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Luxemburgo

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Luxemburgo, con sus 2.585 kilómetros cuadrados y 350.000 habitantes, está entre los países más pequeños del mundo. Está ubicado en el centro de Europa, entre Francia, Bélgica y Alemania. Aunque pequeño, Luxemburgo es un estado independiente y soberano. Está altamente industrializado. Sin embargo, densos bosques y ondulantes colinas hacen de este país una tierra agradable. Felizmente, también Luxemburgo tiene una constitución que garantiza libertad de cultos, libertad de palabra y libertad para formar corporaciones.

Por siglos Luxemburgo fue conocido orgullosamente como baluarte católico. Hoy, sin embargo, el gobierno no solo apoya financieramente a la Iglesia Católica, sino también a las religiones protestantes y judías. A pesar del lema del católico luxemburgo: “Permaneceremos lo que somos,” más de 700 luxemburgueses hoy están anunciando las buenas nuevas de la Palabra de Dios de casa en casa como lo hizo Jesucristo. ¿Cómo se ha producido esto? La respuesta se encuentra en la historia del día moderno de los testigos de Jehová.

EL MENSAJE DEL REINO LLEGA A LUXEMBURGO

Ya desde el año 1922 hasta 1925 hermanos de Estrasburgo, Francia, distribuían literatura bíblica en Luxemburgo. Esta distribución comenzó con el tratado intitulado “Un desafío” y terminó con “Eclesiásticos denunciados.” En este tiempo, en Luxemburgo no vivía ningún testigo de Jehová. Sin embargo, en 1929 la oficina de la Sociedad Watchtower en Magdeburgo, Alemania, envió al hermano August Riedmiller a Luxemburgo como precursor. Cuando este hermano se casó con una hermana precursora de Lorena, Francia, en el verano de 1930, ella fue a servir con él en aquel territorio. Distribuyeron los libros El Arpa de Dios, Liberación, La creación y Gobierno, además de algunos folletos y la revista The Golden Age (ahora en español ¡Despertad!). Una hermana precursora de Danzig, Alemania, sirvió junto con esta pareja por corto tiempo, y el hermano Schröder, otro precursor, también fue enviado desde Magdeburgo, Alemania, a Luxemburgo.

Un maravilloso instrumento para la proclamación del mensaje entre la gente fue el Foto-Drama de la Creación, presentado en cuatro partes. La oficina de Magdeburgo, Alemania, envió hermanos a Luxemburgo para que exhibieran este extraordinario Drama que familiarizaba a los espectadores con el propósito divino, llevándolos desde la creación hasta el fin del reino milenario de Cristo. En el año 1930 el Foto-Drama fue exhibido en la ciudad de Luxemburgo y en Esch-sur-Alzette, así como en muchos otros lugares. En la ciudad de Luxemburgo, más de 300 personas asistieron a la exhibición cada noche. En Esch-sur-Alzette también, hubo gran éxito. Se entregaron muchas direcciones, y estas personas fueron visitadas por los hermanos Riedmiller.

COMIENZA LA OPOSICIÓN CATÓLICA

La Iglesia Católica, que por mucho tiempo había tenido el monopolio en cuanto a religión en Luxemburgo, dio pasos para tratar de detener el progreso de la verdad de la Palabra de Dios. Por instigación de ella, se hicieron reglamentos policíacos para desanimar a la gente de ver el Drama y para crear la impresión de que aquello estaba prohibido. Esta impresión se fomentó por medio de informes falsos que salían en la prensa católica.

No obstante, usando las direcciones que recibieron en las reuniones públicas que se celebraron después del Foto-Drama, los precursores pudieron hallar a las primeras personas de Luxemburgo que verdaderamente estaban interesadas en la verdad. En el sur, el primer luxemburgués que se esforzó por llegar a ser un verdadero seguidor de las pisadas de Cristo fue Fred Gores. Él expresa con las siguientes palabras cómo principió a hacer la obra:

“En una de las noches, cuando se celebraban las reuniones públicas, llegué a conocer a un hombre de más o menos treinta y cinco años. Y ambos expresamos el deseo de comunicar a otras personas las nuevas verdades que habíamos aprendido. Después de considerar este asunto en mi casa, le informamos al Sr. Riedmiller lo que habíamos resuelto. Poco después de eso, el Sr. Riedmiller trajo consigo una gran cantidad de folletos intitulados ‘El Reino, la esperanza del mundo,’ unos libros y una tarjeta llamada tarjeta de testimonio. Hasta donde yo recuerdo, esta tarjeta de testimonio estaba escrita en dos idiomas: un lado estaba en alemán, y el otro en francés. El propósito de la visita que se hacía se mencionaba en esta tarjeta, y además se daba un testimonio breve acerca del fin del mundo y la esperanza de una Tierra paradisíaca.

