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Consuelo para el pueblo de Dios

Consuelo para el pueblo de Dios

Capítulo 12

Consuelo para el pueblo de Dios

Isaías 51:1-23

1. ¿Qué funestas perspectivas tienen Jerusalén y sus habitantes, pero qué esperanza hay?

SETENTA años —toda una vida— estará cautiva en Babilonia la nación de Judá (Salmo 90:10; Jeremías 25:11; 29:10). La mayoría de los desterrados israelitas envejecerán y morirán allí. Podemos pensar en la humillación que sienten al oír los insultos y burlas de sus enemigos, así como en el oprobio que caerá sobre su Dios, Jehová, cuando yazca desolada por tanto tiempo la ciudad en la que puso Su nombre (Nehemías 1:9; Salmo 132:13; 137:1-3). Ya no existirá el amado templo que se llenó de la gloria divina cuando lo dedicó Salomón (2 Crónicas 7:1-3). Pese a estas funestas perspectivas, Jehová predice mediante Isaías una restauración (Isaías 43:14; 44:26-28). En el capítulo 51 de su libro hallamos más profecías que comunican consuelo y confianza.

2. a) ¿A quién dirige Jehová, mediante Isaías, su alentador mensaje? b) ¿De qué manera ‘siguen tras la justicia’ los judíos fieles?

2 A los habitantes de Judá que lo buscan de corazón, Jehová les dice: “Escúchenme, ustedes los que están siguiendo tras la justicia, ustedes los que están procurando hallar a Jehová” (Isaías 51:1a). Quienes ‘sigan tras la justicia’ —expresión que implica actuar— no se limitarán a afirmar que son siervos de Dios, sino que se afanarán por ser justos y hacer la voluntad divina (Salmo 34:15; Proverbios 21:21). Verán en Jehová la única Fuente de justicia, y ‘procurarán hallarlo’ (Salmo 11:7; 145:17). No es que hayan olvidado quién es, o cómo elevarle sus oraciones. Más bien, se esforzarán por acercarse a él, adorarlo, orarle y procurar su dirección en todos sus pasos.

3, 4. a) ¿Quién es “la roca” de la que los judíos fueron labrados, y quién el “hueco del hoyo” del que fueron excavados? b) ¿Por qué se consolarán los judíos al recordar cuáles son sus raíces?

3 Ahora bien, en Judá son relativamente pocos los que de verdad anhelan la justicia, y es posible que este hecho los desaliente. Por ello, Jehová los anima con la ilustración de una cantera: “Miren a la roca de la cual fueron labrados, y al hueco del hoyo del cual fueron excavados. Miren a Abrahán su padre y a Sara que gradualmente los dio a luz con dolores de parto. Porque él era uno solo cuando lo llamé, y procedí a bendecirlo y a hacer que fuera muchos” (Isaías 51:1b, 2). “La roca” de la que fueron labrados los judíos es Abrahán, personaje histórico del que se enorgullece la nación (Mateo 3:9; Juan 8:33, 39). Él es su progenitor, su antecesor humano. El “hueco del hoyo” es Sara, de cuyo seno salió Isaac, antepasado de Israel.

4 Abrahán y Sara no tenían descendencia, y ya se les había pasado la edad fértil. Pese a ello, Jehová prometió bendecir al patriarca y “hacer que fuera muchos” (Génesis 17:1-6, 15-17). Dios restableció la capacidad reproductora de ambos, de modo que en la vejez engendraron un hijo, del cual descendió el pueblo del pacto divino. De este modo, hizo de aquel hombre el padre de una gran nación cuyos habitantes llegaron a ser innumerables, como las estrellas del cielo (Génesis 15:5; Hechos 7:5). Por consiguiente, si Dios pudo tomar a Abrahán de una región distante y convertirlo en una nación poderosa, de seguro podrá llevar a cabo su promesa de liberar a un resto fiel del cautiverio en Babilonia, devolverlo a su tierra natal y hacer que de nuevo sea una gran nación. Si en el caso de Abrahán cumplió su palabra, lo mismo ocurrirá en el de los judíos cautivos.

