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CAPÍTULO DOS

Sirvamos en “la parte final de los días”

Sirvamos en “la parte final de los días”

 1, 2. a) ¿Qué visión tuvo Jeremías que marcó el tono de sus mensajes proféticos? b) ¿Por qué deben interesarnos los mensajes de Jeremías?

 “¿QUÉ estás viendo?”, preguntó Dios a su profeta recién comisionado, a lo que este respondió: “Una olla con boca ancha a la que se sopla es lo que estoy viendo, y su boca está alejada del norte”. Aquella visión constituyó un primer indicio de la clase de mensajes que lanzaría el joven Jeremías (léase Jeremías 1:13-16). Se soplaba la olla figurativa, no para enfriarla, sino para avivar las llamas que la calentaban. Jehová predijo de esta manera que, como un caldo hirviendo, las dificultades saldrían a borbotones de esta olla y se esparcirían por la tierra de Judá debido a su continua infidelidad. ¿Qué significaba el hecho de que la boca de la olla estuviera dirigida hacia el sur? Que la calamidad vendría del norte; en otras palabras: Babilonia invadiría Judá desde este punto cardinal. Y así fue. Durante su carrera profética, Jeremías presenció sucesivos derrames de este caldero hirviente que culminaron en la destrucción de Jerusalén.

2 Babilonia ya no existe, pero a todos deberían interesarnos los mensajes proféticos de Jeremías. ¿Por qué razón? Porque vivimos en “la parte final de los días”, una época en la que muchas personas profesan ser cristianas, aunque ni ellas ni sus iglesias cuentan con el favor de Dios (Jer. 23:20). Por otro lado, al igual que Jeremías, los testigos de Jehová predicamos un mensaje no solo de juicio, sino también de esperanza.

 3. a) ¿Cómo está ordenado el libro de Jeremías? b) ¿Cuál es el objetivo de este capítulo?

3 En vez de poner por escrito los acontecimientos conforme iban sucediendo, Jeremías dictó su relato a un secretario probablemente al final de su actividad profética (Jer. 25:1-3; 36:1, 4, 32). La obra no está en orden cronológico; más bien, muchas de sus partes están agrupadas por temas. Por ello, será útil obtener una idea general del trasfondo histórico de los libros de Jeremías y Lamentaciones y del orden en que ocurrieron los sucesos (véase la tabla de la página 19). Saber quién era el rey de Judá en determinado momento y, en algunos casos, qué sucedía en Judá y sus alrededores nos permitirá comprender mejor lo que dijo e hizo Jeremías. Además, estaremos más preparados para beneficiarnos de los mensajes que transmitió el profeta al pueblo de Dios.

JEREMÍAS Y SU ENTORNO HISTÓRICO

 4-6. ¿Cuál era la situación del pueblo de Dios decenios antes de que Jeremías iniciara su labor profética?

4 Jeremías profetizó en una época turbulenta, marcada por la rivalidad entre Asiria, Babilonia y Egipto. Unos noventa y tres años antes de que iniciara su labor profética, Asiria había derrotado al reino de Israel (las diez tribus del norte) y había deportado a numerosos israelitas. Fue entonces cuando Jehová defendió del embate asirio a Jerusalén y a su leal rey Ezequías. Cabe recordar que Dios milagrosamente dio muerte a 185.000 soldados enemigos (2 Rey. 19:32-36). Uno de los hijos de Ezequías fue Manasés. Es probable que durante su mandato, de cincuenta y cinco años, naciera Jeremías; en ese tiempo, Judá quedó bajo el yugo político de Asiria (2 Cró. 33:10, 11).

5 Jeremías escribió también los libros de Primero y Segundo de los Reyes. En este último se lee que Manasés reconstruyó los lugares altos que su padre había demolido y erigió altares a Baal y al ejército de los cielos, hasta en el templo de Jehová. Además, derramó mucha sangre inocente y llegó al punto de entregar a su propio hijo como ofrenda quemada a un dios falso. En resumen, “hizo en gran escala lo que era malo a los ojos de Jehová”. En vista de tanta maldad, Dios decretó que la calamidad cayera sobre Jerusalén y Judá, tal como ya había azotado a Samaria e Israel (2 Rey. 21:1-6, 12-16). Tras la muerte de Manasés, su hijo Amón continuó con los mismos ritos idolátricos. Pero pronto cambiarían las circunstancias. Dos años después, en 659, Amón fue asesinado, y Josías, su hijo de ocho años, fue coronado rey.