“Nosotros los principiantes, mi compañero y yo, cierto día cobramos valor y fuimos a una calle que seleccionamos para comenzar. Nadie nos había mostrado cómo hacer la obra. Nunca habíamos hecho nada semejante antes. A pesar de eso, mostramos buen ánimo y confiamos plenamente en Jehová. Él nos ayudaría, pensamos para nosotros mismos. Y, ciertamente, Jehová sí nos ayudó a su propia manera. Amigablemente saludamos a la gente y les presentamos la tarjeta de testimonio. Mientras la gente leía la tarjeta, habríamos la maleta y exhibíamos nuestra literatura. Es notable que, desde el mismo principio, cada uno de nosotros fue a las puertas solo, sin temor de que alguien hiciera preguntas que no pudiéramos contestar. Sabíamos que representábamos la verdad. Esto nos fortalecía y nos daba confianza, viniera lo que viniera.

“Bien recuerdo la primera casa que visité. Un hombre bondadoso, de edad avanzada y con una extremidad artificial, inmediatamente aceptó el libro La creación y pidió una Biblia. Tuvimos una conversación amigable y le prometí regresar tan pronto como fuera posible para entregarle la Biblia. . . .

“El gozo de haber recibido tan excelente recepción en la primera casa me dio la fuerza que necesitaba para continuar, aunque en las casas siguientes la gente fue escéptica, sí, y hasta rechazó el mensaje. Poco tiempo después apareció la policía y pusieron rápido fin a nuestra obra. Nos confiscaron las maletas con todo su contenido, escribieron un documento y nos ordenaron que volviéramos a casa. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Por supuesto, nos quejamos al Sr. Riedmiller en cuanto a estas experiencias, pero él nos consoló suministrándonos nueva literatura. Compramos una nueva maleta —esta vez de cartón barato— y tratamos de hacer la obra otra vez. Gradualmente nos hicimos más prudentes, y, después de repetidas confiscaciones de nuestra literatura y equipo, comenzamos a esconder la literatura en los bolsillos de nuestros sobretodos y a ir de casa en casa sin maleta. De esta manera llamábamos menos atención.”

En la ciudad de Luxemburgo fue especialmente Eugen Reuter quien comenzó la obra de la proclamación, en 1931, usando el folleto El Reino, la esperanza del mundo. Pero aquí también hubo oposición. El hermano Reuter recuerda lo siguiente: “Repetidamente el hermano Riedmiller, así como otros precursores, habían sido detenidos por la policía mientras efectuaban su predicación de casa en casa, debido a la ley en cuanto a vendedores ambulantes. La proclamación de la verdad fue una espina en la carne para el clero católico en particular. Puesto que la libertad de cultos estaba garantizada por la constitución, no se podía detener nuestra predicación. Por lo tanto, se usó el pretexto de que éramos vendedores ambulantes en el esfuerzo por detener la testificación. Sin embargo, aquel intento no tuvo buen éxito. La resistencia agitó nuestro celo. A pesar de que se nos hallaba culpables en los tribunales y, a veces, se nos absolvía, el número de personas interesadas en la verdad que participaban activamente en el testimonio aumentó. La policía nos acusó de ser vendedores ambulantes y tomar pedidos de libros.

“Después de tres años de actividad por el hermano Riedmiller, las autoridades tomaron una importante medida en oposición. El hermano Riedmiller fue llevado por dos agentes de la policía a la frontera alemana y expulsado de Luxemburgo. Nuestro abogado declaró que funcionarios encumbrados le habían explicado que August Riedmiller había sido deportado de Luxemburgo para proteger a la Iglesia Católica en el país. Después de varios meses la policía instó a la hermana Emma Riedmiller a salir del país también. El tercer precursor que había venido de Alemania salió del país voluntariamente algún tiempo después debido a que su expulsión era inminente.”

Los opositores esperaban que por medio de esto detendrían la predicación. Pero no habían considerado que, mientras tanto, la semilla de la verdad había arraigado bien. Con el tiempo, los primeros luxemburgueses estuvieron listos para bautizarse en agua. El 25 de septiembre de 1932, en un establecimiento privado para baños en Esch-sur-Alzette, se celebró el bautismo. Ahora se había colocado el fundamento para la organización teocrática en Luxemburgo y nada podría detener el progreso.

SUPERINTENDENCIA DESDE SUIZA

En 1933 la obra de los testigos de Jehová en Alemania fue proscrita por los nazis. Por eso, la oficina de Berna, Suiza, se encargó de los hermanos y los interesados de Luxemburgo. Desde allí también se dirigieron batallas jurídicas, así como reuniones para instrucción bíblica; y se ayudó a los publicadores a organizarse y fortalecerse espiritualmente. A intervalos regulares se enviaban hermanos desde Suiza a Luxemburgo en servicio de discursantes públicos. Esta ayuda fraternal pronto produjo otros excelentes resultados.