5. a) ¿A quiénes representan Abrahán y Sara? Explique. b) En el cumplimiento final, ¿quiénes surgen de “la roca”?

5 Es probable que la extracción de la cantera a la que alude Isaías 51:1, 2 tenga otra aplicación. Deuteronomio 32:18 llama a Jehová “la Roca” que engendró a Israel y “Aquel que [...] produjo [a la nación] con dolores de parto”. En esta última expresión, se emplea el mismo verbo hebreo que en Isaías 51:2 con respecto al alumbramiento de Israel por parte de Sara. Por tanto, Abrahán es un tipo profético de Jehová, el Abrahán Mayor. Su esposa, Sara, constituye una prefiguración idónea de la organización celestial de criaturas espirituales, a la que se representa en las Santas Escrituras con el símbolo de la esposa, o mujer, de Dios (Génesis 3:15; Revelación [Apocalipsis] 12:1, 5). En el cumplimiento final de estas palabras de Isaías, la nación que surge de “la roca” es “el Israel de Dios”, es decir, la congregación de cristianos ungidos por espíritu, que nació en Pentecostés del año 33 de nuestra era. Como ya se ha mostrado en capítulos anteriores, aquella nación atravesó una etapa de cautiverio babilónico en 1918, pero en 1919 fue restaurada a un estado de prosperidad espiritual (Gálatas 3:26-29; 4:28; 6:16).

6. a) ¿Qué le espera a la tierra de Judá, y qué restauración será necesaria? b) ¿Qué restauración de tiempos modernos evoca Isaías 51:3?

6 El consuelo que Jehová brinda a Sión (es decir, a Jerusalén) no se limita a la promesa de producir una nación populosa, pues leemos: “Jehová ciertamente consolará a Sión. De seguro consolará todos sus lugares devastados, y hará que su desierto sea como Edén, y su llanura desértica como el jardín de Jehová. Alborozo y regocijo mismos se hallarán en ella, acción de gracias y la voz de melodía” (Isaías 51:3). En los setenta años de desolación, la tierra de Judá se tornará en un desierto plagado de espinos, zarzas y otros tipos de vegetación silvestre (Isaías 64:10; Jeremías 4:26; 9:10-12). Por tanto, además de repoblar Judá, la restauración también tendrá que abarcar la rehabilitación de la tierra, que se convertirá en un jardín edénico con fértiles campos y huertos. Dará la impresión de que el terreno se regocija, y en comparación con su aspecto desolado durante el exilio, será un paraíso. En sentido espiritual, el resto ungido del Israel de Dios entró en un paraíso así en 1919 (Isaías 11:6-9; 35:1-7).

Razones para confiar en Jehová

7, 8. a) ¿Qué implica el requerimiento de Jehová de prestarle oído? b) ¿Por qué es importante que Judá escuche con atención a Jehová?

7 Jehová reclama de nuevo el interés de sus oyentes: “Préstenme atención, oh pueblo mío; y grupo nacional mío, a mí presten oído. Porque de mí saldrá una ley misma, y haré que mi decisión judicial repose hasta como una luz para los pueblos. Mi justicia está cerca. Mi salvación ciertamente saldrá, y mis propios brazos juzgarán hasta a los pueblos. En mí esperarán las islas mismas, y aguardarán mi brazo” (Isaías 51:4, 5).

8 El requerimiento de Jehová de prestarle oído no es una simple invitación a oír su mensaje, sino a escucharlo con atención para actuar en consecuencia (Salmo 49:1; 78:1). La nación debe comprender que Jehová es la Fuente de la instrucción, justicia y salvación, la única que da iluminación espiritual (2 Corintios 4:6). En última instancia es el Juez de la humanidad, por lo que las leyes y decisiones judiciales que de él emanan son una luz para quienes se dejan guiar por ellas (Salmo 43:3; 119:105; Proverbios 6:23).

9. ¿Quiénes, además del pueblo del pacto divino, se beneficiarán de los actos de salvación de Jehová?

