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Canadá

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Los indígenas iroqueses lo llamaban Kanata, que quiere decir “un grupo de chozas.” Sin embargo, es posible que usted lo conozca como la tierra del cazador de pieles y el esquimal, el ante y el oso blanco o polar... y, sí, los “montados,” miembros de la real policía montada del Canadá que visten chaquetas rojas y ‘que siempre capturan al bandido.’

Pero el Canadá del día actual es mucho más que eso. Este vasto país que abarca 9.976.139 kilómetros cuadrados es el segundo país del mundo en tamaño. Se extiende en la América del Norte desde el océano Atlántico en el este hasta el Pacífico en el oeste. Hacia el sur están los Estados Unidos y hacia el norte las aguas heladas del Ártico.

Dentro de los límites del Canadá se hallan las elevadísimas y majestuosas montañas Rocosas, miles de resplandecientes lagos y ríos, y las aguas tronadoras de las cataratas del Niágara de fama mundial. También hay extensos llanos con sus mares de grano dorado que deleitan los ojos, e inmensos bosques de pinos, abeto, arce, cedro y abedul.

Este es el “hogar” de 23.000.000 de personas. Debido a un arreglo de inmigración bastante liberal, se hallan entre la población del Canadá: austriacos, holandeses, alemanes, griegos, húngaros, italianos, judíos, latinoamericanos, polacos, portugueses, rusos, escandinavos, españoles, ucranianos, antillanos y yugoslavos. De los países orientales han venido árabes, chinos, naturales del archipiélago y península de la India, filipinos, japoneses, coreanos y paquistaníes. Hace años, antes que se hubiese radicado aquí el hombre blanco, esta tierra era el hogar del esquimal y de muchas pintorescas naciones de indios norteamericanos. Afortunadamente, todavía es posible encontrar a algunos de estos pueblos, entre ellos los críes, cayugas, mohawks, ojibwayes, kutenais y haídas.

En 1534 vino el explorador francés Cartier, y en 1604 se estableció la primera colonia francesa permanente en lo que ahora es Canadá oriental. A fines del siglo XVI, los británicos vinieron por primera vez a Terranova y las costas adyacentes. Más tarde, los ingleses se extendieron sobre lo que actualmente se llama Nueva Escocia, Quebec y Ontario. En 1763 Canadá llegó a ser parte del Imperio Británico, pero retuvo como idiomas oficiales tanto el francés como el inglés. Se efectuó la confederación en 1867 y la igualdad de estado como parte del Commonwealth Británico en 1931. Actualmente, el Canadá consiste en 10 provincias y dos territorios.

La población se concentra principalmente dentro de una faja angosta a lo largo de la frontera que comparte con los Estados Unidos, y el número de personas por kilómetro cuadrado baja rápidamente a medida que se va en dirección al norte. Gran parte de la tierra sigue inhabitada y permanece subdesarrollada, pues posiblemente el 90 por ciento de la población vive en solo 12 por ciento de la tierra. Esto en parte se debe a los severos inviernos en las regiones septentrionales, aunque los veranos son agradables y brillantes.

Como pudiera imaginarse, los muchos inmigrantes al Canadá trajeron consigo sus costumbres interesantes y diferentes religiones. Así, se hallan evidencias del budismo, islamismo, judaísmo e hinduismo. Pero los grupos religiosos más grandes son los llamados cristianos. El catolicismo romano es la confesión más grande y tiene casi 10.000.000 de miembros, la mayoría de ellos en la provincia de Quebec. La Iglesia Unida afirma tener más de 3.000.000 de adherentes, y los anglicanos otros 2.500.000. Cuerpos protestantes más pequeños, como los presbiterianos y bautistas, así como también los católicos ortodoxos, forman gran parte de la población restante, aunque muchas personas dicen que no pertenecen a ninguna religión.

UNA LUZ TENUE EN EL ORIENTE

Fue en el año 1880, a más tardar, que una vislumbre de verdadera luz espiritual empezó a brillar en el Canadá. De sus amigos y parientes celosos que vivían en los Estados Unidos, algunos canadienses recibieron literatura y un mensaje animador acerca de la restauración de todas las cosas por el reino de Dios en manos del glorificado Jesucristo. (Hech. 3:19-21; Rev. 21:1-5) Una de estas publicaciones que daba en qué pensar —Food for Thinking Christians, publicado en 1881— tuvo buena acogida aquí. ¡Con qué eficacia removió las telarañas de las religiones falsas su poderosa revelación de los errores doctrinales que se enseñan en las iglesias de la cristiandad!

Proclamaban estas “buenas nuevas” Charles o Carlos T. Russell y un pequeño grupo de Estudiantes de la Biblia con central en Allegheny (ahora parte de Pittsburgo), Pensilvania, EE. UU. ¿De qué calibre eran los canadienses que respondieron favorablemente al mensaje del Reino? Bueno, note la gratitud genuina que sintió por la verdad de la Biblia y que resalta en esta carta de un hombre en Ontario (publicada en la Watch Tower de enero/febrero de 1882):

“¿Pudieran ustedes hacerme el bondadoso favor de aconsejarme respecto a la manera de cortar mi unión con la iglesia de la cual soy miembro? Me parece que no debiera asistir, porque el hacerlo sería consentir en lo que enseña, lo cual ya no creo. Hace mucho que realmente no lo creo, pero no conocía un camino mejor. Ahora, gracias a Dios, ya no es así. De ustedes en la esperanza de la vida eterna.”

Uno de los primeros Estudiantes de la Biblia canadienses fue William Brookman, que evidentemente había sido clérigo. Bajo su dirección, se reunió regularmente una clase en Toronto.

Otro canadiense que aceptó la verdad de la Biblia en una fecha temprana fue Thomas Baker, operador de un aserradero en Elba, Ontario, una pequeña comunidad a unos 80 kilómetros al noroeste de Toronto. Baker, un hombre muy religioso, había sido el superintendente de la escuela dominical anglicana. Pero su aserradero se convirtió en un lugar en que no solo se oía el zumbido de las sierras, sino también las grandiosas noticias del reino de Dios. Como lo expresó su hija Ana: “A todo cliente que entraba se le daba un tratado o folleto o libro. ¡No creo que haya pasado por alto a nadie!”

Por ser tan bien conocido Thomas Baker, su salida de la iglesia establecida de la comunidad ocasionó muchas preguntas. De hecho, tantas personas preguntaron acerca de esto que él publicó un folleto en que dio las razones por su acción. Baker murió en 1906, y la persona que pronunció el discurso funerario fue alguien a quien Baker mismo había enseñado la verdad de la Palabra de Dios.

Hacia el fin del decenio que empezó en 1880, los repartidores (personas que dedicaban todo su tiempo a la proclamación del Reino) compartieron las “buenas nuevas” con Caleb Crandell. Él aceptó literatura bíblica y hospedó a los visitantes en su hogar en Crandell’s Corners (ahora dentro del Puerto Perry), Ontario. En ese entonces no se formó un grupo para estudiar la Biblia, pero sabemos que Caleb hizo por lo menos un viaje para oír hablar a C. T. Russell en Massey Hall en Toronto. Crandell quedó deleitado con lo que vio y oyó. Vez tras vez repitió el siguiente relato de lo que sucedió: Varios clérigos, invitados a la plataforma para hacer preguntas, se perturbaron bastante cuando no pudieron contradecir las respuestas acertadas y bíblicas de Russell. Entonces todos trataron de bombardear a Russell con preguntas a la misma vez. Con calma Russell los llamó al orden y les pidió que se portaran como caballeros, y dijo que gustosamente trataría con cada pregunta. A Crandell le impresionó mucho ver que los clérigos no pudieron refutar los argumentos bíblicos de Russell. Por fin, los clérigos simplemente abandonaron la plataforma y desaparecieron entre la muchedumbre sin más discusión.

VERDAD BÍBLICA LLEGA AL CANADÁ OCCIDENTAL

La luz de la verdad estaba resplandeciendo con cierto fulgor en el Canadá oriental cuando un haz de esa luz penetró en la oscuridad espiritual del Canadá occidental. En 1889, William Flewwelling de Carberry, Manitoba, llegó a tener un ejemplar del “Plan Divino de las Edades,” el primer volumen de la serie La Aurora del Milenio de C. T. Russell (que más tarde se llamó Estudios de las Escrituras). Convencido de que había hallado la verdad, Flewwelling compartió la información con otros, especialmente después de mudarse a Vancouver, Colombia Británica, en 1890. Un señor que escuchó con aprecio fue Robert Pollock. Dentro de poco se estaban celebrando clases para estudiar la Biblia en la casa de Pollock. Según lo que sabemos, éste fue el primero de estos grupos en la costa occidental del Canadá.

En años posteriores, William Flewwelling ayudó a establecer grupos para el estudio de la Biblia en Asquith (unos 32 kilómetros al oeste de Saskatoon) y Wadena, Saskatchewan. Más tarde (en 1934), se mudó a Witchekan, Saskatchewan, y declaró las “buenas nuevas” por toda esa parte de la provincia. William murió en Lago Chitek en 1945, pero muchos de sus parientes siguen con la obra de predicar el Reino que él empezó en esa zona.

Por supuesto, la verdad de la Biblia llegó al Canadá occidental por otros medios también. En 1889, el mismo año en que Flewwelling llegó a aprender la verdad, un hombre bien intencionado arrojó una revista en la litera de un canadiense en un corral de ventas de caballo típicamente occidental de Fargo, Dakota del Norte. “Mira, Mais,” dijo el hombre. “¡Esto es algo que te interesará!” Leslie Mais estaba allí para vender una manada de caballos que había criado en su heredad en Fort Qu’ Appelle, Territorios del Noroeste (ahora Saskatchewan). Era miembro de la Iglesia Anglicana, muy dedicado a la lectura de la Biblia y hablaba a otros acerca de lo que leía en las Escrituras. ¡Con razón aquel hombre tiró la revista sobre su litera! Bueno, Mais leyó esa Watch Tower, se suscribió a ella inmediatamente y siguió leyendo esa publicación hasta que murió en 1924.

PRIMERA VISITA DE C. T. RUSSELL AL CANADÁ

Para 1891 había suficientes Estudiantes de la Biblia en la zona de Toronto para celebrar una asamblea de un día en esa ciudad. Entonces, por primera vez, el pastor Russell visitó a sus compañeros creyentes de este país. En la sesión matutina del 22 de febrero, más de 400 personas escucharon mientras él les hablaba por más de dos horas. Esa tarde unos 700 individuos estuvieron presentes para otro discurso de dos horas que el hermano Russell pronunció. Esa noche dirigió la palabra a una congregación en el otro extremo de Toronto y volvió al lugar de la asamblea antes de las nueve para participar en una sesión de preguntas y respuestas. ¡Ciertamente fue un día ocupado!

OPOSICIÓN A MEDIDA QUE SE ACELERA EL PASO

Las “buenas nuevas” se estaban extendiendo en este país a un paso cada vez más acelerado. A principios de 1891, un repartidor de las buenas nuevas escribió: “Aunque solo he estado en el Canadá un tiempo breve, he tenido el privilegio de ver que se ha despertado un interés excelente y que la siega ha tenido un buen principio aquí. . . . Ya se han repartido más de 5.000 AURORAS [volúmenes de La Aurora del Milenio] en Ontario, y el trabajo apenas ha tenido un buen principio.”

Pero esta actividad no se realizó sin oposición clerical. En Ontario por lo menos dos ministros de la cristiandad quemaron en público ejemplares de La Aurora del Milenio y denunciaron al hermano Russell y a los que distribuían los libros.

Durante ese período, el Review, semanario de Niágara Falls, publicaba los sermones de C. T. Russell. El director del periódico era el hermano James E. Anger, que declaró francamente: “[Para 1892] había logrado acarrearme el boicoteo de los choferes de taxi, los Profanadores del Sábado, los posaderos, la Iglesia C[atólica] R[omana] y las iglesias protestantes del pueblo.” Por fin tuvo que vender el periódico. Pero los descendientes del hermano Anger son testigos de Jehová activos hasta el día de hoy, y podemos contar unas 20 congregaciones cristianas espiritualmente prósperas en esa parte de la península de Niágara.

A pesar de la oposición clerical y de otra clase que sobrevino a principios de la década de 1890, algunos clérigos y otros que habían sido clérigos estaban rectificando en su mente los asuntos bíblicos. Además, estaban viendo la responsabilidad que tenían de enseñar a otros la verdad que se halla en la Biblia. Uno de estos hombres, John L. Lawson, escribió al hermano Russell en 1892, y le dijo:

“El Señor me ha estado preparando por años para estas verdades del milenio. En 1874 dejé [dimití] el ministerio de la [Iglesia] Metodista Primitiva de Inglaterra, donde había estado por nueve años . . . Desde entonces me he dedicado a un estudio de la profecía; y los volúmenes de usted me suministran una abundancia, una plenitud en este ramo de estudio que supera cualquier cosa que haya visto hasta ahora. El leerlos realmente es para mí como sentarme a un banquete de ‘alimento a su tiempo’... al cumplirse las verdades predichas son precisamente eso para la familia de la fe. . . .

“Quisiera ser de ayuda a los consagrados, vigilantes; pero aquí en la maleza [canadiense] temo que no pueda hacer mucho. Quisiera saber qué arreglos la [Sociedad tiene] con los repartidores y si saben de algún campo donde éstos hagan falta urgentemente.”

A medida que más personas aprendían la verdad de Dios y veían la necesidad urgente de declarársela a otros, continuó acelerándose el paso de la actividad del Reino. Las clases de los Estudiantes de la Biblia se desarrollaban en un lugar tras otro. Por ejemplo, en 1892 se empezaron a celebrar reuniones cristianas en Victoria, Colombia Británica.

Matthew Nelson de Carberry, Manitoba, oyó el mensaje del Reino por primera vez ese año y lo aceptó. En 1893, Nelson se mudó a Grandview Manitoba, y sembró las semillas de la verdad de la Biblia allí. ¡No era cosa rara el que él condujera un carruaje 24 kilómetros por caminos no pavimentados simplemente para llevar el mensaje a alguien que estuviera interesado! Eso no era fácil en caminos lodosos. En la propia familia de Nelson, su madre, su hermana y algunos parientes por vínculos matrimoniales respondieron favorablemente a sus esfuerzos. El 22 de noviembre de 1914, se estableció la primera congregación en Grandview, y el hermano Nelson tuvo el privilegio de servirle de superintendente. Este individuo emprendedor y activo hizo mucho para animar a todos sus asociados cristianos hasta que murió en 1945.

EL COMIENZO EN LAS REGIONES MARÍTIMAS

Entre los que aprendieron la verdad alrededor de 1892 estuvieron Arthur N. Marchant y W. T. Dowden de Halifax, Nueva Escocia. También aprendieron que los cristianos hacen algo. Viven en conformidad con las “buenas nuevas” y hablan acerca de ellas. Marchant se mostró resuelto e inmediatamente se hizo repartidor, pues estaba absolutamente convencido de que ningún trabajo era más importante que el de declarar las “buenas nuevas.” Allá en 1895, se ocupaba en testificar sistemática y frecuentemente en todas las provincias marítimas, incluso la Isla Príncipe Eduardo, y así colocó los cimientos para un excelente desarrollo futuro en aquella zona.

Arthur Marchant ayudó espiritualmente a los que se interesaban por medio de establecer grupos para el estudio de la Biblia y entrenar a algunos a testificar a otros. También bautizó a los que quisieron dar ese paso importante.

Recuerde que no se efectuaba este trabajo con la comodidad, conveniencia y facilidad con que se viaja hoy día. A menudo el hermano Marchant anduvo muchos kilómetros. A veces iba en bicicleta, y en el invierno usaba un automóvil, si había uno disponible... pero eso fue antes que hubiese calefacción en los automóviles. Ella Dow recuerda una ocasión en que Marchant estaba conduciendo un automóvil abierto. Llegó a la casa de ella en la región rural “helado hasta los huesos,” dice ella, y agrega: “¡Tuve que friccionarle las piernas con linimento y hacer que las metiera en el horno abierto para que el calor volviera a ellas!”

Al pasar los años, el hermano Marchant nunca vaciló. Una vez, durante la primera guerra mundial, lo arrestaron en Halifax por distribuir el libro “The Finished Mystery” (El misterio terminado). ¡Se fijó la fianza en 10.000 dólares! Cuando el juez le preguntó cuál era su vocación, él respondió inmediatamente: “¡Un ministro del Dios Altísimo!” Arthur N. Marchant terminó su carrera fielmente el 23 de mayo de 1940. ¡Pero qué tremendo trabajo había hecho en casi 50 años de hacer discípulos! Hoy en la zona de 132.000 kilómetros cuadrados donde él trabajaba tan diligentemente hay más de 80 congregaciones y más de 4.500 testigos activos de Jehová.

“COMO UN FUEGO ARDIENTE”

El mencionar las regiones marítimas hace recordar a un canadiense para quien con el tiempo la palabra de Dios resultó ser “como un fuego ardiente.” (Jer. 20:9) Simplemente tenía que hablar acerca de ella. Nació en el Canadá el 2 de julio de 1877 y fue criado por padres presbiterianos en una comunidad católica de Nueva Escocia. ¿Su nombre? Alexander Hugh Macmillan.

Solo tenía unos 13 años de edad cuando su hermana menor murió de difteria, y el jovencito Macmillan se puso a razonar: “La vida es corta e incierta. Si lo que hacemos aquí afecta de modo alguno lo que seremos en el más allá, entonces seríamos muy tontos si no dedicáramos nuestro tiempo a servir al Señor ahora con la esperanza de obtener algo mejor durante la eternidad. En cuanto a mí, voy a declararme de parte del Señor y hacer lo que yo creo que le agrade.”

Al cumplir los 16 años de edad, Macmillan optó por hacerse predicador. Partió del hogar y se matriculó en una escuela a fin de prepararse para ingresar en un seminario conciliar. Entonces, por alguna razón, sufrió un colapso nervioso. Muy acongojado, Macmillan regresó a casa. Consideradamente, su padre suministró los fondos y dentro de poco el joven estaba en camino a Boston, Massachusetts. Allí consiguió un ejemplar del libro “El Plan de las Edades” (o “El Plan Divino de las Edades”) escrito por C. T. Russell. Las verdades que éste contenía se hicieron “como un fuego ardiente” dentro de Macmillan. No pudiendo contenerse, salía a la calle y detenía a la gente para contarle lo que había aprendido.

Un día Macmillan se acercó a un extraño y le preguntó: “¿Sabe usted acerca de la grandiosa promesa que Dios le hizo a Abrahán, que por medio de su descendiente todas las familias de la Tierra serán bendecidas?” El hombre se sobresaltó y contestó: “¿A qué Abrahán se refiere usted?... ¿al Abrahán que tiene la casa de empeños en la calle Salem?”

Bueno, por lo menos Macmillan estaba esforzándose por alcanzar su meta juvenil... la de llegar a ser predicador. En septiembre de 1900 este canadiense sincero se bautizó para simbolizar su dedicación a Jehová Dios. En los años siguientes viajó extensamente declarando las “buenas nuevas,” visitando congregaciones y edificando espiritualmente a sus compañeros de creencia. Fielmente terminó su carrera terrestre cuando murió como miembro de la familia de Betel de Brooklyn el 26 de agosto de 1966 a la edad de 89 años.

EDIFICANTES VISITAS DE LOS “PEREGRINOS”

A. H. Macmillan había sido un asociado íntimo de C. T. Russell, y los dos manifestaban interés intenso en el bien de sus compañeros que adoraban a Jehová. Russell había estado visitando a numerosos grupos de Estudiantes de la Biblia en el Canadá durante asambleas de un día, pero se estaban estableciendo nuevas congregaciones, o clases, en muchos lugares y ya no le era posible visitar a todas éstas. No obstante, estas visitas, los discursos que se pronunciaban y la buena asociación contribuían mucho para fortalecer espiritualmente al pueblo de Dios. Por lo tanto, la Watch Tower del 1 de septiembre de 1894 anunció que se había nombrado a varios hermanos capacitados para visitar a las congregaciones. Más tarde, a este servicio que efectuaban los representantes viajantes de la Sociedad Watch Tower se le llamó el trabajo de los “peregrinos.” ¿Cómo era un día típico durante la visita de un peregrino? Se puede sacar alguna idea de esta carta al hermano Russell:

“El hermano [George] Draper nos visitó. . . . Nuestras reuniones no fueron grandes, pero puedo decir con seguridad que cada rostro manifestaba interés intenso, y que todo nuestro pequeño grupo y unos cuantos de afuera quedaron profundamente impresionados con todas las reuniones que se celebraron en nuestro nuevo salón [en Toronto].

“El domingo por la mañana, a las 10:30, unas cuarenta personas nos reunimos en la playa Balmy . . . para presenciar el símbolo de bautismo en agua. La mañana estaba brillante, fresca, y como hacía mucho viento, había bastante oleaje, lo cual hizo aún más interesante la ocasión. Cuatro hermanas y cinco hermanos se [bautizaron] . . . A pesar de ser pocos, realmente éramos un grupo feliz y gozoso al regresar a casa, para volver a reunirnos en el salón a las tres de la tarde y escuchar a nuestro querido hermano Draper explicar más de las preciosas cosas de la Santa Palabra.

“A las siete de la noche empezó nuestra última reunión y había unos 88 ó 90 concurrentes en el salón, pues había venido un buen número de los amigos y conocidos de nuestros queridos hermanos y hermanas . . . y a eso de las 9:30 terminó por ahora nuestro banquete de cosas pingües, y me parece que hubiese sido difícil forjarse un cuadro de un grupo de rostros más felices que los que vimos allí; todos rebosaban de gozo debido a las cosas preciosas que habían oído.”

Para 1905, William Hersee, de Hamilton, Ontario, pudo arreglar sus asuntos para ingresar en el trabajo de peregrino. Aunque estaba acomodado y pudiera haberse quedado en Hamilton, Hersee pronto llegó a ser una figura familiar para muchos a medida que viajaba por toda la América del Norte, pues por muchos años sirvió de peregrino aquí y en los Estados Unidos.

El hermano Hersee, que se había bautizado en 1893 en London, Ontario, era de estatura corta, pero de porte impresionante. Especialmente en años posteriores su cabello blanco realzó su disposición amable que, hasta cierto grado, se reflejaba en la atención especial que prestaba a los niños y otras personas jóvenes. Un hermano que era apenas un muchacho en ese entonces recuerda:

“Después que acabó de cenar, el hermano Hersee llevó a mi hermano Joe y a mí a los campos para dar un paseo. Nos sentamos por un rato con las espaldas contra un poste y nos quedamos mirando a través de los campos arados en dirección al Sol que se ponía en la llanura. Cualquiera que ha visto el Sol ponerse en las llanuras podrá apreciar la escena que se extendió ante nosotros: el azul del cielo arriba con el horizonte convertido en rojo carmesí con brillantes rayos anaranjados que se extendían lejos en el cielo a medida que el Sol, brillando en todo su color como una bola grande de fuego, desaparecía lentamente de nuestra vista. Alrededor de nosotros en los árboles los pájaros emitían sonidos nocturnos a medida que se acomodaban para descansar, y allá en el pasto a nuestra diestra, los caballos resoplaban al pacer la hierba. ¡Qué marco circundante más hermoso en el cual considerar las creaciones de Dios y su reino con este hombre tranquilo y dedicado! Jamás olvidaré esa ocasión.”

Con razón algunos, aunque han pasado hasta 50 años desde que el hermano Hersee visitó sus hogares, todavía lo recuerdan con cariño y aprecio por su ministerio. Especialmente en sus oraciones la profundidad de su espiritualidad impresionó a jóvenes y ancianos por igual. Un matrimonio comentó: “Él fue una tremenda fuente de ánimo para nosotros dos. Sus oraciones ciertamente sirvieron de estímulo, pues parecían transportarnos directamente a los atrios del cielo mismo.”

Por medio siglo William Hersee sirvió fielmente a Jehová y a sus compañeros que adoraban al Dios verdadero. El fin de su carrera cristiana y servicio en la Tierra vino en 1943. Fácilmente se entiende por qué los esfuerzos humildes y piadosos de estos peregrinos del pasado fortalecieron espiritualmente a sus hermanos y hermanas en la fe.

MÁS LUZ EN MANITOBA

El gran mensaje acerca de la ‘restauración de todas las cosas’ llegó a Rapid City, Manitoba, por primera vez en 1898. (Hech. 3:19-21) Fue entonces que el repartidor Geoffrey Webb se presentó y dio el testimonio a los comerciantes que estaban reunidos alrededor de la estufa de forma barriguda en la parte trasera de la tienda de A. W. Leflar. Por algún tiempo Bowen Smith, un anglicano firme que manejaba la maderería local, contradijo las declaraciones de Webb. Pero, andando el tiempo, Smith quedó convencido y, con Leflar y varios otros, organizó la primera clase de Estudiantes de la Biblia en esa parte del Canadá.

Leflar se dedicó de todo corazón al trabajo de enseñar a otros. Viajaba en su coche tirado por caballo y testificaba entusiásticamente en gran parte del territorio circundante. Cuando C. T. Russell visitaba esa zona y pronunciaba discursos en ella, el coche y caballo de Leflar eran muy útiles. ¡Pues, aún ahora no se requiere gran imaginación para visualizar al conductor y su visitante paseando en ese coche tirado por caballo a medida que viajaban de un lugar a otro a través de aquellas vastas llanuras!

Andando los años, el hogar de Leflar llegó a ser el centro de las actividades cristianas en esa parte del Canadá. Fue el paradero de muchos repartidores y peregrinos. Se celebraban asambleas pequeñas allí. Cuando se formó una congregación, A. W. Leflar llegó a ser el primer superintendente. Sin embargo, ninguna de sus actividades, ni las de los otros Estudiantes de la Biblia en esa zona, se realizaron sin hacer sacrificios y aguantar oposición. La gente expresaba el desdén y el odio que les tenía a “los russelistas,” como los llamaban, y esto hacía difícil que los hermanos siguieran el proceder cristiano. No obstante, se aguantó la persecución, y el hermano Leflar sirvió fielmente hasta que murió en 1946.

LA VERDAD SE ARRAIGA EN ALBERTA

También en Calmar, Alberta, se vio la bendición de Jehová como resultado de la determinación cristiana y el mismo espíritu de abnegación. En 1895, el Estudiante de la Biblia August Dahlquist llegó allí de Dakota del Norte. Tras él vino un “torrente” escandinavo en 1899, a medida que familias con nombres como Andersen, Engberg, Hammer, Melin y Peterson vinieron a Calmar de la vecindad de De Lamere, Dakota del Norte. Estas familias ya eran Estudiantes de la Biblia activos cuando partieron de los Estados Unidos.

Una de estas familias de pioneros fue la de Knud Pederson Hammer. Él había sido un ministro ordenado de la Iglesia Bautista en Dakota del Norte cuando un Estudiante de la Biblia colocó un libro con él en 1890. Según un descendiente de Hammer, ese predicador bautista “pronto reconoció que el libro contenía la verdad. Como resultado, en 1891, K. P. Hammer se puso de pie en la iglesia e informó a la congregación que él, su esposa y el bebé que llevaba en los brazos estaban saliéndose de ‘Babilonia.’ Se fueron con su hijita, Hannah, para nunca volver a la región de la religión falsa.”

En 1892 el hermano Hammer visitó a su pueblo natal de Skien, Noruega. Como resultado de su visita, su madre y hermana manifestaron interés en el mensaje del Reino.

Un descendiente del hermano Hammer suministra algunos detalles posteriores: “En 1899, según su plan, un grupo de 50 personas alquiló un coche ferroviario. Se proponían ir juntos a la zona de Calmar. Aquí, pues, estaba un grupo organizado de estudiantes de la Biblia a punto de emprender una vida nueva en un país nuevo. Cuando el coche estaba listo para partir, K. P. Hammer recibió una invitación de Charles Taze Russell para ir a Noruega como representante de la Sociedad y formar la primera congregación allá. Después de considerar el asunto con los hermanos, se tomó la decisión de que Hammer aceptara la invitación de Russell.”

La familia del hermano Hammer fue a Calmar a cargo de otros Estudiantes de la Biblia, mientras que él viajó a Noruega. Mientras estuvo allá, se encontró con varias personas que manifestaron interés, pero no se estableció una congregación. ¿Qué situación halló cuando regresó a su familia? El informe ya citado continúa:

“Una sorpresa agradable aguardaba a K. P. Hammer al regresar. John Frederickson, un maderero y constructor maestro había construido, con la ayuda de otros hermanos, una excelente cabaña en el terreno que le pertenecía a Hammer. Este fue solo uno de los muchos actos de amor y bondad que los hermanos se manifestaban unos a otros en aquellos primeros días.”—Juan 13:35.

Las cosas espirituales recibían la primera atención de estos Estudiantes de la Biblia de Calmar, entre quienes estaba Andrew Melin. Su hijo recuerda: “Cada vez que recibíamos el correo . . . pasábamos la noche alrededor de la mesa con solo la luz de una lámpara de petróleo y escuchábamos mientras nuestro padre leía nuestro ejemplar de la Watch Tower. Al principio la recibíamos en inglés, pero más tarde la recibimos en sueco y entonces mamá podía entenderla también.”

Tanto de pie como a caballo, los Melins, John Frederickson y K. P. Hammer testificaron extensamente, usando los volúmenes de La Aurora del Milenio. No hubo muchos lugares en el distrito de Calmar donde no conocieran bien a estos testigos de Jehová. No se trataba de que ellos tuvieran mucho tiempo de ocio. Estaban en tierras de colonización y tenían que trabajar duro para limpiar el terreno (por lo menos ocho hectáreas para conseguir el título), usando caballos, bueyes y hasta las manos. Al mismo tiempo tenían que cultivar casi todo su alimento. Con el tiempo algunas de estas familias de los Estudiantes de la Biblia incluían hasta 13 hijos. Por eso, a fin de ganar el dinero necesario para las compras, estos hermanos aceptaban cualquier trabajo extra que se les presentara, ¡aun a 35 centavos de dólar al día! Sí, eran abnegados, amorosos, diligentes, fieles... de modo que Jehová los bendijo abundantemente.

Al crecer estas familias cristianas, y asociarse con ellas más personas recién interesadas, se construyó en Calmar una cabaña de troncos como lugar de reunión. Los buenos cimientos espirituales que se colocaron en aquellos días resultaron en muchos leales testigos de Jehová, y los apellidos de esos primeros Estudiantes de la Biblia hoy son familiares por todo el oeste del Canadá. Además, todavía hay una congregación activa en Calmar.

EMPIEZA UN NUEVO SIGLO

No es posible mencionar todo lo que sucedió en cada lugar ni dar los nombres de todos los individuos y familias que sirvieron a Jehová en aquella época. No obstante, se veía claramente que Dios estaba bendiciendo a su pueblo. Por ejemplo, el informe de la celebración de la Cena del Señor en 1899 mostró que había muchos grupos pequeños, pero crecientes. Ese año en Ontario, las concurrencias fueron como sigue: Brantford 22, Dorchester 5, Goderich 4, Hamilton 10, London 7, Meaford 5, Niágara Falls 7 y Toronto 21. Las concurrencias a las celebraciones del Memorial en Manitoba fueron: Brandon 8, Clive 4 y Rapid City 10. Los informes de otras zonas incluyeron a Wharnock, Colombia Británica, 5; Regina, Territorios del Noroeste (ahora Saskatchewan), 7; y Truro, Nueva Escocia, 8. Otros grupos también se reunieron ese año para conmemorar la muerte de Cristo.

Verdaderamente, pues, al empezar el nuevo siglo, la obra de anunciar la restauración de todas las cosas por el reino de Dios se estaba estableciendo por todo el Canadá. Los peregrinos continuaron visitando a sus compañeros de creencia a fin de fortalecer los grupos crecientes de Estudiantes de la Biblia, y también en varios lugares se celebraban con regularidad asambleas espiritualmente edificantes.

