta tenían marco. Después de descubrir estos cuadros en las muchas mesas de los corredores por el salón, los mencionó en su siguiente discurso, e instó a la concurrencia a no comprar ninguno de ellos y pidió a los siervos encargados, en palabras claras, que quitaran los cuadros de sus marcos y los destruyeran, lo que entonces fue hecho. Él quería evitar todo lo que pudiera llevar a adoración de criaturas.

Con relación a la asamblea de Berlín el hermano Rutherford naturalmente visitó la oficina sucursal en Magdeburgo. Como las visitas anteriores, ésta fue como una brisa refrescante y libertadora. Poco antes de la visita del hermano Rutherford se habían colgado cuadros de él y del hermano Russell en todos los cuartos. Ahora todos estos fueron removidos, tan pronto como el hermano Rutherford los descubrió.

El hermano Rutherford había notado otras cosas durante el transcurso de los años también. No solo él, sino también una gran cantidad de los que estaban en Betel habían reconocido el peligro en que se hallaba el hermano Balzereit. Es un hecho que él era buen organizador y que la obra en Alemania progresó bien bajo su dirección. No obstante, su gran error estuvo en atribuir el enorme crecimiento más a su propia habilidad personal que al espíritu de Jehová. Durante una comida en la mesa de Betel Balzereit solicitó que la familia de Betel ya no se dirigiera a él llamándolo “hermano” en la presencia de personas mundanas. En esos casos habían de dirigirse a él llamándolo “Sr. Director,” y hasta hizo que se colocara en la puerta de su oficina un letrero que decía “director.”

Durante este tiempo la integridad de Balzereit a Jehová fue amenazada desde otro ángulo. Evidentemente siempre había estado en temor de la persecución. Como el líder responsable de la oficina alemana había sido sometido a juicio con relación a la distribución de la resolución “Eclesiásticos denunciados.” Es verdad que fue absuelto, pero cuando el juez le suplicó que evitara hacer aquellas fuertes declaraciones en nuestra literatura en el futuro, él manifiestamente estuvo resuelto a seguir este consejo, porque cuando en La Torre del Vigía o en otras publicaciones que venían de Brooklyn las expresiones y declaraciones le parecían demasiado fuertes, él las desvirtuaba.

También comenzaron a crecer deseos materialistas. Balzereit había disfrutado de escribir poesía y publicarla en la revista The Golden Age en alemán bajo el pseudónimo de Paul Gerhard, y ahora había escrito un libro y lo publicó en Leipzig. Este libro fue añadido entonces a la lista de la literatura que las congregaciones habían de distribuir, y éstas, desconociendo las verdaderas circunstancias, lo pidieron, lo cual significó para el hermano Balzereit considerable ganancia financiera. También hizo que se edificara una cancha de tenis en Betel en cierta ocasión, no tanto para beneficio de la familia entera como para su propio uso.

En un intento por terminar a tiempo el nuevo edificio para ceremonias de dedicación durante la visita del hermano Rutherford, el hermano Balzereit había aumentado el número de trabajadores en Betel de 165 al fin de diciembre de 1930 a 230 personas, pero no fue honrado acerca de esto. Temiendo que el hermano Rutherford no aprobara el número de trabajadores, Balzereit hizo arreglos para que cincuenta hermanos fueran enviados afuera en un “viaje de predicación” que los mantuviera fuera de vista. A su regreso se les preguntó si preferían volver a casa o emprender el servicio de precursor. Varios de los hermanos, dándose cuenta de que era la obra de Jehová lo que estaba envuelto en la situación y no un asunto de personalidades humanas, aprovecharon esta oportunidad para comenzar a servir de precursores, mientras que otros se fueron amargados.

AUMENTA LA PERSECUCIÓN

En 1931, de nuevo fueron los funcionarios de Baviera quienes tomaron la iniciativa en la pelea contra el pueblo de Dios. Aplicando mal el reglamento de emergencia del 28 de marzo de 1931, que tenía que ver con disturbios políticos, súbitamente vieron una oportunidad de proscribir la literatura de los Estudiantes de la Biblia. En Munich, el 14 de noviembre de 1931, nuestros libros fueron confiscados. Cuatro días más tarde los funcionarios policíacos de Munich hicieron una declaración, aplicable por toda Baviera, imponiendo una proscripción a toda la literatura que producían los Estudiantes de la Biblia.

Naturalmente los hermanos inmediatamente entraron en acción para apelar. En febrero de 1932 el gobierno de la Baviera Superior sostuvo esta proscripción. Inmediatamente se apeló de esto al Ministerio de lo Interior bávaro, que rechazó la apelación el 12 de marzo de 1932 diciendo que era “sin fundamento.”

Ante esa decisión judicial, el presidente de la policía de Magdeburgo salió en defensa nuestra el 14 de septiembre de 1932, diciendo: “Por la presente verificamos que la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia está únicamente envuelta en asuntos bíblicos y religiosos. No ha estado activa políticamente hasta este tiempo. No se han visto tendencias que indiquen enemistad contra el Estado.”

Pero mes tras mes las dificultades continuaron aumentando, hasta en otros estados alemanes. Paul Köcher había venido a Simmern con seis precursores especiales para exhibir allí en dos noches el Foto-Drama abreviado. No obstante, se vio obligado a interrumpir la exhibición, porque cuando se mostró a David con su arpa y se citó uno de sus salmos el auditorio entero se puso frenético. Rápidamente se descubrió que casi todos los concurrentes pertenecían a la SA, las tropas de asalto de Hitler.

En el Sarre hubo experiencias semejantes. En diciembre de 1931 se apeló al gobierno para que diera instrucciones a los oficiales de la policía de aquel lugar para que no estorbaran la obra. La instrucción se emitió, pero enfureció tanto al clero que semanalmente se dieron advertencias contra los Estudiantes de la Biblia desde el púlpito. Las hostilidades aumentaban continuamente, y para el fin de 1932 no había menos de 2.335 casos de tribunal pendientes. A pesar de esto, 1932 resultó ser el mejor año hasta entonces en cuanto a la publicación de literatura.

El 30 de enero de 1933 Hitler entró en el puesto de canciller del Reich. El 4 de febrero emitió un decreto permitiendo que la policía confiscara literatura ‘que pusiera en peligro el orden y la seguridad del público.’ Este decreto también restringía las libertades de asamblea y prensa.

PERÍODO DE TESTIMONIO DE ACCIÓN DE GRACIAS DEL RESTO

El Memorial cayó el 9 de abril de aquel año y con relación a él se planeó el “Período de testimonio de acción de gracias del resto” para los días 8 a 16 de abril. Se había de dar un testimonio mundial utilizando el folleto La Crisis.

En Alemania los hermanos no pudieron terminar este período de testimonio de ocho días en paz, sin embargo. La campaña con el folleto La Crisis terminó con una proscripción en Baviera el 13 de abril. Tras esto vinieron proscripciones en Sajonia el 18 de abril, en Turingia el 26 de abril, y en Baden el 15 de mayo. Otros estados alemanes hicieron lo mismo más tarde. El hermano Franke, de precursor en Maguncia en aquel tiempo, informa que la congregación de más de 60 publicadores allí tenía 10.000 folletos para distribuirlos. Los hermanos se dieron cuenta de que tenían que actuar rápidamente para distribuirlos. Habían organizado su tiempo de tal manera que 6.000 de los folletos ya habían sido distribuidos dentro de los primeros tres días de la campaña. Pero el cuarto día varios hermanos fueron arrestados y sus hogares fueron registrados. Sin embargo, la policía pudo encontrar solo unos cuantos ejemplares del folleto, puesto que los hermanos habían esperado esta acción y habían escondido los otros 4.000 folletos en un lugar seguro.

