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“No cifren su confianza en nobles”

“No cifren su confianza en nobles”

Capítulo 11

“No cifren su confianza en nobles”

Isaías 50:1-11

1, 2. a) ¿Qué consejo inspirado no siguen los judíos, y con qué consecuencias? b) ¿Por qué pregunta Jehová dónde está “el certificado de divorcio”?

“NO CIFREN su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. [...] Feliz es el que tiene al Dios de Jacob por ayuda suya, cuya esperanza está en Jehová su Dios, el Hacedor del cielo y de la tierra.” (Salmo 146:3-6.) ¡Ojalá los judíos contemporáneos de Isaías siguieran el consejo del salmista! ¡Ojalá cifraran su confianza en el “Dios de Jacob”, y no en Egipto o cualquier otra nación pagana! Entonces Jehová los protegería del ataque de sus enemigos. Sin embargo, puesto que se han negado a recurrir a su Dios, él permitirá la destrucción de Jerusalén y la deportación de los habitantes de Judá a Babilonia.

2 Judá no puede culpar a nadie más que a sí misma, ni afirmar que su destrucción se deba a que Jehová la haya traicionado o haya faltado a su alianza con la nación. El Creador no viola los pactos que establece (Jeremías 31:32; Daniel 9:27; Revelación [Apocalipsis] 15:4). Subrayando este hecho, pregunta a los judíos: “¿Dónde, pues, está el certificado de divorcio de la madre de ustedes, a la cual yo despedí?” (Isaías 50:1a). La Ley mosaica estipula que el hombre que se divorcie le dé un certificado a su esposa, lo que la deja libre para volver a casarse (Deuteronomio 24:1, 2). En sentido figurado, Jehová no ha extendido tal documento a Judá, sino solo a la hermana de esta, el reino de Israel. * Por lo tanto, todavía es su “dueño marital” (Jeremías 3:8, 14). Judá no está libre, ni mucho menos, para comprometerse con naciones paganas. Dios mantendrá su relación con ella “hasta que venga Siló”, el Mesías (Génesis 49:10).

3. ¿Por qué razón ‘vende’ Jehová a su pueblo?

3 Jehová también pregunta a los habitantes de Judá: “¿O cuál de mis acreedores es aquel a quien los he vendido?” (Isaías 50:1b). Los judíos no partirán al cautiverio en Babilonia para pagar una deuda que Jehová haya contraído, como si él se asemejara a un israelita pobre que tuviese que vender sus hijos a algún acreedor para saldar las cuentas (Éxodo 21:7). Jehová indica la verdadera razón por la que su pueblo acabará esclavizado: “¡Miren! A causa de sus propios errores han sido vendidos, y a causa de las propias transgresiones de ustedes su madre ha sido despedida” (Isaías 50:1c). Son los judíos quienes han dejado a Dios, y no al revés.

4, 5. ¿Cómo demuestra Jehová que ama a su pueblo, pero cómo responde Judá?

4 La siguiente pregunta de Jehová pone de manifiesto el amor que siente por su nación: “¿Por qué, cuando vine, no hubo nadie? ¿Cuando llamé, no hubo quien respondiera?” (Isaías 50:2a). Mediante sus siervos los profetas, Jehová, por así decirlo, ha ido a la casa de Su pueblo para rogarle que se vuelva a él de todo corazón, pero solo ha obtenido el silencio por respuesta. Los judíos prefieren acudir al hombre terrestre en busca de ayuda, sí, en ocasiones al propio Egipto (Isaías 30:2; 31:1-3; Jeremías 37:5-7).

5 ¿Es Egipto un salvador más confiable que Jehová? Los judíos infieles parecen haber olvidado los acontecimientos que condujeron al nacimiento de su nación siglos atrás. Jehová les pregunta: “¿Se ha acortado verdaderamente tanto mi mano que no pueda redimir, o no hay en mí poder para librar? ¡Miren! Con mi reprensión seco el mar; hago de los ríos un desierto. Hieden sus peces por no haber agua, y mueren a causa de sed. Yo visto los cielos de lobreguez, y hago que el saco mismo sea su cobertura” (Isaías 50:2b, 3).

6, 7. ¿Cómo manifestó Jehová su poder salvador frente a la amenaza egipcia?