Los quince publicadores que ya participaban en el servicio del campo en 1934 distribuyeron 3.164 libros y folletos durante aquel año, a pesar de tremendas dificultades y resistencia. Para llegar a las aldeas del norte, muchas veces estos quince publicadores tenían que viajar ciento veintinueve kilómetros al día por bicicleta. Con gran esfuerzo, gradualmente visitaron todas las ciudades y aldeas del país y predicaron en ellas.

A medida que aumentó la distribución de la literatura, también se acumularon los informes policíacos. Las decisiones unánimes del Tribunal de la Paz fueron consistentemente las de “culpables de vender libros.” Continuamente los hermanos apelaron de estos fallos y por eso sus casos fueron al Tribunal de Apelación y finalmente al Tribunal Supremo. Hasta estas autoridades más encumbradas sostuvieron los fallos de las cortes inferiores, y de nuevo se pronunció culpables a los Testigos.

Pero estos valerosos luchadores gradualmente observaron que las personas a quienes predicaban estaban divididas en dos grupos. Un grupo, bajo la influencia del clero, era hostil a los testigos del Reino y con frecuencia los atacaban cuando iban a las puertas. Agitados por este grupo, algunos miembros de la policía llegaron al extremo de tratar de intimidar a los publicadores del Reino con las palabras: “Si colocan un solo libro, los colgaremos desde el árbol más alto.” Otros agentes de la policía se excusaban y declaraban: “Como ustedes comprenden, se nos llamó y tenemos que cumplir nuestro deber.”

En 1936 el número de publicadores del Reino creció a diecinueve, divididos en tres congregaciones. Fue en este año, también, que por primera vez algunos de esos publicadores viajaron a una asamblea extranjera de mayores proporciones y regresaron a casa con nueva fortaleza para continuar su actividad. En la asamblea, celebrada en Lucerna, Suiza, conocieron por primera vez al hermano Rutherford, presidente de la Sociedad Watch Tower. ¡Qué impresionante fue para los hermanos ser testigos del valor de este combatiente para Jehová! El hermano J. F. Rutherford dijo a los delegados de Alemania que cuando regresaran a aquel “taimado viejo zorro en su guarida,” Adolfo Hitler, deberían dar notificación de que el reino de Dios gobierna y de que ningún poder de este mundo podría causar la caída del rey de Jehová. Entonces levantó el brazo, como se hacía en saludo a Hitler, pero declaró: “Hail Cristo.” Todas estas experiencias y los discursos fueron muy edificantes para los hermanos procedentes de Luxemburgo. De nuevo se animaron para continuar su actividad.

Al hacer esto, además de usar tarjetas de testimonio, dieron mayor uso a los fonógrafos portátiles y tocaron los discursos bíblicos para beneficio de los que escuchaban. Este método regocijó mucho a los hermanos de Luxemburgo; al usar este medio de predicar, los funcionarios no podían molestarlos tanto.

LA INVASIÓN ALEMANA

Súbitamente, el 10 de mayo de 1940, Luxemburgo fue sorprendida por una invasión. De hecho, casi toda Europa fue inundada de tropas alemanas de un solo golpe. No hubo mucho tiempo para pensar en ello. En la ciudad de Esch-sur-Alzette, los funcionarios decretaron que todos los habitantes tomaran las cosas necesarias y partieran inmediatamente hacia la frontera francesa.

En aquel día la actividad de la mayoría de los testigos de Jehová casi cesó en el país de Luxemburgo y los publicadores fueron dispersados como un rebaño de ovejas sin pastor. Los publicadores individuales se enfrentaron a duras pruebas durante los siguientes cinco años. Hermanos bien conocidos, que llevaban la delantera, fueron puestos bajo custodia protectora debido a los informes que hicieron algunos alemanes que se habían establecido aquí y que servían de espías para el ejército alemán. Después de varios meses en las prisiones de Luxemburgo y Trier, los hermanos fueron soltados, pero se les prohibió toda predicación. No obstante, hasta durante estos críticos tiempos de la guerra fue posible efectuar algún trabajo, clandestinamente, y, como resultado de esto, unos cuantos nuevos discípulos se bautizaron. Dos hermanos de Luxemburgo, de quienes se sospechó que habían continuado predicando, se enfrentaron a una prueba especialmente severa. Fueron los únicos Testigos de Luxemburgo que fueron enviados a los campos de concentración.

