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Suiza y Liechtenstein

Suiza y Liechtenstein

Suiza y Liechtenstein

¿QUÉ evoca en usted la palabra Suiza? ¿Montañas, relojes, queso, o una deliciosa barra de chocolate? Pues bien, hay algo mucho más valioso en Suiza que estas cosas. Pero primero, permítanos contarle algo acerca del país mismo.

Durante el siglo anterior a cuando Jesucristo efectuó su ministerio público en Israel, un pueblo celta conocido como los helvecios había tratado de trasladarse desde la Europa central a las regiones más templadas del sur, pero el ejército romano bajo Julio César les interceptó el camino. En el año 58 a. E.C., tras una batalla que resultó en una extensa matanza, los helvecios supervivientes se vieron obligados a regresar y a establecerse de nuevo en las tierras bajas entre el río Rin y el lago Léman. Con el trascurso de muchos siglos se desarrolló una confederación que llegó a denominarse Confederación Helvética, o sencillamente Helvecia. Pero, sin duda, usted conoce a este país por su nombre moderno: Suiza.

Suiza es un país pequeño ubicado en el corazón de Europa. Su extensión es de solamente unos 41.290 kilómetros cuadrados (15.943 millas cuadradas). Limita al norte con Alemania, al oeste con Francia, al sur con Italia, y al este con Austria y Liechtenstein. Sin embargo, a pesar de su escasa extensión, hay pocos países que puedan competir con el paisaje suizo tan variado en un territorio de tales dimensiones. Por un lado majestuosas montañas coronadas de nieve, y por otro, en el sur, hermosas avenidas bordeadas de palmeras. La población de aproximadamente 6,5 millones de habitantes está distribuida entre cuatro grupos culturales y lingüísticos: el alemán, el francés, el italiano y el romanche. Las personas que hablan romanche por lo general también saben alemán o italiano. Además, hay muchos extranjeros que han venido a trabajar o a establecerse, y estos hablan aún muchos más idiomas.

SITUACIÓN RELIGIOSA

La mayor parte de las personas que residen en Suiza profesan la fe protestante o católica romana. Aunque actualmente en las ciudades los miembros de ambas confesiones viven lado a lado, todavía hay zonas donde predomina una religión u otra. Por ejemplo, Ginebra y Zurich son conocidas históricamente como las ciudades de los reformadores protestantes Calvino y Zuinglio. Berna, Basilea y Lausana también son predominantemente protestantes, mientras que Sankt Gallen, Lucerna y Lugano son principalmente católicas. La antigua ciudad de Friburgo es una fortaleza de la iglesia romana debido a su universidad católica y numerosos seminarios.

A menudo la frontera de un cantón (es decir, un estado o provincia) es también una frontera religiosa, puesto que la población de un determinado cantón es predominantemente católica o protestante. Por ejemplo, si se habla de la Suiza central, el Valais o el Tesino, el suizo piensa inmediatamente en el catolicismo. Pero las personas oriundas de los cantones de Berna, Neuchâtel, o Zurich, por mencionar solamente algunos, generalmente profesan la fe protestante.

Por supuesto, también existen otras confesiones, tales como los católicos de Cristo, los judíos, los metodistas y otros muchos. En ciertos pueblos hay incluso docenas de diferentes grupos religiosos.

¿Acogería el mensaje del Reino una población tan religiosa? Veamos.

LA VERDAD BÍBLICA LLEGA A SUIZA

En 1891 el primer presidente de la Sociedad Watch Tower, Charles T. Russell, efectuó un viaje por varios países de Europa y el Oriente Medio, y se detuvo en Berna, Suiza, entre otros lugares. Explicando el propósito de su gira, declaró que no le atraían en absoluto “las ruinas curiosas y antiguas, los castillos, etc.”, sino que lo que quería era “ver a las personas, determinar sus formas de vida, maneras de pensar y tendencias”. Más tarde, en su informe que se publicó en La Torre del Vigía de Sión, (ahora La Atalaya), de noviembre de 1891, mencionó que, al igual que en otros países, halló que en Suiza el campo estaba “listo y aguardando la siega”.

Por este motivo invitó a Adolf Weber a que fuese “a la viña del Señor” en Suiza. El hermano Weber era un ciudadano suizo que había llegado a conocer la verdad en los Estados Unidos y que trabajaba de media jornada de jardinero para el hermano Russell. Sin dudarlo un momento, el hermano Weber aceptó esta misión. Estaba bien capacitado para ella, puesto que hablaba los tres principales idiomas nacionales suizos. De modo que en enero de 1900 se estableció en su pueblo natal, Les Convers, en las montañas del Jura.

El hermano Weber ganaba su sustento trabajando de jardinero y silvicultor, pero su interés principal era sembrar las semillas de la verdad. Empezó con las personas con las que trabajaba, y ensanchó su territorio yendo a otros pueblos y ciudades y conversando con las personas dondequiera que las hallase. Durante el invierno solía ir a pie a Francia y bajar hasta Italia para predicar, regresando a Les Convers en primavera. Aparte de lo más indispensable para su subsistencia, cargaba su mochila con tanta literatura como le era posible llevar.

Un día, cuando estaba cruzando un puente sobre el canal Hagneck, en el cantón de Berna, el hermano Weber encontró a un hombre al cual pudo testificar. Pero al bajar su mochila, se le salió un libro y cayó en las aguas poco profundas junto al borde de la esclusa del canal, justo delante de los rastrillos. Más tarde, cuando el encargado de la esclusa fue a limpiar los rastrillos, halló el libro, lo secó y comenzó a leerlo. Se trataba del tomo I de los Estudios de las Escrituras, del hermano Russell. Al encargado de la esclusa y su esposa les maravilló lo que estaban aprendiendo y llegaron a la convicción de que habían hallado la verdad.

SE DESPIERTA EL INTERÉS POR MEDIO DE ANUNCIOS

El hermano Weber no dejó ninguna piedra por mover a fin de dar impulso a la obra. Además de su testificación personal, anunció los Estudios de las Escrituras en varios periódicos, a pesar de que esta clase de publicidad era generalmente bastante costosa. Incluso se las arregló para que algunos libreros incluyesen los Estudios de las Escrituras en su surtido. Pronto, algunas personas de varios lugares del país escribieron solicitando los libros. A los que vivían en la misma zona se les puso en contacto y se les sugirió que se reuniesen y estudiasen juntos. En aquellos días no había muchos medios de entretenimiento, por ello tanto conocidos como amigos prontamente asistían a tales reuniones cuando se les invitaba. Generalmente decidían entre ellos mismos quién debería conducir el estudio, y a menudo lo hacían por turnos.

Los tratados desempeñaron un papel importante en esos comienzos tempranos. Los pocos hermanos dedicados se armaron de suficiente valor como para distribuirlos enfrente de las iglesias, o enviaban miles de ellos por correo a los amos de casa en la zona de habla alemana de Suiza. Algunos hermanos de los Estados Unidos también ayudaron a lograr que la obra se iniciase aquí, por medio de enviar por correo números en alemán de La Torre del Vigía de Sión a amigos y parientes en Suiza. Algunos de ellos más tarde aceptaron la verdad. (Ecl. 11:1.)

EL PRESIDENTE EN EL UMBRAL DE LA PUERTA

Entre las primeras personas que aceptaron la verdad por medio del hermano Weber estuvo la señora Anna Bachmann, de Basilea. Aunque ella había asistido con regularidad a la iglesia reformada evangélica, se le despertó su interés en el estudio de la Biblia cuando el hermano Weber le habló acerca del propósito de Dios para la humanidad y de las verdades fundamentales de la Biblia. Aceptó el Plan Divino de las Edades y lo estudió entero por su cuenta, puesto que no había nadie cerca para ayudarla. Un año después el hermano Weber regresó, respondió a sus preguntas con su calma habitual, y la animó a que continuase estudiando la Palabra de Dios.

Entonces, en mayo de 1903, quedó sorprendida al hallar a dos visitantes en el umbral de su puerta. Uno de ellos era un estudiante de la Biblia de la cercana Mülhausen (entonces una ciudad alemana pero que ahora pertenece a Francia), y el otro era el mismísimo presidente de la Sociedad Watch Tower, el hermano Russell. La conversación, que fue traducida por el estudiante de la Biblia, fue muy edificante y ayudó a la señora Bachmann a progresar. Con el trascurso del tiempo ella llegó a ser una sierva devota de Jehová, y tanto su esposo como posteriormente su hijo Fritz aceptaron la verdad. Muchas otras personas también manifestaron interés, así que a partir de 1909 se organizó un grupo de estudio en Basilea. Fritz Bachmann, ahora de edad avanzada, todavía es miembro de una de las congregaciones de Basilea.

NECESIDAD DE PUBLICACIONES EN FRANCÉS

La Torre del Vigía de Sión se había impreso en alemán en los Estados Unidos desde 1897. El hermano Weber se regocijó cuando en el año 1903 también comenzó a publicarse en francés, pero notó que también se necesitaba mucho disponer de los Estudios de las Escrituras en francés para promover el entendimiento de la Biblia, así que se encargó personalmente de traducirlos. Luego se tradujeron otras publicaciones, y en el año 1903 se estableció en Yverdon una pequeña oficina de la Sociedad con un depósito de literatura.

Los que servían a Jehová en este país no eran muchos. Las reuniones, e incluso las asambleas, se celebraban en hogares privados. Pero el futuro se presentaba brillante y los hermanos eran celosos. Adolf Weber fue nombrado director de la obra en el campo francés. Para atender la sección alemana de Suiza, se estableció en Zurich una oficina pequeña tanto para despechar literatura como para facilitar información, bajo la supervisión de la oficina sucursal de Alemania en Barmen-Elberfeld.

VISITAS EDIFICANTES DEL HERMANO RUSSELL

Las “asambleas generales” desempeñaron un papel importante desde el comienzo de la obra. Una de ellas se celebró en Zurich, en 1910, con una asistencia de aproximadamente cien personas. De año en año aumentaba el número de los asistentes y, frecuentemente, el hermano Russell estaba entre ellos.

Al mirar atrás, uno no puede evitar quedar impresionado por su espíritu emprendedor. Viajar a comienzos del siglo XX no era tan rápido y cómodo como lo es hoy, y sin embargo casi cada año el hermano Russell hacía el esfuerzo de cruzar el océano a fin de fortalecer a los hermanos de Europa y dar impulso a la obra. ¡Y qué programa tan ocupado tenía!

En 1912 visitó Ginebra, Basilea, Zurich y Sankt Gallen. Su discurso público, “Más allá de la sepultura”, fue anunciado por medio de grandes carteles en los que se mostraba un dedo señalando a una procesión de clérigos, y las palabras: “¡Ay de vosotros! [...] porque habéis quitado la llave del conocimiento”. (Luc. 11:52, Versión del Rey Jaime.) El tema fue una verdadera revelación y causó sensación. Por toda la ciudad las personas hablaban acerca de la evidencia de que no hay un infierno de fuego, de que los muertos están inconscientes y de que existe la esperanza de que vuelvan a vivir. (Ecl. 9:10; Hech. 2:22-31; 24:15.) Las noticias se esparcieron como un reguero de pólvora. Las salas que se alquilaban nunca parecían ser lo suficientemente grandes. A menudo se tuvo que negar la entrada a multitudes enteras debido a falta de espacio. Esta proclamación de la verdad acerca de la condición de los muertos estaba sacudiendo los fundamentos de la religión tradicional.

PREGUNTAS EMBARAZOSAS PARA EL CLERO

Algunas personas comenzaron a hacer preguntas embarazosas a sus pastores. Entre ellas estuvo Clara Adler, quien había recibido de un familiar un folleto titulado ¿Dónde están los muertos? y lo había leído con mucho interés. Esta explicación clara de la condición de los muertos y la esperanza para toda la humanidad la impelió a ir corriendo a su ministro para hacerle partícipe de su entusiasmo.

‘Seguro que nunca ha leído nada tan maravilloso’, pensó ella. Pero, ¡ay!, la respuesta del ministro fue: “¡Lo sé, lo sé!, [...] pero sería mucho mejor que usted no leyese esas cosas”. La hermana Adler no se desanimó. Ella misma dijo: “Aunque sabía muy poco de la verdad en ese tiempo, las palabras de la Biblia significaban para mí mucho más que lo que el pastor había dicho. Ahora me di cuenta de que no se necesitaba ningún estudio teológico para entender la Palabra de Dios. Más bien, Dios le había dado al hombre la facultad de razonar a fin de que hiciese buen uso de ella”. La hermana Adler hizo eso, y ha ayudado a muchos otros a hacer lo mismo.

Aunque las verdades que enseñaba el hermano Russell molestaban en gran manera a muchos clérigos, había algunos que simpatizaban con sus esfuerzos por conseguir que el conocimiento exacto de la Biblia se destacase. Uno de ellos fue Ludwig Reinhardt. En 1877 publicó en alemán una traducción del “Nuevo Testamento” que es sobresaliente por verter Lucas 23:43 de la manera siguiente: “Y Jesús dijo al [malhechor]: En verdad te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”. Él mantenía correspondencia con un estudiante de la Biblia y en 1908 este ministro protestante le escribió: “Como puede usted ver conozco muy bien el ‘Movimiento de la Aurora del Milenio’ y también aprecio profundamente la devoción enérgica y abnegada del hermano C. T. Russell y todos sus compañeros. [...] Puesto que estoy muy interesado en eliminar tantas inexactitudes como pueda y en publicar una traducción tan fiel y exacta como sea posible, le agradecería mucho a usted y al hermano Russell que me indicasen todos los puntos que desaprueban en mi traducción”.

LOS “PEREGRINOS” FORTALECEN A LOS FIELES

Los “peregrinos” eran representantes viajantes de la Sociedad, tal como lo son los superintendentes de circuito actualmente. Sus esfuerzos contribuyeron a la unidad de los hermanos y los puso en contacto más estrecho con la organización de Dios. La Sociedad anunciaba en la Torre del Vigía de Sión el itinerario propuesto para los hermanos peregrinos, y las congregaciones y grupos pequeños a lo largo de esas rutas podían entonces escribir y expresar su deseo de ser visitados. Los peregrinos eran excelentes oradores, y sus discursos públicos generalmente contaban con muy buenas asistencias. Por ejemplo, en 1913, sus auditorios totalizaron en Suiza unas ocho mil personas.

A los hermanos Herkendell y Buchholz, de Alemania, así como a otros peregrinos, algunos todavía los recuerdan por su ayuda amorosa. Solo se quedaban uno o dos días en cada lugar, pero usaban su conocimiento bíblico para impartir perspicacia espiritual a los hermanos y para exhortar a los recientemente interesados a que no se dejaran intimidar por los opositores. El tema favorito del hermano Wellershaus era la cronología. Solía pronunciar extensos discursos basándose en planos y gráficos, y siempre que se menciona esa obra, aquellos discursos todavía acuden al recuerdo de los que estuvieron presentes en aquel tiempo.

EN EXPECTATIVA DE 1914

Desde el año 1876 la atención de los Estudiantes de la Biblia había sido dirigida al año 1914 como un punto de viraje en la historia. Los 2.520 años conocidos como los Tiempos de los Gentiles iban a concluir entonces. (Luc. 21:24.) La hermana Berta Obrist recuerda cuán frecuentemente se mofaba su familia de ella cuando les hablaba acerca de una guerra que tenía que acontecer. “¡Deja ya de hablar de ese 1914!”, le decía su abuela de manera airada. Pero, ¡cuán sorprendida e impresionada quedó su abuela cuando la guerra realmente estalló en 1914!

En Schaffhausen, los padres de la pequeña Hulda sencillamente no podían creer que en 1914 fuese a tener lugar un cambio tan enorme en los acontecimientos mundiales, según les había explicado repetidamente con la Biblia un conocido, pero la hermana Hulda Peter recuerda que su madre estaba realmente fuera de sí cuando estalló la guerra. Ahora estaba inundada de preguntas, y quería, por todos los medios, conseguir una Biblia. A medida que la verdad se fue desvelando ante sus ojos, la aceptó de todo corazón, abandonó su antigua Iglesia, y se dedicó a Jehová Dios.

También se ayudó a otros a prestar atención y tomar nota del significado de los acontecimientos que tenían lugar en el escenario mundial a partir de 1914. Con ese fin se preparó un maravilloso instrumento bajo la dirección de Jehová. Fue una serie de cuatro discursos con transparencias y películas.

EL FOTO-DRAMA DE LA CREACIÓN

La presentación del Foto-Drama de la Creación fue un gran éxito. La primera exhibición en Berna tuvo lugar algunas semanas después de haberse proclamado la movilización general del ejército suizo debido al estallido de la I Guerra Mundial, no obstante en un período de dos semanas la asistencia total ascendió a más de 12.000 personas. Después de eso, se exhibió a más muchedumbres apreciativas en ciudades y pueblos.

Entre los 3.000 que dieron su nombre y dirección solicitando más información estuvo Heinrich Heuberger, quien presenció el Foto-Drama en el pueblo de Safenwill. El programa duró cuatro noches consecutivas y él no faltó a ninguna sesión. Heinrich relata: “Estaba verdaderamente emocionado. Quería saber más, de modo que rellené una tarjeta con ese fin y la envié por correo esa misma noche. Poco después recibí un tratado de los Estudiantes de la Biblia. Algún tiempo después acepté una invitación para un discurso público y allí adquirí el primer volumen de los Estudios de las Escrituras”. Su patrón era el cuñado de un ministro protestante y mostró muy claramente que no aprobaba el libro; pero Heinrich tenía mucho interés y pasaba sus horas libres en el bosque, donde podía leer el libro con tranquilidad.

En el año 1915, en la pequeña ciudad de Brugg, se programó la presentación del Foto-Drama en el hostal “Zum Rothen Haus”. La sala se llenó por completo mucho antes de la hora anunciada, por lo que la policía cerró las puertas y negó la entrada a las personas que siguieron llegando. Pero unos pocos jóvenes intrépidos, resueltos a no perderse la presentación, colocaron escaleras contra el otro lado del edificio y consiguieron entrar a través de las ventanas abiertas del primer piso.

DESENVOLVIMIENTOS EN EL TERRITORIO FRANCÉS

Durante los años que precedieron a 1914 hubo bastante aumento en la zona de habla alemana de Suiza, pero la obra en el territorio de habla francesa iba más rezagada de lo que se esperaba. Por ello se dio atención especial a este campo por medio de discursos públicos y exhibiciones del Foto-Drama de la Creación. Todo esto produjo buenos frutos.

En 1912 el depósito de literatura de Yverdon fue trasladado a Ginebra y se estableció como oficina sucursal. Desde allí no solo se supervisaba la obra de la Suiza de habla francesa sino también del territorio francés en toda Europa. Posteriormente la oficina cambió de ubicación, pero en la misma calle. Entonces la sucursal atendía a 23 congregaciones, y el informe de la Conmemoración de 1916 indicó una asistencia total de 256 personas en la Suiza de habla francesa y 108 en Francia. En el año 1917 un total de 56.550 personas asistieron a las exhibiciones del Foto-Drama.

PRUEBAS DE FIDELIDAD RESULTAN EN UN REFINAMIENTO

El año 1918 trajo pruebas de fidelidad y un refinamiento, de modo que se eliminaron las impurezas y aquellos que verdaderamente amaban los caminos de Jehová quedaron de manifiesto. (Mal. 3:1-3.) Hubo algunas restricciones debido a la guerra, particularmente con respecto al combustible, y ello resultó en que se cancelasen algunas reuniones. Además, algunos desenvolvimientos en las oficinas centrales de la Sociedad en Brooklyn afectaron de manera adversa la actividad de los hermanos en este país. Algunos desarrollaron temor. Otros creían que la obra estaba aproximándose a su fin, y el Armagedón se esperaba en cualquier momento. No había mucho estímulo por parte de los hermanos responsables. Esta era la situación que existía cuando, el 11 de noviembre de 1918, la guerra terminó.

Mucho más graves fueron las dificultades causadas por L. A. Freytag, que estaba encargado de la oficina de Ginebra. Se le había autorizado para que publicase una traducción al francés de la edición inglesa de La Torre del Vigía así como de los Estudios de las Escrituras. Pero abusó de su posición por medio de publicar sus propias ideas. Cuando el hermano Rutherford, el presidente de la Sociedad, supo acerca de ello, Freytag fue destituido inmediatamente y se cerró la oficina de Ginebra. Sin embargo, Freytag quería conservar el control de la propiedad de la Sociedad en Ginebra y rehusó presentar un informe financiero. Además, deseaba publicar su propia revista bajo el nombre de La Tour de Garde (La Torre del Vigía). Falseando totalmente los hechos, afirmó que la Sociedad le había reclamado lo que le pertenecía a él. Se hizo necesario emprender acción legal en contra de Freytag. Perdió los tres pleitos que hubo y finalmente tuvo que devolver a la Sociedad el mobiliario y la literatura, así como el Foto-Drama de la Creación, además de verse obligado a presentar un informe financiero. Después de eso, se cortó toda comunicación, y Freytag encabezó un movimiento propio.

Aunque a las congregaciones se les dio advertencia enfática y exhortación bondadosa, muchas personas siguieron a Freytag. Lamentablemente, de los 304 que se reunieron para la Conmemoración en lengua francesa en 1919, solo 75 permanecieron con la Sociedad, e incluso bastantes de estos regresaron más tarde al mundo.

