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Una nación que entró en un pacto con Dios

Una nación que entró en un pacto con Dios

Capítulo 9

Una nación que entró en un pacto con Dios

1. Las naciones hoy son demasiado materialistas para formar una organización de tratado con ¿quién?

EN LOS asuntos internacionales es la costumbre que un estado entre en un tratado con otro estado para defensa mutua o para relaciones pacíficas o intercambios culturales u otros asuntos. Puede ser que varios estados políticos entren en una organización bajo un tratado, como sucede hoy en el caso de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO), la Organización del Tratado de Varsovia (o del Pacto de Varsovia), o la Organización del Tratado del Sudeste de Asia (SEATO). Pero, ¿qué estado político o nación hoy está en un pacto con Dios? Las naciones hoy son demasiado materialistas para formar una organización de tratado con un Ser celestial invisible como una de las partes del tratado.

2. ¿Qué preguntas queremos que se nos contesten acerca de una nación que entró en un pacto con Dios?

2 En la antigüedad, sin embargo, hubo una nación verdadera y viva en la Tierra que entró en un pacto con el Dios Altísimo del cielo. Esto significaba un pacto entre una parte terrestre y una parte celestial, una parte visible y una parte invisible. Todo pacto tiene un propósito declarado. ¿Qué propósito tuvo aquel pacto histórico entre una nación en la Tierra y el único Dios vivo y verdadero en el cielo? ¿Cómo se hizo un pacto tan aparentemente fuera de equilibrio? Estas son preguntas cuya respuesta queremos conseguir ahora.

3. ¿Quién sería el que propiamente hubiera de hacer arreglos para los términos, el mediador, las condiciones y el tiempo de tal pacto?

3 El Dios Altísimo, que es omnisapiente y todopoderoso, sería Quien propiamente hubiera de ofrecer o hasta proponer un pacto tal con una nación de personas imperfectas, pecaminosas. En medio de las circunstancias, sería apropiado que Él declarara el propósito del pacto y dictara sus términos y nombrara un mediador que obrara entre Él y los hombres. Señalaría las condiciones según las cuales el pacto continuaría y también seleccionaría el tiempo para el establecimiento de tal pacto o convenio. El tiempo que Dios fijó con mucha anterioridad fue en el siglo dieciséis antes de nuestra era común (o a. de la E.C.).

4. En la ocasión de hacer un pacto formal con Abrahán sobre sacrificio, ¿qué período predijo Dios para la descendencia de éste?

4 Dios había hecho un pacto formal sobre sacrificio con el antepasado de toda esta nación que había de ser admitida en un pacto nacional al debido tiempo. Fue después que Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, pronunció una bendición sobre Abrahán, quien había resultado victorioso militarmente, que Dios introdujo a Abrahán en este pacto formal con Él sobre sacrificio. Al dar a Abrahán fuerte seguridad o garantía de que la promesa divina se cumpliría en los descendientes de Abrahán, Dios le dijo: “Puedes saber con seguridad que tu descendencia llegará a ser residente forastera en tierra ajena, y tendrá que servirles, y éstos ciertamente la afligirán por cuatrocientos años. Pero a la nación que ellos servirán yo la estoy juzgando, y después de eso, saldrán con muchos bienes. En cuanto a ti, irás a tus antepasados en paz; serás enterrado en buena vejez. Pero en la cuarta generación ellos volverán acá, porque todavía no ha quedado completo el error de los amorreos.”—Génesis 15:13-16.

5. El largo tiempo que había de pasar antes que la descendencia de Abrahán ocupara la Tierra Prometida permitía que sucediera ¿qué?

5 Así el que la tierra o país fuera tomado por la descendencia natural o física de Abrahán fue pospuesto para más de cuatrocientos años después. Este largo período de tiempo permitiría que la descendencia física o natural escogida de Abrahán se desarrollara en un pueblo de muchos miembros, lo suficientemente numeroso como para desalojar a los amorreos que ocupaban la tierra de Canaán y que iban de mal en peor en el “error” de sus caminos paganos. Aunque la descendencia natural de Abrahán crecería hasta ser un pueblo de gran tamaño en una tierra extranjera con relación a la tierra de los cananeos, sin embargo Dios les mantendría ese país en reserva para ellos hasta que el “error” de los habitantes de la tierra prometida se hubiera hecho tan malo que merecieran ser purgados del país. Jehová ahora garantizó con un pacto formal que él daría el territorio a la descendencia natural de Abrahán cuando hubiera llegado el tiempo apropiado para ello.

“En aquel día celebró Jehová un pacto con Abrán, diciendo: ‘A tu descendencia ciertamente daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates: los quenitas y los quenecitas y los cadmoneos y los hititas y los perezeos y los refaim y los amorreos y los cananeos y los gergeseos y los jebuseos.’”—Génesis 15:18-21.

6. ¿Sería cancelada la Promesa Abrahámica por el pacto nacional? ¿Qué propósito tendría el pacto con relación a los descendientes de Abrahán?

