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¡Anuncien al Rey y el Reino! (1919 - 1941)

¡Anuncien al Rey y el Reino! (1919 - 1941)

Capítulo 7

¡Anuncien al Rey y el Reino! (1919 - 1941)

“¿Creen ustedes que el glorioso Rey ha comenzado a reinar? Entonces, ¡otra vez al campo, oh hijos del Dios altísimo! ¡Cíñanse la armadura! Sean sobrios, sean vigilantes, sean activos, sean valientes. Sean fieles y verdaderos testigos para el Señor. Sigan adelante en la lucha hasta que todo vestigio de Babilonia quede desolado. Proclamen el mensaje lejos y extensamente. El mundo tiene que saber que Jehová es Dios y que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Este es el día de importancia máxima. ¡Miren, el Rey rige! Ustedes son sus agentes de publicidad. Por lo tanto, anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino.”

ESTA emocionante llamada a la acción hecha por J. F. Rutherford en la asamblea internacional de Cedar Point (Ohio), en 1922, tuvo una gran influencia en los concurrentes. Los Estudiantes de la Biblia partieron de aquella asamblea con un deseo ardiente de anunciar el Reino. Sin embargo, solo unos pocos años antes las perspectivas que tenían de servir de agentes de publicidad del Reino no eran en realidad muy prometedoras. J. F. Rutherford y siete de sus colaboradores estaban en prisión, y no se sabía con claridad qué papel desempeñarían dentro de la organización. ¿Cómo se vencieron aquellas dificultades?

“Sé algo sobre la ley de los leales”

Mientras el hermano Rutherford y sus colaboradores se hallaban en prisión, se programó la celebración de una asamblea en Pittsburgh (Pensilvania) del 2 al 5 de enero de 1919. Pero esta no sería una asamblea cualquiera, pues en combinación con ella tendría lugar la reunión anual de la Sociedad Watch Tower, el sábado 4 de enero de 1919. El hermano Rutherford estaba muy al tanto de la importancia de aquella reunión. Aquel sábado por la tarde buscó al hermano Macmillan, y lo halló en la cancha de tenis de la prisión. Según Macmillan, esto fue lo que ocurrió:

“Rutherford dijo: ‘Mac, quiero hablarte’.

”‘¿De qué me quiere hablar?’

”‘De lo que está pasando en Pittsburgh.’

”‘Yo quisiera terminar este partido primero.’

”‘¿No te interesa lo que pasa? ¿No sabes que hoy se elige a los directores principales? Pudieran pasarte por alto y no elegirte, y nos quedaríamos aquí para siempre.’

”‘Hermano Rutherford —dije—, permítame decirle algo en lo que quizás no haya pensado. Por primera vez desde que se constituyó la Sociedad se verá de manera clara a quién quiere Jehová Dios como presidente.’

”‘¿Qué quieres decir con eso?’

”‘Que el hermano Russell tenía el voto decisivo y nombraba a los directores principales. Pero ahora que parece que no podemos hacer nada, la situación es diferente. Porque si pudiéramos salir de la cárcel a tiempo para asistir a esa asamblea y estar presentes en la reunión en la que se elegirá a los directores principales, entraríamos y se nos aceptaría para que tomáramos el lugar del hermano Russell y recibiríamos el mismo honor que él recibió. Eso entonces parecería ser obra de hombres y no de Dios.’

”Rutherford meditó un poco sobre el asunto y se marchó.”

Aquel día, en Pittsburgh tenía lugar una tensa reunión. Sara C. Kaelin, quien creció en la zona de Pittsburgh, recuerda que “por unos momentos hubo confusión, discordia y discusiones. Algunos querían posponer la reunión por seis meses; otros ponían en tela de juicio la legalidad de elegir como directores principales (presidente, vicepresidente y secretario) a personas que estuvieran en prisión; otros proponían elegir a todo un nuevo grupo de directores principales”.