A pesar de estos acontecimientos, el espíritu de Jehová continuó fortaleciendo a los fieles. Surgieron más personas interesadas en todas partes del país, las cuales entraron en los gozos de la obra del Reino que se extendía ante ellos. Entre ellas estuvo Alice Berner. De jovencita se había aprendido de memoria el Salmo 103 y le conmovían profundamente las palabras: “Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi interior a su santo nombre”. (Versión del Rey Jaime.) Esta joven tuvo preocupados a los pastores de su iglesia. Ella recuerda: “Mi renuncia a la iglesia protestante causó cierto revuelo. Dos ministros trataron de convencerme para que permaneciese con su rebaño. Pero aquellas conversaciones solamente me ayudaron a ver con más claridad lo necesario que era que me separase de un sistema que no se basaba completamente en la verdad bíblica”. En pocos años la hermana Berner estaba participando de tiempo completo en el servicio de Jehová. El hecho de que a sus ochenta y cinco años todavía sea una trabajadora gozosa y activa en Betel (actualmente en Alemania) demuestra que nunca se arrepintió de su decisión.

La primavera de 1919, el mismo año en que Alice Berner se puso en contacto por primera vez con la verdad, trajo buenas nuevas de ultramar: ¡el 25 de marzo de 1919, los hermanos de las oficinas centrales en Brooklyn, entre los que se encontraba el presidente de la Sociedad, J. F. Rutherford, habían sido liberados de su injusto encarcelamiento! Pronto, el pueblo de Jehová recibió las instrucciones necesarias por medio de las páginas de La Torre del Vigía para ayudarle a apreciar la gran obra que todavía tenía que realizarse. ¡Más que terminarse, la obra de los Testigos iba a recibir un impulso hacia adelante como nunca antes!

SE ESTABLECE LA OFICINA CENTROEUROPEA

Al año siguiente, el hermano Rutherford visitó Suiza para poner los asuntos en marcha. Con el fin de reorganizar la obra en la Europa desgarrada por la guerra parecía mejor establecer una oficina centroeuropea, y se consideró que Suiza era una buena ubicación para ella debido a que el país no había participado de manera activa en la guerra. Con el tiempo la oficina sucursal de Suiza y la oficina centroeuropea llegaron a estar juntas en Zurich, en el número 19 de Usteristrasse. En 1924 había 10 personas trabajando en ese lugar. Conrad Binkele fue puesto al frente, y uno de sus colaboradores fue Max Freschel, quien más tarde sirvió en las oficinas centrales de Brooklyn donde llegó a ser conocido como el querido Maxwell Friend.

La oficina centroeuropea tenía que supervisar la obra en Suiza, Francia, Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo, Austria, Italia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia e incluso Alemania por un tiempo. Algunos países tenían su propio director local, pero estos estaban en contacto estrecho con la oficina centroeuropea, a la cual enviaban sus informes mensuales. A su vez, la oficina compilaba el informe y lo transmitía a Brooklyn. También era tarea de esta oficina suministrar publicaciones en varios idiomas a los países bajo su jurisdicción.

Durante esos años el hermano que estaba encargado de la obra en los territorios franceses era E. Zaugg y él tenía su oficina en Berna. Algunos hermanos habían fundado también en Berna una compañía impresora por iniciativa propia y habían comenzado a producir publicaciones para la Sociedad a tarifas económicas debido al hecho de que todos los trabajadores eran personas dedicadas. Con el tiempo la Sociedad se hizo cargo de esas instalaciones de imprenta, ensanchó los talleres e instaló una rotativa en la cual se imprimió la revista La Edad de Oro (ahora ¡Despertad!) en alemán desde octubre de 1922. También se produjeron grandes cantidades de folletos y tratados en más de una docena de idiomas.

Sin embargo, durante la visita que efectuó en 1924 el hermano Rutherford, se hizo evidente que se necesitaban instalaciones más grandes para poder satisfacer la enorme demanda de literatura que había en Europa después de la guerra. Se adquirió una propiedad al otro lado de la calle y se comenzó a trabajar en una nueva “Casa Bíblica”, que se terminó para la primavera de 1925. En el nuevo taller de imprenta se instaló otra rotativa. La eficacia de esta imprenta aumentó con el paso de los años, llegando a producir 500.000 libros de cubierta dura y 1.000.000 de folletos al año, además de revistas y tratados en por lo menos 16 idiomas.

CAMBIOS EN LA UBICACIÓN Y EN LA ADMINISTRACIÓN

El traslado de la oficina centroeuropea a su nuevo edificio en el 39 de Allmendstrasse, el 1 de abril de 1925, fue un gran acontecimiento.

Josef A. Bick recordaba bien las circunstancias relacionadas con esta nueva ubicación. “Esperábamos con ansia las nuevas instalaciones —dijo— pero había una pregunta muy importante en la mente de todos los miembros del personal: ¿Quién iba a ser puesto al frente? Había tres hermanos como candidatos: C. C. Binkele, hasta entonces responsable de la oficina de Zurich; E. Zaugg, quien ya estaba en Berna y tenía la responsabilidad de la obra en ese lugar y de la sección francesa; y Jakob Weber, encargado de la obra de predicar y de la de repartidor.”

¿Estaban los hermanos interesados principalmente en adelantar los intereses de la adoración verdadera, o permitirían que el orgullo personal y el preocuparse por un puesto afectase su capacidad de rendir servicio humilde? “Había mucha tensión en aquellos días —explicó el hermano Bick—, aunque el presidente comprendió bien la situación.” Puesto que la salud del hermano Binkele era precaria, se le sugirió que regresase a los Estados Unidos para recibir tratamiento. En su lugar, se nombró al hermano Zaugg para que asumiese la superintendencia. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, tanto el hermano Binkele como el hermano Zaugg abandonaron la adoración verdadera.

PRUEBAS SEVERAS DURANTE 1925

El año 1925 comenzó de manera muy prometedora con el nuevo hogar Betel y la fábrica en Berna. Los hermanos estaban contentos y se les estimuló a seguir adelante con la obra. Sin embargo, algunos de ellos tenían sus propias convicciones personales con respecto al año 1925. ¿Se dejarían amonestar por los comentarios que aparecieron en La Torre del Vigía, en inglés, del 1 de enero de 1925? En ella se daba la siguiente advertencia:

“El año 1925 está aquí. Los cristianos han estado esperando con gran expectación este año. Muchos han contado confiadamente con que todos los miembros del cuerpo de Cristo serán cambiados a gloria celestial durante el año. Esto puede que suceda, o puede que no. A su debido tiempo Dios cumplirá sus propósitos concernientes a su propio pueblo. Los cristianos no deberían estar tan profundamente preocupados acerca de lo que pueda ocurrir durante este año que dejen de hacer gozosamente lo que el Señor les ha dicho que hagan.”

Al igual que a otros, a Jakob Weber, quien era el responsable del departamento de servicio en Betel, no le impresionó el artículo. Estaba tan seguro de que todos los ungidos serían glorificados en los cielos hacia el final del año que inició un “programa de liquidación”. Envió grandes cantidades de literatura a las congregaciones sin que estas la hubiesen pedido, y dio instrucciones de que la distribuyesen gratuitamente en el territorio antes de que concluyese el año 1925.

Todos los esfuerzos que los hermanos de Betel hicieron para razonar con él no tuvieron ningún éxito. Finalmente, no solo dejó Betel sino también la verdad y causó mucha congoja entre los hermanos a través del país, arrastrando a muchos con él. Algunas congregaciones fueron reducidas a menos de la mitad del tamaño que tenían antes.

Otra situación triste salió a la luz dentro de la familia Betel. Algunos habían cometido actos inmorales. La oficina del presidente tomó acción rápida. Entonces, en febrero de 1926, Martin C. Harbeck llegó de Brooklyn para encargarse de la superintendencia de la oficina de Berna.

LOS PUBLICADORES SUIZOS ATIENDEN LIECHTENSTEIN

Al llegar a este punto parece apropiado mencionar algo acerca de Liechtenstein, uno de los países más pequeños del mundo. Su frontera se extiende paralelamente a lo largo de una de las orillas del Rin y está ubicado entre Suiza y Austria. A los habitantes de Liechtenstein les gusta llamarlo el Ländle (el pequeño país), un diminutivo apropiado en vista de sus dimensiones, solo 27 Km. (17 millas) de longitud y una anchura de menos de 6 Km. (4 millas) de promedio. A la mayor parte de sus 27.076 habitantes les gusta vivir en zonas rurales sin las presiones de la vida urbana. La capital, Vaduz, tiene solamente 4.927 habitantes y está situada entre hermosos alrededores alpinos.

Ha sido responsabilidad de los publicadores de Suiza el dejar que la luz de la verdad bíblica brille en esta fortaleza católica. En los años veinte, algunos hermanos de Rorschach se enfrentaron a oposición violenta cuando predicaron en Liechtenstein. Se les arrestó y fueron expulsados del país. Pero en armonía con la profecía de Jesús en Marcos 13:10, Louis Meyer, un ex oficial del Ejército de Salvación que aceptó la verdad en 1923, sintió la intensa responsabilidad de que las personas de disposición de oveja de Liechtenstein tuviesen la oportunidad de oír la verdad. “En una ocasión, nos esforzamos por llegar a cada hogar por medio de enviar por correo un folleto”, recuerda él. “Las autoridades reaccionaron por medio de emprender acción en contra del ‘remitente desconocido’, pero no tuvieron éxito debido a que la oficina de correos suiza rehusó facilitar el nombre del remitente.”

Después de consultar con la oficina sucursal, el hermano Meyer organizó una asamblea de un día de duración en el Hotel Rosengarten, en Ragaz, no lejos de la frontera con Liechtenstein. Las horas de la mañana se reservaron para la predicación de casa en casa. Iban a estar presentes hermanos responsables del departamento de servicio y el departamento legal de Betel, por si acaso. Las instrucciones para el servicio fueron bien definidas: dar un testimonio breve, entregar alguna publicación, tomar nota de las personas interesadas y marcharse. Si se presentaba la policía, telefonear inmediatamente al hotel.

El hermano Meyer dijo: “Al principio, todo parecía ir bien. Pero para la hora de la comida del mediodía, ¡faltaban todos los publicadores que habían ido a predicar a Liechtenstein! Entonces se recibió la siguiente llamada telefónica: ‘Todos han sido arrestados y se pide una importante suma de dinero como fianza.’ Los tienen detenidos dentro de su autobús, enfrente del edificio gubernamental, y están cantando cánticos del ‘Cancionero de Sión’. Esto no podían prohibirlo las autoridades, pero los puso muy nerviosos pues atrajo la atención de las personas de los alrededores”.

Con la intervención del hermano del departamento legal de la Sociedad, los publicadores fueron finalmente puestos en libertad sin fianza. Tenían la impresión de que el cantar también había contribuido a su liberación.

ENTREGA DE MENSAJES INOLVIDABLES

Con el trascurso de los años, los testigos de Jehová que llevan mucho tiempo en la verdad, han tenido el privilegio de entregar una gran cantidad de mensajes inolvidables al público suizo. Uno de ellos fue el discurso: “Millones que ahora viven no morirán jamás”. Vinieron grandes muchedumbres a escucharlo. Incluso actualmente, las personas de edad avanzada a las cuales testificamos todavía recuerdan el título de ese discurso. Algunos de manera chistosa han cambiado ligeramente el título en alemán por medio de suprimir las letras st de la palabra sterben (“morir”), de manera que el título queda “Millones que ahora viven no heredarán (en alemán, erben) jamás”. Pero lo importante es que las personas recuerdan el mensaje.

También fue memorable el mensaje que contenía el tratado Eclesiásticos denunciados. Distribuir ese tratado allá a mediados de los años veinte era una obra emocionante. La congregación de Zurich fue asignada para abarcar una sección del cantón católico de Schwyz. Un hermano intrépido, Gottfried Honegger, decidió entregar los tratados enfrente de la iglesia al concluir la misa. Pero otros hermanos razonaron con él diciéndole: “No estás en tu sano juicio. Van a causarte verdadero daño si los provocas de manera tan desafiante”.

De manera que el hermano Honegger desistió de ese plan, pero de todos modos emprendió una acción valerosa. Cuando ya habían terminado los servicios eclesiásticos y todos los hombres se habían ido a las tabernas para tomar su bebida de los domingos, fue de taberna en taberna y de mesa en mesa, entregando rápidamente un tratado a cada hombre. Cuando ellos se dieron cuenta de qué se trataba se organizó un tumulto, de modo que el hermano se retiró discretamente a la sala de espera de la estación del ferrocarril hasta que se tranquilizaron los ánimos.

Jules Feller evoca el esfuerzo que se requirió para distribuir ese tratado. He aquí su relato: “Cinco hermanos de la familia Betel decidimos abarcar un valle montañoso, el Goms, con este tratado. Puesto que todos éramos ciclistas bien entrenados, decidimos ir en bicicleta, pero se requerían dos días para efectuar el viaje. Por lo tanto, salimos un sábado por la mañana temprano a finales de mayo. Todo fue bien hasta que llegamos a un paso montañoso todavía cubierto con una gran cantidad de nieve. ¡Ese era un obstáculo que jamás habríamos esperado!”.

¿Qué hicieron? ¿Regresar? No. El hermano Feller sigue diciendo: “Valerosamente nos cargamos la bicicleta al hombro y comenzamos a ascender en zigzag la elevada colina que se alzaba frente a nosotros. Pero resultó ser mucho más problemático de lo que nos habíamos imaginado, y peligroso además. Resultó que uno de los hermanos no llevaba calzado apropiado, por lo que comenzó a resbalar en la nieve helada y retrocedía más que avanzaba. Llegó a desanimarse tanto que quiso abandonar”.

Los otros cuatro hermanos se ofrecieron para ayudarle a trasportar su carga, y finalmente, después de tres horas de ascenso, y una tormenta que los caló hasta los huesos, llegaron al primer pueblo al otro lado del paso. Allí recuperaron fuerzas tomando una comida y durmiendo unas pocas horas. El hermano Feller sigue diciendo:

“A la mañana siguiente, a las 3 de la madrugada, comenzamos a introducir los tratados por debajo de las puertas o a colocarlos en los buzones. Más tarde, cuando las personas se levantaron, se los entregamos personalmente. Algunos se pusieron muy furiosos y rompieron los tratados en pedazos. Pero nosotros seguimos calmadamente hasta abarcar los 20 pueblos de este hermético territorio católico.”

TESTIFICACIÓN EN EL EDIFICIO DE LA LIGA DE NACIONES

El superintendente de sucursal, Martin C. Harbeck, era una persona dinámica y capaz de presentar la verdad de una manera agradable incluso a personas que ocupaban puestos encumbrados. Consiguió una tarjeta de identificación de periodista a fin de tener acceso a ciertas sesiones de la Liga de Naciones en Ginebra. Esforzándose mucho por tener una oportunidad para hablar a algunos de esos hombres, tuvo ocasión de colocar literatura a Anthony Eden, de Inglaterra, al estadista alemán Gustav Stresemann y a Maksim Litvinov, de Rusia, todos ellos representantes de sus países en la Liga de Naciones. Así dirigió la atención de ellos al verdadero medio de unir a las personas de las naciones en paz y justicia: el Reino de Dios mediante Cristo.

En 1932 se hizo otro esfuerzo por alcanzar a personas influyentes, así como a líderes de las naciones, esta vez durante la Conferencia del Desarme en Ginebra. En armonía con lo que estaba escrito desde hacía mucho en el Salmo 2:10-12, se envió por correo un ejemplar del folleto El Reino, la esperanza del mundo, tanto a ellos como a clérigos prominentes, y se les adjuntó una tarjeta instándoles a que prestasen la máxima atención a este mensaje. De esta manera se dio un testimonio a 292 de estos poderosos de la Tierra en el campo de la política.

¿UNA ROTATIVA PARA RUSIA?

En Alemania, Hitler había llegado al poder en 1933, y al poco tiempo se proscribió allí la obra de los testigos de Jehová. El hermano Harbeck fue a encargarse de la propiedad de la Sociedad en Magdeburgo. Pero fue arrestado y después de diez días consiguió su libertad sólo a condición de que abandonase inmediatamente el país.

Entonces, un hermano de Brooklyn, Nueva York, fue a Alemania para intentar sacar la rotativa confiscada fuera de Alemania y enviarla a Rusia. La Sociedad trataba de adelantar la predicación de las buenas nuevas del Reino en ese país, pero las autoridades rusas eran del parecer de que su pueblo necesitaba zapatos más bien que Biblias, por lo que la rotativa de Magdeburgo finalmente fue enviada a Berna, donde se pudo hacer buen uso de ella hasta que pudo ser devuelta a Alemania algunos años después de la guerra.

LA PREDICACIÓN CON EL FONÓGRAFO

En el año 1934 comenzó un nuevo rasgo de la obra de predicar el Reino con la ayuda del fonógrafo. Los publicadores les decían a los amos de casa que tenían un disco con un sermón bíblico de cinco minutos que les gustaría que pudiesen escuchar. Generalmente la respuesta era: “¡Oh, pero nosotros no tenemos fonógrafo!”. Cuando el publicador les mostraba el que él llevaba consigo, la mayoría de los amos de casa, dominados por la curiosidad, concordaban en escuchar. De esta manera se despertó mucho interés, y se colocó mucha literatura.

El predicar con el fonógrafo era relativamente fácil. Incluso los niños en edad escolar podían hacerlo. Ruth Bosshard (actualmente en Betel) recuerda que cuando ella tenía unos catorce años de edad, las tardes que tenía libres de la escuela iba a su territorio asignado, y tocaba los discos para ciertas señoras que recibían bien sus visitas. Por lo menos una de esas señoras con el tiempo dedicó su vida a Dios, para el gozo de esa joven Testigo.

A veces se desarrollaban algunas situaciones poco comunes. Heinrich Heuberger recordó: “Una vez una familia de seis miembros me permitió poner un disco con un discurso bíblico grabado. Todos estaban reunidos en la sala de estar, pero mientras el disco tocaba, uno a uno fueron desapareciendo silenciosamente, y para cuando el sermón de cinco minutos hubo terminado me hallé completamente solo. ¿Qué podía hacer? Bueno, guardé mi fonógrafo, y grité ‘Auf Wiedersehen!’ (‘¡Hasta la vista!’) y proseguí mi camino”.

Se necesitaba paciencia y muchos contactos para lograr que ideas y pensamientos nuevos penetrasen en la mente de aquellas personas ligadas a sus tradiciones.

‘NUESTRO DIOS NO ES UN DIOS DE DESORDEN’

Esto es lo que solía decir Erwin Saner en Basilea, señalando al reloj, siempre que un niño llegaba tarde a la escuela dominical de la congregación. (1 Cor. 14:33.)

¿Escuela dominical? Sí, efectivamente. Durante un tiempo tuvimos un grupo separado para jóvenes en edades comprendidas entre los trece y los veinticinco años, y una escuela dominical para los más jóvenes, basada en la publicación El camino al Paraíso (editada en 1924 y “Dedicada a los jóvenes para el estudio de las Sagradas Escrituras”, de W. E. Van Amburgh). Los miembros adultos de las congregaciones se turnaban para instruir a los niños los domingos por la mañana. Ulrich Engler de Thalwil explicó: “Los padres íbamos a predicar los domingos, y en esos días no era costumbre llevar a los niños con nosotros, ni tampoco los llevábamos a las reuniones que se celebraban por las noches. Por ello cuando se formó un grupo para jóvenes en Zurich, nos alegramos de que se invitase también a los niños de la congregación de Thalwil”.

La asociación “Jóvenes de Jehová” incluso tenía su propia oficina con un secretario en Berna. En ese lugar se editaba una revista especial titulada Jóvenes de Jehová, que se imprimía en las imprentas de la Sociedad. El prólogo del primer número fue escrito por el hermano Rutherford. Esos jóvenes conducían reuniones y participaban de manera activa en la obra de testificar. También representaban dramas bíblicos en reuniones más grandes organizadas por los jóvenes. Pero de hecho, esto era una organización dentro de la Organización. La Biblia muestra que en el antiguo Israel la provisión que Jehová hizo fue que los adultos y los niños se reuniesen juntos para recibir instrucción. (Deu. 31:12.) Cuando llegamos a darnos cuenta de esto más plenamente, estas provisiones especiales para los jóvenes fueron disueltas. Esto se efectuó en el año 1936 al tiempo de la visita del hermano Rutherford.

SE HACEN ESFUERZOS PARA QUE BRILLE LA LUZ EN ITALIA

La oficina centroeuropea estaba preocupada por Italia. El dictador Mussolini había llegado al poder en ese país, y la obra de los siervos de Jehová estaba proscrita. Había muy pocos hermanos en Italia y además estaban muy vigilados por la policía fascista. No obstante, se habían impreso clandestinamente en Milán 500.000 ejemplares del folleto El Reino, la esperanza del mundo, y estaban a la espera de ser distribuidos.

De manera que se hicieron planes para que algunos hermanos suizos que estuviesen dispuestos a correr el riesgo viajasen a la región septentrional de Italia y, por medio de una rápida distribución de esos folletos, dejasen brillar la luz a las personas que se hallaban en oscuridad. Alfred Gallmann, de Basilea, estuvo entre aquellos que se alegraron de participar en esta obra. He aquí su informe:

“Viajé a Milán junto con otros pocos hermanos y hermanas, donde recibimos instrucciones. La campaña estaba bien organizada. Fuimos en parejas; cada pareja tenía que distribuir 50.000 folletos, los cuales ya habían sido enviados a las respectivas ciudades. Mi compañero y yo teníamos que abarcar las ciudades de Verona, Vicenza y Venecia. El trabajo tenía que realizarse rápidamente a fin de evitar las quejas del clero y que la policía confiscara los folletos.