6 En contraste con aquel pacto divino con un solo hombre, Abrahán, el pacto que Dios tenía en mira se haría con una gran nación de descendientes de Abrahán por medio de la línea escogida. Aquel pacto nacional se añadiría a la Promesa Abrahámica, que se hizo valedera cuando Abrahán cruzó el río Éufrates en el norte y entró en el territorio que estaba abarcado dentro de las fronteras declaradas en el pacto formal de Dios con Abrahán sobre sacrificio. (Génesis 12:1-7) La celebración del pacto con la nación de los descendientes de Abrahán no canceló la Promesa Abrahámica; fue simplemente algo que se añadió a ella. Y eso se hizo con sabiduría, porque no todos los descendientes carnales de Abrahán resultarían adecuados para participar en la Promesa Abrahámica en cuanto a su cumplimiento para bendición de todas las naciones y familias del suelo. Por lo tanto, el pacto nacional que se añadiría serviría bien como ayuda o medio para preparar a los que fueran dignos para recibir y seguir lealmente al verdadero Mesías, la “descendencia” prometida de la “mujer” celestial de Dios, cuando Dios enviara y ungiera a éste.

7. ¿Por qué razones no concluiría Dios el pacto con los descendientes de Abrahán antes del fin de aquellos cuatrocientos años?

7 No se efectuaría la celebración de ese pacto nacional adicional antes que pasaran más de cuatrocientos años desde cuando Dios hubo concluido este pacto con Abrahán sobre sacrificio, porque en aquel tiempo Abrahán no tenía ninguna prole en absoluto por su esposa Sara, que entonces era estéril. Además, Dios no haría un pacto con los descendientes de Abrahán cuando ellos estuvieran en servidumbre y siendo afligidos por una nación extranjera. Especialmente sería eso así cuando la celebración del pacto exigía la clase de sacrificios que le eran detestables y recusables a la nación que los afligía y los esclavizaba. (Éxodo 8:25-27) Solo después que Dios hubiera ejecutado juicio adverso en la nación opresora y librado a su pueblo y les hubiera otorgado libertad para entrar en un pacto con Él establecería Dios un pacto con ellos. Esto sería al fin de los predichos “cuatrocientos años.” Así notamos que Jehová Dios ha marcado sus propios períodos para la resolución o desenvolvimiento de su “propósito eterno” con relación a su Ungido, Mesías.

8, 9. (a) ¿Qué período comenzó cuando Isaac fue destetado, y por qué? (b) El fin de aquel período era el tiempo para ¿qué, con relación a la descendencia natural de Abrahán?

8 Veinticinco años después de haber entrado Abrahán en la Tierra Prometida, o cuando tenía cien años, llegó a ser padre de su único hijo por su verdadera esposa, Sara, lo cual fue, por supuesto, debido a un milagro divino. Esto fue en la tierra que todavía no pertenecía a Abrahán ni a su hijo Isaac. Fue cuando Isaac fue destetado que empezó a venirle aflicción a la “descendencia” natural por medio de la cual el Mesías vendría. Esto fue cuando Ismael el medio hermano de diecinueve años de edad de Isaac se burló de Isaac, que acababa de ser destetado. Aquella conducta que mostraba envidia podía desarrollarse en una amenaza a la vida de Isaac, el heredero que Dios le había dado a Abrahán.—Génesis 16:11, 12.

9 Según las medidas del tiempo este principio de la aflicción de la “descendencia” de Abrahán en una tierra que no era de ellos ocurrió cuando Abrahán tenía ciento cinco años de edad e Isaac tenía cinco años. Eso fue en el año 1913 a. de la E.C. (Génesis 21:1-9; Gálatas 4:29) Por consiguiente, los “cuatrocientos años” de aflicción que le vendrían a la “descendencia” natural de Abrahán terminarían en 1513 a. de la E.C. Ese sería el año en el cual la descendencia de Abrahán saldría de la tierra de la nación opresora y comenzaría a regresar a la tierra de sus antepasados, la Tierra Prometida. Ese era el debido tiempo para que Dios estableciera el pacto nacional con la “descendencia” de Abrahán, para introducirlos en la Tierra Prometida como una nación en un pacto valedero con Él. El tiempo para esto, al fin de los cuatrocientos años, también fue cuatrocientos treinta años después que Abrahán hubo cruzado el río Éufrates y la Promesa Abrahámica hubo entrado en vigor.—Éxodo 12:40-42; Gálatas 3:17-19.

ESTABLECIMIENTO DE UN PACTO NACIONAL

10. ¿Hasta qué punto creció la descendencia natural de Abrahán en Egipto, pero finalmente en qué condición?

10 Desde cuando Jacob el nieto de Abrahán salió con su casa de la tierra de Canaán, y hasta el fin de los cuatrocientos años, los descendientes de Jacob, las doce tribus de Israel, se hallaron en la tierra de un Egipto camítico (no un Egipto árabe, como el de hoy). Como predijo Jehová Dios, le había sobrevenido aflicción a la “descendencia” natural de Abrahán y esta aflicción ahora se había hecho muy severa. Esto tenía como objeto exterminar al pueblo del amigo de Dios, Abrahán. A pesar de esto, ellos habían aumentado hasta hacerse como las estrellas de los cielos y como los granos de arena en la orilla del mar, innumerables, como Dios había prometido. Por fin, pudieron juntar “seiscientos mil hombres físicamente capacitados a pie,” aptos para el servicio militar. (Éxodo 12:37) No, Dios no había olvidado el pacto que había hecho con su amigo Abrahán. También observó el horario o arreglo de tiempos que había anunciado. De modo que estaba listo para la acción debida al debido tiempo.

11. ¿A quién levantó Dios para que fuera caudillo para Israel, y cómo había tratado éste de mostrar que era un caudillo?