LA FE SOMETIDA A PRUEBA EN LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN

Uno de estos dos hermanos, Victor Bruch, suministra este informe:

“En la prisión de Trier se nos dio el formulario que ya conocíamos para que lo firmáramos. Con mi firma confirmaría que había seguido una doctrina de error, que negaba mi fe, que no poseía ninguna literatura de la Sociedad Watch Tower, que no la distribuiría más, que denunciaría a cualquiera que se me acercara con literatura, y que respetaría todas las leyes alemanas. La Gestapo trató de debilitarnos por todo medio. Cuando persistentemente rehusé aceptar estas ofertas y no firmé el formulario, la Gestapo me llevó al campo de concentración de Buchenwald/Weimar, el 2 de enero de 1941. Primero a nosotros dos nos transfirieron al establecimiento penal por tres meses y tuvimos que trabajar en una cantera, con mal alimento e insuficiente descanso. Nunca puedo olvidar el siguiente episodio:

“Cuando llegamos a Buchenwald, nos raparon por completo y nos hicieron cruzar desnudos apresuradamente al baño sobre una calle helada, y de nuevo cruzar la calle al cuartel donde nos dieron ropas. Allí en un mostrador largo recibimos de un prisionero nuestra ropa de prisioneros, una pieza tras otra, comenzando con los calzoncillos. Detrás de este prisionero que nos suministraba nuestras cosas estaba otro prisionero, de frente a mí. Repetidamente preguntaba qué había de nuevo fuera del campamento. Yo no respondía. En la prisión se nos informó que frecuentemente los de la Gestapo se disfrazaban con ropa de prisionero para espiar. Yo pensaba en esto mientras él me hacía preguntas y decidí: ‘De mí no vas a averiguar nada.’ Mientras recibía mi pieza final de la ropa, me dijo: ‘Me puedes hablar; yo soy lo mismo que tú.’ En realidad era el hermano Ernst Hassel, de Saarbrücken. Más tarde comprendí la curiosidad que tenía; los hermanos habían estado bajo custodia desde 1937 y estaban sin comunicación con la organización. El conocimiento que uno tenía siempre se consideraba y durante las consideraciones diarias en las diferentes mesas se intercambiaba en fragmentos.

“Después de varios meses, fue en enero de 1942 que los funcionarios del campo anunciaron que si un prisionero poseía una elástica adicional, además de la que se recibía del campamento debería entregarla inmediatamente para los soldados del frente oriental. Debido a que todos los testigos de Jehová rehusaron suministrar hasta un pañuelo para propósitos de guerra, todos tuvieron que estar de pie por horas en el terreno de las paradas el 15 de enero de 1942. Entonces nos quitaron las elásticas y, como pena, tuvimos que trabajar de noche. Bajo las luces de reflectores tuvimos que allanar una zona elevada y convertirla en un campo de juego. Era trabajo duro después de la hora en que terminaban las faenas, y el suelo estaba helado y había una temperatura de -20 grados centígrados (-4 grados Fahrenheit). Nos quitaron los zapatos y por eso teníamos que marchar en zuecos de madera. Pero hasta durante estos duros tiempos Jehová nos ayudó. Solo pasaron tres semanas y toda la ropa que se nos había quitado fue colocada en la cuadra de la prisión, bien limpiada y reparada, con la declaración de que había sido un error cometido con demasiada prisa. Los funcionarios de Berlín no habían aprobado este método. . . .

“Nos removieron de nuestra cuadra comunal en la primavera de 1943 y nos esparcieron en varias cuadras políticas. La administración del campamento esperaba quebrantar la resistencia de los testigos de Jehová de este modo. Pero sucedió exacta mente lo contrario. Ahora tuvimos mejor oportunidad de compartir nuestra fe con otros.

“En febrero de 1944 se necesitaron artesanos, en Lublín y por eso fui enviado allí. Se hizo un esfuerzo por cambiarnos para que fuéramos buenos alemanes y ya no luxemburgueses, y mucho menos testigos de Jehová. Cuando rehusé, de nuevo tuve que ir a un campamento. Me arrancaron del cuerpo la ropa privada y me llevaron a un campamento secundario, en Pulawy. Aquí en Pulawy, un aserradero, pasamos noches terribles. Los prisioneros dormían en un cuartel junto con los guardas, separados de ellos solo por una división de madera. Casi todas las noches había repetidos duelos con armas de fuego entre los guerrilleros y los guardas.

“Cuando los rusos se acercaron, fuimos deportados a Auschwitz. Los hermanos y hermanas que habían estado en Auschwitz por un tiempo estaban en puestos de confianza. A varias hermanas se les permitía ir a pie a la ciudad sin vigilancia para hacer compras para sus señoras. De esta manera las hermanas podían ponerse en comunicación con los hermanos de afuera. Se encargaban de una obra especial, difícil y peligrosa. Copiaban artículos completos de La Atalaya en cuadernos escolares azules cubiertos con papel y trataban de hacer que circularan entre el mayor número posible de personas. Yo también conseguí algunos para leerlos. Hubo un tema que recuerdo muy bien. Era ‘Consolación para los dispersados.’