”Al llegar, buscamos a algunos muchachos jóvenes que pudiesen mostrarnos el camino hacia las calles y callejones que se nos habían asignado a cada uno de nosotros. Por una propina estuvieron dispuestos a ayudarnos a colocar los folletos en los buzones de las casas. Esos muchachos disfrutaron muchísimo de esta extraña actividad, ignorando totalmente de qué se trataba.”

¿Se pudo llevar a cabo la campaña sin ningún incidente? Casi. A algunos hermanos los paró la policía, pero después de una breve explicación en su italiano chapurreado, los dejaban marchar. Al final de la semana, todos se reunieron de nuevo en Milán, regocijándose por todo lo que se había logrado. La atención de por lo menos una pequeña parte de la vasta población de Italia había sido dirigida hacia la única esperanza de libertad y justicia, el Reino de Dios.

SE INTRODUCE ALIMENTO ESPIRITUAL EN LA ALEMANIA NAZI

Una de las tareas de la oficina centroeuropea era mantener contacto con los hermanos que sufrían persecución. Aunque Alemania no estaba bajo la jurisdicción de esta oficina, los hermanos de Berna hicieron grandes esfuerzos por suministrar a los que estaban en Alemania el alimento espiritual que tanto necesitaban.

A fin de poder lograr eso, la oficina envió copias mecanografiadas de artículos de La Atalaya a Karl Kalt, un superintendente de Basilea. Él dijo: “Tenía la responsabilidad de encargarme de que algún hermano o hermana confiable mecanografiase aproximadamente treinta copias de esos artículos en papel delgado y que las tuviese listas para cierta fecha específica. Solíamos trabajar todas las tardes hasta la medianoche”.

¿Cómo les llegaba esta información a los hermanos de Alemania? Ya que Basilea es una ciudad fronteriza, la distancia no era muy grande, y en aquellos años antes de la guerra todavía había mucho tráfico cruzando la frontera. Sin embargo, de vez en cuando, a algunos viajeros se les registraba cabalmente. El hermano Kalt siguió diciendo:

“Personas de confianza procedentes de Alemania recogían las copias en mi casa y las llevaban al otro lado de la frontera, o bien en sus zapatos, entre dobles suelas, o bien bajo la ropa, entregándolas a salvo a su destino. A menudo lo hacían a riesgo de su vida o de su integridad física.” Ese alimento espiritual no solo llegó a aquellos Testigos que gozaban de cierta libertad sino también a aquellos que estaban en los campos de concentración.

SOLIDARIDAD CON LOS TESTIGOS DE ALEMANIA

Los hermanos de Alemania se hallaban bajo extrema presión, y sus consiervos alrededor de la Tierra compartían sus sentimientos. Tal como escribió el apóstol Pablo: “Si un miembro sufre, todos los demás miembros sufren con él”. (1 Cor. 12:26.) Esto se puso de relieve mediante lo que ocurrió en una reunión especial de todas las congregaciones el domingo 7 de octubre de 1934 a las nueve de la mañana. En ese momento tenía que abrirse un sobre sellado. Era el texto de un telegrama que tenía que enviarse al gobierno de Hitler. El texto era el siguiente:

“Gobierno de Hitler, Berlín, Alemania. Su maltrato a los testigos de Jehová escandaliza a toda la gente buena de la Tierra y deshonra el nombre de Dios. Absténgase de perseguir más a los testigos de Jehová; de otro modo, Dios lo destruirá a usted y a su partido nacional.”

Este telegrama fue enviado el mismo día por congregaciones de 50 países diferentes, incluyendo las de Alemania. ¡Imagínese la cantidad de telegramas que convergieron en Berlín ese día! Eso no solo fue una advertencia a Hitler y su partido; también fue una demostración de la unidad y la solidaridad de los testigos de Jehová en todo el mundo. En cuanto al resultado final, el destino de Hitler y de su partido político es bien conocido.

“CRUZADA CONTRA EL CRISTIANISMO”

Para atraer la atención del público en general a la resistencia que los testigos de Jehová oponían al terror nazi, la oficina de la Sociedad en Brooklyn aprobó la publicación del libro Kreuzzug gegen das Christentum (Cruzada contra el cristianismo). Describía en detalle la senda espinosa de los testigos de Jehová en la Alemania nazi. Contenía las experiencias de más de un centenar de hermanos y hermanas y era, por encima de todo, un testimonio del hecho de que hombres y mujeres lucharon, sufrieron y murieron en la Alemania nazi a causa de su fe. El libro fue publicado por la Europa-Verlag de Zurich, una editorial seglar, y se expuso en las librerías y quioscos. Fue traducido al francés y al polaco pero no al inglés.

El bien conocido escritor Dr. Thomas Mann declaró en una carta dirigida a la Sociedad: “[...] Ustedes han cumplido con su deber al publicar este libro abiertamente, y me parece que no hay ningún otro llamamiento mayor a la conciencia del mundo que esta publicación”. El 19 de agosto de 1938, un ministro protestante, Th. Bruppacher, hizo constar en un periódico suizo lo siguiente: “El historiador futuro algún día tendrá que reconocer que no las grandes Iglesias, sino esta calumniada y despreciada gente, fue la que primeramente se enfrentó a la ira del dominio nazi y se atrevió a oponerse conforme a la fe. Sufren y vierten su sangre, porque, como testigos de Jehová y candidatos para el reino de Cristo, rehúsan adorar a Hitler, a la esvástica, hacer el saludo alemán y participar obligatoriamente en las elecciones”.

UN ALBERGUE PARA PRECURSORES REFUGIADOS

En el año 1936 la Sociedad adquirió la granja “Bärenmoos”, cerca de Steffisburg/Thun, para surtir a la familia Betel de alimento saludable al costo más bajo posible. Dos años más tarde se compró otra granja, llamada Chanélaz, situada cerca de Neuchâtel. Ambas granjas proveyeron refugio para los precursores que se vieron obligados a dejar sus asignaciones en el extranjero y que no podían regresar a su tierra natal. Esto fue particularmente cierto en el caso de los precursores alemanes que habían estado sirviendo en los Balcanes. Más de treinta hermanos y hermanas trabajaban en esas granjas como granjeros y, dicho sea de paso, este era el único trabajo por el que las autoridades suizas les concedían un permiso de residencia.

Uno de los hermanos que servían en Bärenmoos era Heinrich Dwenger. Nació en Alemania en 1887 y se bautizó en Barmen en 1909, cuando visitó la oficina sucursal en ese lugar. En aquel momento, y allí mismo, se le invitó a participar en el servicio de tiempo completo. La decisión no era fácil debido a que sus padres no estaban en la verdad y abrigaban altas expectativas con respecto al empleo de su hijo. Sin embargo, en octubre de 1910 emprendió el servicio de tiempo completo, sirviendo primero en la sucursal de Barmen y luego en la de Magdeburgo. Posteriormente, se encargó de asignaciones difíciles en Polonia, Hungría y Checoslovaquia. Acorralado por la Gestapo alemana, finalmente se dirigió a Suiza siguiendo las instrucciones de la Sociedad. Trabajó de granjero en Bärenmoos, y atendió con gusto la tarea de cuidar cerdos. Años más tarde sirvió en el departamento de suscripciones de la oficina sucursal de Suiza.

Haciendo un repaso de su vida en el servicio de Jehová, el hermano Dwenger dijo: “Estoy muy contento de haber aceptado con seriedad la responsabilidad bíblica de predicar las buenas nuevas del Reino de Dios. He pasado muchos años de mi vida sirviendo en hogares Betel en diferentes países, donde no me ha correspondido a mí escoger el trabajo que me agradase, sino que, más bien, he tenido que cumplir con las tareas que se me han asignado. ¡Cuán feliz me siento de haber tratado de seguir siempre la dirección de Jehová mediante su organización terrestre por medio de desempeñar fielmente esas asignaciones! Puesto que en verdad es esta obediencia la que ha sido una fuente de ricas bendiciones para mí”.

El 30 de enero de 1983, a la edad de noventa y seis años, el hermano Dwenger terminó su carrera terrestre. En el recuerdo de numerosos hermanos y hermanas tanto dentro como fuera de Suiza, Heinrich Dwenger permanece como un ejemplo de modestia, humildad y obediencia; un ejemplo que imitar.

Mientras trabajaban temporalmente en la granja Chanélaz, Oskar Hoffmann y su esposa Anni disfrutaron particularmente del compañerismo de Adolf Weber, quien comenzó la predicación de las buenas nuevas en Suiza allá en el año 1900. Él había visto a muchos iniciarse en el servicio de Jehová de manera prometedora, pero luego volverse a las cosas de atrás. Aunque algunos habían permitido que los sentimientos de presunción les engañasen, el hermano Weber había continuado sirviendo a Jehová de manera leal y humilde. Debido a su avanzada edad y su precaria salud pasaba los meses de invierno en la granja. Su modestia, fe fuerte y servicio celoso dejaron una profunda impresión en todos aquellos que le conocieron. Finalmente, en febrero de 1948, terminó su carrera terrestre a la edad de ochenta y cinco años.

SE TANTEA UN BALUARTE CATÓLICO

En 1922, con ocasión de una de las visitas del hermano Rutherford, se había decidido intentar presentar un discurso público en Lucerna, fortaleza del catolicismo. Los hermanos habían conseguido un lugar capaz de acomodar a 850 personas sentadas, y se llenaron todos los asientos. Todos prestaron mucha atención y ni una sola persona abandonó la sala antes de concluir la conferencia. El auditorio había mostrado su plena conformidad por medio de reiterados y prolongados aplausos, que habían obligado al hermano Rutherford a regresar al atril del orador. Al despedirse del auditorio gritó en voz alta: “Auf Wiedersehen!”.

Él cumplió su promesa. Se hicieron preparativos para celebrar una asamblea internacional en Lucerna, del 4 al 7 de septiembre de 1936. Asistieron hermanos de prácticamente todo país europeo, algunos incluso de la Alemania nazi, a pesar de que arriesgaban su vida y su libertad al hacerlo. De hecho, agentes nazis fotografiaron en secreto a algunos asambleístas alemanes, los cuales fueron arrestados tan pronto como regresaron a sus hogares.

El título del discurso que presentaría el hermano Rutherford, discurso al que se le había dado amplia publicidad, era: “Armagedón, la batalla de Dios el Todopoderoso”. Sin embargo, en el último momento, las autoridades cantonales de Lucerna prohibieron que el público en general escuchase el discurso. Los hermanos pudieron escucharlo, pero una muchedumbre de aproximadamente dos mil personas no pudo entrar en el salón debido a que la policía se lo impidió. Sin embargo, los hermanos estaban resueltos a que el público recibiese el mensaje. Habían encontrado una imprenta que estaba dispuesta a imprimir la información en seis horas, de modo que el texto del discurso estuvo disponible para distribuirlo a todos aquellos a los cuales se les impidió la entrada en el salón. A causa de esto se dio un testimonio aún más extenso a la ciudad de Lucerna, para consternación del clero, quien estuvo detrás de la prohibición.

Cuando llegó a ser de conocimiento público que se había suprimido la libertad de reunión, muchos expresaron su indignación por medio de la prensa suiza. El National-Zeitung de Basilea formuló la siguiente pregunta al final de un extenso artículo: “¿Adónde ha ido a parar aquella libertad de la cual nos sentíamos tan orgullosos?”.

LOS ESFUERZOS DEL CLERO SE VUELVEN CONTRA ÉL

Al día siguiente, el hermano Rutherford, hombre franco y valiente, presentó una resolución a los asambleístas. En parte decía: “Les advertimos a los gobernantes de Alemania y a la jerarquía católica romana, y a todas las organizaciones similares que persiguen cruelmente a los verdaderos y fieles seguidores de Cristo Jesús, que el destino que Dios declara para tales personas es destrucción completa. (Sal. 145:20.)”. Un ejemplar de esta resolución se envió por correo certificado tanto al Papa como a Hitler.

Pero eso no fue todo. El último día de la asamblea, aproximadamente un millar de Testigos distribuyeron en Lucerna y los alrededores más de diez mil ejemplares del folleto Elegir, ¿Riquezas o Ruina? Algunos publicadores fueron arrestados y su literatura les fue confiscada. Varios periódicos criticaron las medidas adoptadas por las autoridades, pero en realidad, de esta manera se dio un testimonio más amplio. Lo que es más, se preparó una edición especial de La Edad de Oro que contenía todos los hechos acerca de esta asamblea.

Puede observarse la portada de esa revista en la que se hallaba dibujado el sombrero negro de un sacerdote en un poste y al fondo en el horizonte el contorno de Lucerna. El texto al pie del dibujo era “Der neue Gesslerhut” (“El nuevo sombrero de Gessler”). ¿Quién era este Gessler? En el poema épico de Friedrich Schiller titulado Guillermo Tell, a Gessler se le describe como un alguacil opresivo que trató de subyugar a las personas amantes de la paz que vivían en los alrededores del lago de Lucerna durante el siglo XIII. Se dice que colocó su sombrero en un poste y obligó a las personas a inclinarse ante él en señal de obediencia y sumisión. Por lo tanto, el símbolo del despotismo —el sombrero de Gessler— figuraba en la portada de este número especial de La Edad de Oro, haciendo así alusión a la supresión de la libertad de expresión inspirada en esta ocasión por el clero.

Se imprimieron 100.000 ejemplares de este número, de los cuales 20.000 se enviaron gratis por correo a todos los habitantes de Lucerna y sus alrededores. Se hizo necesaria una reimpresión de 18.000 ejemplares y estos también se agotaron en pocos días. ¡Todavía muchas personas recuerdan actualmente aquella asamblea de Lucerna en 1936!

Una persona a quien le llamó la atención ese número especial de La Edad de Oro fue Edouard Zysset, quien vivía en Berna. Se puso en contacto con la oficina de la Sociedad, y después de una animada consideración con el responsable de la edición, el hermano Zürcher, salió con un montón de publicaciones debajo del brazo. Cuatro años después, en 1940, tanto él como su esposa Yvonne se bautizaron. Especialmente desde entonces ambos han sido una gran ayuda a la Sociedad tanto al hacer corrección de pruebas en las publicaciones como por contribuir a la preparación de la concordancia de la Biblia en francés, además de fortalecer a las congregaciones de habla francesa. En dos ocasiones diferentes sirvieron un tiempo como miembros de la familia Betel.

LUCHA EN LOS TRIBUNALES DURANTE LOS AÑOS TREINTA

A Suiza se la conoce en el mundo entero como una de las democracias más antiguas. Los historiadores glorifican la lucha por la libertad de la dominación extranjera llevada a cabo por los fundadores de la Confederación, y los suizos se sienten orgullosos de su constitución, la cual garantiza, entre otras cosas, la libertad de religión y conciencia. Por lo tanto, es aún más sorprendente la intensa batalla que fue necesario librar en los tribunales para ‘defender y legalmente establecer’ nuestro derecho de predicar de casa en casa tanto de palabra como mediante la página impresa. (Fili. 1:7.) Esta batalla duró aproximadamente tres décadas. Solo en el año 1935 hubo que encargarse de 111 trabas legales, de las cuales aproximadamente la mitad fueron falladas a favor nuestro.

¿Cuáles eran las razones, y quién estaba detrás de toda aquella dificultad que se le estaba causando a los proclamadores del Reino de Dios? Los dirigentes de “Babilonia la Grande”, a quienes les disgustaba la actividad aumentante de los testigos de Jehová. La simbólica plaga de langostas que se describe en las profecías de Joel y Revelación les había alcanzado y se sentían atormentados por el mensaje de juicio.

Por ejemplo, el folleto Huida al Reino hizo que un sacerdote católico se expresase así: “Esta publicación contiene un montón de tergiversaciones, de absurdos y difamaciones vulgares de la Biblia con la intención de extraviar a las personas, y hacer una baja apelación a las inclinaciones sensuales de la humanidad. ¿Deberíamos nosotros como católicos tolerar tales manipulaciones? Con toda seguridad hay provisiones legales para reducir a la nada a esos viles demagogos. ¿No deberíamos utilizar nuestro poder? Solicitamos urgentemente a las autoridades competentes que traten con todo rigor a esos maliciosos estudiantes de la Biblia y que les den lo que se merecen”.

UTILIZARON SU PODER

Las consecuencias de la constante presión clerical sobre las autoridades comenzaron a sentirse. Instigados por los sacerdotes locales, la policía frecuentemente arrestaba a los publicadores cuando estos participaban en el servicio del campo. Las acusaciones variaban entre que ofendíamos los sentimientos religiosos por medio de palabras duras o ilustraciones que aparecían en nuestras publicaciones, hasta decir que perturbábamos la paz confesional o quebrantábamos las leyes de descanso dominical. A menudo también se nos acusaba de venta ambulante sin licencia.

En el cantón de Lucerna se prohibió la publicación Luz, libro primero, debido a algunos dibujos que contenía. En otro cantón católico, Friburgo, algunos publicadores fueron acusados en los tribunales de crítica ultrajante a la iglesia católica por distribuir el libro Liberación, y perdimos el caso. El cantón de Graübunden prohibió la distribución de cualquier literatura nuestra, y el cantón católico de Zug proscribió la “actividad perturbadora de la paz” de los testigos de Jehová. Posteriormente, el gobierno cantonal de Lucerna siguió su ejemplo.

En ese y en otras docenas de casos recusamos la legalidad de las medidas que se habían tomado en contra de nosotros. Ello requirió luchar en los tribunales, a veces hasta llegar al Tribunal Supremo Federal. Sufrimos derrotas, pero también nos regocijamos por las victorias. Jehová respaldó a su pueblo, y fue algo muy fortalecedor de la fe el observar cómo los publicadores participaban en esta lucha por conseguir libertad para predicar la verdad. Siguieron participando en el ministerio del campo, a pesar de que en ciertos territorios era casi seguro que iban a ser arrestados.

EL OBJETIVO DEL ENEMIGO ERA LA PROHIBICIÓN TOTAL

“Ya es hora de que se le ponga fin a la actividad de los Estudiantes de la Biblia, alias los testigos de Jehová”, era una expresión que aparecía con frecuencia, particularmente en la prensa católica. Al ver que los testigos de Jehová habían sido proscritos en la Alemania nazi, nuestros enemigos en Suiza se sintieron estimulados a seguir tras la misma meta. Sus armas eran la calumnia y la representación en falsos colores.

Un medio poderoso era la Correspondencia de la Prensa Suiza, un boletín mensual de información que se remitía a todas las autoridades y editores de periódicos. Tenía estrechas relaciones con la “Sociedad para la Iglesia y el Papa” fundada en Sankt Gallen en 1931. En este boletín se procuraba que los testigos de Jehová apareciesen como una organización muy sospechosa y hostil al Estado y que sustentaba la idea de un gobierno mundial judío. Con miras a suprimir nuestra obra y la distribución de nuestra literatura, declaró: “Esta turbia corriente procedente de Berna que está tragándose a todos los países de Europa nos coloca, a nosotros, los católicos de Suiza, bajo la obligación de hacer que sea disuelta su sede suiza. No podemos tolerar que nuestro maravilloso país sea utilizado impropiamente como lugar de origen de una insidiosa agitación bolchevique”. ¡Otra afirmación absurda!

El director general de este periódico, el señor Toedtli, entabló procedimientos legales contra Martin C. Harbeck y Franz Zürcher, representantes de la Sociedad, sobre la base de “degradación de la religión”. En los mismos procedimientos también tenía que ser aclarado si las publicaciones de la Sociedad constituían “literatura nociva” o no. Las acusaciones presentadas por el señor Toedtli se basaban en una extensa opinión del señor Fleischhauer, miembro del Frente Nacional y director del Centro de Propaganda Antijudía y Nacionalsocialista de Erfurt, Alemania. Este hombre alegaba que los Estudiantes de la Biblia eran comunistas camuflados “que junto con los francmasones y judíos tratan de derrocar de forma violenta todos los gobiernos cristianos a fin de erigir sobre las ruinas de la cristiandad un imperio judío”.

EL HERMANO RUTHERFORD ESTUVO PRESENTE EN LAS AUDIENCIAS

Cuando el caso fue oído ante un tribunal en Berna el 26 de agosto de 1936, el hermano Rutherford estaba en Suiza. Compareció ante el tribunal y atestiguó como autor de la literatura en cuestión. “Si las publicaciones comprendidas en los cargos son ‘literatura nociva’, tal como se ha alegado, la Palabra del Dios Todopoderoso es ‘literatura nociva’”, arguyó, puesto que tanto las comparaciones como las ilustraciones a las cuales se objeta se basan en textos de los libros bíblicos de Ezequiel, Jeremías y Revelación. “Es obvio que los juristas no tenían la intención de prohibir la distribución de las Sagradas Escrituras o una explicación por escrito de las mismas. Dichas publicaciones contienen la verdad y nada más que la verdad; y el Señor Jesucristo dijo: ‘Santifícalos con la verdad; tu Palabra es la verdad’. (Juan 17:17.)” Con estas palabras concluyó el hermano Rutherford.

Después de cinco horas de argumentos y contraargumentos, el presidente del tribunal, el señor Lehmann, llegó a la conclusión de que los representantes de la Sociedad Watch Tower, Martin C. Harbeck y Franz Zürcher, no podían ser condenados por transgredir la ley contra la “literatura nociva” ni tampoco había sido degradada la religión en las publicaciones producidas en la imprenta de la Sociedad en Berna. Los demandados fueron absueltos y al querellante se le ordenó que pagase a cada demandado 150 francos suizos ($35) como contribución por los gastos de la defensa.