Así sucedió que, acá y allá, anglicanos, presbiterianos, baustistas y otros —a veces figuras prominentes de esas organizaciones— abandonaban denodadamente la religión falsa. (Rev. 18:1-4) Espontáneamente, esos individuos daban a conocer a otros las verdades bíblicas que ellos mismos aprendían.

AUMENTO A PESAR DE OPOSICIÓN

La expansión ciertamente seguía adelante. Por ejemplo, en varios lugares el aumento de las clases de los Estudiantes de la Biblia no solo quiso decir reunirse para estudio en casas particulares, sino alquilar salones para reunirse los domingos. Por supuesto, esta expansión produjo oposición. A veces hubo críticos religiosos que se propasaban en sus esfuerzos por contrarrestar el aumento e influencia del pueblo de Jehová. Por ejemplo, considere lo que sucedió en Nashwaak, Nuevo Brunswick, en 1904, según lo relató Cecil Scott.

El maderero Hezekiah London, una persona religiosa, había edificado una iglesia en la esquina de la granja de su familia. Sus siete hijas cantaban en el coro. Un día London recibió por el correo alguna literatura enviada por un amigo en Connecticut que era Estudiante de la Biblia. Después de leer estas publicaciones, Hezekiah escribió a la “Casa Bíblica” en Allegheny, Pensilvania, y recibió más literatura. A poco de leer ésta, tuvo la sorpresa un domingo de oír al clérigo local hablar sobre “Los Estudiantes Internacionales de la Biblia y el pastor Russell.” No solo fue despreciativo el sermón, sino que estuvo muy lejos de ser verdad. Como a mediados del sermón, London se puso de pie, tomó a su esposa de la mano, y dijo a sus hijas que estaban en el coro: “Vénganse, muchachas. Vamos a casa.” Los nueve abandonaron el sitio. Puesto que Hezekiah London había donado el edificio y era el principal sostén financiero de la iglesia, esa congregación pronto “se desintegró.” El predicador se fue y el edificio se cerró.

Poco después de eso, Hezekiah London hizo arreglos para que los peregrinos visitaran a Nashwaak. Por varias semanas antes de la llegada de un peregrino (unas dos veces al año), London partía de su hogar en coche tirado por caballo el lunes por la mañana y no volvía hasta el sábado. Durante una excursión de esta clase colocaba tratados y folletos con la gente por kilómetros en derredor y la invitaba a los discursos que el peregrino visitante iba a pronunciar. ¿Y el lugar de reunión? ¡Sí! El edificio que antes se usaba como iglesia en la granja de los London en Nashwaak, Nuevo Brunswick. Hoy, unos 30 parientes de Hezekiah London son testigos de Jehová.

Poco después de empezar el nuevo siglo, estaban aumentando las congregaciones del pueblo de Dios en varios lugares. Sin embargo, en algunas partes del Canadá la situación todavía estaba como había estado en las comunidades más grandes hacía un decenio o más. Por ejemplo, había zonas en Manitoba donde individuos solitarios habían aceptado la verdad de la Biblia pero carecían de asociación estrecha con otros cristianos y rara vez los visitaban los peregrinos. No obstante, estas personas permanecieron firmes, y Jehová las sostuvo espiritualmente.

Sirve para ilustrar este punto la Sra. John Sample, que vivía cerca de Souris, Manitoba. Había tenido nuestra literatura en su posesión desde 1897 y había tomado las revistas de cierto John Kerslake, pero había tratado de quedarse en la iglesia y enseñar en las escuelas dominicales de la localidad. En 1903 llegó el día para hacer una separación. Se puso de pie en la iglesia y les dijo a todos los presentes por qué tenía que separarse de la cristiandad. Su vecina más cercana trató de hacerla volver a la iglesia, y se llamó a los predicadores para que trataran de convencerla. Pero todo esto fue en vano. Ella permaneció firme. Más tarde, la vecina, cierta Sra. Nay, también aceptó la verdad. Pero era tanto lo que tenía que hacer sola. Esta es la manera en que John, el hijo de la hermana Sample, describe la situación en que ella se hallaba en aquellos días: “No había siervo de congregación [superintendente presidente]. No había siervo de estudios en quien apoyarse. No había reuniones. Un corazón contrito. Una Biblia gastada. Largas horas de oración.”

LAS “BUENAS NUEVAS” SIGUEN ATRAYENDO A PERSONAS DE CORAZÓN HONRADO

Personas de corazón honrado, deseosas de agradar a Dios, y resueltas a servirle a pesar de toda la oposición continuaron manifestándose. Entre las personas de esta clase estuvo William Meneray, anterior capitán del ejército. En 1906, mientras limpiaba una oficina de telégrafo en Souris, Manitoba, justamente antes de regresar a su casa en Winnipeg, halló unas revistas Watch Tower con fecha de 1893 y 1894. Aunque eran bastante viejas, las llevó consigo. La esposa de Meneray leyó algunas de las publicaciones y se las recomendó a su esposo. El primer artículo que él leyó fue una reimpresión de un folleto de la Sociedad Watch Tower sobre el infierno. Pues, ése fue el comienzo. Meneray escribió inmediatamente a las oficinas de la Sociedad preguntando si había individuos en Winnipeg que compartían estas creencias. Se le dieron los nombres del Sr. y la Sra. Reginald Taylor y del Sr. y la Sra. Hamilton. Antes de 1906, los que abrigaban estas creencias habían tenido alguna asociación. De hecho, allá en 1901 las visitas de los peregrinos a Winnipeg estaban alistadas en la Watch Tower, y en 1905 se publicó una carta, posiblemente de Frances Hamilton, en la que se mencionó el Memorial que ella y su esposo habían observado. Pero parece que la primera congregación organizada de Winnipeg empezó a funcionar en 1905 ó 1906.

No sintiéndose satisfecho con testificar en su propio distrito, Meneray estableció un servicio de correo bastante extenso. Por este medio hizo que los tratados y folletos llegaran a personas aisladas. Estos tenían títulos atractivos como Ladrones en el paraíso y ¿Qué cosa es el alma? Se envió alguna de esta literatura hasta el Yukón. George Naish informó que se logró despertar interés entre los Carments y Rainbows en Kamsack, Saskatchewan.

En una ocasión William Meneray hizo una gira mundial con C. T. Russell y otros Estudiantes de la Biblia, un viaje que manifestó la tremenda necesidad de testificar por todo el mundo. El hermano Meneray mantuvo su fiel proceder hasta el último día de su vida en la Tierra, el 21 de enero de 1960.

En 1911 Charles Cutforth de Gilbert Plains, Manitoba, se hizo activo como testigo de Jehová. Su hermano, H. W. Cutforth, también se interesó. El hogar de H. W. Cutforth se tornó en el lugar de reunión local de los Estudiantes de la Biblia. Andando el tiempo, Charles Cutforth llegó a ser repartidor y representante viajante de la Sociedad Watch Tower. Su hijo, John, llegó a ser precursor (1941), sirvió de superintendente viajante (1942) y llegó a ser miembro del personal de la oficina sucursal de la Sociedad en Toronto (1943). En 1946 asistió a la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower y fue enviado a Australia. Allá John Cutforth sirvió de superintendente de circuito y distrito. Más tarde se le envió a Papuasia Nueva Guinea, donde todavía sirve fielmente.

James Gibson de Haliburton, Ontario, fue otro hombre de corazón honrado que reconoció la verdad de Dios en los escritos de C. T. Russell. Eso fue en 1907, cuando recibió esta literatura de James y Alexander Brown, parientes de su esposa en New Liskeard, Ontario. Sin embargo, en ese tiempo, su esposa, Margaret, no veía bien las publicaciones. Pero después que el hermano Gibson murió en 1908, ella fue a visitar a los Browns por seis semanas. Cuando Margaret Gibson regresó, “tenía firmemente asida la verdad y no podía pensar ni hablar de otra cosa,” informa su nieta, que también dice:

“Hasta el día de su muerte en 1929, mi abuela apenas dejaba pasar un día sin escribir o hablar de la verdad a alguien. En aquellos primeros días en Haliburton, ella hacía sus visitas en coche tirado por caballo. Puesto que había sido una de las primeras pobladoras en la vecindad de Haliburton y había trabajado celosamente en la iglesia, conocía a todos en la zona circundante. La manera en que testificaba hace a uno recordar a los cristianos primitivos, pues preparaba su maletín con sus libros y cosas necesarias, uncía el caballo al coche e iba a una de sus amigas o vecinas, y al llegar, anunciaba que había venido para quedarse hasta que entendieran su mensaje. Si se encontraba con alguien que le prestase atención, se quedaba dos o tres días y escudriñaba las Escrituras con ellos, aun a la luz de una lámpara hasta muy entrada la noche. Porque llevó a cabo la obra de esta manera, muchas familias pudieron ver la verdad rápidamente.”

Para 1911, la congregación de Toronto contaba con 110 personas presentes para el Memorial. Otras clases, como a menudo se les llamaba, también estaban creciendo. Ese año los peregrinos visitaron hasta 108 clases en todo el Canadá. El grupo de Vancouver estaba teniendo buen éxito con las conferencias del domingo por la noche en el Pender Hall. En ese tiempo Samuel Withers (que murió el 9 de marzo de 1971 a la edad de 96 años) apenas empezaba a asociarse con el pueblo de Jehová. La verdad ciertamente le tocó el corazón. El contenido de “El Plan Divino de las Edades” le impresionó tanto que se desveló por tres noches y virtualmente lo “devoró.” La tercer noche, su esposa despertó y preguntó: “¿Qué tienes que te haga decir: ‘Alabado sea el Señor’ tantas veces a las tres de la mañana?” Obviamente agradecía recibir las respuestas a sus muchas preguntas.

RESUELTOS A DECLARAR EL MENSAJE DEL REINO

Los que conseguían conocimiento de la verdad de la Biblia estaban ansiosos de compartir las buenas nuevas del Reino con otros. Como un solo ejemplo, fue durante el año de 1912 que Julius W. Lundell tomó su decisión de hacer algo acerca de los contactos que había tenido con el mensaje que proclamaban los Estudiantes de la Biblia. Su hija, Olive Mais, nos proporciona algunos detalles:

“Julius W. Lundell oyó la verdad por primera vez en 1903. Estaba enseñando en una escuela dominical de la iglesia ‘Misión Gratuita’ en Dakota del Norte cuando un compañero docente le dijo que había oído un discurso en que se probó de la Biblia que no hay infierno. Entonces en 1910 mi padre llegó al norte de Saskatchewan como poblador pionero en un terreno a unos 32 kilómetros al norte de la aldea de Maidstone. Un día un vecino le prestó un libro sobre el tema de la evolución. Metido dentro de éste estaba el folleto que trataba el tema: ¿Qué dicen las Escrituras acerca del infierno? Aquí estaba la prueba de lo que le había dicho su amigo.

“Dos años más tarde salió en el Free Press de Winnipeg un anuncio puesto por el hermano Meneray. En éste se preguntaba: ‘¿Sabe usted que los Tiempos de los Gentiles terminarán en el año 1914?’ [Luc. 21:24, Versión Moderna] Mi padre envió por la literatura, y cuando recibió por correo Estudios de las Escrituras, leyó noche y día por una semana sin cesar. Usando una lámpara de queroseno, leía hasta muy avanzada la noche. Al fin de la semana, sabía que había hallado la verdad. Con sus libros y la Biblia bajo el brazo, anduvo a los hogares de los vecinos para decirles las buenas nuevas. La reacción de ellos fue: ‘¡Lundell se ha vuelto loco!’”

Pero estaba lejos de ser la verdad, y solo fue el principio del servicio activo que el hermano Lundell hizo para Jehová. El relato de su hija continúa: “Completamente convencido de la verdad, mi padre pedía y colocaba cajas de literatura en aquellos años . . . Entonces, en 1917, el hermano Andrew Melin de Calmar, Alberta, hizo un viaje a varios poblados suecos para presentar conferencias bíblicas. Así sucedió que vino a nuestra comunidad, Milleton, y fue el primero que ayudó a mi padre a organizar su actividad. Dentro de poco la materia de publicidad llevaba el retrato de mi padre, y él estaba pronunciando conferencias en todas las escuelas y salones de la comunidad cercana, al norte y al sur del río Saskatchewan.”

Sin embargo, el pronunciar discursos bíblicos no era lo único incluido en declarar el mensaje del Reino. Cuando viajaba, el hermano Lundell siempre llevaba consigo una maleta llena de literatura bíblica. Su hija añade: “Fuera una subasta o la feria de Lloydminster, uno sabía con certeza que podía hallar a mi padre junto al automóvil, con un grupo de hombres de pie o sentados alrededor mientras se llevaba a cabo una gran discusión. Pero cuando era tiempo de regresar a casa, estaba vacía la maleta de literatura que había llevado. En una ocasión, cuando nos atascamos en el lodo y un hombre con un par de mulas vino de paso y nos sacó, recibió su pago de la maleta. En un restaurante griego de North Battleford, se empezó una conversación con el dueño, pero dentro de poco todos en la zona del comedor estaban participando en ella y, al terminarla, de nuevo estaba vacía la maleta.”

Ciertamente esa determinación de dar a conocer a otros el mensaje del Reino era loable. Debido a un espíritu tan admirable de parte del pueblo de Dios, se estaba efectuando un trabajo excelente al declarar las “buenas nuevas.” Por eso, el primer decenio del nuevo siglo terminó con un aumento señalado en la cantidad de verdaderos adoradores en casi toda parte del Canadá. En ese entonces se hacía patente el aumento en todas las provincias, y en algunas de ellas en grandes cantidades. Y durante el segundo decenio del siglo veinte se estaba realizando un progreso semejante. Pero también resultó ser un período que puso a prueba la fe de estos sinceros Estudiantes de la Biblia.

¡LOS CLÉRIGOS HACEN UN ATAQUE FEROZ!

La congregación de Hamilton, Ontario, fue una de las primeras congregaciones del pueblo de Jehová establecidas en el Canadá. Naturalmente, esa congregación muy activa y fuerte fue desaprobada por el clero. Puesto que los clérigos no tenían defensa bíblica contra los enérgicos ataques de la verdad, recurrieron a invectivas personales. Iniciaron una arremetida feroz en lo que parecía ser un esfuerzo desesperado por destruir a un hombre... C. T. Russell.

Un clérigo que empleó este método en Hamilton, Ontario, fue un predicador bautista bombástico que se llamaba J. J. Ross. En 1912 escribió un folleto grosero en el cual hizo muchas acusaciones falsas contra Russell. Obrando en armonía con el consejo de su abogado consultor, J. F. Rutherford, el hermano Russell formuló una acusación criminal de calumnia difamatoria contra Ross. Como demandante, Russell asistió al juicio para presentar evidencia, y se sometió a un interrogatorio riguroso y largo de aproximadamente cinco horas. Después del juicio, su oponente bautista acusó a Russell falsamente de haber jurado en falso cuando se le preguntó acerca de su conocimiento del griego. Esta acusación de “perjurio” se publicó en el segundo folleto de Ross en que atacó a Russell. En el folleto el clérigo citó incorrectamente lo que se había dicho en el tribunal, presentando como sigue la pregunta del interrogante y la respuesta de Russell:

P. “¿Conoce usted el griego?”

R. “Oh, sí.”

Al omitir de su pregunta la palabra “alfabeto,” Ross trató de establecer una contradicción exacta con una pregunta posterior y la respuesta:

P. “¿Está usted familiarizado con el idioma griego?”

R. “No.”

Lo que realmente sucedió se hace claro al examinar el registro oficial (Police Court of the City of Hamilton, Ontario, March 17, 1913). Este muestra que C. T. Russell no juró en falso. Según el libro Jehovah’s Witnesses in Canada, por M. James Penton, el interrogatorio se llevó a cabo como sigue:

“Pregunta: ‘¿Entonces usted no afirma estar entrenado en el idioma latín?’

Respuesta: ‘No, señor.’

Pregunta: ‘¿O en griego?’

Respuesta: ‘No, señor.’”

Después de esto se le preguntó a Russell si conocía las letras griegas individuales, y él dijo que ‘pudiera equivocarse en algunas de ellas.’ Según el libro que se acaba de citar, poco después “Lynch-Staunton le hizo esta pregunta a Russell: ‘¿Está usted familiarizado con el idioma griego?’ La respuesta de Russell fue un ‘No,’ enfático.”

De modo que no había duda en cuanto a los asuntos. C. T. Russell no había perjurado como había acusado falsamente Ross después del juicio. Más tarde, la causa misma se presentó ante un gran jurado de acusación que rehusó formular un auto de acusación. Así es que la causa nunca se pleiteó ante el Tribunal Supremo de Ontario. Según el procedimiento legal en Ontario, el procurador de la corona es el único que puede hablar ante el gran jurado de acusación. No sabemos cómo se le presentó la causa a ese cuerpo ni por qué la rechazó. Nunca se falló sobre los méritos de la causa. En sus escritos subsecuentes, Ross trató este resultado inconcluso como si hubiese ganado una gran victoria. Evidentemente él y otros optaron por olvidar que Russell no era el que estaba sujeto a juicio.

SIN PERTURBARSE POR LOS OPOSITORES

A pesar del odio del clero de la cristiandad, el pueblo de Jehová siguió sin dejarse perturbar. En 1913 celebraron una serie de asambleas, y estas reuniones tuvieron gran éxito. Por ejemplo, unas 1.000 personas asistieron a la asamblea que se celebró en Victoria, Colombia Británica, y unas 4.500 estuvieron presentes en la de Vancouver. Esta serie de asambleas abarcó los centros mayores del Occidente antes de pasar a Toronto, donde se celebró una reunión que duró una semana. Allí el auditorio ascendió a unos 1.200 delegados, de los cuales aproximadamente la mitad había venido de los Estados Unidos.

Unos 200 delegados viajaron con C. T. Russell de una asamblea a otra. Un informe periodístico anunció la llegada a Edmonton, Alberta, del tren especial de asamblea, y luego dijo:

“Cuando se le preguntó acerca del cargo de que él es un predicador que dice que ‘no hay infierno,’ el pastor Russell contestó:

“‘No hay ministro en todo el mundo que predique más infierno que yo, pero el infierno que yo predico es el infierno de la Biblia y no la variedad de infierno de fuego, azufre, horquilla y un resbaladero de papel de lija. El infierno de la Biblia es la interpretación más razonable de los vocablos originales en griego y hebreo —Hades y Seol— que quieren decir el estado de la muerte, la tumba.’”

Respecto a esa asamblea de Toronto que se celebró más tarde en 1913, The Watch Tower dijo: “Algunos asistieron a esta asamblea principalmente porque percibieron por alguna razón un espíritu malo de calumnia y falsificación estaba tratando de perjudicar una obra religiosa. Satanás y sus siervos cegados y engañados se propasan en sus esfuerzos por dañar la causa del Señor. A veces el Señor prevalece sobre la ira del hombre en el interés de su propia alabanza y el adelanto de la verdad. Como, por ejemplo, en el caso de un hombre que, habiéndosele dicho que el pastor Russell era el Anticristo, fue para ver cómo era el Anticristo. Al oír el gozoso mensaje del Evangelio, su corazón fue conquistado y ahora él se regocija.”

En la asamblea de Toronto algunos opositores hasta se presentaron en el terreno de la asamblea con un pendón grande sobre el cual había material despreciativo, incluso esto en letras prominentes “Russelismo, Aurora Milenarismo, Doctrina de Diablos.” Pero la policía hizo que se fueran de allí. Según el News de Toronto (del 25 de julio de 1913), durante esa semana las actividades de los anti-russelistas de Toronto” no se habían limitado a solo esa ciudad, porque el periódico dijo: “Se ha enviado literatura anti-Russell a los diferentes secretarios de ese movimiento por todo el mundo, según el Sr. Philip Sidersky de Baltimore, miembro de la Federación Nacional de Misiones Evangelísticas.” Pero el News llevaba titulares que indicaron que las acciones de los opositores “no perturbaban” a los Estudiantes de la Biblia.

SE SATISFACE EL HAMBRE ESPIRITUAL

Entre los concurrentes a la asamblea de Toronto de 1913 estuvo Tassey Raycove. En Macedonia, había sido el cantor de la iglesia ortodoxa de esa localidad. También limpiaba el edificio de la iglesia, lo cual le daba la oportunidad de leer la Biblia que se guardaba allí, pero la cual el sacerdote nunca usaba. Dicha lectura de las Escrituras creó en Raycove un hambre de la verdad que siguió remordiéndolo después que se mudó al Canadá. Aquí tuvo la oportunidad de investigar varias religiones. Pero una tras otra dejaron de satisfacerlo. Él era el anciano principal de un grupo de bautistas búlgaro en 1913 cuando el hermano Russell asistió a la asamblea de Toronto que los opositores religiosos se habían empeñado en desorganizar. Antonio, hijo de Tassey Raycove, informa:

“Los religiosos babilónicos de Toronto recibieron las noticias de esta visita con cólera y desdén, y dijeron: ‘Ese diablo Russell viene al pueblo el domingo.’ Mi padre repitió estas palabras, pero en voz baja dijo: ‘Voy a oírlo de todos modos.’ Y éste fue el punto de viraje de su vida porque, por primera vez, oyó el mensaje satisfaciente al alma que las ovejas reconocen como la voz del Pastor Excelente.”

Después de escuchar a Russell pronunciar su discurso de dos horas sobre el alma, Raycove consiguió un volumen de Estudios de las Escrituras y lo leyó ávidamente. Entonces mandó a pedir los otros volúmenes y los leyó con la misma avidez. Su hijo declara: “Entonces por fin quedó terminada su busca por la verdad,” y agrega: “Entonces vino su rompimiento con Babilonia la Grande. El ministro estaba pronunciando uno de sus sermones acostumbrados sobre el infierno de fuego y azufre cuando cometió el error intencional, pero ‘fatal,’ de citar falsamente un texto de la Biblia. El anciano principal saltó a sus pies, contradijo llanamente la declaración del ministro y lo censuró severamente por haber citado falsamente el texto bíblico.” Tras eso siguió un debate breve pero acalorado que resultó en abrir los ojos de muchos miembros.

UN FELIZ ESCLAVO DE JEHOVÁ EMPIEZA A SERVIR

Durante la segunda década del siglo veinte Thomas James Sullivan empezó su fiel servicio como esclavo gozoso de Jehová. En 1911, mientras trabajaba en Brooklyn, Nueva York, Sullivan oyó a un compañero decir que el pastor Russell no creía en el infierno. Esa declaración quedó grabada en la mente de T. J. Sullivan porque nunca había podido armonizar la doctrina del tormento eterno con un Dios de amor. (1 Juan 4:8) Sin embargo, este joven no oyó nada más acerca de estas creencias sino hasta 1913.

En noviembre de ese año, Sullivan estaba en Winnipeg, Manitoba, ayudando a instalar un sistema para intervenir la contabilidad de una cadena de hoteles que el ferrocarril estaba construyendo. El personal incluía a una joven que siempre llevaba consigo una Biblia, y exhibía en su oficina seis volúmenes de los Estudios de las Escrituras por el pastor Russell. Estaba tan bien versada en el uso de la Biblia que aun los de la administración le hacían muchas preguntas bíblicas. Pero, ¿por qué no dejar que T. J. Sullivan continúe el relato? Hace unos cuantos años él escribió:

“A veces teníamos que trabajar hasta medianoche o más tarde. Puesto que las arterias de transporte terminaban alrededor de la medianoche y ella tenía que caminar una distancia grande hasta su casa, me ofrecí voluntariamente a acompañarla. Estas caminatas suministraron la oportunidad de conversar más sobre la Biblia, y el marco de circunstancias para esto era verdaderamente inspirador. Para apreciar esto, uno tiene que conocer las grandes praderas del Noroeste. La temperatura generalmente oscilaba entre los 29 y 40 grados centígrados bajo zero a aquella hora de la noche. La nieve estaba amontonada de un metro a metro y medio de altura en cada lado del camino. El cielo frío, claro, azul, arriba y la aurora boreal que atravesaba los cielos recalcaban la grandeza y majestad de la creación de Dios. El hablar en cuanto a los propósitos de Dios en medio de aquellas condiciones era para mí muy impresionante y sagrado. Parecía que hacía un llamamiento a todo lo que estaba en mi interior para que me esforzara por alcanzar el amor y el cuidado de tan maravilloso Creador.”

T. J. Sullivan sí se esforzó por alcanzar ese amor y cuidado divinos. Empezó a asociarse con los Estudiantes de la Biblia en Winnipeg y se bautizó como siervo dedicado de Jehová antes de la celebración de la Cena del Señor en 1916. Sería apropiado agregar que en septiembre de 1918 el hermano Sullivan se casó con la hermana Evelyn Finch, el primer testigo de Jehová que había llegado a conocer al llegar al Canadá y la joven que había hecho tanto para ayudarlo a conseguir un conocimiento de los propósitos de Dios.

En 1924, el hermano y la hermana Sullivan llegaron a ser miembros de la familia de Betel en Brooklyn. Los dos sirvieron allí fielmente durante el resto de su vida terrestre. T. J. Sullivan sirvió como esclavo feliz y fiel de Jehová en Betel (con el tiempo como miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová) hasta que murió, el 30 de julio de 1974, a los 86 años de edad.

¡SE HAN CUMPLIDO “LOS TIEMPOS SEÑALADOS DE LAS NACIONES”!

¡Se intensificó la expectación con la llegada del año 1914 que se había esperado con tanta ansia! Algunos esperaban más de lo que C. T. Russell o The Watch Tower habían predicho. Se había participado en bastante especulación, y el que no se realizaran algunas de estas esperanzas personales pudiera llevar a desilusión, especialmente de parte de los que no estuvieran espiritualmente maduros. Pero casi todos los maduros podían ver la posibilidad de que precisamente esto sucediera. A fines de 1913, un canadiense que tenía buena perspicacia escribió lo siguiente a la Sociedad:

“Aunque nuestro Padre celestial tenga a bien probar la fe de su pueblo de varias maneras, parece que durante el año venidero nuestra confianza en Dios y en su Palabra posiblemente sea sometida a una prueba más severa.

“Reconozco, sin embargo, que la fe de nuestros queridos hermanos y hermanas es muy firme, y creo que continuarán peleando la buena pelea de la fe con éxito hasta el fin.

“El pastor Russell, según yo siempre le he entendido, nunca dijo que su interpretación de las profecías relacionadas con el tiempo era infalible. Esa es la idea que sus escritos siempre me han dado.

“Si llegara el año 1915 y no se presenciara todo aquello que muchos de los hermanos esperan, me importará muy poco a mí. Todavía sabemos que ‘Tu Palabra es la verdad,’ y que no pasará ni una jota ni una tilde hasta que todo se haya cumplido. Además, sabemos que, según las señales de los tiempos, el Día no está muy lejos.

“Cuando nos afligen pruebas ardientes, recordemos las palabras de inspiración: ‘No desechéis pues esta vuestra confianza, que tiene una grande remuneración.’”

En realidad, en el mismísimo número de The Watch Tower en que salió esta carta, el artículo principal explicó que quizás no sucediera en un solo año todo lo que se esperaba que sucediera a modo de cambios rápidos y radicales. Pero dijo: “El año 1914 es el último año de lo que la Biblia llama los ‘tiempos de los gentiles.’” (Luc. 21:24, Versión Moderna) El artículo también declaró: “No está al alcance de nuestra imaginación visualizar el logro en tan solo un año de todo lo que las Escrituras parecen indicar que debe esperarse antes que empiece el reinado de paz.”

Para 1914 había algunas congregaciones bastante grandes. En Toronto 204 personas asistieron al Memorial ese año. Vancouver tuvo 195 concurrentes y Winnipeg, 105. Pero iba a verse exactamente quiénes estaban aferrados a una fecha, por decirlo así, y quiénes servían a Jehová movidos por amor.

EL FOTO-DRAMA DE LA CREACIÓN

Para las personas que estaban ocupadas en hacer discípulos y que no tenían los ojos ‘fijos en el reloj’ esos tiempos eran excitantes. Una de las cosas que los ayudaron a llevar las “buenas nuevas” a muchos fue la producción audio-visual que en su día dio mucho de que hablar. Se le llamó el “Foto-Drama de la Creación,” y estaba compuesto de diapositivas fotográficas y película cinematográfica acompañadas de discos fonográficos de discursos y música. Hubo que pintar a mano todas las diapositivas y películas de color. El Foto-Drama duraba ocho horas, y, en cuatro partes, llevaba a los auditorios desde la creación, a través de la historia humana, y hasta la culminación del propósito de Jehová para la Tierra y el género humano al fin del reinado milenario de Jesucristo.

¿Una función de ocho horas con sonido y color en 1914? ¿Quién la produjo? ¿Uno de los “grandes” hombres de Hollywood? No. El Foto-Drama de la Creación fue producción de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia. Todos los asientos eran gratis y jamás se hacía una colecta. Además, esta producción de color y sonido repleta de hechos bíblicos, científicos e históricos entró en la escena años antes que las películas cinematográficas comerciales de color y de largo metraje acompañadas de diálogo grabado y música fueran vistas por los auditorios en general.

La fotografía y el sonido del Foto-Drama era de tan buena calidad que algunos espectadores pensaban que C. T. Russell estaba presente en persona cuando aparecía en la pantalla en la escena de apertura para iniciar la presentación. ¡Qué vívida y emocionante fue la representación de la resurrección del hijo de la viuda, un milagro ejecutado por Dios mediante el profeta Elías! ¡Y qué deleite fue ver una flor abrirse y a un polluelo salir del cascarón! Sí, el uso de fotografía especial hizo posible estos rasgos memorables del Foto-Drama.

Las congregaciones locales anunciaban el Foto-Drama e invitaban al público. Algunos de los cartelones que se colocaban en los edificios medían 3,4 x 4,3 metros. El modo en que la gente respondió fue asombroso. Los teatros estaban atestados semana tras semana.

En Hamilton, se presentó el Foto-Drama por tres semanas en la Grand Opera House, y en Toronto en el Grand Theatre. Al partir las muchedumbres de una de estas exhibiciones, oyeron, por primera vez, las alarmantes noticias de que se había declarado guerra en Europa. Esto debe haber grabado de modo indeleble en su mente algunos de los puntos que se acababan de considerar en la presentación que habían visto y oído. En ese tiempo en Toronto también se exhibió el Foto-Drama en la prisión Central (que más tarde fue mudada a Kingston).

Entre los métodos empleados para asegurar que la mayor cantidad de personas posible vieran el Foto-Drama estaba el de invitar a los niños de escuela a las exhibiciones. Por ejemplo, en 1914 se dejó salir a los niños de la escuela con ese propósito en Halifax, Nueva Escocia. Se hizo lo mismo en Victoria, Colombia Británica, donde varias clases asistieron. Charles W. Forbes, que entonces tenía 14 años de edad, vio el Foto-Drama de esa manera, y con el tiempo llegó a ser Estudiante de la Biblia. Nunca olvidó lo que vio, y nos dice: “Puesto que el teatro estaba atestado, tuve que permanecer de pie junto con otros. Pero ciertamente valió la pena ver las obras de las manos del Gran Creador, especialmente del modo en que se mostraron en la inmensa bóveda estrellada de los cielos; manifestaron lo que el Dios Todopoderoso había producido.”

Se hicieron esfuerzos por hacer disponible el Foto-Drama a los residentes polacos y ucranianos del Canadá. Hubo exhibiciones en centros grandes como Toronto y Winnipeg, así como también en otros lugares del Occidente. Se hicieron traducciones de los guiones y de los discos al polaco y ucraniano.

