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Predicación pública y de casa en casa

Predicación pública y de casa en casa

Capítulo 25

Predicación pública y de casa en casa

AL ENVIAR a sus discípulos, Jesucristo les dio este mandato: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’”. (Mat. 10:7.) Y a los cristianos verdaderos que vivirían durante la conclusión del sistema de cosas dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio”. (Mat. 24:14.) ¿Qué significaban esas palabras?

No significaban que los discípulos debían erigir iglesias, tocar las campanas y aguardar a que los fieles se congregaran para oírles pronunciar un sermón una vez por semana. El significado básico del verbo griego que aquí se traduce por “predicar” (ke·rýs·so) es “proclamar como heraldo”. No tiene el sentido de dar sermones a un círculo cerrado de discípulos, sino, más bien, de expresar abiertamente, públicamente.

Jesús mismo dio el ejemplo en cuanto a cómo había de hacerse. Fue a los sitios donde podía hallar a la gente. Las personas del siglo I solían reunirse en las sinagogas para oír la lectura de las Escrituras. Jesús aprovechó la oportunidad para predicarles allí, no solo en una ciudad, sino en ciudades y aldeas de toda Galilea y Judea. (Mat. 4:23; Luc. 4:43, 44; Juan 18:20.) Incluso, como lo muestran los Evangelios, predicaba más a menudo a las orillas del mar, en las faldas de las montañas, a lo largo de los caminos, en las aldeas y en los hogares donde era bien recibido. Dondequiera que encontraba a la gente, hablaba acerca del propósito de Dios para el género humano. (Luc. 5:3; 6:17-49; 7:36-50; 9:11, 57-62; 10:38-42; Juan 4:4-26, 39-42.) Y al enviar a sus discípulos, les mandó ir a los hogares de la gente para descubrir a los merecedores y darles testimonio del Reino de Dios. (Mat. 10:7, 11-13.)

Los testigos de Jehová modernos han procurado seguir la pauta establecida por Jesús y sus discípulos del siglo primero.

Se anuncian las nuevas de la presencia de Cristo

A medida que Charles Taze Russell y sus colaboradores comprendían la estructura armoniosa de la verdad que se revela en la Palabra de Dios, les impresionaba mucho lo que aprendían acerca del propósito y la manera de la vuelta de Cristo. El hermano Russell reconoció tanto la necesidad de dar a conocer estos hechos, como de hacerlo con toda urgencia. Puso sus asuntos en orden para viajar a los lugares donde hubiera gente a la que pudiera hablar de estas verdades bíblicas. Asistió a reuniones religiosas celebradas al aire libre y se valió de la oportunidad para hablar a la gente, tal como Jesús había predicado en las sinagogas. Sin embargo, comprendió pronto que se podía lograr más de otras maneras. El estudio de las Escrituras le hizo ver que Jesús y sus apóstoles efectuaron la mayor parte de su predicación hablando en privado con la gente y mientras la visitaban de casa en casa. También reconoció la importancia de complementar la conversación dejando algo impreso en manos de la gente.

Ya en 1877 había editado el folleto The Object and Manner of Our Lord’s Return (El objeto y manera de la vuelta del Señor). Dos años después empezó a publicar con regularidad la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence (hoy en español La Atalaya). Sí, el objetivo era predicar, o proclamar como heraldo, las importantes nuevas de la presencia de Cristo.

Para 1881 se repartían gratuitamente impresos de los Estudiantes de la Biblia cerca de las iglesias, no a las puertas de estas, sino en las proximidades, para que las personas con inclinación religiosa los recibieran. Muchos Estudiantes de la Biblia los regalaban a sus conocidos o los enviaban por correo. En 1903 la Watch Tower recomendó que intentaran llegar a toda persona distribuyendo los tratados de casa en casa en vez de concentrarse en los que asistían a las iglesias. No todos siguieron esta sugerencia, pero muchos sí respondieron con verdadero entusiasmo. Se dice, por ejemplo, que en varias ciudades grandes de Estados Unidos, así como en sus alrededores en un radio de 16 kilómetros o más, se visitaron casi todas las casas. Millones de tratados, o folletos, se repartieron de ese modo. En aquel tiempo la mayoría de los Estudiantes de la Biblia que participaban en esparcir las buenas nuevas lo hacían distribuyendo de diferentes maneras y de forma gratuita tratados y otros impresos.

Otros Estudiantes de la Biblia —en número más limitado— servían de evangelizadores que repartían publicaciones, empleando gran parte de su tiempo exclusivamente en esta labor.

Celosos repartidores toman la delantera

La primera vez que se hizo un llamamiento a las personas dedicadas que pudieran dar mucho de su tiempo a este servicio fue en abril de 1881. Su labor consistiría en ofrecer a los amos de casa y hombres de negocios un libro pequeño que explicaba verdades bíblicas y una suscripción a la revista Watch Tower. El propósito era hallar a los que tenían hambre de la verdad y enseñarles. Por algún tiempo se limitaron solo a decir unas cuantas palabras que despertaran el interés, dejaban en las casas un paquete de publicaciones bíblicas para que el amo de casa lo examinara y regresaban unos días después. Algunas personas devolvían las publicaciones; otras deseaban comprarlas; a menudo se presentaban oportunidades para conversar. Refiriéndose al objetivo de los repartidores, la Watch Tower dijo: “No consiste en vender los paquetes ni en [hacer] suscripciones, sino en propagar la verdad persuadi[endo] a la gente a leer”.

Eran relativamente pocos los que participaban en esta forma de evangelización. Durante los primeros treinta años la cifra varió de unos pocos a más o menos seiscientos. Estos repartidores eran precursores en toda la extensión de la palabra, pues abrían nuevo territorio. Anna Andersen, una de las que perseveraron en este servicio durante décadas, llegó a casi todos los pueblos de Noruega con las buenas nuevas, viajando generalmente en bicicleta. Otros repartidores viajaron al extranjero y fueron los primeros en llevar el mensaje a países tales como Finlandia, Barbados, El Salvador, Guatemala, Honduras y Birmania (ahora Myanmar). También hubo quienes no pudieron mudarse a otras zonas, pero llevaron las buenas nuevas a otras personas sirviendo de repartidores en su propio territorio.