11 ¿Quién debería ser ahora el caudillo visible de ellos? Dios no escogió al jefe de la tribu de Judá como si eso fuera obligatorio debido a la bendición del Reino que Jacob había pronunciado en cuanto a Judá. (Génesis 49:10; 1 Crónicas 5:1, 2) En vez de eso, el Dios Altísimo, con su derecho inherente de selección, escogió a un hombre apto de la tribu de Leví, Moisés el bisnieto de Leví. (Éxodo 6:20; Números 26:58, 59) Cuarenta años antes del fin de los cuatrocientos años, Moisés decidió abandonar la vida en la corte de Faraón de Egipto y decidió correr la suerte de sus hermanos israelitas y se ofreció a ellos como su caudillo para sacarlos de la esclavitud. “Suponía que sus hermanos comprenderían que por su mano Dios les daba salvación, pero ellos no lo comprendieron.” Dios no había enviado entonces a Moisés a librar al pueblo esclavizado. Moisés se vio obligado a huir debido a que Faraón procuró matarlo. Se refugió en la tierra de Madián y se casó y llegó a ser pastor para su suegro.—Éxodo 2:11 a 3:1 inclusive; Hechos 7:23-29.

12. ¿Cuándo y dónde llegó a ser Moisés el “ungido” de Jehová, y con qué misión?

12 Pasaron cuarenta años, y Moisés cumplió ochenta años de edad. Entonces, mientras Moisés pastoreaba en la península de Sinaí, el ángel de Dios se le manifestó milagrosamente a Moisés al pie del monte Horeb, a unos trescientos veinte kilómetros al sudeste del canal de Suez de la actualidad. Aquí, en Horeb, Jehová Dios le deletreó Su nombre, por decirlo así, a Moisés, diciendo: “‘YO RESULTARÉ SER LO QUE RESULTARÉ SER.’ . . . Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: ‘YO RESULTARÉ SER me ha enviado a ustedes.’” (Éxodo 3:2-14) Así, Dios nombró profeta y representante de Él a Moisés, y ahora correctamente se podía llamar a Moisés un “ungido,” o “mesías,” lo mismo que a sus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. (Salmo 105:15; Hechos 7:30-35; Hebreos 11:23-26) Jehová indicó que sería en el monte Horeb donde introduciría al pueblo de Moisés en un pacto con Él, porque Jehová dijo que Moisés los sacaría de Egipto y los llevaría a esta montaña, para que Le sirvieran allí.—Éxodo 3:12.

13. ¿Cómo se hizo que Faraón llegara hasta el punto de ordenar a los israelitas que salieran de Egipto?

13 Debido a que Faraón rehusó repetidamente dejar que los israelitas salieran en libertad, Jehová hizo caer una serie de plagas sobre él y su pueblo. La décima y última plaga fue la que quebrantó el duro corazón de Faraón y su resistencia. Esta plaga mató a todos los primogénitos de las familias egipcias y de sus animales domésticos. La razón por la cual a los israelitas no se les mató el primogénito fue que obedecieron a Jehová Dios y celebraron la comida de la Pascua, su primera comida de esa clase, en sus hogares. El ángel del juicio de Jehová, al contemplar la sangre del cordero de la Pascua salpicada en los postes de las puertas y en la parte superior de la entrada de sus hogares, los pasó por alto, y la muerte no invadió el círculo de la familia. Naasón, el padre de Salmón, de la tribu de Judá, quedó vivo, y también Nadab, el hijo primogénito del hermano mayor de Moisés, Aarón. Pero el primogénito de Faraón murió. Afligido y bajo la insistencia de los egipcios dolientes, Faraón ordenó que los israelitas, que no habían recibido daño, salieran del país.—Éxodo 5:1 a 12:51.

14. ¿Qué períodos terminaron en aquel primer día de la Pascua, y qué ordenó Dios respecto a aquella noche?

14 Aquella memorable noche de la Pascua del año 1513 a. de la E.C. puso fin simultáneamente a varios períodos marcados. Los cuatrocientos años de la aflicción de la descendencia natural de Abrahán en una tierra que no era de ellos terminaron. Doscientos quince años de residencia en Egipto desde la entrada del patriarca Jacob terminaron. Cuatrocientos treinta años contados desde cuando Abrahán cruzó el río Éufrates y empezó a morar en la Tierra Prometida terminaron. No es de extrañar que leamos: “Y la morada de los hijos de Israel, que habían morado en Egipto, fue de cuatrocientos treinta años. Y aconteció al cabo de los cuatrocientos treinta años, sí, aconteció en este mismo día que todos los ejércitos de Jehová salieron de la tierra de Egipto. Es noche de observancia con respecto a Jehová por haberlos sacado de la tierra de Egipto. Con respecto a Jehová esta noche es una de observancia de parte de todos los hijos de Israel durante todas sus generaciones.”—Éxodo 12:40-42.

15. ¿Cómo libró Dios a los israelitas de los egipcios que los perseguían, y qué cantaron ellos entonces?