6 En 1513 a.E.C., Egipto era el opresor del pueblo de Dios, no su ansiado libertador. Los israelitas vivían esclavizados en aquella nación pagana. Pero Jehová los liberó, y lo hizo de forma impresionante. Primero envió diez plagas contra aquella tierra, y después de la décima, especialmente desoladora, el Faraón rogó a los israelitas que salieran del país (Éxodo 7:14–12:31). Sin embargo, poco después de que partieron, él cambió de idea, de modo que reunió a sus tropas y se dispuso a hacerlos regresar (Éxodo 14:5-9). Con las huestes egipcias detrás y el mar Rojo delante, los israelitas estaban atrapados, pero Dios acudió en su ayuda y luchó por ellos.

7 Jehová frenó en seco a los perseguidores interponiendo una columna de nube entre ellos y los israelitas. Por el lado de la masa nubosa donde estaban los egipcios había oscuridad, mientras que por el otro, luz (Éxodo 14:20). A continuación, con el ejército de Faraón a raya, “empezó a hacer que el mar se retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche, y que la cuenca del mar se convirtiera en suelo seco” (Éxodo 14:21). Una vez dividido el mar Rojo, toda la nación —hombres, mujeres y niños— pudo cruzarlo para ponerse a salvo, y cuando casi había alcanzado la orilla opuesta, Jehová retiró la nube. Los egipcios se lanzaron en loca persecución por el lecho marino, y cuando el pueblo ya estaba a salvo en la ribera, Dios soltó las aguas, ahogando a Faraón y su ejército. Así luchó Jehová por su pueblo. ¡Qué estímulo para los cristianos de la actualidad! (Éxodo 14:23-28.)

8. ¿Qué advertencias desoye Judá, de modo que termina en el destierro?

8 Para la época de Isaías han transcurrido setecientos años desde aquella victoria divina. Judá es ahora una nación por derecho propio. A veces entabla negociaciones diplomáticas con gobiernos extranjeros, como Asiria y Egipto, pero los dirigentes de esas potencias paganas no son de fiar, pues siempre anteponen sus intereses a cualquier acuerdo al que hayan llegado con Judá. Hablando en nombre de Jehová, los profetas advierten al pueblo que no confíe en tales hombres, pero este desoye las amonestaciones. Los judíos acabarán desterrados en Babilonia, donde serán esclavos durante setenta años (Jeremías 25:11). Sin embargo, Jehová no los olvidará ni los abandonará para siempre. A su tiempo se acordará de ellos y les abrirá el camino de regreso a su tierra para que restauren la adoración pura. ¿Con qué propósito? Con el de prepararse para la llegada de Siló, a quien pertenecerá la obediencia de todos los pueblos.

La llegada de Siló

9. ¿Quién es Siló, y qué clase de maestro es?

9 Pasan los siglos y se cumple “el límite cabal del tiempo” para que se presente en la escena terrestre el llamado Siló, nuestro Señor Jesucristo (Gálatas 4:4; Hebreos 1:1, 2). Al designar a su allegado más íntimo como Portavoz ante los judíos, Jehová demuestra cuánto ama a Su pueblo. ¿Y qué clase de vocero es Jesús? El mejor, pues además es un maestro, sí, el Gran Maestro. No es de extrañar, pues tiene un Instructor sublime, el propio Jehová Dios (Juan 5:30; 6:45; 7:15, 16, 46; 8:26). Las palabras proféticas que Jesús pronuncia mediante Isaías confirman este hecho: “El Señor Soberano Jehová mismo me ha dado la lengua de los enseñados, para que sepa responder al cansado con una palabra. Él despierta mañana a mañana; me despierta el oído para que oiga como los enseñados” (Isaías 50:4). *

10. ¿Cómo refleja Jesús el amor de Jehová por Su pueblo, pero qué respuesta obtiene?

10 Antes de venir a la Tierra, Jesús trabajó al lado de su Padre en los cielos. Proverbios 8:30 alude poéticamente a la afectuosa relación que existe entre el Padre y el Hijo: “Llegué a estar [...] [al lado de Jehová] como un obrero maestro, [...] y estuve alegre delante de él todo el tiempo”. Jesús, quien sentía profundo gozo al escuchar a su Padre, compartía Su amor por “los hijos de los hombres” (Proverbios 8:31). Ya en la Tierra, responde “al cansado con una palabra”. Comienza su ministerio leyendo un alentador pasaje de la profecía de Isaías: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, [...] para despachar a los quebrantados con una liberación” (Lucas 4:18; Isaías 61:1). ¡Buenas nuevas para los pobres! ¡Alivio para los cansados! Esta proclamación debería entusiasmar a todos los judíos, pero solo unos pocos se regocijan. Al final, la mayoría se niega a aceptar las credenciales de Jesús que prueban que Jehová le ha enseñado.