Todos los hermanos arrestados fueron puestos en libertad el mismo día. Inmediatamente hicieron arreglos para una campaña por la cual se distribuirían los 4.000 folletos entre todos los hermanos de la congregación que pudieran participar. Aquella noche fueron en sus bicicletas a Bad Kreuznach, una ciudad a unos cuarenta kilómetros de distancia, donde distribuyeron el resto de los folletos entre la población, dando algunos gratis. El día siguiente hubo prueba de que fue correcto hacer esto, porque mientras tanto la Gestapo había registrado los hogares de todas las personas de las cuales se sabía que eran Estudiantes de la Biblia. Pero los 10.000 folletos habían sido distribuidos.

En Magdeburgo, funcionarios gubernamentales le habían notificado a la oficina que el cuadro de la página del título (un guerrero que tenía una espada de la cual goteaba sangre) no era aceptable y habían exigido que fuera removido. El hermano Balzereit, que repetidamente había mostrado que estaba dispuesto a transigir, dio instrucciones inmediatas de remover de los folletos las cubiertas en colores.

Fue una semana de testimonio llena de agitación por lo que pudiera acontecer. El enemigo reveló diariamente con mayor claridad su resolución de atacar con fuerza tenaz. Eso hizo que fuera más animador, cuando se compiló el informe, hallar que 24.843 personas habían asistido a la celebración del Memorial, en comparación con 14.453 el año antes. El número de publicadores activos durante el período de testimonio fue también causa de regocijo: 19.268, en contraste con 12.484 durante la campaña con el folleto El Reino un año antes. Durante los ocho días de la campaña se distribuyeron 2.259.983 ejemplares del folleto La Crisis.

LA GESTAPO REGISTRA EL HOGAR BETEL

Los nazis esperaban hallar alguna clase de material que nos conectara con el comunismo cuando ocuparon la oficina y la fábrica de la Sociedad el 24 de abril. En tal caso pudieran haber aplicado una nueva ley y confiscado toda la propiedad y haberla dado al Estado, algo que ya se había hecho con los edificios que le pertenecían a los comunistas. Después de registrar el edificio la policía llamó a funcionarios gubernamentales cierta noche y les dijo que no habían hallado nada que incriminara. El mandato fue: “¡Tienen que hallar algo!” Pero su atentado fracasó y la propiedad tuvo que ser devuelta a los hermanos el 29 de abril. La oficina de Brooklyn había protestado contra la acción ilegal de apoderarse de la propiedad (posesión de una corporación estadounidense) a través del gobierno estadounidense aquel mismo día.

ASAMBLEA DE BERLÍN EL 25 DE JUNIO DE 1933

Para el verano de 1933 la obra de los testigos de Jehová había sido proscrita en la mayoría de los estados alemanes. Los hogares de los hermanos estaban siendo registrados con regularidad y muchos hermanos habían sido arrestados. El fluir del alimento espiritual fue parcialmente estorbado, aunque solo por algún tiempo; todavía muchos hermanos preguntaban por cuánto tiempo sería posible continuar la obra. En esa situación se invitó a las congregaciones, con muy poco tiempo, a una asamblea que se celebraría en Berlín el 25 de junio. Puesto que se esperaba que muchos no podrían asistir debido a las varias proscripciones, se animó a las congregaciones a enviar por lo menos uno o varios delegados. Pero resultó que 7.000 hermanos se presentaron. Para muchos de ellos el llegar allí les tomó tres días, pues algunos viajaron en bicicleta toda la distancia, mientras que otros fueron por camión, puesto que las compañías de autobuses rehusaron alquilar vehículos a una organización proscrita.

El hermano Rutherford, que había venido con el hermano Knorr a Alemania solo unos días antes para ver lo que se podía hacer para asegurar la seguridad de la propiedad de la Sociedad, había preparado una declaración con el hermano Balzereit para que fuera presentada a los delegados de la asamblea para adopción. Era una protesta contra el entremetimiento del gobierno de Hitler con la predicación que estábamos haciendo. Todos los funcionarios encumbrados del gobierno, desde el presidente del Reich hacia abajo, habían de recibir un ejemplar de la declaración, si era posible, por correo registrado. Varios días antes que comenzara la asamblea, el hermano Rutherford regresó a los Estados Unidos.

Muchos concurrentes se desilusionaron por la “declaración,” puesto que en muchos puntos no era tan fuerte como los hermanos habían esperado. El hermano Mütze, de Dresde, que había trabajado en estrecha asociación con el hermano Balzereit hasta aquel tiempo, lo acusó más tarde de haber debilitado el texto original. No era la primera vez que el hermano Balzereit le había restado fuerza al lenguaje claro e inequívoco de las publicaciones de la Sociedad para evitar dificultades con agencias gubernamentales.

Una gran cantidad de hermanos rehusó adoptarla solo por esta razón. De hecho, un hermano que había sido peregrino, por nombre Kipper, rehusó ofrecerla para adopción y otro hermano sustituyó. No se podía decir correctamente que la declaración hubiera sido adoptada unánimemente, aunque más tarde el hermano Balzereit le notificó al hermano Rutherford que así había sido.

Los delegados a la asamblea regresaron a sus casas cansados y muchos estaban desilusionados. No obstante, llevaron consigo 2.100.000 ejemplares de la “declaración” y rápidamente los distribuyeron y los enviaron a muchas personas en puestos de responsabilidad. El ejemplar que se le envió a Hitler estuvo acompañado de una carta que, en parte, decía:

“La presidencia de Brooklyn de la Sociedad Watch Tower es y siempre ha sido muy amigable con Alemania. En 1918 el presidente de esta Sociedad y siete miembros de la Junta de Directores en los Estados Unidos fueron sentenciados a 80 años de prisión debido a que el presidente rehusó dejar que dos revistas que él publicaba, en los Estados Unidos, se usaran en propaganda de guerra contra Alemania.”

Aunque la declaración había sido debilitada y muchos de los hermanos no pudieron concordar de todo corazón con su adopción, sin embargo el gobierno se enfureció y comenzó una ola de persecución contra los que la habían distribuido.

OFICINA DE MAGDEBURGO OCUPADA DE NUEVO

La distribución en toda Alemania de la declaración que se adoptó en Berlín solo un día después que la obra había sido proscrita en Prusia fue una señal para que la policía de Hitler entrara en acción. El 27 de junio todos los oficiales de la policía recibieron la orden de ‘hacer un registro inmediato de todos los grupos locales y lugares de negocio y confiscar cualquier material hostil al Estado.’ Un día más tarde, el 28 de junio, el edificio de Magdeburgo fue ocupado por treinta hombres de la SA, que cerraron la fábrica y levantaron la svástica sobre el edificio. Según el decreto oficial de los oficiales de la policía, hasta se prohibía estudiar la Biblia y orar en la propiedad de la Sociedad. El 29 de junio se le informó acerca de esta acción a toda la nación alemana por la radio.

A pesar de que el hermano Harbeck, superintendente de sucursal de Suiza, hizo intentos enérgicos para evitarlo, libros, Biblias y cuadros que pesaban un total de 65.189 kilogramos fueron sacados de la fábrica de la Sociedad el 21, 23 y 24 de agosto, puestos en veinticinco camiones y entonces quemados públicamente al borde de Magdeburgo. Los costos de imprenta por el material ascendían a unos 92.719,50 marcos. Además, se confiscaron varias publicaciones y entonces fueron quemadas o destruidas de otros modos en las varias congregaciones, como, por ejemplo, en Colonia, donde se destruyeron publicaciones por valor de por lo menos 30.000 marcos. The Golden Age, en su número del 1 de junio de 1934, informó que el valor total de propiedad destruida (muebles, literatura, etc.) estaba probablemente entre dos y tres millones de marcos.