“De nuevo los rusos avanzaron. Aquello significó que nos transferirían a otra zona. Era una loca carrera a través de Alemania. A algunos de nosotros nos apretujaron en vagones para ganado cerrados y nos enviaron a otro lugar. Lo que teníamos para comer en este viaje era un pan. Éste tenía que durar tres días. Pero en este caso, también, pudimos confiar en la sabiduría de Jehová. Un hermano nos dijo: ‘Si ya dicen tres días, lo mejor es que dividamos nuestro pan para seis días.’ La realidad era que faltaban diez días. En las paradas comíamos llantén, hierba y cualquier cosa que creciera cerca de la vía del tren, para no morirnos de hambre. En el día once llegamos a Ravensbrück. Más de 1.500 prisioneros murieron de hambre durante los últimos días de aquel viaje. Tan pronto como alguien moría lo colocaban en el extremo trasero del vagón y apilaban los cadáveres en capas.

“En los cuarteles de emergencia nos separaron de los demás prisioneros por medio de alambre de púas. Teníamos que contentarnos con medio litro de sopa de vegetales y una rebanada de pan al día.

“De nuevo los rusos amenazaron seriamente el campamento. Esto significó que se nos transferiría a otra región. Se hizo necesario marchar por días. Nosotros los hermanos siempre tratamos de mantenernos juntos. Había cuarenta y nueve hermanos y una persona que mostraba interés que permanecimos juntos y nos animamos unos a otros. Durante cierta noche oí más disparos que nunca antes. Al amanecer notamos, para nuestra gran sorpresa, que los guardas alemanes habían desaparecido. Después de lavarnos, algo que por semanas había sido muy raro, los cincuenta de nosotros fuimos a la aldea cercana para averiguar qué había sucedido. Notamos allí que todos los edificios públicos estaban ocupados por norteamericanos.

“Entonces nos reunimos en un prado en las afueras de la aldea y un hermano hizo una oración de gracias a Jehová por Su maravillosa liberación. Esto aconteció el 3 de mayo de 1945, en Rubz. Por días, seguimos en marcha hasta que los hermanos gradualmente se esparcieron para llegar a sus hogares. Jehová nos había ayudado a sobrevivir en un tiempo dificultoso y aflictivo. Esto fue posible solo con su ayuda.

“El 18 de junio de 1945 llegué a casa en Esch-sur-Alzette. Para mi mayor gozo y gratitud, allí hallé a mi esposa e hijos, que habían llegado a casa solo cinco días antes que yo. Y esto aconteció después de haber sido separados y no haber oído palabra uno de otro por casi dos años.

“A través de todos estos años difíciles el texto de Proverbios 3:5, 6 fue excelente guía para mí. Declara: ‘Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas.’”

REORGANIZACIÓN DESPUÉS DE LA GUERRA

Poco antes de la segunda guerra mundial, la oficina de la Sociedad en Bruselas, Bélgica, había recibido instrucciones de supervisar la actividad de los testigos de Jehová en Luxemburgo. Inmediatamente después de la guerra, esta oficina envió un precursor a Luxemburgo. Fue el hermano Emil Schranz, el primer precursor luxemburgués. Durante la guerra él había servido en Bélgica. Ahora visitó a todos los hermanos que conocía. Las congregaciones se organizaron de nuevo y la actividad prosperó. En el año 1946 hubo treinta publicadores activos, y máximo de treinta y nueve.

Muchos cambios en organización que se hicieron después de la guerra hicieron que la obra creciera rápidamente. En vez de trabajar con tarjetas de testimonio y fonógrafos, los hermanos mismos pudieron, por medio del entrenamiento que recibieron en la Escuela del Ministerio Teocrático, pronunciar discursos públicos y presentar un testimonio en las casas. También progresó la actividad de estudios bíblicos en los hogares, y esto causó gran prosperidad.

Un esfuerzo adicional hacia la libertad para predicar era aconsejable ahora. Se decidió incorporar una sociedad no lucrativa con reconocimiento legal para atender los intereses del Reino de mejor manera. El 18 de julio de 1946 se alcanzó esta importante etapa en la historia de los testigos de Jehová en Luxemburgo. Se publicó notificación del registro legal en el Amtsblatt Memorial del 23 de octubre de 1946. Esta sociedad con reconocimiento legal ha resultado muy útil para los hermanos.

