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Las asambleas: prueba de nuestra hermandad

Las asambleas: prueba de nuestra hermandad

Capítulo 17

Las asambleas: prueba de nuestra hermandad

LAS asambleas son hoy un aspecto regular de la organización moderna de los testigos de Jehová. Sin embargo, mucho antes del siglo XX, los adoradores de Jehová celebraban asambleas nacionales e internacionales.

Jehová requirió que todos los varones del antiguo Israel se reunieran anualmente en Jerusalén para celebrar tres fiestas estacionales. Algunos llevaban a toda su familia. De hecho, la Ley mosaica requería que en ciertas ocasiones todo miembro de la familia —los hombres, las mujeres y los pequeñuelos— estuviera presente. (Éxo. 23:14-17; Deu. 31:10-13; Luc. 2:41-43.) Al principio, los que asistían eran gente que vivía en Israel mismo. Más tarde, cuando los judíos se esparcieron por muchos lugares, venían personas de diferentes naciones. (Hech. 2:1, 5-11.) No las movía a reunirse solo el que Israel y Abrahán fueran sus antepasados, sino también el reconocimiento de que Jehová era su magnífico Padre celestial. (Isa. 63:16.) Aquellas fiestas eran ocasiones gozosas. También contribuían a que todos los presentes se concentraran en la palabra de Dios y a que no se envolvieran tanto en los asuntos cotidianos que se olvidaran de los más importantes, los espirituales.

De igual modo, las asambleas de los testigos de Jehová de tiempos modernos se centran en los intereses espirituales. Para los observadores sinceros estas asambleas son prueba innegable de que los Testigos están unidos por fuertes vínculos de hermandad cristiana.

Primeras asambleas de los Estudiantes de la Biblia

La organización de las asambleas de los Estudiantes de la Biblia de diversas ciudades y países tuvo un desarrollo gradual. A diferencia de lo que sucede entre los grupos eclesiásticos tradicionales, las asambleas hicieron posible que los Estudiantes de la Biblia pronto llegaran a conocer a compañeros de adoración de otros lugares. Al principio aquellas asambleas se efectuaban en Allegheny (Pensilvania), para el tiempo de la conmemoración anual de la muerte del Señor. En 1891 se anunció específicamente que habría una “asamblea para el estudio de la Biblia y para celebrar la Cena Conmemorativa del Señor”. Al año siguiente la revista Watch Tower anunció en un encabezamiento que saltaba a la vista: “ASAMBLEA DE CREYENTES, EN ALLEGHENY, PA.: DEL 7 AL 14 DE ABRIL, INCLUSIVE, DE 1892”.

No se invitaba al público en general a aquellas primeras asambleas. Más bien, en 1892 asistieron unas cuatrocientas personas que habían dado prueba de fe en el rescate y de interés sincero en la obra del Señor. El programa constó de cinco días de intenso estudio de la Biblia y dos días de consejo útil para los repartidores de literatura.

Una persona que asistió a una de estas asambleas por primera vez dijo: “He asistido a muchas asambleas, pero nunca a una como esta, donde lo único que se trata constantemente, desde que uno se levanta hasta que se acuesta, es la voluntad y el plan de Dios; en la casa, en la calle, en las reuniones, al comer y en todo otro lugar”. Respecto al espíritu que manifestaban los asistentes, alguien de Wisconsin (E.U.A.) escribió: “Me impresionó mucho el espíritu de amor y bondad fraternal que se manifestó en todo momento”.

En 1893 hubo un cambio en los preparativos para la asamblea anual. A fin de aprovechar tarifas de ferrocarril más baratas debido a la Exposición Colombina (Feria Mundial de Chicago) que tendría lugar aquel verano, los Estudiantes de la Biblia se reunieron en Chicago (Illinois), del 20 al 24 de agosto. Esta fue la primera asamblea general que tuvieron fuera de la zona de Pittsburgh. Sin embargo, con el fin de emplear de la mejor manera posible el tiempo y el dinero en la obra del Señor, las asambleas generales se suspendieron por unos años.

Después, a partir de 1898, los Estudiantes de la Biblia de varios lugares tomaron la iniciativa en organizar asambleas a las que asistieran personas de una zona específica. En 1900 hubo tres asambleas generales organizadas por la Sociedad; pero también hubo trece asambleas en diversos lugares de Estados Unidos y Canadá, la mayoría de las cuales duraron un día, y a menudo se celebraban durante la visita de uno de los peregrinos. La cantidad de asambleas siguió aumentando. En 1909 se celebraron por lo menos 45 asambleas de organización local en América del Norte, además de las asambleas en que participó el hermano Russell al efectuar giras especiales que lo llevaron a diferentes partes del continente. Gran parte del programa de las asambleas de un día tenía el propósito especial de estimular el interés del público. La concurrencia oscilaba entre unos cientos de personas hasta varios miles.

Por otra parte, a las asambleas generales asistían principalmente Estudiantes de la Biblia, y en ellas se enfatizaba la instrucción para los que ya estaban bien establecidos en el camino de la verdad. Para aquellas asambleas se alquilaban trenes especiales que traían a concurrentes de las principales ciudades. A veces la asistencia llegaba a unas cuatro mil personas, y entre los presentes había algunos provenientes de Europa. Aquellas eran ocasiones de verdadero estímulo espiritual que comunicaban más celo y amor al pueblo de Jehová. Al concluir una de aquellas asambleas, en 1903, un hermano dijo: “No aceptaría ni mil dólares a cambio de todo el bien que recibí en esta asamblea; ¡y eso que soy pobre!”.

Los peregrinos que se hallaran en la zona de la asamblea presentaban discursos en ella. El hermano Russell también se esforzaba por asistir a las asambleas locales y participar en el programa, así como a asambleas mayores en Estados Unidos y, con frecuencia, en Canadá. Aquello implicaba viajar mucho. La mayoría de sus viajes los hacía los fines de semana. Pero en 1909 un hermano de Chicago alquiló varios vagones de tren para llevar a un grupo de asambleístas que viajaba con el hermano Russell durante una gira de asambleas. En 1911 y 1913 el mismo hermano contrató trenes enteros para llevar a cientos de hermanos en giras de asambleas que duraban un mes o más, por el oeste de Estados Unidos y Canadá.

Viajar hacia las asambleas en uno de aquellos trenes era una experiencia memorable. En 1913 Malinda Keefer subió a uno en Chicago (Illinois). Años más tarde dijo: “Enseguida me di cuenta de que éramos una gran familia [...] y que el tren era nuestro hogar por un mes”. Cuando el tren partía, los que venían a despedirnos entonaban una canción que decía: “Dios los acompañe hasta vernos de nuevo”, y agitaban pañuelos y sombreros a medida que el tren se iba perdiendo de vista. La hermana Keefer añadió: “El tren paraba en cada lugar donde había una asamblea, la mayoría de las cuales duraban tres días, y pasábamos un día en cada asamblea. Durante aquellas paradas el hermano Russell daba dos discursos: por la tarde, uno para los hermanos, y al anochecer presentaba otro para el público sobre el tema ‘Más allá del sepulcro’”.

En otros países se iban celebrando también más asambleas. Con frecuencia eran muy pequeñas. En la primera que se celebró en Noruega, en 1905, hubo unas quince personas; pero aquello era solo el comienzo. Seis años después, cuando el hermano Russell visitó ese país, se hizo un esfuerzo especial por invitar al público, y asistieron aproximadamente 1.200 personas. En 1909, cuando Russell asistió a unas asambleas en Escocia, habló a unas 2.000 personas en Glasgow y a otras 2.500 en Edimburgo, sobre el interesante tema: “El ladrón en el Paraíso, el rico en el infierno y Lázaro en el seno de Abrahán”.