15 Como estrategia, Jehová por medio de Moisés llevó a su pueblo liberado a la orilla del brazo occidental superior del mar Rojo. Imaginándose que los israelitas estaban atrapados, Faraón y los conductores de sus carros y sus jinetes los persiguieron y se abalanzaron contra sus esclavos que escapaban. Pero el Dios Todopoderoso hizo que se abriera un paso entre las aguas y durante la noche los israelitas pasaron a las orillas de la península de Sinaí por el lecho seco. Cuando se permitió que los egipcios entraran en el corredor o paso de escape, Dios hizo que las aguas del mar Rojo volvieran sobre ellos y ahogaran a los egipcios y sus caballos. La palabra de Dios no había fallado, aquella palabra de que Él juzgaría a la nación de opresores de la “descendencia” natural de Abrahán. (Génesis 15:13, 14) A salvo en las orillas de Sinaí, los testigos del juicio de Jehová cantaron: “Jehová reinará hasta tiempo indefinido, aun para siempre. . . . Canten a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete en el mar ha arrojado.”—Éxodo 15:1-21.

16. ¿Qué le propuso Dios a Israel cuando éste estaba acampado en Horeb, y qué propósito tuvo aquello?

16 Un día especial fue marcado cuando los israelitas entraron en el desierto de Sinaí y acamparon al pie de la “montaña del Dios verdadero,” Horeb, en el tercer mes lunar (Siván) después de haber salido de Egipto. Era allí donde servirían a Jehová, según él le dijo a Moisés. (Éxodo 3:1, 12; 19:1) Ahora el profeta Moisés hubo de obrar como el mediador entre Dios y el pueblo acampado. Jehová ahora propuso un pacto entre Él y el pueblo y declaró el propósito del pacto. A Moisés, arriba en el monte Horeb, le dijo: “Esto es lo que has de decir a la casa de Jacob y anunciar a los hijos de Israel: ‘Ustedes mismos han visto lo que hice a los egipcios, para llevarlos a ustedes sobre alas de águilas y traerlos a mí mismo. Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.’”—Éxodo 19:3-6.

17. ¿Qué procedimiento muestra si Jehová obligó a los israelitas salvados a entrar en aquel pacto o no?

17 El Dios Altísimo no obligó a los israelitas a entrar en este pacto. Les dio libertad para escoger si entraban en un pacto con él o no, aunque los había salvado de los egipcios y del mar Rojo. ¿Llegar a ser una “propiedad especial” para Jehová? ¿Llegar a ser “un reino de sacerdotes y una nación santa” para Él? Sí, eso era lo que los israelitas entonces deseaban hacer. Por eso, cuando Moisés habló a los hombres que representaban al pueblo acerca del pacto que Dios proponía, entonces, como leemos, “todo el pueblo respondió unánimemente y dijo: ‘Todo cuanto ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo.’” Moisés ahora le dio a Jehová un informe de la decisión del pueblo, y Jehová procedió entonces a establecer el pacto según se había convenido.—Éxodo 19:7-9.

18. En el tercer día desde entonces, ¿qué le declaró Dios a Israel?

18 Al tercer día después de aquello, Jehová, por medio de su ángel sobre el monte Sinaí allá en Horeb, les declaró a los israelitas congregados las Diez Palabras o los Diez Mandamientos. Nosotros podemos leer estos mandamientos en Éxodo 20:2-17.

SE PREDICE UN MEDIADOR MAYOR

19. (a) Debido al espectáculo, ¿qué le solicitaron a Moisés los israelitas? (b) ¿Qué dijo Moisés en respuesta?

19 ¡La ocasión fue espectacular! “Ahora bien, todo el pueblo estaba viendo los truenos y los relampagueos y el sonido del cuerno y la montaña que humeaba. Cuando el pueblo alcanzó a verlo, entonces se estremecieron y estuvieron parados a cierta distancia. Y empezaron a decirle a Moisés: ‘Habla tú con nosotros, y escuchemos nosotros; pero no hable Dios con nosotros por temor de que muramos.’” (Éxodo 20:18, 19) La respuesta de Dios al otorgar esta solicitud de los israelitas asustados se da más plenamente en Deuteronomio 18:14-19. Allí, después de decirles a los israelitas que Dios no les había dado magos ni adivinadores como intermediarios entre Él y ellos, Moisés pasó a decir:

“Pero en cuanto a ti, Jehová tu Dios no te ha dado nada semejante a esto. Un profeta de en medio de ti mismo, de tus hermanos, semejante a mí, es lo que Jehová tu Dios levantará para ti —a él ustedes deben escuchar— en respuesta a todo lo que le pediste a Jehová tu Dios en Horeb en el día de la congregación, diciendo: ‘No oiga yo de nuevo la voz de Jehová mi Dios, y no vea yo más este gran fuego, para que no muera.’ Ante eso, me dijo Jehová: ‘Ellos han hecho bien al hablar lo que hablaron. Un profeta levantaré para ellos de en medio de sus hermanos, semejante a ti; y verdaderamente pondré mis palabras en su boca, y él ciertamente les hablará a ellos todo lo que yo le mande. Y tiene que suceder que al hombre que no escuche mis palabras que él hablará en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta.’”

20, 21. (a) ¿Fue fácil para Israel creer que habría otro profeta semejante a Moisés? (b) ¿De qué manera sería semejante a Moisés este profeta futuro, y en qué escala?

20 ¿Un profeta semejante a Moisés, a quien Dios hablaba, como si fuera, “cara a cara”? Puede haber sido difícil para los israelitas aceptar tal idea, cuando Moisés mismo les dijo lo que Dios había dicho. Sin embargo, eso fue lo que el Dios Todopoderoso dijo que levantaría para su pueblo. ‘Semejante a Moisés’ no significaría sencillamente igual a Moisés. El profeta prometido podía ser semejante a Moisés, y sin embargo ser mayor que Moisés.