Tras un prolongado debate, W. F. Hudgings, uno de los directores de la Peoples Pulpit Association, * leyó al auditorio una carta que había enviado el hermano Rutherford. En ella mandaba su amor y sus saludos a los presentes, y daba la siguiente advertencia: “Las principales armas de Satanás son el ORGULLO, la AMBICIÓN y el TEMOR”. Mostrando su deseo de someterse a la voluntad de Jehová, hasta propuso con toda humildad a hombres adecuados en caso de que los miembros con derecho a voto eligieran a un nuevo grupo de directores principales para la Sociedad.

Las discusiones siguieron por algún tiempo, hasta que E. D. Sexton, quien había sido nombrado presidente de un comité para proponer nominaciones, dijo:

“Acabo de llegar. El tren en el que venía se retrasó cuarenta y ocho horas debido a una nevada. Tengo algo que decir, y para mi propia tranquilidad tengo que decirlo ahora. Estimados hermanos, como todos ustedes, he venido con ciertas ideas, unas a favor y otras en contra. [...] No existe obstáculo legal. Si deseamos reelegir a nuestros hermanos que están en el sur para cualquier puesto que puedan desempeñar, no veo, ni deduzco de ningún asesoramiento [legal] que he recibido, que eso pudiera afectar de algún modo su caso ante el Tribunal Federal o ante el público.

”Creo que el mayor cumplido que le podemos hacer a nuestro querido hermano Rutherford sería elegirlo de nuevo como presidente de la Sociedad W[atch] T[ower] B[ible] & T[ract]. No creo que haya duda alguna en la mente del público en cuanto a nuestra postura en esta cuestión. Si nuestros hermanos de alguna manera violaron la letra de la ley por no entenderla, sabemos que sus motivos eran buenos. Y ante el [Dios] Todopoderoso no han violado ninguna ley de Dios ni del hombre. Mostraríamos la mayor confianza si elegimos de nuevo presidente de la Asociación al hermano Rutherford.

”No soy abogado, pero en cuanto a la legalidad de esta situación sé algo sobre la ley de los leales. Lo que Dios exige es lealtad. No creo que haya mejor manera de manifestar nuestra confianza que la de tener una elección Y ELEGIR PRESIDENTE DE NUEVO AL HERMANO RUTHERFORD.”

Pues bien, parece que el hermano Sexton expresó el sentir de la mayoría de los presentes. Se propusieron candidatos; se hizo la votación, y J. F. Rutherford fue elegido presidente; C. A. Wise, vicepresidente, y W. E. Van Amburgh, secretario-tesorero.

Al día siguiente el hermano Rutherford golpeó en la pared de la celda de Macmillan y le dijo: “Saca la mano”. Entonces le pasó a Macmillan un telegrama que decía que Rutherford había sido reelegido presidente. “Le hizo muy feliz —recordó después Macmillan— ver aquella prueba palpable de que Jehová dirigía la Sociedad.”

La elección había terminado, pero el hermano Rutherford y los otros siete hermanos seguían en prisión.

“Una campaña nacional” en favor de los prisioneros

The Watch Tower (La Torre del Vigía) del 1 de abril de 1919 dijo: “Durante las últimas semanas se ha dado comienzo a una campaña nacional en favor de estos hermanos”. Ciertos periódicos pedían la libertad para J. F. Rutherford y sus colaboradores. Los Estudiantes de la Biblia de todas partes de Estados Unidos mostraron su apoyo escribiendo cartas a directores de periódicos, congresistas, senadores y gobernadores para instarlos a tomar medidas en favor de los ocho prisioneros. Era obvio que los Estudiantes de la Biblia no cejarían hasta que sus ocho hermanos fueran puestos en libertad.

En marzo de 1919 los Estudiantes de la Biblia estaban haciendo circular en Estados Unidos una petición en la que solicitaban al presidente Woodrow Wilson que se valiera de su influencia para lograr alguno de los siguientes puntos en favor de los hermanos encarcelados:

“PRIMERO: De ser posible ahora, conceder un indulto completo; O SI NO,

”SEGUNDO: Dar instrucciones al Ministerio de Justicia para declarar sin lugar los cargos contra ellos y ponerlos en completa libertad; O SI NO,

”TERCERO: Concederles inmediatamente la oportunidad de salir bajo fianza mientras se resuelve su caso en los tribunales superiores.”

