Amor a la casa de Dios
Capítulo 38
Amor a la casa de Dios
¿TE SIENTES feliz cuando alguien te invita a su casa a comer?—Si Dios nos invitara a su casa, ¿te gustaría ir?—
Bueno, quizás tú digas que Dios no vive en una casa. Y es verdad que Dios no vive en una casa de la manera que vivimos nosotros.
Pero el Gran Maestro dijo que Dios tenía una “casa.” Y Jesús solía ir a la casa de Dios aun cuando era un niñito. Esa casa era el hermoso templo de Jehová en la ciudad de Jerusalén. Aquel templo era de Dios. Se usaba para su adoración. Por eso se le llamaba “la casa de Jehová.”
Cuando Jesús era niño, vivía muy lejos de la “casa de Jehová.” Nadie tenía auto en aquellos días, y no había trenes en los cuales viajar. Para llegar al templo, tenían que caminar. No era un viaje de solo una hora más o menos desde el lugar donde vivían. Tenían que caminar por lo menos por tres días para llegar allá. Y el viaje de regreso les tomaba otros tres días. ¿Valía la pena todo el esfuerzo de hacer aquel viaje? ¿Hubieras caminado tú tan lejos para pasar algún tiempo en la “casa de Dios”?—
Las personas que amaban la “casa de Dios” no pensaban que quedaba demasiado lejos. Cada año los padres de Jesús iban a Jerusalén a adorar. Y Jesús iba con ellos.
Un año, cuando empezaron el viaje de regreso, Jesús no estaba con su familia. Nadie lo notó hasta que habían viajado bastante. Entonces sus padres regresaron para buscarlo. ¿Y dónde crees tú que estaba?—
Lo encontraron allí mismo en el templo. Estaba escuchando a los maestros. Les estaba haciendo preguntas. Y cuando ellos le preguntaban algo, les contestaba. Ellos quedaban sorprendidos por las excelentes respuestas que les daba.
Claro, cuando sus padres al fin lo hallaron, se sintieron muy aliviados. Pero Jesús no había estado preocupado. Él sabía que el templo era un buen lugar en el cual estar. Por eso les preguntó: “¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” Él sabía que el templo era la “casa de Dios.” Y estaba allí con amor.—Lucas 2:41-49.
No era solo una vez al año que Jesús y sus padres iban a reuniones de adoración. Todas las semanas había reuniones de adoración en el pueblo donde vivían.
En aquellas reuniones alguien se ponía de pie y leía de la Biblia. No la tenían toda en un solo libro. Estaba escrita en rollos largos. Por eso los desenrollaban hasta encontrar la parte que buscaban y entonces empezaban a leer. Después de eso se explicaba. La Biblia dice que era la “costumbre” de Jesús asistir a estas reuniones. Eso quiere decir que iba con regularidad.—Lucas 4:16.
Nosotros también debemos hacer eso. Pero,
¿dónde está la “casa de Dios” hoy? ¿Adónde debemos ir para darle adoración?—El templo al cual Jesús iba en Jerusalén ya no existe. Fue destruido. De modo que no podemos ir allá.
Pero Dios todavía tiene una “casa.” No es una casa hecha de piedras. Está compuesta de personas. ¿Cómo puede ser eso? Bueno, una casa es un lugar donde vivir. Y Dios dice que él está con los que son su pueblo. Él no abandona el cielo y baja a la Tierra. Pero Dios está tan cerca de su pueblo que ellos se sienten como si él estuviera allí mismo con ellos.—1 Pedro 2:5; Efesios 2:22; 1 Timoteo 3:15.
Entonces, cuando vamos a la “casa de Dios,” ¿adónde debemos ir?—Debemos ir al lugar donde se ha reunido el pueblo de Dios para adorar. Pudiera ser en un edificio grande. Pudiera ser en uno pequeño. O pudiera ser en el hogar de alguien. Lo importante es que sean de veras el pueblo de Dios. Pero, ¿cómo podemos saber si son su pueblo?—
Bueno, ¿qué hacen en sus reuniones? ¿Enseñan lo que de veras está en la Biblia? ¿La leen y la consideran? Así es como escuchamos a Dios, ¿no es verdad?—Y en la “casa de Dios” se
esperaría que escucháramos lo que Dios dice, ¿no es así?—Pero, ¿qué hay si unas personas dijeran que no se debe vivir de la manera que la Biblia dice? ¿Dirías tú que esas personas son el pueblo de Dios?—
Piensa ahora en esta otra cosa. La Biblia dice que el pueblo de Dios sería “un pueblo para su nombre.” ¿Cuál es el nombre de Dios?—Es Jehová. Por eso podemos preguntarles a las personas si su Dios es Jehová. Si dicen: “No,” entonces sabemos que no son el pueblo de él.—Hechos 15:14.
Pero no basta con que solo digan que Jehová es su Dios. ¿Dónde está la prueba? Deben estar hablando acerca de él a otras personas. Deben estar hablando a la gente en cuanto al reino de Dios. Deben tener fe en su Hijo. Deben mostrar su amor a Dios por medio de guardar sus mandamientos.—Isaías 43:10.
¿Conocemos a personas que hagan todas estas cosas?—Entonces debemos estar reuniéndonos con ellas para adorar. Y debemos hacerlo con regularidad. Debemos estar escuchando a los que enseñan, y contestando las preguntas que nos hagan. Eso fue lo que Jesús hizo cuando estuvo en la “casa de Dios.” Si hacemos eso, mostramos que también nosotros de veras amamos la “casa de Dios.”
(Debemos deleitarnos en asistir con regularidad a las reuniones del pueblo de Dios. Lean lo que se dice al respecto en Salmos 122:1 [121:1, TA]; Hebreos 10:23-25.)