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Barbados, Antillas

Barbados, Antillas

Barbados, Antillas

BIENVENIDOS a Barbados, la “tierra de los peces voladores” y la puerta de entrada a las Antillas. ¿Sabía usted que esta pequeña isla es uno de los países más densamente poblados del mundo? Tiene una superficie de unos 430 kilómetros cuadrados y más de 253.500 habitantes. Pero como reza el dicho, “el buen perfume viene en frasco pequeño”, y esto es cierto de la más oriental de las islas del archipiélago caribeño.

La costa oriental de Barbados ofrece una pintoresca panorámica de ondulantes colinas que miran a las espumosas olas del inquieto océano Atlántico, mientras que la costa occidental está ribeteada por blancas playas acariciadas por las aguas más serenas del mar del Caribe.

En un tiempo, la “reina” de la economía de Barbados era la caña de azúcar; sin embargo, últimamente el turismo se ha convertido en la principal fuente de ingresos. Todos los años esta isla recibe a miles de visitantes, en número muy superior a su población total.

Desde la colonización inglesa, en 1627 E.C., hasta la consecución de su independencia, en 1966, Barbados ha mantenido una estrecha relación con Gran Bretaña y, por consiguiente, con la iglesia anglicana. ¿Hasta qué grado ha afectado esta relación la vida diaria? Hubo un tiempo en que la ley decretaba que se debía orar en familia y asistir a la iglesia. Las oraciones matutinas y vespertinas eran obligatorias. El incumplimiento de esta ley resultaba en una multa de 18 kilogramos de azúcar. Todos tenían que conformarse estrictamente a la reglamentación y disciplina de la Iglesia. Un historiador describió a los habitantes de Barbados como “anquilosados por el almidón y el anglicanismo”. Sin embargo, la situación ha cambiado algo, ya que actualmente existen 141 diferentes sectas y confesiones “cristianas”. ¿Podría florecer la fe verdadera en tal baluarte religioso?

Se siembran las semillas de la verdad del Reino

En 1905, nueve años antes del establecimiento del Reino mesiánico en los cielos, Joseph Brathwaite empezó a testificar en Barbados como repartidor, nombre que en aquel entonces se daba a los siervos de tiempo completo de los testigos de Jehová. Había aprendido la verdad en la Guayana Británica (ahora, Guyana). Al cabo de poco tiempo, algunas personas que estaban hambrientas de la verdad, como Algernon Symmonds y su esposa, Maud, aceptaron el alegre mensaje del Reino. Ambos se bautizaron en 1909, junto con Juliet Shepherd. La hija más joven de Symmonds, Waldemar (de casada, Sra. Vere Rice), pronto se unió a sus padres en la distribución de los tratados bíblicos.

Estos primeros Estudiantes de la Biblia tenían un deseo ardiente de hablar a otros acerca de lo que habían aprendido. El espíritu de urgencia y abnegación los motivó a distribuir las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, y llevaron el mensaje a muchos pueblos de la isla. La hermana Rice relata: “Papi tenía un negocio en la capital, Bridgetown, y usaba su carro tirado por una mula para transportar al grupo de Estudiantes de la Biblia a la predicación en las zonas rurales. Salíamos principalmente los fines de semana. La pobre mula no tenía mucho descanso, de modo que se detenía muy a menudo en el camino de regreso, si era por cansancio o solo por tozudez, no lo sabemos. Como resultado, los domingos llegábamos a casa muy tarde, algunas veces muy pasada la media noche. Pero de todos modos, yo tenía que levantarme a la mañana siguiente para ir a la escuela”.

Recuerdos de días apasionantes

Entre los que participaron en la obra en aquellos tiempos, se encuentra la hermana Lina Gaul, a quien tanto jóvenes como mayores llaman “mami Gaul”. Aunque su memoria no es tan buena como en los viejos tiempos, ¡cuánto le gusta revivir aquellos días apasionantes y hablar de los maravillosos tratos de Jehová con su pueblo! Ahora, a sus noventa años, mami Gaul recuerda el día, allá en 1910, en que su padre y su madre recibieron un tratado del señor Thomas, un maestro de escuela. Con la ayuda de este y otros tratados impresos por los Estudiantes de la Biblia, la familia pronto aprendió la verdad acerca del infierno, el alma, la trinidad y otras enseñanzas. No les tomó mucho tiempo cortar todos los lazos con la iglesia de la Misión Cristiana de Workman Village, y pronto se asociaron con la eclesia (o congregación) de los Estudiantes de la Biblia que se reunía en el número 40 de la calle Roebuck, de Bridgetown. En 1911 sus padres ya estaban preparados para el bautismo, y al año siguiente, Lina también se bautizó.

La hermana Gaul y sus padres, Alexander y Josephine Payne, eran considerados como “ovejas descarriadas” por sus antiguos compañeros de la Misión Cristiana, y algunos se esforzaron por “restaurarlos”. Con ese fin, la misión celebró reuniones públicas justo enfrente de la casa de los Payne e imploraron al Señor que los devolviera al rebaño de la Misión Cristiana.

La hermana Gaul, con una simpática sonrisa y ojos centelleantes, recuerda una ocasión en que la que había sido la mejor amiga de su madre, perteneciente a la misión, fue enviada a su casa. Como si volviera a oír la conversación, ella relata:

“‘Hermana Payne —dijo la amiga de mi madre⁠—, tengo un mensaje del Señor para ti.’

”‘¿Lo viste tú? ¿Qué apariencia tenía?’, contestó mi madre.

”‘Es un hombre alto y blanco, que viste de blanco, monta un caballo blanco, y dice que vuelvas al Salón de Workman Village.’

”La siguiente respuesta de mi madre puso punto final a sus esfuerzos por lograr que volviéramos a la Iglesia de la Misión. Dijo: ‘Bien, regresa y dile a ese “hombre” que yo, Josephine Payne, digo que no voy a volver’.”

Los Payne, así como otras personas que se asociaban con los Estudiantes de la Biblia en aquellos primeros días, fueron ridiculizados y sometidos a oposición persistente. Sin embargo, su fe era fuerte. Al repasar aquellos tiempos, no podemos por menos que pensar en la pregunta que se formula en las Escrituras: “¿Quién ha despreciado el día de las cosas pequeñas?”. (Zac. 4:10.) Está claro que el propósito de Jehová de que su nombre fuera declarado en toda la tierra incluía esta pequeña isla de las Antillas.

La hermana Gaul aún está activa en el servicio, y desde que se bautizó, en 1912, nunca ha dejado de predicar las buenas nuevas un mes entero. Aunque ha sufrido dos ataques, llamados “pascuas” en la localidad, todavía conserva sus facultades mentales y siempre busca oportunidades para compartir las buenas nuevas con otras personas.

Celo no disminuido

Durante las pasadas siete décadas, otra trabajadora concienzuda, la hermana Waldemar Rice, ha presentado la verdad eficazmente a gente de toda posición social. Le ha facilitado esta tarea el poder hablar el dialecto “bajan”. Está familiarizada con las expresiones locales, lo que añade color a su testificación sin restarle dignidad, y su gran entusiasmo por la esperanza del Reino, expresada en el lenguaje vernáculo, invita a que se la escuche.

Ella aboga por la verdad con denuedo y sin miedo, y este ejemplo ha animado a muchos jóvenes en el transcurso de los años. Aunque su fuerza física ha menguado, a sus ochenta y siete años de edad, el celo de la hermana Rice por el servicio de Jehová permanece tan vibrante como siempre.

Se llega a la comunidad blanca

La población de Barbados y de la mayor parte de las Antillas está compuesta principalmente, en un 90%, por los descendientes de los esclavos africanos negros. Entre las primeras personas de la población blanca que aceptaron la verdad, estaba Lucy Gooding, cuya familia vivió en un tiempo en el edificio de Bridgetown donde ahora se hallan la Sucursal y un Salón del Reino.

John Benjamin llevó el mensaje del Reino a los Gooding una noche de 1910. Como fieles anglicanos, se sorprendieron al oír la verdad bíblica sobre algunas de sus preciadas creencias. Preocupados, hablaron con su ministro. “¿Por qué preocuparse por estas cosas? —contestó⁠—. Olvídense de ellas y apéguense a la Iglesia.” En vez de hacer eso, pidieron la baja.

Como la hermana Gooding tenía una personalidad muy fuerte y podía explicar la verdad con claridad, estuvo a la vanguardia de la obra del Reino durante muchos años. Desde los primeros días, su casa sirvió de hogar misional no oficial para representantes especiales de la Sociedad que visitaban Barbados.

Entre estos primeros Testigos, no existía ninguna segregación ni falta de armonía. Las divisiones sociales y étnicas no hicieron mella en ellos, como sí ocurrió en el resto de la comunidad. Todos los hermanos de aquellos tiempos que aún están entre nosotros están prontos a contarnos las evidencias del fuerte amor y los estrechos lazos que los unían, lazos que han perdurado hasta la actualidad. Es como Jesús dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. (Juan 13:35.)

La hermana adoptiva de Lucy Gooding, Winifred Heath, recuerda aquellos primeros días y los cambios que tuvo que hacer para llegar a ser una sierva aprobada de Jehová. Se ríe de sí misma cuando recuerda con cierto rubor: “Chico, yo solía maldecir como un pescador”. Como esos cambios se produjeron con lentitud, no se bautizó en los primeros años, sino que lo hizo en 1940, cuando ya había empezado el recogimiento de “las otras ovejas”.