En dos semanas los Estudiantes de la Biblia obtuvieron 700.000 firmas. Sin embargo, la petición no llegó a presentarse al presidente ni al gobierno. ¿Por qué no? Porque los ocho hermanos fueron puestos en libertad bajo fianza antes de que se hiciera. No obstante, ¿qué se logró con aquella campaña? The Watch Tower del 1 de julio de 1919 dijo: “Hay prueba abrumadora de que la razón por la cual el Señor deseaba que se efectuara esta obra no era tanto para que los hermanos salieran de la cárcel como para que fuera un testimonio de la verdad”.

“Bienvenidos, hermanos”

El martes 25 de marzo los ocho hermanos partieron de Atlanta hacia Brooklyn. La noticia de que habían salido de la prisión se divulgó con rapidez. Fue realmente conmovedor el que los Estudiantes de la Biblia se dieran cita en las estaciones del ferrocarril a lo largo de la ruta, con la esperanza de ver a los hermanos y expresarles el gozo que les causaba verlos libres. Otros acudieron de prisa al Hogar Betel de Brooklyn, que había sido cerrado, para organizar un banquete de bienvenida. De regreso en Brooklyn, el 26 de marzo los hermanos pagaron una fianza de 10.000 dólares cada uno, y recobraron su libertad.

La revista The Watch Tower del 15 de abril de 1919 informó que “de inmediato una gran cantidad de hermanos los acompañó hasta el Hogar Betel, donde de quinientos a seiscientos se habían reunido para darles la bienvenida”. En el comedor, un letrero decía: “Bienvenidos, hermanos”. Casi cincuenta años después, Mabel Haslett, quien estuvo en aquel banquete, dijo: “Recuerdo que horneé cien rosquillas, y parece que los hermanos disfrutaron mucho de ellas después de haber consumido durante nueve meses la comida de la prisión. Aún puedo ver al hermano Rutherford estirando el brazo para servirse más. Las experiencias que contaron él y los demás hermanos hicieron inolvidable aquella ocasión. Recuerdo también que el hermano DeCecca, que era de baja estatura, se puso de pie en una silla para que todos lo vieran y oyeran”.

El martes 1 de abril por la mañana el hermano Rutherford llegó a Pittsburgh, donde se encontraba en aquel tiempo la oficina central. Allí también, cuando los hermanos se enteraron de su llegada, prepararon un banquete para aquella misma noche en el Hotel Chatham. No obstante, las condiciones de la penitenciaría habían perjudicado su salud. Se le debilitaron los pulmones y, como consecuencia, después de ser puesto en libertad contrajo una fuerte pulmonía. Así que, por razones de salud, poco después tuvo que viajar a California, donde tenía familiares.

La prueba de Los Ángeles

Con el hermano Rutherford y sus colaboradores en libertad, surgió la pregunta: ¿Qué se haría en cuanto a la obra de proclamar el Reino de Dios? Mientras aquellos hermanos estuvieron en prisión, hubo poca superintendencia de la organización sobre la obra de predicar. Se había vendido el Tabernáculo de Brooklyn y se había cerrado el Hogar Betel. Las oficinas centrales de Pittsburgh eran pequeñas y el dinero escaseaba. Además de eso, ¿cuánto interesaba en realidad a la gente el mensaje del Reino? Mientras se hallaba en California, el hermano Rutherford decidió hacer una prueba para determinar cuánto interés había.

Se organizó una reunión en el Auditorio de Clune (Los Ángeles) el domingo 4 de mayo de 1919. El título del discurso al que se invitó al público fue: “La esperanza para la humanidad angustiada”. Pero el discurso lo iba a dar J. F. Rutherford, un hombre que acababa de salir de la cárcel. Mediante una extensa campaña en los periódicos, Rutherford prometió presentar los hechos con imparcialidad e incluso explicar por qué habían sido condenados ilegalmente los directores principales de la Sociedad. ¿Habría quien se interesara lo suficiente como para asistir?