Al concluir las primeras asambleas los hermanos celebraban lo que llamaban una fiesta de amor, en la que manifestaban sus sentimientos de hermandad cristiana. ¿Qué se hacía en estas ‘fiestas de amor’? Entre otras cosas, los oradores formaban una hilera, cada uno sosteniendo un plato con pan cortado en cuadritos; entonces los del auditorio desfilaban ante ellos, tomaban del pan y les daban la mano, a la vez que cantaban “Bendito el vínculo que une nuestros corazones en amor cristiano”. Solían derramar lágrimas de gozo mientras cantaban. Más tarde, cuando el auditorio aumentó en número, cesaron de darse la mano y tomar del pan, pero concluían con cántico y oración y, a menudo, con aplausos prolongados que expresaban su agradecimiento.

Comienza una campaña mundial de proclamar el Reino

La primera gran asamblea que se celebró después de la I Guerra Mundial tuvo lugar en Cedar Point (Ohio) (en el lago Erie, 96 kilómetros al oeste de Cleveland), del 1 al 8 de septiembre de 1919. Después de la muerte del hermano Russell, algunos que habían sido prominentes en la organización se apartaron de la verdad. Los hermanos experimentaron una prueba severa. Anteriormente en aquel año de 1919, el presidente de la Sociedad y colaboradores suyos habían salido de su encarcelamiento injusto. De modo que todos se preguntaban qué sucedería ahora. Aunque el primer día la asistencia fue algo baja, más tarde aquel día llegaron más concurrentes en trenes especiales. Entonces los hoteles que habían ofrecido alojamiento se vieron inundados de asambleístas. R. J. Martin y A. H. Macmillan (dos del grupo que acababa de salir de la cárcel) ofrecieron su ayuda. Estuvieron asignando cuartos hasta después de la medianoche, y el hermano Rutherford y muchos otros sirvieron de botones, cargando el equipaje y conduciendo a los hermanos a sus habitaciones. Había un espíritu contagioso de entusiasmo entre todos.

Se esperaba que asistieran unas dos mil quinientas personas. Sin embargo, en todo sentido la asamblea resultó mucho mejor de lo que se esperaba. Para el segundo día se tuvieron que utilizar salones adicionales. Cuando esto no bastó, hubo que pasar al exterior, a una zona donde había una arboleda muy agradable. La asistencia fue de unos seis mil Estudiantes de la Biblia de Estados Unidos y Canadá.

Por lo menos 1.000 personas del público vinieron para el discurso principal del domingo, lo que sumó un total de 7.000 personas, a quienes el orador habló al aire libre sin micrófono ni sistema de amplificación de la voz. En aquel discurso, “La esperanza para la humanidad angustiada”, J. F. Rutherford subrayó que el Reino Mesiánico de Dios es la solución a los problemas de la humanidad, y además mostró que la Sociedad de Naciones (que estaba en proceso de formación y ya había recibido el visto bueno del clero) no era en absoluto una expresión política del Reino de Dios. El periódico Register de Sandusky (un periódico de aquella zona) publicó un informe extenso del discurso público y un resumen de la actividad de los Estudiantes de la Biblia. Se enviaron copias del informe a otros periódicos de Estados Unidos y Canadá. Pero la publicidad que emanó de aquella asamblea no fue lo único que la hizo significativa.

El punto culminante de la asamblea fue el “Discurso a los colaboradores”, presentado por el hermano Rutherford, un discurso que más tarde se publicó con el título de “Anunciando el Reino”. Iba dirigido a los Estudiantes de la Biblia mismos. En él se explicó el significado de las letras GA que aparecían en el programa de la asamblea y se veían en varios lugares del local. Se anunció que se publicaría una nueva revista, The Golden Age (La edad de oro), que tendría como fin dirigir la atención de la gente al Reino Mesiánico. Después de explicar la obra que se haría, el hermano Rutherford dijo al auditorio: “Ante ustedes se presenta una oportunidad. Aprovéchenla. Al hacer esta obra, recuerden que no solicitan fondos como representantes de una revista, sino que son embajadores del Rey de reyes y Señor de señores, que con dignidad anuncian a la gente la venida de la Edad de Oro, el glorioso reino de nuestro Señor y Amo, algo que por muchos siglos han esperado, y por lo que han orado, los cristianos verdaderos”. (Véase Revelación 3:8.) Cuando el orador preguntó cuántos deseaban participar en aquella obra, fue muy alentador ver la entusiástica respuesta. Las 6.000 personas del auditorio se pusieron de pie como si fueran una sola. Para el año siguiente más de 10.000 personas participaban en el servicio del campo. La entera asamblea tuvo un efecto unificador y vigorizante en los presentes.

Tres años más tarde, en 1922, se celebró otra asamblea memorable en Cedar Point. Duró nueve días, del 5 al 13 de septiembre. Además de los concurrentes de Estados Unidos y Canadá, algunos vinieron de Europa. Hubo sesiones en diez idiomas. El promedio diario de asistencia fue de unas diez mil personas; y para la conferencia principal, el discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”, hubo tantas personas del público que la concurrencia casi se duplicó.

Los Estudiantes de la Biblia no celebraron aquella asamblea con la idea de prepararse para efectuar en la Tierra una obra que tomaría décadas. De hecho, decían que bien podría ser su última asamblea general antes de “la liberación de la iglesia [...] para entrar en la fase celestial del reino de Dios, y, sí, pasar a la mismísima presencia de nuestro Señor y nuestro Dios”. Pero, prescindiendo del poco tiempo que quedara, lo que más les importaba era hacer la voluntad de Dios. Con eso presente, el viernes 8 de septiembre el hermano Rutherford presentó el importante discurso “El Reino”.

Antes de esto, en diferentes partes del local se habían colgado grandes rótulos con las letras ADV. Durante el discurso el significado de aquellas letras quedó claro cuando el orador dio esta exhortación: “Sean fieles y verdaderos testigos para el Señor. Sigan adelante en la lucha hasta que todo vestigio de Babilonia quede desolado. Proclamen el mensaje lejos y extensamente. El mundo tiene que saber que Jehová es Dios y que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Este es el día de importancia máxima. ¡Miren, el Rey rige! Ustedes son sus agentes de publicidad. Por lo tanto, anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”. En aquel momento se desenrolló ante el auditorio una enorme pancarta, de 11 metros de largo. En esta aparecía el lema “Anuncien [en inglés: ‘Advertise’, representado por las letras ‘ADV’] al Rey y el Reino”. Fue un momento electrizante. El auditorio aplaudió con entusiasmo. Levantando su violín por encima de su cabeza, un hermano de edad avanzada de apellido Pfannebecker, músico de la orquesta de la asamblea, clamó con fuerte acento alemán: “Ach, Ya! Und now ve do it, no?” (¡Ah, sí! Y ahora lo haremos, ¿verdad?). Y realmente lo hicieron.

Cuatro días después, estando la asamblea todavía en curso, el hermano Rutherford participó personalmente con otros concurrentes en proclamar el Reino de casa en casa en un radio de 72 kilómetros desde el lugar de asamblea. Pero el asunto no terminó allí. La obra de proclamar el Reino había recibido un poderoso impulso que la llevaría a todo el mundo. Aquel año, más de diecisiete mil trabajadores celosos, en 58 países, participaron en testificar. Décadas más tarde, George Gangas, quien estuvo en esa asamblea y posteriormente llegó a ser miembro del Cuerpo Gobernante, dijo respecto al programa: “Fue algo que se escribió indeleblemente en mi mente y corazón, que nunca [olvidaré] mientras viva”.

Ocasiones significativas en el desarrollo espiritual

Todas las asambleas han provisto estímulo e instrucción basada en la Palabra de Dios. Pero algunas han quedado en la memoria por décadas como hitos espirituales, ocasiones muy significativas en sentido espiritual.

Siete de estas se celebraron, una tras otra, en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña, de 1922 a 1928. Algo que contribuyó a la importancia de aquellas asambleas fueron las impactantes resoluciones que se adoptaron, cuyo contenido se resume en un recuadro en la página siguiente. Aunque los Testigos eran relativamente pocos, distribuyeron hasta 45 millones de ejemplares de una resolución y 50 millones de otras varias, en muchos idiomas y por todo el mundo. Algunas resoluciones se transmitieron al extranjero por cadenas de emisoras. Así se dio un testimonio excepcional.