6 A lo largo de los treinta y un años del reinado de Josías, Babilonia fue imponiéndose a Asiria. El monarca vio en esta situación una oportunidad para independizar a Judá de la dominación extranjera. Al contrario de su padre y su abuelo, sirvió lealmente a Jehová e impulsó grandes reformas religiosas (2 Rey. 21:19–22:2). Por ejemplo, en el año doce de su mandato limpió el reino de los lugares altos, los postes sagrados y los ídolos y, más adelante, ordenó la reparación del templo de Jehová (léase 2 Crónicas 34:1-8). Curiosamente, en el año trece de Josías (647), Jeremías recibió la comisión de ser profeta de Dios.

¿Cómo se habría sentido usted si hubiera sido profeta en los tiempos de Jeremías?

 7, 8. a) ¿En qué se diferenció el reinado de Josías del de sus predecesores Manasés y Amón? b) ¿Qué clase de persona fue Josías? (Véase el recuadro de  la página 20.)

7 Mientras se restauraba el templo, en el año dieciocho del reinado del piadoso Josías, el sumo sacerdote encontró “el mismísimo libro de la ley”. El monarca ordenó a su secretario que se lo leyera y, en cuanto escuchó su lectura, reconoció los errores del pueblo; entonces buscó la guía de Jehová mediante la profetisa Huldá y exhortó a sus súbditos a obedecer los mandamientos de Dios. Huldá informó a Josías de que Jehová traería “calamidad” sobre Judá por su infidelidad, pero que él no la vería debido a su buena actitud hacia la adoración pura (2 Rey. 22:8, 14-20).

8 El rey Josías redobló sus esfuerzos por erradicar todo vestigio de idolatría, lo cual lo llevó a internarse en el territorio que en su día había ocupado el reino de Israel y derribar el lugar alto y el altar de Betel. También mandó celebrar una memorable fiesta de la Pascua (2 Rey. 23:4-25). ¡Cuánto debió de complacer esto a Jeremías! Sin embargo, no resultó nada fácil mover a la gente a hacer cambios. Manasés y Amón habían inducido al pueblo a la degradada veneración de ídolos, por lo que su espiritualidad estaba de capa caída. A pesar de las reformas de Josías, Dios impulsó a Jeremías a señalar que los dioses de Judá todavía eran tan numerosos como sus ciudades. Los compatriotas del profeta bien podían asemejarse a una esposa infiel: habían abandonado a Jehová y se habían prostituido con dioses extranjeros. De ahí que Jeremías declarara: “Son tantos como el número de las calles de Jerusalén los altares que ustedes han puesto para la cosa vergonzosa, altares para hacer humo de sacrificio a Baal” (léase Jeremías 11:1-3, 13).

 9. ¿Qué acontecimientos internacionales marcaron los últimos años del reinado de Josías?

9 Tal como los mensajes de Jeremías no cambiaron a los judíos, tampoco impidieron que las naciones vecinas lucharan por la supremacía. En 632, las fuerzas conjuntas de Babilonia y Media conquistaron Nínive, la capital asiria. Tres años después, el faraón Nekó de Egipto dirigió su ejército hacia el norte para suministrar refuerzos a los asirios. Por razones que no se dan en la Biblia, Josías trató de frenar el avance de los egipcios en Meguidó, pero fue herido de muerte en el intento (2 Cró. 35:20-24). ¿Qué cambios políticos y religiosos generaría en Judá este infortunio? ¿Y a qué dificultades se enfrentaría Jeremías?

CAMBIA EL AMBIENTE RELIGIOSO

10. a) ¿En qué se parece la época que siguió a la muerte de Josías a la nuestra? b) ¿Cómo nos beneficia examinar la conducta de Jeremías?

10 La trágica noticia de la muerte del rey Josías entristeció mucho a Jeremías. Invadido por la pena, compuso endechas en su honor (2 Cró. 35:25). Si esta ya era de por sí una época turbulenta para Judá, la inestabilidad internacional añadió mayor presión. Las potencias rivales —Egipto, Asiria y Babilonia— pugnaban por el control de la zona. Además, el ambiente religioso de Judá había dado un vuelco. La muerte de Josías supuso el final de un régimen que favorecía la actividad de Jeremías y el comienzo de uno hostil. En la actualidad, infinidad de hermanos nuestros han sufrido cambios similares: han pasado de una relativa libertad de culto a ser perseguidos y proscritos. ¡Quién sabe cuántos de nosotros pasaremos por lo mismo dentro de poco! Si eso sucediera, ¿cómo nos afectaría? ¿Qué tendríamos que hacer para mantenernos leales? Ante estas perspectivas, nos confortará ver cómo superó Jeremías las dificultades.