La pérdida hubiera sido aun mayor si no se hubieran dado pasos para sacar la mayor parte de la literatura de Magdeburgo, en algunos casos por barco, y para almacenarla en otros lugares apropiados. De esta manera fue posible hacer que grandes cantidades de literatura quedaran escondidas de los ojos y manos de la policía secreta por muchos años. Mucho de esto se usó en la predicación clandestina durante los años siguientes.

Como resultado de la intervención del gobierno americano, el edificio de la Sociedad en Magdeburgo fue devuelto a la Sociedad en octubre. El documento de devolución, fechado 7 de octubre de 1933, decía que ‘la propiedad de la Sociedad se dejaba libre y devolvía enteramente para ser usada con libertad, aunque todavía se prohibía efectuar toda actividad allí, imprimir literatura o celebrar reuniones.’

“AMISTAD CON EL MUNDO”

El clero de la cristiandad no se avergonzó de mostrar francamente que apoyaba a Hitler y el esfuerzo de ése por perseguir a los testigos de Jehová. Según se informó en el Oschatzer Gemeinnützige del 21 de abril de 1933, el ministro luterano Otto, en un discurso transmitido por radio el 20 de abril, en honor del cumpleaños de Hitler, dijo:

“La Iglesia Luterana Alemana del Estado de Sajonia ha tratado con conocimiento con la nueva situación e intentará de nuevo, en la más estrecha cooperación con los líderes políticos de nuestro pueblo, hacer disponible a la entera nación la fortaleza del antiguo evangelio de Jesucristo. Los primeros resultados de esta cooperación ya se pueden informar por la proscripción que hoy se impuso a la Asociación Internacional de Estudiantes Sinceros de la Biblia y sus subdivisiones en Sajonia. Sí, ¡qué punto de viraje por la dirección de Dios! Hasta ahora Dios ha estado con nosotros.”

COMIENZA LA ACTIVIDAD CLANDESTINA

Aunque en el primer año de la entrada de los nazis al poder la actividad clandestina de testificar estuvo casi sin organización y las reuniones en grupitos no se celebraron en todas partes, la Gestapo halló nuevas razones para arrestar a los hermanos.

Poco después que los primeros hermanos habían sido arrestados y sus hogares registrados, los de pensar objetivo comenzaron a darse cuenta de que estas medidas eran sencillamente el principio de una campaña de persecución más intensa. Sabían que sería completamente insensato el tratar de resolver estas cuestiones en la mesa de conferencias. El único proceder propio era pelear por la verdad.

Pero una gran cantidad de hermanos vacilaba, pensando que lo mejor era esperar, porque Jehová ciertamente haría algo para evitar que se persiguiera así a su pueblo. Mientras este grupo perdía tiempo en su vacilación, y tratando ansiosamente de no empeorar la situación por ninguna acción de su parte, los otros publicadores estaban resueltos a continuar la obra. Hermanos valerosos pronto comenzaron a celebrar reuniones en grupitos en sus hogares, aunque sabían que esto pudiera hacer que fueran arrestados y sufrieran persecución severa.

En algunos lugares los hermanos comenzaron a mimeografiar copias de artículos de La Atalaya, algunos ejemplares de la cual siempre se pasaban clandestinamente desde países vecinos. Karl Kreis, de Chemnitz, fue uno de los primeros que hizo arreglos para hacer esto. Después de preparar los papeles de mimeógrafo los llevaba al hermano Boschan en Schwarzenberg, donde hacían ejemplares mimeografiados. Entre los que estuvieron especialmente activos en aquel tiempo estuvieron Hildegard Hiegel e Ilse Unterdörfer. Tan pronto como se emitió la proscripción se resolvieron a no dejar que nada evitara que cumplieran la comisión que Dios les había dado. La hermana Unterdörfer se compró una motocicleta y viajaba de ida y vuelta entre Chemnitz y Olbernhau llevando a los hermanos los ejemplares mimeografiados de La Atalaya. A los que vivían más cerca los visitaba en su bicicleta para no atraer indebida atención.

El hermano Johann Kölbl hizo arreglos para que en Munich se hicieran 500 ejemplares mimeografiados de La Atalaya y éstos eran entonces distribuidos entre los hermanos de aquel lugar así como en los territorios distantes de la selva de Baviera.

En Hamburgo fue el hermano Niedersberg quien inmediatamente tomó la iniciativa. Había sido peregrino por varios años antes de enfermar de esclerosis múltiple. A pesar de esta desventaja había hecho lo que podía. Ahora durante ese tiempo de prueba a los hermanos les gustaba visitarlo, porque siempre resultaba en fortalecimiento para la fe de ellos. Su amor a los hermanos pronto lo impulsó a dar pasos para asegurarse de que recibieran con regularidad alimento espiritual de nuevo. Comenzó a mimeografiar La Atalaya en su hogar. Le enseñó a Helmut Brembach a preparar los papeles de mimeógrafo y le mostró cómo operar el mimeógrafo. Entonces, viendo que la obra se podía hacer sin él, avisó a los otros que pensaba hacer un viaje para visitar a las congregaciones de la costa occidental de Schleswig-Holstein para animarlas y hacer arreglos para que les llegara La Atalaya. De nuevo consideró cuidadosamente con los hermanos cómo se podían enviar las revistas y preparó con ellos una clave por la cual sabrían por lo que él escribiera cuántos ejemplares enviar a cada congregación.

Fue el 6 de enero de 1934 que el hermano Niedersberg, a pesar de su mala salud, partió de su hogar. Solamente podía caminar con el mayor esfuerzo y con la ayuda de un bastón, pero salió confiando en Jehová. Después de visitar varias congregaciones sus primeros mensajes en clave llegaron a Hamburgo y se comenzó el envío de los primeros ejemplares de La Atalaya. Llegó a la vecindad de Meldorf precisamente cuando un hermano bien conocido en la comunidad murió. Puesto que muchos hermanos de congregaciones vecinas estarían presentes en el funeral, se le pidió al hermano Niedersberg que pronunciara el discurso del funeral. Él aprovechó esta oportunidad para pronunciar un vigoroso discurso, con el propósito de fortalecer a los hermanos presentes, que no habían podido asistir a ninguna reunión por meses. Como se esperaba, muchos hermanos asistieron y regresaron a sus territorios asignados muy animados por lo que habían oído.

Por supuesto, había otras personas en la concurrencia, hasta oficiales de la Gestapo. Después del discurso del hermano Niedersberg, pidieron su nombre y dirección, pero no lo arrestaron, evidentemente no atreviéndose a hacerlo debido a la ocasión. De modo que él pudo continuar su viaje, que se le estaba haciendo cada vez más difícil. Al llegar al lugar del hermano Thode en Hennstedt, súbitamente le dio un fuerte dolor de cabeza y murió poco después de un ataque. De modo que sus últimas fuerzas las había usado haciendo arreglos para que a los hermanos se les suministrara edificante alimento espiritual. Dos semanas más tarde la Gestapo se presentó en su hogar en Hamburgo-Altona para arrestarlo.

Además de ejemplares mimeografiados de La Atalaya producidos en Alemania, algunos eran enviados a Alemania desde Suiza, Francia, Checoslovaquia, sí, hasta desde Polonia, y aparecían en varias formas, a menudo en tamaños diferentes. Al principio muchos artículos de La Atalaya se enviaron de Zurich, Suiza, con el título “El Jonadab.” Después que la Gestapo descubrió este método, a todas las oficinas postales de Alemania se les dio la instrucción de confiscar todos los sobres que llevaran este título y tomar acción apropiada contra los destinatarios. En la mayoría de los casos esto llevó a que se les arrestara.