9 Lo antedicho no solo es aplicable al pueblo del pacto divino, sino también a las personas de buen corazón de todo lugar —hasta de las islas más remotas—, quienes no verán defraudada su confianza en Dios y en su capacidad de intervenir a favor de sus siervos fieles y salvarlos. El brazo de Jehová, su poder, nunca flaquea; nadie puede detenerlo (Isaías 40:10; Lucas 1:51, 52). Del mismo modo, la celosa predicación que realizan hoy día los miembros restantes del Israel de Dios ha inducido a millones de seres humanos, muchos de ellos de distantes territorios insulares, a volverse a Jehová y cifrar fe en él.

10. a) ¿Qué verdad se verá obligado a aprender el rey Nabucodonosor? b) ¿Qué “cielos” y “tierra” se eliminarán?

10 Jehová pasa a referirse a una verdad que el rey Nabucodonosor tendrá que aprender: nada hay en Tierra y cielo que impida a Dios hacer Su voluntad (Daniel 4:34, 35). Leemos: “Levanten los ojos a los cielos mismos, y miren a la tierra abajo. Porque los mismísimos cielos tienen que dispersarse en fragmentos justamente como humo, y cual prenda de vestir la tierra misma se gastará, y sus habitantes mismos morirán como un sencillo jején. Pero en cuanto a mi salvación, resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y mi propia justicia no será destrozada” (Isaías 51:6). Aunque permitir el regreso de los cautivos a su tierra sea contrario a lo que los monarcas caldeos tienen por norma, nada evitará que Jehová salve a su pueblo (Isaías 14:16, 17). “Los cielos” —los poderes gobernantes— de Babilonia sufrirán el quebranto de la derrota, y “la tierra” —sus súbditos— se extinguirá de modo gradual. En efecto: ni siquiera la mayor potencia de la época puede oponerse al poderío de Jehová o truncar sus actos salvadores.

11. ¿Por qué reconforta a los cristianos actuales saber que se cumplió en su totalidad la profecía de la destrucción de “los cielos” y “la tierra” babilónicos?

11 A los cristianos de hoy los reconforta saber que estas palabras proféticas se cumplieron en su totalidad. ¿Por qué? Porque el apóstol Pedro empleó expresiones similares respecto a un acontecimiento todavía futuro. Habló del inminente día de Jehová, “por el cual los cielos, estando encendidos, serán disueltos, y los elementos, estando intensamente calientes, se derretirán”. Luego añadió: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:12, 13; Isaías 34:4; Revelación 6:12-14). Aunque las naciones poderosas y sus dirigentes encumbrados como estrellas desafíen a Jehová, cuando él lo decida los aniquilará, aplastándolos como a un simple jején (Salmo 2:1-9). Un único gobierno, el justo gobierno de Dios, regirá para siempre a una justa sociedad humana (Daniel 2:44; Revelación 21:1-4).

12. ¿Por qué no hay razón para que los siervos de Dios se asusten ante los insultos de sus adversarios humanos?

12 A continuación, Jehová se dirige a “los que están siguiendo tras la justicia” para decirles: “Escúchenme, ustedes, los que conocen la justicia, el pueblo en cuyo corazón está mi ley. No tengan miedo al oprobio de los hombres mortales, y no se sobrecojan de terror simplemente a causa de sus palabras injuriosas. Porque la polilla se los comerá precisamente como si fueran una prenda de vestir, y la polilla de la ropa se los comerá tal como si fueran lana. Pero en cuanto a mi justicia, resultará ser aun hasta tiempo indefinido, y mi salvación hasta generaciones incontables” (Isaías 51:7, 8). A quienes confían en Jehová, su postura valerosa les acarreará deshonra y oprobio de parte de sus adversarios, pero no deben asustarse, pues estos son simples mortales que serán ‘comidos’ como una prenda de lana atacada por la polilla. * Al igual que los judíos fieles de la antigüedad, los cristianos verdaderos actuales no tienen razón para temer a sus antagonistas. Jehová, el Dios eterno, es su salvación (Salmo 37:1, 2). En realidad, los insultos de los enemigos del Creador son prueba de que el pueblo de Jehová cuenta con Su espíritu (Mateo 5:11, 12; 10:24-31).