SE APELA EL CASO

Toda la prensa católica del país puso el grito en el cielo debido a la decisión del tribunal y lo definió como “un increíble juicio erróneo”. Toedtli apeló el caso, y este fue oído de nuevo el 28 de mayo de 1937 por el Tribunal Supremo de Berna. Se revocó el veredicto emitido por el primer tribunal y ahora se ordenó a los representantes de la Sociedad que pagasen una multa de 100 francos suizos ($23) por “degradación de la religión”. Sin embargo, el tribunal mantuvo la opinión de que no había habido transgresión de la ley contra la “literatura nociva”.

Apenas un año después los instigadores que había tras Toedtli fueron descubiertos; él fue juzgado y hallado culpable de espionaje a favor de la Alemania nazi y condenado a tres meses de encarcelamiento. Sin embargo, ya había huido y fue condenado in absentia.

PROSCRIPCIÓN OFICIAL DE UN FOLLETO

En el año 1939 la situación en Europa era tensa. Suiza estaba prácticamente rodeada de potencias totalitarias. Aunque generalmente sus ideologías eran rechazadas, las autoridades suizas querían evitar a toda costa el que esos peligrosos vecinos se sintiesen provocados. La situación aún se puso más tensa cuando las tropas de la Alemania nazi rodearon Suiza por todos lados, por el oeste estaban en Francia, por el este en Austria, y por el sur en Italia. Suiza y Liechtenstein estaban completamente aisladas, como una isla en un mar tempestuoso. En medio de esta atmósfera, el pueblo de Jehová valerosamente distribuyó el folleto Fascismo o Libertad, el cual planteaba esta cuestión: “¿Será gobernado el mundo con justicia por Cristo, el rey entronizado de Jehová? o ¿será gobernado por dictadores egoístas y arbitrarios?”. Ese folleto calificaba a Hitler de ‘representante de Satanás’ y ponía en evidencia a la jerarquía católica romana de “estar confabulada con los fascistas”.

Se distribuyeron millones de ejemplares de este folleto en los países que atendía la oficina centroeuropea. Por ello no fue una sorpresa cuando el folleto fue proscrito por la oficina del Fiscal del Estado suizo como consecuencia de una decisión del Consejo Federal. No obstante, esta medida fue muy debatida en la prensa. La Sociedad reaccionó con un tratado, del cual se distribuyeron 400.000 ejemplares por toda Suiza. Esto fue seguido de una avalancha de oposición puesto que a menudo se nos acusaba de hacer propaganda para el comunismo. En territorio católico no se pudo celebrar o fue interrumpida más de una reunión, pero Josef Dvorak, de Lucerna, comentó al respecto: “Puede decirse que cuanto mayores eran las dificultades, mejor espíritu reinaba dentro de la congregación”. Sin el respaldo del espíritu de Jehová, los hermanos podrían haberse cansado y haber aflojado el paso en vista de los ataques continuos del enemigo. Pero en vez de eso, estaban deseosos de “pelear la excelente pelea de la fe”, y su confianza en Jehová fue recompensada. (Jud. 3.)

Un ejemplo de su buena disposición lo muestra lo que hizo la congregación de Buchs, Sankt Gallen. Esta congregación tenía una cantidad considerable de folletos Fascismo o Libertad, folleto que había sido proscrito en Suiza. Los hermanos decidieron que lo mejor que podía hacerse era distribuirlos fuera, en el país vecino de Liechtenstein. Debido a los acuerdos aduaneros con Suiza, no hay ninguna inspección de equipajes cuando se cruza la frontera. Karl Dangelmeier era uno de los hermanos que solía distribuir el folleto en Liechtenstein por las noches. “¡Puede usted imaginarse la conmoción que causó entre las personas —dijo—, especialmente debido al dibujo del Papa en compañía de Hitler y Mussolini! Los periódicos publicaron artículos llenos de indignación, y el movimiento juvenil católico estaba listo para cogernos, pero éramos cautelosos y nunca llevábamos una cartera. Así que terminamos nuestra campaña sin ser descubiertos, y los folletos llegaron a manos de las personas.”

1939: ¡ESTALLA LA II GUERRA MUNDIAL!

No era tarea fácil para el gobierno suizo navegar bajo la amenaza de los poderes totalitarios que estaban invadiendo país tras país. Se movilizó al ejército para proteger las fronteras. Puesto que el servicio militar es obligatorio, los hombres que estaban dedicados exclusivamente a Dios tuvieron que enfrentarse a grandes pruebas. Siguiendo los dictados de su conciencia cristiana, la mayor parte de los testigos de Jehová rehusaron tomar las armas. (Isa. 2:2-4; Rom. 6:12-14; 12:1, 2.) Debido a ello un buen número de Testigos fueron llevados ante tribunales militares. Las sentencias impuestas oscilaban entre varios meses y cinco años de prisión. A menudo, después de haber cumplido una condena, los hermanos eran llamados de nuevo al ejército, y el procedimiento comenzaba de nuevo. La segunda sentencia siempre era más larga que la primera.

De todos los Testigos que fueron sentenciados como objetores de conciencia, Fernand Rivarol, de Ginebra, fue el que estuvo en prisión más tiempo. Aquello le costó su empleo seglar y, naturalmente, supuso problemas para su esposa y su hija pequeña. Pero Jehová le suministró estímulo mediante un guardián de la prisión, quien en aquel tiempo ya estaba interesado en la verdad. Él aprovechó toda oportunidad que su deber le permitía para confortar al hermano Rivarol, así como a los dos hermanos que estaban encarcelados con él, tanto en sentido físico como espiritual. La posición firme de estos siervos de Dios contribuyó a que el guardián de la prisión llegase a ser nuestro celoso hermano Emile Bolomey.

CIERRE DE LA OFICINA CENTROEUROPEA

Con el estallido de la II Guerra Mundial, las actividades de la oficina centroeuropea fueron obstaculizadas de modo importante a medida que un país tras otro llegaba a estar bajo control totalitario. El contacto con los hermanos llegó a hacerse muy difícil o cesó por completo. El trabajo de la oficina centroeuropea había pasado a la historia, por lo que a comienzos del verano de 1940 el hermano Harbeck y su esposa regresaron a los Estados Unidos, donde fueron asignados a la obra de zona y de circuito.

La responsabilidad de la obra en Suiza fue colocada a partir de entonces en manos de Franz Zürcher, quien había entrado en el servicio de Betel en 1923. Había participado en exhibir el Foto-Drama de la Creación en Bélgica, el Sarre, el valle del río Nahe, las tierras del Rin, Alsacia-Lorena y, por supuesto, por toda Suiza. Con el tiempo, se le habían encargado trabajos de redacción para la edición alemana de La Edad de Oro. Además, en contacto con el departamento de servicio, también tuvo el gozo de atender a casi cien precursores que servían en países bajo la superintendencia de la oficina centroeuropea.

Cuando el hermano Zürcher se encargó de la responsabilidad de la sucursal de Suiza se atravesaban momentos muy difíciles. Tenía que confiar muchísimo en la dirección de Jehová. El objetivo de nuestros enemigos no era otro que el de prohibir totalmente la obra de los testigos de Jehová. La prensa católica publicaba artículos en los cuales se acusaba a los testigos de Jehová de perseguir fines políticos y de que sus actividades iban en contra del Estado. Esos artículos aparecían bajo encabezamientos tales como “Los Estudiantes sinceros de la Biblia: Precursores del bolcheviquismo” y “Los secuaces de Moscú: Los Estudiantes de la Biblia”.

En medio de este ambiente las autoridades militares se sintieron impulsadas a tomar acción. Durante las primeras horas de la tarde del 5 de julio de 1940 un camión cargado de soldados ocupó la oficina sucursal y la fábrica de la Sociedad en Berna. Se ordenó a la familia Betel que se reuniese en el comedor y se la mantuvo allí hasta que se hubo efectuado un registro minucioso. Algunas habitaciones fueron selladas, y confiscaron y se llevaron grandes cantidades de literatura. Lo que estaban buscando era alguna declaración que demostrase que la Sociedad instigaba de manera directa la negativa a hacer el servicio militar. Se inició una investigación.

REGISTRAN LOS HOGARES DE LOS HERMANOS

Poco después, en un día dado y a una hora fijada, varios hogares de superintendentes y publicadores de toda Suiza fueron invadidos y registrados. Se confiscó la literatura y se grabaron los interrogatorios de las autoridades.

Emile Walder relató lo siguiente: “A las siete de la mañana sonó el timbre de la puerta de nuestro apartamento en el 37 de Marchwartstrasse, Zurich-Wollishofen. Dos hombres robustos, detectives de las fuerzas de la policía cantonal, mostraron una orden de registro y entraron sin vacilar. Miraron por todas partes y hallaron mi cartera con los documentos y las contribuciones de la reunión de la noche anterior, puesto que yo era siervo de cuentas en aquel tiempo. La inspeccionaron y lo confiscaron todo. Tuve que acompañarles a la comisaría de policía. Allí trataron de hacerme una especie de lavado de cerebro, esperando conseguir más nombres y direcciones de hermanos. Pero no tuvieron éxito. Más tarde, otro detective me acompañó al banco donde trabajaba a fin de investigar mi cuenta privada de ahorros, para ver si podía hallarse allí cualquier cosa que pudiese incriminar a la Sociedad. Pero no sirvió de nada”.

SE IMPONE LA CENSURA

Sin esperar el resultado de la investigación, el Estado Mayor del ejército suizo puso La Atalaya bajo censura preliminar. Pero la Sociedad no podía consentir aquello. ¿Cómo podían los militares de este sistema de cosas someter a censura el alimento espiritual procedente de Jehová? Así que se descontinuó la publicación oficial de La Atalaya. Pero los hermanos —que ahora eran más de mil— no sufrieron ninguna necesidad espiritual debido a ello. Ellos recibían artículos mecanografiados y mimeografiados para su estudio privado, y dichos artículos se pasaban de uno a otro en las congregaciones. De esta manera se mantuvieron al paso con la luz que iba constantemente en aumento.

No obstante, a fin de tener literatura para distribuir en el campo, se obtuvo permiso de las autoridades censoras para imprimir la revista Consolación (antes La Edad de Oro, y conocida ahora como ¡Despertad!) y folletos. Las constantes solicitudes de las autoridades de que escogiésemos cautelosamente las palabras al tratar con la situación que reinaba en el mundo, reflejaba el temor que sentían a los poderosos vecinos.

El hermano Jules Feller, que ahora ya lleva más de sesenta años en el servicio de Betel, fue uno de los hermanos asignados para llevar los manuscritos a la oficina del censor. “Generalmente no ponían objeción a los textos”, recuerda él. “De vez en cuando hallaban alguna expresión demasiado directa y solicitaban que se formulase de manera diferente. Por supuesto, las cosas pueden decirse de varias maneras sin diluir la verdad. Pero un día se me recibió de una manera muy hostil. Las autoridades reprocharon a los testigos de Jehová que sencillamente se aprovechaban del Estado pero que no deseaban hacer nada por él, tal como el servicio militar. Fue un verdadero ataque.

”A continuación se suscitó una extensa polémica. Durante dos horas los cuatro hombres que se hallaban presentes ese día descargaron sobre mí una andanada de preguntas. Ese día ciertamente experimenté la verdad de las palabras de Jesús en Mateo 10:18, 19: ‘Hasta los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa, para un testimonio a ellos y a las naciones. Sin embargo, [...] no se inquieten acerca de cómo o qué han de hablar; porque en aquella hora se les dará lo que han de hablar’. La conversación resultó en una victoria para la verdad. Después de eso se nos trató amablemente hasta el fin de la guerra.”

SE SENTENCIA AL HERMANO ZÜRCHER

No obstante, como resultado de la investigación emprendida por las autoridades militares, se tomó acción contra el superintendente de sucursal, el hermano Zürcher. Se le acusó falsamente de socavar la disciplina militar y de contravenir el edicto acerca de propaganda peligrosa para el Estado. Transcurrieron dos años antes de que finalmente se celebrase el juicio los días 23 y 24 de noviembre de 1942. El discurso del fiscal militar fue como un bombardeo constante de acusaciones. Llamó al hermano Zürcher un demagogo de la peor clase que debería estar encerrado bajo llave. Se leyeron citas de la publicación Luz, libro segundo, páginas 171 a 174, donde se menciona que el resto estará observando desde un lugar seguro durante el gran degüello de aquellos que componen la organización de Satanás, y entre ellos, a reyes, capitanes y hombres poderosos. Puesto que uno de los cargos era el de socavar la disciplina militar, era obvio que una declaración así tenía que encender la ira del fiscal. Vociferando exclamó lo siguiente: “¡Esto es eludir el reclutamiento, cobardía militar en sumo grado. He aquí una descripción de su actitud hacia el servicio armado suizo!”.

El abogado defensor, el señor Johannes Huber, parlamentario altamente respetado y miembro del Consejo nacional, mencionó que durante los cuarenta años que había ejercido la abogacía jamás se había encargado de un caso en el cual hubiese tal atmósfera de absoluto prejuicio. Según él, este juicio no era realmente en contra de la persona del acusado, sino más bien en contra de los testigos de Jehová en conjunto. Era un esfuerzo por acallarlos. Al concluir su defensa dijo: “Por lo tanto no se ha tratado meramente de encargarme del caso de un cliente, sino que, a pesar de nuestras diferencias de opinión, considero que era mi deber salir en defensa de esas personas que son tan mal interpretadas y a quienes se está tratando tan injustamente. Por este motivo ruego al tribunal que absuelva al acusado”. Sin embargo, el hermano Zürcher fue condenado a dos años de sentencia en prisión y a la pérdida de ciertos derechos civiles.

Nuestro abogado presentó una apelación al tribunal de apelación de actas. El fallo definitivo fue anunciado el 16 de abril de 1943. El veredicto fue cambiado a un año de reclusión penal, sentencia suspendida y cinco años sin ciertos derechos civiles. En vista de las circunstancias que existían entonces, fue una sentencia sumamente suave.

EN 1942 SE INTERRUMPE EL CONTACTO CON BROOKLYN

Desde el mismo comienzo de las hostilidades todas las cartas dirigidas a la Sociedad eran censuradas, pero cuando los Estados Unidos entraron en la guerra, todo el contacto con las oficinas centrales de la Sociedad en Brooklyn fue cortado. Por esa razón la edición inglesa de La Torre del Vigía solo se recibió hasta el número del 1 de octubre de 1942, el cual contenía el artículo “La única luz”. ¿Cómo iba la sucursal a proporcionar alimento espiritual a los hermanos bajo su supervisión, puesto que ya no era posible recibir los números en inglés?

Jehová se encargó de que fuera posible ponerse en contacto con la sucursal en Suecia, otro de los pocos países europeos que no participaron en la guerra. De allí pudimos conseguir los números recientes de La Torre del Vigía, ¡pero estaban en sueco! No había ningún hermano suizo que hubiese aprendido ese idioma, pero era obvio que había cierta similitud entre el sueco y el alemán. Animada por ese hecho, Alice Berner, que actualmente sirve en la sucursal de Alemania pero que en ese tiempo era miembro de la familia Betel de Berna, se puso a estudiar sueco. Después de relativamente poco tiempo podía traducir La Torre del Vigía al alemán, y así fue posible proveer a los hermanos alimento espiritual durante los siguientes dos años. En total, valiéndose de este medio, se suministraron 42 artículos y 2 folletos.

Cuando terminó la guerra, las oficinas centrales en Brooklyn enviaron una colección completa de todos los artículos que habían aparecido en La Atalaya en inglés durante el tiempo en que fue interrumpido el contacto. ¿Cuántos artículos se habían perdido los hermanos suizos durante la guerra? ¡Ni uno solo! La primera edición que se recibió en sueco contenía los artículos del número en inglés que seguían al artículo “La única luz”. ¡El fluir de las aguas de la verdad no se había interrumpido durante todos aquellos años de guerra! ¡Imagínese lo agradecidos que estábamos a Jehová, el Gran Proveedor! (Compárese con Génesis 22:14.)

PROBLEMAS ECONÓMICOS

Jehová no solamente ayudó a su pueblo de manera espiritual sino también de manera material. Pero a pesar de ello, hubo problemas económicos. ¿Por qué? La obra se mantenía por medio de contribuciones voluntarias, y muchos de los hermanos se vieron en estrecheces económicas durante los años de la guerra. También, puesto que dejamos de imprimir La Torre del Vigía y no podía enviarse literatura a otros países europeos, se recibía menos dinero de esas vías. Bajo tales circunstancias no había suficiente trabajo para todos los miembros de la familia Betel, por lo que varios hermanos y hermanas indicaron que estaban dispuestos a dejar Betel, aunque todos coincidieron de manera unánime en que los años que habían pasado en Betel habían sido los más felices de su vida.

No obstante, siguió habiendo graves problemas económicos. Esta situación hizo necesario que, entre otras cosas, se redujera la mesada de los trabajadores de Betel y de la granja a 10 francos suizos al mes (alrededor de $2,33), no obstante los hermanos concordaron con esta medida de ahorro sin quejarse.

UN LIBRO DEL COLOR QUE PREFIERAN

En plena guerra, en 1942, se celebró en Zurich una emocionante asamblea. El domingo por la mañana jóvenes de rostros resplandecientes llenaron las filas delanteras de la sala de asambleas. Este iba a ser un acontecimiento especial para ellos. En un discurso dirigido particularmente a ellos, se les recordó la necesidad de ser diligentes, corteses, serviciales y amables, y, sobre todo, ser obedientes a sus padres en armonía con el consejo bíblico. Al final de este discurso se presentó el libro Hijos, y cada uno de esos jóvenes tenían que recibir un ejemplar gratis.

Algunos hermanos subieron a la plataforma, cada uno con un surtido de libros en nueve diferentes colores. Entonces se invitó a todos los niños a que pasasen por la plataforma, y cada uno recibió un libro del color que prefirió. ¡Qué gozoso fue esto para los niños! De esa forma se pusieron en las manos de Testigos en perspectiva más de cuatrocientos libros. Un buen número de esos niños llegaron a ser trabajadores celosos y todavía están activos en la organización de Jehová.

LA ESCUELA DEL MINISTERIO TEOCRÁTICO REEMPLAZA AL FONÓGRAFO

En el año 1944 se introdujo algo nuevo en las congregaciones de Suiza: la Escuela del Ministerio Teocrático. Al comenzar el año se adoptó este entrenamiento en la casa Betel de Berna. Durante los meses siguientes se puso en funcionamiento el curso de oratoria pública en todas las congregaciones del país junto con consejo útil sobre la manera de presentar el mensaje del Reino a los amos de casa. A medida que los hermanos adquirían mayor habilidad para explicar las buenas nuevas, los discos fonográficos comenzaron a ser reemplazados por los breves sermones de los propios publicadores.

Este cambio en el método de predicar fue muy bien recibido por muchos Testigos, puesto que para algunos el llevar en el ministerio del campo un fonógrafo pesado y una cartera llena de literatura era mucho peso. Pero más que eso, el cambio representó un adelanto en la calidad de nuestro ministerio.

SE PREVÉ EL FIN DE LA GUERRA

El 6 de junio de 1944 comenzó en Normandía, Francia, la invasión de las tropas aliadas, y el 15 de agosto las fuerzas militares aliadas pisaron la costa mediterránea francesa. Debido a la aumentante evidencia de que el nazismo se iba a desplomar y de que la victoria iba a ser para las fuerzas aliadas, las autoridades de Suiza comenzaron a aflojar las medidas que habían impuesto sobre los testigos de Jehová y la Sociedad. Sucedió tal como había sido predicho en Revelación 12:16: “La tierra [los poderes democráticos más estables] vino en ayuda de la mujer, y la tierra abrió su boca y se tragó el río [de oposición totalitaria] que el dragón había lanzado de su boca”.

Los hermanos responsables de la oficina sucursal exhalaron un suspiro de alivio. El hermano Rutherford les había instado a que evitasen, a ser posible, la prohibición total de la obra y el cierre de la sucursal en Suiza. Habían experimentado más de una situación precaria, pero ahora lo peor quedaba ya atrás. ¡La sucursal todavía estaba en marcha y la obra se mantenía viva! Los hermanos se sintieron como David cuando compuso el Salmo 34:19: “Son muchas las calamidades del justo, pero de todas ellas lo libra Jehová”.

Al poco tiempo, la literatura que había sido confiscada por el Estado Mayor del ejército suizo en julio de 1940 fue devuelta a la Sociedad. A los soldados les llevó varios días efectuar un recuento exacto de las publicaciones, todas las cuales recibieron después un buen uso en el campo.

¿Cómo se sentiría usted si después de cuatro años de interrupción tuviese de nuevo un ejemplar impreso de La Torre del Vigía en sus manos? Pues bien, los hermanos de habla alemana y francesa rebosaron de alegría cuando volvió a publicarse regularmente la revista desde el 1 de octubre de 1944 en adelante, aunque solo mensualmente. Un año más tarde comenzó a publicarse de nuevo quincenalmente.

TERMINÓ LA II GUERRA MUNDIAL, PERO NUESTRA LUCHA SIGUIÓ

El 8 de mayo de 1945 las naciones occidentales celebraban el fin de la II Guerra Mundial en Europa, pero en Suiza la batalla por la libertad de cultos y el derecho de predicar continuaba. En muchos lugares del país disfrutábamos de más libertad de acción que durante la guerra, pero en las zonas católicas todavía había mucha oposición.

Por ejemplo, cuando en enero de 1946 se estaba presentando en la ciudad de Zug el discurso público “¿Tendrá éxito el hombre como constructor de un mundo?”, la policía se presentó súbitamente en el local y mandó suspender el discurso. La Sociedad emprendió acción legal, llevando el caso ante el Tribunal Federal Supremo de Lausana. Como resultado, la proscripción anticonstitucional impuesta por las autoridades de Zug fue revocada, y los informes de los periódicos llevaban titulares tales como “Los testigos de Jehová han obtenido sus derechos” y “Debe mantenerse la libertad de cultos”. No obstante, puede tener la seguridad de que la prensa católica no comunicó este veredicto de una manera tan positiva.