El Foto-Drama fue de tan tremenda belleza y dignidad que aun hoy, más de 60 años después, algunos todavía recuerdan sus escenas y mensaje y hasta los lugares en que se exhibió. Para algunos, esta producción educativa encierra significado especial. Por ejemplo, Della Smart, un miembro de la secta cristadelfia, se sentía perturbada debido al curso de los sucesos mundiales y por algunas enseñanzas de su religión. En oración sincera a Dios le pidió ayuda para hallar a Su pueblo, a fin de rectificar estos asuntos en su mente. Pocos días después, vio el anuncio del Foto-Drama en Toronto. Asistió a la primera parte y se dio cuenta de que había recibido la respuesta a sus oraciones. Eso fue en 1916. Actualmente una noventona, la hermana Smart continúa sirviendo a Jehová hasta donde puede.

PERO NO TODOS SE SINTIERON COMPLACIDOS

En la mayoría de los lugares se recibió excelente cooperación de los oficiales y otros, pues hasta se ofrecieron algunos teatros gratis para la exhibición del Foto-Drama de la Creación. Pero en otros casos hubo oposición. Por ejemplo, en Toronto los clérigos predicaron sermones contra el Foto-Drama y trataron de conseguir que los directores de los teatros cancelaran sus compromisos. Sin embargo, eso solo sirvió para darle mayor publicidad.

Alrededor de 1917 se programó una presentación del Foto-Drama en Guelph, Ontario. Lo que sucedió allí es típico de los esfuerzos que se hacían para obstruir su exhibición e indica quiénes operaban entre bastidores. George Humphries, que murió en 1974, fue un bien conocido Estudiante de la Biblia que trabajaba para el periódico local, el Mercury de Guelph. En años posteriores contaba el siguiente relato que él recordaba bien:

“La primera exhibición del domingo marchó bien. Hubo una buena concurrencia. El lunes por la noche, en la reunión del ayuntamiento, el consejo trató de redactar una resolución como sigue: ‘Resueltos a que no se permita exhibir películas cinematográficas los domingos.’ Por supuesto, esto tenía como su blanco el Foto-Drama. Entonces un concejal comentó: ‘Caballeros, tendremos que proceder con cuidado. ¿Qué hay si se necesitan películas de esa clase para propósitos bélicos?’ De modo que se cambió la resolución para que leyera: ‘Resueltos a que no se permita exhibir películas cinematográficas los domingos, salvo para servir los propósitos de guerra.’

“Por supuesto, era manifiesto que tendríamos que aclarar este asunto. El operador de cabina y yo hicimos arreglos para hablar con el alcalde en su oficina. Respecto a esto, Jehová nos dio la victoria. Dos cosas sobresalientes estaban a mi favor. El alcalde y mi patrón, el director del Mercury de Guelph, el Sr. J. I. McIntosh, estaban enemistados. El Sr. McIntosh me dijo: ‘George, consigue todos los hechos, y los publicaremos.’ Decir que yo estaba excitado no es exagerar. El director del teatro, un católico, me mostró el libro de leyes respecto a la exhibición de películas los domingos. ‘Cuando vea al alcalde,’ dijo él, ‘muéstrele esta página donde la ley dice que si uno tiene una licencia provincial para exhibir películas los domingos, entonces cualquiera, municipalidad o lo que sea, que impidiera la exhibición de películas los domingos estaría expuesto a una multa de 700 dólares.’ Con estas dos armas, nos dirigimos al alcalde en su oficina. Se nos mandó pasar y, cuando estábamos sentados, el alcalde me miró directamente en los ojos y dijo: ‘Estoy en contra de ustedes y me valdré de todo medio, lícito o no, para impedir que exhiban estas películas.’ . . .

“Primero le mostré el libro de las leyes. ‘¿Dónde consiguió usted esto?’ preguntó. ‘Del director del teatro,’ contesté. Entonces mandó a llamar al administrador municipal. Cuando éste se presentó, el alcalde le informó lo que había acontecido. Entonces le preguntó al administrador municipal: ‘¿Qué podemos hacerle debido a esto?’ Este individuo ilustre se rascó la cabeza y comentó: ‘Pudiéramos subir el precio de su licencia.’ Esto no pareció agradarle al alcalde. Entonces fijó su mirada en mí y preguntó: ‘¿Trabaja usted en el Mercury?’ Con un semblante que expresaba el placer que sentía, contesté: ‘Sí.’ Se vio como un hombre vencido y dijo: ‘No tengo autoridad para detenerlos, ni para decirles que sigan.’ Con eso nos fuimos.

“Me dirigí a la oficina del Mercury y les di todos los detalles. Esa noche el periódico salió con todos los detalles en la primera plana . . . El artículo ocupaba casi una columna entera y el encabezamiento declaraba que no se podía detener el Foto-Drama. El domingo siguiente, había una hilera de personas esperando que las puertas se abrieran. El teatro estuvo atestado durante el resto de la exhibición, incluso la reunión pública al fin. Se oía a la gente preguntar: ‘¿Por qué se opone el clero a esto?’”

AUMENTA LA OPOSICIÓN CLERICAL

También los clérigos se oponían a nuestro trabajo de todo modo posible. Por ejemplo, considere lo que sucedió en el caso del Estudiante de la Biblia Charles Matthews en 1914. Él se hizo muy activo en Nuevo Brunswick, en las secciones de Canaan Station y Birch Mountain, hablando acerca de que vendría una guerra en 1914, y algunas personas decían que deberían mandarlo a un manicomio. Pero cuando estalló la guerra ese año, dijeron: “Parece que Charlie tenía razón. Ha llegado. Pensábamos que el mundo era demasiado civilizado para eso.”

Pero el clero reaccionó de otro modo. Era preciso hacer algo para contrarrestar la influencia que Matthews ahora podría tener entre la gente. Por consiguiente, el clérigo R. M. Bynon hizo arreglos para que se presentara un discurso en la Iglesia Reformada de Indian Mountain de Berry Mills en el condado de Westmorland, Nuevo Brunswick. ¿Su propósito? “Desenmascarar el russelismo.” Un misionero acompañaba al clérigo para apoyar sus puntos de vista. Matthews recibió una invitación que fue entregada a su propio hogar. Durante la reunión religiosa, el clérigo y su asociado hablaron en contra de Russell y “sus” doctrinas. Uno de ellos desafió a cualquiera de los presentes a refutar lo que ellos habían estado diciendo. Pero cuando Matthews trató de hablar, no se lo permitieron. Por fin, uno de los ministros pausó para decir “¡Amén!” Inmediatamente, un diácono respondió: “¡Sí, amén! ¡Ahora dejen que Matthews hable!” Matthews sí habló por aproximadamente media hora, usando la Biblia. Entonces le dio las gracias al auditorio por haber escuchado. Un ministro trató de oponerse y, levantándose de un salto, gritó: “Este hombre no está convertido. ¡Es un pagano!” Pero, a estas alturas, la muchedumbre se levantó y salió.

A veces los clérigos empleaban métodos absolutamente faltos de honradez. Por ejemplo, en Winnipeg James Kelly había leído un volumen de Estudios de las Escrituras. Esto es lo que sucedió poco después, según lo informa su hija, la Sra. Frank Wainwright:

“El domingo, mi padre, madre y nosotros seis nos marchamos para asistir a los servicios del Domingo de Resurrección en la iglesia metodista de Fort Rouge. Jamás he olvidado ese sermón, pronunciado por [un clérigo que se llamaba] Salton, porque sonaba tan maravilloso. Por eso me extrañaba que mi padre tenía el entrecejo fruncido y vez tras vez le daba un codazo suave al brazo de mi madre y repetidas veces decía: ‘Recuerda ese punto,’ o, ‘No olvides lo que dice.’ Hacia el fin de este interesante sermón, me pregunté por qué el Dr. Salton desearía arruinar su discurso advirtiendo con vehemencia a su congregación que no tuviera nada que ver con los llamados ‘Estudiantes de la Biblia,’ especialmente su literatura [e hizo la acusación falsa] de que su líder, el pastor Charles Taze Russell, era un adúltero e idólatra. . . .

“Al andar el largo camino a casa, alcancé a oír a mi padre decirle a mi madre que no se molestara en preparar la comida, y se sentara y leyera por lo menos un capítulo en particular del libro ‘La batalla del Armagedón.’ Me pregunté por qué mi madre se desconcertaba tanto al leer. Por fin, ella exclamó: ‘¡Pero, Jim! . . . el Dr. Salton citó ese capítulo palabra por palabra... y sin duda citó otras partes de este libro.’ Entonces mi padre hizo que mi madre se volviera a la portada del libro para enterarse del nombre del autor. ¡Era Carlos Taze Russell!”

La hipocresía que los clérigos manifestaban en sus ataques contra Russell solo servía para abrir los ojos de las personas inclinadas a lo justo. Empezando con el mismísimo domingo siguiente, la familia Kelly asistió a las reuniones de los Estudiantes de la Biblia.

HISTERIA DURANTE TIEMPO DE GUERRA

Una vez que empezó la guerra, los clérigos tenían un arma nueva que usar contra los Estudiantes de la Biblia. La enemistad de algunos envidiosos líderes religiosos y su vehemente deseo de impedir el aumento de estos cristianos podía expresarse tras un disimulo de patriotismo. Estos opositores se valdrían de la histeria durante el tiempo de guerra para tildar falsamente a los cristianos neutrales de ser un riesgo contra la seguridad y un peligro para el Estado. Esto quería decir que los clérigos mismos tendrían que ser defensores de la guerra, aunque esto los pusiera en oposición a sus hermanos clérigos de otras naciones. No parecía que les perturbara esta contradicción ni su negación del “Príncipe de Paz.” (Isa. 9:6, 7) Lo siguiente es un ejemplo del punto de vista clerical de aquella época según lo recuerda la Sra. Frank Wainwright:

“Recuerdo que uno de los clérigos más francos hizo que se declarara en los periódicos: ‘Cualquier hombre que muera en las trincheras del frente de batalla tiene un pasaporte gratuito al cielo, y Dios mismo no pudiera impedir su entrada.’”

A algunos se les hizo patente la responsabilidad con que cargaba el clero por haber promovido la guerra. En 1924, el Telegram de Toronto informó:

“Dos jóvenes estudiantes de la Universidad College, R. V. Ferguson y W. S. McKay, se presentaron ante la Asociación Ministerial General de Toronto para explicar los puntos de vista del grupo universitario ‘No más guerra.’ El Sr. Ferguson, que según se dice, pasó cuatro años y medio en la guerra con los Guardas Escoceses, declaró que hasta la fecha no había encontrado un hombre que hubiese entrado en la guerra debido al principio envuelto.”

Según se le citó, Ferguson dijo: “Cantábamos, ‘Adelante, Soldados Cristianos,’ y luego nos llenábamos de ron para poder hacer el trabajo sucio. Miles de jóvenes se alistaron cuando estaban embriagados; otros se alistaron para que se les viera en uniforme; otros fueron atraídos engañosamente por la propaganda. El púlpito se convirtió en estación de reclutamiento. La iglesia llegó a ser parte del pecado organizado. Los ministros fueron sargentos de reclutamiento y las catedrales fueron adornadas con pendones.”

En realidad, la posición respecto al conflicto armado adoptada por el clero durante el tiempo de guerra no pasó desapercibida. Pero ¿qué se puede decir acerca de la actitud del clero respecto a las actividades de los cristianos verdaderos?

¿Le parece una simpleza o injusticia decir que algunos clérigos tenían como mira silenciar a los Estudiantes de la Biblia? Bueno, considere lo que R. H. Abrams escribió después de la I Guerra Mundial en su libro Preachers Present Arms (Los predicadores presentan armas). Refiriéndose al papel que el clero desempeñó durante la guerra, declaró: “Es significativo que tantos clérigos hayan participado agresivamente en tratar de librarse de los russelistas. Peleas y odios de largos años que no habían recibido consideración en los tribunales en tiempos de paz, ahora lograron entrar en los tribunales, gracias al hechizo de la histeria que reina en tiempo de guerra.”

Pero antes de relatar lo demás que hicieron nuestros contrarios religiosos, parece propio explicar que durante los años de 1914 a 1918 le sobrevinieron otras pruebas notables al pueblo de Jehová.

CRISTIANOS NEUTRALES DURANTE LA I GUERRA MUNDIAL

Los cristianos canadienses que se mantuvieron neutrales y respetuosamente rehusaron envolverse en la I Guerra Mundial tuvieron que soportar varios sufrimientos. (Isa. 2:2-4; Juan 17:16) A pesar de ser individuos inofensivos, algunos no solo tuvieron que sufrir encarcelamiento, sino tratamiento inhumano destinado a quebrar su resistencia, arruinarlos espiritualmente. Por ejemplo, considere lo que les sucedió a Ralph Naish y Robert Clegg en Winnipeg. George Naish, que sirvió a Jehová fielmente en Saskatoon hasta su muerte en 1978, informó:

“Un día llevaron a [Robert Clegg] y a mi hermano carnal Ralph al lavado y, puesto que rehusaron convenir en hacerse soldados, los mantuvieron bajo duchas frías y calientes alternadas hasta que, después de desmayarse varias veces, perdieron el conocimiento y no pudieron hacerlos volver en sí. Quedaron echados por varias horas en el frío piso de losa hasta que el Oficial de la Noche los encontró en su inspección. . . . Entonces fueron transportados al hospital St. Boniface donde, por varias semanas, realmente estuvieron enfermos. Al día siguiente los periódicos de Winnipeg dieron bastante publicidad a este acontecimiento, pero pronto les mandó desistir la Junta de Información Pública del gobierno de Ottawa y se les dijo que si el caso recibía más publicidad se darían ciertos pasos bajo el Acta de Medidas de Guerra.”

Entre los canadienses que recibieron trato severo por ser cristianos neutrales, además de Robert Clegg y Ralph Naish, estuvieron Frank Wainwright, Claude Brown, Lloyd Stewart, David Cook, Edward Ryan y John Gillespie. Andando el tiempo, estos hombres fueron enviados a Inglaterra, donde por fin se hallaron en la infame Prisión de Wandsworth.

La vida en esa prisión era rigurosa, y los cristianos neutrales encarcelados en ella sufrieron muchas penalidades y pruebas de su fe. Por ejemplo, Frank Wainwright recuerda: “En una ocasión, debido a que rehusamos participar en los ejercicios militares, se llevaron a varios de nosotros a una parte solitaria del corral de la prisión. Había allí una hilera de varios hombres en uniforme con bastones en las manos. Se nos ordenó uno por uno a correr la longitud del patio. Si nuestro paso era demasiado lento, nos prendían y arrastraban la distancia y los hombres con los bastones nos golpeaban en la espalda y piernas. Entonces nos llevaron a nuestras celdas. Jehová debe habernos oído cuando le pedimos fuerza para resistir la presión de tales golpeaduras, porque tal suceso nunca volvió a acontecer.”

Claude Brown fue el único negro en este grupo de cristianos, y él “recibió tratamiento especialmente severo de los guardas y soldados,” informa el hermano Wainwright, y añade: “En una ocasión en Wandsworth cuando lo amenazaron recordándole los lemas de la prisión: ‘Te obligamos o te rompemos’ y ‘Domamos leones,’ Brown contestó: ‘Pero lo que pasa, sargento, es que no somos leones. ¡Somos las ovejitas del Señor!’ . . . Después que [el hermano Brown] fue liberado continuó sirviendo fielmente. En 1923 la Sociedad Watch Tower pidió que sirviera en África Occidental ayudando a Brown ‘el de la Biblia’ y su esposa que estaban allá.”

RESALTA LA AYUDA Y BENDICIÓN DE JEHOVÁ

Seguramente, Jehová sostiene a su pueblo cuando sufren por causa de la justicia, y la fidelidad de ellos resulta en muchas bendiciones. (Mat. 5:10; Fili. 4:13) A veces con el tiempo hasta perseguidores crueles cambian de parecer. Y la fiel testificación a menudo produce buenos resultados. A este respecto, considere la experiencia de George Naish, quien declaró:

“Al día siguiente [después de haber sido arrestado] me llevaron ante el oficial del ejército que tenía el mando de la prisión y, después de un esfuerzo prolongado por hacerme comprometer a otros y especialmente a la familia con quien había estado viviendo, puso su reloj sobre el escritorio y me informó que tenía tres minutos para contestar unas 20 preguntas o ‘me llevarían abajo al número seis y me fusilarían.’ Se me aseguró que eso es lo que hacían con los ‘pelagatos cobardes que rehusaban pelear por su rey y país.’ Puesto que la refriega verbal no surtió efecto, gritó a voz en cuello: ‘¡Sargento de la Guarda!’ El sargento vino corriendo con dos soldados rasos. Entonces el oficial, un mayor, gritó a voz en cuello: ‘¡Llévense a este puerco, este cobarde, al número seis y fusílenlo!’ Como nunca antes había tenido la experiencia de ser fusilado, estaba desconcertado, si no algo peor. Pero oré a Dios por su ayuda. Me empujaron y aguijonearon todo el camino al sótano y al llegar al ‘Número 6,’ la puerta se abrió espontáneamente y me propulsaron hacia adelante con una tremenda coz. No me fusilaron, aunque a veces durante los meses siguientes deseaba que lo hubiesen hecho. . . .

“Después de una temporada en esta prisión, me transfirieron al campamento del ejército que entonces estaba bajo tiendas en los Terrenos de Exhibición de modo que así recibí un cambio de escena y acción. Mientras estaba de pie entre las largas hileras de tiendas enfrente del depósito de intendencia del sargento, un oficial joven y alto acompañado de dos soldados rasos vino andando a paso rápido por la hilera. Oí suficiente de su conversación para saber que hablaban de mí. El oficial se me puso enfrente y me ordenó varias veces que me cuadrara y, cuando no lo hice, me echó a las cuerdas de la fila de tiendas opuesta con un golpe debajo de la barba digno de un boxeador profesional. Puesto que no pude desenredarme, se echó encima de mí y empezó a estrangularme. Después de unos momentos de dolor intenso, quedé inconsciente. Mi recuerdo más vívido del suceso es el rápido cambio en el semblante del hombre a medida que su odio ardiente lo convirtió de ser humano en bestia.”

A pesar de estas penalidades y otras, el hermano Naish dijo: “De día en día fue maravilloso aprender de las experiencias que Jehová realmente nunca nos deja ni nos abandona. Muchas veces le dije a mi Padre celestial en oración que estaba seguro que había alcanzado el fin de mi aguante. Sin embargo, algo siempre acontecía para avivar mis espíritus y mostrarme de nuevo que su espíritu era lo que me sostenía.”

Además, durante este período penoso George Naish tuvo muchas oportunidades para hablar a otros acerca de los propósitos de Jehová, fortaleciendo así su propia fe y sembrando semilla. “Alguna de ésta llegó a la madurez,” dice él, “como, por ejemplo, en el caso de un sargento que, para ejercicio, nos hacía pasar públicamente por las calles municipales [de Príncipe Albert]. Años después, cuando estaba trabajando en un territorio rural a varios kilómetros de Saskatoon, llegué a una casa en la que encontré a ese anterior sargento, ahora el Sr. Roger Barker. Me recibió afablemente y me hizo pasar. Después de unas cuantas visitas él y su esposa empezaron a asociarse con la congregación de Saskatoon y entraron en la verdad.”

¿Recuerda usted aquel comandante que se refirió a George como un ‘puerco, cobarde’? Bueno, el hermano Naish lo encontró años después en un funeral en Yorkton. “Cuando pasé al frente para empezar el servicio,” informó el hermano Naish, “nuestros semblantes expresaron sorpresa total. Después del servicio me pidió que fuera en su automóvil al cementerio. Inmediatamente me empezó a pedir perdón por el modo en que me había tratado años atrás. Se le hizo difícil creer que yo no me sentía agraviado. Pasamos un rato muy agradable hablando de la verdad. Debido a ese encuentro y algunos otros, me di cuenta de que aun cuando no podíamos hablar acerca de las cosas más cercanas a nuestro corazón, nuestras acciones durante aquellos años de prueba dejaron impresiones firmes en muchas personas.”

Considere otro ejemplo que muestra que el aguante de sufrimiento puede resultar en muchas bendiciones. Mientras estuvo encarcelado en un lugar, George Naish tuvo la oportunidad de asociarse con el hermano Charles Matthews y de enseñar la verdad a un compañero de prisión. El hermano Naish escribió:

“Nos permitían breves períodos de conversación antes de ir a la comida del mediodía y de la noche. Naturalmente, nosotros tres hablábamos quietamente de cosas espirituales. Louis Ratz, el compañero de prisión de quien hablo, solía observar a Matthews y a mí con interés intenso. Más tarde dijo que lo hacía sin entender el lazo de unidad que compartíamos. Yo trabajaba en la mesa próxima a la de él y, siempre que las circunstancias lo permitían, él venía e insistía en que le dijera otra vez por qué estaba preso. Mi declaración constante: ‘porque rehusé ir a matar a mi semejante’ por fin se le hizo comprensible, y como resultado soltó en risotadas. Me acerqué a él para preguntarle qué le divertía tanto. Contestó: ‘Todo muy chistoso. Yo mato hombre. Me condenan por toda la vida. Tú no matas hombre. Te condenan por toda la vida.’ . . .

“Su interés fue tremendo. Después que fui librado, pude, por fin, conseguir su liberación por medio de la junta de liberación condicional de Ottawa. Este hombre, que había cumplido 16 años de su condena en la penitenciaría, entró en la verdad y fue leal hasta que murió hace pocos años.”

No, el atenerse a la neutralidad cristiana no fue fácil durante el período de la I Guerra Mundial. Tampoco fue cosa cualquiera soportar tratamiento severo, aun brutal, por causa de la justicia. No obstante, el soportar estas penalidades produjo excelentes resultados. Se dio un testimonio, aun ciertos perseguidores quedaron impresionados, y hubo algunos que abrazaron el cristianismo verdadero porque observaron la fidelidad de los proclamadores neutrales del Reino. (1 Ped. 3:13-15) A pesar de lo que el pueblo de Jehová sufrió, ciertamente recibió la ayuda y bendición de Dios durante esos años difíciles de la guerra.

LA OPOSICIÓN LLEGA A UN PUNTO CULMINANTE

Por supuesto, no todos los cristianos canadienses de aquel tiempo sufrieron en prisiones. Pero todos fueron sometidos a prueba, y ciertamente tenían enemigos... opositores religiosos resueltos a silenciar a los Estudiantes de la Biblia. Sí, para los cristianos verdaderos, el período de 1914 a 1918 resultó ser un tiempo de sufrir a causa de la conciencia. Parecía que esto se acercaba a su punto culminante a medida que la guerra exigía cada vez más hombres, y especialmente al publicarse “The Finished Mystery,” el séptimo y último volumen de los Estudios de las Escrituras. Evidentemente algunos clérigos fueron atormentados por lo que éste decía sobre la guerra, tal vez debido a su propia situación embarazosa durante tiempo de guerra. Una campaña sumamente viciosa y, según parece, organizada para “acabar con” los Estudiantes de la Biblia se extendió por toda la América del Norte... y comenzó en el Canadá.

¿Hemos exagerado los asuntos? De ninguna manera. Note lo que se dijo en Preachers Present Arms. El Dr. Abrams escribió: “Un análisis de todo el caso lleva a uno a concluir que originalmente las iglesias y el clero estaban detrás del movimiento para erradicar a los russelistas. En el Canadá, en febrero de 1918, los ministros iniciaron una campaña sistemática contra ellos y sus publicaciones, especialmente en contra de The Finished Mystery. Según el Tribune, de Winnipeg, se había llamado la atención del fiscal de la Corona sobre los russelistas, y se cree que la supresión de su libro fue efectuado directamente por las ‘representaciones del clero.’”

En enero de 1918, los clérigos principales del Canadá firmaron una petición en la que se pedía a las autoridades civiles que suprimieran las publicaciones de la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia. El hecho de que la petición tenía más de 600 firmas muestra que no era pequeño el número de opositores envueltos. ¡Muchas de las publicaciones citadas habían estado usándose por más de 30 años! Obviamente, no era el patriotismo verdadero lo que incitó a estos clérigos a obrar contra los Estudiantes de la Biblia.

El hecho de que la presión clerical incitó al gobierno del Canadá a proscribir “The Finished Mystery” se ve claramente en estas observaciones que se publicaron más tarde en el Tribune de Winnipeg: “Se alega que las publicaciones proscritas contienen declaraciones sediciosas y opuestas a la guerra. Hace unas semanas el Rdo. Charles G. Patterson, pastor de la iglesia de St. Stephen, citó porciones de números recientes de ‘The Bible Students Monthly’ [Mensuario de los Estudiantes de la Biblia] y los denunció desde el púlpito. Más tarde, Johnson, el fiscal de la corona, le pidió al Rdo. Patterson un ejemplar de la publicación. Se cree que la orden del censor es el resultado directo.”

Los registros oficiales del gobierno canadiense que en años recientes han sido abiertos para la inspección del público claramente revelan que el clero sí inició la acción de 1918 contra los cristianos verdaderos de este país. Cuando se sugirió que los clérigos habían hecho esto, se negó. Sin embargo, en ese mismísimo tiempo, el censor jefe, el coronel Ernest Chambers, tenía en sus archivos una carta del “Reverendo” A. E. Cooke, ministro de la Primera Iglesia Congregacional de Vancouver, Colombia Británica, que le había escrito esto al censor:

“La Asociación Ministerial General de Vancouver me ha dado instrucciones de traer a su atención un asunto que nos parece de considerable importancia pública en este tiempo. Como usted sabe, los seguidores del fallecido ‘pastor’ Russell . . . se llaman a sí mismos ‘Estudiantes Internacionales de la Biblia’ . . .

“¿No sería también bueno prohibir la literatura propagandista de este grupo que se imprime en los Estados Unidos y se envía al Canadá para que esta gente la distribuya?”

El censor jefe, el coronel Chambers, contestó por carta. En ésta, que fue marcada “confidencial,” dijo al clérigo Cooke:

“Reverendo y estimado Señor: . . . su comunicación que expresa las opiniones de un cuerpo tan influencial como La Asociación Ministerial General de Vancouver, resultó muy útil para lograr acción en este muy importante asunto. . . .

“Considero que los ataques enconados hechos en estas publicaciones en contra de las Iglesias de todas las confesiones, sin distinción, son dignos de notarse, aun si las declaraciones incluidas en estos ataques no pueden describirse como ‘censurables desde el punto de vista militar.’”

Estos documentos confidenciales del pasado, actualmente disponibles para el examen del público, revelan que el clero ciertamente dio comienzo en 1918 a la acción contra el pueblo de Jehová. Sí, a estos cristianos fieles se les negaron sus libertades porque se atrevieron, como lo hizo Jesucristo, a hablar la Palabra de Dios sin temor y desenmascarar la hipocresía del clero.—Mat. 23:1-39.

Es sumamente interesante que la proscripción canadiense se haya efectuado el 12 de febrero de 1918, y que en los Estados Unidos el acto oficial contra “The Finished Mystery” entrara en vigor el 14 de marzo del mismo año. La acción estadounidense también vino tras representaciones por el clero.

SIGUIENDO ADELANTE EN FE

No solo se impuso la proscripción sobre la organización de los Estudiantes de la Biblia sino también sobre “The Finished Mystery” y “The Bible Students Monthly.” Durante este período la fe y la determinación del pueblo de Jehová fueron sobresalientes, pues ellos estaban convencidos de que no habían hecho nada malo y que solo se debía a interferencia clerical que ellos estaban proscritos. Algunos se levantaban a las 6 a.m. para distribuir los tratados o lo hacían bien entrada la noche.

Al enfrentarse a una proscripción injusta, los cristianos canadienses demostraron ser “cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas.” (Mat. 10:16) Para ilustrarlo: Janet MacDonald notó el anuncio periodístico: “La posesión de cualquier libro prohibido expone al poseedor a una multa no en exceso de 5.000 dólares y cinco años de prisión.” Pero ¿intimidaría esto al pueblo de Dios? ¡De ninguna manera! La hermana MacDonald escribió: “En cuanto nos enteramos de esto llevamos nuestro surtido de libros al gallinero. Colocamos periódicos entre las paredes para mantener limpios los libros, los empacamos bien y luego clavamos las maderas. El día siguiente vino el policía del pueblo y le preguntó a mi padre si había ejemplares de este libro en la casa, a lo cual él contestó: ‘No.’” ¡Por supuesto que no! El surtido estaba en el gallinero.

Ya había empezado la lid por la adoración pura en el Canadá. “Preparamos nuestros surtidos de ‘The Finished Mystery’ para una rápida y amplia distribución, y estábamos seguros de que habría oposición,” escribió T. J. Sullivan, y agregó: “Cuando la proscripción se hizo ley, los hermanos de los Estados Unidos y el Canadá circularon una petición pidiendo que el gobierno quitara las restricciones impuestas al libro, para que la gente pudiera obtener esta ayuda para el estudio de la Biblia sin estorbo y molestia.” Al circular la petición en Port Arthur, Ontario, Sullivan y otro hermano fueron bien recibidos por la gente en general. Pero se produjeron efectos inesperados. El hermano Sullivan escribió:

“La policía consiguió una orden de allanamiento, registró nuestra habitación [de hotel], y halló nuestros ejemplares personales de ‘The Finished Mystery.’ Tuvimos que pasar esa noche en la cárcel pero se nos soltó al día siguiente. Sin duda alguna el arresto y la publicidad contribuyeron más a poner los hechos ante la gente que lo que pudiera haber hecho la circulación de la petición. El periódico anunció nuestro arresto en la primera plana . . . La policía se apoderó de los quinientos o seiscientos ejemplares de ‘The Finished Mystery’ enviados al territorio para distribución. Pero esa noche, mientras la publicidad periodística estaba en su apogeo, los policías de Port Arthur llevaron a casa ejemplares de ‘The Finished Mystery’ para ellos y sus amigos, ¡de modo que se encargaron de distribuir el entero surtido!”

En varios lugares se allanaron muchas casas privadas en un esfuerzo por hallar y destruir la literatura de la Watch Tower, incluso la que estaba en las bibliotecas personales. ¡Hasta se llevaban las Biblias! Por ejemplo, tan pronto como las noticias del arresto de T. J. Sullivan y su compañero llegaron a Winnipeg, esto es lo que sucedió, según lo informó Sullivan varios años después: “Los militares enviaron un camión lleno de soldados que allanaron los hogares donde estábamos alojados para apoderarse de literatura proscrita. Los militares podían arrestarnos y podían invadir nuestra propiedad y apoderarse de nuestros bienes, pero no podían enjuiciarnos. Puesto que éramos civiles y no militares, la corte civil insistió en que le atañía a ella enjuiciarnos. A las autoridades civiles, por lo menos a las de Winnipeg, les repugnaba la manera despótica en que los militares estaban invadiendo los hogares y destruyendo la propiedad de cristianos. Cuando los militares invadían un hogar, realmente trastornaban la casa. Tomaban carbón, harina, azúcar y otras cosas, las mezclaban y las dejaban en tal estado que casi no podían usarse. Esto perturbó mucho a las autoridades civiles, y algunos lo manifestaron tratándonos lo más bondadosamente posible al considerar nuestras causas.”

En un sorprendente número de casos, individuos amigables vieron lo injusto de la proscripción y ayudaron al pueblo de Dios. Sabían que los Estudiantes de la Biblia eran inofensivos y eran buenos ciudadanos, aunque tenían creencias diferentes. En una ocasión el jefe de policía le avisó a uno de sus hombres (que era Estudiante de la Biblia) que sería mejor que no trabajara ese día puesto que esa tarde la policía iba a invadir el salón I.O.O.F. donde se reunían los Estudiantes de la Biblia. Lo harían con el objeto de confiscar toda la literatura que hallaran allí. Eso les dio a los hermanos suficiente tiempo para llevar la literatura a otro sitio. Los invasores hallaron una lista encabezada “Siervos,” que se refería a los que ocupaban puestos de responsabilidad. Convencido de que había hecho un gran hallazgo, el policía que halló la lista se apresuró a mostrársela al oficial encargado de la invasión. Pero éste, puesto que no estaba familiarizado con los términos bíblicos, después de decir unas palabras obscenas le dijo al que la halló: “No queremos sus siervos. ¡Queremos los jefes!”

