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Corea

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VISTA desde un satélite, Corea es una llamativa península situada al nordeste de Asia. Se halla justamente al oeste de Japón, y al norte limita con China y la Unión Soviética. A lo largo de toda la costa meridional y occidental, el mar se halla salpicado por más de 3.000 islas, de las cuales 2.600 no están habitadas. ¿Qué extensión tiene Corea? Es casi tan grande como Gran Bretaña.

Al acercarnos más a Corea, podemos apreciar que su topografía es una de las más onduladas del mundo, por lo que queda alrededor de un 20% de tierra llana útil para el cultivo, principalmente de arroz, base de su producción agrícola. Circundando la costa occidental, nororiental y meridional, se extienden zonas de tierra llana. Los vientos monzónicos soplan sobre este país, primero en una dirección y luego en otra, trayendo el frío y seco invierno y, después, el cálido y húmedo verano.

Cuando se contempla de cerca a los coreanos, se advierte que su fisonomía es similar a la de otros grupos asiáticos: cara ancha, pelo negro y liso, tez de tono aceitunado y ojos oscuros. No obstante, difieren de otros grupos en su cultura, lengua, estilo de vestir y gastronomía. Afirman, además, tener una historia que se remonta a cuatro mil años de antigüedad. Su idioma pertenece a la familia altaica, y hoy lo hablan unos sesenta millones de personas.

UNA TIERRA DIVIDIDA

Debido a la posición estratégica de Corea, desde hace tiempo las naciones más poderosas, como China y Japón, han ejercido una fuerte influencia sobre su gente. Como recurso defensivo, el pueblo coreano se aisló hasta convertirse en lo que se llegó a llamar un “reino ermitaño”. En 1910 Japón impuso en Corea un régimen colonial, que duró hasta la finalización de la II Guerra Mundial, a cuyo término las fuerzas militares de Estados Unidos y la Unión Soviética dividieron la península en dos por el paralelo 38. Los americanos retuvieron la parte sur, mientras que los soviéticos permanecieron en el norte. En 1948, por una resolución de las Naciones Unidas, el sur de la península quedó constituido en la República de Corea. Ese mismo año se proclamó en el norte la República Popular Democrática. Ambos gobiernos afirman representar a todo el pueblo coreano.

El 25 de junio de 1950 las tropas norcoreanas invadieron el sur, con lo que dio comienzo la guerra de Corea, que duró tres años. Esto resultó en que la separación entre ambas zonas se hiciese más permanente al establecerse entre ellas una zona desmilitarizada que cruza la península de este a oeste y que está situada a unos 56 kilómetros al norte de la ciudad de Seúl. El gobierno norcoreano no permite el ejercicio de ninguna religión y, por lo tanto, proscribió las actividades de los testigos de Jehová.

INTERÉS EN EL ORIENTE

Según se informó en la revista The Watch Tower del 15 de diciembre de 1912, el primer presidente de la Sociedad Watch Tower, Charles Taze Russell, visitó por primera vez el Oriente a principios de 1912 en calidad de presidente del comité de la IBSA (Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia) —integrado entonces por siete directivos⁠— con el fin de “examinar la condición en la que se hallaba la gentilidad”. El informe añadió: “Como resultado de dicha investigación, se decidió que las condiciones en las que se hallaba la gentilidad justificaban el empleo de algunos fondos de la Sociedad para dedicarlos a la proclamación del evangelio del Reino en aquel lugar. En conformidad con esta decisión, se imprimió literatura en seis de los idiomas principales del país”, incluido el coreano.

En armonía con las conclusiones del comité, se designó al hermano Robert R. Hollister como representante de la Asociación en el Oriente, incluida Corea. Él hizo los preparativos para que se tradujese al coreano e imprimiese el libro El Plan Divino de las Edades. La impresión se hizo en Yokohama (Japón), y el libro fue publicado el 18 de marzo de 1914 bajo el auspicio de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, como entidad editora, y R. R. Hollister, como su representante. El matrimonio W. J. Hollister también pasó una cantidad de tiempo considerable en Corea ocupado en la siembra de la semilla del Reino.

EL PRIMER COREANO QUE SE DEDICA

El número del 15 de agosto de 1914 de la revista The Watch Tower publicó una interesante carta dirigida al hermano Russell, en la que se decía: “En cierto sentido soy un extraño para usted, pero, hace tan solo unos veintidós meses, llegué a adquirir el conocimiento de la verdad por medio de sus escritos. Desde hace algún tiempo he estado impaciente por escribirle para expresarle el especial aprecio que tengo por la verdad, pero las circunstancias no me lo han permitido hasta ahora.

”A usted le interesará saber que soy coreano. Cuando los primeros misioneros llegaron a esta tierra (en 1885), Corea era un reino ermitaño. Desde entonces, algunos coreanos han llegado a identificarse con el cristianismo.

”Durante unos ocho años he ido a la deriva llevado por las peligrosas corrientes, ahora puedo reconocerlo, del espiritismo... una enseñanza satánica. Hoy le doy gracias a Dios por haber enviado a nuestro querido hermano R. R. Hollister con las gozosas nuevas y por haberme salvado de las corrientes que me arrastraban hacia lo desconocido.

”Como casi había perdido el juicio, necesité seis meses para que los ojos y los oídos de mi entendimiento pudiesen abrirse. Desde entonces me he consagrado al Señor y continúo alabándolo.” (Firmado: P. S. Kang.)

¿Quién era P. S. Kang?, y ¿cómo conoció la verdad?

En una asamblea de la IBSA celebrada en San Francisco en 1915, el hermano R. R. Hollister contó cómo conoció al señor Kang. “Mientras estaba en Corea, el Señor me dirigió a Kang Pom-shik *, cuyos servicios contraté para que hiciese algún trabajo de traducción —dijo Hollister⁠—. En poco tiempo empezó a interesarse profundamente en los artículos que traducía, y después de haber estado unos meses a nuestro servicio, profesó su plena consagración [dedicación] al Señor. A partir de entonces hemos usado mucho sus servicios para trabajos de traducción, traducción simultánea, dar clases y en la administración de la sucursal coreana. Con toda confianza espero disfrutar del placer de presentarlo a ustedes en la asamblea general como delegado de la ‘Nación Ermitaña’.”

VIENE MÁS AYUDA DEL EXTRANJERO

En 1915 la hermana Fanny L. Mackenzie, una repartidora (predicadora de tiempo completo) de Gran Bretaña, comenzó a hacer visitas periódicas a Corea, costeándose ella misma los viajes. Empleó papel con el membrete de la IBSA con el fin de dar testimonio. ¿Cómo? Por una cara de la hoja imprimió un mensaje sobre el Reino en inglés, y al dorso, el mismo mensaje traducido al chino, idioma que podían entender la mayoría de los orientales.

En el mensaje se invitaba a que la persona obtuviera a prueba el libro El Plan Divino de las Edades. En el registro que se conserva en la sucursal se indica que de esta manera ella colocó 281 libros. Además de su diligente trabajo en la distribución de literatura, también le pagó al hermano Kang en moneda coreana el equivalente a quince dólares por gastos que este había tenido. En 1949, teniendo ella a la sazón noventa y un años, le entregó el registro de su actividad al actual coordinador del comité de la sucursal, Don Steele, antes de que este viniese a Corea.

LA PRIMERA IMPRENTA

El hermano Kang, secretario y encargado de la obra en Corea, y los que le acompañaban continuaron difundiendo el mensaje, pero la reacción de la gente era lenta. Sin embargo, en 1921 hicieron “peregrinaciones”, celebrando reuniones públicas por todo el país, y se publicó en coreano, para su distribución, el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás. Ese año Corea se sumó a la lista de dieciocho sucursales de la Sociedad que operaban fuera de Estados Unidos.

El tener que imprimir el mensaje en coreano fuera del país creó muchas dificultades. Por consiguiente, en 1922 el hermano Rutherford le envió 2.000 dólares al hermano Kang para que estableciera una pequeña imprenta con siete prensas. En las prensas se imprimió literatura en coreano, chino y japonés. Aun así, no hubo un gran crecimiento durante esos años.

BAJO UNA NUEVA DIRECCIÓN

En el otoño de 1926 la Sociedad estableció una sucursal en Japón, y nombró representante de la obra en Japón, China y Corea al hermano Junzo Akashi, un japonés-americano. Mientras tanto, el hermano Kang, que estaba a cargo de la obra en Corea, había estado empleando la imprenta de la Sociedad para su propio uso, imprimiendo en ella libros mundanos. Hasta tuvo la osadía de vender la imprenta sin autorización. En 1927 el hermano Park Min-joon lo reemplazó.

El hermano Park era repartidor, un fiel trabajador que había hecho largas jornadas a pie de un extremo a otro de la península con el fin de presentar discursos públicos y colocar literatura. Fue objeto de enconada oposición por parte de los misioneros protestantes, pero la policía, que entonces era japonesa debido a que Corea se hallaba bajo la administración de Japón, vino frecuentemente en su rescate.

Hacia 1931 fue necesario disponer de más espacio para la oficina sucursal, por lo que hubo que trasladarla al hogar del hermano Park, en la calle Key Dong, 147, en Seúl.

El hermano Park conocía bien el inglés, y tradujo al coreano los libros Reconciliación y Gobierno, así como otros. Su dominio de este idioma le permitía sostener correspondencia directa con la Central, ubicada en Nueva York. Sin embargo, parece que el hermano Park no conocía tan bien el japonés como Akashi hubiera deseado, por lo que fue reemplazado en 1935. En su lugar, se puso a cargo de la obra al hermano Moon Tae-soon, un maestro de escuela. La disposición diligente hacia el servicio de tiempo completo del hermano Moon sería puesta a prueba en el futuro.

LA ACTIVIDAD DE LOS REPARTIDORES

En 1930, a la edad de veintidós años, el hermano Lee Shi-chong dedicó su vida a Jehová y emprendió el servicio de repartidor. A este respecto él comentó: “Como no tenía suficiente valor para predicar en la ciudad, me hice con una bicicleta y decidí predicar en las provincias. Acomodé mi equipaje y la literatura en la bicicleta, y el primer lugar que visité fue la oficina del condado de la provincia de Kyŏnggi. Al llegar, vacilé en entrar, pero pensé que mi misión era la de ser embajador del Reino, una expresión que había oído muchas veces en boca del administrador de la sucursal. El resultado fue que les pude colocar varios libros a los funcionarios de la oficina del condado, y me sentí mucho más animado y confiado a partir de ese momento”.

El hermano Lee, actualmente anciano de una congregación de Seúl, viajó a lo largo y ancho del país, llegando hasta lo que hoy es Corea del Norte y aun hasta Manchuria. Solía hacer sus pedidos de literatura a la oficina sucursal de Seúl, y solicitaba que se la enviaran a la siguiente ciudad o pueblo que visitaría. Así discurrió su vida por tres años, hasta 1933, cuando la obra de predicar se enfrentó a dificultades.

Los registros correspondientes a 1931 muestran que los proclamadores del Reino se hallaban ocupados. Habían visitado 30.920 hogares, dedicado 11.853 horas al servicio del campo y distribuido 2.753 libros, 13.136 folletos y 3.940 ejemplares de la revista Golden Age. Durante los días 11 al 13 de junio de 1932, se celebró en la ciudad de Seúl la primera asamblea, con una asistencia de 45 personas. Ese mismo año se publicaron en coreano 50.000 ejemplares del folleto El Reino, la esperanza del mundo con el fin de que se distribuyeran gratuitamente. Puede apreciarse que en Corea la obra estaba en proceso de expansión.

REDADAS POLICIALES

El gobierno militarista de Japón reaccionó bruscamente ante el incremento de la actividad del pueblo de Jehová. El superintendente de la sucursal de Japón hizo el siguiente informe, en el que abarcaba tanto lo ocurrido en Japón como en Corea:

“El 10 de mayo de 1933 salí de Tokio, y el día 15 del mismo mes, mientras estaba en Mukden, en la región de Manchuria, recibí una carta en la que se me informaba que todo el personal de la sucursal [de Tokio], cinco hermanos, había sido arrestado y encarcelado, y que el trabajo de la oficina sucursal estaba siendo atendido por hermanas. Los periódicos del 16 y 17 de mayo dedicaban casi toda una página a la noticia del arresto de los testigos de Jehová.

”La policía llevó a cabo redadas tanto en la sucursal de Tokio como en la de Seúl. Se apoderaron de toda la literatura que teníamos almacenada. Les agradará saber que los hermanos japoneses y coreanos mantuvieron su lealtad e integridad a Jehová y a su Rey ungido aun bajo severas pruebas.”