AYUDA PARA LOS HERMANOS DE ALEMANIA

Cuando llegaron noticias de las condiciones desoladoras en las cuales se hallaban nuestros fieles hermanos que salían de los campos de concentración, los hermanos suizos no ‘cerraron la puerta de sus tiernas compasiones’. (1 Juan 3:17.) Emprendieron una campaña de socorro con el espíritu de las comunidades cristianas primitivas. (Hech. 11:29, 30; 2 Cor. 8:1-4.) Donaron grandes cantidades de ropa y artículos para el hogar, y algunas hermanas ofrecieron su tiempo y servicios para asegurarse de que todos los artículos estuviesen en buenas condiciones. Finalmente, se transportaron a Alemania 444 cajas con un peso neto de unos 25.000 Kg. entre los años 1946 y 1947. El valor de este programa de socorro ascendió a más de 262.000 francos suizos (en ese tiempo, aproximadamente $61.000). “Cuando supimos del gozo y del agradecimiento de nuestros hermanos alemanes, nos sentimos muy felices y ampliamente recompensados por el trabajo adicional que esta campaña había requerido de nosotros”, mencionó una hermana que había colaborado.

Aunque se necesitaba mucha ayuda material, también había una gran necesidad de alimento espiritual para fortalecer a los hermanos y darles un buen comienzo para la actividad de la posguerra. Por ello también se envió literatura bíblica a Alemania desde la sucursal de Suiza, y consideramos un gran privilegio el haber podido contribuir algo a la reconstrucción de la obra en Alemania.

LA VISITA DEL HERMANO KNORR QUE POR TANTO TIEMPO ESPERÁBAMOS

Apenas podíamos esperar la primera visita del presidente de la Sociedad después de la guerra. Habían transcurrido ocho años llenos de acontecimientos, y Nathan H. Knorr era el actual presidente. Su visita a Berna en 1945 fue muy breve, pero en mayo de 1947 regresó. Deseando que fuese un gran acontecimiento, programamos una asamblea en un hermoso Salón para Asambleas de Zurich.

“El gozo de todas las gentes” fue el tema del discurso público que pronunció la tarde del viernes de la asamblea. Los publicadores se sentían gozosos a medida que distribuían 100.000 prospectos, pegaban carteles y marchaban portando cartelones por las calles de la ciudad. Los periódicos también publicaron anuncios del discurso público, ¡queríamos que todo el mundo en Zurich supiese lo que estaba aconteciendo!

Finalmente, asistieron 1.540 personas al discurso. Al concluir la reunión se entregó un folleto a todos los que no eran Testigos. Puesto que se distribuyeron 800 folletos llegamos a la conclusión de que la mayoría de los que estuvieron presentes eran personas interesadas que habían respondido a nuestra invitación. Eso nos llenó de satisfacción.

SE ENFATIZA EL SERVICIO DE PRECURSOR

Desde el tiempo de los primeros repartidores, siempre había habido algunos predicadores fieles de tiempo completo tanto en el territorio alemán como en el francés. Pero estos eran muy pocos. Por ejemplo, entre los 1.462 publicadores que había en 1945, ¡solamente había tres precursores! El hermano Knorr halló esta cifra desproporcionada para las abundantes oportunidades del país. Llegó a la conclusión de que un factor que contribuía a este bajo número de precursores era que mucha literatura se colocaba gratuitamente para evitar una confrontación con las regulaciones de venta ambulante, lo cual hacía necesario que los mismos publicadores cargasen con todos los costes y gastos de la obra de predicar.

Su observación fue correcta. Algunos hermanos habían tenido que abandonar la predicación de tiempo completo debido a que no podían enfrentarse a los gastos. Por ello, a fin de poder ayudar a aquellos que pudiesen participar en la obra de precursor, tenía que resolverse el problema de solicitar contribuciones voluntarias.

¿CÓMO RESOLVER EL PROBLEMA?

En compañía del hermano Knorr viajaba Hayden Covington, que en ese tiempo era el abogado de la Sociedad en Brooklyn. Él explicó en la asamblea que habían tenido que acudir a los tribunales de los Estados Unidos para conseguir el derecho de aceptar contribuciones voluntarias sin necesidad de licencia de venta ambulante a cambio de la literatura que se distribuía en la predicación del evangelio. La sucursal de Suiza tendría que luchar por los derechos y privilegios del ministerio cristiano llegando incluso a los tribunales de justicia hasta que esta cuestión quedase aclarada. Tenía que ser una acción unida de todos los publicadores de Suiza. Su deseo de cooperar quedó demostrado por un aplauso entusiástico. Esa asamblea en Zurich resultó ser un hito en la historia de la obra del Reino en Suiza.

LA CUESTIÓN DE LA VENTA AMBULANTE SIN LICENCIA

Allá por los años treinta los hermanos habían sido arrestados y multados por “venta ambulante sin licencia”. Ahora, con el estímulo que recibieron en la asamblea de Zurich, esa cuestión iba a ser zanjada. Tal como el apóstol Pablo había hecho en la antigua Filipos, los hermanos iban a ‘defender y legalmente establecer las buenas nuevas’. (Fili. 1:7.)

Los publicadores tenían que aceptar de nuevo contribuciones voluntarias por la literatura que se colocaba en el ministerio del campo. Inmediatamente se desató una avalancha de denuncias a la policía en todas partes del país. Pero la Sociedad estaba determinada a mover los asuntos. ¿Cuál fue el resultado?

Por ejemplo, en el cantón de Berna, predominantemente protestante, el Tribunal Supremo había sostenido desde hacia mucho tiempo que el colocar literatura aceptando una contribución voluntaria estaba sujeto a las ordenanzas de venta ambulante. Por décadas, este tribunal había fallado en contra nuestra. Ahora, en 1948, un hermano fue de nuevo multado con 20 francos suizos ($5) por un tribunal inferior y el caso fue apelado ante el Tribunal Supremo. ¡Pero esta vez hubo un paso adelante! En su fallo, el Tribunal Supremo bernés declaró:

“Aparte del hecho de que no se obtuvo ninguna ganancia, no hay nada en la conducta del acusado que revele un carácter profesional en su actividad. No puede establecerse que existía la intención de conseguir ganancia, ni para él mismo ni para los testigos de Jehová, por medio de venta ambulante. Las circunstancias nos llevan a la conclusión de que el acusado, rechazando cualquier instinto egoísta actuó exclusivamente con un propósito noble y altruista. La oferta de los folletos no se hizo esperando un pago compensatorio que hubiese cubierto como mínimo el coste de la producción. La mejor recompensa para el acusado consistía obviamente en el aumento en el número de adeptos para la secta y la recepción favorable otorgada a la evangelización. Es cierto que las estipulaciones concernientes a la venta ambulante tienen la intención de proteger al público en contra de aquellos que quieren molestarlo, sin embargo, sería una exageración entorpecer la propaganda religiosa de casa en casa usando el pretexto de la ley sobre el comercio de mercancías y violar así la libertad de opinión que garantiza la constitución.”

Con esta absolución, el Tribunal Supremo bernés cambió su política jurídica que había sostenido durante cuarenta años respecto a esta cuestión. Aunque esa decisión no presuponía ninguna obligación en otros cantones, resultó ser de mucho interés para muchos tribunales de otros cantones.

UNA LUCHA MUY DURA EN EL CANTÓN DE VAUD

El conflicto más largo y más persistente acerca del asunto de la venta ambulante surgió en el cantón de habla francesa de Vaud. En el año 1935 se había hecho una enmienda a la ley sobre la venta ambulante en ese lugar. Esa enmienda establecía que ofrecer una mercancía, cuyo precio, en vez de haber sido fijado, se dejaba a la discreción del comprador, era equivalente a venta ambulante. El fiscal del estado de Lausana consideró esto como una base para proceder en contra de los Testigos de Jehová.

En 1948, el Tribunal de Distrito de Payerne le impuso una multa al precursor Jean Siegenthaler por venta ambulante sin licencia. El caso fue apelado al Tribunal Supremo, el cual confirmó la decisión del tribunal inferior, es decir, que la actividad del apelante era exactamente lo que la ley definía.

Tras esta decisión, comenzó una lucha por nuestros derechos y libertad que iba a durar más de cinco años. En muchos casos, los tribunales de distrito inferiores protegían nuestro derecho absolviéndonos. Pero el Fiscal del Estado era un gran antagonista y apelaba al Tribunal Supremo, el cual revocaba el juicio de los tribunales inferiores. La Sociedad incluso llevó uno de los casos ante la autoridad jurídica suprema, el Tribunal Supremo Federal. Pero lamentablemente este rechazó la apelación.

UN JUEZ VALEROSO SE ATREVE A DISENTIR

Sucedió que el 3 de septiembre de 1951 tenía que celebrarse un juicio ante el Tribunal de Distrito de Lausana. Tenía que ver con la hermana Gilberte Schneeberger. Había pocas esperanzas para ese caso, y la Sociedad había decidido prescindir de los servicios de un abogado. ¿Puede imaginarse usted como se sentía esta joven precursora sentada allí, sola, en la sala del tribunal? El juez, el señor Zweifel, entró en la sala. Después de abrir la sesión dijo en un tono paternal: “Querida señorita, su caso es idéntico al que se le ha dado un fallo negativo en el Tribunal Supremo Federal. Yo mismo estoy atado a la ley y no puedo cambiarla”.

Entonces nuestra joven hermana se puso de pie y preguntó si podía hablar en su propia defensa.

“Por supuesto, señorita, por supuesto. La escucho.” El juez se reclinó hacia atrás en su silla y se concentró en escuchar los argumentos que la joven expuso. Ella leyó un memorándum que había sido preparado por el departamento legal de la Sociedad.

Aquellos argumentos impresionaron mucho al señor Zweifel. De hecho comenzó a dudar (precisamente eso es lo que significa el nombre Zweifel en alemán) y aplazó el pronunciar sentencia. Esta fue pronunciada dos días más tarde: ¡Inocente!

¡Qué sorpresa! Aquello requirió verdadero valor por parte del señor Zweifel. Lo que es más, se atrevió a catalogar el juicio tanto del Tribunal Supremo como del Tribunal Supremo Federal de objetable y poco satisfactorio. ¿Qué es lo que reservaba el futuro?

UN CLÉRIGO SINCERO TESTIFICA A FAVOR NUESTRO

Algún tiempo después se celebró otro juicio en el Tribunal de Distrito de Aigle. Se llamó al estrado de los testigos, entre otros a un ministro protestante. Él había aceptado dos libros del publicador y le había dado cuatro francos suizos ($1) como contribución voluntaria. Este clérigo estableció claramente en el tribunal que el testigo de Jehová había ido a él, no con el propósito de vender libros, sino para considerar temas religiosos. El ministro consideraba definitivamente a este joven como un evangelizador y no como un vendedor ambulante. El publicador fue absuelto.

En cambio, Karl Maurer, un fiel precursor de Payerne, tuvo que pasar un día y una noche en prisión debido a que no quiso pagar la multa que se le había impuesto.

UN FISCAL DEL ESTADO INFLEXIBLE FINALMENTE PIERDE LA BATALLA

Este conflicto finalmente llegó a un punto decisivo en 1953. El Fiscal del Estado, resuelto a salir victorioso sobre los testigos de Jehová e irritado por el hecho de que los tribunales inferiores pasasen por alto la política negativa de los tribunales superiores, apeló repetidas veces los casos en que los tribunales inferiores habían absuelto al defendido. Por lo tanto, por cuarta vez desde 1948, el Tribunal Supremo del cantón de Vaud tuvo que enfrentarse a la misma cuestión.

Pero ahora sucedió algo inesperado: el tribunal, compuesto por otros jueces diferentes, examinó el asunto desde su mismísimo comienzo y el 26 de enero de 1953 concluyó de manera unánime que la actividad de los testigos de Jehová no podía considerarse venta ambulante. El fiscal del estado apeló, pero su apelación fue rechazada. Por fin, el Tribunal Supremo del cantón de Vaud había hallado el camino para una política juiciosa y liberal en armonía con el espíritu y la letra de la ley sobre el comercio.

Esta victoria cerró un capítulo emocionante de la historia de la obra de los testigos de Jehová en Suiza. Dio testimonio de la actitud valerosa de los publicadores y el amor a la libertad por parte de muchos jueces. Pero sobre todo, dio evidencia de la bendición de Jehová sobre sus siervos que lucharon celosamente por los derechos que Dios les había otorgado y por la libertad de cultos.

LA NEUTRALIDAD SIGUE SIENDO UN DESAFÍO

Ya le habíamos relatado anteriormente cómo les había ido a los hermanos que adoptaron una posición neutral durante la II Guerra Mundial. Aunque Suiza no participó activamente en la guerra y declaró solemnemente su neutralidad, el país, de manera inconsistente, condenó y encarceló a los ciudadanos que reclamaban este mismo derecho para ellos mismos por motivos religiosos.

Después de la guerra las sentencias fueron más suaves, pero las condenas repetidas estaban todavía a la orden del día. Sin embargo, con el trascurso del tiempo, el público llegó a estar cada vez más interesado en el problema de los “objetores de conciencia”, y la prensa trató el asunto de manera extensa. Son interesantes las declaraciones del anterior Jefe del Estado Mayor del Ejército Suizo, Jörg Zumstein, con respecto a las causas judiciales en los tribunales que tenían que ver con personas que rehusaban hacer el servicio militar. En febrero de 1984 se citaron sus siguientes declaraciones en un periódico: “He estado presente en tales audiencias debido a que quería saber qué es lo que sucede. Los casos en los cuales estaban implicados los testigos de Jehová se distinguían por un cierto nivel, incluso por parte de los acusados. Esas personas, así como sus parientes, se presentaban en el tribunal con su traje de los domingos, y hacían alegaciones de manera digna a favor de su causa. Los jueces conocían su posición y les aplicaban la medida de castigo que ha llegado a ser común, cinco o seis meses. Los testigos de Jehová en cierto sentido aceptan que el Estado castigue a personas que no se amoldan a los requerimientos de este. Pero no tratan al Estado de la manera denigrante en que suelen hacerlo muchas otras personas que se presentan ante tribunales militares en nuestros días”.

No obstante, los esfuerzos hechos con el propósito de hallar una solución al problema de los “objetores de conciencia” han tenido cierto efecto en los tribunales militares. Actualmente las sentencias varían de tres a cinco meses de encarcelamiento, y generalmente los hermanos son dispensados de ulteriores obligaciones militares al momento de ser sentenciados. Los hermanos suelen cumplir sus condenas trabajando en hospitales o asilos de ancianos durante el día, y regresan a la celda de su prisión solamente para pasar la noche. Sin embargo, continúa habiendo cada año de sesenta a setenta casos en los tribunales militares, los cuales tienen que ver especialmente con jóvenes que adoptan una posición neutral. ‘Como excelentes soldados de Cristo Jesús’, esos hermanos jóvenes ‘aceptan su parte en sufrir el mal’ por causa de su neutralidad cristiana. (2 Tim. 2:3.) Se ofrecen de buena gana para cumplir con el servicio que Dios requiere de ellos. Es tal como declaró una vez la hermana Adele Reichenbach, una de las primeras testigos ungidas de la región alpina de Gstaad. Fue a hacer una revisita a la esposa de un oficial del ejército, y fue el coronel mismo quien abrió la puerta; le devolvió el libro que su esposa había comprado, y dijo de manera despectiva: “¡Váyase y llévese esa basura, ustedes que se niegan a hacer el servicio militar!”. A lo que la hermana Reichenbach respondió: “Señor, nosotros estamos llevando a cabo el servicio que ustedes rehúsan hacer”.

ESFUERZOS POR ABARCAR “TERRITORIO NO ASIGNADO”

Desde 1952 en adelante se hizo un esfuerzo especial por predicar “territorio no asignado”. Una gran parte del mismo lo componían valles remotos y territorio rural, pueblos con enormes edificios eclesiásticos y crucifijos situados en lugares prominentes emplazados aquí y allá a lo largo del camino. La hermética población católica que habitaba ese lugar puede que hubiese recibido algún tratado en el pasado, pero nunca se había dado un testimonio cabal en ninguno de esos lugares alejados. Algunas de esas personas nunca habían oído hablar acerca de los testigos de Jehová, y muchas nunca habían visto una Biblia, y mucho menos poseído una ellos mismos. ¡Era un territorio virgen! Los publicadores emprendieron esta actividad con valor y entusiasmo. En muchos lugares quedaron sorprendidos por el éxito que tuvieron. ¡También estaba sorprendido el clero, que no esperaba esta invasión en lo que ellos consideraban sus pastos! Advirtieron a sus rebaños lo mejor que pudieron para que no aceptasen ninguna publicación o bien que las quemasen y avisasen a la policía. En un pueblo aproximadamente cincuenta jóvenes católicos fueron de casa en casa para recoger la literatura que había sido dejada por los Testigos. Hubo amenazas e incluso ataques físicos.

En una ocasión, después que un hermano hubo testificado a una persona en un pueblo, el hombre rápidamente telefoneó a la policía para formular una queja. Sin embargo, la respuesta que obtuvo no era la que él esperaba: “Deje a esas personas seguir tranquilamente con su obra; conocen la ley mucho mejor que nosotros y saben exactamente lo que pueden y lo que no pueden hacer”.

¡Nuestra lucha por la libertad de cultos no había sido en vano!

EL MENSAJERO DE LA IGLESIA AYUDA A DESPERTAR INTERÉS

A veces los esfuerzos del clero para evitar que la verdad llegase a sus feligreses se volvían en su contra. Esto resultó ser cierto en el caso del siguiente matrimonio: Cuando dos precursores jóvenes les visitaron, la esposa escuchó muy atentamente su sermón y los invitó a pasar. “Esto le interesará a mi esposo”, dijo. Durante una hora la pareja siguió con interés poco común las explicaciones de las Escrituras que los precursores presentaban acerca del establecimiento de un nuevo sistema que Dios pondría en existencia. Aceptaron publicaciones bíblicas, y se concordó en hacer otra visita. Pronto estuvieron absortos estudiando la Biblia.

Después de la tercera visita, el esposo les reveló la razón de su interés inicial: “Saben, había leído un artículo corto acerca de los testigos de Jehová en el Mensajero de la Iglesia. Decía que si venían a nuestra puerta dos jóvenes, bien vestidos, con mucho tacto y con la interpretación bíblica de su religión, no deberíamos escucharles, sino más bien decirles que tenemos nuestra propia iglesia, que nuestro ministro ya nos enseña todas esas cosas y entonces cerrar la puerta. Pero miren, yo soy una persona liberal y deseo examinar las cosas por mí mismo. Esa es la razón por la cual les escuché”.

Esta pareja joven progresó bien, comenzó a asistir a las reuniones y pronto estuvieron participando en el servicio del campo. También simbolizaron su dedicación a Jehová. ¡Fue el Mensajero de la Iglesia el que había dirigido su atención hacia la verdad!

También hubo excepciones entre el clero; aquellos que reconocían que su rebaño necesitaba ayuda y que las visitas de los testigos de Jehová podían beneficiar al rebaño. Por ejemplo, un ministro publicó el siguiente artículo en el periódico de su iglesia:

“Mis queridos testigos de Jehová:

”Les estoy agradecido, de hecho muy agradecido, de que vayan ustedes tan valerosamente de casa en casa en nuestra comunidad. Aunque no se les recibe en todas partes, sin embargo, ustedes hacen que nuestra gente recuerde una vez más, quizá —solo quizá—, que:

”Además del pan y el esparcimiento, además del gozo y la tristeza, el éxito y el fracaso, además de la lucha por la existencia y los negocios, el trabajo y la diversión hay cosas tales como la religión, la fe, el creer en Cristo Jesús. ¡El hecho de que ustedes vengan es un poderoso sermón en sí mismo! [...] Quizá les han dado la siguiente respuesta: ‘Gracias, no necesitamos nada, tenemos nuestra propia Iglesia’. Pero ¿podría pedirles que, cuando las personas les den esa respuesta acerca de que tienen su propia Iglesia, que entonces les pregunten a ellos: ‘Pero, ¿qué es lo que ustedes realmente creen?’.

”Ven, esa es la razón por la que les estoy tan agradecido. Quizá aquí y allá tengan ustedes éxito en despertar a nuestras gentes. Pero no quiero ser injusto, y admito que yo mismo necesito esta llamada para despertarme, tal como ellos la necesitan. Admiro su valor. [...] Ustedes merecen todo el respeto por tal actividad devota; mi enhorabuena por su buena voluntad! Creo que todos tenemos mucho que aprender de ella.”

SE ESTABLECEN HOGARES MISIONALES

Los primeros misioneros que habían recibido entrenamiento en Galaad llegaron a Suiza en 1947. Eran tres hermanos y una hermana de nuestra propia oficina sucursal que habían sido invitados a la clase octava, y cuya asignación fue volver a Suiza. Su entrenamiento fue de gran ayuda debido a la expansión en las actividades de la oficina sucursal y en el campo. Actualmente, después de cuarenta años, tres hermanos de ese grupo todavía son miembros de la familia Betel; Fred Borys y Willi Diehl en Suiza, y Alice Berner en Alemania desde 1956.