21 Desde los profetas israelitas que vinieron después de Moisés y adelantando hasta Malaquías mismo no hubo un profeta semejante a Moisés ni uno que fuera mayor que Moisés. (Deuteronomio 34:1-12) Pero, ¿qué hay del prometido Ungido, el Mesías, que sería la “descendencia” de la “mujer” celestial de Dios? (Génesis 3:15) Dios evidentemente estaba hablando acerca de éste cuando, en el monte Sinaí, le habló a Moisés acerca de un profeta futuro semejante a Moisés. Como Moisés, esta “descendencia” mesiánica sería un Mediador entre Dios y los hombres, pero mayor que Moisés. Ciertamente los adoradores del único Dios vivo y verdadero necesitan que para ellos ahora se haga más de lo que Moisés hizo para el antiguo Israel. De modo que Moisés prefiguró al Profeta Mayor de Jehová que había de venir.

22. ¿Por qué se opondría al uso de imágenes en la adoración de Dios el venidero profeta semejante a Moisés?

22 En aquel tiempo Jehová Dios también le dijo a Moisés: “Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: ‘Ustedes mismos han visto que fue desde los cielos que hablé con ustedes. No deben hacer junto conmigo dioses de plata, y no deben hacer para ustedes dioses de oro.’” (Éxodo 20:22, 23) Sin que se pueda negar, éste es un mandato contra usar imágenes sin vida, sin habla, de hechura humana, en la adoración del Dios que ha hablado desde el cielo mismo. Da énfasis vigorosamente a lo que Dios dijo en el segundo de los Diez Mandamientos, según se declara en Éxodo 20:4-6. El Profeta Mesiánico semejante a Moisés estaría contra tal uso de imágenes religiosas.

23. ¿Por qué se le llama comúnmente el Pacto de la Ley a aquel pacto con Israel?

23 Antes de establecer el pacto por medio de su mediador Moisés, Dios le dio a éste otras leyes además de los Diez Mandamientos. Se dieron en los capítulos veintiuno a veintitrés inclusive de Éxodo 21-23. Fueron escritas en un rollo o “libro,” que estaba a mano cuando el pacto iba a ser formalmente establecido. Puesto que este pacto fue señalando especialmente por la entrega de ley divina para que fuera observada por el pueblo escogido de Dios, era un pacto de ley y por lo general se le llama el Pacto de la Ley. A su código de leyes o conjunto de leyes en forma arreglada se le llama bíblicamente “la Ley”.

24. ¿Cuánto tiempo después del pacto abrahámico se hizo el pacto de la Ley? ¿Es válida todavía la Promesa Abrahámica?

24 Puesto que la Ley de este pacto con Israel fue presentada en la forma de los Diez Mandamientos solo unos cincuenta o cincuenta y un días después de la noche de la Pascua en Egipto, correctamente se podía decir que la Ley “vino a existir cuatrocientos treinta años después [después del pacto abrahámico de 1943 a. de la E.C.].” La entrega de la Ley a Israel después de tan largo intervalo no invalidó el pacto abrahámico, “para así abolir la promesa.” (Gálatas 3:17) La promesa de Dios de bendecir a todas las naciones y familias del suelo en la “descendencia” de Abrahán subsiste todavía. ¡No fracasará!

25. ¿Sobre quiénes se hizo valedero u obligatorio el pacto de la Ley, y por la aplicación de qué al pacto?

25 Asegurémonos de notar que el pacto de la Ley con Israel fue validado, hecho solemnemente valedero u obligatorio para las partes del pacto, por la aplicación de la sangre de las víctimas de los sacrificios. El registro de Éxodo 24:6-8 nos dice: “Entonces tomó Moisés [como mediador] la mitad de la sangre y la puso en tazones, y la mitad de la sangre la roció sobre el altar. Finalmente tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo. Entonces dijeron: ‘Todo lo que ha hablado Jehová estamos dispuestos a hacerlo y a ser obedientes.’ Así es que tomó Moisés la sangre y la roció sobre el pueblo y dijo: ‘Aquí está la sangre del pacto que Jehová ha celebrado con ustedes tocante a todas estas palabras.’”—Note también Éxodo 24:3.

26. ¿Qué fue representado por la aplicación de la sangre al altar de Dios, y por qué rociar el pueblo con la sangre?

26 El altar que Moisés había construido al pie del monte Sinaí representaba a Jehová Dios, a quien se habían ofrecido los sacrificios sobre este altar. Por eso, por la aplicación de la mitad de la sangre de las víctimas animales al altar, Jehová Dios fue puesto representativamente en el pacto y entró en obligación a él como parte en el pacto. Por otro lado, por el rociar la otra porción de la sangre de los sacrificios sobre el pueblo, ellos también entraron en el pacto como la otra parte de éste y solemnemente quedaron obligados a él para cumplir los términos del pacto que les aplicaban. Así, por la sangre las dos partes, Dios y la nación de Israel, fueron unidas en un pacto.

27. ¿Qué cosa relacionada con el establecimiento del pacto de la Ley prueba que los israelitas no entraron en él en ignorancia o bajo obligación?