Más tarde el título y también la manera de envolver La Atalaya se cambiaban con casi cada número. En la mayoría de los casos se utilizaba el título del artículo de La Atalaya, y esto por lo general aparecía una sola vez, como, por ejemplo, “Las tres fiestas,” “Abdías,” “El combatiente,” “El tiempo,” “Cantores del templo,” y así por el estilo. Pero hasta algunos de estos ejemplares caían en manos de la Gestapo, y en este caso la Gestapo enviaba una carta circular a todo cuartel de la policía en Alemania informándoles que esta revista en particular estaba proscrita. Pero en la mayoría de los casos esta información llegaba demasiado tarde, porque para entonces ya había salido otro artículo de La Atalaya con una apariencia completamente diferente y un título completamente diferente. La Gestapo pronto tuvo que admitir con amarga cólera que los testigos de Jehová le llevaban la delantera en estrategia bélica.

Lo mismo sucedió con The Golden Age en alemán. Por algún tiempo no estuvo en la lista de las revistas proscritas. Más tarde, después que había sido oficialmente proscrita, por lo general hermanos que estaban en países extranjeros la enviaban particularmente a hermanos alemanes, especialmente desde Suiza. Los que enviaban las revistas siempre se aseguraban de que la dirección estuviera escrita a mano y que la escribiera una persona diferente cada vez.

Mientras menos éxito lograban los de la Gestapo en sus esfuerzos por eliminar estas fuentes del suministro, más brutales se hacían al tratar con los hermanos. Por lo general los arrestaban después de hacer un registro en sus hogares, aunque a menudo sin razón alguna. En la comisaría de la policía generalmente se trataba con crueldad a los hermanos en un esfuerzo por sacar de ellos alguna clase de admisión de culpa.

ELECCIONES “LIBRES”

Otra arma que se usaba para intimidar a la población, y especialmente dirigida contra los testigos de Jehová para obligarlos a transigir, eran las llamadas elecciones “libres.” A los que rehusaban permitir que los obligaran a votar se les denunciaba como “judíos,” “traidores a la Patria” y “bribones.”

Max Schubert, de Oschatz (Sajonia) fue visitado cinco veces por personas que trabajaban en las elecciones y querían llevarlo a las urnas el día de las elecciones. Su esposa fue visitada por mujeres que tenían la misma intención. El hermano Schubert dijo a sus visitantes cada vez, sin embargo, que era testigo de Jehová y había votado por Jehová, lo cual era suficiente y hacía innecesario votar de nuevo por otra persona.

El día siguiente le hicieron pasar un tiempo difícil. Él era agente de billetes o boletos para el ferrocarril y continuamente trataba con la gente. Aquel día la gente se esmeró en saludarlo con “Heil Hitler.” Él devolvió los saludos con “Buenos días” o algo parecido. Sin embargo, tuvo la sensación de que había algo “en la atmósfera,” y lo consideró con su esposa a la hora del almuerzo, diciéndole que se preparara para cualquier cosa que sucediera. Después de terminar su servicio aquella tarde un policía vino a buscarlo a las cinco y lo llevó al hogar del director local del Partido Nacional Socialista. Había una carreta pequeña tirada por dos caballos delante de la puerta. Obligaron al hermano Schubert a estar de pie en el medio, con varios miembros de la SA sentados alrededor de él, cada uno con una antorcha ardiente en la mano. Al frente estaba uno con un cuerno y detrás uno con un tambor, y por turno hacían sonar la alarma de modo que toda persona asomara la cabeza para ver la procesión. Dos hombres de la SA en la carreta llevaban un letrero grande que decía: “Soy un bribón y un traidor a la Patria, porque no voté.” Pronto alguien detrás de la procesión había formado un grupo que se puso a repetir en sonsonete las palabras del letrero. Al fin de la oración preguntaban: “¿A dónde debe ir?” y los niñitos de la muchedumbre gritaban al unísono: “¡A un campo de concentración!” El hermano Schubert fue llevado por dos horas y media por las calles de aquella ciudad de unos 15.000 habitantes. La radioemisora de Luxemburgo informó esto el día siguiente.

Algunos hermanos estaban empleados en trabajo del servicio civil. Puesto que no daban “el saludo alemán” ni participaban en elecciones ni manifestaciones políticas, el gobierno había estado haciendo planes desde el verano de 1934 para aprobar una ley que proscribiera nacionalmente a los Estudiantes de la Biblia, de modo que pudieran ser expulsados del trabajo del servicio civil. Esto exigía una ley nacional que proscribiera su actividad, más bien que solo leyes de los estados locales. Esa ley fue aprobada el 1 de abril de 1935. Pero individualmente algunas oficinas habían obrado ya por su propia autoridad.

Ludwig Stickel era tenedor de libros municipal en Pforzheim. El 29 de marzo de 1934 recibió del alcalde una carta que decía: “Estoy instituyendo procedimientos criminales contra usted con el propósito de despedirlo de su puesto. Se le acusa de haber rehusado votar en las elecciones del Reichstag el 12 de noviembre de 1933. . . .” En una larga carta el hermano Stickel explicó su posición, pero puesto que en realidad ya se le había celebrado juicio, se le notificó que había sido despedido el 20 de agosto.

La meta que tenían era la de privar a los testigos de Jehová de sus medios de sustento... despidiéndolos de sus empleos, echándolos de sus lugares de trabajo, cerrando sus negocios y prohibiéndoles ejercer sus profesiones.

Gertrud Franke, de Maguncia, descubrió esto después que su esposo había sido arrestado por quinta vez en 1936 y la policía secreta le había asegurado a ella que no tenían intención de ponerlo en libertad jamás. Después que la hermana Franke fue puesta en libertad —había sido encarcelada por unos cinco meses— fue a su agencia de empleos para hallar trabajo. No obstante, descubrió que por haber estado en prisión nadie quería darle empleo. Finalmente una fábrica de cemento fue obligada a aceptarla. Dos semanas más tarde ella tuvo su siguiente sorpresa cuando descubrió que sin su consentimiento había sido alistada en el Frente Obrero Alemán y que las cuotas le habían sido retenidas de su cheque. Reconociendo los objetivos políticos de esta organización, inmediatamente fue a la oficina y se quejó de que se le hubiera retenido dinero de su cheque para una organización que ella no reconocía de ninguna manera, y solicitó que se diera atención a este asunto. Esto resultó en que fuera despedida inmediatamente. Al presentarse en la oficina de empleos de nuevo se le dijo que la agencia de empleos ni le buscaría trabajo ni le daría ninguna clase de ayuda por desempleo. Si rehusaba unirse al Frente Obrero, el problema de cómo arreglárselas era solo de ella.

JÓVENES SE ENCARAN A PRUEBAS

En muchos casos a los hijos de los testigos de Jehová los privaron de la oportunidad de obtener una educación. Que Helmut Knöller cuente su experiencia en sus propias palabras:

“¡Al mismo tiempo que la actividad de los testigos de Jehová fue proscrita en Alemania, mis padres fueron bautizados en símbolo de su dedicación a Jehová! Para mí el tiempo de hacer una decisión vino cuando tenía trece años de edad y se anunció la proscripción. En la escuela muchas veces tuve que tomar decisiones con relación al saludo a la bandera, y en aquellas ocasiones decidí a favor de la fidelidad y la dedicación a Jehová. En medio de estas circunstancias, el seguir adelante para obtener una educación superior no se podía considerar, y por eso empecé a aprender el oficio de mercader como aprendiz en Stuttgart; esto incluía asistir dos veces por semana a una escuela comercial donde diariamente se celebraban ceremonias de izar la bandera. Puesto que yo era más alto que todos mis compañeros de clase, por supuesto atraje indebida atención cuando rehusé saludar la bandera.