En 1948 llegaron otros misioneros. Charles Renye y Raymond Leistikow fueron asignados a la obra de circuito, y trabajaron duro por aprender el alemán para poder encargarse de su asignación. Dos parejas de los Estados Unidos, Robert y Elaine Honey y William e Ione Strege, fueron asignados a Ginebra, donde en el año 1950 se abrió la primera casa misional. Se esforzaron mucho por aprender el francés a fin de poder trabajar con los hermanos locales. Franziska Trackova, de la decimoquinta clase de Galaad, actualmente está sirviendo fielmente de misionera en Lausana. Los esfuerzos combinados de esos misioneros tuvieron un efecto beneficioso en la congregación de Ginebra tal como puede verse por el aumento habido en ese lugar.

Hubo mucha animación en la congregación de Lausana en 1951 cuando se estableció en esa ciudad un hogar misional para cuatro hermanas de la clase decimoséptima. Esas animosas hermanas ayudaron particularmente a las hermanas a mejorar sus presentaciones en las puertas por medio de usar un tema.

NUEVO SUPERINTENDENTE DE SUCURSAL

A través de los años varios hermanos fieles suministraron dirección valiosa a la obra en Suiza como superintendentes de sucursal. Franz Zürcher se encargó de esa asignación hasta 1953. Entonces se decidió que había llegado el momento de colocar la carga de responsabilidad sobre hombros más jóvenes. Filip Hoffmann fue enviado procedente de Alemania. Sustituido en 1957 por Jules Feller, el hermano Hoffmann está sirviendo actualmente en la sucursal de Dinamarca. En el año 1963 le encargaron a Günter Kulschewski la superintendencia de la sucursal de Suiza. Y el 1 de noviembre de 1965, Willi Diehl recibió dicha asignación como superintendente de sucursal.

El hermano Diehl había comenzado su servicio de tiempo completo en 1931 en el Betel de Berna, haciendo funcionar una máquina de imprimir pequeña. Quince años más tarde fue invitado a asistir a la Escuela de Galaad. Después de casarse hizo el precursorado con su esposa. También sirvió de superintendente de circuito y distrito. En 1964 fue invitado de nuevo a asistir a Galaad, junto con su esposa, para beneficiarse de un curso más extenso. Todo esto le proporcionó un excelente fundamento para su trabajo como superintendente de sucursal.

Tal como en todas las demás sucursales de la Sociedad, Suiza ha tenido un Comité de Sucursal desde 1976. Willie Diehl es el coordinador, y los otros miembros son Armin Beetschen, Jean-Jules Guilloud, Lars Johansson y Hans Klenk.

EL CANTÓN DE TESINO RECIBE ATENCIÓN

En el soleado sur de Suiza, entre los Alpes y la frontera con Italia, está el cantón de Tesino. En este lugar se habla italiano, y los habitantes profesan casi exclusivamente la fe católica. No era fácil que el mensaje del Reino se estableciese en ese lugar, pero la Sociedad dispuso las cosas para que se pudiera atender cualquier interés que se hallase, por pequeño que este fuera. ¡Poco esperaba ninguno de los hermanos la rica cosecha que iba a recogerse!

Andreas Monstein, quien era de origen suizo-alemán pero que hablaba italiano, fue asignado a Lugano en 1944. Trabajó el territorio, se encargó de algunos grupos pequeños de personas interesadas y pronunció algunos discursos públicos. Era un comienzo pequeño pero no uno que tuviese que despreciarse. (Zac. 4:10.)

Con el transcurrir del tiempo, otros precursores ayudaron también a sembrar la semilla de la verdad en varios lugares del cantón de Tesino. Fue una dura tarea; las personas estaban en total ignorancia de la Biblia y muchos se veían entrampados por la superstición y el temor al clero. Pero el pequeño grupo de publicadores mostró perseverancia, y finalmente llegó ayuda de una fuente inesperada.

MISIONEROS PROCEDENTES DE ITALIA

Cuando varios misioneros que habían recibido entrenamiento en Galaad se vieron súbitamente obligados a abandonar Italia, establecieron su residencia en Tesino. Con el trascurso del tiempo, muchos de esos misioneros pudieron regresar a Italia, o se marcharon por otras razones, pero mientras tanto se había establecido el fundamento para la formación de varias congregaciones. Un misionero a quien se le recordará por largo tiempo es Angelo Fraese. Permaneció en el hogar misional en Lugano durante veinte años y a veces de manera humorística se le llamaba “¡el ángel de la congregación de Lugano!”. Han transcurrido muchos años desde que se testificó por primera vez en Tesino, y desde entonces se ha predicado mucho. ¿Cuáles han sido los resultados? Actualmente hay en ese lugar 11 congregaciones florecientes con un total de aproximadamente 950 publicadores. Solamente en Lugano hay 4 congregaciones activas, y todavía hay perspectivas de más.

SE PREDICA A LOS “TRABAJADORES INVITADOS”

En Suiza hubo una gran expansión económica después de la guerra. La fuerza obrera suiza ocupó lo que se consideraba como los mejores puestos, pero ¿quién iba a realizar los trabajos humildes? En los países desgarrados por la guerra todavía había muchas personas deseosas de trabajar, por lo tanto comenzó una ola de inmigración. A finales de 1968, los residentes extranjeros ascendían a 933.000, lo que era equivalente al 15% de la población total. La mayor parte de estos “trabajadores invitados” vinieron de Italia. A medida que nuestros hermanos efectuaban su ministerio, pronto dieron con italianos por todo el país. Muchos de ellos mostraron interés en la verdad.

Una experiencia típica es la que tuvo el hermano Rudolf Wiederkehr. Él halló a un trabajador italiano en una vieja casa en Hunzenschwil. Ninguno de los dos hombres conocía mucho del idioma del otro, por ello ¿qué podía hacerse? Nuestro hermano sencillamente le dejó a ese señor un ejemplar de La Atalaya en italiano. A pesar del problema del idioma, el hermano Wiederkehr regresó. Cuando el italiano le vio, rápidamente entró en la casa y le sacó aquel ejemplar de La Torre di Guardia, exclamando con ojos resplandecientes: “Questo è la verità!” (“¡Esto es la verdad!”). Estimulado por esta reacción, el hermano le facilitó al señor Pelagatti tres libros “Sea Dios veraz” en italiano y comenzó un estudio con él, su esposa y su hijo de doce años de edad llamado Gianni. La familia leía los libros en italiano, mientras que el hermano Wiederkehr seguía la lectura en su edición en alemán. Cuando faltaban palabras para entenderse, se valían de abundantes ademanes. A veces, el hijo joven que estaba aprendiendo alemán en la escuela servía de traductor.

Al estudio con la familia Pelagatti se le unió la hija mayor y su esposo, el señor Trombi. Los cinco progresaron bien. Al finalizar el libro, la familia entera voluntariamente manifestó su decisión de renunciar a la iglesia católica y simbolizaron su dedicación a Jehová. Como Testigos celosos llegaron a ser muy útiles en ayudar a otras familias italianas a aprender la verdad. El hermano Pelagatti ya está durmiendo en la muerte pero Gianni y su familia todavía continúan como Testigos fieles en la congregación italiana de Reinach y la familia Trombi sigue activa en la vecindad de Parma, Italia. Y ¿cómo se siente el hermano Wiederkehr? Él exclama: “No pueden imaginarse el gozo que todavía siento por esta experiencia”.

TESTIFICACIÓN INFORMAL CON RESULTADOS DE LARGO ALCANCE

En Lucerna, Irène Frenzel (que sirvió de precursora durante muchos años en esta zona) le mencionó de manera casual a su peluquero italiano que iba a los Estados Unidos para asistir a la asamblea de los testigos de Jehová del año 1953. El peluquero nunca había oído hablar de los testigos de Jehová y preguntó de qué se trataba. Se concordó en tener una consideración después de las horas de trabajo y con la ayuda de una hermana de habla italiana se comenzó un estudio.

El peluquero, Bruno Quilici, tenía muchos deseos de aprender, pero al mismo tiempo se aferraba a sus creencias católicas. Surgían discusiones acaloradas a favor y en contra del fuego del infierno. “¡Nos enseñaron que hay un infierno!”, gritaba repetidas veces, dando un puñetazo en la mesa. Pero finalmente la Biblia prevaleció sobre la doctrina falsa, y el señor Quilici llegó a estar tan absorto en la Biblia que quiso hacer dos estudios a la semana. Durante todo este tiempo todavía cantaba en la iglesia. Sin embargo, con el tiempo, se liberó de los grilletes de la adoración falsa y se dedicó al Dios de verdad, Jehová. Pero dejemos que él mismo nos relate los resultados de sus esfuerzos:

“En primer lugar, me sentí muy feliz de que mi esposa, de origen suizo-alemán, también aceptase la verdad. De esta forma pudimos educar a nuestros dos hijos en armonía con los principios bíblicos. Cuando nos trasladamos al cantón de Aargau, me hallé entre los primeros publicadores italianos de esa región y sentí la responsabilidad de predicar en todos los lugares donde hubiese trabajadores italianos. Mis esfuerzos fueron bendecidos puesto que varias familias aceptaron la verdad, y cuando ahora pienso en las siete congregaciones de habla italiana que se formaron con el trascurso del tiempo, verdaderamente le doy gracias a Jehová por el gozo que debido a ello siento en el corazón.”

¿Se contentó el hermano Quilici con los resultados obtenidos en aquellas inmediaciones? No, él pensó también en sus parientes en Italia. Él dice: “Tan pronto como pude fui a Italia a fin de despertar el interés entre mi familia. Esto no fue en vano. Dos de mis hermanas y sus familias llegaron a ser los primeros Testigos en la vecindad de Lucca. Y actualmente ya hay cinco congregaciones florecientes establecidas en ese lugar”.

Actualmente, el hermano Quilici se ha retirado del trabajo seglar y se ha unido a su hija en el servicio de precursor regular. Su hijo y su nuera también están sirviendo a Jehová de tiempo completo.

UN CRECIMIENTO INCREÍBLEMENTE RÁPIDO

Para los publicadores suizos el que los italianos respondiesen tan deprisa y que su crecimiento fuese tan rápido llegó a ser una sorpresa. Ellos estaban acostumbrados a que los estudios bíblicos que conducían con los suizos durasen varios años; pero no era así en el caso de los italianos. Cuando ellos comprendían cierta enseñanza bíblica, enseguida la ponían en práctica. No había necesidad de invitarles dos veces para que viniesen a una reunión, y rara vez venían solos. Traían consigo a parientes y amigos, y no había ningún temor de lo que los vecinos pudiesen pensar. Aunque algunos tuvieron que vencer oposición de parte de miembros de su familia, el que estuviesen lejos de su hogar y en cierto sentido aislados entre la población suiza contribuyó mucho al rápido crecimiento de las semillas del Reino que se habían sembrado en sus receptivos corazones.

Según explicó Arturo Leveris, cuando comenzó la obra en el circuito italiano a comienzos de 1960, había nueve congregaciones italianas y unos pocos grupos pequeños para visitar. Él siguió diciendo: “Pronto las congregaciones italianas comenzaron a florecer por todo el país. Esto quiso decir que incluso en regiones de habla alemana o francesa se formaron congregaciones italianas para atender el interés de los de su misma nacionalidad”. Con el tiempo se formaron cinco circuitos italianos y las asambleas de circuito, que gozaban de muy buena asistencia, dieron aún mayor ímpetu a la obra entre los italianos.

EXCELENTES CUALIDADES DE LOS ANCIANOS

Los lazos familiares son muy fuertes entre los italianos. Es característico en ellos un amor exagerado por sus hijos, pero también sienten un gran respeto por sus padres de edad avanzada y generalmente cuidan bien de ellos. Esos tiernos sentimientos parece ser que les ayudan a ser buenos ancianos en la congregación, la gran familia cristiana. La actitud bondadosa y considerada, y no obstante firme, de los ancianos ha contribuido inmensamente a la expansión en el campo italiano.

Ellos ponen un buen ejemplo trayendo a la entera familia regularmente a las reuniones, aplicando así el consejo de Hebreos 10:25 y Deuteronomio 31:12. Esta buena costumbre la imitan los nuevos, y también traen a sus hijos. A veces puede que haya un poco de desasosiego y lloros por parte de los más pequeños, ya que todavía no pueden captar las cosas que se enseñan en el Salón del Reino, pero es mejor tenerlos allí que dejarlos en casa, pues con el tiempo aprenden y adquieren sabiduría.

Los Salones suelen llenarse hasta el límite de su capacidad y el aire se calienta y se hace molesto. Pero los hermanos perseveran con paciencia hasta que puede hallarse una solución al problema. Más de una congregación francesa y alemana ha tenido que buscar un Salón más grande, no por ellos, sino por la congregación italiana que usa el mismo Salón del Reino.

Un caso característico es el de la congregación de Neuchâtel. En esa ciudad había una congregación francesa y otra alemana. Más tarde se añadió una italiana y una española, y luego se estableció allí la primera congregación portuguesa de nuestro país. En vista del aumento en el campo de habla extranjera los hermanos se vieron obligados a buscar un lugar de reunión más adecuado. Compraron un piso en un edificio y lo dividieron en dos Salones del Reino que actualmente los comparten las cinco congregaciones.

DESPUÉS DE LOS ITALIANOS, LOS ESPAÑOLES

Otro grupo de “trabajadores invitados”, no tan numeroso como el de los italianos, es el de los españoles. Algunos publicadores atentos han ayudado a muchos de ellos a familiarizarse con el mensaje del Reino, tal como lo ilustra el relato del hermano Hans Bodenmann, padre, de Basilea:

“Un día, al regresar de una visita infructuosa, me fijé en dos jóvenes que estaban en la acera, y uno de ellos leía de un libro que parecía ser una Biblia. Les saludé y vi que eran españoles, y el libro efectivamente era la Biblia. Con ciertas dificultades, les hice entender que regresaría la tarde siguiente al mismo lugar con una persona que hablase español.

”La tarde siguiente me acompañó el hermano Siegenthaler, que había vivido en España por muchos años, y hallamos a cuatro españoles esperándonos. Aunque nunca antes habían tenido contacto con los testigos de Jehová, inmediatamente aceptaron que nos reuniésemos una vez a la semana para estudiar la Biblia en un hogar privado.

”La primera vez que nos reunimos hubo seis personas presentes; luego, ocho. Les proyectamos una de las películas de la Sociedad, y esta les dejó una excelente impresión. Durante el primer año hubo muchos altibajos. Algunos dejaron de asistir, otros regresaron a España, pero otros nuevos ocupaban su lugar. Me alegró mucho ver a Juan Pérez, uno de los primeros hombres a los cuales hablé en la acera, así como a su esposa, llegar a ser publicadores muy activos.”

Finalmente, en diciembre de 1969, el grupo español de estudio se convirtió en la congregación Basel-española, la segunda congregación española de Suiza. (La primera había sido fundada en Lucerna en 1965.) Juan Pérez llegó a ser el superintendente de congregación. Luego, en mayo de 1970, él y su esposa regresaron a España para participar en la obra de precursor especial.

Se organizaron más congregaciones españolas, y desde el año 1972 ha habido un circuito español. La asistencia a su primera asamblea de circuito fue de solo 185, pero desde entonces el circuito ha aumentado a 16 congregaciones, con un total de casi 1.200 publicadores.

Con respecto al campo español e italiano en nuestro país, apreciamos tener a hermanos que puedan hablar esos idiomas además de otro que se hable comúnmente en Suiza. Por ejemplo, Max Wörnhard, de ascendencia suizo-alemana, tiene gran facilidad para los idiomas, y aunque tiene una familia que atender, también sirve parte de su tiempo en la oficina de la sucursal y como superintendente de distrito para los circuitos italiano y español.

APRECIO POR LAS PELÍCULAS DE LA SOCIEDAD

No fueron solamente los “trabajadores invitados” españoles los que se beneficiaron de las proyecciones de las películas de la Sociedad. Todos estábamos muy entusiasmados con ellas. Puesto que muchos de los hermanos se asociaban con congregaciones pequeñas en las zonas rurales, les era difícil visualizar el alcance de la obra mundial de Jehová. Las diferentes películas que mostraban a hermanos de muchas razas y nacionalidades les impresionaron mucho, no solo a ellos, sino también al público. Lo que ellos vieron no era un grupo pequeño e insignificante, sino una organización que abarcaba al mundo entero.

Hubo comentarios muy favorables acerca de las escenas que mostraban a nuestros hermanos negros participando en el servicio del Reino. Una señora se preocupó al ver que en África los candidatos para el bautismo eran bautizados completamente vestidos. Dijo que podrían coger un resfriado cuando anduviesen con esas ropas húmedas después. ¡Ah, pero las temperaturas en África no son las mismas que en Suiza!

Esas películas han sido un medio excelente para lograr que las personas asistan a los Salones del Reino y lleguen a ser testigos oculares del cumplimiento de las palabras de Jesús: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones”. (Mat. 24:14.)

LOS PRECURSORES PREPARAN EL CAMINO EN LIECHTENSTEIN

Lo último que le dijimos acerca de Liechtenstein tenía que ver con la distribución del folleto Fascismo o libertad. ¿Que sucedió en los años siguientes en el hermoso país de Liechtenstein?

Una precursora, Helen Knechtli, fue asignada a trabajar en ese lugar en 1956. Fijó su residencia en Buchs, en la orilla suiza del río Rin, y diariamente cruzaba el puente en dirección a Liechtenstein. La predicación la efectuaba de casa en casa usando solamente la Biblia, pero cuando encontraba cierto interés, dejaba publicaciones al hacer la revisita. La hermana Knechtli era una persona muy amigable y paciente, y esas cualidades le granjearon una respuesta favorable por parte de muchos. Pudo establecer varios estudios bíblicos. ¡Por fin iba penetrando la verdad en el Ländle!

Aproximadamente dos años más tarde, Blanka Hertenstein, que había asistido a la Escuela de Galaad, fue trasladada de Austria a Suiza y recibió la asignación de predicar en Liechtenstein. ¡Organizó su actividad de manera tan hábil que a la policía le llevó año y medio de búsqueda —en un país de solamente 160 Km.⁠2 (62 millas cuadradas)— hasta que finalmente la localizaron! La hermana Hertenstein, aplicando el consejo de Cristo “demuestren ser cautelosos como serpientes y, sin embargo, inocentes como palomas”, visitaba a unas pocas personas en un territorio y luego se iba a otro. (Mat. 10:16.) Al disfrutar de la ventaja de tener un automóvil que unos hermanos generosos habían puesto a su disposición, comenzaba por la mañana en un extremo del país y predicaba pueblo tras pueblo hasta que terminaba el día en el otro extremo. Así, cada vez que alguien avisaba a la policía y esta se presentaba para buscarla, Blanka había desaparecido como si se la hubiese tragado la tierra.

La policía le prohibió que fuese de puerta en puerta, pero la hermana ya había encontrado varias personas que estaban sinceramente interesadas en la verdad, y siguió atendiéndolas. La policía no podía prohibirle tales visitas privadas.

EL LÄNDLE COMIENZA A PRODUCIR FRUTO

En 1961 se bautizó la primera hermana de Liechtenstein en una asamblea en Hamburgo. Un año más tarde, había siete publicadores del Reino, y se conducía un estudio semanal de La Atalaya en un hogar privado.

Aunque la iglesia católica tenía fuertemente asida a la población en esos años y sabía cómo usar el poder estatal astutamente para proceder en contra de los testigos de Jehová, la obra del Reino siguió adelante. En 1965 había once publicadores activos. Algunos de ellos más tarde se mudaron a otros lugares, y dos hermanos que habían venido de Alemania para servir donde la necesidad era mayor tuvieron que abandonar el país. Otros publicadores se hicieron inactivos. Pero la luz de la verdad siguió brillando en Liechtenstein.

UN ARTÍCULO DE ¡DESPERTAD! DERRIBA EL PREJUICIO

La revista ¡Despertad! del 8 de agosto de 1966 (22 de agosto de 1966 en español) contenía un atractivo artículo con el tema “Liechtenstein —una joya en los Alpes”. Este número se distribuyó por todo el país, y los publicadores tanto de Suiza como de Liechtenstein estaban emocionados de poder participar en esta campaña especial.

El artículo fue muy apreciado. Las personas eran abordables y aceptaban gustosamente la revista. Les agradaba la idea de que se leyese en todo el mundo un reportaje acerca de su país, y que este se hubiese escrito en 26 idiomas diferentes (el número de idiomas en el cual ¡Despertad! se imprimía entonces). La Sociedad recibió una carta del departamento de prensa del gobierno expresando las gracias por el excelente artículo.

Después de esta campaña, los hermanos notaron que el prejuicio en contra de la obra de los testigos de Jehová había disminuido. Por consiguiente, desde 1966 la obra de predicación ha topado con menos dificultades que antes.

UNA AMIGA TRABAJANDO EN EL CASTILLO

Cuando usted se acerca a la capital de Liechtenstein, percibe desde lejos el castillo que se alza por encima de las nítidas casas de Vaduz. No, no es sencillamente un vestigio de siglos pasados, sino la residencia actual del príncipe regente. De hecho, el principado de Liechtenstein es una monarquía constitucional hereditaria sobre una base democrática y parlamentaria.

Sucedió que Amalija, una joven de Yugoslavia que estaba interesada en la verdad bíblica, halló empleo en la residencia del príncipe. Ella conocía a los testigos de Jehová de su tierra natal y había adquirido algún conocimiento de la Palabra de Dios. Según la costumbre, se esperaba que ella asistiese a las oraciones que se hacían en la capilla del castillo, pero debido a lo que ella había aprendido de la Biblia, rehusó hacerlo. “Su alteza se sentirá agraviado si usted no nos acompaña a la capilla”, le dijo su superior. “Pero Dios se sentirá agraviado conmigo si lo hago”, contestó ella. Así que la dejaron en paz.