11. ¿Qué sucedió en Judá tras la muerte de Josías?

11 Los habitantes de Judá tomaron al hijo de Josías, Jehoacaz (también llamado Salum), y lo proclamaron rey en Jerusalén. Su gobierno solo duró tres meses. Cuando el faraón Nekó regresó al sur tras guerrear contra los caldeos, quitó al nuevo rey y se lo llevó a Egipto. Jeremías anunció que no regresaría (Jer. 22:10-12; 2 Cró. 36:1-4). En su lugar, el faraón puso a Jehoiaquim, otro hijo de Josías. Jehoiaquim no imitó el buen ejemplo de su padre, sino que abandonó las reformas religiosas y reinstauró la idolatría (léase 2 Reyes 23:36, 37).

12, 13. a) ¿Cuál era el clima religioso a inicios del reinado de Jehoiaquim? b) ¿Cómo trataron los líderes espirituales judíos a Jeremías?

12 A inicios del reinado de Jehoiaquim, Jehová le dijo a Jeremías que fuera al templo y condenara rotundamente a los judíos por su maldad. Ellos veían el templo como un talismán protector; con todo, Jehová lo abandonaría si no dejaban sus malos hábitos, como “hurtar, asesinar y cometer adulterio y jurar en falso y hacer humo de sacrificio a Baal y andar tras otros dioses”. Haría con el templo y los hipócritas que adoraban en él lo mismo que hizo con el tabernáculo de Siló en los días del sumo sacerdote Elí. Como resultado, la tierra de Judá llegaría a “ser solo un lugar devastado” (Jer. 7:1-15, 34; 26:1-6). a ¡Cuánto valor necesitó Jeremías para divulgar este mensaje! Seguramente lo hizo ante numerosas personas, incluso algunas destacadas e influyentes. En nuestros tiempos, muchos de nosotros también hemos tenido que armarnos de valor para predicar en las calles o dirigirnos a hombres adinerados e importantes. Pero de algo podemos estar seguros: contamos con el respaldo de Dios, tal como Jeremías (Heb. 10:39; 13:6).

13 Dado el clima político y religioso imperante en Judá, ¿cómo reaccionarían los líderes espirituales a las declaraciones de Jeremías? Según el relato, “los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano y dijeron: ‘Positivamente morirás’”. Lívidos de rabia, dijeron: “A este hombre le corresponde el juicio de muerte” (léase Jeremías 26:8-11). No obstante, los enemigos de Jeremías no lograron su objetivo; Jehová estuvo con él para librarlo. Por otro lado, Jeremías no permitió que la cantidad de opositores o su apariencia amenazante lo intimidaran. Y tampoco deberíamos permitirlo nosotros.

¿Qué diferentes condiciones hubo durante los reinados de Manasés, Amón y Josías? ¿Qué lección extraemos de la manera como afrontó Jeremías su difícil misión?

“TIENES QUE ESCRIBIR [...] TODAS LAS PALABRAS”

14, 15. a) ¿Qué labor comenzaron Jeremías y su secretario Baruc en el cuarto año de Jehoiaquim? b) ¿Qué clase de persona fue Jehoiaquim? (Véase el recuadro de  la página 25.)

14 En el cuarto año de Jehoiaquim, Jehová ordenó a Jeremías que pusiera por escrito todas las palabras que le había hablado desde los días de Josías. De modo que Jeremías le dictó a su secretario, Baruc, todo lo que Dios le había dicho durante los veintitrés años anteriores, lo que incluía mensajes de juicio dirigidos a unos veinte reyes y reinos. Además, Jeremías mandó a Baruc que leyera este rollo en voz alta en la casa de Jehová. ¿Con qué objetivo? “Quizás los de la casa de Judá escuchen toda la calamidad que estoy pensando hacerles —dijo Jehová—, a fin de que se vuelvan, cada uno de su camino malo, y de que yo realmente les perdone su error y su pecado.” (Jer. 25:1-3; 36:1-3.)