La labor de los repartidores fue excepcional. Uno de ellos, que sirvió en la costa occidental de Estados Unidos, informó en 1898 que en los treinta y tres meses anteriores había viajado 12.800 kilómetros en su coche tirado por un caballo, había testificado en 72 pueblos, realizado 18.000 visitas, distribuido 4.500 libros, hecho 125 suscripciones, regalado 40.000 tratados y visto a 40 personas no solo aceptar el mensaje, sino también comenzar a compartirlo con otros. En un espacio de solo dos años y medio un matrimonio de Australia logró dejar 20.000 libros en manos de gente que los aceptó con gusto.

¿Eran estas elevadas cifras la excepción, o la regla? Pues bien, el informe para 1909 muestra que alrededor de seiscientos veinticinco repartidores (el total de los que figuraban en la lista entonces) recibieron de la Sociedad 626.981 libros (un promedio de más de mil por repartidor) para ponerlos en manos del público, además de una gran cantidad de otros impresos para distribuirlos gratuitamente. Como por lo general no podían llevar suficientes libros de casa en casa, los repartidores tomaban los pedidos y regresaban después para hacer las entregas.

No obstante, hubo quienes objetaron, diciendo: “¡Eso no es predicar!”. Pero, como explicó el hermano Russell, en realidad era una forma de predicar muy eficaz. En lugar de oír un solo sermón, la gente recibía muchos sermones impresos y de ese modo podía disfrutar de repasarlos una y otra vez y corroborar su información con su propia Biblia. Era un modo de evangelizar que partía de la base de que las personas habían aprendido a leer en las escuelas. El libro The New Creation (La nueva creación) señaló: “El que estos evangelizadores utilicen métodos de trabajo adaptados a nuestra época, en lugar de valerse de métodos del pasado, de ningún modo desdice de su labor, como tampoco lo hace el que viajen en vehículos a vapor o eléctricos en vez de viajar a pie o en camellos. La evangelización se efectúa mediante la presentación de la Verdad [...], la Palabra de Dios”.

El verdadero interés de los Estudiantes de la Biblia por ayudar a la gente se hizo patente en la minuciosidad que con el tiempo caracterizó su predicación. The Watch Tower del 1 de marzo de 1917 explicó el programa como sigue: Primero, los repartidores visitaban los hogares de la zona y ofrecían los tomos de Estudios de las Escrituras. Luego los obreros pastorales * visitaban a las personas de la lista que preparaban los repartidores o a aquellas cuyos nombres les habían sido entregados en las reuniones públicas. Estos se esforzaban por estimular a aquellas personas a leer las publicaciones, animaban a las que estuvieran interesadas a asistir a discursos especialmente preparados para el público y procuraban formar clases para el estudio de la Biblia en imitación de los cristianos de Berea. Siempre que era posible, los repartidores trabajaban de nuevo en la misma zona, seguidos de los obreros pastorales, que mantenían el contacto con la gente que se interesaba en la verdad. Más tarde, otros trabajadores de las clases visitaban los mismos hogares con tratados y demás publicaciones bíblicas que ofrecían gratis. Así se lograba que todos recibieran por lo menos algo que pudiera acrecentar su deseo de aprender más acerca del propósito de Dios.

Cuando solo había uno o dos repartidores en una zona y no existía ninguna congregación, ellos mismos solían atender el interés de las personas. Así, cuando Hermann Herkendell y su compañero fueron a Bielefeld (Alemania) como repartidores en 1908, se les mandó específicamente que hicieran que los vecinos interesados en la Biblia se conocieran unos a otros, y que formaran una congregación. Unos años más tarde, The Watch Tower habló de otros repartidores que estaban prestando atención personal a los interesados hasta el punto de dejar formada una clase de Estudiantes de la Biblia en todos los pueblos o ciudades donde servían.

En 1921 se suministró una valiosa ayuda para la obra: el libro El Arpa de Dios. Concebido particularmente para el beneficio de los principiantes, terminó teniendo una tirada de 5.819.037 ejemplares en veintidós idiomas. A fin de ayudar a los que lo obtenían, la Sociedad instituyó un curso bíblico por correspondencia organizado por temas. El curso se componía de doce cuestionarios que se enviaban durante un período de doce semanas. El libro se empleó también para organizar estudios bíblicos en grupo en los hogares de los que se interesaban. Algunos Estudiantes de la Biblia solían asistir a aquellos estudios.

No obstante, los Testigos sabían perfectamente que el campo era inmenso y ellos eran pocos. (Luc. 10:2.)

Aunque pocos, alcanzan a muchos

La Watch Tower señaló que los verdaderos cristianos ungidos por espíritu tenían la responsabilidad dada por Dios de encontrar y ayudar a todo el que fuera cristiano sincero, asistiera a las iglesias o no. (Isa. 61:1, 2.) ¿Cómo podrían hacerlo?

Los dos Estudiantes de la Biblia (J. C. Sunderlin y J. J. Bender) enviados a Inglaterra en 1881 habrían logrado relativamente poco por sí solos; pero con la ayuda de centenares de jóvenes a quienes se pagó por sus servicios, consiguieron distribuir en poco tiempo 300.000 ejemplares de Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores). Adolf Weber, que regresó a Suiza con las buenas nuevas a mediados de los años noventa del siglo XIX, tenía como campo de predicación un vasto territorio que abarcaba varios países. ¿Cómo podría encargarse de todo? Además de viajar largas distancias como repartidor, puso anuncios en los periódicos y logró que los libreros incluyeran las publicaciones de la Watch Tower en su surtido. En 1907 el grupito de Estudiantes de la Biblia de Alemania se las arregló para enviar junto con los periódicos 4.850.000 tratados de cuatro páginas. Poco después de la primera guerra mundial, cierto hermano de Letonia que trabajaba en las oficinas centrales de la Sociedad en Nueva York pagó para que publicaran algunos anuncios en diarios de su país. Un hombre que respondió a uno de ellos fue el primer Estudiante de la Biblia en Letonia. Pero este medio de publicidad no tomó el lugar del testimonio personal ni el de la búsqueda de los merecedores de casa en casa. Más bien, se utilizó para aumentar la proclamación.