En otro caso, Roberta Davies dice que durante la invasión de un hogar el inspector de policía le preguntó a una joven: “¿Son éstos sus libros?” “Sí,” dijo ella contestando la verdad. Él ordenó: “Guárdalos, querida mía, antes que los vea.” Más tarde renunció a la fuerza policíaca y le dijo a un Estudiante de la Biblia que simplemente no podía hacer “esa clase de trabajo sucio.” No era el único policía que abrigaba esos pensamientos.

Se sabe de hombres gubernamentales que interceptaban el correo privado de cristianos humildes en su esfuerzo por hallar la literatura. Sin embargo, a pesar de esto y el allanamiento de muchos hogares, las autoridades no hallaron la mayoría de las publicaciones. La literatura estaba guardada en graneros, sótanos y otros lugares.

En un caso clásico que ocurrió en el Oeste, la policía local partió los colchones por el medio, rompió la alfombra de la escalera, despedazó un órgano y hasta cernió la harina en un barril buscando ejemplares de “The Finished Mystery.” Pero no hallaron ni un solo ejemplar. ¡Sin embargo, ignoraban que un ejemplar de este libro estaba adherido al fondo de la mismísima banqueta en que estaba sentado el oficial mientras dirigía sus hombres a efectuar la búsqueda!

Cuando las autoridades hallaban nuestra literatura, a menudo el poseedor de ella tenía que pagar una multa grande o ser encarcelado. Pero considere lo que sucedió en el caso de 10 Estudiantes de la Biblia de la zona de Vancouver. ¡En la biblioteca de la prisión vieron los mismísimos libros cuya posesión les había acarreado la condena de tres meses que estaban cumpliendo como castigo!

PROBLEMAS INTERNOS

Además de sufrir como cristianos neutrales y más tarde aguantar las penalidades infligidas por la proscripción, los Estudiantes de la Biblia canadienses tuvieron que soportar otras presiones y problemas durante el período de la I Guerra Mundial. Se desarrollaron problemas dentro de la organización. Pero para considerar esto, tendremos que retroceder un poco.

Antes del otoño de 1916, C. T. Russell había estado desmejorando físicamente. Pero siguió adelante con su trabajo y cumplió sus citas para pronunciar discursos. Por ejemplo, su gran espíritu para servir a sus compañeros creyentes hizo que Russell volviera al Canadá en marzo de 1916. Este fue su itinerario: Toronto (marzo 11), Peterborough y Lindsay (marzo 12), Midland (marzo 13), North Bay (marzo 14), New Liskeard (marzo 15), Bracebridge y Barrie (marzo 16), Guelph (marzo 17), Brantford y Hamilton (marzo 19) y Niágara Falls (marzo 20). ¡Ciertamente un programa agotador!

Una rutina tan exigente estaba afectándolo mucho. En la reunión de Toronto, Russell tuvo que sentarse al pronunciar sus discursos. Después de eso su salud menguó rápidamente. Murió el 31 de octubre de 1916.

Este suceso fue acompañado de tristeza, desilusión e incertidumbre acerca del futuro. ¿Habría de seguir la obra? El punto de vista de Russell ciertamente había sido que los cristianos verdaderos tenían ante ellos un trabajo tremendo. Durante una sesión de preguntas en Vancouver en 1915, él había dicho: “Hay un tremendo trabajo que hacer y requerirá miles de hermanos y millones de dólares para lograrlo. De dónde vendrán, no lo sé... el Señor conoce sus propios asuntos.”

¡“Un tremendo trabajo que hacer”! ¡Miles para hacerlo! Esto fue excitante... para la mayoría. Sin embargo, algunos empezaron a manifestar un espíritu opuesto a la dirección que se recibía de Brooklyn para llevar a cabo el mismísimo trabajo que Russell había mencionado. Unos cuantos individuos empezaron a formarse ideas acerca de ‘asumir la dirección’ a la que Joseph F. Rutherford había sido debidamente elegido, reemplazando a Russell. No solo se vio ese espíritu de rebelión en ciertas personas que habían disfrutado de excelentes privilegios en la oficina central de la Sociedad en Brooklyn, sino que también en el Canadá había algunos que abrigaban esas ideas. Esto y las falsas acusaciones y arresto de Rutherford y sus asociados en 1918 parecían ser más de lo que podían soportar los sinceros. Parecía que todo estaba a punto de desbaratarse. ¡Todos nos hallamos en tiempos de prueba!

En Toronto unas 30 personas se separaron de la congregación y formaron su propio grupo. Escribieron cartas y emplearon otros métodos en su esfuerzo por llevarse seguidores. Pero esta actividad cesó en unos dos años. También en Montreal hubo algunos que se separaron. El desacuerdo que continuó por varios años después de 1920 afectó en gran manera las zonas de Vancouver y Victoria. El anterior peregrino Charles Heard originó un movimiento llamado “Standfast” (no cejar) que afectó a las clases por todo el Canadá occidental y resultó en que muchas congregaciones fueran partidas ‘por la mitad’ en cuanto a números. Algunos disidentes formaron sus propios grupos locales que abiertamente atacaban a la Sociedad Watch Tower acusándola falsamente de haber sido abandonada por Jehová.

Toda esta presión interna desconcertó a muchos. Sin embargo, andando el tiempo, quedó manifiesto que estaba efectuándose la separación de las personas indignas de las fieles. (1 Juan 2:19) Requeriría hombres y mujeres de verdadera fe y denuedo para hacer el tremendo trabajo de predicar y enseñar que todavía les esperaba.

UNA SUCURSAL PARA CANADÁ

Pero no todas las noticias en aquellos años eran ‘malas noticias.’ Había mucho por lo cual regocijarse. El adelanto de la obra de predicar el Reino dio motivo para establecer una sucursal de la Sociedad Watch Tower en Winnipeg el 1 de enero de 1918. Se nombró a Walter F. Salter como el primer administrador de la sucursal y se invitó a cuatro individuos para formar el personal.

En 1920 se transfirió la sucursal a Toronto, donde al principio funcionó en un lugar bastante espacioso en 270 Dundas Street West. Se compartía el edificio con un taller para el reparo de toldos de automóvil. (Los automóviles del día no tenían capotas de metal.) En la parte delantera había buen espacio para oficina y en la parte de atrás lugar para los envíos. Más tarde se trajeron dos pequeñas prensas para imprimir las hojas sueltas y un folleto sobre el infierno. En aquellos días no había lugar para alojamiento en la sucursal. Por eso los trabajadores se quedaban con otros Estudiantes de la Biblia, o en pensiones para huéspedes, y se encargaban de conseguir sus propias comidas. Estos son los que entonces formaban el personal: W. F. Salter, Frank Wainwright, Charles Cutforth, Julia Loeb, Winnifred McCombe y Edna VanAlstyne.

¡SE LEVANTA LA PROSCRIPCIÓN!

Aumentó la felicidad de este período cuando se levantó la proscripción injusta impuesta a “The Finished Mystery,” “The Bible Students Monthly” y la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia. Esto se efectuó el 1 de enero de 1920, bastante tiempo después del fin de la guerra que supuestamente había justificado la proscripción.

Es de interés que el clero canadiense se opuso a la restauración de las libertades de prensa y de cultos después de la guerra. Hasta dejaron constancia de su actitud mediante una resolución sobre el asunto. ¿Por qué estarían opuestos a quitar las restricciones de tiempo de guerra? Podemos captar alguna idea de su pensar si consideramos el hecho de que se esforzaron por hacer que se alistara la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia en un folleto que el Ministerio de Trabajo emitió en agosto de 1920 en el cual se advirtió acerca de organizaciones que supuestamente eran subversivas. Pero el hermano Rutherford protestó al Ministerio de Trabajo, y se informó al público acerca de la situación en una protesta impresa que se distribuyó.

OCURRE UNA REVIVIFICACIÓN

¡Cuánto regocijo hubo cuando terminó la guerra y fue posible reanudar nuestras asambleas! ¡Y cuánto se deleitó el pueblo de Dios porque la liberación del hermano Rutherford y sus asociados de prisión hizo posible que ellos asistieran a algunas de estas asambleas! En 1919 se celebraron asambleas en Winnipeg, Calgary y Vancouver. Se verificaron 12 de estas asambleas canadienses durante 1920.

La aparición de J. F. Rutherford y algunos de sus asociados en las asambleas canadienses en los años después de su liberación de la prisión y su exoneración de los falsos cargos contra ellos atrajo grandes muchedumbres de personas interesadas a estas reuniones. Así sucedió en la serie de asambleas que se celebró en el Canadá occidental en 1921. La primera de éstas se verificó en Winnipeg del 5 al 7 de agosto. Esa fue la mismísima ciudad en la que vivían el clérigo y el político que habían instigado la proscripción de “The Finished Mystery,” tras la cual vino una ola de persecución, incluso el encarcelamiento de Rutherford y sus asociados. ¿Cómo respondió a la visita del hermano Rutherford la población de Winnipeg en general? Se calcula que unas 6.000 personas concurrieron a la reunión pública.

El período posbélico fue marcado por una revivificación del pueblo de Jehová. Algo que contribuyó a esto de modo sobresaliente fue la asamblea de 1919 en Cedar Point, Ohio, E.U.A. Revitalizó el entusiasmo por el trabajo de evangelizar entre los Estudiantes de la Biblia en el Canadá, lo mismo que otros lugares. En esa ocasión se presentó por primera vez la nueva revista The Golden Age (ahora se llama ¡Despertad!), que dio ímpetu al trabajo por hacer. Entonces llegó el año 1922 y otra emocionante asamblea en Cedar Point. Los concurrentes regresaron a casa resueltos a testificar aun en zonas más allá de su territorio inmediato. Ciertamente el pueblo de Jehová había sido revivificado. ¡Realmente iban a anunciar al Rey y el Reino!

DANDO MAYOR ALCANCE AL SERVICIO DEL REINO

Este espíritu hizo que los siervos de Dios le dieran mayor alcance a su trabajo de declarar el mensaje del Reino. Sí, habían estado muy activos antes de 1922. ¡Por ejemplo, en tan solo un año —1920— aquí en el Canadá se habían colocado más de 65.000 ejemplares del libro “The Finished Mystery”! Pero ahora, después de la asamblea de Cedar Point de 1922, ¡era caso de ‘regresar al campo’ los agentes de publicidad del Reino! Y estaban resueltos a testificar no solo en sus territorios usuales, sino en las zonas remotas del campo canadiense.

Por ejemplo, Charles V. Johnson trabajó como repartidor allá en el territorio del río de la Paz de Alberta del norte, y así siguió adelante con las actividades de los que habían testificado allí más temprano. En 1919, un Estudiante de la Biblia que se llamaba Nielson había ido a lo largo del ferrocarril hacia el norte hasta el lago Menor de los Esclavos. ¡Eso fue más o menos 720 kilómetros desde la frontera de los E.U.A., una distancia bastante hacia el norte para aquellos días! John Hamilton fue el primero en testificar en el distrito del río Spirit de 1923 a 1934.

George Naish escribe lo siguiente acerca del sistema que usaban los proclamadores del Reino en Saskatoon: “A menudo dos hermanos se cargaban de literatura durante los fines de semana e iban en tren a algún pueblito que no estuviera muy lejos y trabajaban allí de casa en casa hasta que el regreso del tren, ese día o el siguiente, les permitía volver a casa. Si no nos era posible volver a casa hasta el próximo día, de modo que nos quedaba la noche o parte de ella después de haber trabajado todo el pueblo, salíamos en diferentes direcciones a las alquerías que estuvieran a distancia de andar, lo cual quería decir de tres a seis kilómetros. Regresábamos a la aldea o pueblo trabajando en medio círculo, subíamos al tren y llegábamos a casa cansados pero felices debido a los privilegios que se nos había permitido compartir.”

¿Cuán industriosos eran los proclamadores de las “buenas nuevas” en aquellos días? Bueno, considere lo que sucedió en una ocasión cuando debido a un error al pedir literatura, se recibieron más de 2.000 volúmenes de Estudios de las Escrituras para que los distribuyera un grupo pequeño. El que cometió el error al hacer el pedido recuerda: “Fue grande mi perplejidad cierto día al regresar a casa . . . El portero del edificio me saludó con la pregunta: ‘Por favor, ¿qué es lo que ustedes han estado pidiendo?’ Expliqué: ‘Simplemente algunos libros.’ . . . Respondió: ‘Deben haber pedido una biblioteca pública.’ . . . ¿Qué íbamos a hacer con 288 juegos de libros, un total de 2.016 libros encuadernados? Mi socio rehusó aceptar mi sugerencia de que escribiéramos a la oficina de la Sociedad Watch Tower en Toronto acerca del asunto. Insistió en que la solución era el dedicar más y todavía más tiempo al servicio del campo para colocar la literatura. Es de interés que en menos de un año se nos habían agotado por completo los Estudios de las Escrituras, lo cual es un indicio de lo duro que trabajaron los hermanos de la congregación.”

Al dar mayor alcance al servicio del Reino, usábamos toda suerte de vehículos... bicicletas, cabriolés y “demócratas” (carruajes de cuatro ruedas tirados por caballos). También había coches hechos de carrocerías viejas tirados por caballos. En el invierno los hacían cerrados y los llamaban “cabooses” [vagones de cola]. Aunque el pasajero se mantenía caliente, gracias a las pequeñas estufas en que se quemaba leña, existía el peligro de que él se quemara si se volcaba el coche. Para conseguir algún calor en los cabriolés abiertos se calentaban piedras durante toda la noche y luego las colocaban en el cabriolé al pie del pasajero. Mantas y pieles de búfalo completaban el equipo.

A veces el pueblo de Jehová trabajaba territorios extensos por medio de formar caravanas de automóviles. ¡Los estribos que los automóviles de aquellos días tenían debajo de las puertas eran perfectos para preparar comidas o dividir la literatura! El equipo de tiendas de campaña que llevaban consigo proporcionaba el alojamiento que se necesitaba para dormir.

Loretta Sawyer recuerda sus días de repartidora en Saskatchewan con su coche ligero tirado por caballo. Informa:

“El territorio que se me asignó se extendía desde mi hogar hacia el norte unos 56 kilómetros hasta el río Saskatchewan otros 56 kilómetros hacia el oeste y el mismo río era el límite, hacia el sur hasta la principal vía de ferrocarril y luego en dirección al este de vuelta a mi hogar. Abarcaba unos 2.300 kilómetros cuadrados. . . .

“Nunca pasé una noche sin alojamiento para mí o mi caballo. Jehová siempre proveyó. De vez en cuando se me cobraba una pequeña cantidad, pero nunca se me trató mal ni se nos rehusó alojamiento. Además de darnos un lugar donde dormir, mi caballo y yo recibíamos nuestro desayuno, y me calentaban la piedra para mis pies para darme un comienzo caliente en aquellas frías mañanas del otoño en las llanuras extensas.”

Fue en este tiempo, también, que empezó a desarrollarse bien una pequeña clase en Wakaw, Saskatchewan. Esto ha tenido un efecto señalado en la obra de predicar el Reino en esta tierra. Wakaw llegó a ser un lugar de asamblea para los Estudiantes de la Biblia. Llamaron mucha atención en la comunidad puesto que a veces hasta 400 delegados venían de otras zonas. Emil Zarysky de Wakaw se hizo muy activo entre sus compañeros ucranianos de la provincia e hizo un trabajo tremendo. Sirvió de repartidor y por un tiempo de peregrino. En 1926 104 personas asistieron a la observancia del Memorial en Wakaw y el aumento fue rápido. Por lo menos 44 precursores y misioneros salieron de esa pequeña congregación. Hay por lo menos 15 que todavía están en el servicio de tiempo cabal, entre ellos Joseph Lubeck y Olga Campbell (ambos sirven actualmente en el Betel de Brooklyn) y Victoria Siemens y Helen Held.

LISTOS PARA LA EXPANSIÓN

Durante los años de 1922 y 1923 la actividad de predicar el Reino se intensificó en el Canadá. Para 1922 el número de concurrentes al Memorial había ascendido a 2.335. Seguramente los primeros años de la década de 1920-30 fueron años de progreso cristiano en este país. Y el pueblo de Jehová miraba hacia el futuro con optimismo, pues la Watch Tower del 15 de diciembre de 1923 declaró: “El nuevo lugar que ocupamos está bien iluminado, es cómodo y espacioso. Tenemos un área útil de 520 metros cuadrados... suficiente para nuestras actuales necesidades y algo para la expansión futura.”

¿“Un nuevo lugar”? Sí, se había obtenido un lugar mejor para la sucursal de la Sociedad. No sería sino hasta más tarde que el personal se alojaría en el mismo edificio. Pero este lugar más espacioso sí permitió ensanchar las facilidades de imprenta. Ahora sería posible llevar a cabo la publicidad del Reino con mayor fuerza en el Canadá que en cualquier tiempo anterior.

ANUNCIANDO EL REINO EN QUEBEC

En 1923, Alexander Deachman y Peter Allan Robertson fueron enviados a Quebec como repartidores especiales. Un informe procedente del campo de Quebec durante ese año declara:

“No ha disminuido mucho el promedio de libros que [colocamos] cada semana, y actualmente podemos conversar inteligentemente sobre temas sencillos con la gente. La noche del domingo 10 de junio exhibimos el ‘Foto-Drama’ en Leboeuf Hall, Valleyfield. El Salón estuvo atestado de franceses e ingleses y como resultado directo [colocamos] veinticinco libros. El caballero con quien nos alojábamos pidió que exhibiéramos el ‘Drama’ en su hogar; por consiguiente lo hicimos el 13 de junio. Diecisiete adultos estuvieron presentes, todos católicos franceses. El párroco inglés iba a exhibir nuestras diapositivas en la Iglesia el 18 de junio, pero no nos fue posible quedarnos hasta el domingo en Valleyfield. . . . Los pastores protestantes nos recibieron muy afablemente . . . no se oyó ni un murmullo de ellos y los dos tienen algunos de los libros del hermano Russell. Una de las jovencitas en nuestra casa de huéspedes dijo que no pensaba que iría más a la Iglesia, que nosotros éramos mucho más amables que los curas. Todo parece señalar a un despertamiento. El Rey ha preparado el camino para su mensaje; lo único que falta es hallar trabajadores que lleven las alegres noticias.”

Entre los que tuvieron el privilegio de predicar en Quebec en aquellos días estuvo Janet MacDonald (aunque eso fue antes de casarse con el Estudiante de la Biblia Howard MacDonald en 1928). Janet empezó a declarar las “buenas nuevas” en Montreal en 1924. En ese tiempo participó en la distribución de una resolución que se acababa de adoptar en la asamblea de Columbus, Ohio. La resolución en forma de tratado llevaba el título “Eclesiásticos denunciados,” y claramente desenmascaró la naturaleza mortífera de la religión falsa. La hermana MacDonald informó más tarde:

“Siguiendo la ruta que la Sociedad había indicado, fuimos a muchos pueblos como Granby, Magog, Asbestos y otros en las Subdivisiones Orientales. Para evitar la oposición, empezábamos a distribuir el tratado de casa en casa a las tres de la madrugada, y para las siete u ocho de la mañana, cuando el pueblo estaba activo, habíamos terminado nuestro trabajo. En varias ocasiones la policía nos arrestó y trató de asustarnos para que nos saliéramos del pueblo. Un ejemplo es lo que sucedió en Magog donde la policía nos llevó al tribunal. No se presentó una acusación, pero se nos dijo que tendríamos que pagar 15 dólares para salir. Dijimos que no teníamos 15 dólares, de modo que lo redujeron a 10 dólares. Dijimos que no teníamos 10 dólares, de modo que lo redujeron a 5 dólares. Dijimos que no teníamos 5 dólares, de modo que nos dejaron ir.

“En Coaticook, tropezamos con una dificultad más grave en mayo de 1925. Una chusma encabezada por el principal de los Caballeros de Colón nos rodeó y a la fuerza trató de hacernos subir a un camión. Corrimos a la estación del ferrocarril y nos refugiamos en la sala de espera. El jefe de estación vio que se acercaba la chusma y cerró las dos puertas. Se arremolinaron y nos amenazaron con los puños y golpearon la ventana. Dentro de poco el líder de la chusma volvió con la policía.

“Nos arrestaron y nos llevaron al ayuntamiento, donde se reunió inmediatamente un tribunal. Se nos acusó de ‘publicar difamación blasfema’ debido a la crítica del clero. El cura católico de la localidad fue el único testigo que llamaron. Se nos llevó a Sherbrooke y tuvimos que pasar la noche encerradas en una cárcel asquerosa e infestada de sabandijas, donde recibí tantas picadas que tuve que recibir tratamiento por varias semanas.

“Se vio la causa el 10 de septiembre ante el magistrado Lemay, que optó por seguir la ley. Dijo: ‘No hay aquí ninguna difamación blasfema y declaro sin lugar la denuncia hecha contra los acusados.’”

Claro está que no era fácil anunciar al Rey y el Reino en Quebec en aquellos días. No obstante, allí, como en otras partes del Canadá, los fieles proclamadores de las “buenas nuevas” avanzaron con firmeza. Había un gran trabajo que hacer y estaban ansiosos de hacerlo.

¡“EN EL AIRE” CON EL MENSAJE DEL REINO!

A principio de los años veinte se presentó un modo nuevo de anunciar el Reino, y los Estudiantes de la Biblia no vacilaron en valerse de él. Antes de 1923, habían usado hasta cierto grado el nuevo medio de la radio. Por ejemplo, Smith Shuttleworth de Brandon había pronunciado algunos discursos bíblicos por la Estación CKX. Pero los Estudiantes de la Biblia canadienses no tenían estaciones que fueran suyas propias.

En el verano de 1923, George Naish de Saskatoon tuvo alguna comunicación con un abogado local que durante la guerra había sido un oficial en el servicio de transmisiones. En cierta ocasión, Naish vio en el suelo unos leños de 18 metros de largo y le preguntó acerca de ellos. Se le dijo que eran material para una torre de señales. Más tarde, el hermano Naish se puso a pensar que harían excelentes torres de radio. ¿Por qué no tener una estación de radio local que difundiera la verdad bíblica?

Al recibir estímulo de la oficina de la Sociedad en Toronto, la congregación local prosiguió con el proyecto. Tarde en el otoño se compró propiedad en un terreno alto en la parte noroeste de Saskatoon; se consiguieron los leños que se acaba de mencionar y otras piezas de equipo como géneros de salvamento, y los Estudiantes de la Biblia de Saskatoon construyeron una estación de radio. Para la primavera de 1924, esa estación de 250 vatios, CHUC —una de las primeras estaciones religiosas del Canadá— se inició “en el aire.” ¡En ese tiempo solo había una estación más en Saskatoon, y solo otras siete en todo el país!

¿Cuál era el contenido del programa? Durante las limitadas horas de difundir, se presentaban discursos bíblicos, se contestaban preguntas sobre la Biblia y se presentaban selecciones musicales. William Flewwelling, que tenía una excelente voz para la radio, a menudo pronunciaba los discursos y contestaba las preguntas. Hilda Essen cantaba los números que se solicitaran, y las selecciones corales fueron presentadas por los individuos de talento de la congregación local bajo la dirección del Estudiante de la Biblia Costa Wells que había hecho trabajo de esa clase bajo la dirección de S. Betts en el Crystal Palace de Londres, Inglaterra.

La respuesta del público fue excelente. Toda la correspondencia que se recibía se atendía cuidadosamente, y se enviaba literatura bíblica a los que manifestaban interés, o se les iba a visitar. La estación CHUC hizo posible llevar el mensaje a muchos en zonas remotas. Por ejemplo, cierta señora Graham de McKague (a unos 185 kilómetros de Saskatoon) respondió bien y empezó a propagar el mensaje del Reino en el territorio del valle Carrot River. Cuando había buena recepción, CHUC alcanzaba las colinas al pie de las montañas Rocosas en Alberta occidental y hasta la parte norteña de los Estados Unidos, a una distancia de 320 a 480 kilómetros. Con tantas personas interesadas buscando la verdad, la expansión era esencial, como señaló George Naish al decir:

“Dentro de poco se hizo imperativa la expansión. En este tiempo la Compañía de Pianos Heintzman construyó una tienda excelente en el centro de Saskatoon. Hablé con el gerente acerca de la posibilidad de usar parte de la tienda principal como estudio tres veces a la semana. En cambio, empezaríamos y terminaríamos cada programa con un anuncio de que éste era el Estudio CHUC en el edificio Heintzman en el centro de Saskatoon. Al principio el gerente se mostró dudoso, pero dijo que lo consideraría con sus principales. Lo hizo, y dentro de pocas semanas estábamos difundiendo por lo que en ese entonces era una cosa enteramente nueva... control remoto. Según nos dio a entender el que en aquellos días era inspector de las estaciones de radio, nuestra pequeña estación CHUC había sido un pionero en este campo.”

EXPANSIÓN DE NUESTRA OBRA DE RADIO

En 1925 la Sociedad Watch Tower asumió el título de propiedad de la Estación CHUC, y los estudios fueron mudados al edificio Regent, anterior teatro, que se compró con este propósito. En Toronto, la Sociedad operó la Estación CKCX (empezando en 1926). Uno de sus programas sobresalientes fue el discurso “Se acerca el mayor conflicto de la Tierra,” que el hermano Rutherford pronunció en 1926 en el teatro Pantages. CKCX llegó a ser el centro de un sistema de conexión de emisoras por el cual se difundía el mensaje del Reino por toda la nación. De paso, Margaret Lovell recuerda que el locutor de la estación Neville Maysmith (que había sido actor antes de llegar a ser Estudiante de la Biblia) originó la idea de sonar campanillas musicales al dar las letras de identificación CKCX. Desde entonces, otros han adoptado este estilo.

Al extenderse nuestra obra de radio, la Sociedad empezó la Estación CHCY en Edmonton en 1926. También estableció una cuarta estación, CFYC, en Vancouver. Además de estas estaciones radiodifusoras que esparcían el mensaje del Reino, a veces la Sociedad o las congregaciones locales de los Estudiantes de la Biblia compraban tiempo en estaciones comerciales en diferentes lugares. Por ejemplo, se usó CJCB en Sydney, Nueva Escocia. Después de una emisión —el discurso “El Reino, la esperanza del mundo” pronunciado por Rutherford— cierto coronel J. A. MacDonald le dijo a Daniel J. Ferguson: “Ayer la gente de la isla Cabo Bretón oyó el mejor mensaje que se ha escuchado en esta parte del mundo. Fue simplemente maravilloso.”

¡UNA CADENA DE RADIO INTERNACIONAL!

El año 1927 ciertamente fue excitante. Se había escogido a Toronto, Ontario, como lugar de una asamblea del 18 al 26 de julio. Vinieron delegados de cada estado de los E.U.A., de cada provincia del Canadá y hasta de Europa. Cuando J. F. Rutherford pronunció el discurso público de la asamblea “Libertad para los pueblos,” habló a más personas en una sola ocasión que cualquier otro hombre hasta entonces. No solo hubo un auditorio visible de unos 15.000 en el Coliseo y otros lugares del terreno para ferias, sino que por control remoto se empleó bien el equipo de la estación radiodifusora CKCX. Fue parte de una cadena internacional de 53 estaciones. ¡Sí, millones de personas oyeron el mensaje por medio de la mayor red de radio que se había empleado hasta ese día!

Graham McNamee, en aquellos días el famoso locutor de la National Broadcasting Company, fue enviado a Toronto para presentar al conferenciante. Otros arreglos especiales hicieron posible que el discurso también se oyera en Australia e Inglaterra. Es interesante saber que aunque el alcalde dio la bienvenida a los delegados, los periódicos de Toronto permanecieron callados acerca de este suceso histórico. Sin embargo, para hacer un reportaje diario de la asamblea, la Sociedad publicó su propio periódico al que se llamó “El mensajero.”

LUCHA POR LA LIBERTAD DE ONDAS AÉREAS

Heridos por el hecho de que la radio se estaba usando cada vez más extensa y eficazmente para hacer que la verdad de la Biblia llegara a la gente, el clero ejerció gran presión sobre los oficiales gubernamentales. Así fue que el 8 de marzo de 1928, la Corporación de Radiodifusión del Canadá abruptamente informó que a la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia no se le renovaría su licencia para radiodifundir. Al principio, no se dio razón. Se levantó una fuerte protesta debido a este ataque contra la libertad de expresión, e inmediatamente se lanzó una campaña de petición para mantener las estaciones en el aire. Por fin se presentaron 466.938 firmas que pedían la supresión de la proscripción contra la difusión por las estaciones que eran propiedad de la Asociación.

P. J. A. Cardin, ministro del Departamento de la Marina y Pesquerías, que era católico romano, expresó la opinión oficial del gobierno. Alegando que se habían recibido muchas quejas contra las difusiones de los Estudiantes de la Biblia, pero sin identificar a los que las habían hecho, dijo: “Por lo general los querellantes dicen que la materia difundida se ha hecho intolerable; se dice que la propaganda que se lleva a cabo bajo el nombre de discursos bíblicos es antipatriótica e injuriosa para todas nuestras iglesias. La evidencia manifestaría que la sustancia de toda la predicación parece ser que todas las iglesias organizadas son corruptas y están aliadas con fuerzas injustas, que el entero sistema de la sociedad es incorrecto, y que se debe condenar a todos los gobiernos. El Departamento está convencido de que en el interés del público general no se deben renovar las licencias de los Estudiantes de la Biblia.”

De esta fraseología no es difícil identificar la fuente de las quejas. Por supuesto, se hizo que las cosas sonaran peor de lo que eran, y algunos puntos sobre los cuales se informó se habían tomado fuera de contexto. No obstante, procediendo sobre esta base debería haberse descontinuado a toda radiodifusora o periódico que criticara a otros. Se vio este punto en las expresiones que se hicieron durante los debates parlamentarios que resultaron de la petición. Un miembro del Parlamento resumió bien el asunto cuando dijo:

“Ahora bien, yo no soy miembro de la Asociación de los Estudiantes de la Biblia. . . . Pero quisiera preguntar: ¿cuándo nombramos a un Ministro de este Gobierno como censor de la opinión religiosa? Durante toda la historia cuerpos religiosos han criticado a otros cuerpos religiosos. Yo creo que la gran Iglesia Católica Romana ha hablado muy ásperamente respecto a los herejes; creo que en su Credo de Atanasio la Iglesia Anglicana hace algunas declaraciones muy fuertes contra los que no creen en ese credo; y he oído a evangelizadores decirle a la gente en general a dónde irían a menos que creyeran las doctrinas que ellos les estaban predicando. Se declara que los Estudiantes de la Biblia condenan a otros cuerpos religiosos. ¿Por qué debemos castigar a los Estudiantes de la Biblia simplemente porque siguen en las pisadas de otros cuerpos religiosos? Si a los Estudiantes de la Biblia se les ha de obligar a cesar porque condenan tanto a los católicos como a los protestantes, no veo por qué no deben suprimirse el Sentinel [protestante] y el Catholic Register.”

Al informar sobre este asunto, The Watch Tower declaró: “Enviamos a uno de nuestros abogados a Ottawa, y al entrevistarse con el Gobierno lo único que se pudo descubrir como razón fue que la difusión de nuestra estación hizo necesario acortar el sermón de cierto predicador. Sin embargo, nuestra estación se mantuvo bien dentro de su tiempo asignado y el predicador había excedido el suyo por unos quince minutos. Pero, por supuesto, esto no era excusa para rehusar la licencia a las otras estaciones en diferentes partes del Canadá.”