Se calculó que la cantidad de literatura que había en la sucursal de Seúl y que la policía confiscó el 17 de junio de 1933 fue de unas 50.000 unidades. Según informó el periódico Tong A Ilbo, de Seúl, la literatura fue cargada en dieciocho carretillas y llevada a orillas del río Han, a su paso por Seúl, para ser quemada públicamente. El mismo artículo dijo que el 15 de agosto de 1933 se retiraron de los hogares de los hermanos en las proximidades de Pyongyang, en lo que es hoy Corea del Norte, unas 3.000 piezas de literatura, que luego fueron destruidas. Pero, ¿silenciarían estas redadas policiales la obra de dar testimonio?

LA OBRA CONTINÚA

Lee Shi-chong, que servía de repartidor y que fue llamado de nuevo a Seúl a causa de los arrestos, recuerda: “Los hermanos recobraron rápidamente su denuedo y reanudaron la predicación con la revista The Golden Age, la única publicación que no había sido proscrita, y, naturalmente, continuamos reuniéndonos”.

La revista The Golden Age había sido inscrita como periódico, y se distribuyó en el campo coreano de 1933 a 1939. Su precio era de dos jeon, el equivalente a un centavo (E.U.A.). Aunque el abastecimiento principal de literatura había sido destruido, muchos de los hermanos todavía tenían algunos libros y folletos de su propiedad que pudieron prestar e intercambiar entre sí a fin de que las personas que realmente tenían interés pudiesen recibir el mensaje.

Las reuniones se celebraron semanalmente, cada domingo. Los hermanos que las conducían hablaban durante una hora, y si estaba presente alguna persona nueva, repasaban las enseñanzas básicas de la Biblia. Como el conductor era el único que tenía un ejemplar de La Atalaya, él también explicaba el artículo de estudio. La Atalaya se imprimía en japonés con el formato de un folleto. Puesto que durante la ocupación japonesa a los coreanos se les había obligado a expresarse en japonés, ellos podían leerlo, escribirlo y hablarlo.

Sin embargo, en Seúl había muy pocos hermanos para conducir estas reuniones. ¿Por qué? Debido a que el superintendente de sucursal había puesto en la lista de repartidores a cuantos había podido, y los había enviado a territorios distantes. Como resultado, los hermanos de más experiencia estaban dispersos por la península y no podían asociarse entre sí. Por ello, el mejoramiento de los métodos de conducir las reuniones tendría que aguardar a la llegada de los misioneros de la Watch Tower, algo que aún tardaría algún tiempo.

UNA FAMILIA INFLUYENTE HUYE DE “BABILONIA”

Al estar proscrita toda la literatura de la Watch Tower excepto la revista The Golden Age, la obra tenía que efectuarse con cautela. Los hermanos debían ser cuidadosos y discretos al ir de un lugar a otro del territorio. A pesar de que no se celebraban reuniones regularmente, los que aceptaron la verdad fueron personas valientes y resueltas.

La familia Ok es un ejemplo sobresaliente. Todos ellos eran adventistas del séptimo día, bien educados y económicamente acomodados. Además, tenían una buena reputación en la comunidad. El padre de Ok Ji-joon era anciano de su Iglesia y director de una escuela adventista; su esposa, Kim Bong-nyo, * era la interventora de la escuela de la localidad.

“Un día, en 1937 —dijo Ok Ji-joon⁠—, encontré por casualidad una revista The Golden Age en el cubo de la basura. Como era una persona muy religiosa, me interesé en los temas religiosos que tenía, y los leí con detenimiento. Algunos días después, dos hombres me visitaron y me ofrecieron más literatura publicada por ‘El Faro’ (traducción errónea del nombre Watchtower [Atalaya] a la que había dado origen el superintendente de sucursal de Japón, y que también se empleaba en Corea). Me dieron a leer una tarjeta; luego supe que era una tarjeta de testimonio. Con gusto me quedé con las publicaciones que traían. Después, a medida que iba leyéndolas, encontré que había muchas cosas contrarias a mi fe adventista. Escribí a la dirección de Tokio que venía en las últimas páginas del libro, y durante varios meses sostuve por correspondencia una consideración sobre cuestiones doctrinales. La sucursal de Tokio contestaba mis preguntas y adjuntaba algunas revistas La Atalaya en las que subrayaba en rojo distintas porciones.

”La iglesia adventista de Sariwon, en la provincia de Hwanghae, que hoy forma parte de Corea del Norte, me ocasionó algunos problemas debido a que los asedié con preguntas relacionadas con la verdad que acababa de encontrar. El ministro trató de eludir las respuestas, y orgullosamente dijo que hacerle esas preguntas a él, sobre todo teniendo en cuenta que era un íntimo amigo de mi padre, era una actitud irrespetuosa. Pero, en mi opinión, las relaciones personales no tenían por qué interferir en una consideración de la Biblia y, por lo tanto, él me debía una respuesta. Mi hermano más joven también aceptó la verdad y vino conmigo, como asimismo hizo mi hermano mayor. Finalmente, dejamos de asistir a la iglesia.

”Mi padre se opuso a nosotros. Cuando mi hermano mayor y yo cerramos nuestra próspera fábrica de herramientas de labranza con el fin de disponer de más tiempo para la predicación, se puso furioso y nos echó de casa. Sin embargo, no nos dimos por vencidos, sino que continuamos intentando persuadirle con la ayuda de la información de La Atalaya.”

Ok Ryei-joon, el mayor de los hermanos, nos cuenta ahora cómo abrió los ojos a la verdad su padre.

“Un día nos visitó nuestro ministro adventista para decirnos que la sección de inteligencia de la comisaría de policía había ordenado que nuestra Iglesia acudiese al santuario sintoísta para rendir adoración a los dioses japoneses, que izáramos y saludáramos la bandera japonesa en la iglesia y que cantáramos el himno nacional antes de dar comienzo al servicio religioso. La opinión personal del pastor era que los adventistas tendrían que acatar estas órdenes o, de otro modo, serían proscritos y el adventismo desaparecería. El ministro había consultado esta cuestión con la sede de la iglesia adventista y, cuando nos visitó, venía a transmitirnos la respuesta que le habían comunicado. La sede les había dicho que tenían que obedecer la orden policial, aunque esto significara una gran prueba para ellos. Nuestro padre estaba muy decepcionado con esta decisión.”

El padre se interesó en conocer cuál era el punto de vista de la Sociedad Watch Tower sobre esta cuestión. Para determinarlo, comenzó a estudiar la Biblia con sus hijos. Como resultado, pudo percatarse de cuánta razón tenían los testigos de Jehová. Toda la familia —el padre, la madre, cuatro hijos y dos nueras⁠— dejó de asistir a la iglesia.

“Más tarde, en 1938 —prosigue Ok Ryei-joon⁠—, la iglesia adventista envió a nuestro hogar a un misionero americano, el cual nos dijo que los misioneros habían decidido abandonar Corea debido a la opresión del gobierno japonés. Dijo además que el que nuestra familia hubiese abandonado la Iglesia por causa del saludo a la bandera y de la adoración en santuarios sintoístas era algo digno de encomio, y nos animó a permanecer firmes en la fe a Jehová Dios, como hacían todos los demás testigos de Jehová de Corea.”

Cuando el superintendente de sucursal de Japón visitó Corea, toda la familia se bautizó: el 19 de noviembre de 1937. Actualmente, tres de los cuatro hermanos sirven de ancianos. El más joven, Ok Ung-nyun, murió en 1939 en una prisión japonesa a causa de su neutralidad cristiana.

UNA ADVERTENCIA OPORTUNA

Durante la última visita de Junzo Akashi a Corea, en diciembre de 1938, se reunió con 30 hermanos en la casa de Moon Tae-soon, en Seúl, y les dijo que pronto serían arrestados. Les advirtió que, cuando eso ocurriese, no deberían adoptar una actitud irrespetuosa hacia la bandera nacional o hacia el emperador. También les dijo que no deberían transigir. Les instó a que predicaran cuanto fuese posible, llevando consigo los tres folletos que entonces había disponibles: Protection (Protección), Warning (Advertencia) y Enfréntense a los hechos.

Usando el nuevo folleto Enfréntense a los hechos, Akashi ofreció una explicación que afectaría adversamente a los hermanos coreanos. El folleto animaba a las parejas jóvenes a que antes de casarse esperaran unos “pocos años”, hasta después del Armagedón. Él interpretó que esta expresión significaba solo unos dos o tres años, en lugar de un período de tiempo indefinido. En consecuencia, los hermanos coreanos pensaron que solo les quedaban unos pocos meses para predicar, que luego serían arrestados y que, mientras estaban en prisión, vendría el Armagedón.

Unas semanas más tarde la prensa comenzó a atacar a la organización, diciendo que el hermano Rutherford era un “loco pacifista”. Cuando en enero de 1939 el hijo de Junzo Akashi y otro hermano japonés se negaron a incorporarse al servicio militar, el propio Akashi fue requerido ante las autoridades militares del ejército japonés en Tokio para explicar el porqué de esta negativa. A esto le siguieron más arrestos de hermanos: el 21 de junio en Japón, el 22 de junio en Taiwan y el 29 de junio en Corea. Ininterrumpidamente, muchos Testigos fueron encarcelados hasta el fin de la II Guerra Mundial, en 1945.

LOS PRIMEROS QUE MANTUVIERON INTEGRIDAD

La hermana Chang Soon-ok, una ex católica que aprendió la verdad por medio de la revista The Golden Age, nos cuenta lo que ocurrió después de la última reunión de Junzo Akashi en Seúl. “Los que estuvieron presentes en su discurso se fueron al territorio que tenían asignado cargados de libros. Yo fui a Pusan y prediqué allí. En la madrugada del 29 de junio de 1939 fui arrestada. Nueve hermanas fuimos encerradas en la misma celda junto a criminales comunes. En la celda hacía calor, estaba sucia y apestaba. Permanecimos en la cárcel por un año antes de que se nos juzgara.

”En la prisión se obligaba a los prisioneros a rendir culto al emperador cada mañana. Como nosotras rehusábamos, nos esposaron, con una mano a la espalda y la otra sobre el hombro. En ocasiones nos ponían dos esposas, y otras veces encadenaban a dos hermanas juntas colocadas de espaldas. Durante esa temporada, cada vez que teníamos que comer, debían cambiarnos las esposas hacia el frente. Por último, después de siete meses, se dieron por vencidos y nos quitaron las cadenas.

”Cumplida nuestra sentencia, cuatro de nosotras fuimos retenidas por incorregibles en un campo de custodia protegido. Un guarda les dijo a las hermanas que todos los que se hallaban en ese campo serían ejecutados al cabo de pocos días. Repentinamente terminó la guerra, y el 16 de agosto de 1945 por fin fuimos puestas en libertad. Aún hoy me emociono cuando rememoro aquellos años pasados en prisión.”

La familia Ok también estuvo entre los que fueron arrestados. Lee Jung-sang, la esposa del hermano mayor, Ok Ryei-joon, narra su experiencia.

“Cuando yo no era más que un bebé espiritual, pues llevaba menos de dos años bautizada, la policía de Seúl prendió a mi esposo y a su hermano más joven, Ok Ji-joon, y los encarceló. Por entonces, la mayoría de los hermanos y hermanas coreanos fueron arrestados y, posteriormente, conducidos a la prisión de Sodaemun, de Seúl. La policía confiscó de nuevo las publicaciones de la Sociedad... al menos, eso creyeron.

”Mientras todavía estábamos en libertad, fui con mi cuñada, Kim Bong-nyo, y otra hermana, Kim Kyung-hui, al almacén de la Sociedad y nos llevamos toda la literatura que pudimos cargar, ya que teníamos la intención de colocar tanta literatura como nos fuese posible antes de que nos arrestaran. Nos dirigimos hacia el norte, a Pyongyang, y en noviembre de 1939, mientras predicábamos allí, también fuimos arrestadas bajo la acusación de perturbar la paz y distribuir libros que estaban proscritos. Se nos encarceló en la comisaría de Tongdaemun, y más tarde nos trasladaron a la prisión de Sodaemun, donde también se hallaban las otras hermanas. Entre hermanos y hermanas éramos un total de treinta y ocho Testigos en prisión.”

FIELES HASTA LA MUERTE

Otra de aquellas fieles hermanas que fueron encarceladas, la hermana Park Ock-hi, actualmente en el servicio de precursor especial a los ochenta y seis años de edad, recuerda aquellos difíciles días.

“Después de pasar el invierno predicando las buenas nuevas en la provincia de Kyŏngsang, al sur de Corea, regresamos a nuestra casa de Seúl en febrero de 1939. Mi esposo, Choi Sung-kyu, fue inmediatamente arrestado por la policía de la comisaría de Tongdaemun. Le acusaron de rehusar adorar en el santuario sintoísta. Durante los veinte días que permaneció en la cárcel, contrajo las fiebres tifoideas, y lo trasladaron a un hospital. Después de estar cuarenta días en el hospital, fue puesto en libertad, solo para caer en la redada de arrestos que tuvo lugar en junio de 1939.