Sin embargo, los periódicos no publicaban solamente anuncios. Durante los años que precedieron a la I Guerra Mundial los sermones del hermano Russell se publicaban con regularidad bajo su propia supervisión. En poco tiempo la publicidad que alcanzaron sus sermones fue asombrosa. Más de dos mil periódicos, con un total de 15.000.000 de lectores, los imprimían simultáneamente en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Sudáfrica. ¿Podía lograrse más todavía? El hermano Russell creía que sí.

En enero de 1914, al cabo de dos años de preparativos, se estrenó el “Foto-Drama de la Creación”. Se presentó en cuatro partes. El programa de ocho horas incluía películas y diapositivas sincronizadas con la voz grabada. Era una producción verdaderamente excepcional cuyo objetivo era cultivar el aprecio por la Biblia y el propósito de Dios expuesto en ella. Se organizaron las presentaciones para que cada día se mostrara en 80 ciudades. Se le daba publicidad de antemano en los periódicos, fijando carteles en escaparates y ventanas y distribuyendo grandes cantidades de impresos gratuitos para suscitar el interés. Dondequiera que se exhibía el “Foto-Drama”, acudían multitudes a verlo. En menos de un año había llegado a más de ocho millones de personas en Estados Unidos y Canadá, y tanto de Gran Bretaña y la Europa continental como de Australia y Nueva Zelanda llegaban informes de que el público abarrotaba los auditorios. Al “Foto-Drama” le siguió una versión algo abreviada (sin películas) que se exhibió en pueblos más pequeños y en zonas rurales. El Drama se siguió presentando en varios idiomas por lo menos durante dos décadas. Se suscitó mucho interés, se recibieron los nombres de los interesados y se hicieron las visitas para atender a esas personas.

Luego, en los años veinte, se empezó a usar otro instrumento que serviría para dar amplia publicidad al mensaje del Reino. El hermano Rutherford estaba convencido de que la mano del Señor había intervenido. ¿Qué era? La radio. Menos de dos años después de que la primera emisora comercial del mundo diera comienzo a las emisiones regulares (en 1920), J. F. Rutherford, presidente de la Sociedad Watch Tower, usó la radio para transmitir la verdad bíblica. Había surgido un instrumento que podía llegar a millones de personas simultáneamente. Dos años más tarde, en 1924, la Sociedad poseía su propia emisora, la WBBR, que funcionaba en Nueva York. Para 1933, cuando el uso de la radio alcanzó su apogeo, 408 emisoras transmitían el mensaje a seis continentes. Además de las transmisiones en directo, se grababan de antemano programas sobre muchos temas. Para que la gente conociera la programación y pudiera beneficiarse de ella, en cada ciudad se le daba amplia publicidad mediante la distribución de anuncios. Estas transmisiones vencieron muchos prejuicios y abrieron los ojos de la gente sincera. El temor a los vecinos y al clero retenía a muchos de asistir a las reuniones de los Estudiantes de la Biblia, pero no les impedía escuchar la radio en la intimidad de sus hogares. Las emisiones de radio no reemplazaron la necesidad de testificar de casa en casa, pero sí llevaron la verdad bíblica a lugares de difícil acceso y proporcionaron excelentes oportunidades para conversar cuando los Testigos visitaban los hogares.

Responsabilidad personal de testificar

Por décadas la Watch Tower había recalcado la responsabilidad personal de testificar. Pero desde 1919 en adelante esto se convirtió en tema constante de las publicaciones y de los programas de las asambleas. Aun así, para muchos no era fácil abordar a desconocidos en sus puertas, y al principio solo un número limitado de Estudiantes de la Biblia testificaba con regularidad de casa en casa.

Se ofrecía estímulo reconfortante basado en las Escrituras. “Benditos son los intrépidos”, fue de lo que trató la Watch Tower en sus números del 1 y 15 de agosto de 1919. Esta información advirtió del peligro de temer al hombre, habló de los 300 valientes guerreros de Gedeón que estuvieron alerta y dispuestos a servir en todo lo que el Señor les ordenara y contra fuerzas aparentemente abrumadoras, y alabó la intrépida confianza de Elías en Jehová. (Jue. 7:1-25; 2 Rey. 6:11-19; Pro. 29:25.) En 1921 el artículo “Sed fuertes” no solo recalcó el deber, sino también el privilegio, de servir del lado del Señor contra las fuerzas satánicas de la oscuridad al participar en la obra predicha en Mateo 24:14. A los que tenían algún tipo de limitación se les recomendó encarecidamente que no se desanimaran y, a la misma vez, que no se retuvieran de hacer cuanto pudieran.

Mediante artículos bíblicos francos, The Watch Tower hizo que todos los que afirmaban ser siervos ungidos de Dios vieran su responsabilidad de ser proclamadores del Reino de Dios. El número del 15 de agosto de 1922 contenía un artículo conciso y directo titulado “El servicio es esencial”, es decir, el servicio como el de Cristo, servicio que impulsa a ir a los hogares de otras personas para hablarles acerca del Reino de Dios. Más tarde, en aquel mismo año, se mostró que para que tal servicio fuera de valor a la vista de Dios debía estar motivado por el amor. (1 Juan 5:3.) Un artículo que apareció en el número del 15 de junio de 1926 explicó que Dios no se deja impresionar en absoluto por la adoración formalista; lo que desea es obediencia, y eso incluye reconocer cualquier medio que él emplee para realizar su propósito. (1 Sam. 15:22.) Al año siguiente, al tratar sobre “La misión del cristiano en la Tierra”, la revista señaló al papel de Jesús como “el testigo fiel y verdadero” y al hecho de que el apóstol Pablo predicó “públicamente y de casa en casa”. (Rev. 3:14; Hech. 20:20.)

En la hoja mensual de instrucciones para el servicio, llamada Bulletin (Boletín), aparecieron en detalle modos de presentar las publicaciones, para que los publicadores las memorizaran. Se les animó a participar en el servicio del campo regularmente todas las semanas. Pero la cifra de los que en efecto testificaban de casa en casa fue pequeña al principio, y algunos que empezaron a hacerlo no continuaron. En Estados Unidos, por ejemplo, el promedio semanal de los que participaron en el servicio del campo en 1922 fue de 2.712. Pero para 1924 la cifra había descendido a 2.034. En 1926 subió a 2.261, con un máximo de 5.937 durante una semana de actividad especial.