En 1931 se celebró en Columbus (Ohio) otra asamblea histórica. El domingo 26 de julio, después de escuchar razones bíblicas al respecto, los Estudiantes de la Biblia adoptaron un nuevo nombre: testigos de Jehová. ¡Qué apropiado! Este es un nombre que dirige la atención principalmente al Creador mismo y que muestra con claridad la responsabilidad que tienen los que lo adoran. (Isa. 43:10-12.) La adopción de ese nombre infundió en los hermanos celo como nunca antes para proclamar el nombre y el Reino de Dios. Como lo expresó un hermano danés en una carta aquel mismo año: “Qué nombre tan extraordinario: testigos de Jehová. Sí, ¡que todos seamos eso!”.

En 1935 se celebró otra asamblea memorable, en Washington (D.C.). El segundo día de aquella asamblea, el viernes 31 de mayo, el hermano Rutherford habló sobre la gran muchedumbre mencionada en Revelación 7:9-17. Por más de medio siglo los Estudiantes de la Biblia habían tratado en vano de identificar correctamente aquel grupo. Entonces, al tiempo que Jehová tenía fijado, a la luz de lo que iba sucediendo, se señaló que estas son personas que tienen la perspectiva de vivir para siempre aquí mismo en la Tierra. La comprensión de este asunto dio nuevo significado a la obra de evangelizar y aclaró la razón bíblica para un cambio importante que empezaba a verse en la organización moderna de los testigos de Jehová.

Muchos de los que estuvieron en la asamblea de San Luis (Misuri), en 1941, la recuerdan por el discurso de apertura titulado “Integridad”, en el que el hermano Rutherford destacó la gran cuestión que afronta toda la creación inteligente. Desde que se presentó el discurso “El Gobernante para la gente”, en 1928, las cuestiones planteadas por la rebelión de Satanás habían recibido atención en varias ocasiones. Pero ahora se señaló que “la cuestión primaria que hizo surgir el reto desafiador de Satanás fue y es la de la DOMINACIÓN UNIVERSAL”. El reconocimiento de esa cuestión y de la importancia de guardar integridad a Jehová como Soberano Universal ha sido una importante fuerza motivadora para los siervos de Jehová.

En medio de la II Guerra Mundial, en 1942, cuando algunos se preguntaban si acaso le habría llegado el fin a la obra de predicar, N. H. Knorr, el nuevo presidente de la Sociedad Watch Tower, presentó el discurso público de la asamblea: “Paz... ¿será duradera?”. La explicación que en él se dio de la simbólica “bestia salvaje de color escarlata” del capítulo 17 de Revelación hizo que los testigos de Jehová previeran que, después de la II Guerra Mundial, habría un tiempo en el que tendrían la oportunidad de dirigir todavía a más personas al Reino de Dios. Así se dio ímpetu a una campaña mundial que con el transcurso de los años ha llegado a más de doscientos treinta y cinco países y no ha concluido aún.

Se alcanzó otro hito en la asamblea celebrada en el Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York el 2 de agosto de 1950. Los que asistieron a esa asamblea fueron los primeros en recibir, con sorpresa y mucho entusiasmo, la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas, en inglés. El resto de la Traducción del Nuevo Mundo se presentó en secciones durante la siguiente década. Esta versión moderna de las Santas Escrituras restituyó el nombre personal de Dios donde le correspondía en su Palabra. La fidelidad de esta versión al traducir los idiomas originales de la Biblia ha sido una ayuda valiosísima para los testigos de Jehová en su propio estudio de las Escrituras, así como en su obra de evangelizar.

El penúltimo día de aquella asamblea, F. W. Franz, entonces vicepresidente de la Sociedad Watch Tower, habló al auditorio sobre el tema “Nuevos sistemas de cosas”. Por muchos años los testigos de Jehová habían creído que aun antes del Armagedón algunos siervos de Jehová de tiempos precristianos serían levantados de entre los muertos para ser príncipes en el nuevo mundo, en cumplimiento de Salmo 45:16. De modo que puede imaginarse el efecto que tuvo en aquel inmenso auditorio la siguiente pregunta del orador: “¿Se alegraría esta asamblea internacional al saber que aquí, esta noche, entre nosotros, hay varios príncipes en perspectiva de la nueva tierra?”. A esto siguió un aplauso atronador y gritos de alegría. Entonces el orador mostró que el uso bíblico del término que se traduce “príncipe”, junto con la fidelidad de muchas de las “otras ovejas” de tiempos modernos, permitía creer que algunos de los que actualmente viven pudieran ser escogidos por Jesucristo para servicio principesco. Sin embargo, también destacó que no se otorgarían títulos a quienes se confiara ese servicio. Al concluir hizo la siguiente exhortación: “¡Adelante, pues, firmemente, todos juntos, como la sociedad del nuevo mundo!”.

Se han presentado muchos otros discursos de gran importancia en las asambleas de los testigos de Jehová. Por ejemplo, en 1953 el discurso “La sociedad del nuevo mundo atacada desde el norte lejano” fue una cautivadora explicación del significado del ataque de Gog de Magog descrito en los capítulos 38 y 39 de Ezequiel. Aquel mismo año, el discurso “Llenando la casa de gloria” emocionó a los que lo escucharon, pues vieron ante sus propios ojos prueba tangible del cumplimiento de la promesa de Jehová, en Ageo 2:7, de sacar de todas las naciones las cosas preciosas, las cosas deseables, e introducirlas en Su casa.

Sin embargo, la asamblea más sobresaliente de tiempos modernos se celebró en Nueva York, en 1958, cuando un auditorio de más de un cuarto de millón de personas abarrotó los estadios más grandes disponibles en aquella ciudad para escuchar el discurso “El Reino de Dios domina... ¿se acerca el fin del mundo?”. Hubo representantes de 123 países, y los informes que presentaron a los asambleístas ayudaron a fortalecer los vínculos de la hermandad internacional. Durante aquella extraordinaria asamblea se presentaron, en 54 idiomas, publicaciones que contribuirían al adelanto espiritual de los concurrentes, y que estos podrían emplear al instruir a otras personas.

En 1962 una serie de discursos sobre el tema “Sujeción a las autoridades superiores” corrigió el entendimiento de los Testigos sobre el significado de Romanos 13:1-7. En 1964 los discursos “Pasando de la muerte a la vida” y “Saliendo de las tumbas a una resurrección” profundizaron su comprensión de la gran misericordia que Jehová manifiesta al proveer la resurrección. Y se pudieran dar muchos otros ejemplos de puntos valiosos como esos que aprendieron en las asambleas.

Todos los años asisten nuevos a las asambleas, decenas de miles, sí, centenares de miles. Aunque para la organización en conjunto la información que se presenta tal vez no sea nueva, a menudo los que asisten por primera vez adquieren un entendimiento de la voluntad divina que realmente los emociona. Quizás comprendan cómo ampliar su servicio y se sientan motivados a emprender un derrotero que cambie el curso de su vida.

En muchas asambleas se ha llamado atención al significado de ciertos libros de la Biblia. Por ejemplo, en 1958 y de nuevo en 1977 se presentaron libros encuadernados que analizaron las profecías que escribió el profeta Daniel sobre el propósito de Dios de tener un solo gobierno mundial con Cristo como Rey. En 1971 recibió atención el libro de Ezequiel, con su énfasis en la declaración divina: “Las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová”. (Eze. 36:23.) En 1972 se examinaron en detalle las profecías de Zacarías y Ageo. En 1963, 1969 y 1988 se presentaron estudios extensos de las emocionantes profecías de Revelación, que predicen gráficamente la caída de Babilonia la Grande y la venida de los gloriosos nuevos cielos y una nueva tierra.