Si el gobierno canadiense pensó que podría mantener oculta su acción arbitraria, sufrió una desilusión. Aumentaron las protestas y demandas de explicación. Obviamente el señor Cardin no estaba preparado para esta reacción violenta. Miembros del Parlamento demandaron una explicación de lo que el gobierno estaba haciendo. Puede que a Cardin una expresión de carácter general acerca de “un gran número de protestas” le haya sonado satisfactoria a medida que trataba en vano de eludir la cuestión, pero los Miembros de la Cámara no estuvieron satisfechos. Dos miembros del Parlamento, J. S. Woodsworth y A. A. Heaps, eran de ideas liberales y no quedaron convencidos por la explicación débil del ministro de la Marina y Pesquerías. Así es que exigieron que él hiciera una lista de toda la correspondencia y quejas que había recibido.

La presión de las protestas también continuó fuera de la Cámara de los Comunes. Se registró con el Parlamento la petición grande que llevaba 466.938 firmas. También, se enviaron 1.500 telegramas y miles de cartas quejándose de la acción del gobierno. En varias partes del Canadá se celebraron grandes reuniones de protesta.

Entre tanto, en el Parlamento, los miembros que se interesaban en ver que se actuara justamente no dejaron de exigir que el Sr. Cardin hiciera una lista de las quejas, las cuales, según el alegaba, lo habían hecho rehusar la renovación de los permisos de radiodifusión. Hubo una demora inexplicada. Por fin, después de repetidas solicitudes, se presentó la lista de quejas el 7 de mayo de 1928.

La cuestión se debatió en pleno ante la Cámara de los Comunes el 31 de mayo y el 1 de junio de 1928. J. S. Woodsworth estableció el carácter general del debate. ¡Hábilmente señaló que después de todas las semanas de retraso había hallado principalmente recortes de periódicos que hablaban de la cancelación! ¡El Sr. Cardin, atrapado con muy poco a modo de quejas que justificaran su acción de cancelar las licencias, trató de reforzar su débil posición insertando material que se había publicado después de tomar su acción arbitraria!

Orador tras orador atacó en la Cámara de los Comunes la acción del gobierno en contra del pueblo de Jehová. Entre ellos estuvo un Sr. Irvine, quien dijo: “Si tengo que escoger entre que mis hijos escuchen material de esa clase [música jazz] o algunos de los programas ennoblecedores y esclarecedores que transmiten los Estudiantes de la Biblia, prefiero que se retire del aire parte de este otro material y se permita que los programas de los Estudiantes de la Biblia sigan, aunque quizás no concuerde con sus puntos de vista religiosos. De hecho, me parece que la cuestión de la religión no debería entrar en este asunto de modo alguno; se supone que el principio de la libertad de cultos y la tolerancia religiosa se haya resuelto hace siglos.”

A las 11 de la noche el debate no había terminado. Se reanudó al día siguiente, el 1 de junio de 1928. Cardin se esforzó por mantener una posición que era completamente insostenible mientras que los otros miembros lo acribillaban con preguntas que él no podía contestar. Había mostrado un total de tres quejas procedentes de Vancouver, cinco de Edmonton, seis de Saskatoon y unas pocas de Toronto. (Jehovah’s Witnesses in Canada, pág. 100) O, como dijo un miembro del Parlamento: “En otras palabras, el Departamento canceló la licencia, y después de haberlo hecho, se puso a buscar evidencia que lo justificara en tomar esa acción. No me parece que eso es justo; no es la clase de acción que nos interesamos en justificar en esta cámara.”

Las acciones arbitrarias del gobierno habían sido desenmascaradas. A la vez, se estaba dando un testimonio. (Mat. 10:18) Un grupo relativamente pequeño había ocupado el escenario central de la nación, y todo el país se había percatado de sus justas demandas.

Los funcionarios, pasando por alto el casi medio millón de firmas de la petición y afirmando que solo estaban dando al público lo que éste quería, mantuvieron su posición. Las licencias no se volvieron a conceder. Por lo tanto, hubo que usar otras estaciones para continuar transmitiendo el mensaje del Reino. Para 1931, 21 estaciones transmitían semanalmente los discursos grabados del hermano Rutherford.

LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE LOS ESTUDIANTES DE LA BIBLIA DEL CANADÁ

El aumento en la actividad de los siervos de Dios y otras circunstancias produjeron la formación de la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia del Canadá. Este cuerpo legal aún sirve los intereses de los testigos de Jehová en este país. Por ejemplo, es propietario de la oficina sucursal.

Cuando se formó esta Asociación allá en 1925 la familia de Betel de Toronto tenía 12 miembros. Además, en ese entonces había en este país un promedio de 1.000 proclamadores públicos del Reino ocupados en el campo, junto con 71 repartidores, en 70 compañías o congregaciones.

COMIENZAN LAS BATALLAS LEGALES

Esta gran actividad de nuevo produjo reacciones. Los funcionarios y policías incitados por el clero comenzaron a interferir más y más con nuestra obra de evangelización pública. Comenzaron los arrestos en Quebec en Ste-Anne-de-Beaupré, Westmount y Montreal. Se ganaron estos casos y uno de Calgary en algunas de las primeras de una serie de batallas legales por la libertad de expresión.

Respecto al caso de Calgary, el Herald de Calgary informó: “NO SE REQUIERE LICENCIA PARA VENDER LITERATURA RELIGIOSA EN LA CIUDAD. En los casos en que el elemento de ganancia no es un factor, el vender literatura religiosa no es vender como buhonero dentro del significado del reglamento de la ciudad y por eso el vendedor de tal literatura no tiene que obtener una licencia antes de hacer sus ventas. Este fue el fallo que el magistrado Sanders anunció el sábado en la corte policíaca en el caso de H. B.———— de la Sociedad Internacional de la Biblia, que había sido acusado de infringir el reglamento.”

LA OBRA DEL “EQUIPO ESCOLAR”

Se pudiera mencionar que en 1924 el pueblo de Jehová organizó una obra que tuvo un efecto significativo en muchas comunidades. En esta obra, llamada “El equipo escolar,” se testificaba en una zona y se invitaba a la gente a un discurso que se presentaba en la escuela de la localidad.

Por lo general, dos Estudiantes de la Biblia trabajaban juntos en este arreglo. Se llevó el mensaje a miles de personas por todo el Canadá. Los obreros seguían trabajando de una comunidad a otra, y a veces pronunciaban un discurso en un lugar diferente cada noche. De vez en cuando, se pronunciaban dos discursos el domingo. ¡No era una obra para perezosos!

LOS COCHE-CASAS FACILITAN LA OBRA

A fin de testificar en las zonas rurales, a menudo los proclamadores del Reino tenían que vivir lejos de su hogar a veces por varias semanas a la vez. ¿Qué podía hacerse para proveer alojamiento en estas circunstancias? Bueno, algunas congregaciones usaron un tipo de coche-casa. Harry Marshall de Portage la Prairie, Manitoba, probablemente construyó el primero. Pero, ¿cómo eran?

A la armazón de un camión Chevrolet o Ford se fijaba una carrocería de fabricación casera con equipo para comer y dormir. Esto era mejor que las tiendas que algunos habían usado. Estos coche-casas muy bien pueden haber sido los precursores de los vehículos de remolque para acampar que se montan en la parte trasera de los camiones, y que tan populares son hoy día.

SE RECALCA LA EVANGELIZACIÓN DE CASA EN CASA

En el año 1927 se dio énfasis a hacer visitas de casa en casa los domingos. Este tipo de obra de testificar sorprendió a algunas personas, pues consideraban que el domingo era “El Día del Señor” y que en él nadie debería trabajar. Por supuesto, pasaban por alto el hecho de que en ese día sus clérigos ‘trabajaban’ en el púlpito.

En algunas zonas la policía acosó y arrestó a algunos siervos de Jehová. Pero la obra de testificar prosiguió. Aunque parezca sorprendente algunos “ancianos” en ciertas congregaciones de los Estudiantes de la Biblia se opusieron a la obra. A estos hombres no les parecía que era decoroso visitar a la gente de esta manera. Por lo menos, afirmaban que ésa era la razón por la cual se oponían. Pero actualmente está claro que los que así se oponían a esta obra eran el resto de los que habían mostrado oposición en 1916 y después de eso. Ahora, o tenían que efectuar la obra del Señor u otros verían que no estaban en armonía con lo que la congregación del pueblo de Dios en general consideraba como su privilegio y responsabilidad. Así, algunos de estos hombres se apartaron del camino en ese entonces.

Con el continuo crecimiento de los grupos y buen éxito en la evangelización pública, y a pesar de una batalla continua con el clero, el cual estaba usando todos los métodos a su disposición para silenciar a los proclamadores del mensaje del Reino, terminó otra década. Había habido muchos logros excelentes. Por ejemplo, la obra con los coche-casas efectuó un trabajo maravilloso en llevar el mensaje a la gente que vivía en sitios en que no había congregaciones de los Estudiantes de la Biblia. Es un hecho notable que se alcanzó un máximo de 125 repartidores en 1930, un excelente aumento en comparación con los 63 que habían estado activos en 1926.

AUMENTO DE ACTIVIDAD ENTRE LA POBLACIÓN DE HABLA FRANCESA

Además, fue durante los años veinte que nuestra obra comenzó a desarrollarse entre el pueblo de habla francesa de Quebec y Ontario. Para 1927 una congregación francesa de 18 personas estaba funcionando en Montreal. Estos y otros proclamadores del Reino de habla francesa declaraban enérgicamente las “buenas nuevas” en la provincia de Quebec.

Para ese entonces, también se había desarrollado una clase de 30 personas de habla francesa en Chiswick al norte de Ontario, la primera congregación francesa del pueblo de Dios en Ontario.

SE USAN EMBARCACIONES PARA DECLARAR LAS “BUENAS NUEVAS”

A fin de los años veinte, J. D. MacLennan fue enviado a Terranova a organizar nuestra obra de mejor manera, y se suministró una embarcación para llevar el mensaje a la gente que vivía en los puertos exteriores de Terranova, a los cuales no se podía llegar de otra manera. Pero, ¿qué hay de las muchas ensenadas e islas a lo largo de la costa occidental del Canadá? Bueno, en el año 1930, Arne y Christina Barstad y Arthur Melin estaban declarando el mensaje del Reino desde Vancouver hasta Alaska a bordo de la embarcación Charmian. En ese año, se les unió Frank Franske, quien había estado testificando en las costas de Terranova y Labrador. Tenían una asignación sumamente extraordinaria... ¡el paraíso de un artista! Las montañas se precipitaban en el mismo mar, achicando las aldeas y embarcaciones en los estrechos canales que cruzaban sus precipitosas murallas. Las mareas se elevaban y bajaban hasta ocho metros en Príncipe Ruperto y hasta 11 metros en Alaska.

Esta era una experiencia nueva para Arthur Melin. Él había testificado en Alberta y, con su primo Elmer Melin, había servido de precursor en la zona que circundaba los lagos Pigeon y Conjuring. Pero aquí había mucha más agua. Franske había tenido la experiencia de haber pasado algún tiempo en Terranova. No obstante, el Pacífico era diferente. Sin embargo, Barstad era un marino experimentado, de modo que estaban en buenas manos. Entusiásticamente, visitaron aldeas pesqueras, pueblos de compañías, campos madereros y cazadores de pieles y mineros aislados. Además, visitaron los puertos aduaneros de Alaska. Visitaron remotas aldeas indias. Con el tiempo muchas de las personas con las cuales se pusieron en comunicación respondieron favorablemente, y se desarrollaron congregaciones como resultado de sus primeras visitas.

La Charmian estaba equipada con un poderoso sistema de amplificación sonora que podía oírse por kilómetros sobre el agua. Por lo tanto, fue muy útil para llevar el mensaje a la gente que vivía a lo largo de la costa. Después de transmitir un discurso público por medio del equipo de sonido de la embarcación, el testificar era sumamente agradable. Era fácil colocar la literatura y a veces se distribuían hasta 100 libros en una tarde o noche.

En 1931 la Charmian fue reconstruida bajo la dirección de George Young y Frank Franske. En los años posteriores el hermano Barstad y su esposa pudieron continuar la obra a lo largo de la costa con diferentes tripulaciones. Franske y su esposa regresaron a la Charmian con el hermano y la hermana Barstad en 1940, hasta que una proscripción gubernamental puso fin al servicio con la embarcación. Más tarde las autoridades confiscaron la Charmian.

Después de la segunda guerra mundial, Franske llevó su propia embarcación por gran parte de este mismo territorio con excelentes resultados. Familias indias, como los Schooners de Namu, aprendieron la verdad. Dentro de 12 meses, en esta parte del campo canadiense, Franske y James Quinn obtuvieron más de 1.500 suscripciones a nuestras revistas. Así es que, por varios años, las embarcaciones se usaron eficazmente para propagar el mensaje del Reino.

LOS REPARTIDORES FOMENTAN LA OBRA

Para principios de los años treinta, los repartidores estaban bien organizados. Además de los que trabajaban solos, había unos siete “campos” o grupos de ellos. Estos “campos” de repartidores estaban en Colombia Británica, Manitoba, Alberta-Saskatchewan, Quebec, Ontario oriental, el sudoeste de Ontario y en las provincias marítimas. Esos grupos molían su propio trigo, cocinaban sus propias comidas e intercambiaban literatura por alimento fresco. Testificaban en las zonas rurales usando los coche-casas en caravanas de acampar durante los meses en que el tiempo permitía hacerlo. En el invierno, estos repartidores se mudaban a una casa grande en una ciudad donde podían ayudar a la congregación local a trabajar su territorio. De vez en cuando estos grupos se mudaban a diferentes congregaciones durante un solo invierno.

Por ese entonces, a los repartidores se les comenzó a llamar precursores. Y en algunas zonas de veras ‘fueron los primeros.’ Por ejemplo, Arthur Melin y David Hadland hicieron un excelente trabajo en Colombia Británica, en la sección circundante de Burns Lake y al oeste de allí. En todo ese territorio, que trabajaron durante el verano de 1932, no había ni un solo proclamador del Reino. Con un Ford Modelo “A” y más tarde con otro automóvil, abarcaron una zona grande. Se sembraron semillas, y Jehová las hizo crecer. Hoy día hay 10 congregaciones en esa misma zona.

Naturalmente, la obra no se efectuó sin dificultades y oposición. En 1932 tres precursores fueron arrestados y falsamente acusados de distribuir literatura sediciosa en Hull, Quebec. Ellos se hicieron cargo de sus propios casos ante el juez Achim, siguiendo direcciones de Brooklyn en cuanto al proceder que debían seguir, y fueron bendecidos con la victoria. ¡Un fallo condenatorio pudiera haber significado sentencias de cinco a 20 años!

Fue también en 1932 que el precursor Frank Lyster fue arrestado en Sherbrooke, Quebec. Además, en ese año, se formó una chusma en Lachine, Quebec. Janet MacDonald, una de las precursoras especiales que estaba sirviendo allí en ese entonces, recuerda que en algunos pueblos se formaban chusmas de 200 y 300 personas. Ella añade:

“Cuando pasábamos a través del gentío, algunos se ponían muy agresivos y nos daban coces o puñetazos. El final del asunto vendría en Lachine. El hermano Demorest fue arrojado escaleras abajo por el hijo encolerizado de un concejal. Yo estaba trabajando al otro lado de la calle y un hombre que era favorable me informó lo que había ocurrido y me aconsejó que me marchara del distrito. Tanto Demorest como yo decidimos marcharnos al mismo tiempo, pero nos fue difícil atravesar la chusma y, cuando por fin llegamos al sitio donde habíamos estacionado el automóvil, ya no estaba allí. Howard (mi esposo) y los otros dos hermanos habían ido a pedir la protección de la policía, pero ésta se les rehusó de plano. Solo habíamos esperado unos cuantos minutos cuando él volvió. Cuando el hermano Demorest y yo tratamos de entrar, nos arrojaron un alud de huevos. Un tendero había puesto una canasta de huevos en la calle para que la chusma los usara. Corría el mes de enero y a medida que los huevos se rompían, se congelaban, lo cual le dio un aspecto muy feo al automóvil.”

Los Testigos lograron escapar sin ser heridos, aparte de lo que le había sucedido al hermano Demorest. Más tarde, se puso un pleito por esto. Uno de los líderes de la chusma fue multado y tuvo que pagar los daños causados al automóvil.

Hubo también ocasiones en que la policía trató de interferir con el grupo de un coche-casa que trabajaba en las provincias marítimas. Los funcionarios trataron de dar la apariencia de que los precursores estaban efectuando una obra comercial y necesitaban una licencia o permiso. Esto sucedió en Newcastle, Dalhousie, Bathurst, Campbellton, Grand Falls y Edmundston, Nuevo Brunswick. Sin embargo, la interferencia nunca pasó del punto de ir a la estación de policía porque Daniel Ferguson y Roderick Campbell habían obtenido una carta de un funcionario de la capital en la cual se reconocía que nuestra obra no era de naturaleza comercial. Por lo general, cuando se mostraba la carta a la policía, no tomaban más acción contra nosotros.

UNA MIRADA MÁS DETENIDA A QUEBEC

Como ya se hizo notar, durante los años treinta Quebec se estaba convirtiendo en un campo de batalla por la libertad de cultos. ¿Y quién estaba tras la persecución de los cristianos verdaderos allí? Bueno, si queda alguna duda en su mente, échele una ojeada más detenida a nuestras actividades en esa provincia durante aquella década memorable y se pondrá de manifiesto la identidad de los principales opositores del pueblo de Jehová.

Durante el invierno de 1931 hubo mucha oposición a nuestra obra en Quebec. A Alfred Ouellette a veces la policía lo llevaba todos los días (de vez en cuando dos veces al día) a la estación para interrogarlo. Esto también le sucedió a Ovila Gauthier. A menudo la policía decía: “Recibimos una llamada del sacerdote [quien dijo] que ustedes no están autorizados para hacer esta obra.”

En 1932, las autoridades de Quebec comenzaron a usar en contra nuestra la antigua falsa acusación de sedición... en casos en los que solamente estaban envueltas diferencias de opiniones religiosas. (Compare con Hechos 24:1-8.) El primero de tales casos en el Canadá recibió audiencia en Hull, Quebec, cuando Emery St. Amour y Wilfrid Spicer fueron falsamente acusados de distribuir literatura sediciosa. Sin embargo, el magistrado declaró sin lugar la acusación.

En el otoño de 1933 un desfile de 40 automóviles que transportaban a 158 Testigos partió de Montreal después de una asamblea y se dirigió a la ciudad de Quebec a unos 260 kilómetros de distancia. A las 6:30 de la mañana siguiente, cada uno estaba en su sitio preasignado, listo para comenzar una distribución rápida de tres tratados gratuitos en francés. En cuestión de una hora y media, se habían dejado 45.000 folletos por toda la ciudad, lo cual ocasionó una verdadera conmoción entre los sacerdotes. Se encarceló a treinta Testigos y se les acusó falsamente de ‘conspiración sediciosa.’ ¡Imagínese!

Finalmente solo seis de estos Testigos fueron enjuiciados. El primero de estos casos al que se le dio audiencia fue el de los precursores George Barrett y George Brodie. Durante su juicio de seis días ante el juez y el jurado de la ciudad de Quebec, la parte acusadora llamó como testigos a dos sacerdotes católicos y dos clérigos protestantes, quienes dijeron que, en su opinión, la literatura de los testigos de Jehová era sediciosa. Sí, fueron condenados. A cada uno de los acusados se les impuso una multa de 300 dólares o cinco meses adicionales en la cárcel. Se apeló del fallo en este caso sin buen éxito a la corte de apelaciones de Quebec, la cual decidió que el que los testigos de Jehová criticaran la Iglesia Católica era sedición.

Así es que se hizo apelación entonces a la Corte Suprema del Canadá que anuló la condena sobre la base puramente técnica de que la denuncia no se había formulado apropiadamente. Por lo tanto, la decisión del tribunal de Quebec de que la crítica de la Iglesia constituía evidencia de sedición no fue anulada y siguió siendo parte de la ley de Quebec.

En vista de esto, se podía condenar por sedición a los testigos de Jehová siempre que distribuyeran una publicación que no concordara con el catolicismo. Las autoridades reconocieron esto y las acusaciones de sedición se hicieron cosa común y de 1935 a 1940 el fallo en casi todos estos casos fue condenatorio.

REMOCIÓN DE LOS ANCIANOS POR ELECCIÓN UNA BENDICIÓN

Por algún tiempo, los ancianos por elección habían sido una fuente de dificultad en las congregaciones. En armonía con el entendimiento de aquel día, éstos eran elegidos a sus puestos democráticamente. Por supuesto, muchos de ellos eran hombres dedicados de mente espiritual y eran una verdadera bendición para sus compañeros de creencia. Sin embargo, otros sencillamente eran buenos oradores o de alguna otra manera sabían usar persuasión. Tal vez tenían una buena educación seglar o una posición en la comunidad y eran los más populares, aunque no siempre los más apropiados para tener responsabilidades en la congregación. A menudo, estas elecciones abiertas eran períodos de tensión y de sentimientos heridos.

Cuando la Sociedad Watch Tower nombró directores de servicio, y se comenzó a animar a los hermanos a participar en la obra de evangelización pública a un grado mayor, los “ancianos electivos” que no querían testificar de casa en casa comenzaron a crear dificultades. Ellos mismos no participaban en la obra de evangelización y desanimaban a otros para que tampoco participaran en ella.

Sin embargo, aunque unos pocos ancianos y peregrinos se hicieron infieles, otros fueron leales y fidedignos. Un ejemplo espléndido fue George Young, quien dejó un registro excelente de trabajo arduo, obras cristianas, bondad y consideración. Por todo el oeste se le conocía como el “Evangelista” Young, y los teatros se llenaban para escuchar sus excelentes discursos. Fue nombrado como peregrino y sirvió por todo el Canadá. También, visitó congregaciones del pueblo de Dios en las Antillas. Más tarde, el hermano Young fue enviado a la América del Sur para ayudar con el desarrollo de la obra del Reino allá, especialmente en el Brasil. Hasta se le envió a Rusia para tratar de organizar la obra en ese país, pero debido a la oposición del gobierno tuvo que marcharse. Después de cumplir con otras asignaciones por años, George Young murió fiel a Jehová en 1939.

Así es que, cuando miramos a los días de los “ancianos electivos,” tenemos que darnos cuenta de que muchos hombres que entonces llevaban las responsabilidades de congregación servían de manera muy fiel. No obstante, hubo problemas, y se necesitaban algunas soluciones.

¡Qué alivio y bendición para los fieles cuando el sistema de “ancianos electivos” terminó en 1932! La Atalaya mostró que uno era anciano en el sentido bíblico cuando satisfacía los requisitos espirituales y era nombrado teocráticamente. El buen orden, la paz y la unidad marcaban ahora las reuniones del pueblo de Dios. El espíritu de Jehová se hacía evidente. Esto resultó en crecimiento y progreso.

SE PROSCRIBEN LAS CONFERENCIAS RADIADAS DE RUTHERFORD

En 1933, a instigación del clero anglicano, la Comisión de la Radio Canadiense de nuevo trató de sofocar el mensaje del Reino que se transmitía por medio de las ondas de radio. Esta vez se proscribieron todas las conferencias grabadas del juez J. F. Rutherford. Sírvase notar que una opinión personal se había metido solapadamente en la notificación oficial de la Comisión a las emisoras de todo el Canadá. La notificación dijo:

“Los discursos del tal juez Rutherford, un agitador antisocial del extranjero, no deben ser transmitidos por las emisoras canadienses hasta que el guión o las grabaciones de este mismo sean sometidas a la Comisión de Transmisión Canadiense para aprobación. Firmado, Hector Charlesworth, Presidente.” (Las bastardillas son nuestras.)

¿Pero quién estaba instando a Charlesworth en este proceder? The Telegraph Journal de Saint John, Nuevo Brunswick, informó: “Hector Charlesworth, presidente de la Comisión de la Radio, declaró que había recibido una queja respetable de un grupo de clérigos anglicanos de Saint John.” (Las bastardillas son nuestras.) Este informe nombró a algunos de estos clérigos.

Se comenzó una poderosa campaña de protesta contra la proscripción radial por todo el país. Se inició con la distribución de 1.350.000 ejemplares de una “Importante noticia al pueblo” de cuatro páginas para familiarizar a la gente con los hechos del asunto. Entonces se propagó una petición de costa a costa. La firmaron 406.270 personas, y esto recibió mucha publicidad en la prensa. El Parlamento recibió un raudal de cartas de protesta y cartas de resolución de organizaciones laborales y de otras clases. Se presentó una petición al gobernador general y esto inició el debate en el Parlamento. El Primer Ministro prometió estudiar el asunto, pero no se hizo nada acerca de ello.

El hecho de que Charlesworth estaba determinado a mantener la proscripción se muestra en la respuesta que dio a una emisora que deseaba abordar justamente el asunto y también protegerse financieramente en tiempos difíciles. The Golden Age (predecesora de ¡Despertad!) informó:

“Una de las emisoras canadienses le envió al Sr. Charlesworth un telegrama que declaraba factualmente que, ‘aunque no concordamos cabalmente con los discursos del juez Rutherford, no hemos hallado nada de naturaleza antisocial o comunista en ellos. El tenor de sus transmisiones se dirige contra otras formas de religión y ensalza su propia creencia que nosotros llamaríamos fundamentalista. Nos parece que en el interés de la libertad de palabra deberíamos aceptar transmisiones de toda índole siempre que no estén en conflicto con el gobierno democrático. En estos tiempos la pérdida de ingresos nos es una penuria.’ Para suplementar este telegrama la emisora telefoneó al Sr. Charlesworth con el fin de obtener permiso para continuar la transmisión aunque solo fuera por dos semanas, y la respuesta fue: ‘De ningún modo.’”

¡PERO LA VERDAD SE OYE!

Sin embargo, a pesar de la proscripción radial, las conferencias bíblicas grabadas continuaron oyéndose por todo el Canadá. Alrededor de 1931 comenzamos a usar máquinas de reproducción eléctrica en nuestra obra de testificar. Estaban diseñadas para tocar grabaciones fonográficas y amplificar el sonido por medio de bocinas. Las máquinas de reproducción eléctrica que se usaron en este país fueron diseñadas y construidas por la oficina de sucursal de la Sociedad en el Canadá. Estas tocaban las mismas grabaciones de las conferencias de J. F. Rutherford que se habían usado en las estaciones de radio. Por lo tanto, cuando, debido a la presión religiosa se canceló nuestro tiempo de radiodifusión en 1933, la Sociedad comenzó a aumentar su uso de las máquinas de reproducción eléctrica portátiles. Las conferencias grabadas se tocaban en más y más salones y sitios de asamblea.

Había también un modelo de esta máquina que podía usarse con automóviles, lo cual los convertía en automóviles con altavoces. Cuando se les ponía al máximo volumen se podían oír estas poderosas máquinas de reproducción eléctrica por varios kilómetros a la redonda. Una innovación canadiense fue el montar las bocinas sobre un mástil telescópico que podía elevarse a aproximadamente 12 metros para proyectar el sonido a mayor distancia.

Aunque el clero se opuso grandemente a nuestro uso de las máquinas de reproducción eléctrica, el público en general apreció lo que los testigos de Jehová estaban tratando de hacer. Mucha gente aprendió la verdad de Dios por estos medios, y se desarrollaron congregaciones como resultado de las interesantes conferencias.

Un informe procedente de la Colombia Británica declara: “En Langley un hombre estaba reparando el techo de su granero y oyó una voz que consideraba el tema ‘¿Dónde están los muertos?’ No podía ver a nadie, pero oyó cada palabra del discurso. Lo que es más, no le quiso hablar a nadie acerca de lo que había oído por temor de que pensaran que estaba loco. Así es que no dijo nada. ¡Al próximo domingo por la mañana cuando alguien tocó a su puerta con el mismo folleto ¿Dónde están los muertos?, el misterio se aclaró! En poco tiempo, se formó una congregación en Langley para todos los nuevos discípulos.”

Durante los años treinta también usamos el fonógrafo portátil en nuestras actividades de testificar. Al principio, se usaba para conducir consideraciones bíblicas con las personas que mostraban interés en la verdad. Más tarde, usamos estos fonógrafos en nuestra obra de testificar de casa en casa, y por medio de ellos presentábamos el mensaje del Reino. Se usaban las grabaciones de los discursos bíblicos del hermano Rutherford (cada una de unos cuatro minutos y medio de duración) en los territorios de habla inglesa, y había muchos temas disponibles. Estas grabaciones comenzaron a usarse en el Canadá en 1934. Tan solo en el año de 1938 se enviaron 900 fonógrafos a los Testigos canadienses, lo cual hizo ascender el total a casi 2.500.

Sí, éste fue un período de entusiástico servicio del Reino. ¡Para 1935 había más de 2.200 proclamadores de las “buenas nuevas” activos en 150 congregaciones por todo el Canadá! Además, al llegar a su fin 1935, se habían hecho los ajustes necesarios para que los 16 miembros de la familia de Betel de Toronto se alojaran en la central de la sucursal.

DIFICULTADES INTERNAS

Nuestra obra estaba progresando. Sin embargo, parece que 1936 fue un año de crisis. Hubo dificultades tanto dentro como fuera de la organización. Por todas partes había oposición en el campo. Cerca de Chéticamp, Nueva Escocia, la gente tiraba agua caliente y hasta leche cortada a los publicadores del Reino. En Ste. Anne des Chênes, Manitoba, una chusma confundió los automóviles de algunos turistas norteamericanos con los del grupo de Testigos y acribilló los automóviles con piedras, huevos y tomates. Los residentes del pueblo quedaron justamente abochornados. En Quebec continuó la persecución fiera en contra de nuestra obra.

Sin embargo, internamente también teníamos que enfrentarnos a dificultades. Estas giraban en torno del que entonces era administrador de la sucursal, W. F. Salter. Parece que desde 1935 él no había estado en completo acuerdo con los puntos de vista bíblicos sobre la “grande muchedumbre” que se presentaban en las publicaciones de la Watch Tower. ¡Imagine el que él le dijera a la gente: “No es necesario ir de casa en casa testificando hasta después del Armagedón”! El que los individuos adoptaran ese punto de vista ciertamente obstaculizaría la obra de llevar el mensaje a esta “grande muchedumbre.”

Se llegó a saber que Salter opinaba que él habría de ser un nuevo conducto de comunicación para los testigos de Jehová y que con el tiempo La Atalaya imprimiría sus puntos de vista: como la ‘salvación universal.’ También escribió al administrador de una sucursal europea diciendo que él, (Salter), esperaba ser el próximo presidente de la Sociedad Watch Tower. Laura French, un miembro de la familia de Betel de Toronto, informa que algunos de los comentarios de Salter durante el estudio de La Atalaya de la familia de Betel los lunes por la noche eran perturbadores, así que con el tiempo, cuando se tomó un voto en cuanto a quién debería conducir el estudio, la mayoría votó en contra de Salter y a favor de Frank Wainwright.

El desenlace era inevitable. El hermano Rutherford vino a Toronto, por cinco horas se reunió con los miembros de la familia de Betel y dejó que algunos de ellos leyeran las cartas que habían escrito quejándose de Salter. Entonces Rutherford presentó evidencia de que Salter había estado tratando de influir en los hermanos para alejarlos de la organización y atraerlos a sí mismo, evidencia no solo del Canadá, sino también de Inglaterra y Alemania. Salter fue reemplazado como administrador de la sucursal y se le dieron dos semanas para marcharse. (A otros siete, la mayoría de los cuales simpatizaba con Salter, se les pidió que se marcharan en aquel tiempo.) Rutherford fue muy paciente con Salter en esa reunión y durante el tiempo en que la evidencia se estaba acumulando en contra de él.