”Mi cuñado tenía una posición respetable en el gobierno japonés, de modo que envió a un abogado para que lo pusiesen en libertad. Este le dijo a mi esposo que la única manera que tenía de conseguir su libertad era accediendo a adorar en un santuario sintoísta. Mi esposo rechazó la proposición en el acto y le dijo que no volviese a verlo más. Luego me escribió, preguntándome: ‘¿Quién envió a este abogado? ¡Mantén los ojos abiertos! Lee Romanos 8:35-39’. Esta carta animó mucho a todos los que estábamos fuera, y los nuevos se resolvieron a continuar alabando a Jehová.

”Más tarde, en septiembre de 1941, fui arrestada de nuevo, pero solo me retuvieron por quince días. Me dijeron que, ya que mi esposo iba a ser puesto en libertad, debería traer 500 won (250 dólares E.U.A.). Conseguí que me prestaran el dinero y volví a la prisión. Era una noche oscura y fría. Encontré a mi esposo tendido en el suelo y cubierto con una sábana; estaba más muerto que vivo. Lo habían tenido en prisión durante dos años y medio, y ahora exigían 500 won para ponerlo en libertad... ¡en estas condiciones! Unas ocho horas más tarde, mi esposo murió; tenía cuarenta y dos años de edad.

”En septiembre de 1942 fui arrestada por cuarta vez, yendo a parar a la prisión de Sodaemun junto con otras hermanas. Allí tuvimos que soportar torturas inenarrables.”

La guardesa se enfadaba con las hermanas porque rehusaban adorar al emperador japonés. Esto suponía trabajo adicional para ella. En cada comida tenía que cambiarles las esposas y las cadenas. Pero es evidente que pudo darse cuenta de la fidelidad de estas queridas hermanas. Sorprendentemente, unos veinte años más tarde esta mujer empezó a estudiar la Biblia, se reunió de nuevo con estas hermanas en una asamblea de distrito y en 1970 se bautizó.

A los hermanos se les interrogaba una y otra vez, pues las autoridades buscaban maneras de condenarlos. Se les preguntaba: “¿Es cierto que todas las naciones están bajo la influencia del Diablo? ¿Está incluido nuestro gran imperio japonés? ¿Son espías americanos? ¿Cuándo vendrá el Armagedón?”. A esta última pregunta los hermanos contestaban: “Cuando se haya completado la obra de predicar”. Entonces las autoridades los acusaban, diciendo: “Con su predicación instan a que venga el Armagedón, lo que significa que inducen a la destrucción de nuestro imperio japonés. Por consiguiente, están violando la ley del orden público”. Como consecuencia, muchos de los hermanos fueron arrestados y encarcelados por períodos de dos a cuatro años.

De los treinta y ocho hermanos encarcelados, cinco murieron en prisión, entre ellos Moon Tae-soon, el hermano que había estado a cargo de la obra bajo la superintendencia de la sucursal japonesa.

DESILUSIÓN DESPUÉS DE LA II GUERRA MUNDIAL

Junzo Akashi fue el responsable de la obra en Corea desde que en 1926 se asignó su superintendencia a la sucursal de Japón. Cuando los hermanos fueron puestos en libertad en 1945, se dirigieron a él para que les diese instrucciones. Sin embargo, Akashi, que había estado llevando una vida inmoral, había transigido en cuanto a la verdad bajo presión y abandonado la organización de Dios.

No obstante, existía intranquilidad entre los hermanos coreanos debido a que habían creído en su explicación inexacta respecto a los “pocos años” que quedaban antes de que viniese el Armagedón. El pequeño grupo de hermanos se dividió. Algunos, fuertes en la fe, entendían que tenían que continuar predicando; otros perdieron su celo.

Durante varios años después de 1939, los hermanos no tuvieron contacto con la organización de Jehová. Se sentían abandonados. Muchos opinaban que lo que estaba ocurriendo en Corea sucedía también en toda la organización por todo el mundo. No sabían que la Sociedad Watch Tower aún estaba funcionando y que sus hermanos en otros países de la Tierra habían mantenido integridad durante la II Guerra Mundial y que el aumento comenzaba a ser ostensible. Al no haber nadie que tomara la delantera ni contacto alguno con la organización, la adoración verdadera en Corea fue disminuyendo hasta casi desaparecer.

“LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ HAN VUELTO A LA VIDA”

¿Cómo se abrió de nuevo la puerta hacia la adoración verdadera? La hermana Park Ock-hi explica:

“Después de que se nos liberó de Japón en 1945, aunque algunas hermanas insistían en que había llegado el momento de esperar en un ‘lugar secreto’ a que viniese el Armagedón, nosotros continuamos reuniéndonos en mi casa. No había reuniones organizadas; más bien, el hermano que conducía la reunión nos enseñaba valiéndose de las publicaciones antiguas que había disponibles. Durante unos cuantos años, esa fue la única actividad que tuvimos. Uno de los que estaba presente en esas reuniones era mi sobrino, Park Chong-il, un joven de quince años de edad que más tarde llegaría a ser miembro del comité de la sucursal de Corea.

”Para nuestra sorpresa, un día de agosto de 1948 el hermano Choi Young-won nos mostró un artículo en el periódico Stars and Stripes, de la armada norteamericana. El artículo decía que los testigos de Jehová estaban desarrollando una extensa actividad en Estados Unidos y en otros países. Esto nos llenó de entusiasmo. Animamos al hermano Choi a escribir a la Sociedad, en Estados Unidos. Así lo hizo. La Sociedad contestó inmediatamente, enviándonos una caja de literatura. Pletóricos de alegría, cargamos nuestros bolsos con los folletos que nos habían enviado y nos fuimos a predicar de casa en casa por Seúl. ¡Fue maravilloso! Una mujer hasta llegó a decirnos: ‘Los testigos de Jehová han vuelto a la vida’.”

El 24 de junio de 1949 doce personas integraban la primera congregación de testigos de Jehová.

“BIENVENIDOS, MENSAJEROS DE ESPERANZA DE LA WATCH TOWER”

Hasta que no llegó el primero de una larga sucesión de fieles misioneros —cincuenta y dos con el transcurso del tiempo⁠—, no pudo establecerse un vínculo verdaderamente sólido con las oficinas centrales de la Sociedad.

Después que la Sociedad reconoció a la congregación de Seúl, hizo preparativos para enviar al país misioneros formados en la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. A ocho graduados de la undécima clase de Galaad que originalmente habían sido asignados a Japón se les cambió de asignación y se les envió a Corea. Se escogió a Don y Earlene Steele * para que fuesen primero. Después de mucho papeleo, la República de Corea les concedió el visado, y el 9 de agosto de 1949 llegaron al país.

Por motivos de seguridad, solo dos hermanos fueron a recibir a los Steele al aeropuerto de Kimpo. En una verja próxima a la pista de aterrizaje, desplegaron un cartel que decía: “Bienvenidos, mensajeros de esperanza de la Watch Tower”. Estos dos hermanos no sabían inglés, pero sus cálidas sonrisas y los amigables apretones de manos eran todo cuanto necesitaban los hermanos Steele.

Después de alojar al matrimonio Steele en un pequeño hotel, unos diez hermanos se reunieron con el siervo de congregación, el hermano Choi Young-won, que hablaba inglés. Este era el primer contacto que tenían con un representante de la organización en los últimos diez años. Ahora podrían ser contestadas sus ansiosas preguntas respecto a la obra que quedaba por hacer. De modo que se hicieron preparativos para celebrar una reunión al día siguiente por la tarde. En su primera carta a la Sociedad, fechada el 12 de agosto de 1949, el hermano Steele informó:

“Para nuestra sorpresa, estuvieron presentes cuarenta personas, entre hermanos y personas de buena voluntad. Les transmitimos los saludos de los hermanos de Estados Unidos, hablamos de la organización de Dios y luego contestamos muchas de sus preguntas. En muchos aspectos, los hermanos tienen un buen entendimiento y están ansiosos por llevar a cabo lo que haya que hacer. Solo hay dos o tres con ideas erróneas y resentidos porque se hayan extendido tanto los ‘pocos años’ que quedaban hasta el Armagedón mencionados en el folleto Enfréntense a los hechos.”

Como Seúl tenía 1.500.000 habitantes, el doble de los que había antes de la II Guerra Mundial, hallar un hogar para los misioneros era como buscar una aguja en un pajar. Pero a finales de agosto se pudo comprar una magnífica propiedad en el centro de la ciudad. Era un edificio de estilo occidental, bien construido, que previamente había estado bajo el control del gobierno japonés, pero que ahora estaba bajo la administración del gobierno coreano. La casa tenía cuatro habitaciones, una amplia sala de estar, un comedor y la cocina. Ahora la Sociedad podría enviar a los otros seis misioneros. Esta propiedad no solo serviría de hogar misional y lugar de reuniones para la congregación coreana, sino que, a su debido tiempo, también llegaría a ser la oficina sucursal.

COMIENZA A ORGANIZARSE EL MINISTERIO

Como tenían muy pocas existencias de literatura y se recibían muy pocos paquetes por correo, durante algunos meses los dos misioneros y los veintiocho hermanos de Seúl tuvieron por costumbre prestar los folletos a las personas interesadas que hallaban de casa en casa y regresar a recogerlos para prestárselos a otros.

El 1 de enero de 1950 fueron asignados al servicio de precursor cuatro hermanos que estaban deseosos de emprender el servicio de tiempo completo. Para el mes de febrero, una cuarta parte de los miembros de la congregación eran precursores, siete en total, y los restantes publicadores tenían un promedio de 33 horas mensuales. La obra de revisitas y de estudios bíblicos de casa, algo que ellos no habían hecho antes, los entusiasmó.

Los misioneros terminaron su primer mes completo de actividad con dieciséis estudios bíblicos. En lugar de estudiar en sus propias casas, que eran muy modestas, los estudiantes venían al hogar misional. El problema no era empezar estudios, sino encontrar a personas genuinamente interesadas en el mensaje del Reino y no solo en aprender inglés o relacionarse con extranjeros.

Como los misioneros estaban deseosos de tener literatura en coreano para ofrecerla en el campo, la Sociedad dio instrucciones para que se tradujese e imprimiese cuanto antes el libro “Sea Dios veraz”. El hermano Choi era el único capaz de hacer la traducción. Sin embargo, su horario laboral le mantenía tan ocupado que incluso le resultaba muy difícil mantenerse al día con la traducción de La Atalaya para el estudio semanal. Con el fin de aliviar su carga de trabajo, se pidió la colaboración de dos personas que estudiaban con los misioneros, uno era un profesor de inglés y el otro, un funcionario de banca. Sorprendentemente, puesto que ambos tenían un conocimiento limitado de la verdad y de la organización, se hizo una buena traducción.

LAS REUNIONES ORGANIZADAS ANIMAN A LOS HERMANOS

Fue después de la llegada de los misioneros cuando se comenzó a conducir un estudio organizado de La Atalaya. Una vez que el hermano Choi traducía los artículos de estudio, el hermano Park Chong-il copiaba el texto traducido, haciendo un original y ocho copias a carbón en papel cebolla. Cuando el 14 de agosto de 1949 se celebró el primer estudio, como hubo una asistencia de 47 personas, muchos tuvieron que agruparse en torno a cada una de las copias de la revista para poder participar en la reunión. Luego se celebró la primera Reunión de Servicio que se había visto en Corea.

El hermano Shin Wan, que había empezado a asociarse de nuevo con la congregación, tenía una tienda de multicopias que rindió un magnífico servicio a favor de la causa del Reino. Después que se traducían los artículos de estudio de La Atalaya, el texto se pasaba a un cliché, se colocaba en la multicopista y, girando el rodillo manualmente, se hacían copias para todos los que asistieran a las reuniones. ¡Se acabaron las copias a mano!

LLEGAN OTROS MISIONEROS

Toda la congregación esperaba ansiosa la llegada de los restantes misioneros. El 12 de marzo de 1950 Winfield (Scott) y Alice Counts, Grace y Gladys Gregory, Norrine Miller (de casada, Thompson) y Florence Manso (de casada, Janczyn) fueron recibidas en su nueva asignación con una fiesta al estilo coreano y salpicada de su tradicional hospitalidad.

Los nuevos misioneros no habían aprendido el idioma antes de llegar a Corea, pero para mayo de 1950 los ocho tenían un promedio de veinte estudios bíblicos cada uno. Para dar discursos en la congregación, tenían que valerse de un traductor; pero los traductores, al no conocer bien el inglés, algunas veces no eran muy exactos. Por ejemplo: al presentar su discurso, un misionero animó a los hermanos a participar en el servicio, pero el traductor empleó la expresión “servicio militar”.