“Cuando el maestro entraba en el salón se exigía que los estudiantes se pusieran de pie, saludaran con las palabras ‘Heil Hitler’ y levantaran la mano derecha. Yo no hacía eso. El maestro naturalmente dirigía su atención solamente a mí y a menudo hubo escenas como la siguiente: ‘Knöller, ¡venga acá! ¿Por qué no saluda con “Heil Hitler?”’ ‘Eso va contra mi conciencia, señor.’ ‘¿Qué? ¡Cerdo! Apártese de mí —usted hiede— más lejos. ¡Qué vergüenza! ¡Un traidor!’ etc. Entonces fui transferido a otra clase. Mi padre le habló al principal y recibió la siguiente explicación característica: ‘¿Puede darles siquiera un pedazo de pan el Dios en quien ustedes confían? Adolfo Hitler puede, y lo ha probado.’ Esto significaba que la gente debería honrarlo y saludarlo con las palabras ‘Heil Hitler.’”

Después que había terminado su aprendizaje, estalló la II Guerra Mundial y el hermano Knöller fue llamado para el servicio militar. Él informa lo siguiente acerca de esto:

“El 17 de marzo de 1940 me llamaron para el servicio militar. Por mucho tiempo yo había pensado en lo que sucedería. Calculé que al presentarme al centro de reclutamiento pero entonces rehusar tomar el juramento me llevarían a un tribunal de guerra y me fusilarían. De hecho, ¡prefería esto a que me encerraran en un campo de concentración! Pero no resultó así. No me sometieron a juicio delante de un tribunal militar, sino que me encarcelaron con raciones de pan y agua. Cinco días más tarde la Gestapo vino y me llevó a una audiencia que duró varias horas, donde me hicieron toda suerte de amenazas. Aquella noche me devolvieron a la prisión. Yo estaba muy contento; ya no había rastro alguno de temor, sino solo de gozo y de la expectativa de lo que el futuro traería y de que Jehová me ayudaría de nuevo. Tres semanas más tarde agentes prominentes de la Gestapo me leyeron una orden que decía que debido a mi actitud de enemistad al Estado y el peligro de que estuviera activo a favor de los Estudiantes Internacionales de la Biblia, que estaban proscritos, tenía que permanecer en detención protectoria. Eso significaba ‘campo de concentración.’ De modo que sucedió exactamente lo contrario de lo que yo había esperado. Junto con otros prisioneros, me arrojaron en el campo de concentración de Dachau el 1 de junio.”

El hermano Knöller no solo llegó a saber lo que era la vida en Dachau, sino también en Sachsenhausen. Más tarde fue transferido, junto con varios otros prisioneros, a la isla de Alderney, en el canal de La Mancha. Un viaje dramático lo llevó a Steyr, Austria, donde él y los que estaban con él fueron finalmente puestos en libertad el 5 de mayo de 1945. La turbulencia de aquellos años se puede ver en el hecho de que el hermano Knöller, que había sido objeto de tanta persecución, todavía no había tenido una oportunidad de simbolizar su dedicación a Jehová por medio de bautismo en agua, aunque sus años de fidelidad en medio de las más difíciles de las circunstancias eran prueba de que estaba dedicado. En el grupito de sobrevivientes con los cuales regresó a casa había otros nueve hermanos, todos los cuales habían aguantado con fidelidad entre cuatro y ocho años en campos de concentración y que ahora aprovecharon con gratitud la oportunidad de bautizarse en Passau.

NIÑOS ARRANCADOS DE SUS PADRES

El hermano Strenge y su esposa supieron por experiencia de la poca oportunidad que tenían los testigos de Jehová durante aquellos años turbulentos en cuanto a recibir sus derechos legales. El hermano Strenge fue arrestado y sentenciado a tres años de prisión, de modo que la hermana Strenge, que ahora había quedado sola con sus hijos, fue sumida en una situación que demandaba cuantas fuerzas podía acopiar. Informa lo siguiente:

“En la escuela mi hijo había de aprender una canción patriótica y un poema patriótico de memoria. Puesto que no podía armonizar esto con sus convicciones religiosas, rehusó hacerlo. Su maestro hizo que dos muchachos lo llevaran como un prisionero al director, cierto Sr. Hanneberg, quien le dijo que le golpearían su dedo hasta que estuviera tan sangriento e hinchado y negro que ‘no pudiera introducirlo más por su [recto].’ Continuó amenazándolo y le dijo que jamás vería a su padre de nuevo. Finalmente le preguntó a este jovencito de diez años si rehusaría rendir servicio militar. Günter se refirió a la Biblia y dijo: ‘El que toma la espada perece por la espada,’ por lo cual el director le dio al maestro de Günter la instrucción de ‘castigarlo como se acostumbra.’ Después el director lo envió a casa, diciendo que le diría a la policía que lo recogieran en casa cinco minutos más tarde para ponerlo en un reformatorio. Mi hijo apenas había llegado a casa cuando la policía se presentó frente a nuestra casa en un automóvil grande. Varios agentes exigieron ruidosamente entrada, pero yo me negué a abrir la puerta. Después de un rato la policía se retiró a la casa de mi vecina, y le exigió evidencia incriminadora contra mí. Ella no pudo ofrecer ninguna evidencia incriminadora como la que querían, pero fue sometida a presión por tanto tiempo que finalmente admitió que nos oía cantar una canción y orar cada mañana. Entonces la policía se fue.

“La mañana siguiente como a las 10:30 la policía regresó. Puesto que yo no estaba dispuesta a abrir la puerta, los oficiales de la Gestapo gritaron: ‘¡Maldita Estudiante de la Biblia! ¡Abra!’ Entonces fueron a buscar a un cerrajero que vivía cerca y le hicieron forzar la cerradura.

“Poniéndome un revólver al pecho, uno de los agentes de la Gestapo gritó: ‘Dénos los niños.’ Pero yo los apreté a mí mientras ellos se apegaban a mí en busca de protección. Por temor de que nos separaran a la fuerza, gritábamos por ayuda a voz en cuello.

“La ventana estaba abierta y un gran número de personas se reunió enfrente de la casa y oyó mis alaridos de desesperación: ‘Yo di a luz mis hijos con grandes dolores de parto y nunca se los entregaré. Primero tendrán que matarme a golpes.’ Entonces, vencida por la agitación, me desmayé. Después que recobré el sentido la Gestapo me interrogó por tres horas. Trataron de conseguir que incriminara a mi esposo. El interrogatorio fue interrumpido varias veces por mis desmayos. Mientras tanto, la muchedumbre que siguió creciendo enfrente de la casa comenzó a indicar cada vez más claramente por su ruido que no concordaba con lo que estaba pasando. Finalmente la Gestapo se retiró una vez más, sin haber logrado lo que había venido a hacer. Ahora se pusieron a tratar de llevarse a los niños secretamente. Aparentemente según este plan se me solicitó que compareciera ante un tribunal especial en Elbing unos días después. El mismo día mis hijos habían de presentarse ante el tutor que había sido nombrado para ellos. Yo me sospechaba lo peor y visité al tutor con ambos niños el día antes. Él dijo que mi hija de quince años sería puesta en un campamento de trabajo y Günter, de diez años, sería dado a una familia que lo entrenaría a la manera nacional socialista. Si rehusaban, ambos serían colocados en un reformatorio. En mi excitación, pregunté: ‘Dígame, ¿estamos ya viviendo en Rusia, o estamos todavía en Alemania?’ a lo cual respondió: ‘Sra. Strenge, voy a pasar por alto lo que acaba de decir. Yo también vengo de una familia religiosa; ¡mi padre es ministro!’ Cuando solicité que por lo menos se le permitiera a mi hija aceptar un aprendizaje en algún lugar, este procurador replicó: ‘No quiero dificultades con ustedes. Preferiría tratar con veinte jóvenes de otra clase que con un solo Estudiante de la Biblia.’

