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LECCIÓN 1

Lectura precisa

Lectura precisa

LAS Escrituras afirman que la voluntad de Dios es que personas de toda clase “lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Tim. 2:4). Por consiguiente, el deseo de comunicar tal conocimiento exacto debe influir en el modo como leemos la Palabra de Dios en voz alta.

Es importante que tanto los jóvenes como los mayores leamos bien la Biblia y las publicaciones basadas en ella. Como testigos de Jehová, tenemos la responsabilidad de transmitir el conocimiento de Jehová y de sus caminos, lo que a menudo implica leer a una persona o a un grupo reducido. En el círculo familiar también efectuamos ese tipo de lectura. La Escuela del Ministerio Teocrático brinda a hermanos y hermanas de todas las edades la oportunidad de recibir orientación destinada a mejorar su lectura en voz alta.

Todos debemos tomar muy en serio la lectura pública de las Escrituras, sea ante unas pocas personas o ante la congregación. Además de haber sido divinamente inspirada, la Biblia “es viva, y ejerce poder, [...] y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón” (Heb. 4:12). La Palabra de Dios contiene un conocimiento valiosísimo que no puede obtenerse de ninguna otra fuente. Ayuda a la persona a conocer al único Dios verdadero y a cultivar una buena relación con él, así como a hacer frente a los problemas de la vida. Explica, asimismo, cómo conseguir vida eterna en el nuevo mundo de Dios. Por consiguiente, deberíamos hacer todo lo posible por ser buenos lectores de la Biblia (Sal. 119:140; Jer. 26:2).

Cómo leer con precisión. La buena lectura comprende muchos aspectos, el primero de los cuales es la precisión. Hay que esforzarse por leer exactamente lo que está escrito, sin saltarse palabras ni letras, ni confundir términos parecidos.

Para leer las palabras de la forma correcta, usted debe entender primero el contexto, lo cual exige una cuidadosa preparación. Conforme vaya desarrollando la habilidad de mirar hacia adelante y seguir el hilo de las ideas, logrará leer con mayor precisión.

La puntuación y los acentos gráficos son elementos importantes del lenguaje escrito. La primera reproduce las pausas y su duración, así como la entonación. En algunos idiomas, si no se varía el tono cuando la puntuación lo requiere, puede convertirse una pregunta en una afirmación o cambiarse el sentido por completo. Claro está que a veces la función de los signos de puntuación es principalmente gramatical. En cuanto a los acentos y otros signos diacríticos, en muchas lenguas es imposible leer de forma precisa si no se les presta cuidadosa atención, pues modifican el sonido representado por las letras. Para que su lectura tenga sentido, es fundamental que conozca bien las normas de puntuación y acentuación de su idioma. Recuerde que el objetivo es transmitir ideas, y no pronunciar palabras solamente.

La habilidad de leer con precisión se adquiere con la práctica. Lea cada párrafo repetidas veces hasta que no cometa ningún error, y solo entonces pase al siguiente. Por último, intente leer varias páginas seguidas sin omitir, repetir ni pronunciar mal ninguna palabra. Una vez logrado lo anterior, pida a alguien que lo escuche y le indique si se equivoca.

En algunas zonas del mundo, los problemas de la vista y la iluminación deficiente dificultan la lectura. Si se puede hacer algo para vencer estos obstáculos, no cabe duda de que la persona adquirirá mayor destreza.

A los hermanos que son buenos lectores quizá se les conceda con el tiempo el privilegio de leer en público la información del Estudio de Libro de Congregación y del Estudio de La Atalaya. No obstante, para cumplir bien ese cometido, no basta con pronunciar las palabras correctamente. Si desea ser un lector público eficaz en la congregación, debe cultivar buenos hábitos en su lectura personal. Con ese fin, tiene que comprender que cada término desempeña un papel en la oración. Si hace caso omiso de varios de ellos o los lee mal, aunque sea para sus adentros, no captará el mensaje o este le llegará distorsionado. Otra de las razones por las que se cometen errores es que no se tienen en cuenta las reglas de acentuación ni el contexto. Esfuércese por entender el significado de cada vocablo en su entorno lingüístico. Repare también en cómo afecta la puntuación al sentido de la oración. Por otra parte, recuerde que normalmente las ideas se comunican mediante grupos de palabras. Fíjese en estos, de modo que cuando lea en voz alta, en vez de pronunciar las palabras una por una, las agrupe en unidades mayores, constituyan o no una oración completa. Para transmitir conocimiento exacto en la lectura pública es importante entender con claridad lo que se lee.

El apóstol Pablo escribió a un anciano cristiano con experiencia: “Continúa aplicándote a la lectura pública” (1 Tim. 4:13). Es obvio, por tanto, que todos podemos mejorar en este aspecto.