Después que se celebró la primera Escuela del Ministerio Teocrático, en la primavera de 1950 se dio comienzo también a las Reuniones Públicas. La asistencia había aumentado tanto, más de 162 personas, que se hicieron preparativos para celebrar una serie de discursos públicos en el auditorio de la escuela primaria de Chae Dong. Curiosamente, la primera conferencia, titulada “El destino de nuestra Tierra”, tuvo lugar pacíficamente el 25 de junio de 1950... el fatídico día en que dio comienzo la guerra de Corea.

Más tarde, el hermano Steele informó: “Una vez que terminé la conferencia pública aquel 25 de junio en el auditorio de una escuela primaria de Seúl, la policía nos informó que Corea del Sur había sido atacada y que se había impuesto el toque de queda. He de decir que el interés en la teocracia había aumentado tanto que 336 personas estuvieron presentes en el último discurso público. A la noche siguiente las fuerzas de Corea del Sur cedieron, y Seúl llegó a estar bajo sitio”.

LA GUERRA DE COREA

En julio de 1949 se habían retirado las fuerzas de ocupación, tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética; ambos países habían dejado un reducido personal en calidad de asesores. La península estaba a punto de sufrir una de las guerras más destructivas de nuestros tiempos. Cuando en junio de 1950 se iniciaron los enfrentamientos, el ejército surcoreano tenía menos de 100.000 hombres, equipados con armamento liviano. Sin embargo, las fuerzas norcoreanas disponían de unos 135.000 hombres y una brigada de tanques. Por lo tanto, el norte tenía la ventaja de disponer de un ejército adiestrado y equipo militar, mientras que el sur no estaba preparado para repeler la invasión.

El 28 de junio Seúl, la capital, cayó ante el asedio de las fuerzas norcoreanas, que arrollaron al ejército surcoreano. La batalla continuaría en sucesivos avances y retiradas a lo largo del paralelo 38, hasta que el 27 de julio de 1953 se firmó el armisticio.

EVACÚAN A LOS MISIONEROS

El segundo día después del inicio de la guerra, la red coreana de las fuerzas norteamericanas anunció que se había dado orden para que todos los norteamericanos evacuaran el país. Los misioneros ahora se enfrentaban a un dilema. ¿Deberían permanecer y trabajar junto a los fieles hermanos coreanos o deberían marcharse? Los ocho misioneros se reunieron, pidieron en oración la guía de Jehová y discutieron la tensa situación que se había creado. Permanecer significaba que ineludiblemente serían capturados y encarcelados. Su decisión fue unánime: debían marcharse. El desarrollo de los acontecimientos demostró que habían tomado la decisión correcta.

Un informe que los misioneros enviaron más tarde decía: “Solo teníamos treinta minutos para abordar el último convoy que abandonaría la ciudad. Los efectos personales, así como las cosas que había en la casa, fueron puestas al cuidado del siervo de congregación. En aquel momento la ciudad estaba siendo bombardeada, y en la feroz carrera hacia el aeropuerto de Kimpo también fueron bombardeados nuestros autobuses. Hemos volado a Japón; en este momento los ocho estamos trabajando en Kobe”.

El hermano Lee Shi-chong, siervo de congregación de Seúl, también escribió, y comentó que los pocos extranjeros que habían permanecido en Seúl habían sido llevados en una “marcha de la muerte”.

La asignación de los ocho misioneros en Corea había terminado demasiado pronto: el matrimonio Steele había permanecido en el país poco más de diez meses, mientras que los otros seis misioneros, solo unos tres meses. Pero durante ese corto período de tiempo habían llegado a desarrollar un amor intenso por sus celosos hermanos coreanos. Una vez más, la organización de la obra en Corea perdió el contacto directo con la Sociedad. Continuar adelante con el ministerio y mantener neutralidad cristiana en estas nuevas circunstancias pondría a prueba a cada Testigo coreano individualmente.

FIDELIDAD A PESAR DE LAS DIFICULTADES

El 43% de la capacidad industrial de Corea había quedado arrasado, y un 33% de las viviendas había sido destruido; una buena parte de la población, y entre ellos los hermanos, tuvieron que vivir como refugiados. Los hogares habían sido devastados y la propiedad privada había desaparecido. Permanecer constantemente alerta podía significar la vida. Varios hermanos murieron al ser alcanzados por fuego de artillería. Unos pocos, y entre ellos los que se refugiaron en el edificio de la Sociedad, fueron acribillados a sangre fría por los soldados. Sin embargo, los sobrevivientes nunca abandonaron su comisión de predicar el Reino como la única esperanza de la humanidad. Nunca dejaron de sembrar las semillas de la verdad.

Durante los primeros días de la guerra, la mayor parte de la población de Seúl quedó atrapada en la ciudad. Los hermanos sabían que se les obligaría a unirse al Ejército Voluntario del Pueblo si no huían hacia el sur. Los hermanos Park Chong-il y Ok Ung-suk se escondieron en la ciudad hasta el día 25 de julio, y entonces vadearon el río Han en un esfuerzo por llegar “sanos y salvos” a una zona segura al sur de Seúl. Pasaron junto a centenares de cuerpos muertos, tanques inutilizados y edificios devastados, pero cuanto más se acercaban a la línea de batalla, más difícil era pasar inadvertidos a los soldados norcoreanos.

Como resultado del desembarco del general norteamericano MacArthur en Inchon el 15 de septiembre de 1950, la ciudad de Seúl fue liberada de la ocupación norcoreana, hasta que el péndulo de la guerra basculó de nuevo hacia el lado contrario. El 1 de octubre de 1950 el hermano Park regresó a Seúl y decidió ir de casa en casa; quería saber cuál sería la respuesta de las personas. Las halló tensas y asustadas.

Aunque aún no estaba bautizado, Roh Pyung-il también tuvo que hacer frente a dificultades justamente antes de la guerra. Era el yerno de la hermana Kim Chu-ok, que había mantenido su fidelidad en prisión bajo la ocupación japonesa. Cuando se produjo la primera ocupación norcoreana de Seúl, Roh Pyung-il huyó a las montañas para que no lo obligaran a alistarse en el ejército de ocupación. Sin embargo, los soldados detectaron el humo del fuego que había encendido para prepararse comida, y lo atraparon. Fue conducido a la periferia de la ciudad y puesto junto a un grupo de otros jóvenes que habían sido atrapados en una redada. Los interrogaron uno por uno. Los que no pudieron dar una explicación satisfactoria fueron apartados y fusilados. Roh pensó que sin importar lo que dijese lo matarían, de modo que tomó la decisión de dar testimonio antes de que lo hiciesen.

Se le preguntó por qué había eludido la incorporación al Ejército Voluntario del Pueblo. “Solo puedo servir al Reino de Dios —contestó⁠—. Las dos facciones de esta lucha política serán destruidas por Dios en el Armagedón, y yo no deseo estar ni en un lado ni en el otro. No puedo violar la ley de Dios por seguir leyes humanas contrarias a la suya. No tengo miedo de morir porque creo en la resurrección.”

Su interrogador comentó que él era el primero en decir la verdad, pero que de todos modos tenía que ponerse a un lado. Los soldados levantaron los rifles, apuntaron y dispararon, pero intencionadamente evitaron dar en el blanco. Roh se desmayó, para despertar poco después sorprendido de estar vivo. Sus primeras palabras fueron: “¡La verdad es verdaderamente poderosa!”.

OTRA VEZ REFUGIADOS

El 24 de diciembre de 1950, después de dos meses y medio bajo administración surcoreana, el gobierno ordenó que todos los habitantes de Seúl, excepto los que estaban en edad militar, evacuaran de nuevo la ciudad.

El 4 de enero de 1951, solo once días después, soldados norcoreanos y chinos volvieron a ocupar la ciudad. No obstante, antes de que esto ocurriese, los hermanos echaron mano de todas las pertenencias que podían cargar o llevar en carretillas, e iniciaron de nuevo su vida de refugiados. También llevaron consigo varias cajas de literatura que habían encontrado abandonadas en el hogar misional y que contenían el folleto El gozo de todos los pueblos. Pudieron emplearlos para plantar las semillas de la verdad durante este segundo período que anduvieron de refugiados.

Como era de esperar, los hermanos jóvenes no pudieron escapar de la ciudad. Aunque su posición cristiana neutral era un problema para ellos, con frecuencia les salvó la vida, como muy pronto reconocería el hermano Park Chong-il. Después que el ejército norcoreano entró de nuevo en la ciudad, tanto él como Cho Young-ha, un maestro de escuela superior de religión metodista que se había interesado en la verdad, vivieron calladamente en la casa de una hermana por tres meses y medio.

El hermano Park y su compañero llevaban pocos días escondidos cuando se presentó en la casa la policía secreta norcoreana. El policía sospechó que, o bien eran espías o soldados del ejército surcoreano. Un inspector les examinó las manos para ver si tenían señales de haber manejado armas.

“Somos cristianos que no queremos participar en la guerra, y por esa razón no pudimos abandonar la ciudad, pues hubiésemos sido atrapados por el bando contrario”, le dijeron al inspector. El policía les ordenó que no abandonaran la casa y les amenazó con volver al día siguiente. Tan pronto como se marcharon, el hermano Park y Cho Young-ha rápidamente destruyeron los nombres, direcciones y fotografías que tenían de los Testigos, y se resolvieron a darle testimonio al policía al día siguiente, aunque sabían que podían ser encarcelados.

A la mañana siguiente el policía regresó con otro inspector. El hermano Park les dio testimonio durante aproximadamente hora y media, como si estuviese presentando un discurso público. Ambos hombres escucharon sin interrumpirle, y parecían interesados en su mensaje. Luego, después de varias preguntas, se marcharon bruscamente. Dos días más tarde uno de ellos regresó con un inspector diferente a los anteriores, y el hermano Park y su amigo tuvieron otra oportunidad de darles testimonio. Ya no vino ningún policía más. Sin embargo, ellos tuvieron cuidado de no abandonar la casa. La fe de Cho se fortaleció enormemente y aceptó la verdad.

La guerra ahora basculó en la otra dirección, y el 31 de marzo de 1951 fuerzas de las Naciones Unidas llegaron hasta el paralelo 38, al norte de la península. Seúl quedó una vez más bajo mandos de las Naciones Unidas. Ahora Park Chong-il podía dejar la casa libremente. Intentó atravesar la ciudad para comprobar cómo estaba el hogar misional, pero fue detenido por las fuerzas de las Naciones Unidas. Los soldados surcoreanos que las acompañaban sospecharon de él. Y no era de extrañar, ya que después de permanecer oculto por más de tres meses, estaba pálido y tenía el pelo largo. Como el hermano Park sabía algo de inglés, les dijo a los soldados norteamericanos que era testigo de Jehová y que estaba relacionado con misioneros americanos de la Watch Tower, y que solo pretendía comprobar en qué estado se hallaba la propiedad de los misioneros. Los soldados le creyeron y dejaron que se fuera.

AUNQUE SE HALLABAN EN CONDICIÓN DE REFUGIADOS, LA OBRA SIGUIÓ ADELANTE

Los hermanos, ahora en calidad de refugiados, se establecieron en cinco ciudades principales: Taejon, Taegu, Pusan, Chonju y Kunsan. A medida que la oleada de refugiados buscaba cobijo en cualquier rincón —cobertizos, laderas de montañas, cuevas⁠—, la población de estas ciudades se multiplicó varias veces respecto a su tamaño normal.

Entre los primeros Testigos que llegaron a Taegu, estuvo la hermana Kim Chi-duk, quien ahora tiene ochenta y siete años de edad y aún continúa en el servicio de precursor. Dos de sus hijos murieron durante la guerra. Al llegar a Taegu, empezó a predicar inmediatamente, acompañada de otros dos hijos suyos. En poco tiempo colocó toda la literatura que había llevado consigo, y entonces dedicó la segunda semana a hacer revisitas.

El hermano Lee In-won, que también se había refugiado en Taegu, y la hermana Kim celebraron reuniones con decenas de otros refugiados. Para conducir sus reuniones y participar en el servicio del campo, emplearon capítulos de los libros “Sea Dios veraz” y “Esto significa vida eterna” hechos con una multicopista. Fue en esta ciudad de Taegu donde se organizó la primera congregación de refugiados.

El hermano Ok Ryei-joon y su esposa, Lee Jung-sang, refugiados procedentes de Corea del Norte, se establecieron en Chonju. La hermana Lee relata lo que ocurrió después:

“Empecé un estudio bíblico con cuatro mujeres que servían de diaconisas en la iglesia presbiteriana central. No querían estudiar con la ayuda de las publicaciones de la Sociedad; deseaban usar únicamente la Biblia. El clero vio en nosotros a unos despreciables refugiados y trató de impedir que predicásemos, y hasta envió a una chusma detrás de mí. Estas cuatro mujeres me ayudaron a escapar de la chusma. A pesar de la oposición del clero, ellas continuaron su estudio de la Biblia. Como resultado, con el tiempo veinte personas abandonaron aquella Iglesia y aceptaron la verdad.”