11. ¿Quiénes aceptan el yugo de Jesús, y qué comprueban?

11 Hay, sin embargo, quienes desean aprender más y aceptan con gusto la afectuosa invitación de Jesús: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas” (Mateo 11:28, 29). Entre los que se acercan a él, se encuentran sus futuros apóstoles, quienes saben que aceptar el yugo de Jesús supone trabajar arduamente. Implica, entre otras cosas, predicar las buenas nuevas del Reino hasta los confines de la Tierra (Mateo 24:14). Al entregarse a esta labor, tanto ellos como los demás discípulos comprueban que de verdad les refresca el alma. Los cristianos fieles de hoy llevan a cabo esa misma obra y hallan un gozo similar.

No es rebelde

12. ¿De qué maneras demuestra Jesús obediencia a su Padre celestial?

12 Jesús no olvida que el propósito de su venida a la Tierra es cumplir la voluntad divina. Las Escrituras predicen cuál sería su actitud: “El Señor Soberano Jehová mismo me ha abierto el oído, y yo, por mi parte, no fui rebelde. No me volví en la dirección opuesta” (Isaías 50:5). Siempre obedece a Dios, y, de hecho, llega a decir: “El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19). Tras su existencia prehumana, en la que ha colaborado con Él tal vez durante miles de millones de años, viene a la Tierra y sigue acatando Sus directrices. Cuánto más nosotros, discípulos imperfectos de Cristo, debemos cuidar de hacer lo que Jehová manda.

13. ¿Qué le espera a Jesús, y aun así, cómo demuestra su valentía?

13 Algunos de los que rechazan al Hijo unigénito de Jehová lo persiguen, como también se predijo: “Mi espalda di a los golpeadores, y mis mejillas a los que mesaban el pelo. Mi rostro no oculté de cosas humilladoras ni del esputo” (Isaías 50:6). Según la profecía, el Mesías sufrirá dolor y humillación a manos de sus adversarios. Jesús lo sabe, y también sabe el punto al que llegará la persecución. Aun así, no se muestra atemorizado cuando se le acaba el tiempo en la Tierra. Con una determinación tan firme como el duro pedernal se dirige a Jerusalén, donde concluirá su vida humana. En el trayecto anuncia a sus discípulos: “Aquí estamos, subiendo hacia Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sacerdotes principales y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a hombres de las naciones, y se burlarán de él y le escupirán y lo azotarán y lo matarán, pero tres días después se levantará” (Marcos 10:33, 34). Todas estas vejaciones las instigarán quienes deberían ser los más informados: los principales sacerdotes y los escribas.

14, 15. ¿Cómo se cumplen las predicciones de Isaías de que Jesús sufriría golpes y humillaciones?

14 La noche del 14 de Nisán del año 33 de nuestra era, Jesús se encuentra en el jardín de Getsemaní con varios discípulos suyos. De repente, mientras ora a Dios, una turba se presenta y se lo lleva preso. Pero él no siente miedo, pues sabe que cuenta con el apoyo de Jehová. A sus aterrorizados apóstoles les garantiza que, si quisiera, podría apelar a su Padre para que enviara más de doce legiones de ángeles a rescatarlo, pero añade: “En tal caso, ¿cómo se cumplirían las Escrituras[?]” (Mateo 26:36, 47, 53, 54).

15 Todas las predicciones relativas a las pruebas y la muerte del Mesías llegan a cumplirse. Tras el amañado juicio a que lo somete el Sanedrín, Poncio Pilato lo interroga y lo manda azotar. En cumplimiento de las palabras de Isaías, los soldados romanos ‘le dan en la cabeza con una caña y le escupen’ (Marcos 14:65; 15:19; Mateo 26:67, 68). Aunque la Biblia no lo mencione, sin duda le arrancan literalmente pelos de la barba —gesto que denota desprecio extremo—, tal como había predicho Isaías * (Nehemías 13:25).