27 La nación de Israel no entró en este pacto en ignorancia o bajo presión y obligación. El día antes de solemnizarse el pacto con sangre las palabras y decisiones de Dios les habían aceptado. Como declara Éxodo 24:3: “Entonces vino Moisés y le refirió al pueblo todas las palabras de Jehová y todas las decisiones judiciales, y respondió todo el pueblo con una sola voz y dijo: ‘Todas las palabras que ha hablado Jehová estamos dispuestos a ponerlas por obra.’” El día siguiente, después que Moisés leyó el “libro del pacto” al alcance del oído de todo el pueblo, ellos repitieron que aceptaban la Ley de Dios, después de lo cual fueron rociados con la sangre de los sacrificios. Ahora a toda la nación de Israel le era obligatorio hacer lo que Dios había declarado cuando propuso el pacto, diciendo: “Ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces . . . ”—Éxodo 19:5, 6.

28. ¿Cuál de las partes del pacto de la Ley quedó en tela de juicio en cuanto a lealtad a sus términos, y, para que fueran santos, qué se requería?

28 Se podía esperar que el Dios Todopoderoso fuera fiel a Su parte de este pacto bilateral, puesto que Él no cambia. (Malaquías 3:6) Los que quedaron en tela de juicio fueron los israelitas. ¿Serían ellos leales a Dios y llevarían a cabo lo que habían expresado que estaban dispuestos a hacer? ¿Estarían entre los leales que serían recogidos a Jehová, en cumplimiento del Salmo 50:4, 5: “Él llama a los cielos de arriba y a la tierra para ejecutar juicio sobre su pueblo: ‘Júntenme mis leales, los que celebraron mi pacto sobre sacrificio’”? No como individuos, sino como un pueblo entero, como nación, habían hecho este pacto de la Ley sobre un conjunto de sacrificios que eran para todo el pueblo. ¿Demostrarían que eran “una nación santa”? Para hacer esto tenían que mantenerse apartados de este mundo.

29, 30. (a) ¿Fue hecho Israel un “reino de sacerdotes” tan solo por entrar en el pacto de la Ley, o cuál fue el arreglo para los sacerdotes? (b) A todos los varones calificados de tus otras familias de la tribu de Leví se les hizo ¿qué?

29 Tan solo porque entraron en este pacto con el Dios Altísimo no fueron inmediatamente un “reino de sacerdotes.” De ninguna manera eran entonces un reino en el cual todo miembro varón fuera un sacerdote para Dios a favor de todas las otras naciones de la Tierra. Esta profecía de Isaías 61:6 todavía no se había cumplido para con ellos: “En cuanto a ustedes, los sacerdotes de Jehová se les llamará; los ministros de nuestro Dios se dirá que son. Los recursos de las naciones ustedes comerán, y en la gloria de ellas ustedes hablarán con exultación acerca de ustedes mismos.” Más bien, según los términos del pacto de la Ley, los miembros varones calificados de una sola familia de Israel fueron hechos los sacerdotes, para servir a favor de todo el resto de la nación. Esta fue la familia del hermano mayor de Moisés, Aarón, de la tribu de Leví. Él fue hecho el sumo sacerdote de Dios, y sus hijos fueron hechos los subsacerdotes. De modo que ellos compusieron un sacerdocio aarónico.

30 Los miembros varones calificados de todo el resto de las familias de la tribu de Leví fueron hechos ministros para el sacerdocio aarónico, para ayudarlos a efectuar los servicios religiosos en la casa de Dios, o tienda de reunión, para la cual se hicieron estipulaciones en el pacto de la Ley.—Éxodo 27:20 a 28:4 inclusive; Números 3:1-13.

31. ¿Por qué no se les hizo también reyes en Israel a los sacerdotes aarónicos?

31 Así la tribu de Judá no tuvo participación en el sacerdocio del antiguo Israel, porque de esta tribu vendría el “caudillo” mesiánico, el llamado “Silo” a quien “pertenecerá la obediencia de los pueblos.” (Génesis 49:10; 1 Crónicas 5:2) De manera que, en el Israel antiguo, la dignidad real y el sacerdocio fueron mantenidos separados. Aarón y sus hijos no fueron hechos reyes-sacerdotes, y por eso no fueron como Melquisedec.

32. ¿Qué fiestas había de celebrar anualmente Israel?

32 Según el pacto de la Ley, tres fiestas nacionales había de celebrar todo el pueblo en la tienda o tabernáculo de adoración cada año. “Tres veces al año todo varón tuyo debe presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja: en la fiesta de las tortas no fermentadas y la fiesta de las semanas y la fiesta de las cabañas, y ninguno debe presentarse delante de Jehová con las manos vacías. La dádiva de la mano de cada uno debe ser en proporción con la bendición de Jehová tu Dios que él te haya dado.” (Deuteronomio 16:16, 17; Éxodo 34:1, 22-24) La fiesta de las tortas no fermentadas se celebraba con relación a la cena anual de la Pascua que conmemoraba el hecho de que Israel había sido librado de Egipto. La fiesta de las semanas se celebraba en el día cincuenta, es decir, después de pasar siete semanas comenzando con el 16 de Nisán; y los primeros frutos o primicias de la cosecha del trigo se presentaban a Jehová en aquel día cincuenta (o del Pentecostés). La fiesta de las cabañas (o tabernáculos) también era llamada la “fiesta de la recolección” al término del año. Estas fiestas anuales tenían según sacrificios prescritos a Jehová.—Levítico 23:4-21, 33-43.

33. ¿Cuándo se celebraba el día de Expiación, y por qué tenían que ser repetidos año tras año sus sacrificios?