VUELVE LA AYUDA MISIONAL

Como el estado de guerra continuaba, era prácticamente imposible entrar en Corea. Sin embargo, después de mucho papeleo, Don Steele pudo arreglárselas para regresar solo, y el 11 de noviembre de 1951 desembarcó en el puerto de Pusan. Por aquel entonces el cuartel general de McArthur limitaba la entrada al país a una sola persona por cada misión, y no se permitía la entrada de mujeres. Transcurriría un año antes de que Earlene, la esposa de Don, pudiera reunirse con él en Corea.

El 17 de noviembre de 1951 el ejército americano autorizó al hermano Steele a visitar Seúl. Él narra lo que, en compañía de otros hermanos, encontró:

“Aquella tarde atravesamos la ciudad de Seúl hasta llegar al hogar misional. De casi todos los grandes edificios lo único que quedaba era su armazón en ruinas. La ciudad estaba tan silenciosa como el campo. Solo circulaban vehículos militares. A medida que me acercaba, pude ver a lo lejos el hogar misional. Los edificios que había en su entorno estaban totalmente derruidos, pero el hogar misional permanecía en pie. Tan solo había sido alcanzado por una bomba en uno de sus ángulos, donde había abierto un agujero de unos 60 centímetros en la pared de ladrillos. Todos los cristales de las ventanas estaban rotos, el enlucido del cielo raso se había caído, la mayor parte de las puertas habían sido arrancadas y habían quitado el cableado eléctrico.”

Esa misma tarde unos 35 Testigos, principalmente hermanas, se reunieron para escuchar el discurso de servicio del hermano Steele, y se hicieron preparativos para participar en el servicio del campo durante los días siguientes. A la mañana siguiente se presentaron 18 hermanos para testificar en grupo. Antes de que terminara la semana, 24 publicadores habían informado su participación en el servicio del campo. Aquellas valerosas hermanas que habían permanecido en Seúl durante la guerra comenzaban a segar ahora el fruto de su duro trabajo.

Los nuevos publicadores manifestaron su deseo de bautizarse, pero, ¿dónde? Los únicos lugares disponibles eran las casas de baño, que por entonces usaban exclusivamente los soldados de las Naciones Unidas. Se concordó en que se bautizaría a los nuevos hermanos en las casas de baño antes de que llegara el personal de la ONU. En consecuencia, el sábado 29 de diciembre de 1951 antes de las ocho de la mañana 27 nuevos hermanos fueron bautizados, entre los que se hallaba la hermana de la que fuera reina de Corea.

La ciudad de Pusan era provisionalmente la capital de la nación y un lugar estratégico desde el cual atender a los hermanos dispersos por todo el territorio. Se solicitó una nueva multicopista, la cual entró en el país a través del servicio postal del Ejército americano. Sorprendentemente, los hermanos también pudieron conseguir una de las primeras máquinas de escribir con caracteres coreanos. ¡Otro gran paso adelante para los Testigos de Corea!

En diciembre de 1951 y enero de 1952 el hermano Steele pudo visitar todos los lugares donde se habían establecido grupos y congregaciones. Considere este dato: antes del comienzo de la guerra había un total de 61 publicadores en la única congregación del país, Seúl. A finales del año de servicio de 1952 se alcanzó un máximo de 192 publicadores, distribuidos en cinco congregaciones, y esto a pesar de la guerra y de que la mayor parte de los hermanos tuvieron que vivir como refugiados.

Durante esta época, la Sociedad también preparó un envío de ropa. Desde Estados Unidos se enviaron dos toneladas de ropa y zapatos.

¡POR FIN SE IMPRIME LA ATALAYA!

Septiembre de 1952 fue un gran mes para los Testigos: se inscribió la revista La Atalaya en el registro del gobierno y se autorizó su publicación. Al principio, las copias, previamente escritas a mano, se hacían en multicopista; pero a partir de febrero de 1953 se escribieron a máquina. Los primeros números tenían 16 páginas y una tirada de 700 ejemplares cada uno.

El número del 1 de enero de 1954 de La Atalaya marcó el inicio de la impresión en prensas. La primera impresión tuvo una tirada de 2.000 ejemplares, y a partir de enero de 1955 se aumentó el número de páginas a 20, con una tirada de 5.000 ejemplares. Era una edición mensual publicada por una imprenta comercial de Seúl. Sin embargo, en 1961 se convirtió en una revista de publicación bimensual, y con el número de enero de 1967 se aumentaron las páginas a 24.

Para que la obra pudiera ser reconocida legalmente en el país, fue necesario que los Testigos constituyesen una sociedad anónima. Así se formó The Watch Tower Songso Chaekja Hyuphoi of Korea, integrada por una junta directiva de seis miembros y nueve vocales, e inscrita en el registro del Ministerio de Educación el 30 de octubre de 1952. Por una regulación gubernativa, el 25 de febrero de 1969 se transfirió el registro al Ministerio de Cultura e Información, el cual sigue siendo hasta hoy la entidad legal a la que se accede. Al ser una sociedad anónima legalmente constituida, fue posible comprar la propiedad que los misioneros habían tenido antes de la guerra.

SE ESTABLECE LA SUCURSAL

Una carta de la Sociedad fechada el 18 de octubre de 1952 y dirigida a los hermanos coreanos decía: “Las cosas han ido tan bien en Corea que casi parece demasiado bueno para ser cierto”. Más tarde, el 27 de julio de 1953, se firmó un inquietante armisticio y se trazó una zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur. Hasta el día de hoy no existe comunicación entre las dos Coreas o entre los miembros de las familias que quedaron separadas por la zona desmilitarizada.

Hacia finales del siguiente mes, Don y Earlene Steele regresaron a Pusan después de haber asistido a la asamblea internacional de Nueva York. Fue una satisfacción para ellos que Corea cerrara el año de servicio de 1953 con un total de 417 publicadores y siete congregaciones. Por consiguiente, la Sociedad determinó que a partir del 1 de septiembre de 1953 la organización en Corea dejaría de hallarse bajo la superintendencia de la sucursal de Estados Unidos y se constituiría en sucursal coreana. Don Steele sería el siervo de sucursal; actualmente es el coordinador del comité de la sucursal.

La sucursal coreana se estableció en Seúl en el mismo edificio que habían usado los misioneros antes de la guerra. Solo se hicieron las reparaciones más imprescindibles. Se tenía que acarrear el agua y había muy poca luz eléctrica. Los misioneros escogieron la segunda planta, y la congregación local hizo uso de la primera para celebrar sus reuniones.

AYUDA DE UNA FUENTE INESPERADA

A través de los años, algunos de los miles de soldados norteamericanos que habían servido en Corea no solo habían mostrado interés en la verdad, sino que también habían progresado en sentido espiritual. A su regreso a Estados Unidos, y una vez que hicieron los cambios necesarios en su vida, llegaron a ser Testigos activos.

El caso de Norbert Matz, primer sargento del ejército norteamericano, fue un sobresaliente ejemplo. Él deseaba disfrutar de una buena relación personal con Dios. De modo que empezó a estudiar la Biblia con los Testigos mientras estaba en Estados Unidos. Progresó tanto y tan rápidamente que, cuando fue destinado a Corea, estaba capacitado para conducir estudios bíblicos con los coreanos. También ayudó a los hermanos en su preparación para la Escuela del Ministerio Teocrático. ¿Cómo? Puesto que el libro para la Escuela del Ministerio Teocrático no estaba en coreano, les ayudaba a entender la información para la Escuela por medio de un traductor. También ayudó a organizar un bautismo colectivo el 30 de junio de 1953, y empleó vehículos militares para el transporte de los hermanos al lugar del bautismo, donde 52 personas fueron bautizadas. Demostró ser de gran ayuda durante el tiempo en que los misioneros no pudieron entrar en Seúl. Actualmente el hermano Matz sirve de anciano en una congregación de Estados Unidos.

Chun Young-soon era un joven médico del ejército coreano con quien Norbert Matz condujo un estudio bíblico. Se bautizó en 1953, y poco después emprendió el servicio de tiempo completo. Se graduó de la Escuela de Galaad, llegó a ser superintendente viajero y, después, superintendente del hogar Betel; actualmente es miembro del Comité de Sucursal. En aquel mismo año de 1953, Park Chong-il se encaró por segunda vez a la cuestión del servicio militar. Nuevamente ofreció un ejemplo de neutralidad cristiana digno de ser imitado, en beneficio de los hermanos coreanos, así como de otros hermanos.

LA PRIMERA GRAN ASAMBLEA

Habiéndose levantado finalmente la ley marcial en el otoño de 1953, se hizo posible celebrar una asamblea de distrito en Corea: del 6 al 8 de agosto de 1954. Esta tendría lugar en la escuela primaria de Chae Dong. Por primera vez se reunieron hermanos de todos los rincones del país. Se había calculado que se llegaría a una asistencia de unos 700, pero el primer día estuvieron presentes 1.043, y el domingo, para la reunión pública, la asistencia aumentó a 1.245. Muchos recordaban, con sus ojos inundados de lágrimas de alegría, los tenebrosos días de la II Guerra Mundial, seguidos de los horrores de la guerra de Corea. Habían pensado que nunca verían el día en el que tanta gente se pusiera del lado de Jehová.

Un rasgo sobresaliente de esta asamblea fue la celebración del primer bautismo colectivo. El esposo de una hermana, un oficial del cuerpo de bomberos, consiguió que se llenara la piscina de la escuela después que los hermanos la limpiaron de los escombros que habían caído en ella por causa de la guerra. Para alegría y asombro de todos, ese día se bautizaron 284 personas, un 23% de la asistencia total a la asamblea. Llegó a ser evidente que la sucursal iba a tener mucho trabajo que hacer para ayudar a estas personas nuevas a progresar en sentido espiritual.

SE RECIBE MÁS AYUDA DE LA ESCUELA DE GALAAD

En marzo de 1955 llegó a Corea una segunda oleada de misioneros: Milton y Liz Hamilton, Keith y Evelyn Kennedy, Karl Emerson, Norris Peters, Elaine Scheidt (de casada, Ness) y Druzilla (Dru) Craig (de casada, Youngberg). Un numeroso grupo de hermanos fue a recibirlos al aeropuerto de Yoido. En aquel entonces el aeropuerto se hallaba en un islote de arena en el río Han, lugar que hoy se ha convertido en una ciudad dentro de una metrópoli. Aunque ninguno de los nuevos misioneros conocía el coreano, las sonrisas y las lágrimas de alegría, así como los gestos, hablaban por sí solos. Ahora la sucursal estaría de nuevo muy animada, llena de trabajadores, ya que en el edificio se combinaban tanto la oficina sucursal como el hogar misional.

En abril de 1955, un mes después de la llegada de los misioneros, se celebró en Corea la primera asamblea de circuito. ¡Esta fue una nueva y emocionante experiencia para los hermanos! Los misioneros hasta intervinieron en algunas porciones del programa con la ayuda de traductores.

EL HOGAR MISIONAL DE PUSAN

En el otoño de 1955 se abrió un hogar misional en la ciudad portuaria de Pusan, a unos 375 kilómetros al sur de Seúl. Pusan tenía entonces una población de aproximadamente 1.100.000 habitantes, y había una sola congregación de Testigos. Se asignó al matrimonio Hamilton, a Evalyn Myung Hae Park (de casada, Emerson) y a una hermana coreana a establecer un hogar misional en esta ciudad.

Debido a que la ciudad tenía una numerosa población de refugiados, había una gran demanda de viviendas, pero encontraron un alojamiento pequeño. Se hallaba en un segundo piso, y tenía dos dormitorios y una pequeña habitación para el comedor, mientras que el pasillo hacía las veces de cocina. No tenía agua corriente y disponía de una instalación eléctrica mínima, lo cual hacía que tareas como el cocinar, limpiar y lavar se hiciesen pesadas. Para potabilizar el agua, debían hervirla o clorarla.

“En aquellos días los hermanos no tenían muchos medios, pero eran cálidos y amigables, y tenían un gran celo por el servicio del campo”, dijo el hermano Hamilton.

Un total de diecisiete misioneros han servido en la ciudad de Pusan, y actualmente hay 51 congregaciones para una población de 3.500.000 habitantes. Para los hermanos siempre ha sido un privilegio haber tenido un hogar misional en aquella ciudad.