13, 14. ¿De qué son símbolo “Rahab” y el “monstruo marino”, y cómo se le ‘hace pedazos’ y ‘traspasa’?

13 Como si llamara a Jehová para que actúe a favor de Su pueblo cautivo, Isaías dice: “¡Despierta, despierta, vístete de fuerza, oh brazo de Jehová! Despierta como en los días de mucho tiempo atrás, como durante las generaciones de tiempos del pasado remoto. ¿No eres tú el que hizo pedazos a Rahab, el que traspasó al monstruo marino? ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas de la vasta profundidad? ¿El que hizo de las profundidades del mar un camino para que pasaran los recomprados?” (Isaías 51:9, 10).

14 Los ejemplos históricos a que alude el profeta están bien escogidos. Todo israelita sabe que su nación fue liberada del yugo egipcio y cruzó el mar Rojo (Éxodo 12:24-27; 14:26-31). Las expresiones “Rahab” y “monstruo marino” se refieren al Faraón y sus súbditos, quienes se opusieron al éxodo de Israel (Salmo 74:13; 87:4; Isaías 30:7). Con la cabeza en el delta del Nilo y el cuerpo alargado extendiéndose cientos de kilómetros río arriba en su fértil valle, el antiguo Egipto se asemejaba a una monstruosa serpiente (Ezequiel 29:3). Pero Jehová la cortó en pedazos enviándole las diez plagas, y al destruir a su ejército en las aguas del mar Rojo, la dejó traspasada, gravemente herida y debilitada. En efecto, Jehová demostró el poder de su brazo con aquella nación pagana. ¿Estará acaso menos dispuesto a luchar por su pueblo desterrado en Babilonia?

15. a) ¿Cuándo y cómo huirán el desconsuelo y el suspirar de Sión? b) ¿Cuándo huyó el desconsuelo y el suspirar del Israel de Dios en tiempos modernos?

15 La profecía nos transporta ahora al futuro, al momento en que Israel queda libre de Babilonia: “Entonces los mismos redimidos de Jehová regresarán y tendrán que venir a Sión con un clamor gozoso, y regocijo hasta tiempo indefinido estará sobre la cabeza de ellos. Alborozo y regocijo alcanzarán. El desconsuelo y el suspiro ciertamente huirán” (Isaías 51:11). Pese a su deplorable situación en Babilonia, quienes buscan la justicia de Jehová tienen ante sí gloriosas perspectivas. Llegará el día en que su desconsuelo y suspirar quedarán atrás. De labios de los redimidos, o rescatados, se oirá un clamor de gozo, de regocijo, de alborozo. En el cumplimiento moderno de estas palabras proféticas, el Israel de Dios fue liberado del cautiverio babilónico en 1919 y regresó a su heredad espiritual con gran alegría, una alegría que ha perdurado hasta hoy.

16. ¿Qué precio se paga para redimir a los judíos?

16 ¿Qué precio se pagará por la redención de los judíos? La profecía de Isaías ya ha revelado que Jehová da “a Egipto como rescate por ti, a Etiopía y Sebá en lugar de ti” (Isaías 43:1-4). Estas palabras se cumplirán más tarde, cuando el Imperio persa, tras tomar Babilonia y liberar a los judíos cautivos, conquiste Egipto, Etiopía y Sebá. Tales naciones le serán entregadas a cambio de las almas de los israelitas, en armonía con el principio que expone Proverbios 21:18: “El inicuo es un rescate para el justo; y el que obra traidoramente toma el lugar de los rectos”.

Más garantías

17. ¿Por qué no tienen los judíos razón para temer la furia de Babilonia?