Beneficios de los discursos públicos

Los discursos públicos desempeñaron un papel importante en la difusión de la verdad. Alfred Joseph, que había venido de Guyana, tuvo su primer contacto con la verdad gracias a un discurso bíblico al aire libre en Brandons Beach, cerca del puerto de Bridgetown. Se reunieron unas cincuenta personas para oír el discurso “¿Dónde están los muertos?”. Este comienzo de su educación bíblica le llevó a que se bautizara en 1915, no lejos del lugar donde había escuchado por primera vez aquel discurso bíblico.

Jesús dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:32.) Ahora que el hermano Joseph estaba espiritualmente libre, podía ayudar a otros a conseguir la misma libertad. Es interesante que en 1516 una licencia imperial española había abierto el camino para el comercio legalizado de esclavos con África, el cual se perpetuó por unos tres siglos y medio. Pero, quizás con un toque de ironía, Alfred Joseph y el jamaicano William R. Brown, ambos descendientes de esclavos africanos, fueron a África para señalar el camino a la libertad espiritual a muchos miles de personas que vivían en África occidental. Así, el 29 de junio de 1915, el hermano Joseph se fue en un barco de vapor para cumplir un contrato de trabajo en Sierra Leona, donde también trabajó arduamente en la predicación de las buenas nuevas del Reino.

Cuando el hermano Joseph volvió a Barbados dieciocho años más tarde, desempeñó un papel importante en la obra de pronunciar discursos al aire libre. En una ocasión tomó a un grupo de hermanos y hermanas para trabajar Waverly Cot, en el municipio de St. George. Como era su costumbre, pasaron la mañana predicando a la gente en sus casas e invitándoles a la reunión pública que se celebraría por la tarde. Se alquiló una sala pública para ese propósito. Sin embargo, tan pronto como empezó el discurso, con solo hermanas y hermanos en la sala, los miembros del Ejército Eclesial de la iglesia de San Lucas se reunieron fuera con un bombo y un timbal. El fuerte sonido de los tambores y el canto tenía el propósito de eclipsar al discursante. Se reunió una muchedumbre. El ruido era ensordecedor. Como no tenía equipo de sonido, casi no se podía oír al hermano Joseph.

Entonces, para sorpresa de los hermanos y la muchedumbre que había fuera, de repente cayó un fuerte chaparrón. El cielo había estado despejado, sin ninguna amenaza de tormenta. Ya que la sala donde estaban reunidos los hermanos era el único lugar donde podían protegerse, toda la gente reunida fuera, incluso los que estaban con los tambores, se precipitaron dentro de la sala, que rápidamente se llenó a rebosar. Todos se quedaron para la conferencia de una hora, y disfrutaron de ella. Cuando los hermanos salieron para volver a sus casas, descubrieron que, extrañamente, la lluvia había caído solo en la zona donde estaba la sala.

Las semillas se esparcen a otras islas

En la actualidad, la oficina sucursal de Bridgetown (Barbados) dirige la obra de predicación del Reino en otras cinco islas: Bequia, Carriacou, Granada, Santa Lucía y San Vicente. Estas islas están situadas al oeste de Barbados, todas en un radio de 253 kilómetros.

Granada, la que está más al sudoeste, solo tiene 311 kilómetros cuadrados, y una población de 112.000 amigables habitantes. Se ganó el apelativo de “Isla de las Especias” por la gran cantidad de especias aromáticas que en ella se cultivan, como la canela, el clavo, el haba tonka, el cacao y la nuez moscada.

Las semillas de la verdad se plantaron en esta pintoresca isla el año que estalló la primera guerra mundial. Un inmigrante que trabajaba en Panamá llamado Elías James había aceptado el mensaje del Reino de Dios y llegado a ser un publicador dedicado y bautizado en ese país. Ansioso de compartir la verdad en su isla natal, regresó a ella en 1914. En poco tiempo se puso en contacto con el señor Briggs, un ciudadano de Barbados que vivía en Granada. El señor Briggs abrazó rápidamente el mensaje del Reino.

Por aquel entonces, algunos trabajadores celosos de Barbados enviaban tratados y otras publicaciones a sus amistades que vivían en las “islas más bajas”. Judith Callender, quien sirvió fielmente a Jehová hasta su muerte, ocurrida hace algunos años, relató que su tío “Popie” le enviaba tratados a su padre, Francis, que era de Barbados, cuando vivía con ella en Granada. Él luego compartía las buenas nuevas con sus compañeros de Barbados.

Entre los que abrazaron la verdad estaba Chriselda James, cuñada de Elías James. Ella pudo criar en la verdad a una familia de nueve hijos a pesar de la persistente oposición de su esposo. Los nueve hijos llegaron a ser Testigos bautizados. Como miembro profesa de los ungidos, demostró ser una cristiana leal y fiel hasta que murió en 1986, a los ochenta y siete años de edad. Tres de sus hijos murieron antes que ella, pero los demás están aún activos; dos de ellos son precursores regulares, y otro, anciano y precursor especial.

Los ministros viajantes también son recordados por su participación en la obra del Reino en Granada. Entre ellos están A. T. Johnson, W. R. Brown y E. J. Coward. El servicio del hermano Coward en la parte oriental del Caribe fue todo un éxito. Sin embargo, no escapó del ojo envidioso del clero. Explotando los temores existentes durante la primera guerra mundial, los enemigos de la verdad extendieron un inicuo rumor según el cual E. J. Coward era un ¡espía alemán! Debido a esa presión del clero, las autoridades mandaron al hermano Coward que se marchara de las Antillas Británicas. De ese modo tuvo que terminar bruscamente su servicio en esta zona. Después de esta experiencia, la Sociedad se dio cuenta de que ningún Estudiante de la Biblia de Estados Unidos podría entrar fácilmente en las islas. De modo que en 1922 se envió a George Young, un hermano canadiense.

Por bastante tiempo, la mayor parte de los que asistían a las asambleas eran personas mayores, de modo que la gente empezó a referirse a la verdad como “la religión de los viejos”. Sin embargo, su espíritu era joven y dispuesto. No era raro ver a estos trabajadores devotos andar ocho kilómetros o más, a veces bajo una fuerte lluvia tropical, para asistir a las reuniones semanales.

Venga con nosotros ahora a San Vicente, a unos 118 kilómetros al norte de Granada, para ver cómo empezó la obra allí.

El principio en San Vicente

San Vicente, una pintoresca isla de 388 kilómetros cuadrados y sede de uno de los jardines botánicos más antiguos de las Antillas orientales, fue visitada por el hermano A. T. Johnson en 1913. Para aquel tiempo, tanto Ethel y Maud Thompson como su padre mostraron un grado de interés en el mensaje del Reino. Varios años más tarde, Philippa La Borde, de Trinidad, se mudó a esta isla.

Una expresión rural de los granjeros de las Antillas ha demostrado ser cierta con mucha frecuencia: “La semilla que se cae produce más que la que se planta”. La semilla que se cae inadvertidamente produce más que la que se siembra deliberadamente. Por ejemplo: en 1918, cuando buscaba en los bolsillos de la ropa de su esposo antes de lavarla, Philippa encontró un tratado bíblico que le había entregado W. R. Brown. Este tratado despertó su interés. Tanto ella como su esposo estudiaron y aceptaron la verdad, y fueron bautizados el 1 de agosto de 1918. Unos cuantos años más tarde, un poco antes de 1923, fueron a San Vicente por motivos de salud. Querían quedarse solo unos pocos meses, pero permanecieron allí muchos años.

Recordando las primeras impresiones que tuvo al llegar a San Vicente, Philippa explica: “Las calles eran accidentadas y polvorientas, pero la gente era muy amigable, y eso era lo importante”. Por los siguientes cincuenta años, la hermana La Borde, a la que por toda la isla normalmente llamaban “madre Lab”, pudo llevar el mensaje a las principales autoridades del país, pues había sido la maestra de párvulos de algunos de ellos. Era de pequeña estatura y frágil apariencia, pero tenía una fuerte personalidad y era capaz de expresar las verdades bíblicas de una manera sencilla y lógica.

Su iniciativa y amplitud de recursos se evidenciaron en cómo ayudó hasta el punto del bautismo a Marión Dunn, una mujer de San Vicente. La señora Dunn se había puesto en contacto con la verdad en Cuba en 1914. Poco después volvió a San Vicente, pero allí encontró una fuerte y persistente oposición por parte de una prima con la que vivía. Debido a que su prima era muy vengativa, la señora Dunn se retuvo de dedicar su vida a Jehová y simbolizar esa dedicación por medio del bautismo en agua. Sin embargo, después de que la hermana La Borde la ayudara y animara por medio de la Biblia, Marión Dunn decidió bautizarse privadamente en casa de la hermana La Borde en 1935. Años más tarde la hermana La Borde reflexionaba: “Aprendí mucho al trabajar con la hermana Dunn, a saber, paciencia y humildad”.

Se provee más ayuda

En 1924, John C. Rainbow, procedente de la central de la Sociedad, ubicada en Estados Unidos, fue asignado a pasar una semana con los Testigos de San Vicente. Su visita suministró mucho ánimo, no solo a esas fieles hermanas, sino también a los que asistieron a sus discursos en la Biblioteca Carnegie, de Kingstown, la capital.

George Young también se detuvo en San Vicente para ayudar a esas hermanas en su segunda gira misional por las islas. En aquel tiempo, el año 1932, se exhibió el Foto-Drama de la Creación en la Biblioteca Carnegie, y fue muy bien recibido. De hecho, por petición pública, se tuvo que presentar otra vez, en esta ocasión en el Palacio de Justicia de la capital. El hermano Young presentó una serie de discursos públicos y ayudó a los hermanos a organizar el estudio semanal de La Atalaya. Para dar adelanto a la adoración verdadera entre estas personas de condición humilde, también dio comienzo al ministerio de casa en casa en la isla.