UNA VISITA QUE HIZO HISTORIA

Había llegado un momento trascendental: la primera visita oficial procedente de la central mundial desde los días del hermano Hollister. El 27 de abril de 1956 el hermano Nathan H. Knorr, entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, pisó suelo coreano en el aeropuerto de Yoido, adonde habían acudido a recibirle 500 de los 1.500 publicadores del país. Acompañando al hermano Knorr venían Don Adams, de las oficinas ejecutivas de Brooklyn, y Lloyd Barry (actualmente miembro del Cuerpo Gobernante), quien estaba siendo preparado para servir como superintendente de zona en el Oriente.

La visita de seis días del hermano Knorr marcó un hito en la historia teocrática de Corea. Su primer discurso, dirigido a 1.330 personas reunidas en una asamblea nacional, les confirmó que ellos verdaderamente eran parte de la organización mundial de Jehová. En esta asamblea, 303 personas fueron bautizadas en las frías aguas primaverales del río Han. En señal de las perspectivas futuras, una multitud de 3.473 personas se reunió en el estadio de Seúl para escuchar el discurso público “La unificación de la humanidad bajo su Creador”.

El hermano Knorr pudo apreciar que la obra importante que ahora había que hacer en Corea consistía en ayudar a estas nuevas personas a progresar. Colocó sobre los hombros de los miembros de la sucursal y de los misioneros la principal responsabilidad para efectuar esta tarea. Además, reconoció que algunos se estaban bautizando demasiado pronto, sin suficiente conocimiento de las Escrituras. Como resultado, algunos habían ido cayendo a la orilla del camino. Por consiguiente, consideró con los miembros de la sucursal que celebraran bautismos únicamente en las asambleas de circuito o en asambleas más grandes. Esto sirvió de ayuda. A partir de entonces, las personas interesadas estudiarían y comenzarían a asociarse mucho antes de que se bautizaran, lo que las prepararía para desempeñar sus futuras responsabilidades como Testigos.

AYUDA PARA LA EDUCACIÓN BÍBLICA

En 1956 la obra de los estudios bíblicos adquirió una nueva dimensión con la presentación de una edición completa en coreano del libro “Sea Dios veraz”. Para los coreanos la educación es una de las cosas más importantes de la vida; su índice de analfabetismo es solo de un 8%. La sucursal nunca ha tenido que organizar cursos para enseñar a leer y escribir. Esto, por lo tanto, beneficia la obra de educar a la gente en las enseñanzas de la Biblia, y los publicadores tienen el don de saber hacerlo.

También es de interés hacer referencia a la configuración religiosa de la gente de este país. Aproximadamente un 20% de los 42 millones de habitantes que tiene Corea son budistas, otro 20% profesa ser cristiano y el resto no se pronuncia a favor de ninguna religión en particular. Sin embargo, el chamanismo está muy extendido y el confucianismo domina la actitud y la escala de valores de una mayoría. Los publicadores han estado atentos a ofrecer la enseñanza bíblica a todos aquellos que se hallan en confusión religiosa. ¿Con qué resultados? ¡Sobresalientes!

Durante el año 1956 se nombraron doce precursores especiales que se sumaron a los once misioneros que ya estaban en el país. Hasta este día, este ejército de precursores especiales, compuesto ahora de 400 hermanos, continúa produciendo un fruto excelente. En el pasado los mayores aumentos provenían de las zonas urbanas. Pero ahora, con las modernas vías de comunicación y los medios de transporte, aun en los pueblos y aldeas más pequeños adonde se han enviado precursores especiales se están obteniendo excelentes resultados.

UNA FAMILIA DE TRABAJADORES CELOSOS

El hermano Park Young-shin, un superintendente de circuito, relata cómo su familia aceptó la verdad gracias al esfuerzo de los precursores especiales y a la ayuda del libro “Sea Dios veraz”. Todo dio comienzo en la ciudad de Sunch’ŏn, situada en la provincia de Chŏlla, en la Corea meridional.

“Por entonces había tres precursores especiales en la ciudad; mientras mi madre estaba de visita en casa de unos vecinos, aceptó la revista La Atalaya que uno de ellos le ofreció. Mi hermano mayor y yo le dijimos que no aceptara ese tipo de información, pues los Testigos eran herejes ignorantes. Sin embargo, ella respondió que le habían parecido buenas personas que basaban su mensaje en la Biblia. En eso, dos mujeres Testigos llamaron a nuestra puerta. Les pregunté cuál era la diferencia entre ellos y los protestantes. Me pareció que su explicación era razonable, y acepté el libro “Sea Dios veraz”, y también concordé en estudiar la Biblia con ellas, no para hacerme Testigo, sino con el fin de aumentar mi conocimiento bíblico.

”No se necesitó mucho tiempo para que reconociera que las doctrinas que yo había aprendido eran falsas. Eso me creó un cargo de conciencia, y finalmente decidí abandonar mi Iglesia. Cuando se lo dije al pastor, él comentó: ‘¿Y por qué te vas con los testigos de Jehová? Si es que tienes que cambiar, has podido irte con los metodistas o la iglesia de la santidad. Has escogido una religión equivocada’.

”En octubre de 1957 mi madre, mi hermana mayor y yo nos bautizamos. Más tarde se bautizarían mi padre y mis demás hermanos... siete hijos en total. A la edad de setenta y tres años mi madre sirve de precursora regular, mientras que mi hermana mayor ha estado en el servicio de precursor especial desde 1967 y ha ayudado a unas sesenta personas a dedicarse y bautizarse. Mis dos hermanos mayores son superintendentes viajantes.”

TOCÓ LA ARMÓNICA

Con motivo de la primera de una serie de visitas que realizó el hermano Frederick W. Franz, actual presidente de la Sociedad, se organizó otra asamblea nacional, que se celebró en enero de 1957. Tan pronto como el hermano Franz salió del avión, los hermanos lo llevaron rápidamente al lugar de la asamblea, donde sorprendió al auditorio al decirles que lamentaba que le hubiese tomado sesenta y tres años llegar a Corea. Entonces les deleitó tocando con su armónica algunas canciones del Reino.

Durante los días que siguieron a la asamblea, los hermanos acompañaron al hermano Franz adondequiera que iba, haciéndole todo tipo de preguntas bíblicas. En uno de esos días se organizó una comida a la una de la tarde. Terminada la sabrosa comida coreana, los hermanos comenzaron con sus preguntas, y tuvieron al hermano Franz ocupado hasta las seis de la tarde. Aunque él no se cansó, uno de sus traductores sí, y tuvo que venir otro a ocupar su lugar.

ASAMBLEA INTERNACIONAL VOLUNTAD DIVINA, 1958

Al llegar otros dos nuevos misioneros, Bradley Ness y Bill Phillips, se dispuso que ellos se encargaran de cuidar de la sucursal de Seúl, de modo que los otros once misioneros pudieran asistir a la asamblea internacional de Nueva York. Aparte de los misioneros, también asistió una delegación de catorce hermanos coreanos. Después de la asamblea, dos hermanos, Park Chong-il —quien en 1956 había llegado a ser el primer traductor residente en la sucursal⁠— y Kim Jang-soo, junto a las hermanas Kim Kyung-hi y Lee Hae-young, fueron escogidos para asistir a la Escuela de Galaad.

La asamblea Voluntad Divina se celebró en Corea durante el mes de octubre en un estadio al aire libre, en el que 2.800 asistentes afrontaron valientemente la fría temperatura otoñal durante el programa del domingo. Se bautizaron 153 personas.

SE AMPLÍA LA OBRA DEL CIRCUITO

La sucursal ha hecho frente a la constante necesidad de superintendentes viajantes cualificados en parte asignando a graduados de Galaad a la obra del circuito y distrito. Así se hizo con los hermanos Norris Peters y Karl Emerson, quienes vinieron a Corea en 1955. Al principio, hasta que llegaron a desarrollar fluidez en el idioma, fue necesario que en sus visitas a las congregaciones hubiese hermanos que tradujesen sus discursos. Cuando el hermano Chae Soo-wan, superintendente del Departamento de Servicio y miembro del Comité de Sucursal, empezó a estudiar la Biblia, era oficial del ejército coreano. En 1957 fue nombrado superintendente de circuito y en 1962 asistió a la Escuela de Galaad.

A finales del año de servicio de 1958 se alcanzó un máximo de 2.724 publicadores, distribuidos en 54 congregaciones y muchos grupos aislados, que a su vez se distribuían en cinco circuitos. Con este aumento en el campo, era necesario disponer de hermanos cualificados para que tomasen parte en el servicio viajero. Ok Ryei-joon y su esposa fueron asignados a la obra del circuito, así como Milton y Liz Hamilton, la primera pareja de misioneros que emprendió el servicio viajero en Corea.

Esto significó para los Hamilton aprender a vivir con los nativos y a asimilar sus costumbres, que contrastaban con la vida en el hogar misional. Al ser extranjeros, tuvieron que aprender a familiarizarse con la rutina diaria, con sus hábitos de alimentación, a dormir en el suelo y también a sentarse en el suelo durante las reuniones en el Salón del Reino. En aquel tiempo había escasez de agua, y no tenían instalación de cañería. Sin embargo, todo esto era parte del servicio misional. Actualmente el hermano Hamilton sirve en el Comité de Sucursal y es el superintendente de la imprenta.

El hermano Park Ii-kyun comenzó su servicio de tiempo completo en 1956, y acompañó a uno de los misioneros en la obra del circuito haciendo las veces de traductor. Después de asistir al curso de la Escuela de Galaad, fue asignado de nuevo a la sucursal, y actualmente es uno de los miembros del Comité de Sucursal.

Después que Jerry y Barbara Tylich llegaron a Corea en 1966, fueron asignados a una congregación de Seúl, y posteriormente sirvieron en el circuito. En 1967 se les unieron en esta obra los hermanos Jim Tylich, Merlin Stoin y Durand y Rachel Norbom. Actualmente los Norbom son miembros de la familia Betel de Kongdo. Rachel rememora algunas de las preguntas que solían hacerle cuando visitaba las congregaciones.

“A principios de la década de los setenta era toda una novedad ver a una mujer occidental por las zonas rurales, y una tenía que acostumbrarse a que le hiciesen algunas preguntas de índole muy personal —explica ella⁠—. ‘¿Qué edad tiene usted?’ ‘¿Está casada?’ ‘¿Cuántos hijos tiene?’, y, ante la respuesta, preguntaban: ‘¿Por qué no tiene ninguno?’. En cierto lugar se corrió el rumor de que una pareja americana había venido a adoptar a algunos niños para llevárselos a Estados Unidos, de modo que varias mujeres se presentaron ofreciendo a sus hijos para que los llevásemos a lo que pensaban que sería una vida más próspera.”

Otros que actualmente se hallan ocupados en el servicio viajero en alguno de los 43 circuitos de Corea son: Josef Breitfuss (de Austria), Perry y Geline Jumuad (de Filipinas) y John y Susan Wentworth (de Estados Unidos), misioneros que han llegado al país en los pasados catorce a diecisiete años.

ESCAPAN DE MILAGRO DURANTE UNOS DISTURBIOS

El 13 de abril de 1960 llegó al aeropuerto internacional de Kimpo el hermano Milton Henschel. Su visita como superintendente de zona coincidió con una asamblea de cuatro días, en el primero de los cuales hubo una asistencia de 2.385 personas.

Mientras se celebraba la asamblea de distrito “Ir en pos de la paz”, el gobierno coreano intentaba controlar los sangrientos motines que miles de estudiantes habían provocado. Hubo refriegas en la misma calle en la que se celebraba la asamblea. Felizmente, la asistencia a la asamblea aumentó a más de 4.000 concurrentes —una asistencia récord para una reunión pública⁠—, llenando de tal manera el auditorio Samil Dang que no quedaba rincón ni resquicio sin aprovechar.

El lunes por la tarde, después de la asamblea, el hermano Henschel estuvo presente y presidió la boda de una pareja de misioneros, los hermanos Bradley Ness y Elaine Scheidt. Sin embargo, era peligroso ir desde el lugar donde se había celebrado la boda hasta el restaurante. Al salir de donde había tenido lugar la boda, el hermano Henschel y varios misioneros desembocaron en una calle estrecha. Repentinamente se vieron atrapados entre un tumulto de miles de estudiantes que venían por un extremo de la calle y varios camiones de policías armados que se acercaban por el otro extremo. El hermano Henschel y los que lo acompañaban atravesaron la calle de un salto y entraron en el restaurante solo unos momentos antes de que los dos grupos iniciaran la refriega. ¡Escaparon de milagro! Ya dentro del restaurante estuvieron en paz y tranquilos.

Cuando cinco graduados de Galaad más fueron asignados a Corea, el gobierno coreano les denegó el visado debido a que los opositores habían acusado a los Testigos de ser revolucionarios. El 6 de abril de 1960 Don Steele logró concertar una entrevista con el embajador de Estados Unidos, Walter McConaughy.