33 Cinco días antes del comienzo de la celebración de la fiesta de las cabañas, se había de celebrar el “día de expiación” (Yom Kippur) anual, el día diez del séptimo mes lunar contando desde el mes primaveral de Nisán o Abib. Eso sería el 10 de Tisri. En este día se hacía una expiación por los pecados de toda la nación en relación de pacto con Jehová, y éste era el un solo día del año en el cual el sumo sacerdote aarónico entraba en el Santísimo de la tienda de reunión y rociaba la sangre de las víctimas expiatorias (un toro y una cabra) delante de la sagrada arca del pacto, que contenía la Ley escrita de Jehová. (Levítico 23:26-32; 16:2-34) Por supuesto, la muerte y la sangre rociada de estas víctimas animales inferiores a las criaturas humanas no podían realmente quitar los pecados de criaturas humanas a las cuales aquellos animales habían sido puestas en sujeción. Era por la mismísima razón de que la muerte y la sangre de aquellos animales sacrificados no quitaban realmente los pecados del género humano que los sacrificios del Día de Expiación tenían que ser repetidos año tras año.

34. ¿Qué mostró el pacto de la Ley que Dios requería para quitar el pecado humano, y por qué no podía ofrecer ningún israelita lo que se requería?

34 Podemos ver la razón por la cual esto era así. En el pacto de la Ley Dios ordenó claramente: “Si ocurre un accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, marca candente por marca candente, herida por herida, golpe por golpe.” (Éxodo 21:23-25; Deuteronomio 19:21) En otras palabras, una cosa igual se daría por otra igual, algo de igual valor por algo de valor igual. Por eso un vida humana sin condenación tendría que darse por una vida humana que hubiera llegado a estar bajo condenación. Por eso está escrito en Salmo 49:6-10: “Los que están confiando en sus medios de mantenimiento, y que siguen jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas, ninguno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él; (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido) para que todavía viva para siempre y no vea el hoyo. Porque él ve que aun los sabios mueren.” Tiene que haber un rescate correspondiente, y ninguno de los israelitas cargados de pecados podía suministrar eso para redimir la vida perfecta a la cual Adán había perdido el derecho.

35. ¿Qué le ha sucedido al sacerdocio aarónico, y por eso, dónde debe buscarse el sacrificio redentor de rescate?

35 El sacerdocio aarónico que ofrecía simplemente sacrificios de animales en la casa sagrada de Dios pasó hace diecinueve siglos, en el año 70 E.C. cuando Jerusalén y su templo fueron destruidos por los ejércitos romanos. ¡No se puede hacer otra cosa sino acudir al Rey Mesiánico al cual Jehová Dios juró que haría “sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec!” (Salmo 110:1-4) Éste debería ser la “descendencia” de la “mujer” celestial de Dios, la descendencia a quien Dios nombra y capacita para magullar la cabeza del inicuo que fue simbolizado por aquella “serpiente” en Edén. Si éste no suministra el rescate redentor para toda la humanidad, entonces no hay ayuda para nosotros los hombres, ninguna expectativa de vida eterna en un justo nuevo orden bajo Jehová Dios. Por eso, pues, los sacrificios de animales que se ofrecieron en el “día de expiación” de Israel hasta el primer siglo E.C. tienen que ser pictóricos; tienen que representar proféticamente el sacrificio de rescate necesario que sería ofrecido por el Mesías que llega a ser el sacerdote parecido a Melquisedec, el Magullador de la cabeza de la serpiente.

36. De igual manera, ¿cómo deben considerarse las fiestas que se celebraban bajo el pacto de la Ley?

36 De igual manera sucede en cuanto a aquellas fiestas anuales que el pacto de Dios impuso al Israel antiguo. No eran simples ocasiones sin significado para entretenimiento y descanso nacional. Tenían significado profético. Siendo ocasiones felices, representaban las futuras provisiones de felicidad que Dios ha hecho para la humanidad. El bendito significado de ellas Dios lo hace saber a su debido tiempo según su “propósito eterno.”

UNA NACIÓN CON MARAVILLOSAS OPORTUNIDADES

37. ¿Qué oportunidad ofreció a los israelitas el pacto de la Ley?

37 No obstante, ¿podía algún israelita adquirir vida eterna para sí mismo por medio de observar la Ley del pacto con Dios perfectamente, sin quebrantar siquiera la parte más pequeña de ella? El pacto de la Ley ofrecía a cada israelita la oportunidad de probar que podía hacer eso. En Levítico 18:5 se hace alusión a esta oportunidad, con estas palabras: “Tienen que guardar mis estatutos y mis decisiones judiciales, los cuales si los hiciere un hombre, entonces tendrá que vivir por medio de ellos. Yo soy Jehová.” Así, pues, si un israelita observaba la Ley sin tacha alguna y adquiría vida eterna por sus propias obras, no necesitaba el beneficio de los sacrificios del pacto de la Ley. Tampoco necesitaría la bendición de la Promesa Abrahámica. (Génesis 12:3; 22:18) Ese perfecto observador de la Ley establecería su propia justicia y merecimiento de la vida.

38, 39. (a) ¿Qué muestra si algún israelita adquirió o no la vida por medio de observar perfectamente la Ley? (b) Por lo tanto, ¿los servicios sacerdotales de quién ante Dios se necesitan?