Luego, a finales de 1926, la Sociedad empezó a animar a las congregaciones a dedicar algún tiempo los domingos a la testificación en grupo y, durante ese tiempo, no solo ofrecerían tratados, sino también libros para el estudio de la Biblia. En 1927 The Watch Tower recomendó a los leales de las congregaciones que removieran de la posición de ancianos a los que por sus palabras o acciones revelaran que no aceptaban la responsabilidad de testificar públicamente y de casa en casa. De este modo se quitaron las ramas que no estaban produciendo fruto, por decirlo así, y se podaron las que quedaron para que dieran más fruto para la alabanza de Dios. (Compárese con la ilustración de Jesús en Juan 15:1-10.) ¿Resultó esta acción en un verdadero aumento de la alabanza pública de Jehová? ¡En 1928 hubo en Estados Unidos un aumento del 53% en el promedio semanal de predicadores!

Los Testigos ya no se limitaban simplemente a entregar a la gente un tratado gratis y seguir adelante. Un mayor número de ellos hablaba brevemente a los amos de casa, procurando despertar interés en el mensaje de la Biblia, y después les ofrecían libros para leer.

Aquellos primeros Testigos eran realmente valientes, aunque no todos tenían tacto. Sin embargo, sobresalieron por ser diferentes de los demás grupos religiosos. No decían sencillamente que cada uno debía dar testimonio de su fe. Un número cada vez mayor de Testigos daba en realidad ese testimonio.

Tarjetas de testimonio y gramófonos

A finales de 1933 se empezó a usar un método distinto de predicar. Como introducción, el Testigo entregaba al amo de casa una tarjeta de testimonio que contenía un mensaje breve para que la leyera. En particular esto ayudó mucho a los publicadores nuevos, a quienes no se daba mucha preparación entonces. Por lo general solo hablaban brevemente con el amo de casa después de la lectura de la tarjeta; algunos se extendían más en sus explicaciones, y usaban la Biblia. El uso de las tarjetas de testimonio continuó hasta bien entrados los años cuarenta. Permitía abarcar el territorio rápidamente, y los Testigos podían comunicarse con más personas, dejar en sus manos muchos impresos bíblicos valiosos, dar un testimonio uniforme y hasta presentar el mensaje a personas que hablaban un idioma diferente del suyo. También hubo situaciones embarazosas, como cuando el amo de casa se quedaba con la tarjeta y cerraba la puerta, y el Testigo tenía que volver a llamar para recuperarla.

Los discursos grabados desempeñaron también un papel muy importante durante los años treinta y comienzos de los cuarenta. En 1934 algunos Testigos empezaron a llevar consigo gramófonos portátiles cuando testificaban. Como el aparato era bastante pesado, lo dejaban en el automóvil o en un lugar apropiado hasta que encontraban a alguien que estuviera dispuesto a escuchar un discurso bíblico grabado. Luego, en 1937, se empezó a usar el gramófono portátil en las puertas. El procedimiento era sencillo: después de decir que tenía un mensaje bíblico importante, el Testigo ponía la aguja en el disco y dejaba que este hablara por él. Kasper Keim, precursor alemán que servía en los Países Bajos, quedó muy agradecido por su “Aarón”, como solía llamar al gramófono, pues le costaba mucho trabajo testificar en holandés. (Compárese con Éxodo 4:14-16.) A veces, familias enteras movidas por la curiosidad escuchaban los discos.

En 1940 había más de cuarenta mil gramófonos en uso. Ese año se presentó un nuevo modelo vertical diseñado y construido por los Testigos, y se usó particularmente en América. Este despertaba aún más la curiosidad de la gente, porque no podían ver el disco mientras sonaba. Los discos eran de 78 rpm y duraban cuatro minutos y medio. Los títulos eran breves y directos: “El Reino”, “La oración”, “El camino a la vida”, “La Trinidad”, “El Purgatorio”, “Por qué el clero se opone a la verdad”. Se grabaron más de noventa discursos diferentes y se pusieron en servicio más de un millón de discos. Las presentaciones eran claras y fáciles de entender. Muchos amos de casa escuchaban atentamente; algunos respondían con violencia. Pero se daba un testimonio eficaz y consecuente.

Se anuncian las buenas nuevas valerosamente en lugares públicos

Aunque las tarjetas de testimonio y los discos eran los que “hablaban” principalmente, se requería mucho valor para ser Testigo en aquellos años. La misma naturaleza de la obra ponía a cada Testigo ante el público.

Después de la asamblea de 1931 en Columbus (Ohio), los testigos de Jehová distribuyeron el folleto El Reino, la esperanza del mundo, que contenía una resolución titulada “Advertencia de Jehová” dirigida “A los gobernantes y a la gente”. Comprendieron que como Testigos de Jehová tenían la seria responsabilidad de comunicar la advertencia que se hallaba en su Palabra. (Eze. 3:17-21.) No se limitaron simplemente a enviar los folletos por correo o a introducirlos por debajo de las puertas. Los entregaron personalmente. Visitaron a todo el clero y, hasta donde les fue posible, a políticos, a oficiales militares y a gerentes de grandes corporaciones. Además, visitaron al público en general en los aproximadamente cien países donde los testigos de Jehová predicaban entonces de forma organizada.

Para 1933 empleaban potentes máquinas sonoras con el fin de que se pudieran escuchar en lugares públicos grabaciones de claros discursos bíblicos. Los hermanos Smets y Poelmans acoplaron su equipo a un triciclo y se quedaban de pie junto a él mientras el mensaje resonaba en los mercados y cerca de las iglesias de Lieja (Bélgica). Muchas veces pasaban allí diez horas al día. En Jamaica la gente se congregaba rápidamente cuando oía música, así que en este caso era lo primero que los hermanos ponían. Cuando la gente salía del campo a la carretera para ver qué pasaba, se encontraba con los testigos de Jehová publicando el mensaje del Reino.