Las asambleas han destacado diferentes temas: Aumento de la Teocracia, Adoración Limpia, Adoradores Unidos, Ministros Valerosos, Fruto del Espíritu, Haciendo Discípulos, Buenas Nuevas para Todas las Naciones, Nombre Divino, Soberanía Divina, Servicio Sagrado, Fe Victoriosa, Lealtad al Reino, Mantenedores de Integridad, Confianza en Jehová, Devoción Piadosa, Portadores de Luz y muchas más. Todas han contribuido al desarrollo espiritual de la organización y de los que se asocian con ella.

Estímulo a la evangelización

Tanto las asambleas grandes como las pequeñas han sido fuente de mucho estímulo en lo referente a la predicación de las buenas nuevas. Los discursos y las demostraciones han provisto instrucción práctica. El programa de las asambleas incluye siempre experiencias del ministerio del campo así como otras que relatan personas a quienes se ha ayudado en tiempos recientes a aprender las verdades bíblicas. Además, por muchos años se reservó tiempo para participar en el servicio del campo durante las asambleas, lo cual fue muy beneficioso. Daba un excelente testimonio en la ciudad de la asamblea y era una fuente de estímulo para los Testigos mismos.

El servicio en el campo fue parte de la actividad programada para la asamblea de Winnipeg (Manitoba, Canadá), en enero de 1922. También fue parte de la asamblea general de Cedar Point (Ohio), más tarde aquel mismo año. Desde entonces fue común apartar un día, o parte de uno o varios días, para que los asambleístas predicaran en la ciudad de la asamblea y en sus alrededores. En grandes zonas metropolitanas, esta actividad permitió que personas a quienes difícilmente hubieran llegado los Testigos escucharan las buenas nuevas sobre el propósito de Dios de conceder vida eterna a los que aman la justicia.

El primero de aquellos días de servicio que hubo en una asamblea en Dinamarca fue en 1925, cuando de cuatrocientos a quinientos hermanos se reunieron en Nørrevold. Muchos de los 275 que participaron en predicar durante aquella asamblea lo hicieron por primera vez. Algunos manifestaron cierta timidez. Pero una vez que vivieron la experiencia se hicieron evangelizadores entusiastas en sus propios territorios también. Después, y hasta el fin de la II Guerra Mundial, se celebraron en Dinamarca muchas asambleas de servicio de un día, a las que se invitaba a los hermanos de pueblos vecinos. Se notó aumento en el celo por la obra a medida que participaban unidamente en el ministerio y luego se reunían para escuchar discursos. En Gran Bretaña y Estados Unidos se celebraron asambleas de servicio similares, pero de dos días.

En las asambleas grandes la actividad de los asistentes en el campo a veces alcanzaba proporciones notables. A partir de 1936 el discurso público se anunció mediante desfiles ordenados de Testigos que llevaban cartelones o pancartas y distribuían entre el público invitaciones. (Al principio se llamaba a las pancartas “cartelones de emparedado”, porque se llevaban colgadas una al frente y otra en la espalda.) A veces mil Testigos o más participaban en aquellos desfiles en algunas asambleas. Otros hacían visitas de casa en casa invitando a la gente a la asamblea para escuchar el programa. Era muy animador para los Testigos trabajar con otros y ver que centenares, incluso miles, de Testigos participaban en el ministerio con ellos. A la vez, el público de una zona extensa se enteraba de que los testigos de Jehová estaban en el pueblo; la gente tenía la oportunidad de escuchar por sí misma lo que los Testigos enseñaban y observar directamente su conducta.

A menudo los discursos de las asambleas llegaban a muchas más personas de las que estaban allí presentes. El discurso “Libertad para las gentes” que pronunció el hermano Rutherford en la asamblea de Toronto (Canadá), en 1927, se transmitió por una red de 53 radioemisoras, la mayor cadena hasta entonces, a un inmenso auditorio internacional de radioyentes. El año siguiente, desde Detroit (Michigan, E.U.A.), el discurso “El Gobernante para la gente” se transmitió por el doble de aquella cantidad de emisoras, y por estaciones de onda corta a Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

En 1931 las grandes cadenas de radioemisoras rehusaron cooperar con los planes que se habían hecho para transmitir un discurso que pronunciaría el hermano Rutherford en una asamblea; entonces la Sociedad Watch Tower, trabajando con la American Telephone and Telegraph Company (una compañía telefónica y telegráfica), creó su propia red de 163 estaciones, entre ellas la mayor cadena conectada por cable hasta entonces, a fin de transmitir el mensaje “El Reino, la esperanza del mundo”. Por otra parte, más de trescientas estaciones en muchos lugares del mundo retransmitieron el programa grabado en discos.

Durante la asamblea de Washington (D.C.), en 1935, el hermano Rutherford habló sobre el tema “Gobierno”, y señaló vigorosamente que dentro de poco el Reino de Jehová en manos de Cristo reemplazará a todo gobierno humano. Hubo más de veinte mil personas en el Auditorio de Washington. El discurso también se transmitió al mundo por radio y línea telefónica, y se escuchó en América Central y del Sur, Europa, Sudáfrica, las islas del Pacífico y países de Oriente. Es posible que millones de personas hayan escuchado el discurso de esa manera. Dos de los principales periódicos de Washington violaron su contrato de publicar el discurso. Sin embargo, los hermanos colocaron automóviles con altavoces en tres puntos de la ciudad y en otros 40 lugares en los alrededores de Washington, y desde ellos se retransmitió a grupos que formaron un auditorio estimado en 120.000 personas.

Después, en 1938, desde la sala llamada Royal Albert Hall, en Londres (Inglaterra), se transmitió el discurso directo “Enfréntense a los hechos” a unas cincuenta asambleas en diversas ciudades alrededor del mundo, a un auditorio combinado de unos doscientos mil asistentes. Además, muchas otras personas oyeron el discurso por radio.

Así, aunque los testigos de Jehová eran relativamente pocos, sus asambleas grandes desempeñaron un papel importante en la proclamación pública del mensaje del Reino.

Asambleas de la posguerra en Europa

Para los que asistieron a ellas, ciertas asambleas grandes sobresalen entre las demás. Eso se puede decir de las que se celebraron en Europa inmediatamente después de la II Guerra Mundial.

Una de ellas se celebró en Amsterdam (los Países Bajos), el 5 de agosto de 1945, menos de cuatro meses después que los Testigos salieran de los campos de concentración alemanes. Se esperaban unos dos mil quinientos concurrentes; y unos dos mil de ellos necesitarían alojamiento. Para suplir lugares donde dormir, los Testigos de la ciudad cubrieron con paja el suelo de sus hogares. Los asambleístas llegaron de todas partes, por todo medio de transporte posible: embarcaciones, camiones y bicicletas; algunos pidieron transporte en el camino a personas dispuestas a llevarlos.

En aquella asamblea rieron y lloraron, cantaron y dieron gracias a Jehová por su bondad. Como dijo uno de los presentes: “Tenían el gozo inefable de una organización teocrática recién liberada”. Antes de la guerra había menos de 500 Testigos en los Países Bajos. De estos, 426 fueron arrestados y aprisionados, y 117 murieron como resultado directo de la persecución. Algunos tuvieron el gran gozo de hallar en la asamblea a seres queridos a quienes creían muertos. Otros derramaron lágrimas después de buscar a algunos en vano. Aquella noche, 4.000 personas prestaron mucha atención al discurso público que explicó por qué se había perseguido tan intensamente a los testigos de Jehová. A pesar de lo que habían sufrido, se estaban organizando para seguir con la obra que Dios les había dado.

Al año siguiente, 1946, los hermanos alemanes tuvieron una gran asamblea en Núremberg. Se les permitió utilizar el Zeppelinwiese, el lugar donde Hitler acostumbraba tener sus paradas militares. El segundo día de la asamblea, Erich Frost, quien había sufrido en carne propia el trato brutal de la Gestapo y pasado años en un campo de concentración nazi, presentó el discurso público “Los cristianos en el crisol”. En aquella ocasión, a los 6.000 Testigos presentes se unieron unos 3.000 residentes de Núremberg.