15 A medida que un oficial de la corte iba leyendo el rollo ante Jehoiaquim, este iba cortándolo a trozos y quemándolo. En cuanto terminó, ordenó que le trajeran a Baruc y a Jeremías. “Pero Jehová los mantuvo ocultos.” (Léase Jeremías 36:21-26.) A causa de la pésima actitud del monarca, Dios declaró mediante su profeta que se le daría “el entierro de un asno”; sería arrastrado “afuera, más allá de las puertas de Jerusalén” (Jer. 22:13-19). ¿Cabría pensar que esta profecía fue tan solo una exageración de Jeremías?

16. ¿Qué mensaje alentador proclamó Jeremías?

16 A Jeremías se le ha tildado de catastrofista por sus mensajes de juicio; sin embargo, también proclamó un mensaje de esperanza. Llegaría el momento en que Jehová liberaría del cautiverio a un resto de Israel y lo devolvería a su tierra para que morara en seguridad. Dios celebraría con su pueblo “un nuevo pacto”, uno “de duración indefinida”, y escribiría Su ley en sus corazones. Perdonaría y olvidaría sus pecados. Es más, un descendiente de David “ejecutar[ía] derecho y justicia en la tierra” (Jer. 31:7-9; 32:37-41; 33:15). Estas profecías habrían de cumplirse a lo largo de los decenios y siglos siguientes, y aun tendrían un cumplimiento que cambiaría nuestras vidas dándonos una brillante esperanza. Volviendo al tiempo de Jeremías, los enemigos de Judá continuaban con sus luchas por la dominación territorial (léanse Jeremías 31:31, 33, 34, Hebreos 8:7-9 y 10:14-18).

EL ASCENSO DE BABILONIA

17, 18. ¿Qué sucesos internacionales marcaron los últimos años del gobierno de Jehoiaquim y el reinado de Sedequías?

17 En 625, los caldeos y los egipcios libraron una batalla decisiva en Carquemis, cerca del Éufrates, a unos 600 kilómetros (370 millas) al norte de Jerusalén. El rey Nabucodonosor derrotó a los ejércitos del faraón Nekó, poniendo fin a la dominación egipcia en la zona (Jer. 46:2). Pasó a subyugar a Judá y obligó a Jehoiaquim a rendirle vasallaje. No obstante, a los tres años, este se rebeló (2 Rey. 24:1, 2). Como respuesta, Nabucodonosor y sus tropas invadieron Judá en 618 y cercaron Jerusalén. Imaginemos lo difíciles que fueron aquellos tiempos, incluso para Jeremías, el profeta de Dios. Jehoiaquim murió al parecer durante el sitio de la ciudad, b y su hijo Joaquín se rindió a los babilonios después de haber reinado por solo tres meses. Nabucodonosor saqueó la ciudad y se llevó al exilio al rey y su familia, a las familias nobiliarias de Judá, a los hombres poderosos y a sus artesanos. Entre los exiliados figuraron Daniel, Hananías, Misael y Azarías (2 Rey. 24:10-16; Dan. 1:1-7).

18 Nabucodonosor puso en el trono a otro hijo de Josías, a Sedequías, quien sería el último rey terrestre de la línea de David. Su mandato acabó cuando Jerusalén y su templo fueron destruidos en 607 (2 Rey. 24:17). Los once años de su reinado se caracterizaron por grandes tensiones sociales y políticas en Judá. Es evidente que Jeremías tuvo que confiar plenamente en Aquel que lo había nombrado profeta.

19. ¿Cómo reaccionaron los contemporáneos de Jeremías a su mensaje, y por qué debe interesarnos esto?

19 Pongámonos en la piel de Jeremías. Desde los tiempos de Josías había visto trastornos políticos y un progresivo deterioro espiritual en el pueblo de Dios, y sabía que las circunstancias todavía iban a empeorar. La gente de su pueblo natal lo amenazó: “No debes profetizar en el nombre de Jehová, para que no mueras a mano de nosotros” (Jer. 11:21). Aun viendo que se cumplían las profecías, los judíos le dijeron: “En cuanto a la palabra que nos has hablado en el nombre de Jehová, no te estamos escuchando” (Jer. 44:16). Pero la vida de muchas personas estaba en juego, y lo mismo sucede hoy. Nuestro mensaje, al igual que el de Jeremías, procede de Jehová. Por ello, haremos bien en reforzar nuestro celo por el ministerio examinando cómo protegió Jehová a su profeta durante el período previo a la caída de Jerusalén.