EDIFICADOS POR HERMANOS DE LA CENTRAL DE BROOKLYN

En 1947 hubo otro gran acontecimiento en la historia de los testigos de Jehová en Luxemburgo. Se celebró la primera gran asamblea allí. Los hermanos F. W. Franz y Grant Suiter sirvieron a los hermanos con palabras bíblicas de consejo en esta asamblea. Era la primera vez que hermanos de la oficina central de la Sociedad en Brooklyn habían visitado a Luxemburgo. Un hermana que en aquel tiempo era muy joven expresó más tarde en las siguientes palabras lo que pensó acerca de esta ocasión:

“No puedo olvidar que estos hermanos comieron con nosotros en la cocina. Muchas veces pensé que estos hermanos estaban acostumbrados a hablar en salones mayores y mejores que el de Luxemburgo, que estaba al lado de una ruidosa bolera. Pero esto no fue un estorbo para los dos hermanos de modo que no presentaran un testimonio cabal, y no se quejaron de ninguna manera. En la mañana del 11 de junio de 1947 un hermano procedente de Bruselas pronunció en francés el discurso del bautismo y seis hermanos se bautizaron. Esto fue un magnífico acontecimiento para nosotros. El discurso público, pronunciado en alemán aquella noche por el hermano Franz, tuvo el tema de ‘El gozo de toda la gente’ y 123 personas escucharon. Comenzando desde este año, se animó a los hermanos a continuar organizando reuniones mayores, como asambleas de circuito, y ellos hicieron esto.

“Debido al excelente éxito de esta primera asamblea grande, los hermanos organizaron valerosamente las asambleas mayores que después se celebraron y las anunciaron de la siguiente manera: Un grupo de unas cuatro a seis personas iba en bicicletas por el pueblo con cartelones atados a ambos lados de las bicicletas. Todas las calles se trabajaban. Otros hermanos, entre cartelones que llevaban atados al frente y detrás, con el anuncio de la asamblea, caminaban calle arriba y calle abajo. A veces la gente nos arrojaba piedras y casi siempre nos regañaba.”

En marzo de 1949 fueron enviados a Luxemburgo los primeros graduados de la Escuela de Galaad, los hermanos Nelson y Cummings. Estos fortalecieron mucho la organización, que era bastante pequeña, y por medio de su iniciativa se introdujo la obra en las calles con las revistas. Esto sirvió para dar un anuncio cada vez mayor al reino de Jehová, pero la Iglesia Católica mostró un gran deseo de imponer silencio a la testificación.

El presidente de la Sociedad, Nathan H. Knorr, estuvo presente en la primera gran asamblea internacional que se celebró en Europa después de la guerra, en Francfort del Meno, del 24 al 26 de agosto de 1951. Delegados de Luxemburgo también asistieron. Más tarde, cuando el hermano Knorr se detuvo en Luxemburgo para hablar con los hermanos, la ocasión resultó ser un gran testimonio, y hasta hoy día los hermanos comentan acerca de aquella ocasión. Esta vez fue posible alquilar un salón excelente, y los hermanos trataron de preparar todo la noche antes. Pero ¡ay! el salón fue usado por otras personas hasta el último momento. Por lo tanto nuestros hermanos tuvieron que hacer un gran esfuerzo. Se oyó una conversación entre dos hombres que habían usado el salón antes de nosotros. Uno le dijo al otro: “Estoy ansioso de averiguar cómo es el presidente de esta sociedad.” Un publicador que oyó esta conversación estaba alerta mentalmente y respondió: “Mire, no tiene que estar ansioso. El presidente está allí, en frente de la plataforma, encima de una escalera, colgando una tela con martillo y clavos.” Los dos hombres quedaron pasmados. ¡Qué diferente era aquello a la acostumbrada glorificación católica de los hombres! Y al siguiente día se podía ver al hermano Knorr montado en bicicleta junto con los hermanos y pasando por las calles de la ciudad capital para anunciar su propio discurso. ¡Qué excelente y agradable era observar que él mismo participaba en la actividad que se había sugerido desde la plataforma de la asamblea!

Esta breve parada del hermano Knorr allí resultó ser una gran bendición para la obra en general y para esta reunión especial. Las 205 personas que asistieron y escucharon su discurso compusieron la más grande reunión teocrática hasta aquel tiempo en Luxemburgo. Todos estos acontecimientos contribuyeron al fortalecimiento de la organización interna, y aquel mismo año el número de publicadores aumentó a más de cien por primera vez, pues 113 publicadores estuvieron activos en el servicio del campo.

NO VENDEDORES, SINO PREDICADORES

En los años 1952 y 1953, de nuevo hubo grandes pleitos en los tribunales para la organización. Algunos publicadores, entre ellos menores, fueron detenidos por la policía mientras participaban en su predicación en Fischbach, y se hizo un informe oficial. Se les acusó de violar la ley contra los vendedores ambulantes. Cuando se presentó el caso, una joven publicadora se defendió tan bien delante de los tres jueces que fue exculpada. Pero, ¿qué les sucedió a los publicadores de más edad? Porque eran personas de más edad se les halló culpables durante el mismo juicio.