El último día de aquella asamblea coincidió con el día en que se anunciarían las sentencias en los juicios por crímenes de guerra celebrados en Núremberg. Las autoridades militares anunciaron que habría un toque de queda aquel día, pero después de extensas negociaciones concordaron en que, en vista de la postura adoptada por los testigos de Jehová frente a la oposición nazi, no sería apropiado que se les impidiera concluir su asamblea en paz. De modo que aquel último día los hermanos se reunieron para escuchar el electrizante discurso “Denodados a pesar de la conspiración mundial”.

Vieron la mano de Jehová en lo que sucedía. Mientras se dictaba sentencia contra los representantes del régimen que había tratado de exterminarlos, los testigos de Jehová estaban reunidos para adorar a Jehová en el mismo lugar donde Hitler había hecho sus despliegues más espectaculares de poder nazi. El presidente de la asamblea dijo: “Poder experimentar este día, que es solo una vista anticipada del triunfo del pueblo de Dios sobre sus enemigos en la batalla de Armagedón, valió nueve años en el campo de concentración”.

Otras asambleas memorables

A medida que la obra de los testigos de Jehová se ha extendido, se han celebrado grandes asambleas por todo el mundo. Los que han asistido han notado rasgos sobresalientes en todas ellas.

En Kitwe (Rhodesia del Norte [ahora Zambia]), en el centro de la minería de cobre, en 1952 se programó una asamblea que coincidiría con la visita del presidente de la Sociedad Watch Tower. Se celebraría en las afueras de un campo minero, un sitio conocido como Chamboli. Se aplanó la parte superior de un hormiguero abandonado y se construyó una casita con techo de paja para que sirviera de plataforma para los oradores. Se construyeron cobertizos de doble nivel con techo de paja que servirían de dormitorios; se extendían por unos 180 metros desde la zona central de asientos como los rayos de una rueda. Los hombres y los niños durmieron en algunos de aquellos cobertizos; las mujeres y las niñas, en otros. Entre los presentes hubo quienes hicieron un viaje de dos semanas en bicicleta a la asamblea. Otros habían caminado por días, y terminaron su viaje en un autobús destartalado.

Durante las sesiones todos estuvieron muy atentos, a pesar de que tuvieron que sentarse al aire libre en bancos duros de bambú. Habían venido a escuchar, y no querían perderse nada del programa. El canto de aquel auditorio de 20.000 personas era tan hermoso que traía lágrimas a los ojos. No tenían acompañamiento de instrumentos musicales, pero la armonía de voces era exquisita. Aquellos Testigos manifestaban unidad no solo en su canto, sino en todo sentido, a pesar de tener diversos antecedentes y ser de diferentes tribus.

¿Y puede usted imaginarse lo que sintieron los testigos de Jehová de Portugal cuando, después de tratar durante casi cincuenta años de conseguir la libertad de adoración, recibieron reconocimiento legal el 18 de diciembre de 1974? En aquel tiempo solo eran unos 14.000 publicadores. En cuestión de días, 7.586 de ellos llenaron un pabellón deportivo de Oporto. Al día siguiente otros 39.284 llenaron a rebosar un estadio de fútbol de Lisboa. Los hermanos Knorr y Franz estuvieron con ellos en aquella feliz ocasión, inolvidable para muchos.

Se organizan asambleas internacionales

Por más de medio siglo, en muchos países los testigos de Jehová han celebrado simultáneamente grandes asambleas en diferentes ciudades. Escuchar discursos importantes transmitidos desde una ciudad clave ha contribuido a que se vean como una hermandad internacional.

Sin embargo, no fue sino hasta 1946 que se reunió en una sola ciudad a personas de muchos lugares del mundo en una asamblea internacional de gran tamaño. Esta asamblea tuvo lugar en Cleveland (Ohio). Aunque después de la guerra aún era difícil viajar, la concurrencia fue de unas 80.000 personas, entre ellas 302 asambleístas de 32 países aparte de Estados Unidos. Hubo sesiones en veinte idiomas. Se proveyó mucha instrucción práctica con el fin de extender la obra de evangelizar. Uno de los puntos sobresalientes de la asamblea fue el discurso del hermano Knorr sobre los problemas de la reconstrucción y la expansión. El auditorio aplaudió con entusiasmo al enterarse de los planes de ampliación de las instalaciones de impresión y las oficinas centrales de la Sociedad, así como de usar más radioemisoras, establecer sucursales en los principales países del mundo y dar expansión a la obra misional. Inmediatamente después de aquella asamblea se atendieron los detalles necesarios para que los hermanos Knorr y Henschel efectuaran una gira mundial y pusieran por obra lo que se había expresado.

En los años siguientes se celebraron en el Estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York grandes asambleas históricas. En la primera, celebrada del 30 de julio al 6 de agosto de 1950, hubo representantes de 67 países. Como parte del programa, siervos de sucursal, misioneros y otros asistentes dieron informes breves. El auditorio tuvo así emocionantes vislumbres de la intensa campaña de evangelización que se efectuaba entonces en todos sus países de origen. El último día una concurrencia de 123.707 personas escuchó el discurso “¿Puede usted vivir para siempre en felicidad sobre la Tierra?”. El tema de la asamblea fue “Aumento de la Teocracia”. Se enfocó la atención en el gran aumento de la cantidad de Testigos. No obstante, como recalcó el presidente de la sesión, Grant Suiter, esto no se hacía para alabar a mentes brillantes dentro de la organización visible. Más bien, declaró: “La nueva fuerza procedente del mayor número de personas está dedicada a la honra de Jehová. Así es como debe ser, y nosotros no queremos que sea de otra manera”.

En 1953 se celebró otra asamblea en el Estadio Yanqui de Nueva York. Aquella vez hubo una concurrencia máxima de 165.829 personas. Como en el caso de la primera asamblea celebrada allí, en el programa se analizaron muchas emocionantes profecías bíblicas, se dio consejo práctico sobre cómo efectuar la predicación de las buenas nuevas y se presentaron informes de muchos países. Aunque las sesiones comenzaban alrededor de las nueve y media de la mañana, por lo general terminaban a las nueve o nueve y media de la noche. Los concurrentes disfrutaron de ocho días completos de gozoso banquete espiritual.

Para la mayor asamblea, celebrada en Nueva York en 1958, fue necesario utilizar no solo el Estadio Yanqui, sino también el cercano Polo Grounds, así como secciones del exterior, fuera de los estadios, para acomodar a las muchedumbres. El último día, cuando todos los asientos disponibles estaban ocupados, se concedió permiso especial para utilizar hasta el terreno de juego del Estadio Yanqui; y fue emocionante ver a miles de concurrentes desfilar hacia el terreno, quitarse los zapatos y sentarse en el césped. Hubo 253.922 presentes para escuchar el discurso público. Se vio otra prueba de la bendición de Jehová sobre el ministerio de sus siervos cuando en aquella asamblea 7.136 personas simbolizaron su dedicación por inmersión en agua, más del doble de los que se bautizaron en la histórica ocasión del Pentecostés de 33 E.C., como informa la Biblia. (Hech. 2:41.)

Todo el funcionamiento de aquellas asambleas demostró que había algo más que simple organización eficaz. Fue una manifestación de la acción del espíritu de Dios sobre su pueblo. Por todas partes se hizo patente el amor fraternal basado en el amor a Dios. No había organizadores bien pagados. Todos los departamentos funcionaron con voluntarios que no recibieron salario. Hermanos y hermanas cristianos, y a veces hasta familias enteras, atendieron los puestos para el despacho de refrigerios. También se prepararon comidas calientes, y en inmensas tiendas instaladas en las afueras del estadio las sirvieron a unos mil asambleístas por minuto. Decenas de miles de voluntarios —todos felices de poder colaborar— sirvieron de acomodadores y se encargaron de todo lo relacionado con las instalaciones, la preparación y distribución de los alimentos, la limpieza, y mucho más.