No obstante Amalija tenía un problema que se había agravado debido a la barrera del idioma: ¿Cómo podría ponerse ella en contacto con los testigos de Jehová? Tomó consigo el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado y se dirigió a la cercana estación de ferrocarril de Buchs, Suiza. Mostrando el libro a los transeúntes trató de averiguar con la ayuda de muchos ademanes dónde podía encontrar a las personas que distribuían esa literatura. Pero nadie la entendió. Desanimada, escribió a su país natal solicitando ayuda, y finalmente a través de las oficinas sucursales se la puso en contacto con los hermanos.

Puesto que era una trabajadora buena y confiable, esta joven era muy apreciada entre el personal de la casa del príncipe. Por ello, en 1969 pudo conseguir permiso para asistir a la asamblea internacional “Paz en la Tierra” en Nuremberg, donde asistió con gran entusiasmo a las sesiones en yugoslavo. Fue una de las 5.095 personas que se bautizaron en esa ocasión.

SE ESTABLECE UNA CONGREGACIÓN

Desde 1967 el pequeño grupo de proclamadores del Reino de Liechtenstein ha recibido el apoyo de una pareja de precursores especiales, Oskar y Anni Hoffmann. Ellos han arado el campo fielmente y con perseverancia, han sembrado las semillas de la verdad del Reino y han cultivado y cuidado los brotes tiernos. Es cierto que la cosecha no ha sido sobresaliente, pero actualmente hay una congregación de aproximadamente cuarenta y cinco Testigos activos en Schaan que se reúne en un atractivo Salón del Reino. Algunos publicadores de Suiza ayudan a la congregación por medio de servir en la capacidad de ancianos.

Haciendo un resumen del informe acerca de la obra en el principado de Liechtenstein, el hermano Hoffmann dice: “Hemos tenido que contender con la resistencia del clero y la interferencia de la policía. Esos días ya han pasado. Ahora tenemos que contender con el pensar materialista y la indiferencia hacia los asuntos espirituales, pero nuestros fieles hermanos de Liechtenstein están resueltos a enfrentarse también a este desafío”. Con toda seguridad lo harán, con la ayuda de Jehová.

HABLAR EN LA RADIO, UNA OPORTUNIDAD POCO CORRIENTE

Puesto que la iglesia católica y la protestante son las religiones principales de Suiza, las confesiones más pequeñas raras veces se han oído en la radio. Pero tuvimos una oportunidad de hacerlo en 1956.

Varios movimientos religiosos disidentes habían sido citados a un debate en la radio con representantes de la iglesia evangélica reformada, pero nosotros fuimos los únicos que aceptamos la invitación. Ellos estaban representados por un catedrático de teología de la Universidad de Berna, un profesor de instituto de segunda enseñanza y una maestra; los delegados de la Sociedad fueron Alfred Rütimann y Fred Borys del personal de la sucursal. El debate se abrió con un informe breve acerca de los testigos de Jehová seguido de un breve discurso del catedrático. Entonces comenzó un debate abierto sobre varios temas.

Este programa fue emitido un sábado por la noche, lo cual fue una hora muy favorable. Produjo una respuesta espontánea e inequívoca a favor de los testigos de Jehová por todo el país. Al parecer no fueron solamente los hermanos los únicos que escucharon con entusiasmo y atención. Se recibieron docenas de cartas dirigidas a la oficina sucursal expresando encomio por la manera en la cual los testigos de Jehová se defendieron. Muchas personas estaban disgustadas por la actitud burlona de los representantes de la iglesia evangélica reformada. Y lo que más impresionó fue el hecho de que durante el entero debate nuestros hermanos continuamente citaban la Biblia para apoyar lo que decían, mientras que los representantes de la Iglesia no la usaron ni siquiera una sola vez.

“Hay que descubrirse ante los testigos de Jehová”, exclamó un hombre que telefoneó a la oficina sucursal inmediatamente después de terminar el programa. Otra persona envió una copia de su renuncia a la Iglesia como consecuencia de lo que había oído. Escribió: “Finalmente he hallado lo que estaba buscando”.

El periódico Oberländer Tagblatt resumió el debate de esta manera: “Los debates sobre interpretaciones bíblicas exigen de los participantes mucho de su propio cristianismo práctico y genuino y de su capacidad humana para tratar con los disidentes. Los representantes de la iglesia evangélica reformada no han demostrado ser capaces de sortear esos escollos. Lamentamos tener que decir que si tuviésemos que ponernos a favor de unos o de otros en el debate, nosotros nos habríamos puesto a favor de los representantes de la secta de los testigos de Jehová”.

EMISIÓN MEDIANTE LA ESTACIÓN DE RADIO FRANCESA

Naturalmente, nuestros hermanos de habla francesa también estaban deseosos de poder dar un buen testimonio en su idioma por medio de la radio. Esto pudo efectuarse el domingo día 20 de diciembre de 1970 por la noche. Unas pocas semanas antes, la oficina de Radio Sottens, la estación de radio suiza de habla francesa, se había puesto en contacto con André Eiselé, superintendente de la congregación de Prilly. Los testigos de Jehová iban a ser también entrevistados en una serie de emisiones sobre varios grupos sociales y religiosos del país.

El hermano Eiselé, junto con otros dos hermanos y una hermana, participó en la consideración. Se contestaron las preguntas que formulaba el moderador acerca de nuestra relación con Dios, con nuestro prójimo y con la sociedad humana en general. Puesto que faltaban pocos días para la Navidad, se recalcó la importancia de que la adoración verdadera no estuviese contaminada con ideas y costumbres paganas.

“Solo dos días después de esta consideración se pusieron en contacto conmigo de nuevo”, relata el hermano Eiselé. “El moderador propuso otra emisión que tratase de las impresiones personales y conflictos internos que resultaban de una posición cristiana neutral debido a observar principios bíblicos. Concordé en ello, y la emisión tuvo lugar el viernes 8 de enero de 1971, de 10 a 10.35 de la noche.” Hubo muchos comentarios de aprecio, especialmente por parte de hermanas cuyos esposos estaban opuestos a la verdad. Esos hombres obtuvieron una mejor impresión de los testigos de Jehová y ya no se opusieron de manera tan categórica a que sus esposas asistiesen a las reuniones o participasen en el ministerio cristiano.

TAMBIÉN EN LA TELEVISIÓN

¿Resultaría ser alguna vez la Sociedad Suiza de Televisión lo suficientemente liberal como para presentar a los testigos de Jehová en la pantalla? En nuestra asamblea internacional de 1965 en Basilea vimos el paso adelante. En las noticias diarias se incluyeron informes breves pero favorables sobre esta asamblea. Desde entonces, se han televisado tanto en el canal alemán como en el francés entrevistas o reportajes breves acerca de las asambleas de distrito. Aunque solo han sido de pocos minutos de duración, esos reportajes han despertado el interés de muchas personas.

El reportaje mejor y más detallado de los testigos de Jehová que se ha hecho en la televisión fue en el canal italiano el 26 de enero de 1979. Duró 40 minutos y presentó muchos aspectos de nuestro modo cristiano de vivir. Los espectadores fueron introducidos en el estudio bíblico de familia del hermano Soldati, de Bellinzona; fueron llevados a una asamblea en Milán, Italia, y les fueron mostradas las actividades de nuestra Organización en una visita a la oficina sucursal e imprenta de la Sociedad en Thun. Un rasgo interesante fue la entrevista hecha a Teresa Medici, de Lugano, una hermana que entonces tenía noventa y ocho años y que había sido bautizada a la edad de ochenta años y que todavía estaba hablando valerosamente de sus convicciones. Esta querida hermana ya ha muerto, a los ciento dos años, con su firme esperanza en el cumplimiento de las promesas de Cristo sobre la resurrección. (Juan 5:28, 29.)

LA MAYOR REUNIÓN DE TODAS

La mayor reunión que jamás se había celebrado en Suiza fue la asamblea internacional de 1965 “Palabra de Verdad”, en Basilea, una ciudad de aproximadamente 200.000 habitantes. A la asamblea iban a asistir miles de hermanos procedentes del sur de Alemania así como de Francia y otros países europeos. Se esperaban entre 30.000 y 40.000 visitantes. Según las estimaciones suizas era una asamblea gigantesca, y el hacer los preparativos para ella representaba un desafío.

“‘¿Dónde vamos a alojar a tantos delegados?’, fue lo primero que me pregunté”, recuerda Hans Klenk, el superintendente de distrito suizo quien, junto con Karl Hägele, un superintendente de distrito de Alemania, estaba encargado de la organización.

El programa tenía que presentarse en cinco idiomas: alemán, francés, italiano, español y portugués. Sí, este era un gran acontecimiento para los aproximadamente dos mil hermanos de España y Portugal los cuales, a pesar del hecho de que la obra en sus países todavía estaba proscrita, confiaban en conseguir permiso para viajar a Suiza. Lamentablemente, algunos de ellos no pudieron hacerlo debido a que las autoridades se enteraron que estaban planeando asistir a una asamblea cristiana y debido a ello les negaron los pasaportes.

En la reunión preliminar que se hizo en Basilea, bastante antes de la fecha de la asamblea, aproximadamente ochocientos publicadores, incluyendo algunos de la cercana Alemania, recibieron instrucciones acerca de cómo buscar alojamiento en hoteles, dormitorios de escuelas, zonas de acampada y viviendas particulares en la ciudad y en las ciudades y pueblos de los alrededores. Dedicaron 18.000 horas a esta actividad. Su amor por los hermanos y su entusiasmo les ayudó a emprender la tarea, y para el tiempo en que empezaron a llegar los delegados, ¡ni uno solo tuvo que dormir a la intemperie!

MARAVILLADOS POR NUESTRA BUENA DISPOSICIÓN

Había que efectuar mucho trabajo en el lugar de asamblea, un gran estadio deportivo. Las cinco secciones para los respectivos idiomas requerían cinco plataformas así como todas las otras instalaciones. Hubo setenta y siete hermanos y hermanas que contribuyeron de su tiempo, energías y saber. Por ejemplo, Frieda Hemmig estuvo cavando zanjas para la instalación de sanitarios adicionales el día que cumplía sesenta y cinco años de edad. Todavía sigue pensando que fue un privilegio el haber podido participar en esas obras de amor a favor de “la entera asociación de hermanos”. (1 Ped. 2:17.)

La persona más sorprendida fue el jefe del cuartel de los bomberos de la ciudad. Él exclamó: “¿Cómo lo logran? Aquí tienen ustedes una gran abundancia de trabajadores que no cobran salario, y en la ciudad hay una marcada escasez de obreros a pesar de que se ofrecen salarios altos”.

Uno de los superintendentes de circuito, el hermano Rohleder de Alemania, quien era responsable del departamento de servicio voluntario, le explicó, por citar un ejemplo, que un hermano de Australia que había viajado durante cuatro semanas para poder llegar a la ciudad de asamblea, al llegar a Basilea se dirigió directamente al departamento de servicio voluntario para ofrecer sus servicios como fontanero. Meneando la cabeza, el jefe de los bomberos dijo: “Es asombroso. No puedo creerlo. No hay nadie hoy en día que haga nada sin ser pagado por ello”. Por supuesto, él no había experimentado lo que el espíritu de Jehová puede efectuar por medio de aquellos que se dejan usar por Dios.

El último día de asamblea, el 18 de julio de 1965, un total de 36.785 personas asistieron al discurso público “Gobierno mundial sobre el hombro del Príncipe de la Paz”, presentado por el hermano Knorr. Aquella misma asamblea había sido una demostración de cómo los testigos de Jehová ya han conseguido paz y unidad entre sí. La asistencia estaba repartida de la manera siguiente: 29.827 en la sección alemana; 3.385 en la francesa; 1.340 en la italiana; 1.886 en la española y 347 en la sección portuguesa.

SE NECESITA UN NUEVO EDIFICIO PARA LA SUCURSAL

Con ocasión de una visita del hermano Knorr en 1968, se llegó a una decisión importante. El propio presidente dio la noticia en una reunión especial que hubo en Berna el 29 de mayo: ¡La sucursal iba a tener un nuevo edificio para el hogar Betel y la fábrica! La necesidad de mejores instalaciones era urgente, y los hermanos estaban entusiasmados con esas noticias. Era un reflejo de la bendición de Jehová por sus esfuerzos. Se halló un terreno adecuado en Thun, a aproximadamente 32 Km. (20 millas) del viejo edificio de Betel en Berna. Estaba ubicado en un hermoso lugar, no lejos del lago de Thun y con una magnífica vista de los Alpes. ¡La familia Betel estaba emocionada!

El 11 de febrero de 1969 comenzaron los trabajos de excavación, y para finales de marzo estaban vertiendo el cemento. Después, el trabajo de construcción siguió avanzando rápidamente. El edificio iba a ser aproximadamente dos veces más grande que el antiguo. Iba a tener 5 pisos, 53 habitaciones para la familia y espacio suficiente para la fábrica, almacenes y oficinas. Mucho del trabajo en el interior, tal como el colocar el suelo y trabajo de carpintería, fue hecho por hermanos. Para reforzar la planta baja se usaron 80 toneladas de barras de hierro, de las que 50 toneladas se usaron exclusivamente en el suelo de hormigón de la fábrica. Años más tarde resultó ser una gran ventaja el que el suelo de la fábrica se hubiese construido tan sólidamente.

TAMBIÉN UNA NUEVA ROTATIVA

En vista de la aumentante necesidad de publicaciones, tuvo que instalarse una segunda rotativa en la nueva fábrica. Era una rotativa M.A.N. de 35 toneladas, la cual nos ayudó a instalar el hermano Milan Miller, de Brooklyn. Por supuesto, todavía teníamos la vieja rotativa que la Sociedad había comprado en 1924. Reinhard Pletscher trabajó con ella durante muchos años. La cuidaba tanto que incluso usaba parte de su tiempo libre para limpiar y abrillantar “su” máquina. Este apego hizo que algunos de la familia Betel llamasen a aquella rotativa de color negro, “¡la esposa negra de Reinhard!”. A la hermana Pletscher no le importaba esto, al contrario, bromeaba acerca de ello con el resto de la familia. Sin embargo, debido a este buen mantenimiento y repaso concienzudo, la máquina funcionó durante muchos años después de haber sido trasladada a Thun. El hermano Pletscher terminó su carrera terrestre en el año 1973, y la máquina aún siguió funcionando.

APRECIO POR LAS NUEVAS INSTALACIONES

En la dedicación del edificio, el 16 de mayo de 1970, el hermano Knorr recordó el papel importante que han desempeñado ciertas construcciones de tiempos antiguos con respecto a la adoración de Jehová: el tabernáculo en el antiguo Israel y el magnífico templo construido por Salomón. Él dijo: “Este nuevo hogar Betel, aunque está dedicado a la adoración verdadera, no sería de ningún valor si las personas que usan el edificio no trabajasen de todo corazón en los intereses de la obra de Jehová sobre la Tierra”.

No solamente estaba la familia Betel profundamente agradecida por su nuevo hogar y lugar de trabajo, sino que más de cuatro mil hermanos y personas interesadas aprovecharon la oportunidad para visitar el nuevo hogar Betel durante los dos fines de semana que se mantuvo abierta la casa para recibir a los visitantes en el mes de octubre de ese mismo año. “Nos impresionó mucho el hermoso edificio y la amplia fábrica —dijo una hermana— y nos llena de felicidad el pensar que desde este lugar, no solamente nosotros los publicadores de Suiza, sino también los hermanos de muchos países extranjeros, obtendrán alimento espiritual.”

Como muestra del interés activo y el espíritu de generosidad que reinaba en lo tocante al aspecto económico de esta nueva construcción está la siguiente carta de una hermana joven:

“Queridos hermanos:

”Acabo de terminar mi aprendizaje. En reconocimiento por este logro, fui recompensada con un premio en la forma de una cierta suma de dinero, lo cual me hizo muy feliz. Puesto que no puedo pensar en un mejor uso para este dinero que ponerlo a la disposición de ustedes para el nuevo edificio Betel de Thun, les adjunto la cantidad de 80 francos suizos ($20).

”Con ustedes en el servicio de Jehová, reciban mi amor y saludos sinceros.

”Su hermana,

Marie-Louise.”

LA PERSEVERANCIA ES UN REQUISITO

En nuestro país, cuando las personas aceptan un estudio bíblico no suelen entrar inmediatamente en la verdad, sino que tenemos que ejercer mucha paciencia y perseverancia. Las experiencias demuestran que la mayor parte de los estudios bíblicos solo se pueden comenzar después de que las personas llegan a confiar en el publicador. Las personas tienen que estar convencidas de que nosotros estamos sinceramente interesados en su bienestar personal. Algo que ilustra este punto es el relato de la siguiente experiencia que tuvo Grete Schmidt, una precursora especial que lleva mucho tiempo en este servicio:

“Algunos años atrás, mi esposo y yo llegamos a ponernos en contacto con una amigable familia checa que vivía en Lucerna. La esposa era maestra y su esposo era un deportista de primera categoría en remo. Ambos habían sido educados como ateos, sin embargo disfrutaban de charlar con nosotros. Pero cuando se mencionaba el tema de Dios o la Biblia, ellos sencillamente sonreían [...]. Finalmente dejamos de visitarlos.”

Transcurrieron dos o tres años; entonces apareció un artículo en La Atalaya del 15 de octubre de 1976 (1 de diciembre de 1976, en español) acerca de un hermano que había ganado una medalla de oro como corredor en los juegos olímpicos de Tokyo. “Cuando leí este artículo —sigue diciendo la hermana Schmidt— recordé a la pareja checa, puesto que el esposo había ganado una medalla de plata en los mismos juegos olímpicos. De modo que decidí visitar a aquella familia de nuevo con esta revista. Al principio ellos solo me hablaban de deporte y yo sencillamente escuchaba. En visitas posteriores volví a hablar una y otra vez acerca la Biblia.”

¿Cómo reaccionó la pareja? “Perdónenos, señora Schmidt. Usted ha olvidado que nosotros somos ateos.”

“Sin embargo, continué visitando a esta simpática familia. Por alguna razón notaba que algo no iba bien. Finalmente me di cuenta de que tenían problemas familiares, y ya estaban hablando de divorcio.”

La hermana les mostró con la Biblia cómo vencer tales problemas. Sorprendidos por el consejo práctico que contenía la Biblia, la pareja por fin aceptó un estudio bíblico. Su matrimonio fue fortaleciéndose más y más. Con el tiempo aceptaron la verdad y fueron bautizados en la primavera de 1979. ¿Cómo se siente ahora el hermano Jiri Lundák?

“Antes no podía tolerar oír las palabras ‘santo’, ‘ángel’ y términos similares; me herían los oídos. Tampoco quería oír hablar en absoluto acerca de reuniones. Pero ahora todo esto ha cambiado. Mi tiempo libre le pertenece a Dios y a mi familia. También, con respecto a los amigos, hemos hecho algunos cambios. Ahora sé lo importantes que son las reuniones. He aprendido a asumir la responsabilidad de ser padre, y tenemos una vida de familia feliz. Continuamente le doy las gracias a Jehová por habernos permitido aprender a orar y por habernos tendido la mano antes de que nosotros le buscásemos.” Ciertamente, la perseverancia produce buenos resultados.

ES NOTABLE QUE MUCHOS CANDIDATOS PARA EL BAUTISMO SON JÓVENES

En el año 1975 se alcanzó el mayor máximo de todos los tiempos pues 1.138 personas se presentaron para el bautismo en nuestras asambleas de circuito y distrito, celebradas en cuatro idiomas. En los años siguientes el número decreció, pero entre los aproximadamente 560 candidatos que como promedio hay cada año, es notable que muchos son jóvenes. Algunos de ellos han tenido duras luchas para poder librarse de las tradiciones familiares, pero es muy fortalecedor de la fe observar su disposición. Como ejemplo, le invitamos a leer la historia de un joven:

“Estaba comiendo algo en un restaurante cuando una turista alemana me preguntó si el asiento que había a mi lado estaba libre. Al darle yo una respuesta afirmativa, la señora se sentó y pronto estuvimos conversando. Ella me dijo que tenía mucho trabajo que hacer con los jóvenes, puesto que trabajaba en la Universidad de Constanza, en Alemania. Me indicó lo importante que era mostrar a los jóvenes el mejor camino en la vida. Tuve que darle la razón, puesto que podía ver por mí mismo cuántos jóvenes estaban sufriendo a causa del alcohol y las drogas. Finalmente ella me habló acerca de un libro muy interesante para los jóvenes titulado Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera. Lamentó no llevarlo encima, pero prometió traérmelo. Ella efectivamente me lo trajo, pero puesto que yo estaba muy ocupado, sencillamente me dejó el libro y me dijo que tenía que regresar a Alemania, pero que alguien vendría a verme para considerar el libro conmigo.

”Un hermano se puso en contacto conmigo, y pronto no sólo estaba estudiando sino también asistiendo a todas las reuniones. Mi amor por Jehová iba haciéndose más profundo. Mi vida tenía propósito y de pronto tuve muchos amigos nuevos. Reconocí la necesidad de salir de ‘Babilonia la Grande’. En febrero de 1979 decidí renunciar a la Iglesia. Puesto que estaba lejos de casa, nadie interfirió en que llevase a cabo esta decisión.