17 Jehová da a su pueblo otra garantía: “Yo... yo mismo soy Aquel que está consolándolos. ¿Quién eres tú para que tengas miedo a un hombre mortal que ha de morir, y a un hijo de la humanidad que quedará como simple hierba verde? ¿Y para que te olvidaras de Jehová tu Hacedor, Aquel que extendió los cielos y colocó el fundamento de la tierra, de modo que estuviste en pavor constantemente durante todo el día a causa de la furia del que te cercaba, como si él estuviera listo para arruinarte? ¿Y dónde está la furia del que te cercaba?” (Isaías 51:12, 13). Les esperan años de exilio, pero no tienen razón para temer la furia de Babilonia. Aunque esta nación, la tercera potencia mundial de la historia bíblica, conquistará al pueblo de Dios y procurará ‘cercarlo’, es decir, bloquear su vía de escape, los judíos fieles saben que Jehová ha predicho que caerá a manos de Ciro (Isaías 44:8, 24-28). A diferencia del Creador —el Dios eterno, Jehová—, los babilonios perecerán como la hierba que se marchita durante la estación seca bajo los intensos rayos solares. ¿Dónde quedarán entonces su furia y sus amenazas? ¡Qué insensato es temer al hombre y olvidarse de Jehová, aquel que hizo los cielos y la Tierra!

18. Si bien su pueblo pasará algún tiempo cautivo, ¿qué garantías le da Jehová?

18 Si bien el pueblo de Jehová pasará algún tiempo cautivo, “agachado en cadenas”, por así decirlo, su liberación será repentina. No serán exterminados en Babilonia ni morirán de inanición en el cautiverio, entregados sin vida al hoyo del Seol (Salmo 30:3; 88:3-5). Jehová les garantiza: “El que anda agachado en cadenas ciertamente será soltado velozmente, para que no vaya en muerte al hoyo y para que no le falte su pan” (Isaías 51:14).

19. ¿Por qué pueden los judíos fieles depositar toda su confianza en las palabras de Jehová?

19 Jehová sigue consolando a Sión con estas palabras: “Pero yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que agita el mar para que sus olas estén bulliciosas. Jehová de los ejércitos es su nombre. Y pondré mis palabras en tu boca, y con la sombra de mi mano ciertamente te cubriré, a fin de plantar los cielos y colocar el fundamento de la tierra y decir a Sión: ‘Tú eres mi pueblo’” (Isaías 51:15, 16). La Biblia menciona en múltiples ocasiones el poder de Dios sobre el mar (Job 26:12; Salmo 89:9; Jeremías 31:35). Él controla por completo las fuerzas de la naturaleza, como demostró al liberar a su pueblo de Egipto. ¿Quién puede compararse, siquiera remotamente, a “Jehová de los ejércitos”? (Salmo 24:10.)

20. ¿Qué “cielos” y “tierra” nacerán cuando Jehová restaure a Sión, y qué alentadoras palabras le dirigirá?

20 Los judíos aún son el pueblo del pacto divino, y Jehová les garantiza que tornarán a su tierra para vivir una vez más bajo Su Ley. Reedificarán Jerusalén y el templo, y reasumirán los deberes que les impone la alianza que Dios celebró con ellos mediante Moisés. Cuando el país empiece a poblarse de nuevo con los repatriados israelitas y sus animales domésticos, nacerá “una nueva tierra” bajo unos “nuevos cielos”, un nuevo sistema de gobierno (Isaías 65:17-19; Ageo 1:1, 14). Jehová volverá a decirle a Sión: “Tú eres mi pueblo”.

Una llamada a la acción

21. ¿Qué llamada a la acción dirige Jehová?

21 Después de tranquilizarla, Jehová habla a Sión como si ya se hubieran acabado sus sufrimientos y le dirige una llamada a la acción: “Despiértate, despiértate, levántate, oh Jerusalén, tú que has bebido de la mano de Jehová su copa de furia. El cáliz, la copa que causa vértigo, has bebido, la has escurrido” (Isaías 51:17). En efecto, Jerusalén debe levantarse de su calamidad y recobrar su antigua posición y esplendor. Llegará la hora en que haya apurado la copa simbólica del castigo divino, sin dejar ni rastro de la furia que Dios sintió contra ella.