Percy Chapman, que había servido celosamente por muchos años en el Betel de Londres, fue nombrado como nuevo administrador de la sucursal, y la paz volvió a la familia de Betel. Pero un aluvión de cartas y de literatura procedente de Salter, enviada a muchos Testigos y a los seguidores de él, puso de manifiesto que no se había arrepentido. Por lo tanto, en 1937 fue expulsado por la congregación de Toronto.

LA REORGANIZACIÓN PRODUCE MAYOR FORTALEZA ESPIRITUAL

Durante los siguientes tres años se efectuó una intensa reorganización de la obra de predicar el Reino y se arregló el país en 14 divisiones, cada una de las cuales se puso a cargo de un siervo de división. Se dio énfasis a la actividad de hacer revisitas. Los ajustes de congregación de 1938 produjeron mayor paz, unidad y eficacia en el trabajo.

Durante este período también hubo algunos ajustes en el Personal del Betel de Toronto. Por ejemplo, Leo K. Greenlees vino al Betel de Toronto el 13 de junio de 1936. Él había servido de precursor por cinco años en Ontario, Montreal y en las provincias marítimas. En Betel, el hermano Greenlees tuvo muchos privilegios excelentes. Con el tiempo llegó a ser el tesorero de la oficina sucursal del Canadá y de la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia del Canadá. En 1964, se invitó al hermano Greenlees al Betel de Brooklyn, donde ahora sirve como miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová.

El 24 de agosto de 1937 Jack Nathan llegó de Inglaterra; aterrizó en Montreal y entonces prosiguió su viaje al Betel de Toronto. En la primavera de 1938 él comenzó lo que entonces se llamaba la obra de zona, que era similar a la actividad del superintendente de circuito hoy día. El hermano Nathan abarcó toda la península del Niágara y llegó tan al norte como Kitchener y Guelph. En ese entonces, recuerda él, había unas 20 congregaciones en esa asignación, con aproximadamente 700 publicadores del Reino. Sin embargo, desde entonces, ha habido un notable crecimiento en esa región.

Ya han pasado cuatro décadas desde que el hermano Nathan comenzó a servir aquí en el Betel de Toronto, donde todavía sigue efectuando sus actividades para la alabanza de Jehová. Sin embargo, al meditar en ese servicio temprano que él rindió a sus compañeros de creencia en el campo canadiense es evidente que entonces recibió un buen entrenamiento. Lo preparó para el papel importante que desempeñaría más tarde, el de mantenerse en comunicación con sus hermanos y hermanas por todo el país para animarlos y mantenerlos organizados para las actividades de predicar el Reino en las circunstancias difíciles que pronto les sobrevendrían.

LA OBRA EN TERRANOVA

La oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower en el Canadá había estado atendiendo la obra de la proclamación del Reino en Terranova. Pero en el verano de 1936 se hizo un cambio en la supervisión de la obra allí. Puesto que todos los embarques de la Sociedad se hacían desde Nueva York, y se mantenía un pequeño depósito en Terranova, en ese entonces se consideró que era mejor que la sucursal de los Estados Unidos atendiera la obra en Terranova.

En 1938 Terranova volvió a estar bajo la supervisión de la oficina de sucursal de la Sociedad en el Canadá. Ese arreglo continuó hasta 1945, cuando se estableció una sucursal separada en Terranova. Aunque en 1949 Terranova llegó a ser parte de la confederación que forma el Canadá, sigue siendo una sucursal separada de la Sociedad.

LOS AÑOS TREINTA LLEGAN A SU FIN

Estábamos llegando al fin de una década de excitante expansión y adelanto congregacional. Sí, en el Canadá los años treinta dieron evidencia de un aumento constante, saludable. El número de proclamadores del Reino había aumentado desde 798 en 1931 a 4.269 en 1939. Durante el mismo período los precursores habían aumentado de 126 a 294.

Pero las nubes de guerra se asomaban amenazadoramente en el horizonte. El año 1939 produjo otra emergencia internacional, y junto con ésta, excitados sentimientos de elementos patrióticos que rápidamente se hicieron extremados en sus demandas sobre otros. Nos enfrentamos a problemas con ceremonias nacionalistas en las escuelas, problemas en conexión con el trabajo seglar, problemas debido a que estábamos determinados a permanecer neutrales. Finalmente, nos enfrentamos a un problema formidable que se nos vino encima a mediados de los años cuarenta.

¡PROSCRITOS DE NUEVO!

La llegada de la II Guerra Mundial en 1939 suministró a nuestros enemigos religiosos otra oportunidad de tratar de detener las actividades del pueblo de Jehová. Puesto que hasta ese entonces no habían podido hacerlo públicamente en el frente legal, especialmente en Quebec, nuestros enemigos clericales operaron entre bastidores e indujeron artificiosamente a los políticos a obedecer sus órdenes.

El verano de 1940 fue un período tenebroso para las naciones occidentales que apoyaban la causa de los Aliados en la guerra. Los ejércitos de Hitler habían invadido la mayor parte de Europa. Francia cayó en cuestión de semanas. En esta atmósfera tensa, el Ministro de Justicia canadiense Ernest Lapointe, un católico romano de la ciudad de Quebec, se levantó en la Cámara de los Comunes el 4 de julio de 1940 para anunciar: “Deseo presentar ante la cámara una ordenanza del consejo declarando ilegal a la organización conocida como testigos de Jehová.”

Así fue que, de súbito, sin advertencia ni oportunidad de defender su posición, los testigos de Jehová y la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia del Canadá (I. B. S. A.) fueron proscritos el 4 de julio de 1940. Las autoridades confiscaron la propiedad de 40 Irwin Avenue, Toronto, y los fondos en el banco a nombre de la I. B. S. A. El 5 de julio de 1940 la Real Policía Montada Canadiense clausuró la oficina sucursal.

Para evitar la importación y distribución de nuestra literatura, el gobierno también declaró ilegal a la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania y la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc. Esto sucedió aproximadamente un mes después de la proscripción de la I. B. S. A. Así es que, felizmente, tuvimos tiempo para enviar parte de nuestro equipo de imprenta y literatura a los Estados Unidos. Sin embargo, esta vez seguramente parecía que los testigos de Jehová habían sido vencidos en el Canadá.

¡SOBREVIVIMOS LA PROSCRIPCIÓN INSPIRADA POR EL CLERO!

La proscripción impuesta el 4 de julio de 1940 inmediatamente desató una ola de persecución contra los testigos de Jehová en el Canadá. Al mismísimo día siguiente la policía montada comenzó a allanar los hogares privados y Salones del Reino de los Testigos y a apoderarse de las existencias de Biblias y otras publicaciones religiosas. La policía se apoderó de la oficina sucursal de la Sociedad.

Después de haberse impuesto la proscripción, en algunas zonas la persecución se convirtió en una verdadera cacería de brujas. Por ejemplo, una reunión para celebrar la Cena del Señor fue disuelta en la ciudad de Quebec y otra en Montreal. Expulsaron a los niños de la escuela y se los arrebataron a sus padres temerosos de Dios. Muchos Testigos fueron enjuiciados y encarcelados. En total, hubo más de 500 juicios. ¿Se acusó a estos cristianos de cometer alguna fechoría? No. ¡Fueron castigados simplemente por ser testigos de Jehová!

La proscripción provocó mucha crítica mordaz de parte del público. Era obvio para muchos ciudadanos canadienses, incluso funcionarios gubernamentales, que la campaña en contra de estos cristianos humildes era totalmente injusta. Angus MacInnis, miembro del Parlamento de Vancouver, le dijo a la Cámara de los Comunes: “Deseo decir con toda la sinceridad que poseo que los procesos y la persecución de los testigos de Jehová bajo las ordenanzas de defensa del Canadá son una vergüenza permanente para este país, para el Departamento de Justicia y el pueblo canadiense.”

Finalmente, los testigos de Jehová obtuvieron la oportunidad de poner en tela de juicio la proscripción. En 1942 un Comité Selecto de la Cámara de los Comunes repasó la proscripción y permitió que Charles Morrell y Robert McNaul, a favor de los testigos de Jehová, respondieran a las acusaciones someras que había hecho el gobierno.

El 23 de julio de 1942 el Comité recomendó unánimemente quitar la proscripción. A continuación suministramos algunos comentarios de los miembros del Comité que se han copiado de los debates oficiales del Parlamento:

“El Departamento de Justicia no presentó ante el comité ninguna evidencia que indicara que en ningún momento los testigos de Jehová debían haber sido declarados una organización ilegal.”

“Es una vergüenza para el dominio del Canadá que la gente sea enjuiciada por sus convicciones religiosas en la manera en que esta pobre gente ha sido enjuiciada.” (Las bastardillas son nuestras.)

A pesar de esta recomendación, el que entonces era Ministro de Justicia, Louis St. Laurent, rehusó quitar la proscripción. (St. Laurent había reemplazado a Lapointe, quien había muerto en noviembre de 1941.) Un año más tarde la proscripción todavía estaba en efecto. El 21 de julio de 1943 el gobierno fue atacado de nuevo en la Cámara de los Comunes por rehusar legalizar a los Testigos.

Victor Quelch, un miembro del Parlamento procedente de Acadia, declaró: “Esto de veras hace que uno se pregunte si la acción contra los testigos de Jehová se deba mayormente a la actitud de éstos para con los católicos romanos, en vez de deberse a una actitud de naturaleza subversiva. . . . Esa pregunta se está haciendo por todo el país. Me la hacen de un extremo al otro del Canadá.”

El honorable G. C. Crerar, Ministro de Defensa, ardientemente negó esta sugerencia, declarando: “Él planteó la pregunta de que si la norma gubernamental en lo que respecta a los testigos de Jehová fue provocada por el ataque de éstos a la Iglesia Católica Romana. . . . esa inferencia no tiene fundamento alguno.” (Las bastardillas son nuestras.)

¡Pero los archivos oficiales, que desde entonces se han hecho disponibles al público, prueban que el Sr. Crerar estaba equivocado! En realidad la imposición de la proscripción fue ocasionada por una carta (en francés) procedente del palacio del cardenal católico Villeneuve al Ministro de Justicia Lapointe. A continuación suministramos una traducción al español de esta carta:

Archidiócesis de Quebec

La Cancillería

Quebec, 27 de junio de 1940

Estimado Señor:

Su Eminencia el Cardenal se complacería si usted llamara a la atención del Muy Honorable Sr. Ernest Lapointe, Ministro de Justicia, el adjunto principal editorial de Quebec, con respecto a las publicaciones de la Watch Tower o Testigos de Jehová.

Ciertos libros y folletos que recientemente han vuelto a ser dirigidos por correo, y en particular la revista Consolation, están entre las cosas más desmoralizadoras y destructivas de la fortaleza espiritual del país.

Agradeciéndole por adelantado, estimado Señor, su bondadosa atención a esta carta, quedo,

Muy sinceramente suyo,

Paul Bernier, Canciller

Al: Secretario Privado

del Muy Honorable Ernest Lapointe

Ministro de Justicia

OTTAWA, Ontario

La carta anterior en realidad era una demanda del cardenal exigiendo que Lapointe declarara ilegales a los testigos de Jehová. Lapointe sabía que su poder dependía del cardenal y respondió rápidamente. El próximo elemento en este drama de secreto e intriga es la siguiente carta (traducida del francés) que una semana más tarde el secretario privado de Lapointe envió al canciller del Cardenal Villeneuve:

PERSONAL

4 de julio de 1940

Monseñor Paul Bernier

Canciller de la Archidiócesis

Palacio del Cardenal

QUEBEC

Sr. Canciller:

Al recibir su carta del 27 de junio, me ocupé de cumplir el deseo de Su Eminencia el Cardenal de dirigir la atención del Ministro a su pedido y al editorial publicado por L’Action Catholique con referencia a la Watch Tower, los testigos de Jehová y Consolation.

El Sr. Lapointe me ha dado permiso para hacerle saber por teléfono la información confidencial de que la mencionada organización de los testigos de Jehová será declarada ilegal a partir de hoy día, con el pedido de que Su Eminencia, el Cardenal, sea informado de esto.

Esta carta es para confirmar lo que acabo de decirle por teléfono.

Entiendo que Su Eminencia el Cardenal será debidamente informado de la orden del departamento con respecto a los testigos de Jehová.

Sírvase aceptar, Sr. Canciller, mis expresiones de gracias y mis más cálidos saludos.

Esta carta estaba firmada por el secretario privado de Lapointe. Desde la demanda del cardenal, se requirió solamente siete días para imponer la proscripción. Hubo gran regocijo en el palacio del cardenal. Su canciller escribió al secretario privado de Lapointe el 8 de julio de 1940. Traducida del francés, esta carta declaraba:

Le estoy sumamente agradecido por el afán con que ha llamado a la atención del Muy Honorable Sr. Lapointe el asunto de mi carta del 27 de junio.

No es preciso que añada, —puesto que Su Eminencia ya le ha escrito al Sr. Lapointe para declarar su satisfacción sobre la orden del departamento en cuestión,— lo mucho que tal pronta y feliz solución merece nuestro encomio y agradecimiento.

Sírvase volver a aceptar la expresión de mi gratitud y de mis más profundos respetos.

Paul Bernier, sacerdote.

Así es que, aunque delante del Parlamento el Honorable G. C. Crerar había negado vehementemente cualquier influencia de la Iglesia Católica, los propios archivos del gobierno establecieron el hecho de que la proscripción contra los testigos de Jehová se proyectó directamente desde el palacio del cardenal católico romano en la ciudad de Quebec.

Sin embargo, a pesar del poder del cardenal y del Ministro de Justicia de Quebec, las presiones sobre el gobierno procedentes de miembros imparciales del Parlamento y otros canadienses resultaron en que se quitara la proscripción el 14 de octubre de 1943, cuando la guerra todavía estaba en su apogeo. Un cambio tan completo de posición durante ese período crítico de la historia realmente fue una admisión de que en primer lugar no había razón alguna para la proscripción.

Pasaron varios meses más de lucha tenaz, peticiones, cartas, alegatos y un pleito para lograr que el obstinado Ministro de Justicia, St. Laurent, levantara la proscripción sobre la Asociación Internacional de los Estudiantes de la Biblia (13 de junio de 1944) y la Sociedad Watch Tower (22 de mayo de 1945). Pero, al fin, estábamos listos para la expansión posbélica.

PROBLEMAS DEL PERÍODO DE LA GUERRA DESPUÉS DE LA PROSCRIPCIÓN

La revocación de la proscripción reestableció a los testigos de Jehová como organización legal con libertad para efectuar sus actividades religiosas. Sin embargo, el país todavía estaba en guerra y el pueblo de Dios todavía se veía ante muchos problemas legales. Entre éstos estaban: exención de ministros de los testigos de Jehová del reclutamiento militar, la detención de los Testigos en campos gubernamentales como objetantes de conciencia, y el derecho de los niños cristianos de edad escolar a no saludar la bandera. Casi coincidentalmente con el levantamiento de la proscripción, el joven precursor Glen How de Toronto se recibió de abogado en la provincia de Ontario. Se hizo muy activo en las muchas batallas legales que siguieron.

El reclutamiento para el servicio militar había sido introducido en Canadá en 1940. Se había hecho una provisión para la exención de “un ministro de confesión religiosa.” Sin embargo, ningún siervo de Jehová había podido solicitar la exención mientras la proscripción estaba en efecto, puesto que la organización religiosa de los testigos de Jehová entonces se consideraba ilegal. La revocación de la proscripción cambió el cuadro. En Toronto se abrió una oficina como Testigos de Jehová del Canadá. Había ahora una organización visible para hablar por el pueblo de Jehová.

LUCHA POR RECONOCIMIENTO

En noviembre de 1943 se sometió un alegato al Ministro del Trabajo solicitando exención para los ministros Testigos que servían de tiempo completo en posiciones especiales. El gobierno se negó a conceder la exención. Aunque en ese año los testigos de Jehová del Canadá tuvieron una concurrencia de 15.000 personas al Memorial, de esta religión los funcionarios no reconocían ni siquiera a un solo ministro.

Fue preciso pleitear esta cuestión en los tribunales. El primer caso importante que se emprendió fue la defensa de Earl Kitchener Stewart, quien fue juzgado en 1943 y apeló del fallo del tribunal de Vancouver al Tribunal de Apelaciones de Colombia Británica. De nada valió que el hermano Stewart tuviera un excelente registro como proclamador del Reino de tiempo completo desde 1938. Se declaró sin lugar su defensa y se le condenó.

Intrépidamente el pueblo de Jehová se preparó para tratar de nuevo. El gobierno quería reclutar a Leo K. Greenlees, del personal de la oficina sucursal de Toronto (ahora en el Cuerpo Gobernante), quien había sido ministro de tiempo completo desde 1931. En vez de esperar a que las autoridades entablaran juicio, se instituyó una acción para juicio declaratorio intitulada Greenlees contra Fiscal de la Corona del Canadá. La acción demandaba una declaración de que Leo Greenlees era un ministro que no estaba sujeto al reclutamiento. Esta fue una acción denodada que asombró a la oposición. La guerra todavía estaba en progreso y cualquier cosa que concerniera a lo militar se consideraba casi sacrosanta. No obstante, esta organización que había acabado de salir de la proscripción, en vez de retraerse calladamente, estaba haciendo una demanda denodada por justicia y tratamiento imparcial. ¡Los testigos de Jehová estaban de vuelta en la escena y todo el mundo lo sabía!

El Sr. juez Hogg del Tribunal Supremo de Ontario le dio plena audiencia al caso Greenlees. Suministraron evidencia L. K. Greenlees, Percy Chapman y Hayden C. Covington. A pesar de la firme evidencia, el juez del caso declaró sin lugar la acción, basándose en un razonamiento débil y especioso. Se apeló al Tribunal de Apelaciones de Ontario, que también dio una decisión evasiva, y esencialmente rehusó tratar con la verdadera cuestión legal. A continuación, se hizo una solicitud de autorización para apelar al Tribunal Supremo del Canadá. Pero éste rehusó dar audiencia a la apelación basándose en la razón técnica de que no había reclamación financiera envuelta en el caso.

El único remedio restante era apelar al Consejo de los Gobernadores en Londres, Inglaterra. Se presentó una moción para apelación en Londres para una audiencia durante octubre de 1946. Sin embargo, precisamente antes del tiempo para el argumento, el gobierno abolió la ley del reclutamiento. No quedaba ley alguna sobre la cual argüir, así es que el caso terminó, sin una decisión final. Por lo menos el hermano Greenlees había sido protegido.

LIBERTADOS DE LOS CAMPOS

Varios testigos de Jehová habían sido clasificados como objetantes de conciencia y habían sido obligados a trabajar en campos situados en los bosques canadienses. Esta práctica continuó por un período de cuatro años hasta el 15 de julio de 1946. En un punto, había 283 Testigos en tales campos. Era fácil salir de estos campos de trabajo forzado haciendo un pago nominal a la Cruz Roja, proceder que a la mayoría le parecía inaceptable. Aunque el departamento de trabajo dijo mucho acerca de poner hombres en servicios esenciales, a menudo el objetivo real era impedir que los predicadores de tiempo completo de los testigos de Jehová estuvieran libres para declarar las “buenas nuevas.”

Para el verano de 1946, todos los objetantes de conciencia del Canadá habían sido puestos en libertad, excepto 73 testigos de Jehová. Se preparó una alegación que mostraba la posición arbitraria y contradictoria que el departamento había adoptado a fin de mantener a estos cristianos encarcelados después que todos los otros objetantes de conciencia habían sido soltados. Se enviaron copias de las protestas a miembros amigables del Parlamento. Algunos de ellos se enfurecieron cuando descubrieron lo que el gobierno estaba haciendo. Empezaron a “aguijonear” al departamento de trabajo con preguntas abochornadoras en la Cámara de los Comunes.

El 10 de julio de 1946, John Diefenbaker, miembro del parlamento (que más tarde fue Primer Ministro del Canadá), preguntó: “¿Cuántos miembros de los testigos de Jehová todavía están detenidos en los campos de concentración?” Esta clase de presión fue demasiado para el departamento. El 15 de julio de 1946 se cerraron todos los campos de trabajo. Por consiguiente, estos jóvenes proclamadores del Reino estaban libres para participar en la expansión cristiana posbélica.

LA CUESTIÓN DEL SALUDO A LA BANDERA

La cuestión del saludo a la bandera en la que se vieron envueltos los cristianos del Canadá fue bastante paralela a la de los Estados Unidos. La publicidad que se dio en los Estados Unidos a esta cuestión se divulgó en el Canadá y, comenzando aproximadamente en 1940, varias juntas escolares por todo este país comenzaron a establecer ceremonias obligatorias del saludo a la bandera.

Varios pleitos disputaron el poder de las juntas escolares para poner en vigor las ceremonias de la bandera y el himno nacional. Uno de estos casos fue Ruman contra Lethbridge, en Alberta. El tribunal juzgó que la junta escolar tenía el poder para obligar al alumno a participar. Pero la legislatura provincial mostró excelente respeto a la libertad y cambió el Acta de la Escuela a fin de que los hijos de los testigos de Jehová pudieran asistir a la escuela sin ser molestados.

Sin embargo, la mayor prueba legal ocurrió en Hamilton, Ontario, donde un caso se prolongó tediosamente desde 1940 hasta 1945. Veintisiete niños fueron expulsados de la escuela en Hamilton por rehusar saludar la bandera y cantar el himno nacional. Se hizo necesario establecer una Escuela del Reino privada a fin de que los niños no se vieran impedidos de recibir una educación seglar.

Se tomó acción legal, pidiendo a la corte que ordenara la readmisión de los niños a la escuela sin que tuvieran que participar en las ceremonias de la bandera y el himno nacional. Se puso a prueba este caso en Hamilton el 30 y 31 de marzo de 1944. El juez, el Sr. Hope, un militar sumamente patriótico, falló en contra de los testigos de Jehová y dijo que la junta escolar no solo tenía el poder para exigir que los alumnos participaran en las ceremonias, sino también “el deber imperativo de ejercer sus poderes.” Esencialmente, esta decisión exigió que todas las otras juntas escolares de la provincia expulsaran a los hijos de los testigos de Jehová si éstos no participaban en las ceremonias del saludo a la bandera y el himno nacional.

Se apeló del fallo a la Corte de Apelaciones de Ontario, y se arguyó en marzo de 1945. La guerra todavía estaba en progreso, el fervor patriótico estaba intenso, y los testigos de Jehová estaban en proceso de reorganizarse después de la proscripción. Cuando se inició el argumento, la corte se mostró muy hostil. Fue preciso adoptar una posición muy firme, pues los tres jueces disparaban una andanada de preguntas rápidas acerca de los testigos de Jehová y de sus creencias. Sin embargo, el antagonismo inicial comenzó a gastarse y los jueces dieron una audiencia muy imparcial. Por consiguiente, rindieron un juicio unánime a favor del pueblo de Jehová, lo cual hizo posible que nuestros hijos asistieran a la escuela y recibieran una educación sin tener que participar en ceremonias que ofendían su conciencia.

Este fallo fue un choque terrible para la Junta de Educación de Hamilton y sus abogados, quienes habían atacado reciamente a los testigos de Jehová. Trataron de apelar del caso a la Corte Suprema del Canadá, pero la Corte se negó a dejarlos apelar. Por consiguiente, el fallo favorable de la Corte de Apelaciones de Ontario fue el juicio final. Por más de 30 años esta excelente decisión ha sido muy útil para hacer retroceder a los “patriotas,” quienes, de vez en cuando, han tratado de reavivir esta cuestión.

LA LUCHA POR LA LIBERTAD EN QUEBEC

Una vez terminada la proscripción y llegando a su fin la II Guerra Mundial, el tiempo estaba maduro en 1944 para reanudar la actividad de predicar el Reino en Quebec. El primer ministro de la provincia era Maurice Duplessis, un taimado político que carecía de principios y era uña y carne del clero católico. Un historiador describió a Duplessis como “un demagogo determinado a mantener la provincia cómodamente segura y retrasada y corrupta.”

En ese entonces había menos de 300 Testigos en toda Quebec. Tan pronto como reanudaron su actividad evangelizadora en la zona de Montreal, comenzaron a acusarlos de “causar molestia” bajo los estatutos locales. Para fines de 1944, había aproximadamente 40 de tales casos. En 1945 el número de juicios aumentó rápidamente, y en septiembre de 1945 los ojos de todo el país se dirigieron a la lucha cuando chusmas católicas atacaron a los Testigos en Châteauguay y Lachine. Pero esta pequeña banda de intrépidos cristianos se mantuvo firme contra esos ataques.—Jer. 1:19.

Para fines de 1945, el número de casos legales había crecido a más de 400. Pero el final aún no estaba a la vista. ¡Para fines de 1946, había más de 800 casos pendientes en las cortes de Montreal, Verdun, Outremont, Lachine, la ciudad de Quebec, Sherbrooke y otros centros! Estos casos legales y los arrestos constantes fueron una vejación agobiadora al pueblo de Jehová. Como usted puede imaginarse, en tales procedimientos hay un lado humano. No era fácil soportar los arrestos, las tensiones, las demoras bajo presión, la humillación, la pérdida de trabajo, y la frustración continua.

“EL ODIO ARDIENTE DE QUEBEC”

Era preciso hacer algo para aliviar la gran presión que había sobre los testigos fieles de Quebec. Así, se celebró una asamblea especial en Montreal el 2 y 3 de noviembre de 1946. Estaban a la mano N. H. Knorr, que entonces era presidente de la Sociedad Watch Tower, y el consejero legal de la Sociedad de Brooklyn, H. C. Covington. El discurso de conclusión del hermano Knorr se intituló: “¿Qué haremos?”

Había un ambiente de excitación a medida que un auditorio a la expectativa y emocionado escuchó al hermano Knorr dar la respuesta leyendo al público, por primera vez, el ahora histórico documento “El odio ardiente de Quebec a Dios y Cristo y la libertad es la vergüenza de todo el Canadá.” ¡Qué tratado más ardiente! En tonos firmes y deliberados, Knorr proclamó, como un mensaje de juicio, la acusación legal de Jehová sobre la corrupta administración de la provincia de Quebec. El impreso fue una declaración factual honrada y demoledora que nunca ha sido disputada.

El hermano Knorr anunció que el 15 de noviembre de 1946 —solo 12 días después— comenzaría una distribución gratuita de este tratado por todo el Canadá y que ésta continuaría por 16 días. ¡Esta fue una llamada vigorosa a la acción!

DUPLESSIS DECLARA “GUERRA SIN MISERICORDIA”

Rápidamente, el tratado “El odio ardiente de Quebec” se propagó por todo el país, incluso Quebec. Ahora la batalla legal de veras comenzó. Públicamente, Duplessis declaró “Guerra sin misericordia a los testigos de Jehová.” En vez de 800 casos legales, pronto tuvimos 1.700. Duplessis volvió a poner en vigor la vieja ley de sedición y, en breve, había más de 100 de estas acusaciones. El país entero de nuevo comenzó a estar atento a la contienda en Quebec.

El 4 de diciembre de 1946, en su cólera, Duplessis lanzó un bumerán legal cuyas consecuencias recayeron sobre él. Injustamente canceló la licencia para vender bebidas alcohólicas del restaurante propiedad de Frank Roncarelli, un testigo de Jehová. Este ataque a los medios de vida de un hombre despertó la ira de la comunidad comercial por todo el Canadá. Todos podían ver que un dictador sin principios estaba en control en Quebec. Los ciudadanos prominentes de Montreal celebraron una gran reunión de protesta.

Mientras el país todavía hervía de indignación por la acción arbitraria de Duplessis, el registrador Jean Mercier, un juez católico romano de la ciudad de Quebec lanzó otro bumerán. En un juicio ante Mercier el 17 de diciembre de 1946 estaba el precursor especial John Maynard How, acusado de perturbar la paz, una simple acusación reglamentaria. El registrador Mercier, sin embargo, perdió todo control de sí mismo. Los titulares anunciaron sensacionalmente: “Juez ataca secta de Jehová. Dice que merecen cadena perpetua.” Un relato explicó: “Mercier dijo que se habían emitido órdenes a la policía de Quebec para que arrestara a toda persona de quien se conociera y sospechara que era testigo de Jehová y prometió que su tribunal continuaría la purga incesante contra todos los simpatizadores.”

El hombre que estaba haciendo estas declaraciones era un juez de quien se pensaba que era justo e imparcial. El comportamiento de hombres como Duplessis y Mercier estaba probando lo muy exactas —de hecho, moderadas— que eran las acusaciones que aparecían en el tratado “El odio ardiente de Quebec.” Típicos de la reacción de la prensa fueron los títulos de los siguientes editoriales:

La edad del oscurantismo regresa a Quebec (El Star de Toronto)

¡Vaya qué juez! (El Journal de Ottawa)

Regreso de la inquisición (The Globe and Mail, Toronto)

El hedor del fascismo (The Gazette, Glace Bay)

En vez de retirarse del combate, los testigos de Jehová publicaron un segundo tratado intitulado “¡Quebec, le has fallado a tu pueblo!” Esta respuesta a las falsas acusaciones de Duplessis se distribuyó en enero de 1947, y esta vez la distribución se efectuó por la noche para evitar los arrestos continuos del pueblo de Dios por parte de la policía de Quebec.

Igual de excitante fue la muy ardiente batalla legal que se libró en la ciudad de Quebec. El pequeño grupo de precursores de allí —Laurier Saumur, John Maynard How, Gerald Barry y Russell Herbert Headworth— se enfrentaba a una serie tan rápida de autos de ida y venida al tribunal del registrador Mercier y de ida y venida a la cárcel que los periódicos la renombraron “La batalla de los autos.” Toda esta actividad siguió alimentando la prensa, de modo que los relatos de Quebec llegaron a ser parte diaria de las noticias por todo el país. Muchas personas de corazón honrado admiraron la intrépida posición de los testigos cristianos de Jehová.

En febrero de 1947, cuatro de los precursores especiales de la ciudad de Quebec —tres de los cuales estaban en libertad bajo fianza— fueron a Ithaca, Nueva York, para inscribirse como estudiantes de la novena clase de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Mientras estaban en Galaad, el caso de Laurier Saumur y Gerald Barry fue llevado a la Corte Suprema del Canadá. Pero la Corte rehusó oír el caso basándose en razones técnicas. Como resultado, Laurier Saumur tuvo que marcharse de la Escuela de Galaad en junio, antes de la graduación, y volver a la cárcel en la ciudad de Quebec para completar su sentencia. El que la Corte Suprema declarara sin lugar nuestra demanda nos puso de vuelta en las cortes de Quebec, en las cuales, para ese entonces, había 1.700 casos pendientes.

El fiel Gerald Barry, cuyo caso también estaba pendiente en la Corte Suprema, murió en mayo de 1947. Había sido precursor desde 1908 y había comenzado a servir en Quebec en 1924. Verdaderamente, él fue como los que el apóstol Pablo describió al decir: “El mundo no era digno de ellos.”—Heb. 11:38.

¿POR QUÉ NO PARTICIPAR EN LA LUCHA POR LA LIBERTAD?

Para ahora usted ciertamente está al tanto del valor y la determinación que el pueblo de Jehová manifestó en la provincia de Quebec. Pero parece que éste es un buen lugar para hacer el relato de dos hermanas carnales y espirituales que estaban en los últimos años de su adolescencia. Habían oído acerca de la persecución de sus compañeros de creencia en Quebec —como muchos de ellos habían sido atacados por chusmas, golpeados y encarcelados— y habían comenzado a pensar: “Tenemos nuestra juventud, fortaleza y salud; una asignación como ésa sería ideal para nosotras, pues de veras queremos participar en la lucha por la libertad junto con nuestros hermanos que ya están allí.”