Se busca a tientas a Dios y se le halla

Durante los años bélicos de 1939 a 1945 ocurrió algo en San Vicente que ilustra la dirección angelical en el recogimiento de las personas de condición de oveja. En lo alto de las montañas de Riley hay un lugar desde el que se puede divisar, mirando hacia el sur, una vista de la isla de Bequia, a unos 16 kilómetros de distancia o, mirando hacia el norte, una vertiginosa vista del valle de Mesopotamia, que está justo debajo. En esas montañas había un grupo sincero de personas que se reunía regularmente para aprender acerca de Dios. Aunque desencaminados, ‘buscaban’ a tientas a Dios. (Compárese con Hechos 17:26, 27.) Leonard Pope, el obispo del grupo, con el director Albert Forbes y la congregación de “Shakers”, como a sí mismos se llamaban, había llegado a reconocer el valor de las publicaciones de la Watch Tower y las usaba en sus reuniones.

Un día de 1942, Rupert G. Wyllie se detuvo para escuchar a Leonard Pope mientras este predicaba en la zona llamada Paul’s Lot, de Kingstown. Pope estaba predicando algo exaltado, pero por lo que decía, Wyllie, que leía la literatura de la Watch Tower, se dio cuenta de que Pope tenía que haber leído la misma literatura. Pope hacía gestos con la mano, y en ella tenía un libro al que se refería a menudo y del que decía que probaba las cosas de las que hablaba. Wyllie recuerda que pensó: “Es verdad que es un Shaker, pero ahora está diciendo algo que vale la pena escuchar”. Más tarde, Pope le dijo a Wyllie: “Debería haber algún lugar en Kingstown para estudiar esto”. Wyllie conocía a las hermanas La Borde y Dunn, de modo que le dio a Pope su dirección. Este hombre se reunió con las hermanas y aprendió más de la verdad. Tanto él como su congregación de ocho personas empezaron a andar los ocho kilómetros que les separaban de Kingstown para asistir al estudio semanal de La Atalaya.

En 1944, Gilbert Talma, el superintendente de la sucursal de la Sociedad en Trinidad, visitó San Vicente, y todos ellos fueron bautizados en Edinboro Beach. Sin embargo, no fue sino hasta 1947 que este grupo de Testigos de Riley fue organizado para formar la segunda congregación de San Vicente. La primera fue la de Kingstown. Al año siguiente varios de los anteriores “Shakers” llegaron a ser precursores de tiempo completo y dieron un eficaz testimonio en las accidentadas zonas rurales.

La última de los ocho miembros del grupo del “obispo” Pope, Leonora Forbes, siguió teniendo una participación activa en la difusión de las buenas nuevas del Reino hasta su muerte en marzo de 1988, y eso a pesar de que tenía las piernas paralizadas por la artritis. Fue una maravillosa fuente de ánimo tanto para jóvenes como para mayores.

Cuando se donó un pequeño terreno que estaba en la cima de una colina para la construcción de un Salón del Reino, estos diligentes trabajadores se emplearon a fondo. El lugar dominaba una vista majestuosa, pero era un desafío construir allí. Los hermanos y hermanas llevaban los materiales sobre la cabeza hasta el lugar donde se iba a construir el Salón del Reino, a una distancia de unos dos kilómetros y medio tanto desde el río como desde la carretera más cercana. Finalmente se construyó el Salón, el primero de la isla que fue propiedad de nuestros hermanos. Para llegar a este pintoresco Salón del Reino, había que subir por unos escalones de arcilla cortados en la ladera de la colina. Naturalmente, en tiempo de lluvia estos escalones se hacían muy resbaladizos, y varios superintendentes viajantes resbalaron hasta el pie de la colina, ¡en posición vertical o de otra manera!

Antes de que pasemos a Santa Lucía, volvamos brevemente a Barbados para conocer el progreso de la obra en este lugar.

Se alquilan autobuses para la testificación

Los repartidores, ahora llamados precursores, estaban haciendo un buen trabajo en la distribución de la literatura bíblica. Cuthbert Blackman, ahora de setenta y siete años de edad, era uno de los diez precursores de Barbados en 1931, y había otros cuarenta y cuatro que participaban en la obra según se lo permitía el tiempo y las circunstancias.

Hoy los habitantes de Barbados disponen de una moderna red de carreteras. De hecho, aunque se dice de esta isla que tiene “34 kilómetros de largo y es tan ancha como una sonrisa”, cuenta con 1.280 kilómetros de carreteras pavimentadas. No obstante, el transporte era muy diferente cincuenta años atrás. Había muchos ángulos muertos en las carreteras, restos del sistema de carreteras diseñado en el siglo XVII principalmente para los carros tirados por burros. Debido a ello, el hermano Blackman relata: “Estábamos muy contentos de disponer de los servicios del carro del hermano Edwin Hackett, tirado por su fiel caballo Harry”.

Sin embargo, al irse haciendo comunes otros medios de transporte, los hermanos empezaron a alquilar autobuses para la testificación. De este modo, los once municipios de la isla podían ser abarcados sistemáticamente por la testificación en grupo. Durante algún tiempo los hermanos usaron tarjetas de testimonio para explicar la razón de sus visitas. Más tarde, se reprodujeron las grabaciones de los sermones del hermano Rutherford en fonógrafos portátiles para ir de casa en casa, y se usaron equipos eléctricos de reproducción de sonido para auditorios mayores.

Los habitantes de la isla normalmente se levantan temprano. Alfred Joseph recuerda que una mañana él y otros hermanos decidieron levantarse temprano para empezar la obra de testificación en Holetown, una pequeña comunidad de la costa oeste. Colgaron el equipo de sonido en lo alto de un árbol de modo que el aire de la tranquila mañana pudiera transportar el sonido más lejos y así llegar a más personas. Esta táctica agresiva provocó una respuesta inmediata. El hermano Joseph dijo: “Un sargento de la policía apareció pronto en la escena, advirtiéndonos que había sido enviado por el ‘reverendo’ y que teníamos que desistir de nuestro programa de educación bíblica. Le animamos a que escuchara unos cuantos minutos. Cuando se dio cuenta de que no éramos de ningún modo desordenados, aparte de empezar temprano, y que no había nada malo en nuestro mensaje del Reino, se fue”.

Testigos denodados

El celo y el denuedo de los hermanos, así como la determinación de dar un testimonio cabal, fue lo que caracterizó a este período. Pusieron de manifiesto la hipocresía y confusión de la cristiandad, e hicieron que muchas personas aguzaran el oído y pensaran seriamente, cosa que no hubieran hecho de otro modo.

Por ejemplo: cuando cierto “reverendo” Ince de la iglesia de San Lorenzo Nazareno, de Christ Church (Barbados), oyó acerca de los viajes del hermano Joseph a África, lo invitó a dirigirse a su congregación para explicar cómo era la vida en ese continente. “Acepté rápidamente —recuerda el hermano Joseph⁠—, y me comprometí a hablar durante una hora. Usé buena parte del tiempo para explicar mi obra ministerial en Sierra Leona y cómo se vivía allí. Pero entonces pensé que debía decir algo en cuanto a ciertas enseñanzas bíblicas. Pedí al ‘reverendo’ Ince y a su catequista que siguieran los textos que yo estaba usando, como Ezequiel capítulo 34 e Isaías capítulo 28. Luego, aún con mayor denuedo, invité a Ince a que leyera Isaías 56:10, 11. [“Sus vigías son ciegos: todos son ignorantes, todos son perros mudos [...]”, KJ.] Bien, eso fue ir demasiado lejos, pues inmediatamente pidió que se cantara un himno. No obstante, antes de que la congregación empezara, yo proseguí con mi tema.

”A la primera oportunidad, él pidió que se hiciera una colecta. ¿Pueden imaginarse que yo me pusiera a discutir con él incluso sobre este asunto y en su propia iglesia? Pues bien, ¡lo hice! Es evidente que el modo de hacer las cosas de la Sociedad estaba profundamente arraigado en mi mente —‘asientos libres y no se hacen colectas’⁠—, así que no pude dejar pasar esa oportunidad sin decir algo. Dije a toda la congregación que no íbamos a pedir ni un céntimo y que yo incluso pagaría el coste de la electricidad usada durante la reunión. No se hizo ninguna colecta.

”Pregunté a la congregación si quería que volviera a hablarles en otra ocasión. La respuesta fue un enfático sí. Sin embargo, su ‘reverendo’ no volvió a invitarme.

”Algún tiempo después de este incidente, coloqué el equipo de sonido en un emplazamiento al aire libre, en la parte trasera de esta misma iglesia nazarena, y reproduje las grabaciones del juez Rutherford. Como resultado, cuando la congregación acudió a la iglesia, muchos, en vez de entrar, se quedaron fuera para escuchar el discurso grabado. Si era solo por curiosidad o debido a verdadero interés, no puedo decirlo. Pero lo que sí puedo decir es que ‘mi congregación’ fue mayor que la que entró en la iglesia.”

Para el año 1936 había cuatro congregaciones de testigos de Jehová en Barbados: una en Bridgetown y otra en cada uno de los municipios de Christ Church, St. George y St. Philip.