¿Qué aprendemos de la actitud de Jeremías durante el reinado de Jehoiaquim? ¿Qué sobresaliente profecía que llega hasta nuestro tiempo pronunció Jeremías?

EL OCASO DE UNA DINASTÍA

20. ¿Por qué resultó muy difícil para Jeremías el reinado de Sedequías? (Véase el recuadro de  la página 29.)

20 Quizás los peores años de la vida profética de Jeremías transcurrieron durante la dominación de Sedequías. Como muchos de sus predecesores, este rey “continuó haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová” (Jer. 52:1, 2). Fue vasallo de los caldeos, y Nabucodonosor le hizo jurar por Jehová que le sería leal. Pese a ello, Sedequías acabó rebelándose. Mientras tanto, Jeremías se vio sometido a la fuerte presión de sus enemigos para que se uniera a la rebelión (2 Cró. 36:13; Eze. 17:12, 13).

21-23. a) ¿Qué bandos opuestos existían en Judá durante el mandato de Sedequías? b) ¿Qué trato recibió Jeremías por su postura, y por qué debe interesarnos?

21 A principios del gobierno de Sedequías llegaron a Jerusalén mensajeros de los reyes de Edom, Moab, Ammón, Tiro y Sidón, al parecer con la intención de tramar un alzamiento contra Nabucodonosor. Jeremías, en cambio, exhortó a Sedequías a someterse a Babilonia. Es más, les entregó a los mensajeros unos yugos para indicarles que sus naciones también debían doblar la rodilla ante los caldeos (Jer. 27:1-3, 14). c La postura de Jeremías no gustó, y su función como portador de un mensaje impopular resultó aún más difícil debido a Hananías, un profeta falso que declaró públicamente en nombre de Dios que el yugo babilonio se quebraría en pedazos. Sin embargo, Jehová declaró mediante Jeremías que en menos de un año el impostor Hananías moriría. Y eso es exactamente lo que sucedió (Jer. 28:1-3, 16, 17).

22 Judá se hallaba dividida en dos bandos: los partidarios de la sumisión a Babilonia y los que incitaban a la insurrección. En 609, Sedequías se rebeló y buscó el apoyo militar de Egipto. Jeremías tuvo que lidiar con la histeria nacionalista de quienes apoyaban la insurrección (Jer. 52:3; Eze. 17:15). A fin de aplacar la revuelta, Nabucodonosor y sus ejércitos regresaron a Judá, conquistaron todas sus ciudades y volvieron a sitiar Jerusalén. En estos momentos críticos, el mensaje que dirigió Jeremías a Sedequías y a sus súbditos fue que Jerusalén caería ante los caldeos y que la muerte esperaba a quienes permanecieran en la ciudad; por el contrario, quienes salieran y se rindieran, sobrevivirían (léanse Jeremías 21:8-10 y 52:4).

23 Los príncipes de Judá acusaron a Jeremías de traidor y de pasarse a los babilonios. Este lo negó, pero ellos lo golpearon y lo encerraron en prisión (Jer. 37:13-15). Aun así, Jeremías no adulteró el mensaje de Jehová, por lo que los príncipes persuadieron a Sedequías para que le diera muerte. Lo arrojaron a una cisterna fangosa, que podría haber sido su tumba de no ser por Ébed-mélec, un siervo etíope del rey que lo rescató (Jer. 38:4-13). El pueblo de Jehová de nuestros tiempos también se ha visto en grave peligro en incontables ocasiones por su negativa a involucrarse en controversias políticas. Sin duda, las vivencias de Jeremías nos fortalecerán para superar las pruebas que se presenten en el futuro.

24. Describa los sucesos del año 607.

24 En 607, los babilonios finalmente abrieron brecha en las murallas de Jerusalén y tomaron la ciudad. Los soldados quemaron el templo de Jehová, demolieron las murallas y ajusticiaron a los nobles de Judá. Sedequías trató de huir, pero fue capturado y llevado a Nabucodonosor. Con sus propios ojos vio como degollaban a sus hijos, tras lo cual Nabucodonosor lo cegó y se lo llevó a Babilonia (Jer. 39:1-7). Así es, las palabras de Jeremías tocante a Judá y Jerusalén se habían cumplido. Pero lejos de alegrarse, el profeta lloró con gran pesar el desastre de su pueblo, tal como se aprecia en el libro de Lamentaciones. La lectura de estos emotivos escritos ciertamente nos conmoverá.