16. ¿Cómo se comporta Jesús bajo una presión tan inmensa, y por qué no se avergüenza?

16 Frente a Pilato, Jesús no suplica que le perdone la vida, sino que mantiene una serena dignidad, consciente de que debe morir para que se cumplan las Escrituras. Cuando el gobernador romano le dice que sus atribuciones le permiten condenarlo a muerte o ponerlo en libertad, él replica sin temor: “No tendrías autoridad alguna contra mí a menos que te hubiera sido concedida de arriba” (Juan 19:11). Los soldados de Pilato le dispensan un trato inhumano, pero no consiguen avergonzarlo. ¿Por qué debería sentir vergüenza? No está recibiendo el justo castigo por alguna transgresión, sino que sufre por causa de la justicia. En este particular, se cumplen las palabras proféticas de Isaías: “El Señor Soberano Jehová mismo me ayudará. Por eso no tendré que sentirme humillado. Por eso he puesto mi rostro como pedernal, y sé que no seré avergonzado” (Isaías 50:7).

17. Durante todo el ministerio de Jesús en la Tierra, ¿de qué maneras ha estado Jehová a su lado?

17 La valentía de Jesús nace de su absoluta confianza en Jehová. Su comportamiento está en total consonancia con las palabras de Isaías: “Aquel que me declara justo está cerca. ¿Quién puede contender conmigo? Pongámonos de pie juntos. ¿Quién es mi antagonista judicial? Que se me acerque. ¡Miren! El Señor Soberano Jehová mismo me ayudará. ¿Quién hay que pueda pronunciarme inicuo? ¡Miren! Todos ellos, cual prenda de vestir, se gastarán. Una mera polilla se los comerá” (Isaías 50:8, 9). El día de su bautismo, Jehová lo declara justo como hijo espiritual suyo. De hecho, en aquella ocasión se oye la propia voz de Dios diciendo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mateo 3:17). Ya cercano el fin de su vida en la Tierra, mientras ora de rodillas en el jardín de Getsemaní, ‘se le aparece un ángel del cielo y lo fortalece’ (Lucas 22:41-43). De modo que Jesús sabe que su Padre aprueba la trayectoria de su vida. Sí, este Hijo perfecto de Dios no ha cometido ningún pecado (1 Pedro 2:22). Sus enemigos lo acusan de ser infractor de las leyes sabáticas, borracho y endemoniado, pero tales calumnias no lo deshonran. Si Dios está con él, ¿quién puede oponérsele? (Lucas 7:34; Juan 5:18; 7:20; Romanos 8:31; Hebreos 12:3.)

18, 19. ¿Qué experiencias similares a las de Jesús han vivido los cristianos ungidos?

18 Jesús advierte a sus discípulos: “Si ellos me han perseguido a mí, a ustedes también los perseguirán” (Juan 15:20). Los acontecimientos pronto le dan la razón. En Pentecostés de 33 E.C., el espíritu santo desciende sobre sus fieles seguidores y nace la congregación cristiana. Casi de inmediato, los caudillos religiosos intentan acabar con la predicación de estos hombres y mujeres leales, a quienes Dios ha adoptado como hijos espirituales y que ya forman parte, junto con Cristo, de la “descendencia de Abrahán” (Gálatas 3:26, 29; 4:5, 6). Desde el siglo primero hasta nuestros días, los cristianos ungidos se han mantenido firmes a favor de la justicia, por lo que han tenido que soportar la propaganda engañosa y la persecución enconada de los enemigos de Jesús.

19 No obstante, recuerdan las animadoras palabras de su Maestro: “Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa. Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos” (Mateo 5:11, 12). Por consiguiente, aun bajo el ataque más feroz, tienen la cabeza bien alta. Al margen de lo que afirmen quienes se les oponen, saben que Dios los ha declarado justos y que a Sus ojos están “sin tacha y no expuestos a ninguna acusación” (Colosenses 1:21, 22).

20. a) ¿Quiénes apoyan a los cristianos ungidos, y qué han experimentado? b) ¿Cómo obtienen la lengua de los enseñados los cristianos ungidos y las “otras ovejas”?