Un invidente ayuda a otros a ver

Muchas personas estaban aceptando la verdad por toda la isla. Delante de la compañía, como se llamaba entonces a la congregación, repudiaban su anterior relación con la cristiandad y declaraban su consagración (dedicación). Luego simbolizaban su dedicación por inmersión en agua. Uno de los que actuaron así en la década de los treinta fue un invidente, Cecil Alleyne.

Cecil hizo su declaración pública en un marco diferente. Como pastor auxiliar de la iglesia nazarena de Blades Hill (St. Philip), ya conocía bastantes pasajes bíblicos. Pero nunca había llegado a entender “el modelo de palabras saludables”. (2 Tim. 1:13.) Sin embargo, cuando el hermano Blackman le testificó, a Cecil no le tomó mucho tiempo ver la verdad, aunque era invidente. Una vez que llegó a entenderla, se encolerizó por los muchos años de esclarecimiento espiritual que había perdido en la iglesia nazarena. Poco después se puso de pie en la iglesia e hizo su declaración de que no se iba a asociar más con esa religión, pues había llegado a ser testigo de Jehová. Algunos de los presentes lloraron y le rogaron que no se marchara, pues era muy querido por todos. En el transcurso de los años, muchas de estas personas adoptaron la adoración verdadera como resultado de la testificación del hermano Alleyne.

Este hermano conocía los distritos muy bien, pues no era ciego de nacimiento. Cuando andaba por el territorio con un acompañante, sabía dónde estaba y quién vivía en la casa por la que pasaba. Todo el mundo lo quería por su notable celo y buen sentido del humor. Tenía cierto carisma y también una risa contagiosa, la cual no solo facilitaba la comprensión de su enseñanza bíblica, sino que también permitía tiempo suficiente para digerirla. A él se debió en buena medida la excelente congregación que se estableció más tarde en Blades Hill. Una de las personas a las que testificó, y a quien ayudó mucho, fue Oswald Batson, que llegó a ser precursor y después sirvió de superintendente de circuito y distrito en las seis islas del territorio que estaba bajo la sucursal hasta su muerte en 1957. El hermano Alleyne también ha fallecido.

Organización teocrática durante la segunda guerra mundial

El año 1938 tuvo un significado histórico para el pueblo de Jehová por todo el mundo. En ese año se reconoció la necesidad de que la organización fuera completamente teocrática. En la zona oriental del Caribe, así como en todo el mundo, se produjo un fortalecimiento de la estructura teocrática. Este fortalecimiento fue providencial, pues contribuyó a la unidad que se requería para ayudar a los verdaderos cristianos a mantener su neutralidad durante el conflicto mundial que se avecinaba.

Aunque estas islas no estuvieron implicadas directamente en las hostilidades, como eran colonias de Gran Bretaña, suministraron personal para servicio uniformado. Los hermanos se mantuvieron al margen de las actividades bélicas y dedicaron sus esfuerzos a señalar que el Reino de Jehová era la única esperanza para la humanidad. Aunque no había ninguna proscripción oficial de las publicaciones de la Sociedad, las autoridades restringieron la entrada de literatura, grabaciones, documentos y otros suministros útiles para la actividad del Reino.

De modo que se produjo una escasez de literatura. Cualquier publicación que los hermanos recibían se usaba con gran cuidado. La hermana Lucy Gooding y otros hermanos de Barbados llegaron a ser escribas consumados, pues hacían copias de los artículos de estudio de cualquier revista La Atalaya que recibían y las distribuían a los hermanos. Las palabras de la hermana La Borde, de San Vicente, expresan profunda gratitud y reflejan la actitud de todos los que se asociaban con la congregación en aquel entonces: “Damos gracias a Jehová y a nuestra querida hermana Gooding, que compartía nuestra esperanza celestial, por haber podido mantenernos al día con la última información”.

Cuando terminó la guerra, se pidió al gobierno que permitiera importar de nuevo las publicaciones de la Sociedad. Poco después, se empezaron a recibir los envíos, y no ha habido más dificultades desde entonces.

Llegan graduados de Galaad

Muchos países, entre ellos Barbados, iban a recibir una bendición inesperada. A partir de 1945 llegaron los graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. ¡Qué gran impulso dio esto a la obra!

En noviembre de 1945, empezaron a servir de misioneros James y Bennett Berry, dos hermanos carnales, así como Franklyn Lamar Pate. También sirvieron de superintendentes de circuito, entonces llamados siervos para los hermanos, en otras islas que ahora están bajo esta sucursal. Al compartir con los hermanos la excelente preparación que recibieron en Galaad, se notó una sensible mejora en el nivel de enseñanza, tanto en las congregaciones como en el servicio del campo.

Por primera vez los hermanos de Barbados se dieron cuenta del beneficio de abarcar todos los párrafos de la porción asignada de estudio en el tiempo previsto. Esto fue de particular beneficio para la congregación de Bridgetown, donde había surgido un espíritu de discusión entre algunos asistentes. Este mejor espíritu condujo a un mayor crecimiento espiritual. Muchos nuevos empezaron a asociarse con la congregación, así como también muchos jóvenes.

Para entonces había seis congregaciones en Barbados, con 72 publicadores activos. La asistencia a la Conmemoración de aquel año fue de 199. Entre tanto, Granada informó 15 publicadores, y 22 personas asistieron a la Conmemoración.

Visita presidencial

En 1946, después de la guerra, el presidente de la Sociedad, Nathan H. Knorr, y el entonces vicepresidente, Frederick Franz, visitaron las Antillas por primera vez. En esa ocasión, sin embargo, la única isla visitada fue Trinidad, desde donde se supervisaba la obra del Reino en todas las islas del Caribe oriental.

Una carta enviada por la oficina sucursal de Puerto de España (Trinidad) hizo surgir una gran expectación y aprecio. Dirigida a todas las congregaciones, decía en parte: “Se prepara una asamblea y una reunión pública con el hermano Knorr como discursante. A los hermanos Knorr y Franz les resultará imposible visitar las otras islas en este viaje, de modo que, por favor, informen a los hermanos [...]. Sería conveniente que asistieran los siervos de compañía y los precursores, si pueden costearse el viaje. Será una maravillosa oportunidad para los hermanos de las Antillas de reunirse con el presidente y vicepresidente de la Sociedad y obtener mucha información valiosa que les ayudará en el adelantamiento del servicio del Reino”.

Sin embargo, hasta los hermanos que no pudieron viajar a Trinidad pudieron beneficiarse del programa de la asamblea. Con este fin, se celebró una gran asamblea en Barbados en octubre de aquel año. Para ese tiempo ya había llegado Joshua Steelman, otro graduado de Galaad, y participó en el programa de la asamblea. En esa asamblea los hermanos recibieron con gozo la noticia de que las congregaciones serían visitadas regularmente por los “siervos para los hermanos”, ahora llamados superintendentes de circuito. La asistencia máxima fue de 902 personas. Ese fue el principio de una era de asambleas grandes y bien organizadas en Barbados.

Entre los que se sintieron fortalecidos por aquella asamblea, se encontraban los hermanos Gall: Frank y St. Clair. El verdadero espíritu de precursor que mostraron los misioneros les impresionó tanto, que también emprendieron el servicio de tiempo completo. En 1950 Frank Gall y Fitz Gregg fueron los primeros hermanos de Barbados invitados a asistir a la Escuela de Galaad. Después de graduarse de la clase 16, los dos fueron asignados a la Honduras Británica (en la actualidad, Belice).

Puesto que los hermanos locales se fueron haciendo disponibles, a veces más allá de lo normal, Jehová derramó abundantes bendiciones sobre ellos. Dudley Mayers, de ochenta y un años de edad, recuerda aquellos años y nos dice: “Éramos solo diez en nuestro pequeño grupo de Hall Village (St. James), entre ellos, cuatro miembros de mi familia. Ya que uno de los hermanos era muy anciano y había muchas hermanas, fui nombrado para todas las posiciones de servicio de la compañía, como se llamaba entonces a la congregación. Más tarde nos mudamos a Cave Hill (St. Michael), a unos cinco kilómetros de donde vivíamos antes, y desde entonces las cosas realmente empezaron a mejorar, hasta el punto de que hoy hay 135 publicadores y más de 200 asisten a las reuniones los domingos”. El mismo hermano Mayers, aunque ha tenido tres ataques cardiacos, sigue sirviendo regularmente de precursor auxiliar.

No desistieron

A los misioneros les tomó algún tiempo ajustarse a las condiciones locales y llegar a tener una medida de inmunidad a las enfermedades autóctonas. Muchos de ellos no se rindieron y permanecieron en su asignación.

Un sobresaliente ejemplo de uno que no se rindió y que ha llegado a ser muy querido por los hermanos es Sven Johansson. Él y Richard Ryde fueron asignados a servir de misioneros en Granada en marzo de 1949. El hermano Johansson, de Suecia, recuerda la ocasión en que contrajo una fiebre palúdica. Puesto que no sabía qué tenía, se trató como para un resfriado del mejor modo que él, un soltero, sabía; pero finalmente se dio cuenta de que la enfermedad era mucho más grave de lo que había imaginado. Escribe: “Cuando el doctor me visitó, era demasiado tarde. Todo el mundo pensaba que me iba a morir. Mi compañero misionero, Richard Ryde, incluso escribió al hermano Knorr sobre el funeral. El hermano Knorr rápidamente contestó que se encargaría de que yo tuviera la mejor atención médica disponible.