”Pero, ¡ay!, cuando se lo notifiqué a mis padres, ¡qué reacción tan violenta! Me telefonearon y me preguntaron si es que me había vuelto loco. Lo intentaron todo a fin de hacerme cambiar de opinión. Yo les expliqué de manera bondadosa que me había dado cuenta de la necesidad de servir al único Dios verdadero y que iba a apegarme a mi decisión. Al día siguiente llegó mi padre y me dijo: ‘¡Tú te vienes a casa conmigo, bribón!’. ¿Puede imaginarse usted como me sentí?”

¿Cómo le fueron las cosas a nuestro joven amigo? Tuvo que acompañar a su padre ante la presencia del sacerdote, el cual trató de persuadirle para que cambiase de decisión, pero no manifestó ningún deseo de considerar ningún texto de la Biblia. Entonces los padres decidieron enviarle a un internado católico. ¿Cómo se sintió él?

“Me sentía muy deprimido, pero deposité mi confianza en Jehová, en armonía con las palabras de Salomón: ‘Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas’. (Pro. 3:5, 6.) Al principio fue muy duro. Cada domingo tenía que ir a la iglesia, pero yo sencillamente me sentaba y le oraba a Jehová mientras los otros participaban en sus ritos. Tuve muchas oportunidades de dar testimonio, y los días que correspondían a las reuniones hacía estudio personal en el colegio. Después de aproximadamente tres meses los sacerdotes reconocieron que era inútil continuar forzándome para que asistiese a la iglesia. Más tarde, se me permitió salir del internado durante todo el domingo. ¿Adivina usted adónde iba?”

En una de las varias entrevistas con el abad, el joven le ofreció las revistas. A su vez, el abad le invitó a que hablase a tres clases de alumnos sobre el tema de los testigos de Jehová. Así que pudo testificar a noventa alumnos y colocarles literatura. Dos de las clases tuvieron tantas preguntas sobre la Biblia que se le concedieron dos horas para contestarlas.

Nuestro joven hermano concluye su relato de esta manera: “Al finalizar el curso, mis superiores incluso me dieron las gracias y me dijeron que nunca habían tenido un discípulo tan diligente. Actualmente tengo el gozo de vivir una vida que tiene propósito, y esto me lo ha otorgado Jehová por medio de su organización terrestre. En el verano de 1980, me bauticé en la asamblea de distrito de Zurich y actualmente estoy experimentando los muchos gozos de servir de precursor. ¡Le doy las gracias a Jehová por su misericordia y su bondad amorosa!”.

EL NUEVO BETEL NECESITA SER AMPLIADO

Después de solamente unos pocos años de actividad en nuestro nuevo edificio de Betel se hizo evidente que necesitábamos más espacio debido al aumento en la producción. Estábamos imprimiendo revistas en seis idiomas, con una producción máxima de 31 millones de ejemplares en 1975. Debido a que la obra de los testigos de Jehová había sido reconocida legalmente en España en 1970, los publicadores necesitaban grandes cantidades de revistas en español a medida que participaban más y más en los rasgos normales del servicio del campo. Teníamos el privilegio de mantenerlos surtidos. Lo mismo fue cierto con respecto a Portugal cuando la obra recibió el reconocimiento oficial en diciembre de 1974. Ya habíamos estado imprimiendo revistas en francés, alemán, inglés e italiano. A partir del año 1981 se añadieron a la lista los idiomas griego y turco, lo cual hacía un total de 15 ediciones mensuales en ocho idiomas. Posteriormente, se añadió la edición trimestral en turco de la revista ¡Despertad!

“Todo esto requería espacio”, explica Lars Johansson, el actual superintendente de la fábrica. “Por ello vimos apropiado usar una sección del jardín a fin de añadir un edificio a nuestro complejo de Betel. En este se instalaría un gran almacén para papel y también había amplio espacio para un departamento de envíos mejor equipado. Como además vimos la necesidad de tener más habitaciones, la nueva estructura tenía que tener habitaciones para otras doce personas.” En febrero de 1978 se dedicó este anexo.

SE INTRODUCEN NUEVOS MÉTODOS DE IMPRENTA

La declaración del apóstol Pablo de que “la escena del mundo está cambiando” es verdaderamente cierta en el caso del viejo sistema de cosas sobre esta Tierra, pero también podría aplicarse con respecto a los métodos de imprenta. (1 Cor. 7:31.) Habíamos oído hablar de los métodos modernos que se habían introducido en las imprentas de la Sociedad en los Estados Unidos y en otros lugares a fin de poder mantenerse al paso con los desenvolvimientos mundiales, y nos preguntábamos cuándo nos tocaría a nosotros.

Pues bien, los preparativos comenzaron en el invierno de 1980-1981. Paso a paso se estableció un nuevo departamento de artes gráficas en el anexo de Betel. Primero, se produjo en cuatro idiomas Nuestro Ministerio del Reino con el sistema de fotocomposición, y en julio comenzamos a imprimir las ediciones en griego de La Atalaya y ¡Despertad! en nuestra recientemente adquirida prensa offset plana.

A esto le siguió la llegada, en junio de 1982, de la primera rotativa transformada para el sistema offset procedente de Brooklyn. Para poder hacerle espacio, nuestro “viejo acorazado”, la prensa rotativa que compramos en 1924, fue desmantelado y convertido en chatarra. ¡Había impreso incontables millones de revistas durante los 58 años que estuvo funcionando!

Entonces recibimos noticias de Brooklyn de que se le había asignado a la sucursal de Suiza una segunda rotativa transformada para el sistema offset. ¡Cuánto nos alegramos de que al tiempo de construir nuestra sucursal en Thun el suelo de la fábrica se hubiese hecho con tanta solidez! Dicha rotativa llegó en diciembre de 1983. Nuestra fábrica estaba ahora bien equipada para producir revistas en ocho idiomas para la distribución o uso personal de los hermanos en casi cien diferentes países.

SE OFRECEN DE BUENA GANA

Nos alegra ver que el espíritu de precursor que se ha extendido por toda la organización visible de Jehová se haya contagiado también a varios hermanos y hermanas de Suiza. Durante muchos años el número de precursores en nuestro país era uno de nuestros puntos débiles, pero desde 1980 el número de precursores regulares ha ascendido de 101 a un máximo de 271, además de 64 precursores especiales (entre quienes están los 2 de Liechtenstein y los 3 misioneros de Suiza). Confiamos que muchos más se sentirán impulsados a emprender este servicio durante el tiempo reducido que queda. (1 Cor. 7:29.)

El hecho de que a muchos más les gustaría participar en el servicio de tiempo completo pero no pueden hacerlo se ve por el aumento en la cantidad de hermanos que se benefician de la oportunidad de servir de precursores auxiliares. En mayo de 1986 un máximo de 1.117 publicadores participaron en este servicio, en comparación con los 361 que lo hicieron en 1980. Creemos que esto es un paso notable hacia adelante en nuestro campo.

La congregación de Dittingen es un buen ejemplo del grado al cual la actitud positiva de los ancianos contribuye a este desarrollo fructífero. Samuel Hurni presentó a 15 precursores auxiliares en la plataforma en la pasada asamblea de circuito de 1985 en Basilea. Explicó: “Nuestra congregación consta de 26 publicadores bautizados, y el 57% de ellos, es decir 15, participaron en el precursorado auxiliar bien en mayo o bien en septiembre, o en ambos meses”. Explicó que los ancianos concordaron entre ellos llevar la delantera en esta actividad. Así que abordaron a otros miembros de la congregación, y les dijeron: “Los ancianos vamos a servir de precursores auxiliares en mayo. ¿Les gustaría servir con nosotros?”. Algunos de los publicadores estaban tan complacidos de que los ancianos les considerasen capaces de rendir este servicio que lo intentaron de manera entusiástica. Este esfuerzo en común ha sido un gran éxito y una bendición para la entera congregación. Todos fueron fortalecidos y se contagiaron del espíritu gozoso de esos precursores. (Sal. 110:3.)

PRESERVANDO LA UNIDAD A PESAR DE LA DIVERSIDAD

Un rasgo notable de la organización del pueblo de Jehová en Suiza es la diversidad de idiomas y antecedentes. Conservar la unidad y avanzar juntos es por lo tanto uno de los objetivos principales que persigue el Comité de Sucursal.

La formación de congregaciones de habla extranjera requiere mucho esfuerzo. El atenderlas implica trabajo administrativo tal como correspondencia con las congregaciones y los superintendentes de circuito, analizar los informes, coordinar y organizar las asambleas, enviar cartas circulares informativas, suministrar instrucciones para el servicio del campo y publicaciones, y mucho más, todo ello en cuatro idiomas; alemán, francés, italiano y español. Puesto que no todos los hermanos de la oficina sucursal hablan esos idiomas, se requiere una gran cantidad de trabajo de traducción.

En el campo el aumento de la población extranjera llegó a ser un desafío para los publicadores. ¿Pasarían ellos por alto esas puertas con la excusa de que la comunicación con esas personas era imposible? ¿O tratarían ellos de por lo menos averiguar su origen y facilitarles una publicación en su idioma? Algunos publicadores que estaban alerta hicieron más que eso. Aprendieron un nuevo idioma a fin de ayudar a esas personas. (1 Tim. 2:4.)

Así pues, aparte de los grupos lingüísticos que ya se han mencionado, hay también personas yugoslavas, portuguesas, griegas y turcas, así como refugiados tamiles y vietnamitas, a los cuales se les testifica, y varios de ellos están mostrando interés genuino o ya han tomado su posición del lado de Jehová. Sí, ¡con personas de tantas y tantas naciones que viven dentro de las fronteras de Suiza, nos sentimos como si tuviésemos un campo misional en nuestro propio umbral!

LA FAMILIA BETEL TAMBIÉN REFLEJA DIVERSIDAD

Nuestra familia Betel consta de aproximadamente sesenta y cinco miembros. Debido a que la sucursal de Suiza es una de las más antiguas, tenemos miembros en nuestra familia que llevan muchos años en la verdad y que han sido como columnas en nuestro equipo de trabajadores. Los visitantes a menudo quedan impresionados por la cantidad de trabajadores que llevan mucho tiempo en Betel. Nos gustaría presentarle a doce de los hermanos y hermanas de aproximadamente sesenta y cinco años de edad. (Véase página 215.) Tienen un registro combinado de servicio en Betel de 552 años, o un promedio de 46 años de servicio cada uno.

Todos ellos son todavía trabajadores celosos. Para citar algunos ejemplos, tenemos a Lydia Wiedenmann, de ochenta y siete años de edad, la cual prepara las mesas cada día; Jules Feller, de ochenta y seis años de edad, que trabaja en la recepción; Arnold Rohrer, de ochenta y seis, que se encarga de reparar nuestras muchas bicicletas; Paul Obrist, de ochenta y uno, que trabaja en la oficina; y Willi Diehl, de setenta y cinco años, que sirve en capacidad de coordinador del Comité de Sucursal.

En la fotografía faltan dos queridos hermanos que finalizaron recientemente su carrera terrestre: David Wiedenmann, que contaba ochenta y dos años de edad, y que trabajó como miembro del Comité de Sucursal hasta el último momento, dejándonos un ejemplo de sencillez y contentamiento; y Gottfried Feuz, que tenía ochenta y ocho años y un registro de sesenta y tres años en el servicio de tiempo completo. En sus últimos años, fue un trabajador concienzudo en el departamento de suscripciones y se le recordará por mucho tiempo debido a su bondad.

Ciertamente puede decirse de estos hermanos y hermanas: “La canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia”. (Pro. 16:31.) Su gran experiencia hace que sean muy preciados para los miembros más jóvenes de la familia. La diversidad en cuanto a edad ciertamente no es ningún obstáculo para la unidad; tampoco lo es la diversidad de idiomas. En el mismo Betel tenemos representantes de tres de los idiomas oficiales. Esto se hace obvio durante la consideración del texto diario y el estudio de familia de La Atalaya puesto que se oyen comentarios en los tres idiomas.

CAMBIOS EN BETEL

Tal como la mayoría de los testigos de Jehová que viven en este siglo XX disciernen, el progreso técnico en años recientes ha sido sobresaliente. No hay duda de que Jehová se ha encargado de hacer disponible tal equipo moderno para ser usado en llevar a cabo la predicación de “estas buenas nuevas del reino [...] en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones”, y todo esto dentro de solo una generación. (Mat. 24:14, 34.)

Teniendo todo esto presente, está claro que la Sociedad está haciendo todo lo que puede por computadorizar sus sistemas. La sucursal de Suiza recibió el ordenador MEPS (Sistema Plurilingüe de Fotocomposición Electrónica) en julio de 1983 y continuamos aprendiendo cómo canalizar nuestro trabajo con la ayuda de este sistema tan versátil. En particular, la gran cantidad de trabajo relacionado con nuestro departamento de suscripciones ha sido reducido a una actividad relativamente simple con unos pocos ordenadores personales. En el departamento de envíos, el ordenador también ha simplificado el trabajo.

Por otra parte, mucho del trabajo de imprenta que solíamos hacer para otras sucursales ha sido asumido por ellas mismas a medida que dichas sucursales han contado con nuevos edificios y rotativas offset. Algunas de las ventajas de esta descentralización son el ahorro de tiempo y de los gastos de envío. Actualmente, la cantidad de revistas que imprimimos de cada edición se ha reducido considerablemente, pero todavía imprimimos con regularidad revistas en seis idiomas.

Debido a todos estos acontecimientos, varios miembros del personal de nuestra sucursal han quedado libres para poder efectuar predicación de tiempo completo en el campo, y nos regocija recibir informes de su excelente trabajo. Es obvio que Jehová bendice a aquellos que se dejan usar en cualquier capacidad, y que él cuida de ellos con amor paternal.

ASAMBLEAS DE DISTRITO CON SABOR INTERNACIONAL

Cuando la Sociedad hizo el anuncio de que habría rasgos especiales en las asambleas de 1985 tuvimos mucha curiosidad por saber qué es lo que se estaba programando. Con el tiempo recibimos información y comenzamos a ocuparnos de organizar nuestras asambleas de distrito “Mantenedores de Integridad” en alemán y francés teniendo presente que tendríamos visitantes del extranjero.

Puesto que el grupo de habla inglesa tenía que ser especialmente grande, hicimos planes para tener un programa en inglés para los cuatro días, simultáneamente con la asamblea en alemán de Zurich del 1 al 4 de agosto. Algunos hermanos de los Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, así como varios hermanos que hablan inglés y que viven en Suiza, estuvieron dispuestos a aceptar asignaciones para discursar. Esto nos permitió poder presentar todos los temas excepto los dramas, para los cuales se invitó a nuestros visitantes a escucharlos en la sección alemana. En la asamblea francesa de Ginebra, el programa en inglés no era tan extenso. Pero en ambas asambleas, nuestros hermanos locales disfrutaron de escuchar informes entusiásticos de los asistentes procedentes de diversos países.

Antes y después del programa, especialmente en la cafetería, los hermanos suizos y los extranjeros tenían la oportunidad de entremezclarse y conversar. Era muy alentador observar cuántos trataban de superar la barrera del idioma por medio de chapurrear el inglés o el alemán que aprendieron en la escuela. Podían entenderse unos a otros, si no con palabras, por lo menos con ademanes, con un abrazo o por la expresión de sus ojos. Fue una demostración de verdadera hermandad, una como la que solamente puede producir el fruto del espíritu de Dios, el amor, “porque es un vínculo perfecto de unión”. (Col. 3:14.)

Muchos de los aproximadamente mil ochocientos asistentes extranjeros acompañaron a los publicadores suizos en su obra de testificar mostrando de esa forma su interés en las actividades del campo de nuestros hermanos en este país. Muchos de ellos hasta incluyeron en su gira una visita a nuestro hogar Betel y fábrica, lo cual fue muy animador para nosotros.

De unos hermanos que asistieron a la asamblea de Ginebra recibimos un emotivo mensaje de despedida que decía en parte: “No queremos marchar sin mencionarles que las cosas que más recordaremos no son la altura de sus montañas o la profundidad de sus lagos, sino que lo que siempre recordaremos es su gran amor por nuestro gran Creador y su fidelidad en esforzarse por observar los principios justos de nuestro Padre. Nos ha estimulado su determinación de seguir manteniendo integridad.

”Sus esfuerzos por conversar con nosotros a pesar de la barrera del idioma han sido muy apreciados.

”Nunca olvidaremos sus rostros amigables y sonrientes, los cuales nos hicieron sentirnos bienvenidos y en casa. Sí, ‘¡cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos moren juntos en unidad!’. Y ¡qué agradecidos estamos por pertenecer a esta familia universal de hermanos!” (Sal. 133:1.)

Así que las asambleas de distrito de 1985, a las cuales asistieron un total de 20.601 personas, nos han dejado muchos recuerdos felices. Todos nos sentimos estimulados a seguir adelante, hombro a hombro con nuestros hermanos de todo el mundo, manteniendo nuestra integridad a Jehová y a Cristo Jesús, y con la expectativa de disfrutar de otras oportunidades maravillosas de compañerismo cristiano.

RESUELTOS A SEGUIR ADELANTE

Hemos repasado juntos aproximadamente noventa y cinco años de acontecimientos teocráticos en Suiza, desde la primera visita del hermano Russell en 1891 hasta nuestros días. De un pequeño chorrillo, las aumentantes aguas de la verdad han alcanzado todo valle y han ascendido hasta los chalés aislados en las montañas. Cuando en las ciudades llamamos a las puertas, las personas a menudo nos reconocen como testigos de Jehová antes de que siquiera tengamos la oportunidad de comenzar a hablar. Por lo tanto, el mensaje del Reino ha sido proclamado y las personas lo han oído. Sin embargo, la gran mayoría se siente segura y satisfecha con su propia situación en la vida y les preocupa muy poco lo que ellos consideran una imposibilidad: Paz duradera en la Tierra bajo el Reino de Dios.

Sin embargo, los esfuerzos de los siervos de Jehová no han resultado ser en vano. Aunque muchos de los que sirvieron a Jehová durante un tiempo han regresado al mundo, nos sentimos felices de haber alcanzado un máximo de 13.659 publicadores leales del Reino en mayo de 1986 (incluyendo a los 42 de Liechtenstein). La asistencia a la Conmemoración en 1986 fue de 25.698 (incluyendo a los 82 de Liechtenstein), lo cual promete mayor aumento en el futuro mientras continúe la paciencia de Jehová. Es interesante que muchos —quizá la mitad— de los publicadores son personas extranjeras que vinieron a Suiza para mejorar su situación económica, e inesperadamente hallaron riquezas espirituales. Muchos publicadores han regresado a su país natal y han ayudado a adelantar la obra del Reino en sus lugares de origen. De ese modo las buenas nuevas del Reino se han extendido a esos países, y los Testigos suizos se sienten muy privilegiados de haber tenido una participación en ello.

En Isaías 56:6 se hace referencia a los de la “gran muchedumbre” como siendo ellos mismos “extranjeros que se han unido a Jehová para ministrarle y para amar el nombre de Jehová, a fin de llegar a ser siervos de él”. La determinación de los miles de ellos que hay en Suiza es perseverar en el servicio de Jehová junto a los 73 miembros del resto ungido que todavía están presentes aquí y en Liechtenstein, proclamando de manera unida la esperanza del Reino a todos aquellos que estén dispuestos a escuchar.

[Mapa de la página 114]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

SUIZA Y LIECHTENSTEIN

FRANCIA

REPÚBLICA FEDERAL DE ALEMANIA

Schaffhausen

Basilea

Río Rin

Lago de Constanza

Brugg

Zurich

Sankt Gallen

Thalwil

Río Aar

Les Convers

Zug

Schaan

Buchs

Vaduz

LIECHTENSTEIN

Neuchâtel

Lucerna

Ragaz

Berna

Payerne

Steffisburg

Yverdon

Friburgo

Thun

Prilly

Lausana

Lago Léman

Gstaad

Aigle

Río Ródano

Ginebra

Bellinzona

Lugano

AUSTRIA

ITALIA

IDIOMAS

Alemán

Francés

Italiano

Romanche

[Ilustración de la página 119]

Adolf Weber, quien llevó el mensaje del Reino a su tierra natal en 1900

[Ilustración de la página 130]

Hermanos usando la “campana de la paz” en un carruaje tirado por caballos en Zurich para despertar interés en la revista “La Edad de Oro” (ahora ¡Despertad!)

[Ilustración de la página 135]

Sucursal e imprenta de Suiza desde 1925 hasta 1970

[Ilustración de la página 136]

Martin C. Harbeck (de pie con su esposa) y J. F. Rutherford

[Ilustración de la página 145]

Heinrich Dwenger, quien sirvió en Betel desde 1910 hasta 1983, en el departamento de suscripciones de Thun

[Ilustración de la página 149]

Portada del número especial de “La Edad de Oro” en el que se presentaban los hechos acerca de la memorable asamblea de Lucerna

[Ilustración de la página 159]

Franz Zürcher, superintendente de sucursal desde 1940 hasta 1953

[Ilustración de la página 161]

Jules Feller comenzó su servicio en Betel en 1924 y todavía está activo a la edad de 86 años

[Ilustración de la página 183]

Willi Diehl, coordinador del comité de la sucursal, con su esposa Marthe

[Ilustración de la página 193]

El castillo, punto de referencia de Liechtenstein

[Ilustración de la página 208]

Hogar Betel, oficina e imprenta de Thun

[Ilustración de la página 215]

Doce hermanos experimentados de la familia Betel que han estado como promedio 46 años cada uno en el servicio de tiempo completo. (De izquierda a derecha: Lydia Wiedenmann, Marthe Diehl, Jules Feller, Willi Diehl, Paul Bigler, Martha Bigler, Paul Obrist, Ernst Zedi, Hans Russenberger, Arnold Rohrer, Johannes Förster, Josefine Förster.)