Algunas de estas máquinas sonoras se instalaban en automóviles y barcos, y se colocaban altavoces sobre estos para que el sonido se oyera desde lejos. Bert y Vi Horton, de Australia, conducían una camioneta sobre la cual tenían una gran bocina que llevaba la inscripción: “El mensaje del Reino”. Cierto año hicieron que resonaran por casi todas las calles de Melbourne emocionantes discursos que desenmascaraban la religión falsa y describían animadoramente las bendiciones del Reino de Dios. En aquel tiempo Claude Goodman era precursor en la India. El empleo de automóviles con altavoces y también de discos en las lenguas locales le permitió llegar a grandes multitudes en los bazares, los parques, las carreteras: dondequiera que podía hallar a la gente.

Cuando los hermanos del Líbano estacionaban su automóvil en lo alto de una colina y ponían los discursos, el sonido se oía hasta en los valles. Puesto que los aldeanos no veían de dónde procedía la voz, ¡algunas veces se asustaban al pensar que era Dios quien les hablaba desde el cielo!

No obstante, hubo algunos momentos de tensión para los hermanos. Por ejemplo, en una ocasión el sacerdote de una aldea de Siria dejó la comida en la mesa y, agarrando su bastón grande, salió corriendo hacia la multitud que se reunía para oír un discurso bíblico que se transmitiría desde un automóvil con altavoces. Agitando el bastón con furia, les ordenó: “¡Paren! ¡Les ordeno que paren!”. Pero los hermanos se dieron cuenta de que no todos los presentes estaban de acuerdo con él; algunos querían escuchar el discurso. De pronto, ¡ciertas personas de la multitud alzaron al sacerdote y lo llevaron hasta su casa, donde lo dejaron sentado a la mesa del comedor! Pese a la oposición del clero, los valerosos Testigos se encargaron de que la gente tuviera la oportunidad de oír el mensaje.

En aquellos días los Testigos también usaron extensamente cartelones que llevaban puestos mientras repartían invitaciones a discursos especiales en las zonas de negocios. Dicho método se originó en Glasgow (Escocia), en 1936. Ese año se empleó también en Londres (Inglaterra) y luego en Estados Unidos. Dos años después, a esta forma de publicidad se añadió el uso de pancartas. Estas decían: “La religión es un lazo y un fraude” * y “Servid a Dios y a Cristo el Rey”. Cuando se celebraban asambleas, la fila de los que marchaban con pancartas podía ser de varios kilómetros de largo. Su marcha silenciosa en una sola fila, por calles muy transitadas, producía un efecto similar al que produjo el ejército del antiguo Israel mientras marchaba alrededor de Jericó antes de que sus muros cayeran. (Jos. 6:10, 15-21.) Este valeroso testimonio público se efectuó en muchos lugares desde Londres (Inglaterra) hasta Manila (Filipinas).

En 1940 se introdujo otro método de testificación pública. De acuerdo con el texto bíblico que alude a que la ‘sabiduría verdadera clama a gritos en la calle’, en febrero de ese año los testigos de Jehová comenzaron a distribuir La Atalaya y Consolación (ahora ¡Despertad!) * en las esquinas de las calles. (Pro. 1:20.) Voceaban lemas para llamar la atención de la gente a las revistas y a su mensaje. Por todo el mundo, tanto en las ciudades como en los pueblos ha llegado a ser habitual ver a los testigos de Jehová ofreciendo las revistas. Pero se necesita valor para hacer ese trabajo, y particularmente se requirió esta cualidad al principio, pues era una época de persecución intensa aunada a la fiebre nacionalista del tiempo de guerra.

Los Testigos respondieron con fe al llamamiento que se les hizo para que dieran testimonio público de aquella forma. El número de los que participaban personalmente en la obra seguía creciendo. Consideraban un privilegio demostrar su integridad a Jehová de esta manera. Pero aún les quedaba mucho que aprender.

Cada uno sabe explicar su fe

En 1942 se dio comienzo a un extraordinario programa de educación. Empezó en la central o sede mundial de los testigos de Jehová y, luego, al año siguiente, en las congregaciones de los Testigos por todo el mundo. Seguros de que el espíritu de Dios estaba sobre ellos y de que Él había puesto Su palabra en la boca de ellos, se resolvieron a predicarla aun cuando los perseguidores les quitaran las publicaciones de la Sociedad Watch Tower o la Biblia misma. (Isa. 59:21.) Ya en algunos países, como Nigeria, los Testigos solo usaban la Biblia al predicar, pues el Estado había prohibido todas las publicaciones de la Watch Tower y había confiscado los libros de las bibliotecas particulares de muchos hermanos.

El 16 de febrero de 1942 el hermano Knorr inauguró un curso superior del ministerio teocrático en el Hogar Betel de Brooklyn (Nueva York). El curso enseñaba, entre otras cosas, a investigar, a expresarse de manera clara y correcta, a preparar bosquejos para pronunciar discursos, a dar conferencias eficazmente, a presentar las ideas de modo persuasivo y a mostrar prudencia o tacto. Aunque se invitaba a todos a asistir, solo los varones podían matricularse y pronunciar discursos estudiantiles, sobre los cuales recibían consejo. Los beneficios no tardaron en ponerse de manifiesto, no solo en la oratoria pública, sino en una mayor eficacia al predicar de casa en casa.

Al año siguiente el curso empezó a funcionar en todas las congregaciones de los testigos de Jehová. Primero fue en inglés, y luego en otros idiomas. Su propósito era capacitar a cada testigo de Jehová para que pudiera enseñar a otros al visitarlos de casa en casa, al hacer revisitas y al conducir estudios bíblicos. Se ayudaría a todos los Testigos a convertirse en ministros capacitados. (2 Tim. 2:2.) En 1959 se dio a las hermanas también la oportunidad de matricularse y dar discursos en marcos de circunstancias relacionados con el servicio del campo, dirigiéndose a la persona asignada a hacer el papel de ama de casa en vez de dirigirse al auditorio. Y eso no fue todo.

Desde 1926 los representantes viajantes de la Sociedad habían estado trabajando en el servicio del campo con Testigos a nivel individual para ayudarles a mejorar sus habilidades. No obstante, en la asamblea internacional de Nueva York celebrada en 1953, con todos los superintendentes de circuito y de distrito sentados delante de la plataforma, el hermano Knorr dijo que la obra principal de todos los siervos, o superintendentes, sería la de ayudar a cada Testigo a ser un ministro que fuera de casa en casa con regularidad. “Todos —dijo él— deben saber predicar las buenas nuevas de casa en casa.” Se emprendió una campaña mundial para lograr dicho fin.