22, 23. ¿Qué le sucederá a Jerusalén cuando beba la copa de la cólera de Jehová?

22 Sin embargo, ninguno de los “hijos” de Jerusalén, sus habitantes, podrá impedir el castigo que le sobrevendrá (Isaías 43:5-7; Jeremías 3:14). La profecía señala: “No hubo ninguno de todos los hijos que ella dio a luz que la condujera, y no hubo ninguno de todos los hijos que ella crió que la tomara de la mano” (Isaías 51:18). ¡Cuánto la harán padecer los babilonios! “Aquellas dos cosas te sobrevenían. ¿Quién se condolerá de ti? ¡Despojo violento y quebranto, y hambre y espada! ¿Quién te consolará? Tus propios hijos se han desmayado. Han yacido en la cabecera de todas las calles como las ovejas silvestres en la red, como los que están llenos de la furia de Jehová, la reprensión de tu Dios.” (Isaías 51:19, 20.)

23 ¡Pobre Jerusalén! Aguantará “despojo violento y quebranto”, así como “hambre y espada”. Incapaces de guiarla y mantenerla en pie, sus “hijos” se hallarán indefensos, demacrados, demasiado débiles para repeler el ataque de los invasores babilonios. A plena vista, en las cabeceras (esquinas) de las calles, yacerán desmayados, endebles, exhaustos (Lamentaciones 2:19; 4:1, 2). Habrán bebido la copa de la furia divina y se verán impotentes, como animales atrapados en una red.

24, 25. a) ¿Qué no volverá a hacer Jerusalén? b) Después de Jerusalén, ¿a quién le tocará beber la copa de la cólera de Jehová?

24 Esta penosa situación, sin embargo, llegará a su fin, como indican las reconfortantes palabras de Isaías: “Por lo tanto, escucha esto, por favor, oh mujer afligida y borracha, pero no con vino. Esto es lo que ha dicho tu Señor, Jehová, hasta tu Dios, que contiende por su pueblo: ‘¡Mira! Ciertamente quitaré de tu mano la copa que causa vértigo. El cáliz, mi copa de furia... ya no volverás a beber de ella. Y ciertamente la pondré en la mano de los que te irritan, que han dicho a tu alma: “Inclínate para que pasemos”, de manera que hacías que tu espalda fuera justamente como la tierra, y como la calle para los que pasaban’” (Isaías 51:21-23). Tras disciplinar a Jerusalén, Jehová está dispuesto a tenerle lástima y perdonarla.

25 Dios retirará entonces su cólera de Jerusalén y la volcará sobre Babilonia, la potencia que la habrá arrasado y humillado (Salmo 137:7-9). La capital de Judá ya no volverá a beber de una copa semejante de manos de ella ni de sus aliados. Por el contrario, Jehová quitará ese cáliz a Jerusalén y se lo dará a quienes se alegran por su desgracia (Lamentaciones 4:21, 22). Borracha perdida, Babilonia caerá (Jeremías 51:6-8). Sión, por el contrario, se levantará, de modo que ciertamente tiene motivos para consolarse con la perspectiva de un cambio tan extraordinario. Y los siervos de Jehová pueden estar seguros de que el nombre divino se santificará por medio de Sus actos de salvación.

[Nota]

^ párr. 12 El insecto al que se refiere este pasaje debe ser la polilla de las pieles, particularmente en su destructivo estado de larva.

[Preguntas del estudio]

[Ilustración de la página 167]

Jehová, el Abrahán Mayor, es “la roca” de la que se ‘labró’ su pueblo

[Ilustración de la página 170]

Los adversarios del pueblo de Dios desaparecerán, como una prenda de vestir comida por la polilla

[Ilustración de las páginas 176 y 177]

Jehová ha demostrado su poder sobre los elementos

[Ilustración de la página 178]

La copa de la que habrá bebido Jerusalén pasará a Babilonia y sus aliados