El embajador le dijo que era una ironía de la peor clase acusar a los testigos de Jehová de ser revolucionarios. Él había servido en un país de la Europa oriental y sabía cómo habían sido perseguidos los Testigos en la Alemania oriental. Pero también indicó que, siendo Corea un país soberano, tenía el derecho de conceder visados a quien quisiera. Sin embargo, trataría de concertar una entrevista entre el hermano Steele y el ministro de Asuntos Exteriores. Esta tendría lugar el martes 19 de abril de 1960. Como el hermano Henschel era uno de los directivos de la Sociedad en Estados Unidos y aún estaba en Corea, también podría hablar con el ministro.

La situación se estaba deteriorando en el país. El gobierno no podía reprimir las violentas manifestaciones. Finalmente llegó el martes. Los hermanos se entrevistarían con el ministro de Asuntos Exteriores en el centro de la ciudad, precisamente el lugar donde se sucedían con más intensidad las manifestaciones violentas. Resueltos, y no queriendo faltar a la cita, los hermanos se abrieron paso hasta el Ministerio.

Hallaron el edificio totalmente cerrado, las contraventanas de acero cerradas y cercado por una barricada de sacos de arena, tras la cual se habían parapetado los ocupantes del edificio para protegerse del ataque de los estudiantes. Era evidente que ese día no habría entrevista, de modo que los hermanos Henschel y Steele regresaron a casa corriendo a través de las calles tan rápidamente como les fue posible, y esquivando a las víctimas que encontraban a su paso.

Algunos días después, el Ministerio de Asuntos Exteriores notificó a la sucursal que la “causa” de la denegación “había sido retirada” y que los visados habían sido concedidos. En junio de ese mismo año Russell y Dottie MacPhee, Delauris Webb (de casada, Peters), Audrey Wendell (de casada, Holmes) y Lois Dyke (de casada, Renter) llegaron a Corea para emprender el servicio misional. Se estableció un nuevo hogar misional en Kwangju.

RESTRICCIONES TEMPORALES

En la primavera de 1960 cayó el gobierno de Syngman Rhee. Algunos meses más tarde un gobierno debidamente elegido tomó el control del país, solo para ser depuesto por un golpe militar en mayo de 1961. Una vez más una ley marcial reprimió todo el país. Como consecuencia, se proscribieron incluso las reuniones religiosas de gran concurrencia hasta que las nuevas autoridades tuviesen al país bajo control. Sin embargo, la asistencia a las reuniones de congregación no disminuyó bajo estas condiciones.

Cuando todas las restricciones fueron levantadas, el nuevo gobierno exigió que las organizaciones religiosas se inscribieran de nuevo. Esto creaba una situación delicada que resultaría en considerable papeleo. El 25 de noviembre de 1961 la Watch Tower Songso Chaekja Hyuphoi of Korea fue inscrita de nuevo en el Ministerio de Educación.

ASAMBLEAS “BUENAS NUEVAS ETERNAS”

Hubo un gran júbilo entre los hermanos cuando se les anunció que Corea sería uno de los países anfitriones de una de las asambleas “Buenas Nuevas Eternas” que se celebrarían durante 1963. Por entonces Corea era un país en vías de desarrollo. Aunque hoy en día vienen a Corea un millón o más de turistas anualmente, en 1963 este sería el grupo de turistas más grande que jamás hubiese visitado Corea: más de cuatrocientas personas procedentes de diecinueve países. Por consiguiente, todos los Testigos coreanos estaban interesados en la llegada de estos hermanos.

El 24 de agosto de 1963 llegó el primer avión, con 94 delegados de otros países, entre quienes se encontraban el hermano Knorr y su esposa. Estuvo presente el jefe de protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores, quien dio la bienvenida al matrimonio Knorr, y luego fueron conducidos en un automóvil privado. Pero, seguidamente, un convoy de autobuses con los restantes asambleístas y escoltado por un cuerpo especial de policía alcanzó al automóvil en el que iba el matrimonio Knorr y lo dejó atrás.

El bautismo de 612 personas fue el más numeroso hasta esa fecha. El anuncio que se hizo en la asamblea de que a partir de entonces la revista ¡Despertad! en coreano sería quincenal fue acogido con gran alegría por la concurrencia, pues desde el primer número, publicado con fecha del 8 de septiembre de 1959, la revista ¡Despertad! había sido de tirada mensual. La asistencia al discurso público llegó a las 8.975 personas, ¡tres mil de las cuales eran tan solo personas interesadas! No obstante, no ha de pasarse por alto el hecho de que durante ese año se alcanzó un 12% de aumento en el número de publicadores y hubo una asistencia a la Conmemoración de 9.893 personas.

LA PRIMERA AMPLIACIÓN DE LA SUCURSAL

Había una urgente necesidad de ampliar las dependencias de la sucursal con el fin de mantenernos al paso con el sobresaliente aumento en el número de publicadores. En menos de quince años se había dado un salto de tan solo un puñado de publicadores antes de la guerra de Corea a más de 5.000 que informaron al comienzo del año de servicio de 1964. En agosto de ese mismo año se inició la construcción de un anexo de tres pisos que triplicaría la superficie hábil disponible.

El 1 de mayo de 1965 la familia Betel ocupó el edificio. El nuevo Salón del Reino era toda una primicia en Corea... ¡tenía sillas!

LIBROS EN RÚSTICA PARA EL CAMPO

El 19 de julio de 1966 fue otro día histórico. A partir de esa fecha toda la literatura de la Sociedad en coreano se imprimiría en Corea. Ya no se recibirían de la central más cargamentos gratuitos de libros de cubierta dura.

Los libros se imprimirían con una sola tinta, en papel de periódico y encuadernados en rústica, ya que en cubierta dura serían económicamente inasequibles para el público. En cualquier caso, lo verdaderamente importante era el mensaje, y este sería el mismo. Además, casi toda la literatura impresa en Corea por aquel tiempo también se hacía en rústica. ¿Cuál fue la primera publicación? “Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta.”

Los primeros 50.000 ejemplares del libro La verdad que lleva a vida eterna, impresos en coreano en enero de 1969, solo duraron unos meses, e inmediatamente tuvo que hacerse una reimpresión. Los hermanos hicieron buen uso en el campo de esta económica ayuda para el estudio de la Biblia. ¡El número de estudios bíblicos creció con rapidez! Casi todos los que entraron en la verdad durante aquella época aprendieron las doctrinas básicas de la Biblia gracias a esta publicación. Hasta la fecha se han publicado y distribuido más de 2.200.000 ejemplares ¡solo en Corea! El número de publicadores creció de solo unos 8.000 a finales de 1968 a más de 30.000 en 1982, cuando se publicó el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra.

En octubre de 1969, poco después de que se alcanzara el vigésimo segundo máximo consecutivo en el número de publicadores: 10.610, se celebró la asamblea internacional “Paz en la Tierra”, en el gimnasio Chang Choong de Seúl. Ante un auditorio de 14.529 personas, el hermano Franz presentó el libro ¿Es la Biblia realmente la Palabra de Dios? Por primera vez se presentaba una publicación simultáneamente en coreano y en inglés.

UNA CUESTIÓN DE CONCIENCIA

La República de Corea tiene uno de los ejércitos más grandes del mundo. El servicio militar es obligatorio para todos sin excepción, tanto para el clero como para los objetores de conciencia.

El 22 de febrero de 1971 se recibió en la sucursal una carta certificada del gobierno. En ella se acusaba a los Testigos de enseñarle a la gente a que no cantara canciones patrióticas ni votara en las elecciones; también se les acusaba de animar deliberadamente a que se eludiese el servicio militar obligatorio. En respuesta a estos cargos, la sucursal explicó por qué los testigos de Jehová no son anarquistas y la base bíblica que aclara cómo entendemos nuestra sujeción a las autoridades superiores. La sucursal dijo además que los Testigos no interfieren en las acciones del gobierno, como el votar o el servicio militar obligatorio.

La situación empeoró. Después de enterarse del desarrollo de los acontecimientos, el hermano Knorr recomendó a la sucursal que hiciesen una visita a la embajada de Estados Unidos. De modo que el 24 de marzo de 1971 los hermanos Steele y Hamilton tuvieron una reunión de una hora con Francis T. Underhill, el embajador adjunto. Después de una animada discusión sobre la obra de los testigos de Jehová y su posición respecto a los asuntos expuestos, el señor Underhill dijo que presentaría un informe sobre lo considerado ante el Departamento de Estado de Washington. Sin embargo, en esta ocasión no se derivó ninguna otra consecuencia de aquella reunión.

Por consiguiente, desde entonces, legiones de hermanos —jóvenes y adultos⁠— han tenido que enfrentarse valientemente a estas cuestiones. Algunos no han podido terminar su preparación escolar o no han podido hallar un empleo. Los que han muerto esperan la recompensa de una resurrección.

LA ASAMBLEA MÁS GRANDE

Se acercaba el tiempo para la celebración de la tercera asamblea internacional que habría de tener lugar en Seúl: la primavera de 1973. La asamblea “Victoria Divina” ha sido la más grande celebrada en Corea en un solo lugar: más de 29.000 asistentes y 2.002 bautizados.

El hermano Park Ii-kyun, superintendente de esta asamblea, relata: “Debido al desasosiego que existía en el país, las autoridades aún estaban algo intranquilas. Por esta razón, la policía envió a un cuerpo de 130 agentes vestidos de paisano y colocó a dos en cada uno de los departamentos de la asamblea, aparte de los que estaban distribuidos por todo el estadio. Llegaron a comentar que habíamos obedecido mejor que personas con educación universitaria.

”Cuando se celebran acontecimientos deportivos u otras reuniones en estadios al descubierto, si comienza a llover, se produce una estampida general, y todo el mundo corre desesperadamente hacia las salidas. Durante una de las sesiones de la asamblea, comenzó a llover con fuerza, y la policía corrió a abrir las puertas de salida; pero, para su asombro, no se marchó nadie. Más bien, todos abrieron sus paraguas y permanecieron sentados tranquilamente escuchando el programa.

”Además, el gerente me dijo que nunca había estado tan limpio el estadio y que si pudiese alquilarlo a los testigos de Jehová una vez al mes, siempre estaría limpio.”

UNA CAUSA DE PREOCUPACIÓN

Hacia la primavera de 1975 todo parecía marchar bien. La familia Betel se había mudado a sus nuevas y espaciosas dependencias, y el hermano Lloyd Barry vino de Japón para pronunciar el discurso de dedicación. El año de servicio de 1975 finalizó con un informe sobresaliente, que incluía la cantidad de 8.120 personas bautizadas durante el año. De modo que en solo tres años se habían bautizado 19.600 personas. Bastante más de la mitad de los Testigos coreanos llevaban menos de tres años en la verdad.

Sin embargo, los primeros meses del año de servicio de 1976 comenzaron con una sensible disminución del número de publicadores y de estudios bíblicos. Esta tendencia continuó por más de tres años, hasta llegar a un 26% de disminución en el número de publicadores: de 32.693 en agosto de 1975 a 24.285 en noviembre de 1978. La asistencia a la Conmemoración también bajó: de más de 68.000 en 1975 a 49.545 en 1978. Los hermanos de la sucursal estaban desconcertados. ¿Cambiaría esta tendencia?

Naturalmente, ni ellos ni la Sociedad habían permanecido impasibles ante este retroceso. Una carta de la Sociedad con fecha del 4 de abril de 1977 dijo:

“Confiamos en que los hermanos son cuidadosos en su enseñanza. Es evidente que ha habido quienes han dado demasiado énfasis a la fecha de 1975 y, por consiguiente, no se ha colocado un fundamento sólido. Como es de suponer, el fundamento debe ser la fe en Cristo Jesús y en el sacrificio de rescate, y la dedicación debe hacerse sobre la base de un buen entendimiento.”

Ciertamente esta fue una observación muy franca. Hubo quienes en sus estudios bíblicos de casa habían dado demasiada importancia a una fecha. Muchos de los que se habían bautizado en fechas recientes habían aceptado la verdad impulsados por la emoción. Incluso algunos ancianos habían hecho girar sus esperanzas en torno al año 1975. Además, como resultado del rápido crecimiento económico de Corea, el materialismo se había infiltrado en el país, y el espíritu nacionalista estaba en alza. El resultado: apatía entre los hermanos.

EL CAMINO HACIA LA RECUPERACIÓN: LARGO, PERO SEGURO

Hubo más de 24.000 Testigos, sólidos en la fe, que no fueron sacudidos por una fecha. Pero aun así, el camino hacia la recuperación de un nuevo máximo de publicadores tardaría en llegar ocho largos años, y no se alcanzó hasta el mes de agosto de 1983.