“Llegó el sábado, el día en que había de ir al tribunal en Elbing para defender mi fe en Jehová y sus promesas. Para fortalecerme y para desahogar una vez más mi corazón, visité a mi esposo en la prisión antes de ir. Cuando lo trajeron, me desplomé llorando en sus brazos. Toda la angustia y todos los terribles acontecimientos de los últimos días una vez más me vinieron a la mente: mi esposo sentenciado a tres años de prisión, los hijos arrancados de mí y separados el uno del otro. Estaba quebrantada de espíritu y al extremo de lo que podía aguantar. Pero como palabras de ángeles fueron las palabras de mi esposo, quien me consoló pintándome las experiencias de Job y sus sufrimientos y sin embargo su fidelidad inquebrantable a Dios, de manera que hasta después de haber perdido todo, no acusó a Dios de hacer mal. Relató que él también había sido abundantemente bendecido por Jehová después de la prueba severa que le produjeron las muchas audiencias y el juicio. Esto me dio nuevas fuerzas. Ahora fui a la audiencia con la cabeza en alto para oír con orgullo acerca del celo con que mis hijos habían dado testimonio acerca de Jehová y su Reino y de su fe delante de sus maestros y otros funcionarios encumbrados. El ‘tribunal alemán’ dio este fallo: Por no haber criado a mis hijos en el sentido del nacionalsocialismo, y por haber cantado canciones de alabanza a Jehová con ellos, tendría que ser sentenciada a ocho meses de prisión.”

OSTRACISMO POR COMPAÑEROS DE CLASE

El hermano Willi Seitz, de Carlsruhe, cuando tenía doce años de edad tuvo una clase diferente de experiencia. Él mismo informa lo siguiente:

“Difícilmente puedo describir lo que he tenido que aguantar hasta ahora. Mis compañeros de estudios en la escuela me han golpeado; cuando vamos en caminatas, tengo que ir solo, si siquiera se me permite ir, y no puedo hablar a mis amigos de la escuela, los que todavía tengo. En otras palabras: ‘Me odian y se burlan de mí como de un perro sarnoso.’ Mi único consuelo ha sido que el reino de Dios pronto vendrá. . . .”

El 22 de enero de 1937 Willi fue expulsado de la escuela “porque rehúsa dar el saludo alemán, cantar canciones patrióticas y participar en las celebraciones escolares.”

CONDENADO POR ORAR Y CANTAR

Max Ruef, de Pocking, también descubrió que se hicieron atentados sistemáticos por obligar a los testigos de Jehová a quebrantar su integridad. Le arruinaron completamente su medio de ganarse el sustento. Una hipoteca que había sacado con el propósito de hacer unos cambios de construcción fue cancelada. Al no poder pagar la hipoteca inmediatamente, toda su propiedad fue puesta en subasta en mayo de 1934.

“La persecución no se detuvo con eso,” relata el hermano Ruef. “Al contrario, por instigación del liderato político fui acusado falsamente y llevado al tribunal. Puesto que no había nada de lo cual pudieran acusarme, fui sentenciado a seis meses de prisión por un tribunal especial en Munich por haber participado en orar y cantar proscritos en mi hogar. Comencé a cumplir mi sentencia el 31 de diciembre de 1936. Mi esposa, que esperaba su tercer hijo, no recibió, aparte de un alquiler de 12 marcos del Reich, ninguna clase de sostén para ella y los dos niños de nueve y diez años de edad. Llegó el tiempo en que iba a dar a luz. Los dos solicitamos una interrupción en mi cumplimiento de la sentencia por unas cuantas semanas de modo que yo pudiera atender ciertas cosas necesarias. Una semana antes del tiempo en que el niño había de nacer nuestra petición nos fue negada con el comentario de que ‘no era apropiada.’

“El 27 de marzo se me notificó que mi esposa había muerto y que me dejarían libre por tres días para que me encargara de los asuntos necesarios. Inmediatamente fui a la clínica donde habían llevado a mi esposa después de haber dado a luz, aunque ella había muerto antes de llegar allí. El doctor y una de las enfermeras, que todavía no sabían que yo era testigo de Jehová, me instaron firmemente a ‘denunciar al doctor y a la partera, porque su esposa estaba saludable y no tenía nada malo,’ pero solo respondí agotado: ‘Entonces tendría mucho que hacer.’ En casa, con el niñito muerto que yacía en el dormitorio, hallé a los otros dos niños, de nueve y diez años de edad, en la condición mental que uno pudiera fácilmente imaginarse. ¿Debería dejarlos solos ahora sin nadie que los atendiera, quizás para nunca más verlos de nuevo?”

Los suegros del hermano Ruef solicitaron que el cadáver de su esposa fuera enviado a Pocking, donde no se permitió que nadie que no fuera de la familia cercana hablara al lado de la tumba. Así fue que el hermano Ruef mismo pronunció el discurso de funeral de su esposa, y Jehová lo fortaleció para hacerlo.

Al hermano Ruef se le hizo imposible soportar el pensamiento de tener que dejar ahora solos a sus dos hijos sin que hubiera quien los atendiera. Quedándole solo unas cuantas horas más antes de tener que volver a prisión, llevó a uno de sus dos hijos a sus suegros, aunque éstos no eran testigos de Jehová, y el otro lo llevó a hermanos que vivían cerca de la frontera suiza. Finalmente, escapó dramáticamente a través de la frontera a Suiza donde recibió asilo con su hijo.

PRIMERO CASTIGO, ENTONCES “AMIGABILIDAD,” PARA QUEBRANTAR LA INTEGRIDAD

Hubo casos en que los niños que fueron separados de sus padres se debilitaron en la fe por un tiempo y de hecho estuvieron en peligro de ser atraídos al campamento de los nazis, tal como calculaban que sucedería los líderes de aquel movimiento. Considere, por ejemplo, a Horst Henschel, de Meissen, quien, en 1943, fue bautizado a los doce años de edad con su padre. Él escribe:

“Mi niñez estuvo llena de triunfos y fracasos. Me aparte de la Juventud de Hitler —por lo menos hasta donde era posible— y me sentí contento y fuerte. Cuando rehusaba dar el saludo de Hitler, que se requería diariamente en la escuela, me golpeaban pero me regocijaba al saber, fortalecido por mis padres, que había permanecido fiel. Pero hubo ocasiones en que debido al castigo físico o por temor a la situación decía ‘Heil Hitler.’ Recuerdo que entonces iba a casa con los ojos llenos de lágrimas y que orábamos juntos a Jehová y que de nuevo recibía valor para resistir los ataques del enemigo la siguiente vez. Entonces lo mismo sucedía de nuevo.

“Cierto día la Gestapo vino y registró nuestra casa. ‘¿Es usted testigo de Jehová?’ preguntó uno de los hombres de hombros anchos de la SS a mi madre. Como si fuera hoy, la puedo ver apoyándose contra el marco de la puerta y diciendo firmemente ‘Sí,’ aunque sabía que esto significaba que tarde o temprano la arrestarían. La arrestaron, dos semanas después.