¿Por qué se hacía tanto hincapié en el asunto? Considere el ejemplo de Estados Unidos: en aquel tiempo el 28% de los Testigos limitaban su actividad a repartir hojas sueltas o a estar de pie en las calles con las revistas. Y más del 40% participaba en el servicio del campo solo de manera irregular, dejando pasar meses sin testificar en absoluto. Era preciso dar ayuda amorosa en forma de instrucción y entrenamiento personal. Se hicieron planes para ayudar a todos los testigos de Jehová que todavía no iban de casa en casa a abordar a la gente en las puertas, a hablarles con la Biblia en la mano y a contestar sus preguntas. Aprenderían a preparar sermones bíblicos que podrían dar tal vez en unos tres minutos a los que estuvieran ocupados, o en unos ocho minutos a otras personas. El objetivo era ayudar a cada Testigo a convertirse en un evangelizador cristiano maduro.

No solo los superintendentes viajantes impartían instrucción. También lo hacían los siervos, o superintendentes, de las congregaciones; y en los años siguientes se asignó a Testigos bien capacitados para que adiestraran a otros en la obra. Durante años, en la Reunión de Servicio que las congregaciones celebraban semanalmente, se había enseñado en la práctica cómo efectuar la obra. Pero desde entonces se acentuaría en mayor grado la preparación personal en el campo.

Los resultados fueron extraordinarios. La cifra de los Testigos que predicaban de casa en casa aumentó, y también el número de los que participaban regularmente en el ministerio del campo. En menos de diez años el total de Testigos en todo el mundo registró un aumento del 100%. Asimismo, la cantidad de revisitas que hacían los Testigos para contestar preguntas bíblicas de los que mostraban interés aumentó en un 126%, y el número de estudios regulares en los hogares de los que anhelaban la verdad bíblica aumentó en un 150%. Estaban probando realmente que eran ministros capacitados.

En vista de los diversos antecedentes educativos y culturales de estos Testigos, y teniendo en cuenta que se hallaban esparcidos en grupos pequeños por toda la Tierra, es fácil entender por qué honran a Jehová Dios y no a ningún hombre por la manera como se les ha equipado y preparado para proclamar las buenas nuevas. (Juan 14:15-17.)

La predicación de casa en casa, una marca identificadora

En determinadas ocasiones varias confesiones religiosas han animado a sus miembros a visitar los hogares de su prójimo y hablarle de religión. Algunos lo han intentado. Incluso hay quienes sirven de misioneros por un par de años, pero con eso concluye todo. No obstante, solo en el caso de los testigos de Jehová, prácticamente todos —jóvenes y viejos, hombres y mujeres— participan año tras año en el ministerio de casa en casa. Solo ellos se esfuerzan verdaderamente por llegar a toda la tierra habitada con el mensaje del Reino, en obediencia al mandato profético de Mateo 24:14.

No es que este trabajo resulte fácil a todos los testigos de Jehová. * Al contrario, cuando muchos de ellos empezaron a estudiar la Biblia, dijeron: ‘Hay algo que nunca voy a hacer: ¡ir de casa en casa!’. Sin embargo, casi todo testigo de Jehová participa en esta actividad si no tiene impedimentos físicos. Y muchos minusválidos lo hacen a pesar de su impedimento, en sillas de ruedas, con bastones, etc. Otros, que no pueden salir de casa o que se encuentran recluidos temporalmente, testifican por teléfono o por carta a personas a las que de otro modo no podrían llegar. ¿Por qué se esfuerzan tanto?

Cuando llegan a conocer a Jehová, su amor a él hace que cambie su manera de ver la vida. Desean hablar acerca de él. Las magníficas provisiones que tiene reservadas para los que lo aman son demasiado buenas como para mantenerlas en secreto. Además, reconocen la responsabilidad que tienen ante Dios de avisar a la gente de la venidera gran tribulación. (Mat. 24:21; compárese con Ezequiel 3:17-19.) Pero ¿por qué hacer esto de casa en casa?

Los Testigos saben que Jesús enseñó a sus discípulos a ir a los hogares de la gente a predicar y enseñar. (Mat. 10:11-14.) Saben que después del derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés de 33 E.C. los apóstoles continuaron declarando sin cesar las buenas nuevas “en el templo [de Jerusalén] y de casa en casa”. (Hech. 5:42.) Todo Testigo conoce las palabras de Hechos 20:20, donde dice que el apóstol Pablo enseñó “públicamente y de casa en casa”. Y ven la abundante bendición de Jehová sobre su actividad en tiempos modernos. De este modo, a medida que van adquiriendo experiencia en el ministerio de casa en casa, suelen perder el temor que sentían por esta actividad y llega a convertirse en algo agradable.

Además, realizan su labor concienzudamente. Llevan registros exactos para volver a visitar a los que no han encontrado en casa. No solo eso, sino que también hacen repetidas visitas a todos los hogares.

En muchos países los opositores de los Testigos han tratado de detener el ministerio de casa en casa porque ven que resulta muy eficaz. Para obtener reconocimiento oficial de su derecho a predicar de puerta en puerta, los testigos de Jehová han recurrido a los funcionarios gubernamentales. Donde ha sido necesario, han acudido a los tribunales para establecer legalmente su derecho de difundir las buenas nuevas de esta manera. (Fili. 1:7.) Y a veces, en países donde gobiernos represivos persisten en prohibir tal actividad, los testigos de Jehová siguen predicando de una manera menos llamativa o, si es necesario, utilizando otros medios para llegar a la gente con el mensaje del Reino.

Aunque la radio y la televisión se han usado para propagar el mensaje del Reino, los testigos de Jehová reconocen que la comunicación personal que se logra haciendo visitas de casa en casa es mucho más efectiva. Proporciona mejores oportunidades de contestar las preguntas de los amos de casa individualmente y de buscar a los merecedores. (Mat. 10:11.) Esa es una de las razones por las cuales la Sociedad Watch Tower vendió en 1957 la emisora WBBR de Nueva York.