”Por fin salí de aquella. Luego fue mi compañero quien contrajo la enfermedad. Ambos tuvimos varias recaídas. Algunas veces enfermamos los dos y tuvimos que guardar cama al mismo tiempo. Para saber cuál debería levantarse y atender algunas cosas necesarias de la casa, nos tomábamos la temperatura; el que tenía más fiebre se quedaba en la cama. Por muchos años luchamos contra esta fiebre recurrente y perturbadora. En mi caso me tomó ocho años curarme por completo.”

Respetados por hacer trabajo honrado

El hermano Johansson no solo sirvió en Granada, donde se casó con una hermana local, sino también en San Vicente. En 1951 él y su esposa fueron a esta isla, donde sirvieron de precursores regulares durante varios años. Sin embargo, tan pronto como se establecieron, él recibió una notificación del jefe de la policía de que tenía cinco días para marcharse de la isla. En una entrevista con este jefe de policía, se le dijo que había sido declarado persona no grata debido a que era un espía extranjero. El hermano Johansson le explicó que era testigo de Jehová y que no tenía nada que ver con la política. El jefe de policía permaneció inflexible.

El hermano Johansson escribió: “Mi único recurso fue ir a ver al administrador de la isla. Después de concretar una cita, pude hablar con el administrador durante treinta minutos. Él me confirmó lo que el jefe de policía me había dicho, a saber, que era una persona no grata. Me dijo que yo estaba en contra de los católicos; y como él era católico, no le gustaba nada. Yo le aseguré que no estaba en contra de los católicos. Le dije que mi barbero era católico y que visitaba las casas de las personas católicas para hablar con ellas acerca de la Biblia. Finalmente, él dijo: ‘Mr. Johansson, he oído que usted sabe reparar radios muy bien. Tengo dos para reparar. Se las mandaré mañana para que las arregle. Puede quedarse en la isla’. Entonces tomó el teléfono, llamó al jefe de policía y le dio instrucciones de que se me permitiera quedarme en la isla”.

En más de una ocasión, la ejemplaridad en el trabajo del hermano Johansson resultó en un buen testimonio. Un hombre de negocios quería una persona honrada y confiable para que reparara sus radios. Tomó dos radios idénticas que estaban en perfecto estado y cortó un cable en el circuito de cada una de ellas. Luego envió las dos radios a los dos técnicos que consideraba los mejores en su profesión. Cuando el hermano Johansson devolvió la radio que se le había entregado para reparar, adjuntó una factura de 2,40 dólares (88 centavos E.U.A.) por soldar un cable roto. El otro técnico envió una factura por la sustitución de lámparas y otros componentes. El hermano Johansson consiguió el trabajo para el servicio técnico de esa firma.

Durante los treinta y nueve años que el hermano Johansson ha estado en estas islas, ha participado en la obra de circuito, distrito y también ha sido precursor especial. Actualmente reside en Barbados y sirve de precursor regular y miembro del comité de la sucursal que supervisa la obra del Reino en estas islas. Aunque recientemente ha sufrido un ataque cardiaco, de nuevo está en la brecha. Su corazón, ahora algo más débil, pide un ritmo un poco más sosegado. El ejemplo que ha puesto a lo largo de estos años recuerda el comentario del apóstol Pablo en 2 Corintios 6:4-6: “De toda manera nos recomendamos como ministros de Dios, por el aguante de mucho, por tribulaciones, por necesidades, por dificultades, por [...] gran paciencia, por bondad, por espíritu santo, por amor libre de hipocresía”.

Comienza la obra en Santa Lucía

Santa Lucía, situada a unos 192 kilómetros al noroeste de Barbados, es una exuberante y hermosa isla tropical de 120.000 habitantes. Es famosa por sus picos gemelos en forma de pan de azúcar que salen del mar, el Gros Piton y el Petit Piton, y por su producción de bananas y copra.

En 1947 Santa Lucía también empezó a producir fruto del Reino. La primera Testigo nativa fue Leanna Mathurin. Cuando aceptó la verdad, vivía en Demerara (Guyana). Escribió una carta al hermano Knorr en la que le preguntaba si había algo que podía hacer para ayudar a difundir las buenas nuevas del Reino en Santa Lucía. Después de recibir la respuesta animadora del hermano Knorr, se mudó a Micoud, un pueblo ubicado a unos 48 kilómetros de Castries, la capital.

Dos años más tarde llegaron dos misioneros de Galaad: Lloyd Stull y William Cammers. Estos dos hermanos junto con Leanna Mathurin componían toda la población de testigos de Jehová de la isla.

Esta celosa hermana podía hablar el dialecto nativo patois, una mezcla de francés e inglés, por lo que pudo llegar a muchas zonas rurales con el consuelo de las Escrituras. Usó sus propios fondos para construir un pequeño Salón del Reino. A cada lado del Salón se añadió una habitación. La hermana Mathurin ocupó una de ellas y la otra sirvió para los ministros viajantes. Aunque ya tiene ochenta y dos años de edad, aún sirve celosamente de precursora regular.

Santa Lucía, predominantemente católica, presentó ciertos desafíos a la obtención de alojamiento apropiado para los misioneros, pero el hermano Stull dice: “Adoptamos el punto de vista de que cualquier cosa que necesitáramos se nos proveería por medio del ministerio de casa en casa”. Y así fue; vez tras vez sus necesidades se vieron satisfechas.

En el transcurso de los años se enviaron más misioneros a Santa Lucía. Entre ellos estaban Fred Dearman, de Estados Unidos, y William y Edith Honsinger, de Canadá, quienes aún sirven fielmente en sus asignaciones. La bendición de Jehová verdaderamente se ha manifestado en sus obras de amor, pues ahora hay cuatro excelentes Salones del Reino que satisfacen las necesidades de cinco congregaciones y sus 380 celosos publicadores.

Mareos en los viajes a las asambleas

En aquellos primeros años, los hermanos tenían que usar balandros, veleros, goletas o cualquier otro tipo de embarcación para viajar a las islas donde se celebraban las asambleas. No había ninguna línea aérea regular. Para los que eran avezados marineros, viajar en barco no presentaba ningún problema. Pero para algunos, como era el caso del hermano Stull, normalmente se convertía en una experiencia desagradable, pues durante el viaje tenía náuseas.

Un hermano describió uno de esos viajes de esta manera: “Como el hermano Stull no es buen marinero, se puso muy enfermo en el barco. Además, para empeorar las cosas, lo que debería haber sido un viaje de un día se convirtió en un viaje de tres días debido a la turbulencia del mar.

”Hubo que dormir en cubierta, ya que la bodega y la cabina del barco estaban ocupadas con cargamento. Había una lona alquitranada con la que protegerse. Pero con el tiempo, tanto la lluvia como el agua del mar calaban. El hermano Stull se encontraba tan enfermo que ni siquiera tenía fuerzas para guarecerse, de modo que la mayor parte del tiempo estuvo expuesto a los elementos. Durante el día, cuando brillaba el sol, lo hacíamos rodar hacia un lado para que se secara, y luego hacia el otro lado para completar el secado, hasta la próxima racha de mal tiempo, cuando se repetía la experiencia.”

La angustiosa experiencia seguía hasta que los hermanos divisaban la isla donde se celebraba la asamblea. Pero ni siquiera entonces terminaba la pesadilla. La marea se invertía, por lo que el barco se adentraba de nuevo en el mar y perdían de vista la isla. Cuando finalmente llegaban a puerto, ¡qué desilusión saber que las autoridades de inmigración y aduanas se habían ido ya y tenían que pasar otra noche a bordo!

Richard Ryde, enviado a Granada como misionero, también experimentó las dificultades de ese viaje interinsular. Se le asignó servir de presidente de una asamblea en Barbados. Zarpó de Granada a San Vicente, a la espera del transbordo a Barbados. Como conocía las circunstancias imprevisibles que se podían presentar en los viajes interinsulares, partió con bastante antelación para participar en la obra de preasamblea. Sin embargo, debido al estado de la mar, el hermano Ryde llegó a Barbados ¡justo a tiempo para escuchar el discurso público! Cuando el barco en el que viajaba se acercó a Barbados, la tripulación pudo ver tierra en varias ocasiones. Incluso divisaron a gente que andaba en la playa. Pero las mareas y los vientos adversos impidieron que se pudiera llegar a puerto. Los supersticiosos marineros interpretaron esto como un mal agüero y colgaron cruces, pero sin ningún resultado. Con evidente desagrado, el hermano Ryde les dijo: “Chicos, no necesitan las cruces, lo que necesitan es un motor auxiliar”.

Visitantes de las oficinas centrales

¡Cuánto se alegraron los hermanos al saber que en 1949 el hermano Knorr, en su segundo viaje por el Caribe, iba a visitar Barbados! Esta vez lo acompañaría Milton Henschel, también de las oficinas centrales. Se hizo que la visita coincidiera con la asamblea de distrito interinsular que tenía que celebrarse en el Steel Shed.

La asistencia al discurso público, titulado “¡Es más tarde de lo que usted piensa!”, fue de 3.000 personas. No se superó esta asistencia en los siguientes veinticinco años. En aquella asamblea, el hermano Knorr habló con los precursores sobre un tema que redundaría en dividendos espirituales para la isla: la perspectiva de asistir a la Escuela de Galaad.

La “religión sin infierno”

Entretejido en la cultura de la vida de Barbados está el gran amor que la gente siente por la Biblia. Este hecho, junto con el elevado nivel de alfabetización y el marcado deseo de aprender, convierte al ministerio de casa en casa en un agradable desafío. Se puede hablar prácticamente en todas las puertas, y es muy posible que surja una consideración de temas religiosos que requiera un buen conocimiento y manejo de la Biblia.