Muchos voluntarios dedicaron cientos de miles de horas a buscar alojamiento para los asistentes. Hubo años en que, para satisfacer las necesidades de algunos asambleístas, se organizaron campamentos de tiendas de campaña y de casas remolque. En 1953 los Testigos recogieron gratuitamente la cosecha de 16 hectáreas de grano de un granjero de Nueva Jersey que les alquiló su terreno para que levantaran allí un campamento de casas remolque. Para la conveniencia de más de cuarenta y cinco mil personas se instalaron servicios sanitarios, iluminación, duchas, una lavandería, un restaurante de autoservicio y tiendas de comestibles. De la noche a la mañana surgió allí un pueblo. Muchos miles más fueron alojados en hoteles y en hogares privados en Nueva York y sus alrededores. Fue una empresa inmensa, pero con la bendición de Jehová, fue un éxito.

Asambleas itinerantes

Los miembros de esta hermandad internacional se interesan mucho en sus compañeros Testigos de otros países. Debido a esto, han aprovechado las oportunidades de asistir a asambleas celebradas fuera de sus países natales.

Cuando la primera de la serie de asambleas Adoración Limpia se celebró en el Estadio Wembley de Londres (Inglaterra), en 1951, Testigos de 40 diferentes países estuvieron presentes. El programa recalcó el aspecto práctico de la adoración verdadera e instó a hacer del ministerio la carrera de uno en la vida. De Inglaterra muchos Testigos viajaron al continente, donde en los siguientes dos meses se celebrarían otras nueve asambleas. La mayor de estas tuvo lugar en Francfort del Main (Alemania), donde la concurrencia fue de 47.432 personas de 24 países. El cariño de los hermanos se demostró en la conclusión del programa, cuando la orquesta empezó a tocar y los hermanos alemanes cantaron espontáneamente una canción de despedida en la que encomendaban a Dios a los Testigos que habían venido del extranjero. Agitando pañuelos, cientos de ellos cruzaron el campo para expresar personalmente su agradecimiento por esta magnífica fiesta teocrática.

En 1955 más Testigos planearon visitar a sus hermanos cristianos de otros países durante el tiempo de las asambleas. Hermanos de Estados Unidos y Canadá fueron a Europa en dos barcos (cada uno con capacidad para 700 pasajeros) y 42 aviones fletados. La edición europea del periódico The Stars and Stripes, publicada en Alemania, describió la afluencia de Testigos como “probablemente el mayor movimiento en masa de norteamericanos hacia Europa desde la invasión aliada durante la II Guerra Mundial”. También hubo representantes de América Central y del Sur, Asia, África y Australia. A pesar del esfuerzo del clero de la cristiandad por impedir que los Testigos celebraran sus asambleas en Roma y Núremberg, aquellas dos asambleas y seis más tuvieron lugar en Europa durante el verano. La concurrencia varió de 4.351 en Roma a 107.423 en Núremberg. Otro grupo de 17.729 personas se reunió en el Waldbühne, en lo que entonces se llamaba Berlín occidental, adonde podían asistir con menos riesgos los hermanos de la anterior zona oriental. Muchos de ellos habían estado en prisión por su fe o tenían familiares que se hallaban detenidos, pero todavía seguían firmes. El tema de la asamblea resultó ser muy apropiado: “Reino Triunfante”.

Aunque ya se habían celebrado muchas asambleas internacionales, la de 1963 fue la primera en su clase. Fue una asamblea que dio la vuelta al mundo. Comenzó en Estados Unidos en Milwaukee (Wisconsin), de donde pasó a Nueva York; luego a cuatro ciudades principales de Europa y, de allí, al Oriente Medio, la India, Birmania (ahora Myanmar), Tailandia, Hong Kong, Singapur, las Filipinas, Indonesia, Australia, Taiwan, Japón, Nueva Zelanda, Fiji, la República de Corea y Hawai, y luego regresó a Norteamérica. Hubo, en total, asistentes de 161 países. La concurrencia total fue de más de 580.000 personas. Hubo 583 representantes de unos veinte países que viajaron con la asamblea, asistiendo en un país tras otro y dándole así la vuelta al mundo. Se organizaron giras especiales que permitieron que los asambleístas vieran lugares de interés religioso; además, participaron en el ministerio de casa en casa con los hermanos y hermanas del país que visitaban. Estos viajeros pagaron sus propios gastos.

En la mayoría de las asambleas internacionales hubo representantes de América Latina. Pero en 1966-1967 les tocó a ellos ser los anfitriones en las asambleas. Los que asistieron nunca olvidarán el drama basado en el relato bíblico sobre Jeremías, que ayudó a todos a apreciar su significado para nuestros días. * Los lazos de amor cristiano se fortalecieron a medida que los visitantes presenciaron las circunstancias en que se efectúa una inmensa campaña de educación bíblica en la América Latina. Les conmovió en gran manera la fe tan firme de sus compañeros de creencia, muchos de los cuales habían tenido que vencer obstáculos aparentemente insuperables —oposición familiar, inundaciones, pérdida de posesiones— para estar presentes allí. Se sintieron muy animados al escuchar experiencias como la de una precursora especial enfermiza de Uruguay que fue entrevistada, a quien acompañaban en la plataforma muchas de las 80 personas a las que había ayudado a progresar hasta el bautismo cristiano. (Para 1992 había ayudado a 105 personas hasta verlas bautizadas. Seguía delicada de salud y aún era precursora especial.) Fue muy animador también conocer a misioneros de las primeras clases de Galaad que todavía seguían en sus asignaciones. Aquellas asambleas fueron fuente de estímulo para la obra en aquella parte del mundo. En muchos de esos países ahora hay diez, quince y hasta veinte veces la cantidad de adoradores de Jehová que había entonces.

Unos años después, en 1970-1971, se les hizo posible a los Testigos de otros países asociarse con sus hermanos en asambleas internacionales en África. La mayor tuvo lugar en Lagos (Nigeria), donde hubo que construir todo tipo de instalación necesaria. Para proteger del fuerte sol a los concurrentes se erigió una ciudad de bambú, con una sección para sentarse, dormitorios, un lugar donde servir comidas y otros departamentos. Para esto se necesitaron 100.000 bambúes y 36.000 esteras grandes, todo preparado por los hermanos y las hermanas. El programa se presentó simultáneamente en diecisiete idiomas. La asistencia ascendió a 121.128 personas, y 3.775 nuevos Testigos se bautizaron. En la asamblea hubo miembros de diferentes tribus, muchos de ellos solían guerrear entre sí. Pero ahora era un gozo verlos unidos por los vínculos de la verdadera hermandad cristiana.

Después de la asamblea, algunos visitantes extranjeros viajaron en autobús a Igbolandia para ver la zona más afectada por la reciente guerra civil. En pueblo tras pueblo había gran conmoción a medida que los Testigos de esas zonas recibían a los visitantes con saludos y abrazos. La gente salía a las calles para mirar. Nunca había visto tal demostración de amor y unidad entre negros y blancos.

En ciertos países los testigos de Jehová son tantos que se les hace imposible reunirse en un solo lugar. Sin embargo, a veces se han celebrado simultáneamente varias asambleas grandes, seguidas de otras semana tras semana. En 1969 la unidad que había en las asambleas organizadas de aquella manera se vio realzada cuando algunos de los oradores principales viajaron en avión de una asamblea a otra, participando así en todas ellas. En 1983 y 1988 se vio una unidad similar cuando varias asambleas grandes en las que se hablaba el mismo idioma, aunque se celebraron en diferentes países, fueron conectadas por línea telefónica, para la transmisión de discursos clave que dieron miembros del Cuerpo Gobernante. No obstante, la base de la verdadera unidad entre los testigos de Jehová está en que todos ellos adoran a Jehová como el único Dios verdadero, todos se apegan a la Biblia como su guía, todos se benefician del mismo programa de alimentación espiritual, todos siguen la dirección de su Caudillo, Jesucristo, todos se esfuerzan por manifestar en su vida los frutos del espíritu de Dios, todos confían en el Reino de Dios y todos llevan a otros las buenas nuevas de ese Reino.