Así fue que el 1 de mayo de 1946, dos jóvenes precursoras emocionadas con la expectativa de ser asignadas a servir en Quebec, se hallaron en Montreal. Unos cuantos años después una de ellas, Victoria Dougaluk, escribió lo siguiente:

“No pasó mucho antes que estuviéramos experimentando lo que en una ocasión habíamos leído. Con regularidad arrestaban a mi hermana y la llevaban al tribunal juvenil y yo asistía con regularidad al tribunal del registrador, tanto así que una vez el juez me informó que yo era la persona más irritante que jamás había ido a ese lugar. Tuvimos muchas oportunidades de testificar, no solo al personal del tribunal, sino a los otros presos. Se desarrolló un gran lazo de amor entre los hermanos que compartían las experiencias de la cárcel; recuerdo una ocasión en particular: Varios de nosotros habíamos sido encarcelados juntos y a medida que llegaba la fianza, el de edad más avanzada, o los que tenían familias en casa, eran puestos en libertad primero. Al fin quedamos una hermana y yo. Pasaron seis días sin que supiéramos cuando vendría nuestro turno. Por fin llegó nuestra fianza, pero solo para una. La hermana francesa que estaba conmigo dijo: ‘Las dos o ninguna’; de modo que cedió su libertad inmediata para quedarse conmigo. Mi aprecio por esa acción no se podía expresar con palabras. Con el tiempo los testigos de Jehová llegaron a ser muy respetados por su lucha por la libertad, pues todos los intentos que se hicieron por desanimarnos fracasaron. Los esfuerzos que se hacían para amortiguar nuestro celo nos hicieron aún más determinados a efectuar nuestra obra y hallar las ovejas en esa zona.”

¡SE NOS VUELVE A ACUSAR DE SEDICIÓN!

Con la ayuda del espíritu de Jehová, y con gran amor, fe, lealtad y determinación, el pueblo de Dios en Quebec se enfrentó al enemigo. Y el enemigo no se había rendido. Acalorado por el desenmascaramiento que suministraba el tratado “El odio ardiente de Quebec,” Duplessis buscó más armas de amenaza y opresión. Además del enjambre de casos reglamentarios, reanudó las viejas acusaciones de difamación sediciosa. Se hicieron más de 100 de estas acusaciones en contra de 50 Testigos. Esos casos se entablaron en Sherbrooke, Amos, Montreal y St-Joseph-de-Beauce. Para evidencia, los fiscales se apoyaron en los dos tratados “El odio ardiente de Quebec” y “¡Quebec, le has fallado a tu pueblo!”

El primer caso de sedición que se trató fue el de Aime Boucher, un hombre sincero, de genio apacible y de pequeña estatura que vivía en las colinas del sur de la ciudad de Quebec, en una granja que cultivaba con la ayuda de bueyes. El hermano Boucher era pobre en lo que respecta a bienes de este mundo, pero rico en amor y fe. Su juicio se celebró en St-Joseph-de-Beauce en noviembre de 1947 ante el juez Alfred Savard, un anterior compañero de leyes del difunto Ministro de Justicia Lapointe, quien había instituido la proscripción de 1940. El juez Savard era extremadamente hostil e hizo declaraciones muy prejuiciadas al jurado. Por supuesto, el fallo fue condenatorio.

La Corte de Apelaciones de Quebec apoyó la condena y se apeló del fallo a la Corte Suprema del Canadá. Ese Tribunal primero ordenó que el caso volviera a Quebec para un nuevo juicio, pero Jehová estaba con nosotros y se concedió una revisión de la causa, algo inaudito. La Corte revocó su propio fallo después de oír un segundo argumento y ordenó un descargo completo. Puesto que no incitaban a la violencia, los tratados de los testigos de Jehová no podían ser sediciosos. Por lo tanto, cada una de las acusaciones de sedición hechas por Duplessis fueron declaradas sin lugar. No se mantuvo ningún fallo condenatorio. ¡Jehová había vindicado a su pueblo!

El fallo Boucher probablemente fue la más importante victoria legal que el pueblo de Jehová ha ganado en el Canadá. Le quitó la fuerza al ataque por parte de la Iglesia y el Estado sobre las libertades de los testigos de Jehová y de todos los otros canadienses. Además, modernizó la ley e hizo obsoletas todas las definiciones normales de sedición en este país. ¡Fue preciso cambiar todos los libros de derecho! Dean Bowker, cabeza de la Escuela Jurídica de la Universidad de Alberta, declaró: “Un juicio como el de Boucher contra El Rey vale lo que una docena de declaraciones del derecho a la libertad de palabra.”

SE DERROTA LA CENSURA POLICÍACA

Todos los casos de sedición habían sido declarados sin lugar. Eso era excelente. Pero todavía quedaba una montaña de más de 1.600 casos reglamentarios. ¿Qué hay de éstos? Algo básico a estos casos fue el esfuerzo que hicieron las autoridades de Quebec por mantener toda la diseminación de información sujeta a la censura policíaca. Típico de esto era el Reglamento 184 de la Ciudad de Quebec, que decía: “Se prohíbe distribuir en las calles de Quebec cualquier libro, folleto, circular, tratado u obra impresa sin haber primero obtenido permiso escrito del jefe de la policía.”

Para vencer este reglamento de censura, se inició un caso de prueba en la ciudad de Quebec en 1947 solicitando que el reglamento fuera declarado ilegal. En el tribunal, tres clérigos —un sacerdote católico, un clérigo anglicano y un rabino judío— se presentaron como testigos por la Ciudad de Quebec. Se esforzaron por hacer que el juez fallara contra los testigos de Jehová. ¡Esto era evidencia adicional de que los políticos y las religiones principales estaban unidos contra los verdaderos siervos de Dios!

Este caso, intitulado Saumur contra Quebec, también se apeló a la Corte Suprema del Canadá y se arguyó allí por siete días. El 6 de octubre de 1953 la corte de nueve jueces dictó su fallo a favor de los testigos de Jehová en una decisión dividida de cinco a cuatro. La victoria en este caso puso fin a centenares de casos reglamentarios que todavía estaban pendientes en los tribunales de Quebec. La decisión Saumur también se reconoce en el Canadá como una decisión importante que benefició a todo el pueblo canadiense.

Un columnista se sintió tan conmovido por esta magnífica decisión que las siguientes declaraciones salieron en el Telegram de Toronto:

“DERECHOS IGUALES PARA TODOS

“Debería celebrarse la decisión de la Corte Suprema del Canadá en el caso Saumur con una gran fogata en la Colina Parlamentaria; una fogata digna de una gran ocasión. Pocas decisiones en la historia jurídica del Canadá pueden haber sido más importantes. Pocos tribunales pueden haber hecho mejor servicio al Canadá que éste. Ninguno ha hecho que los canadienses que evalúan su herencia de libertad queden más profundamente endeudados. . . . No es posible hacer una fogata merecedora de esta liberación.”

Es interesante el hecho de que al tiempo en que este caso fue a juicio, la oficina sucursal del Canadá había solicitado a todos los hermanos que le rogaran a Jehová en oración en cuanto al resultado del asunto. ¡Había tanto que dependía de obtener una decisión favorable en este caso! (1 Tim. 2:1, 2) El resultado final indica que hubo una respuesta favorable de parte del “Oidor de la oración.” (Sal. 65:2) De hecho, “el ruego del hombre justo, cuando está en acción, tiene mucho vigor.”—Sant. 5:16.

ÚLTIMA RESISTENCIA DE DUPLESSIS

Para entonces los testigos de Jehová habían derrotado todas las leyes que Duplessis tenía a su disposición. Pero él aún no se había rendido. En enero de 1954 promovió en la legislatura de Quebec una nueva ley que, según él afirmó, pondría fin a las actividades de los testigos de Jehová. Esa ley, conocida como Proyecto 38, entró en vigor a las 5 de la tarde del 28 de enero de 1954. Pero a las 9 de la mañana de la mismísima mañana siguiente, el abogado de los testigos de Jehová estaba a la puerta del tribunal para entablar una acción que disputaba la validez de la nueva ley y demandaba un requerimiento para detener uso de ésta.

El pleito acerca del Proyecto 38 se prolongó por un período de 10 años, y el juicio de esta acción fue intensamente interesante F. W. Franz (ahora el cuarto presidente de la Sociedad Watch Tower) vino a Quebec como testigo experto y suministró maravillosa evidencia que apoyaba a Jehová y su pueblo.

El abogado de los testigos de Jehová llamó a un testigo particularmente renuente... ¡Maurice Duplessis! El tener que comparecer en virtud de una citación de los testigos de Jehová lo enfureció. Por dos horas y media, Glen How interrogó a este hombrecito arrogante y respondón, cosa que irritó muchísimo a Duplessis.

A su debido tiempo, la Corte Suprema del Canadá rehusó fallar sobre la validez de la ley, basándose en la razón técnica de que los testigos de Jehová habían presentado su demanda antes de que el Proyecto 38 se hubiese usado contra ellos. Pero si las autoridades usaban esta ley, la razón técnica que había usado la Corte Suprema sería destruida. El Proyecto 38 había sido ineficaz y permaneció sin usarse desde 1954. ¡Duplessis había hecho su última resistencia!

En 1959 Duplessis sufrió la ignominia de ser el primer Primer Ministro en la historia del Imperio Británico que se vio obligado a pagar personalmente por daños ocasionados a un ciudadano por algo que él había hecho en una función oficial. La Corte Suprema del Canadá le ordenó que pagara daños y costos de aproximadamente 50.000 dólares al hermano Frank Roncarelli debido a haber cancelado la licencia de bebidas alcohólicas del restaurante de éste. Duplessis murió poco después de esta frustración final.

Ciertamente, Duplessis hubiera podido ahorrarse mucha molestia si hubiera prestado atención al buen consejo de Gamaliel. Ese maestro de la Ley declaró: “No se metan con estos hombres, sino déjenlos; . . . de otro modo, quizás sean ustedes hallados luchadores realmente contra Dios.”—Hech. 5:38, 39.

EXPRESIONES DE APRECIO

Muchos comentaristas jurídicos del Canadá han reconocido la excelente contribución que los testigos de Jehová han hecho a la ley y libertad en este país. Frank Scott, anterior decano de la Escuela Jurídica de la Universidad McGill, ha dicho respecto a los casos de los Testigos: “Deberíamos estar agradecidos de que en este país tenemos algunas víctimas de la opresión del Estado que están dispuestas a defender sus derechos. La victoria de ellos es la victoria de todos nosotros.” También dijo: “Cinco de las víctimas cuyos casos llegaron hasta la Corte Suprema del Canadá en la última década, y que tan grandemente han contribuido a la clarificación de nuestra ley, eran testigos de Jehová.”

En un artículo para Faculty of Law Review (Universidad de Toronto), otro comentarista jurídico describió a los testigos de Jehová como “el grupo más responsable por apoyar los privilegios de la ciudadanía.” Además, Ivan C. Rand, anterior juez de la Corte Suprema del Canadá, al describir algunos de nuestros casos, declaró que “los lobos luchan en manadas pero el león lucha solo.”

Estas declaraciones de autoridades reconocidas hacen patente que los testigos de Jehová, una minoría que luchaba contra una fuerza muy superior, han hecho, por su posición denodada, una contribución importante a la libertad canadiense. La victoria de ellos es una victoria para la libertad del pueblo del Canadá. Las libertades de cultos, prensa, habla y reunión han sido protegidas por medio de los casos que envolvían a los testigos de Jehová.

Sí, los testigos de Jehová se sienten agradecidos de que sus comparecencias públicas en juicio hayan, de hecho, resultado en dar un testimonio y que por ese medio hayan contribuido a “defender y legalmente establecer las buenas nuevas” en el Canadá. (Mar. 13:9; Fili. 1:7) Pero los Testigos están especialmente agradecidos al Gran Legislador, Jehová, quien siempre apoya a su pueblo. Tal como el rey Ezequías dijo en una ocasión: “Sean animosos y fuertes. . . . Con él [el rey de Asiria] está un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas.”—2 Cró. 32:7, 8.

¡ADELANTE, A LOS AÑOS SESENTA!

Una vez eliminadas todas estas batallas legales, los cristianos canadienses entusiastamente pasaron a los años sesenta. En abril de 1960, Clayton Morrell, que por muchos años había servido como precursor, superintendente de circuito y miembro de la familia de Betel de Toronto, fue nombrado como nuevo superintendente de sucursal. Manifestaba un espíritu excelente, era una persona muy abordable y también era un excelente organizador que se puso a trabajar para continuar la buena obra que se había hecho hasta ese entonces. En ese entonces la familia de Betel tenía 44 miembros.

Por todo el país, había seis distritos, 61 circuitos y 850 congregaciones. En ese año, 1960, hubo un máximo de 38.382 proclamadores del Reino activos, lo cual daba una proporción de un Testigo por cada 465 personas en el Canadá.

Para junio de 1960 se habían conseguido suficientes decisiones en los tribunales a nuestro favor para volver a iniciar nuestra obra de casa en casa de testimonio con la Biblia y las ofertas de literatura en Quebec. Ahora esa provincia era lo mismo que el resto del Canadá a este respecto. La primera asamblea de distrito que se celebró completamente en francés durante ese verano en Verdun hizo época en el desarrollo de la actividades cristianas en Quebec. Concurrieron más de 3.000 personas, y 1.000 de ellas eran personas interesadas. ¡Qué cambio de condiciones! La lucha legal en Quebec casi había terminado. La influencia sacerdotal y la oposición estaban en mengua. Los publicadores del Reino de habla francesa sobrepasaban el número de Testigos de habla inglesa en esa provincia. El crecimiento en la ciudad mayor, Montreal, había sido tan grande que en 1959 había siete Salones del Reino para alojar 22 congregaciones, y se estaban construyendo otros salones por toda la provincia. Hasta la ciudad de Quebec tendría su propio Salón del Reino de los Testigos de Jehová.

El 1 de agosto de 1960 comenzó a funcionar en Toronto la primera congregación italiana del Canadá. Aunque comenzó con solo 40 publicadores, dio promesa de rápido crecimiento. Incidentalmente, hoy día hay 33 congregaciones italianas por todo el Canadá, con más de 2.000 publicadores. ¡Ha sido sumamente agradable ver hasta ahora el desarrollo de 14 congregaciones hispanas y portuguesas, 12 congregaciones griegas y una congregación china y otra coreana!

Así es que, para 1960 todo estaba preparado para una década de intensa actividad. En su mayor parte, fue un período de paz y fortalecimiento espiritual.

ESCUELA DEL MINISTERIO DEL REINO

El 1 de enero de 1961 presenció un suceso significativo en el Canadá... la apertura de la primera Escuela del Ministerio del Reino en la oficina sucursal de Toronto. Para fines de agosto de ese año, 151 superintendentes y precursores especiales habían completado el curso. Lo que aprendieron los impulsó a hacer muchas declaraciones de aprecio. Algunos hasta hablaron de verdaderamente haber cambiado su personalidad durante ese curso de cuatro semanas. Para 1971 se habían tenido 152 clases canadienses de la Escuela del Ministerio del Reino, a las cuales habían asistido 3.370 estudiantes. Así, un gran número de superintendentes y precursores especiales recibieron este excelente entrenamiento que los equipaba más cabalmente para asignaciones de responsabilidad en sus congregaciones locales durante los años setenta.

En los años que han transcurrido desde entonces cursos revisados de la Escuela del Ministerio del Reino han suministrado entrenamiento para todos los ancianos de las congregaciones del Canadá, 5.980 de los cuales pasaron por el último curso en 1977. Verdaderamente, desde el comienzo de la Escuela del Ministerio del Reino de 1961, ésta ha sido muy útil para preparar a muchos para servicio adicional en las congregaciones y en el campo.

LA CUESTIÓN DE LAS TRANSFUSIONES DE SANGRE

En el transcurso de los años en este país, la posición que los testigos de Jehová han adoptado con relación a la santidad de la sangre ha resultado en muchísima publicidad desfavorable y animosidad. (Hech. 15:28, 29) De hecho, en 1961 llegó a un apogeo el creciente resentimiento público sobre nuestra negación a aceptar transfusiones de sangre. Por lo tanto, éste parece ser un punto apropiado en nuestra narración para considerar esta cuestión con algunos detalles.

Los periódicos habían usado encabezamientos incitantes y terminología engañosa respecto a la supuesta eficacia de la sangre en asuntos de salud y vida. Desde los años cincuenta la reacción pública a nuestra posición respecto a la sangre ha sido tan adversa que la hostilidad que se recibe en las puertas al participar en la obra de predicar el Reino solo se puede comparar con la que los hermanos recibían en los Estados Unido durante los años cuarenta, cuando tantas personas desafiaban a los testigos de Jehová respecto a nuestra posición sobre el saludo a la bandera y la guerra. Aquí en el Canadá, la razón y el respeto cedieron ante despliegues muy emocionales y hasta condenas amenazadoras.

El retroceder a un caso de 1956 nos permitirá proveer un ejemplo de la irresponsabilidad de los medios publicitarios al incitar al público y no darle la información adecuada en cuanto a ambos lados del asunto. En Hamilton, una joven de 17 años de edad (y por lo tanto de edad legal en Ontario para tomar su propia decisión en un asunto de salud y tratamiento) rehusó una transfusión de sangre que los médicos de allí le habían prescrito. La habían estado tratando en el Hospital General de Hamilton por una condición que había sido un problema desde su nacimiento. Había sobrevivido hasta entonces, aunque se había creído que no viviría mucho después de su nacimiento. De modo que tomó la decisión que le pareció sensata para continuar recibiendo tratamiento sin violar los principios cristianos.

Por este sencillo ejercicio de un derecho humano básico, ¿qué resultó? Bueno, ¿qué vio la gente al leer la primera página del Star de Toronto del 17 de febrero de 1956? Un titular a toda plana con letras que tenían más de seis centímetros de alto... y decía: “¿ES PRECISO QUE MUERA JOVEN DE 17 AÑOS DE EDAD?” Estas letras grandes —igual a las que normalmente se reservan para las guerras mundiales y otras catástrofes globales— fueron acompañadas por el encabezamiento adicional: “Testigo [de] Jehová rehúsa sangre.” Indicando que esta joven moriría por rehusar sangre, el encabezamiento secundario en el mismo artículo se refería a ella como una “Joven condenada.” La inclinación a incitar a los lectores se manifestaba en el párrafo de apertura del artículo, en una frase que predecía que “se espera que [la decisión de la paciente] inicie una nueva ola de indignación pública en esta ciudad.”

¿Por qué estaba tan cierto el Star de que esta joven moriría, y por qué hablaba de “una muerte segura” si no recibía sangre? Fue debido a que los doctores del hospital dieron esa impresión. Le dijeron al reportero que aun con la transfusión “la joven no puede sobrevivir más de dos años.” El combinar declaraciones de esa clase con términos inexactos (como sangre “vivificante”) fue suficiente para incitar al pueblo. El artículo habló también acerca de que la vida de la joven “se estaba consumiendo.”

¿Pero qué le sucedió a esta testigo de Jehová? No se le dio una transfusión... ¡y se le dio de alta del hospital en buena salud! Pero, ¿llamaron entonces los doctores a los periódicos y dijeron: ‘¡Les tenemos noticias maravillosas! ¡La joven se recobró! ¡Todo el mundo debería saberlo!’? ¡No! No dijeron ni una palabra cuando le dieron de alta. ¿Deberían haber llamado a la prensa? Bueno, ¿cómo se enteraron los periódicos acerca del caso en primer lugar?

Las noticias del recobro de esta joven y su salida del hospital fueron publicadas en los periódicos debido a que un reportero curioso comenzó a indagar acerca de la condición de ella y descubrió que la habían mandado a casa. Es encomiable el hecho de que el Telegram de Toronto publicó este asunto e imprimió un retrato de la sonriente joven Testigo, describiéndola como “la imagen de la salud.” ¡Pues, sobrevive hasta hoy! Durante el ínterin, se ha casado y ya tiene su propia familia.

Hemos tomado considerable espacio para relatarle este caso de transfusión de sangre. ¡Pero es que es tan típico de la mayoría de ellos! Por lo general los reportajes de la prensa comienzan con encabezamientos grandes y llamativos de primera plana y predicciones sombrías. Entonces vienen lamentos y hostilidad por parte del público. A continuación viene un punto de vista más sensato, cuando mentes médicas y legales consideran los hechos sin prejuicio. Por último, a veces se publica en la última página de un periódico un artículo breve y escueto que relata el recobro del paciente y su salida del hospital. Por supuesto, ha habido excepciones, pero esta secuencia de sucesos se ha repetido vez tras vez.

CAMBIA EL CURSO DE LOS ACONTECIMIENTOS

Sin embargo, entre la gente pensadora algo comenzó a cambiar el curso de los acontecimientos. ¿Qué? En varios sitios se publicaron los hechos que suministraban el otro lado del relato de las transfusiones de sangre. Por ejemplo, el número de octubre de 1960 del Canadian Bar Journal publicó un artículo penetrante para el cual se había hecho una investigación minuciosa y factual de los aspectos legales, médicos y religiosos de la cuestión de la transfusión de sangre. Canadian Doctor reimprimió el artículo en un suplemento especial de su número de diciembre de 1960, y le dio al material unas 24 páginas de espacio. Este artículo incisivo llegó a la gente en los campos legales y médicos, a individuos que podían afectar la situación favorablemente.

El número del 26 de agosto de 1961 de Maclean’s, una revista de tirada nacional en el Canadá, publicó un artículo intitulado “En lo que respecta a transfusiones de sangre es más probable que de cada cuatro tres perjudiquen en vez de curar.” Este artículo fue escrito por un doctor de medicina en colaboración con Sidney Katz, un periodista que se especializa en artículos sobre medicina. En este artículo se pusieron al descubierto los abusos de transfusiones innecesarias, y fue útil para el público, al cual aparentemente se le había “lavado el cerebro” para que creyera que las transfusiones de sangre solo podían ser útiles, nunca dañinas, ni nunca un riesgo.

El número del 27 de mayo de 1961 del Canadian Medical Association Journal publicó un artículo notable escrito por los doctores Max Minuck y Ronald S. Lambie. Se intitulaba “Anestesia y cirugía para los testigos de Jehová,” y por lo general hizo que muchos médicos dejaran de pensar que los Testigos son un grupo religioso y emocional con el cual es difícil tratar y que los problemas que surgían con los casos de transfusión de sangre eran culpa de ‘esta gente crédula.’ En el párrafo inicial, los redactores acertaron en cuanto a quién de veras debería culparse por las escenas emocionales en los hospitales cuando surge la cuestión de la transfusión de sangre. Dijeron que su consideración de los casos “señalaba al hecho de que hay considerable confusión, prejuicio emocional, intolerancia, e ignorancia no solo respecto a las creencias de la fe de los Testigos, sino también a las responsabilidades legales y éticas envueltas en su tratamiento médico.” (Las bastardillas son nuestras.) Más tarde en el artículo, los doctores Minuck y Lambie añadieron que, en otros casos en los que el médico tiene que tratar con circunstancias que no son ideales, se aborda al paciente y al problema de manera calmada y objetiva, y el médico hace lo mejor que puede en esas circunstancias. Entonces dijeron:

“Pero en el caso de los testigos de Jehová muy a menudo el equipo quirúrgico se comporta de manera emocional, confusa e irracional, debido a que el impedimento del paciente es religioso en vez de ser físico. Los testigos de Jehová no son el único grupo religioso que por razones religiosas tiene que rehusar aceptar ciertos aspectos de la práctica médica aceptada. Otros grupos como los católicos romanos también tienen que rehusar algunas formas de tratamiento médico, y nosotros aceptamos sus puntos de vista. Semejantemente, las creencias de los testigos de Jehová deben ser respetadas y toleradas.”

Tal modo de razonar redunda en mucho más crédito para la profesión médica que la práctica de algunos médicos que le dicen al paciente una cosa y entonces “evasivamente administran sangre” basándose en la premisa de que “lo que el paciente no sabe no lo puede perjudicar.” No solo carece de ética esa actitud, manifiesta falta de honradez y respeto a los derechos de otros. En realidad, hombres que, según algunas autoridades, pueden equivocarse en sus diagnósticos hasta 45 por ciento de las veces deberían ser más modestos. Como el doctor Arthur Kelly, un médico equilibrado (entonces secretario de la Asociación Médica Canadiense), declaró:

“La omnisciencia médica es un género muy raro y el conocimiento nuevo de hoy está modificando e invalidando los dictámenes de ayer. No nos hagamos arrogantes en nuestro orgullo y demandemos esta sujeción de la voluntad de nuestro paciente. Considero que es preferible el que ciertos individuos mueran antes de su tiempo a que socavemos el derecho y deber últimos que tienen de ser custodios de su propia salud.”

En años más recientes ha habido una mejora constante en la relación entre médico y paciente en estos asuntos relacionados con la cuestión de la sangre. Muchos cirujanos han sido lo suficientemente valerosos como para usar su destreza y a la vez respetar los sinceros puntos de vista religiosos de sus pacientes Testigos. A principio de los años setenta se hicieron visitas a los principales hospitales de Toronto con el fin de llegar a un entendimiento mejor con los administradores y directores de estas instituciones. Los Testigos que hicieron las visitas fueron recibidos con sumo respeto, tal como lo fue la información presentada de publicaciones médicas que muestran lo que se puede hacer sin sangre. El folleto La sangre, la medicina y la ley de Dios (publicado en 1961) fue muy útil para comunicarnos con estos hombres y muchos médicos. Es interesante el hecho de que algunos médicos ahora piden cualquier información adicional que podamos suministrarles de revistas médicas.

Hoy en día, el público solo parece excitarse acerca de los casos que envuelven niños pequeños que, según dicen los médicos, necesitan una transfusión. Pero el registro muestra que la posición de los testigos de Jehová no es errónea. Por lo general, sus hijos han sobrevivido a pesar de las predicciones sombrías de algunos médicos. Por otra parte, en varios casos, los médicos se han apoderado de los niños y les han administrado transfusiones de sangre después de haber obtenido órdenes del tribunal. Sin embargo, es triste el hecho de que después de las transfusiones administradas a la fuerza 12 de estos niños han sido devueltos muertos a sus afligidos padres.

No obstante, el material que se ha impreso en revistas legales, médicas, y en otras, y el que ha producido la Sociedad Watch Tower ha tenido buenos resultados. Felizmente, también, en 1960 y 1963 fue posible apelar con buen éxito a la Corte Suprema de Ontario para que apoyara el derecho que los testigos de Jehová tienen a decidir sobre el tratamiento médico para sí mismos a sus hijos.

PONIENDO EN ORDEN LOS ASUNTOS

En 1970 la profesión médica trató de hacer que el gobierno de Manitoba le diera poder adicional para poder obligar a los hijos de los testigos de Jehová a aceptar transfusiones de sangre. Se presentó la oportunidad para comparecer ante un comité legislativo y mostrar los peligros que esta ley propuesta encerraba desde el punto de vista de las familias y de la buena práctica médica. Dos miembros de este comité recientemente habían sufrido la pérdida de un miembro de la familia después de una transfusión de sangre. Por tres horas el hermano Glen How habló ante un comité legislativo atento y muy respetuoso, y como consecuencia se retiró la legislación. Se dio un excelente testimonio y esto resultó en mucha publicidad favorable.

Con relación a un accidente de tráfico que ocurrió en marzo de 1976, un pesquisador que investigaba las causas del fallecimiento informó erróneamente que una de nuestras hermanas murió debido a no haber recibido una transfusión de sangre. Pero fue posible tener una entrevista con el Pesquisador de Ontario, un hombre imparcial y de mente sana. Esto, a su vez, preparó el terreno para que el hermano Glen How se dirigiera a una reunión de todos los pesquisadores de Ontario. Fue bien recibido y se proveyó un impreso a todos los presentes. Ha aliviado la presión en los casos de esta clase, en los que al público se le da una idea errónea y los testigos de Jehová estarían a la misericordia de un pesquisador parcial y de cualesquier recomendaciones desfavorables que resulten de las investigaciones del pesquisador. Actualmente prevalece un punto de vista más objetivo.

Semejantemente, debido a un informe periodístico de que el Colegio de Médicos y Cirujanos de Ontario estaba haciendo planes para adoptar nuevos reglamentos en los casos de los testigos de Jehová, se sometió al Colegio una extensa presentación en pro de nosotros. Ésta solicitaba que se continuara respetando los derechos del paciente, que se tratara al ‘hombre entero’ y que los médicos investigaran más los beneficios de los tratamientos que han tenido buen éxito sin la transfusión de sangre. Parece que esta presentación ha tenido un efecto calmador. No obstante, es preciso continuar alerta a este respecto en el Canadá.

PUBLICIDAD NACIONAL FAVORABLE

En 1977, el programa “Access” de la Corporación de Transmisiones Canadienses presentó un programa de televisión de media hora de duración que trataba principalmente con el desenmascaramiento de la falsedad sobre la cuestión de las transfusiones de sangre. Durante ese programa millones de televidentes por todo el Canadá vieron a tres individuos que según las predicciones se suponía que estuvieran “muertos.” ¡Pero estaban vivos y gozaban de buena salud! Ellos o sus padres pudieron explicar por qué procedieron de la manera en que lo hicieron a fin de preservar la vida y mantener una buena conciencia cristiana.

Entonces se entrevistó a dos médicos. A uno de ellos, el doctor C. B. Baker de Toronto, se le preguntó cuántas operaciones a corazón abierto había efectuado sin sangre. Baker respondió:

“Hasta ahora hemos hecho un total de 37 . . .”

“¿Sin sangre?”

“Así es.”

“¿Es un tratamiento más deficiente?”

“Es un tratamiento mejor. . . . a menudo las enfermeras de la sala de cuidado intensivo dicen: ‘¿Por qué no operan a todos los pacientes sin sangre? Salen tan bien.’”

“Así es que, esta no es una operación de los testigos de Jehová entonces. ¿Puede en realidad aplicarse a cualquier paciente?”

“Y actualmente la aplicamos tanto como nos es posible a las otras personas, especialmente debido a nuestra experiencia con los testigos de Jehová. Ahora bien, eso nos ha enseñado muchísimo, ¡que la gente en la cual no hay que usar sangre sale mejor!”

Durante este programa también se entrevistó al doctor Denton Cooley, famoso cirujano del corazón del Instituto del Corazón de Texas en los Estados Unidos. Él habló acerca de sus aproximadamente 20 años de cirugía a corazón abierto sin sangre, en los que había efectuado más de 600 cirugías.

El público ciertamente quedó impresionado. Muchos Testigos encontraron a personas que les dijeron que definitivamente habían cambiado de punto de vista después de ver ese programa. Algunas personas hasta escribieron a la CBC expresando su aprecio por haber quitado tanto prejuicio del pensar del público por medio de su presentación imparcial. El productor ejecutivo del programa más tarde dijo que “debido a la enorme cantidad de cartas en respuesta a nuestro programa de los testigos de Jehová,” nos es imposible contestarlas todas. Añadió: “Diría que al programa de ustedes se le puede contar como uno de nuestros esfuerzos de más éxito de esta temporada.”

Más recientemente ha habido una propagación por todo el país del folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre (publicado en 1977). Se suministraron ejemplares de éste a todos los médicos, administradores de hospital, abogados, jueces y enfermeras. Este llamado razonable ha producido una respuesta favorable. Muchos médicos, administradores y abogados insisten en tomar más tiempo que el que el Testigo visitante ha solicitado a fin de considerar a cabalidad el material del folleto. Ciertamente parece que la distribución de esta publicación añadirá otro firme apoyo a nuestra continua batalla por mostrar respeto a la santidad de la sangre.