38 No obstante, hasta el profeta Moisés murió. Hasta el sumo sacerdote Aarón murió. Y todo otro israelita desde el establecimiento del pacto de la Ley hasta que pasó el sacerdocio aarónico en el año 70 E.C., sí, hasta hoy mismo, ha muerto. Hasta diecinueve siglos después de la destrucción del templo de Jerusalén por los romanos los israelitas ortodoxos de hoy ejecutan una forma de celebración del Día de Expiación o Yom Kippur. Esto en sí mismo es una admisión de que necesitan ser limpiados del pecado, sí, de que no pueden observar perfectamente la Ley y adquirir vida eterna por sus propias obras de justicia. Y si ellos no pudieron hacer esto bajo el pacto de la Ley, ¿cómo pudiera cualquiera de los demás de nosotros los hombres imperfectos hacerlo?

39 En vista de lo que el pacto de la Ley puso claramente de manifiesto, todos estamos condenados delante del Dios cuya actividad es perfecta. (Deuteronomio 32:4) Como dijo el profeta Isaías más de setecientos años después que el pacto de la Ley fue celebrado con Israel: “Como trapos asquerosos son todas nuestras justicias.” (Isaías 64:6, Versión Moderna) Todos necesitamos los servicios del prometido Sacerdote Parecido a Melquisedec, que ha de ser sacerdote para siempre.

40. ¿Qué hizo Moisés el 1 de Nisán de 1512 a. de la E.C., con relación a la adoración de Dios, y qué sucedió entonces?

40 Regresemos ahora al año del establecimiento de aquel pacto entre Jehová Dios e Israel por medio del mediador Moisés. Aquel año lunar terminó, y llegó el 1 de Nisán del año civil de 1512 a. de la E.C. En aquel día Moisés obedeció el mandato de Dios e hizo levantar el “tabernáculo de la tienda de reunión” para que se comenzara a adorar a Dios allí. Entonces Moisés vistió a su hermano mayor Aarón y a los hijos de Aarón con sus vestidos oficiales y los ungió con el santo aceite de unción para que sirvieran como sumo sacerdote y subsacerdotes. “De modo que Moisés terminó la obra. Y la nube empezó a cubrir la tienda de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Y no pudo Moisés entrar en la tienda de reunión, porque la nube residía sobre ella y la gloria de Jehová llenaba el tabernáculo.”—Éxodo 40:1-35.

41. ¿De qué fue evidencia aquella manifestación, y cuándo se completó la instalación del sacerdocio?

41 Allí estaba la evidencia visible de que Jehová había aceptado esta estructura de adoración y la había santificado para Su propósito. En el séptimo día de aquel primer mes de Nisán (o Abib) se completó la instalación y el otorgamiento de poder al sacerdocio aarónico, y después de aquello ellos podían supervisar oficialmente todos los rasgos de la adoración divina en el tabernáculo sagrado.—Levítico 8:1 a 9:24 inclusive.

42. Además de ser el Dios de ellos para adoración, ¿qué más era Jehová entonces para Israel, sin que se necesitara un representante visible?

42 Jehová era el Dios al cual la nación de Israel estaba bajo mandato y obligación de adorar. Él no era sólo el Dios de ellos. También era su Gobernante real, su Rey, a quien debían sumisión y lealtad. El desobedecer Sus leyes y mandamientos por lo tanto sería insubordinación y deslealtad. En confirmación de ese hecho, en Deuteronomio 33:5 el profeta Moisés llama Jesurún o “Recto” a la nación de Israel debido a que entró en el pacto de la Ley y dice: “Y hubo un rey en Jesurún, cuando los cabezas del pueblo se reunieron, todas las tribus de Israel juntas.” (Traducción por The Jewish Publication Society of America, en inglés) Y, dice la nota editorial acerca de ese versículo por el difunto Dr. J. H. Hertz, C. H.: “Así empezó el Reino de Dios sobre Israel.” (Pentateuch and Haftorahs, Soncino Press, página 910) Jehová era el Rey celestial invisible de ellos. No necesitaba ningún rey humano visible terrestre que Lo representara en Israel.—Génesis 36:31.

43, 44. ¿Cuán singularmente había sido favorecido el Israel antiguo en comparación con todas las otras naciones terrestres, y cómo podían ellos por lo tanto alabar a Jehová?

43 ¡Cuán altamente favorecida fue esta nación que estaba compuesta de los descendientes de Abrahán, Isaac y Jacob (Israel) y que había sido introducida en un pacto con el único Dios vivo y verdadero! Tenían la adoración verdadera de él y disfrutaban de la expectativa de llegar a ser para Él un “reino de sacerdotes y una nación santa.”

44 Dijo el profeta Amós: “Oigan esta palabra que Jehová ha hablado en cuanto a ustedes, oh hijos de Israel, en cuanto a la entera familia que hice subir de la tierra de Egipto, diciendo: ‘Solo a ustedes he conocido de todas las familias del suelo.’” (Amós 3:1, 2) Fue una comparación exacta la que expresó el salmista en uno de los salmos del Aleluya, al decir: “Él está anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a Israel. No le ha hecho así a ninguna otra nación; y en cuanto a sus decisiones judiciales, no las han conocido. ¡Alaben a Jah!” (Salmo 147:19, 20) La nación favorecida ciertamente tenía buena razón para alabar a Jehová por medio de observar Su pacto. El que hicieran aquello o no, se mostraría ahora durante lo que pudiera ser llamado la Era del Pacto de la Ley que ahora había comenzado.

[Preguntas del estudio]