Pero los testigos de Jehová no consideran que su labor concluye al haber dado un testimonio personal. Eso es solo el principio.

“Hagan discípulos [...] enseñándoles”

Jesús mandó a sus seguidores que hicieran más que solamente predicar. Habían de enseñar, siguiendo su ejemplo. (Mat. 11:1.) Antes de su ascensión al cielo, les mandó: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado”. (Mat. 28:19, 20.) Enseñar (griego: di··sko) se diferencia de predicar en que el maestro hace más que proclamar: instruye, explica, da pruebas.

Ya en abril de 1881 la Watch Tower había dado breves sugerencias sobre cómo enseñar. Algunos de los primeros repartidores se esmeraban por volver a visitar a los que mostraban interés, para animarlos a leer los libros de la Sociedad y a reunirse con otros para estudiar con regularidad la Palabra de Dios. El libro El Arpa de Dios (publicado en 1921) se usó frecuentemente con ese fin. Sin embargo, con el tiempo se hizo más que eso para dar atención personal a los que se interesaban en la verdad. Los discursos bíblicos grabados y las ayudas impresas para el estudio desempeñaron un papel muy importante en esta actividad. ¿Cómo fue eso?

Desde principios de 1933 la Sociedad había empezado a complementar los programas de radio con discos que se ponían en máquinas sonoras portátiles en salas de reuniones, en parques, a la entrada de las fábricas, etc. En poco tiempo, cuando los Testigos hallaban a personas que mostraban interés mientras las visitaban de casa en casa, quedaban en volver para poner algunos de estos discos. Después que salió el libro Riquezas en 1936, se examinaban algunos temas tras escuchar los discos, con la mira de empezar estudios a los cuales los interesados de la localidad pudieran asistir. Se recalcó esta labor especialmente con el fin de ayudar a los futuros miembros de la “gran muchedumbre” a aprender la verdad. (Rev. 7:9.)

Por aquella misma época la jerarquía católica aumentó la presión sobre los propietarios y directores de emisoras y sobre las agencias del gobierno, en un enérgico intento de detener la transmisión de los programas de la Sociedad Watch Tower. Una petición firmada por 2.630.000 estadounidenses exigió que se celebrara un debate público entre J. F. Rutherford y un jerarca de la Iglesia Católica. Ningún miembro del clero católico quiso aceptar el reto. Por eso, en 1937 el hermano Rutherford grabó discos con títulos como “Desenmascarados” y “La religión y la cristiandad”, que trataban de enseñanzas bíblicas básicas, particularmente para refutar las doctrinas antibíblicas católicas. La misma información se publicó en los folletos Protection (Protección) y Uncovered (Descubierta), y se entregó personalmente un ejemplar de Uncovered a todos los que habían firmado la petición para que pudieran leer por sí mismos las verdades bíblicas que la jerarquía católica trataba de silenciar.

Para ayudar a la gente a comprender los asuntos con claridad y a examinar su base bíblica, se imprimió el folleto Model Study (Estudio modelo) núm. 1 y se empleó en las reuniones con los que se interesaban en la verdad. Este contenía preguntas, respuestas y textos que las corroboraban. El que estaba a cargo de la reunión ponía primero un disco o más de los ya mencionados, para que todos pudieran oír la argumentación en su totalidad. Luego se trataba la información del folleto Estudio modelo y se buscaban los textos citados. A este folleto le siguieron los números 2 y 3, también coordinados con otros discursos grabados. Al principio se organizaron estos estudios en lugares accesibles a grupos de personas que estaban interesadas en oírlos, pero en poco tiempo se conducían también con personas solas y familias.

Desde entonces se han publicado excelentes libros concebidos especialmente para que los testigos de Jehová los utilicen al conducir estudios bíblicos en los hogares. Entre los de mayor tirada estuvieron “Sea Dios veraz”, “La verdad que lleva a vida eterna” y “Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra”. También se publicaron folletos pequeños de 32 páginas: “Estas buenas nuevas del reino”, El camino de Dios es el de amor, “¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas”, y muchos otros. A estos les siguieron folletos grandes como ¡Disfrute para siempre de la vida en la Tierra!, que contiene una presentación muy sencilla y fácil de entender de las enseñanzas bíblicas básicas.

El empleo de estos instrumentos, junto con la extensa preparación que se provee en las congregaciones y a nivel personal, ha resultado en un asombroso aumento en el número de estudios bíblicos en los hogares. En 1950 el promedio de estudios, conducidos generalmente cada semana, era de 234.952. A los estudiantes que no progresaban lo suficiente se les descontinuaba el estudio. Muchos avanzaron hasta el punto de hacerse maestros. A pesar del crecimiento constante, el número sigue aumentando, frecuentemente con notable rapidez. En 1992 los Testigos conducían 4.278.127 estudios en los hogares de la gente por todo el mundo.

Con el fin de realizar la inmensa labor de predicar y enseñar en los idiomas de todo el mundo, los testigos de Jehová se han valido extensamente de la página impresa. Esto ha exigido que acometan trabajos de impresión de proporciones gigantescas.

[Notas a pie de página]

^ párr. 18 La obra pastoral se organizó por primera vez en 1915-1916 entre las aproximadamente quinientas congregaciones que habían elegido al hermano Russell como su pastor. Como tal, él les envió una carta resumiendo la obra, que inicialmente estuvo limitada a las hermanas. Al año siguiente se incluyó también a los hermanos. Esta labor pastoral, realizada por un grupo selecto, continuó hasta 1921.

^ párr. 47 Esta fraseología se fundaba en el entendimiento de que el término religión abarcaba toda adoración basada en tradiciones humanas y no en la Palabra de Dios, la Biblia. No obstante, en 1950, al publicarse en inglés la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas, las notas sobre Hechos 26:5, Colosenses 2:18 y Santiago 1:26, 27 indicaron que el término religión podía emplearse correctamente para referirse tanto a la adoración verdadera como a la falsa. Apareció más información en La Atalaya del 1 de diciembre de 1951, página 735 y en el libro ¿Qué ha hecho la religión para la humanidad?, páginas 8-10.