Este fallo judicial hizo que ocurriera un gran cambio para el pueblo de Dios el año siguiente, 1953. El abogado de la Sociedad grabó con claridad en la mente de los jueces durante la sesión del Tribunal de Apelaciones de Luxemburgo que no era lógico que el tribunal de Mersch exculpara a una parte del grupo y hallara culpable a la otra parte, puesto que ambos grupos hicieron la misma obra de predicar. Esta inconsistencia hasta hizo que el fiscal público trabajara a favor de los hermanos. Él mismo le probó al alto tribunal que en esta actividad no se puede hablar de “vender,” porque este término incluye una ganancia financiera de la cual vive el que vende. Sin embargo, esto no es lo que sucede en el caso de los testigos de Jehová, jóvenes o viejos, sostuvo el fiscal público. ¿Y cuál fue el resultado del caso esta vez? Durante su sesión pública del 26 de marzo de 1953, el tribunal de distrito llegó a la siguiente decisión:

“Al considerar los hechos de que la última Jurisprudencia luxemburguesa decidió que la acción de ambos apelantes no constituye ninguna venta ni una oferta para vender o tomar pedidos, por consiguiente no hay violación de la ley de 1.1.1850 acerca de venta por vendedores ambulantes. Por esta razón se revoca el primer fallo y ambos acusados quedan exculpados.”

La mayoría de la policía respetó esta gran victoria a favor de los testigos de Jehová, y desde ese tiempo no han surgido más casos de tribunal. Los hermanos agradecen a Dios el que su pueblo hoy pueda disfrutar de libertad religiosa en Luxemburgo.

Fue para aproximadamente ese mismo tiempo, en el año de 1952, que el gobierno municipal de la ciudad capital otorgó a los Testigos el uso del salón de banquetes municipal en el edificio Clercle, en la Paradeplatz. Este acontecimiento causó mucha sorpresa porque hasta entonces solo los católicos estaban acostumbrados a usarlo por permiso del gobierno. Desde entonces en adelante, la actitud de las autoridades para con los testigos de Jehová se fue haciendo cada vez mejor y más tolerante.

SE ESTABLECE SUCURSAL

El año de 1955 representó otro importante escalón en el fortalecimiento de la organización interna. El hermano Knorr, después de detenerse en Luxemburgo en el otoño de aquel año, decidió abrir una nueva sucursal de la Sociedad Watch Tower en Luxemburgo. Así, ese país ya no estaría bajo la superintendencia o supervisión de la sucursal belga. Este cambio resultó en actividad más extensa. Durante el año de servicio de 1957 ya se habían formado seis congregaciones activas, y se había alcanzado un máximo de 230 publicadores. La distribución de revistas aumentó de 16.157 en 1955 a 47.174 durante 1956.

El que vive en un país tan pequeño como Luxemburgo suele pensar en cantidades pequeñas. Por lo tanto se comprende que los dieciséis delegados de Luxemburgo que asistieron a la asamblea internacional de 1958 en Nueva York quedaran asombrados cuando vieron lo grande que era la organización. Regresaron fortalecidos en su fe y tuvieron mucho que informar a sus Testigos compañeros allá.

El hermano Knorr volvió a visitar a Luxemburgo en 1960. La ciudad de Luxemburgo entonces dio a los testigos de Jehová permiso para usar el teatro de la ciudad, y, el 14 de julio, 502 personas asistieron al discurso público. Todo esto, así como la fe y paciencia de los Testigos locales, contribuyó a un aumento que hizo que se alcanzara la cifra de 303 publicadores en 1961.

Durante el año siguiente, once hermanos de Luxemburgo fueron llamados a la Escuela del Ministerio del Reino en la sucursal de la Sociedad en Wiesbaden, Alemania. Esto contribuyó mucho a su entrenamiento, lo que llevó a más progreso en la organización. Cuando regresaron a sus propias congregaciones, pudieron atender de mejor manera todavía los intereses del Reino.

PREDICANDO EN UNA VARIEDAD DE LENGUAS

Aunque Luxemburgo es un país pequeño, extranjeros de más de treinta naciones viven allí. Cuando los publicadores del Reino van de casa en casa, no les sorprende hallar a personas que hablan muchos diferentes idiomas, de modo que han tratado de dar adelanto a los intereses del Reino en esos varios grupos lingüísticos. Por ejemplo, por medio de visitas pacientes y constantes, finalmente se hizo posible organizar en noviembre de 1963 una congregación italiana con doce publicadores en la ciudad de Luxemburgo. En cooperación con la sucursal de la Sociedad en Bélgica, por primera vez se celebró una asamblea de circuito italiana en Luxemburgo en noviembre de 1967; hubo una concurrencia de 342 personas.