Organizados para alabar internacionalmente a Jehová

Hoy hay tantos testigos de Jehová, que sobrepasan la población de muchas naciones. Para que sus asambleas logren el mayor bien, se tienen que preparar con sumo cuidado. Sin embargo, por lo general lo que se necesita para garantizar suficiente alojamiento para todos es sencillamente seguir las recomendaciones que se publican sobre las asambleas a las que deben asistir los Testigos de diversas zonas. Cuando se planean asambleas internacionales, a menudo el Cuerpo Gobernante tiene que tomar en cuenta tanto la cantidad de Testigos de otros países que desean asistir y pueden hacerlo, como el tamaño de los lugares disponibles para la asamblea, cuántos Testigos de la zona asistirán y el alojamiento que puede conseguirse para los visitantes; entonces se determina la cantidad máxima de representantes que puede enviar cada país. Se dio atención a estos factores al planear las tres asambleas “Devoción Piadosa” de Polonia en 1989.

Para aquellas asambleas se esperaban unos noventa mil testigos de Jehová polacos, además de miles de personas recién interesadas en la verdad. También se invitó a muchos de Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos. Se dio la bienvenida a grandes grupos de Italia, Francia y Japón. Otros vinieron de Escandinavia y Grecia. Hubo por lo menos 37 países representados. Fue necesario traducir del polaco o del inglés a otros dieciséis idiomas ciertas partes del programa. La concurrencia total fue de 166.518 personas.

Estuvieron en aquellas asambleas grupos grandes de Testigos provenientes de lo que entonces era la Unión Soviética y de Checoslovaquia; también asistieron cantidades considerables de representantes de otros países de Europa oriental. No hubo suficientes habitaciones en los hoteles y los dormitorios escolares para alojar a todos. Los Testigos polacos mostraron hospitalidad abriendo su corazón y sus hogares, compartiendo con gusto lo que tenían. Una congregación de 146 publicadores dio alojamiento a más de 1.200 asambleístas. Para algunos concurrentes, era la primera vez que asistían a una reunión de más de quince o veinte siervos de Jehová. Sus corazones rebosaron de aprecio al ver a decenas de miles de hermanos en el estadio, orar juntos y cantar con ellos alabanzas a Jehová. Entre las sesiones los hermanos se asociaban unos con otros y se abrazaban con gran afecto, aunque la barrera del idioma a veces les impedía expresar en palabras el sentimiento de su corazón.

Al finalizar la asamblea estaban profundamente agradecidos a Jehová, quien había hecho posible todo aquello. En Varsovia, después de los comentarios de despedida por el presidente de la sesión, el auditorio estalló en aplausos que duraron diez minutos. Después del cántico y la oración final el aplauso se reanudó, y los concurrentes permanecieron un buen rato en el estadio. Habían esperado aquella ocasión durante muchos años, y no querían que terminara.

Al año siguiente, 1990, menos de cinco meses después de eliminarse una proscripción de cuarenta años impuesta a los testigos de Jehová en lo que entonces era Alemania Oriental, hubo otra extraordinaria asamblea, esta vez en Berlín. Entre los 44.532 que asistieron hubo representantes de 65 diferentes países. De algunos países vinieron solo unos pocos; de Polonia, unos 4.500. Las palabras no bastaban para expresar lo que sentían los que nunca antes habían tenido la libertad de asistir a una asamblea como aquella, y cuando todos los presentes cantaron unidos alabanzas a Jehová, no pudieron contener las lágrimas de gozo.

Más tarde aquel mismo año, cuando se celebró una asamblea similar en São Paulo (Brasil), se necesitaron dos grandes estadios para acomodar a un auditorio internacional de 134.406 personas. Después hubo una asamblea en Argentina, donde de nuevo se usaron dos estadios simultáneamente para ese mismo propósito. Al comenzar 1991, otras emocionantes asambleas internacionales empezaban en las Filipinas, Taiwan y Tailandia. Aquel año multitudes de personas de muchas naciones asistieron también a asambleas celebradas en Europa oriental: Hungría, Checoslovaquia y lo que ahora es Croacia. Y en 1992 representantes de veintiocho países consideraron un privilegio especial estar entre las 46.214 personas que asistieron en San Petersburgo a la primera asamblea verdaderamente internacional de los testigos de Jehová en Rusia.

Oportunidades para recibir con regularidad estímulo espiritual

No todas las asambleas que celebran los testigos de Jehová son internacionales. Sin embargo, el Cuerpo Gobernante organiza asambleas de distrito una vez al año, y por todo el mundo se disfruta del mismo programa en muchos idiomas. Algunas de estas asambleas son considerablemente grandes, y brindan la oportunidad de disfrutar de compañerismo con Testigos de muchos lugares, o puede que sean relativamente pequeñas y se celebren en muchas ciudades, lo cual facilita que los nuevos estén presentes y da al público de cientos de ciudades pequeñas la oportunidad de ver de cerca la diversidad de personas que hay entre los testigos de Jehová.

Además, una vez al año cada circuito (compuesto de unas veinte congregaciones) se reúne para un programa de dos días en el que se da consejo espiritual y estímulo. * También, a partir de septiembre de 1987, para cada circuito se prepara una vez al año un animador día especial de asamblea. Donde es posible se envía a un miembro de la oficina central de la Sociedad o de la sucursal local para que participe en el programa. Los testigos de Jehová aprecian mucho estas ocasiones. En muchas zonas los lugares de las asambleas no están muy distantes y son de fácil acceso. Pero no siempre es así. Un superintendente viajante recuerda a un matrimonio de edad avanzada que caminó 76 kilómetros, cargados con maletas y mantas, para asistir a una asamblea de circuito en Zimbabue.

Ya no se sale al servicio del campo durante todas las asambleas, pero eso no se debe a que los Testigos consideren menos importante la predicación. En la mayoría de los casos la gente que vive en los alrededores del lugar de la asamblea recibe visitas regulares de los Testigos de la zona, en algunos casos hasta varias veces al mes. Los asambleístas aprovechan las oportunidades para testificar informalmente, y su conducta cristiana es otro modo de dar un testimonio excelente.

Prueba de verdadera hermandad

Los observadores perciben fácilmente la hermandad que se manifiesta entre los Testigos en sus asambleas. Pueden notar que no existe parcialidad entre ellos y que su afecto genuino es evidente aun entre los que quizás se conocen por primera vez. Para el tiempo de la Asamblea Internacional Voluntad Divina, celebrada en Nueva York en 1958, el periódico neoyorquino Amsterdam News (del 2 de agosto) informó: “Por todas partes, negros, blancos y orientales, de toda posición social en la vida y de todas partes del mundo, se mezclaron gozosa y libremente. [...] Los Testigos adoradores, procedentes de 120 países, han vivido y adorado juntos en paz, y han mostrado a los estadounidenses lo fácilmente que esto se puede hacer. [...] La asamblea es un ejemplo brillante de que la gente puede trabajar y vivir en unidad”.

En tiempos más recientes, cuando los testigos de Jehová celebraron asambleas simultáneas en Durban y Johannesburgo (Sudáfrica), en 1985, entre los concurrentes hubo miembros de los principales grupos étnicos y lingüísticos de Sudáfrica, así como representantes de otros veintitrés países. El afectuoso compañerismo entre los 77.830 asistentes se hizo patente. “Esto es precioso —dijo una joven de la India—. Ver a mestizos, indios, blancos y negros entremezclarse ha cambiado por completo el concepto que tenía de la vida.”

Este sentimiento de hermandad va más allá de simples sonrisas, apretones de manos y llamarse unos a otros “hermano” y “hermana”. Por ejemplo, cuando se preparaba la asamblea “Buenas Nuevas Eternas”, que se celebraría por todo el mundo en 1963, se notificó a los testigos de Jehová que los que desearan podrían dar ayuda financiera a otros para que asistieran a la asamblea, y que la Sociedad se complacería en ocuparse de que los fondos beneficiaran a hermanos de todas partes del mundo. No se hicieron colectas ni se sacó dinero para gastos administrativos. Todos los fondos se utilizaron para lo que se había indicado. Así se ayudó a 8.179 hermanos a asistir a la asamblea. Entre estos hubo personas de todo país de América Central y del Sur, así como miles de África y muchas más del Oriente Medio y el Lejano Oriente. Gran parte de los que recibieron aquella ayuda eran hermanos y hermanas que habían dedicado muchos años al ministerio de tiempo completo.