“Ella estaba ocupada atendiendo a mi hermanita, que tendría un año de edad el día siguiente, cuando la policía vino con una orden de arresto contra ella. . . . Puesto que mi padre estaba en casa en aquel tiempo permanecimos bajo su jurisdicción. . . . Dos semanas más tarde mi padre fue arrestado también. Todavía lo puedo ver de cuclillas frente al hornillo de la cocina con la mirada puesta en el fuego. Antes de salir para la escuela lo había abrazado tan fuertemente como podía, pero él no se había vuelto para mirarme. Frecuentemente he pensado en la dura pelea que tuvo y agradezco a Jehová hasta este día el que Dios le suministrara la fuerza necesaria para darme tan buen ejemplo. Vine a casa y descubrí que estaba solo. A mi padre le habían ordenado rendir servicio militar y él había ido a la junta de reclutamiento del pueblo a explicar por qué rehusaba. Fue arrestado inmediatamente. Mis abuelos y nuestros otros parientes —todos los cuales se oponían a los testigos de Jehová y algunos de los cuales eran miembros del partido nazi— habían dado pasos para adquirir custodia de mí y mi hermanita de un año de edad para que no se nos pusiera en un hogar juvenil o quizás hasta en una escuela reformatoria. Una segunda hermana mía, que ya tenía veintiún años de edad, fue arrestada solo dos semanas después de mi padre, y murió tres semanas más tarde en prisión de difteria y escarlatina.

“Ahora mi hermanita y yo estábamos con nuestros abuelos. Recuerdo que me arrodillaba a lado de la cama de mi hermanita para orar. No se me permitía leer la Biblia, pero después de obtener una secretamente de una vecina, lo hacía.

“Mi abuelo, que no estaba en la verdad, visitó una vez a mi padre en prisión. Regresó a casa muy indignado y terriblemente encolerizado. ‘¡Este criminal, este inútil! ¿Cómo puede abandonar a sus propios hijos?’ Encadenado de manos y pies, mi padre fue llevado ante mi abuelo, quien, junto con los otros, trató de convencerlo para que rindiera servicio militar por consideración a los hijos. Pero él continuó fiel y rechazó firmemente la sugerencia; viendo esto, un agente le dijo a mi abuelo: ‘Aunque este hombre tuviera diez hijos, no haría nada diferente.’ Aunque a mi abuelo le fue terrible oír aquello, para mí era prueba de que mi padre permanecía fiel y de que Jehová lo estaba ayudando.

“Algún tiempo después recibí una carta de él. Fue su última carta. Puesto que no sabía dónde estaba aprisionada mi madre, me escribió a mí. Subí a mi cuarto en la buhardilla y leí las primeras palabras: ‘Regocíjate cuando recibas esta carta, porque he perseverado. En dos horas mi sentencia será ejecutada. . . .’ Me entristecí y lloré, aunque entonces no entendí la profundidad del asunto como lo hago hoy día.

“Ante todos estos acontecimientos decisivos permanecí relativamente fuerte. No hay duda de que Jehová me dio la fuerza necesaria para resolver mis problemas. Pero Satanás tiene muchas maneras de atraer a uno a su trampa y pronto iba a tener experiencia de esto. Uno de mis parientes habló a mis maestros pidiéndoles que fueran pacientes conmigo. Súbitamente todos se hicieron muy, muy amigables conmigo. Los maestros no me castigaban, aun cuando no los saludaba con ‘Heil Hitler,’ y mis parientes se hicieron especialmente amigables y buenos conmigo. Entonces sucedió.

“Por mi propia iniciativa volví a unirme a la Juventud de Hitler, aunque nadie trató de obligarme a hacerlo, y aunque solo fue unos cuantos meses antes del fin de la II Guerra Mundial. Lo que Satanás no había logrado con el rigor, lo pudo lograr con lisonjas y astucia. Hoy puedo decir que la persecución severa desde el exterior puede someter a prueba nuestra lealtad, pero que los ataques sutiles de Satanás desde otros ángulos no son menos peligrosos que los ataques brutales. Hoy me doy cuenta de lo difíciles que fueron las pruebas de fe que mi madre tuvo que soportar mientras estuvo en prisión. Yo había recibido la última carta de mi padre en confirmación de su fidelidad y dedicación hasta la muerte y esto me fortaleció inmensamente. Ella, por otra parte, recibió la ropa y los trajes de él, en los cuales todavía se veían claramente manchas de sangre, testigos silenciosos de los hostigamientos de su muerte. Mi madre me dijo más tarde que se le había hecho muy difícil soportar todas estas cosas, pero que su prueba más difícil durante este tiempo fueron mis cartas que indicaban que yo había dejado de servir a Jehová.

“La guerra terminó pronto. Mi madre vino a casa y me ayudó a volver al camino de la dedicación. Continuó criándome en el amor de Jehová y en dedicación a él. Mirando al pasado, veo que en aquel tiempo tuve muchos de los mismos problemas que muchos de nuestros hermanos jóvenes tienen hoy. Pero mi madre jamás dejó de luchar por ayudarme a mantenerme en la senda de la dedicación. Debido a la bondad inmerecida de Jehová ahora he tenido el privilegio de estar en el servicio de tiempo cabal por veintidós años, y por seis años y cuatro meses de este tiempo estuve en prisión en la Alemania Oriental, aprisionado tal como lo estuvieron mis padres.

“Muchas veces me he preguntado qué hice para merecer el haber sido tan abundantemente bendecido por Jehová en el pasado. Hoy creo que las oraciones de mi padre y mi madre han sido responsables de esto. No pudieron haber dado mejor ejemplo de conducta cristiana de lo que hicieron por medio de su propio proceder.”

Hay unos 860 casos conocidos de niños que les fueron quitados a sus padres, aunque el número exacto pudiera ser mucho más grande. En vista de tanta crueldad, no es extraño que con el transcurso del tiempo las autoridades llegaran hasta el grado de hacer imposible tener hijos por medio de sencillamente declarar que uno de los padres tenía una “enfermedad hereditaria.” Entonces podía ser esterilizado bajo las estipulaciones de la ley.

MÉTODOS EN LAS AUDIENCIAS

Una de las crueles tácticas que se empleaban era dejar que el cónyuge y los otros miembros de la familia supieran de los tormentos que tenían que sufrir sus amados mientras se les interrogaba. Emil Wilde describe la crueldad de esto, pues él se vio obligado a escuchar desde su celda mientras literalmente se torturaba a muerte a su esposa.

“El 15 de septiembre de 1937,” comienza él, “temprano en la mañana como a las cinco, dos oficiales de la Gestapo vinieron e hicieron un registro en nuestra casa, después de someter primero a interrogatorio a mis hijos. Después de esto, mi esposa y yo fuimos llevados a la comisaría de policía e inmediatamente encerrados en celdas de prisión. Nuestra primera audiencia aconteció unos diez días después. Se me dijo que mi esposa también tendría su primera audiencia aquel mismo día, y así fue.

“Desde el mediodía en adelante, como a la una, oí los gritos fuertes de una mujer. La estaban golpeando, y a medida que los gritos continuaron haciéndose más fuertes y pude oír más claramente, reconocí que eran de mi esposa. Toqué el timbre y pregunté por qué estaba siendo golpeada la mujer, mi esposa; se me dijo que no era mi esposa, sino otra mujer, que merecía los golpes debido a que no se había comportado bien. Algún tiempo después aquella tarde los gritos comenzaron de nuevo y se hicieron tan intensos que una vez más toque el timbre para quejarme de la manera en que estaban tratando a mi esposa. La Gestapo continuó negando que era mi esposa. Para la una aquella noche ya no pude resistir más y toqué el timbre de nuevo, y esta vez el resultado fue que el oficial de la policía, cuyo nombre no conozco, dijo: ‘¡Si toca el timbre una sola vez más, le haremos a usted lo mismo que le hemos hecho a su esposa!’ Después hubo silencio por toda la prisión, porque mientras tanto habían llevado a mi esposa a la clínica de casos nerviosos. Temprano en la mañana del 3 de octubre el jefe de la guardia de la Gestapo, Classin, vino a mi celda y me dijo que mi esposa había muerto en la clínica de casos nerviosos. Le dije a su misma cara que ellos tenían la culpa por la muerte de mi esposa, y el día del funeral de ella levanté cargos de asesinato contra la Gestapo. Esto resultó en que la Gestapo levantara contra mí cargos de difamación.