Por algún tiempo, especialmente durante los años sesenta y setenta, la gente solía referirse a los Testigos como la “religión sin infierno”. Uno de nuestros hermanos recuerda que a Gertrude Linton se la llamaba en la comunidad “Gertie sin infierno”. Es obvio que el propósito era desanimar a las personas que mostraban interés en nuestro mensaje. De modo que fue necesario que una parte del programa de la asamblea de circuito mostrara cómo enfrentarse a esta objeción con la Versión del Rey Jaime. Se usaron textos como Salmo 55:15; 86:13; Isaías 14:9, y Jonás 2:2, con las notas marginales de la Versión del Rey Jaime. Ya que la mayoría de las casas tenían esta versión de la Biblia con referencias marginales, los hermanos podían razonar con la gente usando su propia Biblia y ayudarles a ver que el infierno al que hacen referencia las Escrituras no es un lugar de tormento ardiente, sino que es el sepulcro. Este fue un método útil, pues la objeción ya prácticamente no se oye.

El testimonio llega a las Granadinas

Las islas mayores, que hoy forman parte del territorio que atiende esta sucursal, se estaban testificando bien. Pero las islas más pequeñas situadas entre Granada y San Vicente también necesitaban atención. Estas islas reciben el nombre de Granadinas.

Una persona que actualmente viaje en avión por esta zona nunca pierde de vista estas islas. Sin embargo, para poder llegar a ellas años atrás, la Sociedad compró una goleta de 20 metros de eslora llamada Sibia. El 18 de marzo de 1950 un grupo internacional de misioneros arribaron a la isla de Carriacou, la mayor de las Granadinas. Entre la tripulación se encontraban Arthur Worsley, Stanley Carter, Ronald Parkin y Gust Maki, el capitán, todos ellos celosos proclamadores de las buenas nuevas. Poco tiempo después, las 7.000 personas de esta isla de 34 kilómetros cuadrados habían recibido su primer testimonio organizado.

Los hermanos se dieron cuenta de que a pesar de su relativo aislamiento, había un espíritu afectuoso entre aquellas personas. No tenían mucho materialmente, pero esto les importaba poco a los misioneros, ya que ellos estaban allí para dar y compartir. Con el fin de ayudar a estas personas humildes, los misioneros solían intercambiar Biblias y otra literatura por productos autóctonos, como cacahuetes, maíz y verduras. El 29 de agosto de 1950 fue bautizada la primera Testigo local. El 22 de septiembre de 1952 se organizó una congregación. Hoy la congregación tiene más de 43 publicadores, sin mencionar las veintenas de publicadores que se han mudado de la isla y que ahora están en Europa, América del Norte y otras islas del Caribe.

Otra de las islas Granadinas que conserva su rústica belleza original es Bequia. El Sibia atracó en su pintoresco puerto, Port Elizabeth, el 5 de abril de 1950. Durante los siguientes años, el Sibia visitó diez veces esta isla, de unos 6.000 habitantes. Hoy, una fuerte congregación de unos 20 publicadores atiende el interés en la isla.

En 1953, el presidente de la Sociedad aprobó la compra de un barco de mayor tamaño y de motor llamado Le Cheval Noir para sustituir al Sibia. Se le cambió el nombre a otro más apropiado, Luz, más en consonancia con el propósito de este barco de doble hélice. Había lugar a bordo para acomodar a ocho personas. Podía llevar hasta 50 personas en viajes cortos, por lo que fue usado a menudo para transportar a los publicadores a las asambleas que se celebraban en otras islas.

Ayuda después del huracán Janet

En septiembre de 1955, el huracán Janet barrió las islas de Barbados, Bequia, Carriacou, Granada y San Vicente. Como un toro embravecido, el viento, a una velocidad que los que viven en la zona no recuerdan haber visto, arrancó árboles y casas. Antes de proseguir su camino hacia el norte, este huracán desató billones de caballos de potencia destructiva en estas islas durante una semana. El 90% de las casas y edificios de Carriacou fueron derribados o destruidos.

El amor que los hermanos mostraron a los afectados por el huracán fue en verdad sobresaliente. “Durante el huracán, nos encontrábamos en el barco Luz en la zona de Puerto Rico —dijo Gust Maki⁠—. Los hermanos y hermanas puertorriqueños nos dieron mucha ropa y alimentos para llevar a los hermanos de Carriacou.” Recordando la reacción de la gente, él prosigue: “Ya que todas las iglesias de Carriacou habían sufrido desperfectos, no se celebró ningún servicio religioso por varios meses. Se vio al sacerdote católico ir a las casas de sus feligreses para ofrecer la comunión antes de marcharse de la isla. El sacerdote anglicano llamó a casa de una feligresa para pedirle dinero a fin de reparar la iglesia, a pesar de que esa persona estaba viviendo en una cocina improvisada. Se le oyó decir: ‘Mi obispo viene a pedirme dinero, mientras que los testigos de Jehová vienen a ayudar a sus compañeros’”.

La emigración afecta al crecimiento

Entre los años 1950 y 1970 se vio alterado el modelo de crecimiento y desarrollo de la organización por todo el territorio atendido por la sucursal. Personas de toda la zona oriental del Caribe sintieron la necesidad de emigrar a países más desarrollados en busca de una “vida mejor” y mejores condiciones económicas. Eso fue especialmente cierto en Barbados. En un período de treinta años, Barbados informó una pérdida de población neta de 74.000 personas.

La situación económica de nuestros hermanos no era diferente de la del resto de la gente. Muchos se encontraron ante un dilema: por un lado estaba la necesidad de proveer alimento, ropa y abrigo a sus familias; por otro, la necesidad más urgente de mantener las cosas espirituales en primer lugar y conservar la unidad de la familia en la adoración verdadera. Esta situación requirió que bastantes cabezas de familia de las islas se hicieran un serio autoexamen.

Muchas congregaciones se vieron considerablemente debilitadas por la marcha de algunos hermanos que habían sido publicadores muy celosos. En algunos casos, la ausencia prolongada de uno de los cónyuges contribuyó a la infidelidad marital, y los ancianos tuvieron que proveer la guía y disciplina necesarias para ayudar a los matrimonios. En otros casos, el que la familia no estuviera junta fue la causa de que los hijos se hicieran delincuentes. Al cabo de algunos años, la mayoría de los emigrantes regresaron en una mejor situación económica, pero en vista del perjuicio que sufrieron las relaciones familiares y la espiritualidad, algunos se preguntaron: ‘¿De qué ha valido, después de todo?’.

Mejor elección, mayores bendiciones

Sin embargo, hubo quienes no cedieron al señuelo económico, mantuvieron juntas a sus familias y perseveraron en los tiempos difíciles. Estos cristianos simplemente aprovecharon sus recursos de la manera más ingeniosa, y fueron ricamente bendecidos por ello. Considere dos buenos ejemplos: Milton Alleyne y Fitz Hinds.

Aunque era un contratista hábil y experto, Milton Alleyne no cedió al deseo de emigrar. Permaneció en la comunidad para poder ayudar a su familia más que solo de manera económica, y también para ayudar a los hermanos locales. Mantuvo unida a su familia, y ahora experimenta el gozo de ver que sus cuatro hijos son cristianos dedicados y bautizados, y están activos en la verdad. Hoy día, dos sirven de precursores regulares y uno, de precursor especial. El hermano Alleyne sirve en la actualidad de superintendente presidente de la congregación Hillaby de Barbados.

Fitz Hinds también demostró aguante paciente. Ha estado en la vanguardia de la actividad teocrática, y ha llevado la delantera en la congregación por más de treinta y seis años. Actualmente sirve de conductor del estudio de La Atalaya en Sugar Hill (Barbados), y también ha tenido el gozo de ayudar a toda su familia a crecer en la verdad. Sus tres hijos son ahora siervos ministeriales, y una de sus hijas es precursora regular. El resto de la familia participa con regularidad en el servicio de precursor auxiliar varias veces al año.

Felizmente, puede decirse que la tendencia que se manifestó entre los años cincuenta y setenta se ha invertido. En este momento, pocos de los hermanos más capacitados y celosos piensan en emigrar solo por razones económicas.

Algunos de los que se han adherido al servicio de tiempo completo han sido favorecidos con la Escuela de Galaad. Es animador reflexionar en el hecho de que en el transcurso de los años la sucursal de Barbados ha enviado a Galaad a diez ministros de tiempo completo. Para coordinar la obra que se expande rápidamente en las islas, dos de los graduados que volvieron a ser asignados aquí, A. V. Walker y O. L. Trotman, ahora sirven en el comité de la sucursal junto con el hermano Sven Johansson.

Es evidente que la obra de hacer discípulos ha progresado muy bien. Los hermanos han adquirido la experiencia necesaria en los asuntos de organización y han asumido más responsabilidad en relación con la obra del Señor en estos últimos días de este inicuo sistema de cosas.

Después del Luz, una nueva fase del trabajo

Los misioneros de la embarcación Luz hicieron un trabajo valioso en las islas. Sin embargo, había un inconveniente. En estas islas pequeñas la gente estaba muy preocupada en cuanto a quién bautizaría a sus recién nacidos o quién les administraría los últimos sacramentos o los enterraría cuando murieran. Las personas interesadas que estudiaban con los misioneros, algunas de las cuales llegaron incluso a dejar su Iglesia, se sentían abandonadas cuando los misioneros levaban anclas y se marchaban a otra isla. ‘¿Quién enterrará ahora a nuestros muertos?’, se preguntaban. De modo que volvían a su anterior Iglesia.