UN RESTO SE QUEDA EN JUDÁ

25, 26. a) ¿Qué sucedió después de la caída de Jerusalén? b) ¿Cómo reaccionaron los contemporáneos de Jeremías a su mensaje?

25 ¿Qué le sucedió a Jeremías mientras tanto? Los príncipes de Jerusalén lo habían encarcelado, pero los babilonios lo trataron bien y lo pusieron en libertad. Más adelante, lo hallaron entre otros judíos que iban al cautiverio y fue liberado nuevamente. Todavía le quedaba mucho que hacer al servicio de Dios y a favor de los supervivientes. Nabucodonosor nombró a Guedalías gobernador del territorio conquistado y prometió paz al resto de los judíos si le servían a él, el rey de Babilonia. No obstante, unos sediciosos asesinaron al gobernador (Jer. 39:13, 14; 40:1-7; 41:2). Jeremías animó a los judíos que quedaban a que permanecieran en la tierra y no temieran al rey babilonio. Pero sus líderes lo tildaron de mentiroso y huyeron a Egipto, llevándoselo a él y a Baruc a la fuerza. Pese a todo, Jeremías profetizó que Nabucodonosor invadiría y subyugaría incluso aquel país y que causaría sufrimiento a los refugiados judíos (Jer. 42:9-11; 43:1-11; 44:11-13).

26 Una vez más, la respuesta de los contemporáneos del profeta del Dios verdadero fue no escucharlo. ¿Por qué? “Desde el tiempo en que cesamos de hacer humo de sacrificio a la ‘reina de los cielos’, y de derramarle libaciones —argumentaron—, nos ha faltado todo, y por la espada y por el hambre hemos sido acabados.” (Jer. 44:16, 18.) ¡Qué estado espiritual tan lamentable! Por otro lado, nos resulta muy alentador ver que un hombre imperfecto rodeado de personas infieles se mantuviera leal a Jehová.

27. ¿Qué sabemos de los años finales de la carrera profética de Jeremías?

27 En 580 se fecha el último suceso que Jeremías anotó: la liberación de Joaquín de las manos del sucesor de Nabucodonosor, Evil-merodac (Jer. 52:31-34). Para aquel entonces, Jeremías debía rondar los 90 años. No contamos con datos fidedignos sobre su muerte, pero es probable que viviese hasta el final de sus días en Egipto y muriese fiel tras unos sesenta y siete años de servicio especial a Jehová. Cumplió con su labor de profeta tanto en los tiempos en que se favorecía la adoración verdadera como cuando imperaba el culto apóstata. Halló personas reverentes que lo escucharon, aunque la mayoría rechazó sus mensajes o incluso le manifestó su franca hostilidad. ¿Fracasó Jeremías en su comisión? ¡Ni mucho menos! Desde el mismo principio, Jehová le había dicho: “De seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo’” (Jer. 1:19). Como testigos de Jehová, nuestra comisión actual es semejante a la de Jeremías, de modo que podemos esperar reacciones similares (léase Mateo 10:16-22). Por consiguiente, ¿qué lecciones aprendemos de Jeremías y cómo debemos acometer nuestro ministerio? Analicemos estas preguntas.

¿Qué les sucedió a Sedequías y a los judíos que rechazaron el mensaje de Jeremías? ¿Qué opina usted de Jeremías?

a El parecido entre Jeremías 7:1-15 y 26:1-6 ha inducido a algunos expertos a decir que ambos pasajes aluden al mismo suceso.

b Daniel 1:1, 2 dice que Jehoiaquim fue dado en manos de Nabucodonosor en su tercer año —obviamente, en su tercer año de vasallaje—, lo que indicaría que murió durante el asedio previo a la caída de Jerusalén. Según Josefo, Nabucodonosor mató a Jehoiaquim y echó su cadáver fuera de las murallas de la ciudad, sin ningún tipo de enterramiento, si bien la Biblia no corrobora estos detalles (Jer. 22:18, 19; 36:30).

c La alusión a Jehoiaquim en Jeremías 27:1 quizás sea un error del copista, porque los versículos 3 y 12 hablan de Sedequías.