20 En tiempos modernos, los cristianos ungidos cuentan con el apoyo de “una gran muchedumbre” de “otras ovejas”, personas que también defienden la justicia y que, por tanto, han sufrido junto con ellos y “han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Jehová las ha declarado justas con la perspectiva de sobrevivir a “la gran tribulación” (Revelación 7:9, 14, 15; Juan 10:16; Santiago 2:23). Por fuertes que ahora parezcan los adversarios, la profecía de Isaías declara que, en el momento que Dios estime oportuno, se asemejarán a una prenda de vestir comida por la polilla, que solo sirve para tirarla. Entre tanto, los ungidos y las “otras ovejas” se mantienen firmes merced a su constancia en la oración, el estudio de la Palabra de Dios y la asistencia a las reuniones cristianas. De esta forma reciben la instrucción de Jehová y aprenden a hablar con la lengua de los enseñados.

Confiemos en el nombre de Jehová

21. a) ¿Quiénes son los que andan en la luz, y cuál es el resultado de su proceder? b) ¿Qué les sucede a quienes andan en la oscuridad?

21 Notemos ahora un acusado contraste: “¿Quién entre ustedes teme a Jehová, escuchando la voz de su siervo, que ha andado en oscuridad continua y para quien no ha habido resplandor? Confíe él en el nombre de Jehová y apóyese en su Dios” (Isaías 50:10). Los que escuchan la voz de Jesucristo, el Siervo de Dios, andan en la luz (Juan 3:21). No solo emplean el nombre Jehová, sino que cifran su confianza en el Dios que así se llama. Incluso si en un tiempo anduvieron en la oscuridad, ahora se apoyan en Jehová y no sienten el temor al hombre, que atenaza a quienes se obstinan en seguir los caminos de las tinieblas. Tal es el caso de Poncio Pilato. Este funcionario romano sabe que Jesús es inocente de los falsos cargos que se le imputan, pero el miedo le impide liberarlo. Aunque sus soldados asesinan al Hijo de Dios, Jehová lo resucita y lo corona con gloria y honra. ¿Qué sucede con Pilato? Según el historiador judío Flavio Josefo, tan solo cuatro años después de la muerte de Jesús se le destituye de su cargo de gobernador y se le ordena regresar a Roma para responder a graves acusaciones. ¿Y qué es de los judíos que provocan la muerte de Jesús? No han transcurrido cuatro décadas cuando los ejércitos romanos destruyen Jerusalén y dan muerte a sus habitantes o los llevan cautivos. No hay resplandor que ilumine el porvenir de quienes prefieren la oscuridad (Juan 3:19).

22. ¿Por qué es el colmo de la insensatez buscar la salvación en los hombres?

22 La profecía de Isaías explica por qué es el colmo de la insensatez buscar la salvación en los hombres: “¡Miren! Todos ustedes los que están encendiendo un fuego, haciendo que las chispas brillen, anden a la luz de su fuego, y entre las chispas que han encendido. De mi mano ciertamente llegarán a tener esto: En verdadero dolor yacerán” (Isaías 50:11). Los dirigentes humanos vienen y van. Un líder con carisma tal vez cautive la imaginación de la gente durante algún tiempo, pero hasta el más sincero de los seres humanos se ve limitado en lo que puede lograr. En vez de prender un buen fuego, como esperan sus partidarios, quizá solo encienda unas cuantas “chispas” que iluminan y calientan un poco, pero que no tardan en apagarse. Por otro lado, quienes cifran su confianza en Siló, el Mesías que Dios ha prometido, nunca se verán decepcionados.

[Notas]

^ párr. 2 En los tres primeros versículos del capítulo 50 de Isaías, Jehová señala que la nación de Judá en conjunto es su esposa, y sus habitantes, los hijos de ella.

^ párr. 9 Desde el versículo 4 hasta el final del capítulo, parece que el escritor habla de sí mismo. Aunque es posible que Isaías sufriera algunas de las pruebas que menciona este pasaje, en su sentido más pleno la profecía se cumple en Jesucristo.

^ párr. 15 Es de interés que la Septuaginta vierta Isaías 50:6 de este modo: “Mis espaldas entregué a los azotes, y mis mejillas a las bofetadas”.

[Preguntas del estudio]

[Ilustración de la página 155]

Los judíos no recurren a Jehová sino a gobernantes humanos

[Ilustración de las páginas 156 y 157]

En el mar Rojo, Jehová protegió a su pueblo interponiendo una columna de nube entre ellos y los egipcios