^ párr. 48 Se había experimentado un poco con la testificación en las calles utilizando las revistas el año anterior en California (E.U.A.). Ya en 1926 los Estudiantes de la Biblia distribuían en las calles folletos con mensajes importantes. Mucho antes, en 1881, habían repartido materia impresa cerca de las iglesias los domingos.

^ párr. 61 La Atalaya del 1 de septiembre de 1981, páginas 12-16.

[Comentario en la página 556]

Jesús hablaba acerca del propósito de Dios para el género humano dondequiera que encontraba a la gente

[Recuadro en la página 559]

Bendición especial de la obra de puerta en puerta

“Tal como sucedió durante el primer advenimiento, es la obra de puerta en puerta, y no la predicación desde el púlpito, la que parece contar con la bendición especial del Señor.”—“The Watch Tower”, 15 de julio de 1892.

[Recuadro en la página 570]

Por qué visitan los Testigos una y otra vez

Al explicar por qué los testigos de Jehová visitan los mismos hogares vez tras vez, “La Atalaya” del 15 de noviembre de 1962 dijo: “Las circunstancias siguen cambiando. Hoy un hombre tal vez no esté en casa, la próxima vez quizás esté. Hoy puede que esté demasiado ocupado para escuchar, pero la próxima vez tal vez no lo esté. Hoy un miembro de la familia contesta la puerta, la próxima vez otro miembro lo hace; y los Testigos se preocupan por alcanzar no solo todo hogar en sus asignaciones sino también, si fuese posible, a cada persona madura en cada hogar. A menudo las familias están divididas en cuanto a religión, de manera que no es siempre posible que un miembro hable por la familia entera. Además, la gente se muda continuamente de domicilio y por eso los Testigos nunca pueden estar seguros en cuanto a precisamente con quién se encontrarán en cierta puerta.

”No solo cambian las circunstancias, sino que la gente misma cambia. [...] Por alguna trivialidad cualquiera un hombre quizás haya estado de mal humor y no dispuesto de ninguna manera a [hablar] ni [de] la religión ni [de] otra cosa [...] prescindiendo de quién viniese a su puerta, pero de ninguna manera quiere eso decir que estará con esa actitud mental en otra ocasión. O, el solo hecho de que un hombre no haya tenido interés alguno en discutir la religión el mes pasado no significa que no lo tenga este mes. Desde la última vez que pasó un Testigo este hombre quizás haya tenido una experiencia intensamente desgarradora o de alguna otra manera aprendido algo que le haya hecho humilde en vez de orgulloso, que le haya hecho tener hambre de lo que necesita espiritualmente y estar consciente de ello en vez de estar satisfecho de sí mismo.

”[...]Además, el mensaje que los Testigos traen suena extraño a muchas personas y estas no logran comprender su urgencia. Solamente [al] oírlo vez tras vez vienen a entender gradualmente el punto.”

[Recuadro/Fotografía en la página 574]

Se emplean “todos los medios posibles”

“Los que hemos estado en la organización del Señor hemos hecho todo esfuerzo por dirigir [la] atención al mensaje de la vida. Hemos empleado lemas, avisos de toda una página en publicaciones, la radio, automóviles con altavoces, fonógrafos portátiles, asambleas gigantescas, desfiles de personas con rótulos informativos, y un ejército creciente de ministros que han predicado de casa en casa. Esta actividad ha servido para dividir a la gente en dos lados: el de los que se ponen de parte del Reino establecido de Dios y el de los que se oponen a él. ¡Esta fue la obra que Jesús predijo para mi generación!”—Escrito en 1987 por Melvin Sargent, quien entonces tenía 91 años.

[Fotografía]

Melvin Sargent

[Gráfico en la página 574]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Aumento de estudios bíblicos en los hogares

4.000.000

3.000.000

2.000.000

1.000.000

1950 1960 1970 1980 1992

[Fotografías en la página 557]

Se repartieron gratuitamente decenas de millones de tratados como estos cerca de las iglesias, de casa en casa y por correo

[Fotografías en la página 558]

Los repartidores distribuían libros que explicaban la Biblia

[Fotografía en la página 559]

Anna Andersen llevó publicaciones bíblicas a casi todos los pueblos de Noruega

[Fotografías en la página 560]

Los anuncios en los periódicos ayudaron a llegar a un público que, de otro modo, era inaccesible

[Fotografías en la página 561]

En cuatro continentes, más de dos mil periódicos publicaban simultáneamente los sermones del hermano Russell

[Fotografías en la página 562]

El “Foto-Drama de la Creación” dio un impresionante testimonio a millones de personas de muchos países

[Fotografía en la página 563]

Mediante la radio, J. F. Rutherford pudo testificar a millones de personas de todo el mundo en sus propios hogares

[Fotografía en la página 564]

Preparados para salir en bicicleta a testificar en grupo en Inglaterra

[Fotografía en la página 565]

A partir de 1933 se emplearon tarjetas de testimonio

[Fotografía en la página 566]

Los discursos bíblicos grabados dieron un testimonio eficaz durante los años treinta y cuarenta

[Fotografía en la página 567]

Los automóviles con altavoces, algunas veces en gran número (como aquí en Australia), se emplearon para comunicar la verdad bíblica en lugares públicos

[Fotografía en la página 568]

Los avisos iluminados en las ventanas de las casas de los testigos de Jehová daban testimonio las veinticuatro horas del día

[Fotografía en la página 568]

Los cartelones de publicidad y los letreros contribuyeron a dar un audaz testimonio público (como se puede ver aquí en Escocia)

[Fotografía en la página 569]

La distribución de “La Atalaya” y “Consolación” en las calles (como se ve aquí en E.U.A.) empezó en 1940

[Fotografía en la página 569]

A partir de 1943 se comenzó a preparar a los hermanos en las congregaciones para la oratoria pública

[Fotografías en la página 571]

Se conducen estudios bíblicos en el hogar de los que se interesan en la verdad. Abajo se ven publicaciones que se usan particularmente con ese fin, editadas primero en inglés y luego en muchos otros idiomas

[Fotografías en las páginas 572 y 573]

Alrededor del mundo, todos los Testigos —jóvenes o viejos, hombres o mujeres— testifican de casa en casa

Rumania

Bolivia

Zimbabue

Hong Kong

Bélgica

Uruguay

Fiji