Pudiera decirse mucho más acerca de este tema. Sin embargo, no podemos cerrar esta parte del relato de la adoración verdadera en el Canadá sin expresar aprecio por los muchos Testigos individuales, incluso ancianos, padres y miembros de familia, que se han mantenido firmes en contra de una fuerza muy superior a fin de obedecer la ley de Dios sobre la sangre. A menudo esto ha significado resistir mofas y presiones durante horas mientras se está seriamente enfermo y tal vez muriendo, o aguantar los insultos y las amenazas de enfermeras, médicos, jueces y otras personas. Ha exigido noches sin dormir tratando de consolar y apoyar a los que están adhiriéndose a tal posición, o el hacer incontables llamadas telefónicas para tratar de hallar a un doctor favorable que acepte un caso serio. Los compañeros de creencia han dado de sí mismos al alojar, alimentar y de otro modo cuidar de los parientes de los enfermos en estos casos. Tampoco podemos pasar por alto la fe de los padres que han sufrido la terrible experiencia de que les arrebaten a sus hijos para ponerles una transfusión de sangre a la fuerza. Se necesitaría un libro para describirlo todo.

Tampoco sería correcto dejar de mencionar la bondad, solicitud y el amor que han expresado muchos médicos, enfermeras y jueces en varios casos de transfusiones de sangre del Canadá. Su compasión no será pasada por alto. Y venga lo que venga, los testigos de Jehová continuarán acudiendo a su Padre celestial en busca de ayuda a medida que se mantienen firmes en su determinación de ‘seguir absteniéndose de sangre.’—Hech. 15:28, 29.

UN TIEMPO DE FORTALECIMIENTO

Reanudamos ahora nuestro relato de los años sesenta. El año 1961 trajo al Canadá el programa lleno de valiosa instrucción de la Asamblea de Distrito Adoradores Unidos. A las sesiones en inglés de Vancouver asistieron 28.952 personas y 606 se bautizaron. Durante esa notable asamblea se publicó la completa Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, para el gran deleite de los delegados. A la asamblea de habla francesa en Ottawa concurrieron 2.242 personas y se bautizaron 37 personas.

Marzo de 1961 trajo otro cambio en Betel, pues fue entonces que el amado Clayton Morrell murió. Eugene Rosam, que entonces estaba enseñando en la Escuela del Ministerio del Reino fue nombrado como el siguiente superintendente de sucursal. Él sirvió en esa capacidad por unos cuatro años.

En un esfuerzo por continuar la obra que se había iniciado a fin de fortalecer las congregaciones, el hermano Rosam visitó a todos los superintendentes de circuito y distrito en reuniones especiales que se habían arreglado para siete sitios del Canadá. Se formó un séptimo distrito. Además, se hicieron esfuerzos para edificar la actividad hasta un nivel que permitiera mayor experiencia, adelanto y desarrollo de las habilidades de los proclamadores del Reino. Los resultados fueron buenos, y con el transcurso del tiempo se vio que se estaba desarrollando una organización más fuerte en el Canadá.

Debido a una situación que se había desarrollado con el transcurso de los años, algunos hombres que llevaban la responsabilidad en conexión con nuestras asambleas no se usaban o se había dejado de usarlos como superintendentes en sus propias congregaciones. Pero esta situación cambió. Todas las personas que sirvieron en esa calidad en las 11 Asambleas de Distrito Ministros Valerosos de 1962 (a la cual asistieron 44.711 personas) y en todas las otras subsiguientes asambleas de circuito, distrito, y otras, tuvieron que ser hombres que llenaban los requisitos como superintendentes en las congregaciones locales en las que vivían. Apropiadamente, pues, el deseo era tener en posiciones de superintendencia solo a hombres que llenaran los requisitos que las Escrituras suministran.

RELIGIÓN DE “MÁS RÁPIDO CRECIMIENTO”

Jehová estaba coronando nuestros esfuerzos con buen éxito. Él estaba dando el aumento. Nosotros lo sabíamos, pero otros lo observaban, también. Por ejemplo, el Star de Windsor publicó un artículo escrito por Maurice Jefferies de Ottawa sobre los resultados del último Censo Canadiense (de 1961). Concordó con un encabezamiento de periódico, que decía: “Los testigos de Jehová tienen el mayor crecimiento.” La breve nota decía: “NOTA DE CENSO: El último informe de las confesiones religiosas muestra que los testigos de Jehová componen la confesión de mayor crecimiento en el Canadá. Duplicaron su número de 34.596 a 68.018 en el último decenio.”

La alta cifra mostrada por el censo era el resultado de la manera en que los que hacen el censo consideran a la gente como “miembros de iglesias.” Como con los otros grupos religiosos, contaron a los niños y a las personas que están estudiando la Biblia con los testigos de Jehová. No obstante, era evidente que Jehová estaba bendiciendo nuestra obra de hacer discípulos.

Por supuesto, todavía teníamos nuestros enemigos religiosos. En 1963 se enjuició a tres sacerdotes católicos romanos puesto que algunos restos reaccionarios rehusaron aceptar la fuerza de las decisiones de la Corte Suprema que aseguran libertad de palabra y de cultos en Quebec. Un sacerdote fue condenado por la acusación de asalto, mientras que se apeló de los fallos en los otros dos casos.

SE LLEGA HASTA TERRITORIOS REMOTOS

Aunque habíamos tenido aumento y excelente desarrollo espiritual, a mediados de los años sesenta todavía teníamos ‘mucho que hacer en la obra del Señor.’ (1 Cor. 15:58) En 1964, se hicieron esfuerzos para llevar el mensaje a la gente que vivía en las extremidades de nuestros territorios asignados. Se escribieron muchas cartas a los esquimales del norte, y se les enviaron 2.930 piezas de literatura. Los resultados fueron animadores. Además, fue posible viajar en avión a algunas aldeas indias aisladas en el norte de Manitoba. También, se habían hecho esfuerzos para llevar el mensaje a la gente que vive en las islas que están situadas lejos de la costa este del Canadá, las posesiones francesas de San Pedro y Miquelón. Cristianos que fueron allí como turistas pudieron dar un testimonio informal y así llevar gozo a algunas personas interesadas. Se enviaron cartas a fin de mantener y cultivar el interés de éstos en la verdad bíblica.

Esta obra en los territorios remotos ha continuado. En años recientes se han hecho muchos viajes en avión y algunos en canoa a las regiones septentrionales. Ciertos hermanos han suministrado sus propios aviones para el uso de los precursores que trabajan estos territorios. Los resultados han sido excepcionales. Se han colocado centenares y centenares de piezas de literatura y se están conduciendo estudios bíblicos por correo. En su obra de hacer discípulos, los Testigos determinados y celosos no han pasado por alto a los indios, esquimales y cazadores de pieles de estas zonas.

Después de muchos esfuerzos por dar inicio a la obra en las islas de San Pedro y Miquelón, en 1975 la oficina sucursal de la Sociedad en Francia pudo asignar a una pareja de precursores especiales a ese sitio. Ellos han sido diligentes y fieles en esa difícil asignación. Pero Jehová los ha bendecido. Contándolos a ellos, en la actualidad hay cinco publicadores del Reino dando testimonio a los isleños, y se están celebrando reuniones con regularidad.

Hablando de las regiones remotas, durante el año de servicio de 1965 pareció apropiado transferir el Territorio de Yukón, aunque es parte del Canadá, a la sucursal de la Sociedad en Alaska. Las rutas de acceso y la geografía indicaban que esta decisión sería prudente. Alaska podría atender mejor las necesidades de la obra de predicar el Reino en esa región.

A principios de 1965, debido a enfermedad, a Eugene Rosam se le hizo necesario dejar el Betel de Toronto y regresar a servir con las congregaciones en el campo. Se le pidió a Leo K. Greenlees que regresara de Brooklyn para atender la oficina sucursal de este país, y él emprendió estos deberes en marzo de ese año. Pero en octubre de 1965 Kenneth A. Little regresó de su entrenamiento especial en Brooklyn para llegar a ser el próximo superintendente de sucursal del Canadá.

EXCELENTE PROGRESO EN QUEBEC

Los que estaban dispuestos a hacer sacrificios a fin de testificar en territorios remotos habían manifestado un espíritu excelente. No obstante, también había necesidad en otra parte... los cristianos canadienses no se retuvieron. Por consiguiente, 1968 fue, para Quebec el año en que muchos individuos y familias respondieron a los llamados que se hicieron en el Ministerio del Reino (edición del Canadá) y por medio de los superintendentes de distrito para venir aquí de otras partes del Canadá a fin de ayudar a proclamar las “buenas nuevas” en francés.

Por algunos años, en Montreal, la Sociedad de vez en cuando había mantenido una clase para enseñar francés a los precursores especiales asignados a Quebec. Durante ese tiempo nuestros hermanos habían diseñado un libro de texto y un sistema singulares para enseñar el francés de conversación en un período muy breve. Se concentraron en las expresiones que los Testigos necesitarían en su obra de evangelización y al participar en las reuniones. Se tomaba un día típico en la vida de la persona y consideraba el lenguaje que ésta necesitaría para pasar el día. Los instructores simulaban estos incidentes de la vida actual con auxiliares y requerían que el estudiante usara el francés que se necesitaba para cada situación. De esa manera se daba más énfasis al francés oral que al francés escrito para que a los estudiantes les vinieran las ideas y pensamientos en esa lengua. Diariamente pasaban ocho horas estudiando el lenguaje, y la duración del curso variaba de cuatro a siete semanas. De esa manera se enseñó a más de 1.000 individuos a hablar francés para la obra importante que tenían que efectuar en Quebec. Entre éstos están muchos Testigos que específicamente se mudaron a esa provincia a fin de declarar las “buenas nuevas” allí.

Este excelente espíritu servicial fue notable. El Anuario para 1970 mencionó que estábamos ‘emocionados por el progreso que ha logrado la obra de predicación en Quebec’ y que teníamos muchos más Testigos ayudando con nuestra obra allí. ¿Y qué hay de los resultados? Bueno, la gente estaba respondiendo favorablemente. Por ejemplo, una persona leyó el libro La verdad que lleva a vida eterna en francés en solo tres horas y dijo que sabía que esto, ciertamente, era la verdad.

ASAMBLEA “PAZ EN LA TIERRA”

A fines de los años sesenta disfrutamos de una ocasión especial de banquete espiritual... la Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” que celebramos en los Terrenos de la Exposición Nacional del Pacífico en Vancouver (P.N.E.). Con una concurrencia de 65.609 personas, esa reunión estableció una nueva marca para las asambleas canadienses. El Anuario para 1970 informó:

“Una persona que escribió al periódico Sun de Vancouver y cuyos comentarios se publicaron en ese periódico dijo: ‘He sido residente de esta ciudad por más de cuarenta años y vivo cerca de los terrenos de la P.N.E. Quisiera expresar mi gratitud a la Asamblea Internacional de los Testigos de Jehová. Nunca antes se ha reunido en esta zona una muchedumbre más limpia y considerada.’ . . .

“A Vancouver vinieron delegados de treinta países. El operador de una cámara de televisión que estaba tomando fotografías de las grandes muchedumbres y la actividad que había en el estadio dijo: ‘Lo que más me ha impresionado es el hecho de que ni una sola vez me han empujado en una muchedumbre de más de 50.000 personas.’”

APRECIO POR LAS PUBLICACIONES CRISTIANAS

A través de los años, muchos individuos han expresado profundo aprecio por nuestras publicaciones de base bíblica. Alguna de esta literatura, como el libro La verdad que lleva a vida eterna, ha tenido un profundo efecto en nuestra obra de predicar el Reino en este país. Por ejemplo, considere el libro ¿Llegó a existir el hombre por evolución, o por creación? (publicado en inglés en 1967). Tuvo un impacto notable en el campo canadiense. En el primer año completo después de su publicación, se enviaron más de 64.000 ejemplares a las congregaciones de este país. ¡Al público de veras le gustó ese libro! Algunos superintendentes de circuito y precursores pudieron colocar dos y tres ejemplares en una sola casa. Un sacerdote católico romano y dos jóvenes vinieron a la oficina sucursal de Toronto para obtener ejemplares de este libro. Al ver el ejemplar que estaba en exhibición el sacerdote exclamó: “¡Allí está! ¡Ese es el libro!” Parece que un obispo visitante de la República Sudafricana le había recomendado firmemente que obtuviera un ejemplar de esta interesantísima publicación.

Notables, también, fueron las declaraciones que hizo el director de un periódico de Trenton, Ontario, a fines de los años sesenta. Acerca de las piezas de nuestra literatura que llegaban a su escritorio, dijo:

“Entre la interesante plétora de publicaciones, algunas vienen con regularidad de la Sociedad Bíblica Watchtower, más conocida como Testigos de Jehová. Esta organización, prescindiendo de las normas de uno, se merece nuestro respeto. Las revistas están bien escritas, con muchísima investigación, y bien aparte de las teorías religiosas que exponen, con las cuales muchos quizás no estén de acuerdo, la sociedad toca en cada aspecto de la vida humana y el mundo que Dios le dio al hombre. Apoya los principios bíblicos, e inculca en sus adherentes las ideas de honra y pureza, buena ciudadanía y comportamiento impecable, que un mundo desgarrado por las falsificaciones de la llamada libertad haría bien en leer.

“Desde todo aspecto, son intachables las ideas que se presentan. Hay otras publicaciones buenas. Agradecemos que las ideas que vienen impresas, nuevas o viejas, sean predominantemente sanas. Pero tomándolo todo en cuenta, las publicaciones de la Watchtower sobresalen por mucho entre la mayoría de las otras por su sano modo de abordar los asuntos y la cabalidad con que los consideran. Quizás hay materia de reflexión para otros que no tengan tanto éxito en hacerlo, pues los argumentos para las normas de conducta que se presentan en estas publicaciones siempre suministran la razón de éstas. Hoy en día la gente está rechazando las reglas arbitrarias. En estas publicaciones por lo menos se suministran razones sólidas para cualquier proceder de conducta. Son un tónico refrescante en medio de una generación que ha enloquecido con el sexo, y ha mancillado sus publicaciones con lo mismo.”

CRECIMIENTO EN LOS AÑOS SETENTA

Al entrar en los años setenta y meditar en los 90 años anteriores de llevar la luz en este país, nos sentíamos excitados y emocionados. ¿Qué produciría un siglo completo de predicación del Reino? La expansión y el aumento han continuado hasta bien entrados los años setenta.

En el año de servicio de 1970 hubo siete máximos de publicadores, seis de los cuales fueron máximos sucesivos. En diciembre de 1969 el Canadá pasó la marca de 45.000 publicadores por primera vez. El máximo para el año de servicio fue un muy animador 46.808 publicadores en mayo de 1970.

Pero, ¿qué ha sucedido en los años que han transcurrido desde entonces? Bueno, lo que ha sucedido hasta ahora en los años setenta nos convence de que Jehová está impulsando la obra a una conclusión de éxito en esta generación. Sírvase notar los aumentos que se indican en las cifras de este cuadro:

El aumento es evidente, ¿verdad? Sí, ciertamente, y se ve una excelente indicación de posibilidades de crecimiento en la concurrencia al Memorial: ¡La concurrencia a esa celebración en 1978 fue casi el doble del número de proclamadores del Reino en el Canadá!

¿Dónde se está encontrando a toda esta gente? Principalmente, entre los individuos ordinarios de corazón humilde que responden a las cosas que se enseñan en la Palabra de Dios. Muchas de estas personas se han desilusionado con los sistemas religiosos falsos que degradan la Biblia y sus principios justos. Reconocen que semana tras semana la cristiandad solo provee ritos religiosos vacíos, sin ningún alimento espiritual suministrador de esperanza. En un informe sobre el Canadá, el Anuario para 1971 provee un buen ejemplo de esto, al decir:

“Una señora oyó por la radio un anuncio de una asamblea de circuito a noventa y dos kilómetros de distancia. Aunque nunca antes se había puesto en comunicación con los testigos de Jehová, viajó por autobús para asistir a la asamblea. En ésta obtuvo un ejemplar del libro La verdad y una Biblia y conoció a un precursor que concordó en visitarla. Al llegar para el primer estudio bíblico, el hermano precursor descubrió que el hombre de la casa había distribuido veintiséis Biblias a otras personas de su vecindad que, como él mismo, no estaban satisfechas con la iglesia. Después del primer estudio bíblico el hombre dejó de fumar; después del segundo estudio destruyó todas las imágenes de su casa y pidió suscripciones a La Atalaya y ¡Despertad! Después del tercer estudio preguntó si podía asistir a las reuniones de congregación, aunque se celebraban a cuarenta kilómetros de distancia. En menos de cinco meses el hombre, su esposa y su hijo mayor, de quince años de edad, habían comenzado a participar en el servicio del campo. Ya han logrado interesar a una segunda pareja y sus doce hijos en la verdad, y la segunda familia ahora estudia y asiste a las reuniones de congregación, aunque tiene que viajar casi setenta y seis kilómetros para hacerlo. La primera pareja ha ofrecido suministrar madera para la construcción de un Salón del Reino en aquella zona y van progresando en el camino de la verdad.”

CUANDO LA TELEVISIÓN HONRA A DIOS

En los últimos años la televisión nos ha suministrado diversas oportunidades de propagar las “buenas nuevas” aquí en el Canadá. Por ejemplo, considere lo que sucedió allá en el año 1966. El Anuario para 1967 informó: “El gran acontecimiento en el Canadá este año fue la maravillosa serie de asambleas. Los hermanos verdaderamente recibieron gran bendición y se emocionaron con sus Asambleas de Distrito ‘Hijos de libertad de Dios.’ La publicidad que estas asambleas recibieron de costa a costa fue sorprendente. Sobresaliente fue la red de televisión de alcance nacional de cuarenta y siete estaciones afiliadas con la Compañía de Radiodifusión Canadiense que presentó un excelente programa acerca de los testigos de Jehová a través del Canadá. También hubo otra red de televisión con once estaciones afiliadas que presentaron un programa de media hora acerca de los testigos de Jehová. De modo que el público canadiense por los medios de la televisión ciertamente aprendió algo acerca de la organización de los testigos de Jehová.”

Antes en este relato mencionamos un programa de televisión favorable bastante reciente sobre la cuestión de las transfusiones de sangre. Sin embargo, la televisión se ha usado para honrar a Jehová de aún otra manera... por medio del uso de los programas de la teledifusión de la comunidad. A las compañías de la teledifusión de la comunidad que provee servicio de antena a varias comunidades también se les requiere por ley que operen una estación para la comunidad y presenten programas del pueblo de la comunidad. Hace unos cinco años, después que usamos la estación de la comunidad de Toronto en conexión con cierta publicidad para una asamblea de distrito del verano, la administración quedó tan complacida con la cualidad de los programas que solicitó más de éstos.

Así, comenzó una serie que ha continuado hasta este día. Sin embargo, aunque se les comenzó a presentar en una sola estación, ya se han usado estos programas en hasta 54 estaciones por todo el Canadá. Hasta la fecha, se han producido unos 200 programas con títulos como “Cómo hallar gozo al entrenar a los hijos,” “El alcoholismo... una carga internacional,” “El papel de las mujeres en la religión,” “Nuestro asombroso universo,” y “Las diferencias raciales... ¿tienen importancia?” La mayoría de estos programas son en inglés, pero algunos se han hecho también en italiano y francés. Los programas son de media hora de duración, son en colores e incorporan transparencias fotográficas y películas cinematográficas para suplementar la consideración, que se efectúa con un plan general de “programa de discurso.” Muchas estaciones presentan estos programas semanalmente.

Por medio de estas presentaciones el mensaje está llegando a personas que viven en apartamentos cerrados con llave. Otras personas, que no hablarían con los testigos de Jehová a plena vista de sus vecinos, observan los programas en lo privado de sus propios hogares. Como resultado, cuando testificamos en estos territorios, algunas puertas se abren ahora debido a que las mentes han sido abiertas. La gente reconoce que el material de los programas los ha hecho pensar. Otro beneficio de estos programas es que varios cónyuges incrédulos, que anteriormente no escuchaban a sus compañeros de matrimonio cristianos, ahora ven los programas con regularidad. Esto les ha ayudado a aprender lo que los testigos de Jehová en realidad creen. El resultado es que algunos han cambiado de actitud y ya no se oponen a sus cónyuges matrimoniales en asuntos como asistir a las reuniones y asambleas y enseñar las verdades bíblicas a sus hijos.

AMPLIACIÓN DE NUESTRA SUCURSAL

A medida que los cristianos canadienses aumentaban las actividades de predicar el Reino y hacer discípulos, también aumentaba la necesidad de expansión en nuestra oficina sucursal. Así es que fue un día feliz cuando recibimos la aprobación del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová para construir una ampliación de dos pisos a nuestra fábrica y un salidizo al lado norte de la casa Betel de Toronto para un nuevo Salón del Reino. Esto era evidencia tangible del crecimiento que había resultado de la bendición de Jehová. Especialmente se necesitaba espacio adicional para la fábrica. Comenzó la construcción en noviembre de 1974 y se completó para junio de 1975. Más de 2.000 visitantes pasaron en gira el 28 de junio, el día de “casa abierta para todos.” El hermano N. H. Knorr pronunció el discurso de dedicación el 29 de junio de 1975.

El nuevo Salón del Reino, con sus cálidos colores y plataforma de buen gusto, sirve como un excelente lugar de reuniones para tres congregaciones... de habla inglesa, italiana e hispana. Y ciertamente nos complacimos de tener la ampliación de 1.486 metros cuadrados a nuestra fábrica. ¡Nos pareció tan grande en aquel entonces! ¡Sin embargo, dentro de un año, estábamos usando todo el espacio y necesitábamos más! En lo que a eso respecta, estábamos empezando a estar apiñados en la casa Betel misma. ¿Qué podríamos hacer?

La situación atestada, el creciente ruido de la carretera de 14 pistas precisamente fuera de nuestros terrenos, y el aumento de la contaminación causada por el tráfico argüían a favor de la necesidad de hallar otro lugar. Además, no podíamos ampliar en nuestro lugar actual. Así es que, una vez más, nos regocijamos cuando en febrero de 1977 recibimos aprobación para hallar un nuevo lugar donde establecer la oficina sucursal de la Sociedad en Toronto.

Con eso, comenzó la búsqueda. Después de unos seis meses de búsqueda y más meses de negociar, se halló una propiedad apropiada en una nueva comunidad llamada Halton Hills, Ontario. Se solicitó aprobación para los permisos de construir en noviembre de 1977.

¡De veras estábamos emocionados! Muchos ansiosos voluntarios apenas podían esperar para comenzar la obra. La parte principal de la obra de construcción pesada habría de dejarse a constructores y edificadores profesionales, pero gran parte de la obra más pequeña y el acabado sería producto de las manos amorosas y las energías del pueblo de Jehová.

Aunque no ponemos énfasis indebido en los edificios materiales, la nueva estructura de sucursal ciertamente será un recordatorio de la bondad de Jehová. Él ha dado los grandes aumentos de proclamadores del Reino en este país y este crecimiento ha hecho necesario una central más grande.

SIRVIENDO UNIDOS Y FIELMENTE

Hoy día, en el Canadá hay 66 hermanos en la obra de circuito. Siete ancianos están sirviendo como superintendentes de distrito. Además, durante el año de servicio de 1978 1.671 individuos sirvieron como precursores regulares y 286 como precursores especiales.

A estas alturas parece apropiado decir algo acerca de los trabajadores de tiempo completo en la oficina sucursal aquí en el Canadá. Actualmente hay 105 hombres y mujeres en la familia de Betel de Toronto. Tienen como promedio 37 años de edad y hay muchos jóvenes entre ellos. Como promedio han pasado 14 años en el servicio de tiempo completo. Pero, se puede presentar un cuadro más completo de la edad y madurez de este grupo de esta manera: Hay dos miembros de más de 80 años de edad, cuatro de más de 70 y 11 de más de 60. Jack Nathan ha pasado 54 años en diversos rasgos de la obra de tiempo completo. En ese servicio, Laura French tiene 51 años, Janet MacRae tiene 48 y Ralph Brodie tiene 45. Otros 27 han pasado 20 años o más en el servicio de tiempo completo. Siete miembros de la familia de Betel canadiense profesan ser de los seguidores ungidos de Jesucristo. Muy evidentemente, pues, hay una notable estabilidad espiritual en esta familia de trabajadores de tiempo completo.

Por todo este país un gran cuerpo de devotos publicadores de congregación continúa proclamando celosamente las “buenas nuevas.” ¡Qué magnífico es para todos nosotros el servir unidos y fielmente para la honra de nuestro Padre celestial!

ASAMBLEAS INTERNACIONALES “FE VICTORIOSA”

¡Qué oportuno fue el que las asambleas de 1978 se intitularan Asambleas Internacionales “Fe Victoriosa”! Después de casi 100 años de actividad cristiana, había bastante evidencia aquí en el Canadá de que Jehová nos había bendecido con una fe conquistadora del mundo. Y en ningún otro lugar se podía ver esa evidencia mejor que en Montreal, en la provincia de Quebec. ¡Imagínese: Desde los días del odio ardiente en la forma de oposición oficial determinada a destruirnos, hemos llegado al punto en que recibimos cooperación encomiable de parte de los funcionarios municipales y provinciales! ¡Habíamos venido de un período en el que solo había unos pocos Testigos en esta ciudad hasta el tiempo en que se celebró una asamblea internacional con una concurrencia de 80.008 personas! ¡Las cosas habían cambiado!

¡Qué deleite fue el ver el famoso Estadio Olímpico lleno de delegados de habla inglesa, ver el Velódromo abarrotado de delegados de habla francesa y ver la gran concurrencia que hubo en los otros edificios del complejo olímpico! Hubo sesiones en siete idiomas.

Por supuesto, el programa fue excelente. Pero, muy probablemente, el rasgo que por más tiempo se recordará fue el arreglo para visitar a la gente de Montreal en sus hogares la mañana del viernes de la asamblea. Dondequiera que uno iba ese día, podía ver a los testigos de Jehová yendo de casa en casa o de pie en las esquinas transitadas, ofreciendo literatura que había sido especialmente preparada para la gente e invitándola a las sesiones de la asamblea. Los informes de los periódicos concordaron con el hecho de que había Testigos por todas partes. Un locutor de radio dijo que la gente debería oír a los Testigos y tomar la literatura que ofrecían. Añadió: ‘Cuando lo haga, no piense que les está haciendo un favor a los Testigos. Ellos son los que le están haciendo un favor a usted al traerle esa información.’ Y la gente de Montreal ciertamente respondió bien. Fueron amigables y receptivos. Muchos de los residentes de más edad deben haber meditado en la diferencia entre ahora y hace algunos años: ¡Los Testigos que una vez eran perseguidos por chusmas y encarcelados ahora eran huéspedes bienvenidos de la ciudad y tenían completa libertad de adoración! La fe cristiana había triunfado a pesar de grandes enemigos.

¿Significó esto que los Testigos se aprovecharían indebidamente del cambio de circunstancias? No, pues la policía de Montreal declaró que los Testigos eran el grupo ‘mejor disciplinado’ con el que habían tratado. Esa disciplina se puso de manifiesto en la excelente organización en el campamento de 45 hectáreas de casas remolques y tiendas que nuestros hermanos establecieron a poca distancia del Estadio Olímpico. Alojó a 15.000 delegados durante los cinco días.

Como resultado la ciudad recibió un magnífico testimonio. Más de 25 horas de tiempo de TV y radio y unos 500 artículos en los periódicos le dieron mucha publicidad al suceso.

También se celebraron asambleas internacionales en Winnipeg, Manitoba; Vancouver, Colombia Británica; y Edmonton, Alberta. La concurrencia total para las cuatro asambleas fue de 140.590. Se bautizaron 1.226 personas en símbolo de su dedicación cristiana a Dios.

JEHOVÁ BENDICE EL AGUANTE EN LAS OBRAS CORRECTAS

El pequeño vislumbre de luz espiritual que vino al Canadá a principios de los años ochenta del siglo pasado se ha hecho tan brillante como la luz del mediodía. De uno o dos individuos, hay ahora casi 65.000 proclamadores muy activos de las “buenas nuevas” en este país. ¡Tan solo desde la imposición de la proscripción en 1940 hasta 1977 el aumento en el número de Testigos activos fue de más de 902 por ciento!

Sin embargo, algo de mucha más importancia que las estadísticas es el estado espiritual de los cristianos canadienses. Se han enfrentado a penalidades, sobrevivido proscripciones y aguantado la hostilidad pública. Pocos se pusieron de parte de ellos en el asunto de la libertad de palabra. No obstante, hoy día la gente informada reconoce que los testigos de Jehová quebraron el agarre de la dictadura clerical en Quebec y que sus batallas legales han preservado las libertades de todos los canadienses. Como sucedió con los cristianos primitivos, los testigos canadienses de Jehová confiadamente continúan con la obra a pesar de las objeciones del mundo. Hacen eso en fe, sabiendo que con ellos está “la mano de Jehová.”—Hech. 11:21.

Por supuesto, en este relato no ha sido posible mencionar a todos los individuos que han dado sus fuerzas y han dedicado su vida a la obra de declarar el mensaje del Reino en el Canadá. El tiempo no nos alcanzaría para citar todos los ejemplos de abnegación y devoción. Además de todos los trabajadores que están aquí en el Canadá, 755 canadienses han sido enviados como misioneros. De éstos, 198 todavía están en el servicio extranjero y otros 130 aún sirven de tiempo completo en este país. Los que han sido enviados han tenido excelentes privilegios.

Ciertamente, los hechos de los testigos de Jehová en el Canadá durante los últimos 100 años constituyen un relato emocionante de fe individual. Pero, ¿qué hay del futuro? ¡Las expectativas son excelentes! En este país 120.060 personas concurrieron a la conmemoración de la Cena del Señor en 1978. Así, parece evidente que con la bendición de Jehová las filas de los proclamadores del Reino continuarán creciendo en este país.—1 Cor. 3:6-9.

Por lo tanto, nos complacemos en decir que la obra de testificar se está haciendo aquí antes del fin de este viejo sistema de cosas. Se continúa haciendo discípulos en obediencia a las palabras de Jesús. (Mat. 24:14; 28:19, 20) Los cristianos canadienses han dejado que su luz resplandezca y decenas de miles de personas han respondido favorablemente.—Mat. 5:14-16.

Cuando se escriba el capítulo final acerca de la declaración de las “buenas nuevas” en toda la Tierra, ¡que Jehová halle que los trabajadores de esta parte del campo que ahora se llama el Canadá hayan servido bien, y que así se merezcan la brillante sonrisa de Su aprobación y favor! Nosotros los proclamadores del Reino en este país ya podemos testificar de la veracidad de la declaración: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella.”—Pro. 10:22.

[Ilustración de la página 171]

Propagando las “buenas nuevas” en los primeros días

... por coche-casa

... por embarcación

... por vagones de cola arrastrados por caballos

[Mapa de la página 77]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

CANADÁ

TERRITORIOS DEL NOROESTE

Inuvik

Río Mackenzie

YUKÓN

COLOMBIA BRITÁNICA

Vancouver

Victoria

Océano Pacífico

ALBERTA

Calgary

SASKATCHEWAN

Saskatoon

Regina

MANITOBA

Winnipeg

Bahía Hudson

ONTARIO

OTTAWA

New Liskeard

Hamilton

Toronto

QUEBEC

Ciudad de Quebec

Montreal

TERRANOVA

NUEVA ESCOCIA

Truro

Halifax

Océano Atlántico

[Tabla de la página 165]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Año Máximo de Congs. Asist. al Memorial

publicadores

1970 46.808 788 93.503

1971 49.204 790 97.518

1972 50.166 797 100.755

1973 52.773 863 104.707

1974 58.452 919 110.847

1975 60.759 979 114.744

1976 62.880 1.011 120.533

1977 63.090 1.033 120.958

1978 61.836 1.035 120.060