Así que para 1957 la casa misional flotante de la Sociedad, el Luz, había servido su propósito y se vendió. Los misioneros que estaban en el barco fueron asignados a otras partes. Había llegado el tiempo para que el interés de las personas fuera atendido por ministros de tiempo completo con base terrestre.

Stanley y Ann Carter fueron asignados a St. George’s (Granada). Trabajaron leal y fielmente para fortalecer a los hermanos. Pronto el entusiasmo contagioso de los celosos Testigos de esta ciudad hizo necesario un lugar de reunión mayor. Se construyó un excelente Salón del Reino en un lugar desde el que se divisaba el hermoso puerto de St. George’s, y fue dedicado por Robert Wallen, de las oficinas centrales, cuando visitó la isla como superintendente de zona en marzo de 1964.

Los reajustes separan a los descontentos

La provisión que la Sociedad hizo en 1961 para una mejor preparación de los precursores especiales, misioneros y ancianos de congregación por medio de la Escuela del Ministerio del Reino logró mucho en el fortalecimiento de la obra desde el punto de vista de organización. Ayudó a hermanos capacitados a apreciar el valor de hacer todo lo posible por quedarse en sus asignaciones en vez de emigrar en busca de mayores ingresos. También había que dar atención a las situaciones de algunos publicadores cuyas vidas no eran limpias en sentido moral. A veces, tales casos no eran atendidos con la suficiente celeridad. Por lo tanto, el curso de un mes que se celebró en Bridgetown (Barbados) y Kingstown (San Vicente) suministró el reajuste bíblico necesario a este respecto.

Algunos se quejaron de los reajustes que se hicieron, pero otros estuvieron humildemente agradecidos de poder servir a Jehová en cualquier capacidad. Por ejemplo: Reuben Boyce admite que cuando se le reemplazó como superintendente presidente de la congregación de Bridgetown (Barbados), recibió “una gran sorpresa”. Pero lo aceptó como algo que Jehová quería o permitía. Por otra parte, uno que ya no anda en el camino de la verdad se acercó al hermano Boyce con condolencia fingida y le preguntó: “¿Qué ha sucedido? ¿Por qué te han removido, hombre?”.

El hermano Boyce respondió: “¿Qué quieres decir?”.

El que intentaba sembrar el descontento dijo: “¡Que no está bien! ¿Qué vas a hacer ahora?”.

La respuesta del hermano Boyce reflejó la actitud leal de una gran mayoría de los hermanos cuando dijo: “¡Mira, hombre! No hay nada que hablar al respecto. Cuando la Sociedad nombra a una persona para que ocupe un puesto en la congregación, no te dicen que te van a nombrar a ti; de modo que cuando te remueven, no hay por qué quejarse. De modo que no veo nada que deba irritarme”. Y eso puso punto final a la conversación.

A lo largo de los años, el hermano Boyce ha seguido manteniendo su lealtad a Jehová y a Su organización y se ha beneficiado de la disciplina necesaria. Ahora, totalmente ciego y de edad muy avanzada, sirve de anciano. En estos últimos años también ha tenido la bendición de que su esposa, que antes no era creyente, haya llegado a ser una Testigo dedicada y bautizada.

Se organiza la nueva sucursal

Entre las Noticias Teocráticas del número de febrero de 1966 del Ministerio del Reino (edición de Trinidad), había un pequeño pero significativo anuncio: “Una nueva oficina sucursal empezó a funcionar el 1 de enero de 1966 en Barbados para supervisar la obra en Barbados, Bequia, Carriacou, Granada, Santa Lucía y San Vicente”. Para aquel tiempo, había un total de 1.084 Testigos en las seis islas. Estos publicadores tenían la asignación de predicar a una población combinada de más de medio millón de personas. Por supuesto, ya se había dado mucho testimonio.

A fin de organizar la casa misional donde se iba a ubicar la oficina sucursal, se envió a Barbados a dos misioneros. Estos eran Benjamín y Beryl Mason. El hermano Mason había asistido a la segunda y a la trigésimo novena clase de Galaad. Su sello era el celo por el ministerio. Era un poco cargado de espaldas, pero, con su característico sentido del humor, decía que esto se debía a “adelantarse con ardor en el servicio del Señor”.

Desde el mismo comienzo, la nueva sucursal se ocupó sin demora de dar más atención personal a los hermanos y atender mejor sus necesidades. El tener la oficina sucursal en la misma isla supuso enviar con mayor rapidez los suministros a las congregaciones, pues no había que hacer los pedidos a Trinidad y luego depender de las poco confiables líneas marítimas interinsulares. A los hermanos de la sucursal no les tomó mucho tiempo acostumbrarse a formar parte de la “nueva familia de la sucursal”.

Ahora había llegado el tiempo para que la Sociedad echara raíces permanentes en Barbados. Se compró un excelente terreno en Bridgetown para una nueva oficina sucursal, una casa misional y un Salón del Reino. Era el lugar que había sido el centro de tanta actividad teocrática por más de cincuenta años: la casa de Lucy Gooding.

El lugar donde se encuentra la oficina sucursal de Barbados en Bridgetown es una ubicación ideal, pues está a una manzana de la nueva oficina general de correos y a unos diez minutos andando del puerto de Bridgetown. A menudo, las personas que pasan por delante de estos edificios, las mismas personas que también fueron testigos presenciales del esfuerzo común que realizaron los Testigos durante la construcción, comentan sobre su hermosa apariencia. Todas las congregaciones participaron en la construcción, y eso en sí mismo fue un gran testimonio.

La coordinación de la obra de construcción de los edificios de la sucursal y el compañerismo que engendró hizo que los hermanos pensaran más seriamente en la necesidad de construir Salones del Reino. Pronto se dieron cuenta de que entre los hermanos de la isla ya había suficientes profesionales. Así que en los dieciocho meses siguientes a la dedicación de los edificios de la sucursal, se construyeron ocho nuevos Salones del Reino en el territorio que atiende la sucursal. El primero en ser dedicado fue el de Cave Hill (Barbados); luego le siguieron el de Castries (Santa Lucía), así como el de Grenville (Granada), solo para nombrar algunos. En todo el territorio hay ahora 28 Salones del Reino, lo que hace posible que las 33 congregaciones se reúnan en edificios que son propiedad de los hermanos.

Cambios políticos en las islas

Desde el año 1958 se han producido grandes cambios políticos en todas las Antillas. Diez de las islas, desde Jamaica, al noroeste, hasta Trinidad, al sur, se unieron en una federación política. Pero resultó un fracaso, y se disolvió en mayo de 1962. Este grupo de islas no obtuvo la independencia política como nación, sino que se dejó que cada una de ellas buscara la independencia por sí misma. Así, Barbados llegó a ser una nación independiente el 30 de noviembre de 1966. Granada, Santa Lucía y San Vicente lo consiguieron más tarde.

Sin embargo, estos acontecimientos políticos no afectaron la relación entre los hermanos de las diferentes islas. Tanto antes de la independencia política como desde entonces, siempre se han esforzado por vivir en armonía con el principio bíblico de la neutralidad. Saben bien que Cristo dijo concerniente a sus seguidores: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo”. (Juan 17:16.) También han sido guiados por las palabras del apóstol Pablo: “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres”. (Rom. 12:18.) Como los hermanos no se envolvieron en la política, sino que mantuvieron estricta neutralidad, llegaron a ser muy respetados, aunque no queridos, por el gobierno insular. Algunas veces a los políticos les molesta que los hermanos no participen en lo que consideran deberes cívicos, especialmente durante las elecciones locales. Sin embargo, los hermanos nunca han tenido ningún tipo de problema serio a este respecto.

En unas cuantas ocasiones, algunos hijos de Testigos han sido amenazados con la expulsión de la escuela por no participar en juramentos y compromisos de lealtad al gobierno. Cuando eso ha sucedido, ha sido útil citar a los administradores escolares, en especial a los de Barbados, algunos de los artículos de la Constitución de la isla. Cuando se les ha recordado a las autoridades escolares los derechos que la Constitución garantiza, normalmente no hemos tenido más dificultades. El folleto La escuela y los testigos de Jehová ha sido un instrumento excelente para aclarar nuestra posición a los administradores escolares y a los maestros.

Los graduados de Galaad ponen un buen ejemplo

Todas las islas se han beneficiado de los superintendentes viajantes y misioneros preparados en Galaad. Cada uno de ellos ha hecho una sólida contribución a la difusión de las buenas nuevas y al fortalecimiento de las congregaciones.

En 1960, John y Lynne Mills llegaron a Barbados desde Trinidad para participar en la obra de circuito. Se mantuvieron muchos años en este rasgo del servicio, acompañados de su pequeño hijo.

Richard y Gay Toews llegaron a Barbados el 21 de febrero de 1967 para emprender su asignación misional. Ese mismo año se nombró al hermano Toews para encargarse de la administración de la sucursal, y él atendió bien esta responsabilidad durante trece años. Como el apóstol Pablo le dijo a Timoteo, los hermanos de la sucursal trabajaron durante ese tiempo para ayudar y preparar a los hermanos locales, más bien que a los misioneros extranjeros, a fin de que pudieran asumir la responsabilidad y encargarse de asignaciones importantes. (2 Tim. 2:2.)