En cuanto a esto, es interesante el punto de que el lenguaje oficial de Luxemburgo es el francés. Pero la gente misma habla dialecto de Luxemburgo, que se originó de los celtas e incorpora palabras de idiomas de países cercanos.

En el país vecino de Bélgica, donde se habla francés, hay un territorio pequeño que consiste en muchas aldeas y pueblos donde la gente todavía habla alemán. Unos cuantos publicadores estaban activos entre ellos, pero necesitaban más oportunidad para escuchar las buenas nuevas en su propio idioma. En la primavera de 1965 se decidió que la sucursal de Luxemburgo debería atender a estas personas. Para ese octubre ya funcionaba en la zona de habla alemana en Eupen una congregación de veintidós publicadores. Durante mayo de 1970, se hizo posible organizar la primera asamblea de circuito de esta zona.

Sin embargo, el excelente progreso de la obra dirigida desde Luxemburgo no le agrada a Satanás el Diablo, el opositor de Dios. Él, también, ha estado activo de muchas maneras. El año de 1965 envolvió pruebas para los hermanos. Siempre ha sido la táctica o estrategia de Satanás el sembrar malos entendidos, controversias y otros problemas entre los hermanos. Esto vino con intensidad cada vez mayor sobre los hermanos en 1965. Por lo tanto se hicieron algunos cambios en la organización. Anton Letonja sirvió temporáneamente de superintendente de sucursal por varios meses. Entonces Albert Steimann fue enviado a Luxemburgo y fue nombrado superintendente de sucursal y de distrito. Durante este tiempo de prueba, la mayoría de los hermanos se mantuvieron firmes. Muchos entendieron mucho mejor el texto de Salmo 127:1, donde leemos: “A menos que Jehová mismo edifique la casa, de nada vale que sus edificadores hayan trabajado duro en ella.” La organización de Jehová tiene que ser mantenida en condición de limpieza. Un precursor especial que ha servido por ocho años en este país dijo lo siguiente acerca de este tiempo: “El país entero prosperó de nuevo,” en sentido espiritual. El año de 1965 fue coronado con una excelente ocasión, la primera asamblea internacional, en la cual 3.835 delegados se congregaron para un banquete espiritual.

Fue el 5 de junio de 1968 que el hermano Knorr hizo arreglos para que la Sociedad comprara un edificio, ubicado en un muy excelente sector de la ciudad capital, que se usaría como oficina de sucursal y hogar misional. Este edificio ha contribuido muchísimo al testimonio que se ha dado y al logro de más progreso en la obra. Se hicieron cambios también para suministrar un muy atractivo Salón del Reino. Estimulados por este proyecto de construcción, muchas otras congregaciones consideraron seriamente construir sus propios Salones del Reino.

CONTRASTE RELIGIOSO

Mientras que la Iglesia Católica ha perdido mucho de su poder e influencia anterior aquí, entre los adoradores de Jehová abunda la prosperidad espiritual, el progreso y la bendición. La mayoría de las personas a quienes éstos visitan son corteses, pero muestran poco interés en la Palabra de Dios. Esto no sorprende puesto que entre los clérigos se duda de la autenticidad de la Biblia. De hecho, cierto clérigo de la ciudad de Luxemburgo declaró que la Biblia es un libro escrito por hombres que solo expresaron sus propias opiniones religiosas. ¡No extraña que la concurrencia a las iglesias haya disminuido!

En contraste, sin embargo, los publicadores del mensaje del Reino están sosteniendo en alto las Escrituras y han mostrado su deseo de tener mayor participación en el servicio de Jehová. Por ejemplo, durante el mes de junio de 1975 hubo un máximo de 790 proclamadores del Reino en Luxemburgo.

Allá en 1958, un funcionario del gobierno visitó la oficina sucursal de la Sociedad y quedó atónito por el progreso de los testigos de Jehová. Confidencialmente mencionó que los Testigos componían entonces la segunda entre las mayores religiones de Luxemburgo y sugirió que los Testigos le pidieran al gobierno que apoyara financieramente la obra.

Por supuesto, ellos no han hecho tal cosa. Tienen su confianza puesta en Jehová, a quien pertenecen “las bestias sobre mil montañas,” así como “la tierra productiva y su plenitud.” (Sal. 50:10, 12) El hecho de que Dios les está dando el aumento es evidente cuando se nota que 1.519 personas asistieron a la celebración de la Cena del Señor el 27 de marzo de 1975. No se sabe cuántas de estas personas, u otras, todavía se les unirán en el servicio de Jehová. No obstante, están resueltos a continuar predicando las buenas nuevas en Luxemburgo hasta que la obra esté hecha. Por este inefable privilegio y las abundantes bendiciones de que disfrutan, su gratitud y alabanza ascienden a Jehová, su amoroso Padre celestial.