“Esto quería decir que habría otro juicio además del primero que tuve. Cuando se celebró, dos hermanas se levantaron durante la audiencia especial del tribunal y testificaron así: ‘Oímos a la señora Wilde gritar: “Diablos, me están matando a golpes.”’ El juez respondió: ‘Pero ellas no lo vieron, solo lo oyeron. Lo sentencio a un mes de prisión.’ Varias hermanas, que vieron a mi esposa después de su muerte, confirmaron que estaba terriblemente desfigurada con ronchas grandes alrededor de la garganta y cruzándole el rostro. Me negaron permiso para asistir al funeral.”

En otros casos se hicieron intentos por hipnotizar a los hermanos. Algunos de ellos recibieron alimento con drogas, de modo que por algún tiempo perdieron control de lo que decían. En un esfuerzo por obligar a otros a confesar, sus manos y pies les fueron atados a sus espaldas durante toda la noche. Puesto que algunos no pudieron mantenerse firmes bajo tan terribles formas de tortura, la Gestapo pudo obtener información acerca de cómo estaba organizada la obra de los testigos de Jehová y cómo se efectuaba.

OFICIALES Y EMPLEADOS AMIGABLES

Aunque los oficiales usaban el ‘nuevo lenguaje poderoso y fuerte,’ que caracterizaba especialmente a todos los líderes del nuevo estado, basado como estaba en el llamado ‘principio del führer,’ sin embargo fue agradable ver que en un lugar y otro algunos oficiales de la policía, en sus tratos con los testigos de Jehová tanto fuera como dentro de las prisiones, mostraron que todavía podían tener compasión de sus semejantes.

Carl Göhring, debido a que rehusó dar el “saludo alemán” y unirse a la Organización del Frente Obrero, fue despedido de su empleo con la compañía particular de ferrocarril de la Empresa Leuna de Merseburgo. La agencia de empleos rehusó buscarle trabajo y la oficina de bienestar público rehusó suministrarle sostén de clase alguna. Pero Jehová, que sabe lo que su pueblo necesita, dirigió el asunto de manera que el hermano Göhring pronto hallara empleo en la fábrica de papel de Weissenfels. El director de ésta, el Sr. Kornelius, aceptó a todos los hermanos de la vecindad que habían sido despedidos de sus empleos y no les exigió nada que hubiera estado en conflicto con la conciencia de ellos.

Más tarde se vio que hubo otros patronos como éste también, aunque no muchos. De ese modo muchos hermanos fueron salvados de las garras de la Gestapo.

Hubo también individualmente jueces que en el fondo no estaban de ningún modo de acuerdo con los métodos violentos que usaba el gobierno de Hitler. Especialmente al principio, varios jueces pusieron ante los hermanos un papel inofensivo para que lo firmaran, uno que sencillamente declaraba que se abstendrían de participar en toda actividad política. Puesto que los hermanos podían firmar esto sin reserva alguna, esto salvó a muchos de ellos de perder su libertad.

Muchas veces cuando se efectuaban registros de casas había indicación de que no todos los funcionarios odiaban a los testigos de Jehová como pudiera parecer externamente. El hermano Poddig y su esposa experimentaron esto cuando su hogar fue sometido a un registro. Acababan de recibir correspondencia, incluso ejemplares de La Atalaya junto con otras publicaciones, de la hermana carnal de la hermana Poddig, quien vivía en Holanda. Sin embargo, antes que pudieran leer nada, de repente el timbre de la puerta comenzó a sonar.

“Pronto,” exclamó la hermana Poddig, “mete todo en la despensa y cierra la puerta.” Puesto que esto pudiera haber atraído atención, sin embargo, al último instante decidió dejar la puerta abierta. Mientras tanto, el agente de la Gestapo, acompañado por un hombre de la SA, había entrado en la casa. “Bueno,” comenzó él, “empecemos aquí mismo.” Con eso quería decir la despensa con su puerta abierta. Súbitamente, el hijito del hermano Poddig dijo: “Se puede buscar por mucho tiempo antes de encontrar algo en la despensa,” lo que hizo que el agente se echara a reír y respondiera: “Bueno, pues, entremos en el otro cuarto.” Toda la búsqueda fue inútil. De hecho, el hermano Poddig y su familia se quedaron con la impresión de que ellos —por lo menos el agente de la Gestapo— no querían hallar nada. Se vio que el hombre de la SA no pensaba que la búsqueda se hubiera ejecutado con todo cuidado y quería continuar el registro. Pero el agente de la Gestapo lo reprendió y le prohibió seguir registrando. Al salir, súbitamente regresó solo y le susurró a la hermana Poddig: “Sra. Poddig, escuche lo que le digo. Le van a quitar sus hijos porque no están en la Juventud de Hitler. Haga el favor de enviar a sus hijos, aunque sea solo por las apariencias.” “Entonces ambos partieron y pudimos leer nuestra correspondencia de Holanda en paz,” escribe el hermano Poddig. “Dimos gracias a Jehová por las muchas cosas nuevas y por La Atalaya que de nuevo había sido incluida.”

BURLADOS

Por supuesto, hay muchos casos en que los oficiales de la Gestapo aparentemente fueron heridos con ceguera cuando efectuaban sus registros y en que frecuentemente quedaron burlados por las muy rápidas acciones de los hermanos, en manifestación clara de la protección de Jehová y la ayuda angelical.

La hermana Kornelius, de Marktredwitz, cuenta esta experiencia: “Un día otro policía se presentó para efectuar un registro. Teníamos varias publicaciones en la casa, incluso varias Atalayas mimeografiadas. Al momento, no vi ninguna otra posibilidad sino la de meterlas todas en una cafetera vacía, que por casualidad estaba sobre la mesa. Después que ellos buscaran en todas partes, bastaba solo esperar hasta que descubrieran el escondite. Precisamente en ese momento, y sin que yo la esperara, mi hermana carnal vino al apartamento. Sin preliminares, le dije: ‘Toma, llévate tu café.’ Al principio ella se sorprendió un poco, sin embargo entendió lo que quise decir, y se fue inmediatamente, llevándose la cafetera. La literatura quedó fuera de peligro y los oficiales no habían notado que habían sido burlados.”

Divertida es la historia que cuentan el hermano Kornelius y su esposa acerca de su hijito de cinco años de edad, Siegfried, quien en aquel tiempo no tenía dificultades con el “saludo alemán” y cosas semejantes porque todavía no era de edad escolar. Pero puesto que sus padres lo estaban criando en la verdad, sabía que la literatura de sus padres, que ellos siempre escondían después de leerla, era muy importante y que no se había de permitir que la Gestapo la hallara. Cierto día cuando vio que dos oficiales cruzaban el patio de la casa de sus padres, inmediatamente se dio cuenta de que buscarían la literatura escondida y al punto supo lo que tenía que hacer para evitar que hallaran algo. Aunque todavía no era de edad escolar, se apoderó del cartapacio de su hermano mayor, lo vació por completo y lo llenó con toda la literatura. Se colgó el cartapacio en la espalda y salió a la calle con él. Allí esperó hasta que los oficiales se fueron, después de hacer un registro infructífero. Después de eso regresó a la casa y volvió a esconder la literatura donde la había encontrado.