Gay Toews, una hermana afable y muy trabajadora, demostró ser una excelente misionera durante los años que vivió en Barbados. Se familiarizó bastante con las expresiones “bajan” y las usó con frecuencia en el ministerio de casa en casa, aunque los modismos de Barbados no suenan exactamente igual cuando son pronunciados por una lengua canadiense. Tuvo mucho éxito en dirigir a las personas interesadas a la organización. Debido a su mala salud, con el tiempo el hermano Toews y su esposa, Gay, volvieron a Canadá, donde ahora participan en la obra de distrito.

Actualmente, en el territorio que atiende la sucursal de Barbados hay diez misioneros y cinco casas misionales. Cuatro de los cinco superintendentes viajantes han pasado por Galaad. Muchos de los que ahora participan en el servicio de tiempo completo dicen que una de las cosas que los motivó a emprender dicho servicio fue el buen ejemplo de los misioneros.

Con toda esta ayuda misional, es posible que hubiera habido un mayor aumento de no haber sido por la tan extendida inmoralidad. En una de las islas, el 78% de todos los niños nativos nacen fuera del matrimonio. Mientras que las religiones de la cristiandad aceptan fácilmente la llamada nueva moralidad, el pueblo de Jehová no lo hace. En un esfuerzo por dar respetabilidad social al resultado de estas prácticas sexuales promiscuas, en una reciente reforma de la ley familiar, uno de los gobiernos insulares eliminó la palabra ilegítimo (con referencia a los hijos nacidos fuera del matrimonio) de los códigos de leyes. De modo que los hermanos han tenido que recalcar mucho la importancia de adherirse a las altas normas de moralidad de Jehová.

Asamblea internacional de Bridgetown

La celebración de una de las asambleas internacionales de 1978 en Barbados fue una buena indicación de su crecimiento espiritual, así como de la madurez y buen nivel de los hermanos. A los hermanos les entusiasmó tener este privilegio, que resultó en un resonante éxito. Nunca antes habían venido tantos asistentes del extranjero a una asamblea celebrada en Barbados. Vinieron de 28 diferentes naciones.

Se dio un excelente testimonio en los hoteles y en otros lugares, pues cientos de asistentes de otros países convivieron unos días con los habitantes de Barbados. Como resultado, más de seis mil personas asistieron al discurso público que presentó el hermano Karl Adams, del Betel de Brooklyn. También asistieron Jack Barr y su esposa, Mildred, de Londres (Inglaterra), y el hermano Barr tuvo varias asignaciones fundamentales del programa. Para aquel entonces estaba esperando los permisos de entrada en Estados Unidos, pues había sido invitado a formar parte del Cuerpo Gobernante.

Programas gratuitos de radio resultan en testimonio

En Barbados, cuando un tema, acontecimiento o celebración es de interés público, las emisoras de radio normalmente ofrecen entrevistas al respecto. Este servicio ha sido usado eficazmente por el pueblo de Dios para dar a conocer nuestra posición con respecto a diferentes cuestiones, lo que ha eliminado mucho del prejuicio contra nuestra obra. En una ocasión fuimos invitados a enviar un representante para formar parte de un grupo que iba a responder preguntas del público sobre el tema de la Navidad, ya que nosotros no observamos esta celebración.

En el grupo estaba el obispo de la iglesia anglicana. Antes de que se empezara a retransmitir el programa, el hermano que representaba a los Testigos le preguntó al obispo cómo debería dirigirse a él. El obispo le indicó que podría llamarle Padre, Obispo o Reverendo. El hermano explicó cortésmente que no podría usar ninguno de esos títulos porque la Biblia no está de acuerdo con su uso. El clérigo obviamente se molestó, pues fue al moderador del programa y le dijo que no participaría en él con ese Testigo; la cuestión era: o él o el Testigo. Como el hermano que representaba a los Testigos era el único del grupo que no estaba de acuerdo con la celebración de la Navidad, tenía que quedarse. De modo que fue un clérigo muy disgustado y humillado el que dejó el estudio.

Cuando las transfusiones de sangre y la homosexualidad se convirtieron en temas de actualidad, de nuevo se invitó a los Testigos a enviar a sus representantes a varias emisoras para presentar el punto de vista bíblico.

Se evitan distracciones

Puede decirse con toda seguridad que la organización teocrática local ha progresado mucho en los últimos ochenta y cuatro años. Aunque no ha habido ninguna represión organizada del pueblo de Dios en estas islas, nuestro astuto adversario, Satanás el Diablo, ha utilizado otros medios. Ha empleado trampas más sutiles: la inmoralidad, las quejas y la diversión excesiva.

Por ejemplo: el deporte más popular de Barbados es el críquet. Se sigue con tanta pasión que un escritor observó: “El críquet es más una religión que un deporte”. Los entusiastas siguen el juego por la radio, la televisión o en vivo en el “sagrado” campo de críquet de Kensington Oval. Pero la mayoría de los hermanos, sabiendo que consume mucho tiempo, se han esforzado por mantener un punto de vista equilibrado sobre esta y otras formas de diversión que pueden afectar negativamente la vida espiritual de la persona.

La respuesta al servicio de precursor auxiliar durante abril demuestra que nuestros hermanos verdaderamente se esfuerzan por poner en primer lugar los intereses del Reino. En abril de 1988 la sucursal de Barbados informó un máximo de 1.009 precursores auxiliares. Esto significa que hubo como promedio más de treinta y dos precursores auxiliares por congregación en las seis islas que están bajo la supervisión de la sucursal. En total, el 46% de los hermanos participaron en alguna forma del servicio de tiempo completo durante ese mes. Esta celosa actividad sin duda ha contribuido al hecho de que ese mes de abril la sucursal fuera bendecida con un nuevo máximo de 2.571 publicadores.

Se proclama la gloria de Jehová en las islas

La historia de los testigos de Jehová es ahora parte de la historia de Barbados. Aquel silencioso centinela de tierra ubicado a la entrada del mar Caribe ha proclamado las buenas nuevas del Reino durante las pasadas ocho décadas. Y debido a esa proclamación, la isla se ha convertido verdaderamente en una puerta espiritual por la que han entrado muchos miles de personas que han llegado a disfrutar de “tiempos de refrigerio” al conseguir una excelente relación con Jehová Dios y su Hijo, Cristo Jesús. (Hech. 3:19.)

El profeta Isaías escribió tiempo atrás: “Canten a Jehová una canción nueva, su alabanza desde la extremidad de la tierra [...]. Atribuyan ellos gloria a Jehová, y en las islas anuncien hasta su alabanza”. (Isa. 42:10, 12.) Los 2.571 proclamadores del Reino del territorio que supervisa esta sucursal oran unidamente que la bendición de Jehová siga sobre sus esfuerzos por continuar proclamando Su gloria en estas islas.

[Recuadro y mapa de la página 150]

Datos de la sucursal de Barbados:

Capital de Barbados: Bridgetown

Idioma oficial: inglés

Religión mayoritaria: anglicana

Población combinada: 629.184

Publicadores: 2.571

Precursores: 299

Congregaciones: 33

Asistencia a la Conmemoración: 8.065

Oficina sucursal: Bridgetown

[Mapa]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

OCÉANO ATLÁNTICO

BARBADOS

Bathsheba

Holetown

Bridgetown

STA. LUCÍA

Castries

Micoud

SAN VICENTE

Kingstown

BEQUIA

Port Elizabeth

GRANADINAS

CARRIACOU

GRANADA

Grenville

St. George’s

MAR CARIBE

[Ilustración a toda plana de la página 148]

[Ilustración de la página 153]

“Mami” Lina Gaul, a la izquierda, y Waldemar Rice, dos de los primeros Testigos de Barbados

[Ilustración de la página 155]

Lucy Gooding, cuya casa se usó como hogar misional

[Ilustración de la página 156]

Winifred Heath, que cambió su vida para bautizarse en 1940

[Ilustración de la página 158]

Chriselda James, de Granada, crió a sus nueve hijos en la verdad

[Ilustración de la página 159]

E. J. Coward, de la central de Brooklyn, sirvió en las islas del Caribe oriental

[Ilustración de la página 161]

“Madre Lab”, Philippa La Borde, Testigo desde 1918, sirvió en San Vicente durante cincuenta años

[Ilustración de la página 165]

Cuthbert Blackman usó un coche de caballos en su servicio de precursor

[Ilustraciones de la página 170]

Frank Gall, a la izquierda, uno de los primeros graduados de Galaad de Barbados, y Dudley Mayers, que ayudó a formar algunas de las primeras congregaciones de Barbados

[Ilustración de la página 173]

Richard Ryde, a la izquierda, y Sven Johansson, dos misioneros enviados a Granada en 1949

[Ilustración de la página 175]

Lloyd Stull, uno de los primeros misioneros enviados a Santa Lucía

[Ilustración de la página 180]

“Sibia”, una goleta de 20 metros de eslora usada en la obra misional

[Ilustración de la página 183]

“Luz”, una embarcación de doble hélice que sustituyó al “Sibia”

[Ilustración de la página 184]

Los miembros del comité de la sucursal: A. V. Walker, izquierda; O. L. Trotman, y Sven Johansson

[Ilustración de la página 188]

Benjamín y Beryl Mason, quienes ayudaron a organizar el hogar misional

[Ilustración de la página 191]

Richard y Gay Toews, misioneros asignados a Barbados en 1967 que ahora sirven en Canadá

[Ilustración de la página 192]

Edificios de la sucursal y Salón del Reino de Bridgetown (Barbados)

[Ilustración de la página 193]

Asamblea internacional “Fe Victoriosa” de 1978, Estadio Nacional (Barbados)

[Ilustración de la página 194]

Costa de Bathsheba (Barbados), que da al océano Atlántico