A finales de 1978 se programó una asamblea en Auckland (Nueva Zelanda). Testigos de las islas Cook se enteraron de ello y anhelaban poder asistir. Pero las condiciones económicas en las islas eran tan malas que el viaje le habría costado a cada uno una verdadera fortuna. No obstante, hermanos y hermanas amorosos de Nueva Zelanda contribuyeron fondos para el viaje de ida y vuelta de 60 de los isleños. A ellos les alegró muchísimo estar allí para disfrutar de aquel banquete espiritual con sus hermanos maoríes, samoanos, niueanos y caucásicos.

Fue típico del espíritu que existe entre los testigos de Jehová lo que sucedió al final de la Asamblea de Distrito “Justicia Divina” celebrada en Montreal (Canadá) en 1988. Por cuatro días asambleístas que hablaban árabe, español, francés, griego, inglés, italiano y portugués habían estado disfrutando del mismo programa en su propio idioma. Sin embargo, al fin de la última sesión, los 45.000 presentes, se juntaron en el Estadio Olímpico en un conmovedor despliegue de hermandad y unidad de propósito. Juntos cantaron, cada uno en su propio idioma: “Venid, cantad [...] ‘Ya reina Jah’ [...] oh creación, hay que gozar”.

[Notas a pie de página]

^ párr. 76 En los siguientes veinticinco años se presentaron otros 70 dramas en las asambleas.

^ párr. 89 De 1947 a 1987 se celebraron dos de estas asambleas anualmente. Hasta 1972 fueron asambleas de tres días; entonces se instituyó un programa de dos días.

[Comentario en la página 255]

“Me impresionó mucho el espíritu de amor y bondad fraternal”

[Comentario en la página 256]

Trenes de asambleístas, ¡todos a bordo!

[Comentario en la página 275]

No hubo organizadores bien pagados en la asamblea, sino voluntarios que no recibieron salario

[Comentario en la página 278]

Unidad entre blancos y negros

[Recuadro/Fotografía en la página 261]

Siete importantes resoluciones de asambleas

En 1922 la resolución titulada “Un desafío a los líderes del mundo” los retó a demostrar que los humanos saben gobernar la Tierra o de lo contrario reconocer que la paz, la vida, la libertad y la felicidad eterna solo pueden venir de Jehová mediante Jesucristo.

En 1923 se presentó “Una advertencia a todos los cristianos” sobre la necesidad urgente de huir de las organizaciones que engañosamente dicen representar a Dios y a Cristo.

En 1924 “Eclesiásticos denunciados” reveló el engaño de las doctrinas y las prácticas no bíblicas del clero de la cristiandad.

En 1925 “Mensaje de esperanza” mostró por qué los que aseguran ser la luz que guía al mundo no han podido satisfacer las mayores necesidades del hombre y por qué solo el Reino de Dios puede lograrlo.

En 1926 “Un testimonio a los gobernantes del mundo” les avisó que Jehová es el único Dios verdadero y que Jesucristo gobierna ahora como el legítimo Rey de la Tierra. Instó a los gobernantes a utilizar su influencia para volver el pensamiento de la gente hacia el Dios verdadero para evitarles la calamidad.

En 1927 la “Resolución a los pueblos de la cristiandad” desenmascaró la combinación económico-política-religiosa que oprime a la humanidad. Exhortó a la gente a abandonar la cristiandad y a poner su confianza en Jehová y su Reino en las manos de Cristo.

En 1928 la “Declaración en contra de Satanás y a favor de Jehová” mostró claramente que el Rey ungido de Jehová, Jesucristo, restringirá dentro de poco a Satanás y destruirá su maligna organización, e instó a todos los que aman la justicia a ponerse de parte de Jehová.

[Fotografías en las páginas 272 y 273]

Rasgos sobresalientes de algunas asambleas grandes

Centenares de asambleístas entusiastas llegaron en barco, miles en avión y decenas de miles en automóviles y autobuses

Se requirió buena organización y muchos trabajadores voluntarios para hallar y asignar suficiente alojamiento

Durante aquellas asambleas de ocho días se sirvieron regularmente a los asistentes decenas de miles de comidas calientes

En 1953 una ciudad de casas remolque y tiendas de campaña alojó a más de cuarenta y cinco mil asambleístas

En 1958, en Nueva York, 7.136 personas se bautizaron; más que en cualquier otra ocasión desde el Pentecostés de 33 E.C.

En Nueva York, en 1953, se colocaron letreros con saludos de muchos países y se celebraron sesiones en veintiún idiomas

[Fotografía en la página 256]

Concurrentes a la asamblea de la IBSA en Winnipeg (Manitoba, Canadá), en 1917

[Fotografía en la página 258]

J. F. Rutherford discursando en Cedar Point (Ohio), en 1919. Instó a todos a anunciar celosamente el Reino de Dios con la revista “The Golden Age”

[Fotografía en la página 259]

Asamblea de 1922 en Cedar Point. La exhortación fue: “Anuncien al Rey y el Reino”

[Fotografía en la página 260]

George Gangas estuvo en Cedar Point en 1922. Desde entonces, por unos setenta años ha proclamado celosamente el Reino de Dios

[Fotografía en las páginas 262 y 263]

Asistentes a la asamblea de 1931 en Columbus (Ohio), quienes aceptaron con entusiasmo el nombre de testigos de Jehová

[Fotografías en la página 264]

N. H. Knorr presenta la “Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas” en 1950

En la asamblea (Nueva York, 1958) se destacaron los discursos de F. W. Franz sobre el cumplimiento de la profecía bíblica

[Fotografías en la página 265]

Por muchos años el servicio del campo fue un rasgo importante de todas las asambleas. Los Ángeles (E.U.A.), 1939 (abajo); Estocolmo (Suecia), 1963 (recuadro)

[Fotografía en la página 266]

Cuando J. F. Rutherford habló desde Washington (D.C.), en 1935, el mensaje se transmitió por radio y líneas telefónicas a seis continentes

[Fotografías en la página 268]

En Núremberg (Alemania), en 1946, Erich Frost pronunció el vigoroso discurso “Los cristianos en el crisol”

[Fotografía en la página 269]

Asamblea al aire libre en Kitwe (Rhodesia del Norte) durante la visita de N. H. Knorr en 1952

[Fotografías en las páginas 270 y 271]

En 1958 un auditorio de 253.922 personas, que abarrotó dos inmensos estadios de Nueva York, escuchó el mensaje “El Reino de Dios domina... ¿se acerca el fin del mundo?”

Polo Grounds

Estadio Yanqui

[Fotografía en la página 274]

Grant Suiter, presidente de la asamblea del Estadio Yanqui en 1950

[Fotografía en la página 274]

John Groh (sentado) analiza con George Couch la organización de la asamblea en 1958

[Fotografías en la página 277]

En 1963 se celebró una asamblea que le dio la vuelta al mundo; representantes de veinte países viajaron de país en país con la asamblea

Kyoto (Japón)(abajo a la izquierda) fue una de las veintisiete ciudades de asamblea. Asambleístas se conocen en la República de Corea (centro). Un saludo maorí en Nueva Zelanda (abajo a la derecha)

[Fotografías en la página 279]

Ciudad de bambú construida para una asamblea que sirvió simultáneamente a diecisiete grupos lingüísticos (Lagos, Nigeria, 1970)

[Fotografías en la página 280]

En 1989 se celebraron tres grandes asambleas en Polonia, con representantes de 37 países

T. Jaracz (a la derecha) habló a los concurrentes en Poznań

Miles se bautizaron en Chorzów

El auditorio aplaudió por mucho tiempo en Varsovia

Asambleístas de lo que entonces era la U.R.S.S. (abajo)

Porciones del programa de Chorzów se tradujeron a quince idiomas