Ya no hubo quienes entraran en la verdad solo por un impulso emocional, y los que se bautizaban lo hacían sobre la base de una dedicación hecha con conocimiento. Muchos de los que se habían hecho inactivos comenzaron a volver, reconociendo que, verdaderamente, no había ningún otro lugar adonde ir. Muchos aprendieron de la manera más dura que solo hay un lugar donde está la verdad.

EL PRIMER SALÓN DE ASAMBLEAS DE ORIENTE

Hacia mediados de la década de los setenta comenzaron a surgir dificultades para obtener lugares idóneos en los que celebrar las asambleas de circuito y otros programas especiales. Como solución, los hermanos decidieron construir un Salón de Asambleas con sus propios medios. Su diseño y construcción eran simples, pero resultaba suficiente para hacer que las asambleas fuesen confortables para todos los que asistiesen. Por consiguiente, el primer Salón de Asambleas de los testigos de Jehová de Oriente se construyó en Pusan (Corea), y fue dedicado en abril de 1976. Actualmente Corea tiene siete Salones de Asambleas, que dan servicio al 75% de los publicadores del país.

AJUSTES EN LA PUBLICACIÓN DE LAS REVISTAS

Nuevas regulaciones gubernativas que entraron en vigor en 1980 obligaron a la sucursal a hacer algunos ajustes en la publicación de las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Esto significaba que si una organización publicaba dos revistas, solo se le permitiría publicar una. De modo que en noviembre de 1980 la revista ¡Despertad! quedó incluida entre un total de 67 publicaciones periódicas que fueron canceladas por el gobierno. La sucursal coreana hizo cuanto estuvo a su alcance con el fin de que se revocara esta decisión, pero fue inútil.

Unos dos meses después las autoridades comunicaron inesperadamente que permitirían que se le añadiera un suplemento a la revista La Atalaya: ¡el espíritu santo estaba operando! El suplemento llevaría la misma fecha que La Atalaya, el 1 y 15 de cada mes. Este procedimiento está aún vigente.

SE IMPIDE LA ENTRADA DE MISIONEROS

Ya no hacen falta misioneros en Corea para trabajar el territorio, pues los precursores coreanos pueden hacerlo adecuadamente. Pero aún hacen falta para entrenar y edificar espiritualmente a los hermanos. Teniendo esto presente, en el otoño de 1977 la Sociedad asignó a Corea a cinco nuevos misioneros. Pero, para sorpresa de la sucursal, no se les concedió el visado. Los diecisiete misioneros que ya estaban en el país podían permanecer, pero no se permitiría entrar a ningún otro misionero de la Watch Tower. Más aún, si los que ya estaban allí abandonaban el país, no se les concedería permiso para volver a entrar.

Sin embargo, desde fines de 1987, los misioneros han estado muy agradecidos por la consideración que las autoridades han mostrado al concederles permiso para volver a entrar en el país si salen de él.

UN PROYECTO GIGANTESCO

En el verano de 1979 el Cuerpo Gobernante autorizó a la sucursal a que empezara a buscar un lugar para construir una nueva sede. Después de un año de búsqueda, se encontró a unos 65 kilómetros al sur de Seúl, en Kyonggi Do, Ansung Kun, Kongdo Myun un terreno con más de tres hectáreas y media de tierra cultivable y bosque. Aquí la sucursal se hallaría en un medio ambiente sin contaminación.

Al compararlo con los proyectos anteriores, este nuevo proyecto de expansión era de proporciones gigantescas. Ahora la sucursal se encargaría de imprimir revistas y se prepararía para, en un futuro, también imprimir libros. El 8 de mayo de 1982 reinaba una agradable sensación de entusiasmo cuando los edificios, ya terminados, fueron dedicados. Los hermanos Franz y Barry, de las oficinas centrales, estuvieron presentes e intervinieron con discursos especiales.

Gracias a la ayuda de los hermanos de Estados Unidos y Japón, así como a la cooperación de una empresa impresora comercial coreana, la sucursal tiene ahora su propia imprenta. La tirada de cada número de la revista aumentó en muy poco tiempo a casi 200.000 ejemplares, por lo que la prensa tuvo que operar durante todo el día.

En mayo de 1985, tres años después del traslado de la sucursal a Kongdo, el hermano Albert Schroeder, miembro del Cuerpo Gobernante en visita de zona, dedicó un anexo a la propiedad original. Este nuevo anexo amplió al doble la superficie hábil, hasta un total de casi 9.300 metros cuadrados. El número de publicadores aumentó de 30.000 en 1982 a más de 39.600 en 1985. ¡Qué crecimiento!

Como Seúl no solo es la capital del país, sino también el centro de la actividad comercial, se vio necesario que el domicilio social de la corporación coreana permaneciera en la capital. De modo que el 20 de diciembre de 1986 se dedicó un excelente nuevo edificio para albergar esta oficina dependiente de la sucursal, un Salón del Reino y suficiente espacio para un almacén de literatura. Cuatro miembros de la familia Betel viven y trabajan en estas instalaciones.

UNA ROTATIVA DE ALTA VELOCIDAD

Hace unos seiscientos años, el pueblo coreano dio un paso adelante en el desarrollo de la tecnología de la imprenta al inventar el primer tipo movible de metal. Actualmente, los Testigos coreanos emplean la tecnología punta en el campo de la impresión para dar adelanto a los intereses del Reino. Al realizar el trabajo de reimpresión con la ayuda de equipo computadorizado y con el apoyo de una nueva rotativa offset Mitsubishi, que imprime 500 revistas de 32 páginas a todo color por minuto, no tienen ninguna dificultad en producir suficientes revistas y literatura. La idea de obtener una prensa de gran tamaño como esa surgió en el verano de 1983, cuando el hermano Lloyd Barry, en una visita de zona, vio que la imprenta estaba sobrecargada de trabajo.

Por entonces la fábrica estaba completamente ocupada. No había ningún espacio disponible para ubicar una prensa de 130 toneladas de peso y 26 metros de longitud. Esto requería que se construyese otro edificio, una segunda ampliación en Kongdo en solo cuatro años. Hasta esa fecha, las revistas coreanas llevaban un retraso de tres meses respecto a la edición en inglés, de modo que la perspectiva de imprimir simultáneamente en coreano la misma edición de la revista en inglés hizo que todo ese trabajo valiese la pena.

Sin embargo, la importación de esta prensa tropezó con muchas dificultades. Las normativas gubernamentales estipulaban que el propio gobierno tenía que cursar una recomendación antes de otorgar el permiso para la importación. Esto era prácticamente imposible. No obstante, en el verano de 1985 se suprimió esta restricción, y la sucursal obtuvo inmediatamente la licencia de importación. Seis semanas después, la ley cambió de nuevo, y exigió la susodicha recomendación. Pero como el espíritu santo había abierto el camino, los hermanos actuaron con rapidez. Sí, actualmente el zumbido de la prensa en la sucursal es imparable, a fin de mantener las manos de los publicadores cargadas de literatura para su uso en la testificación.

CON LA MIRADA PUESTA EN EL HORIZONTE

El pueblo coreano llama a su país Chosŏn, es decir, la “tierra de la mañana tranquila”. Hace años los hermanos coreanos se preguntaban si serían capaces de llegar a toda la gente de este país con el mensaje del Reino, y a cuántos escogería Jehová como sus “ovejas”. (Mat. 25:32.)

Actualmente, solo un 7% del territorio está aún sin asignar, pero durante los meses de verano los publicadores lo trabajan casi en su totalidad. Frecuentemente los territorios urbanos se trabajan más de una vez al mes. Como más de una cuarta parte de los 48.000 publicadores son precursores regulares, aparte de los que participan en el servicio de precursor auxiliar cada mes, los coreanos saben bien quiénes son los testigos de Jehová. Verdaderamente Jehová también ha escogido sus “ovejas” de entre el pueblo coreano.

Como dijo un escritor bíblico: “Por la mañana siembra tu semilla, y hasta el atardecer no dejes descansar la mano; pues no sabes dónde tendrá éxito esto, aquí o allí, o si ambos a la par serán buenos”. La semilla se ha sembrado y la cosecha ha sido buena. El futuro es brillante. Solo el espíritu de Jehová ha podido conseguir estos resultados aquí en Corea. (Ecl. 11:6.)

[Notas]

^ párr. 17 En Corea, el apellido siempre se indica primero, tanto al hablar como al escribir.

^ párr. 45 La mujer casada conserva su apellido de soltera.

^ párr. 85 Después de treinta y seis años de fiel servicio misional en Corea, Earlene Steele murió en 1985, como consecuencia de una larga enfermedad.

[Ilustraciones y recuadro de la página 193]

El 23 de mayo de 1987 el hermano Milton G. Henschel, miembro del Cuerpo Gobernante, dedicó un anexo en las dependencias de la sucursal de Kongdo. En el nuevo edificio de la imprenta se halla una rotativa offset de 130 toneladas de peso para impresión en cuatricromía. El hermano Henschel se dirigió a unas 2.060 personas reunidas en el recinto de la sucursal. Esta es la segunda gran ampliación realizada en la sucursal desde 1982

[Ilustraciones]

El edificio de viviendas original, dedicado en 1982

El edificio de oficinas; la imprenta (la zona de color crema en el centro); y, a la derecha, el edificio de viviendas que se dedicó en 1985

A la derecha, el nuevo edificio dedicado en 1987

[Ilustración]

Dibujo en perspectiva de las dependencias de la sucursal coreana

[Ilustraciones y mapa de la página 136]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

CHINA

U.R.S.S.

Mar Amarillo

COREA

Pyongyang

Sariwon

ZONA DESMILITARIZADA

SEÚL

Inchon

Río Han

Ansung-Kongdo

Pyungtaek

Taejon

Kunsan

Taegu

Chonju

Pusan

Kwangju

Cheju

Mar de Japón

JAPÓN

[Ilustración de la página 143]

Lee Shi-chong, un repartidor que a principios de la década de los treinta recorrió las zonas rurales en bicicleta para propagar el mensaje del Reino

[Ilustración de la página 146]

Ok Ung-doo, Ok Ryei-joon, y Ok Ji-joon (de izquierda a derecha) se enfrentaron durante la II Guerra Mundial a severas pruebas

[Ilustración de la página 153]

Choi Sung-kyu sufrió duros castigos por causa de sus creencias hasta su muerte en 1941, pero su fe animó mucho a sus hermanos

[Ilustración de la página 157]

Los misioneros y miembros del personal de la sucursal en la entrada de la primera sede nacional durante la dedicación en 1975 de un anexo a estas oficinas, ubicadas en Seúl

[Ilustración de la página 159]

Earlene y Don Steele, los primeros misioneros de la Watch Tower, enviados a Corea en agosto de 1949

[Ilustraciones de la página 175]

Los hermanos dan la bienvenida a Nathan H. Knorr, entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, a su llegada al aeropuerto de Yoido el 27 de abril de 1956. Acompañan al hermano Knorr los hermanos Don Adams y Lloyd Barry

[Ilustración de la página 178]

En enero de 1957, durante una asamblea celebrada en Seúl, el hermano Frederick W. Franz, actual presidente de la Sociedad Watch Tower, respondió a la bienvenida de los asistentes con un popurrí de melodías del Reino interpretadas con su armónica

[Ilustraciones de la página 180]

Durand y Rachel Norbom, y Liz y Milton Hamilton (de izquierda a derecha), dos matrimonios misioneros que han estado en Corea por más de veinte y treinta y tres años respectivamente

[Ilustración de la página 181]

Misioneros que actualmente se hallan en el servicio viajero. De izquierda a derecha: Susan y John Wentworth, Geline Jumuad, Josef Breitfuss y Perry Jumuad

[Ilustraciones de la página 183]

Kim (Phillips) Kyung-hi, Evalyn Park (Emerson) y Liz y Milton Hamilton establecieron el hogar misional de Pusan en 1955

Los hermanos Keith y Evelyn Kennedy, Karl Emerson, Druzilla Craig (Youngberg), Elaine Scheidt (Ness), Norris Peters y Earlene y Don Steele al pie de los escalones del hogar misional y la sucursal de Seúl, donde se aprecian las marcas de la metralla (1957)

[Ilustración de la página 191]

Estos hermanos, que integran el comité de la sucursal, han estado en el servicio de tiempo completo por un promedio de treinta y siete años. En la fila delantera, y de izquierda a derecha: Chae Soo-wan, Don Steele (coordinador de la sucursal) y Chun Young-soon. En la fila de atrás, de izquierda a derecha: Park Ii-kyun, Milton Hamilton y Park Chong-il

[Ilustración de la página 194]

Miembros del personal de la sucursal de Japón y de Corea trabajaron y se entrenaron juntos en 1986, después de la instalación en la sucursal de Kongdo de la rotativa offset para cuatricromía, de 26 metros de longitud