La respuesta fue sorprendente. De hecho, unas tres mil quinientas personas estuvieron presentes para escuchar el discurso, y unas seiscientas más no pudieron entrar. ¡Cómo emocionó aquello al hermano Rutherford! Concordó en hablar el lunes por la noche a los que no habían podido entrar, y en esa ocasión hubo una concurrencia de 1.500 personas. Sin embargo, estaba tan enfermo que no pudo terminar el discurso. Después de una hora lo reemplazó uno de sus colaboradores. A pesar de todo, la prueba que se hizo en Los Ángeles fue un éxito. El hermano Rutherford quedó convencido de que había muchas personas interesadas en el mensaje del Reino, y se resolvió a que este se proclamara.

¡Adelante con la obra!

En julio de 1919 el hermano Rutherford estaba de nuevo trabajando en la oficina central de Pittsburgh. Durante los meses siguientes los acontecimientos sucedieron con rapidez. Se hicieron preparativos para una asamblea de los Estudiantes de la Biblia del 1 al 8 de septiembre de 1919 en Cedar Point (Ohio). Las oficinas de la Sociedad fueron trasladadas de nuevo a Brooklyn, y el 1 de octubre empezaron a funcionar.

¿Qué habrían de hacer a partir de entonces? En la asamblea de Cedar Point se dio énfasis específico a la misión del cristiano. El martes 2 de septiembre el hermano Rutherford explicó: “La misión del cristiano mientras está en la Tierra [...] es la de proclamar el mensaje del reino de justicia del Señor, que bendecirá a toda la creación que gime”. Tres días más tarde, el viernes 5 de septiembre, llamado Día de los Colaboradores, el hermano Rutherford hizo, además, esta declaración: “En ocasiones serias, como algo natural el cristiano se pregunta: ¿Para qué estoy en la Tierra? Y por necesidad la respuesta tiene que ser: Por su bondad el Señor me ha hecho su embajador para que lleve al mundo el mensaje divino de la reconciliación, y mi privilegio y deber es anunciar ese mensaje”.

Sí, era hora de proseguir con la proclamación del Reino de Dios. Y el hermano Rutherford anunció algo que ayudaría a efectuar aquella comisión: “Por providencia del Señor hemos preparado la publicación de una revista nueva que lleva el nombre y el título de THE GOLDEN AGE (La Edad de Oro)”. Los asistentes no se imaginaban siquiera lo valerosa que sería aquella publicación.

“La primera asamblea celebrada después de la I Guerra Mundial nos estimuló mucho a todos”, recuerda Herman L. Philbrick, quien viajó a la asamblea desde su hogar, en Boston (Massachusetts). La asamblea de Cedar Point realmente puso en acción a los Estudiantes de la Biblia. Estuvieron dispuestos a proseguir con la obra de proclamar las buenas nuevas. Era como si se les hubiera resucitado. (Compárese con Ezequiel 37:1-14; Revelación 11:11, 12.)

Mientras tanto, en el escenario mundial ocurrían sucesos importantes. El Tratado de Versalles se firmó el 28 de junio de 1919 y entró en vigor el 10 de enero de 1920. Así terminaron oficialmente las acciones militares contra Alemania en la I Guerra Mundial; además, el tratado también estipuló la formación de la Sociedad de Naciones, una asociación internacional creada para mantener la paz en el mundo.

‘Anuncien al Rey y el Reino’

En 1922 los Estudiantes de la Biblia se reunieron de nuevo en Cedar Point para celebrar una asamblea de nueve días, del 5 al 13 de septiembre. La emoción aumentaba a medida que llegaban los asistentes a aquella asamblea internacional. El viernes 8 de septiembre se llegó al punto culminante de la asamblea, cuando el hermano Rutherford presentó el discurso: “El Reino”.

Años más tarde, Thomas J. Sullivan recordó: “Los que tuvieron el privilegio de asistir a aquella reunión todavía pueden visualizar la seriedad con que el hermano Rutherford dijo a las pocas personas inquietas que deambulaban por el lugar a causa del intenso calor que ‘SE SENTARAN’ y ‘ESCUCHARAN’ el discurso a toda costa”. Los que hicieron lo que él pidió no quedaron defraudados, pues aquel fue el histórico discurso en el que el hermano Rutherford instó a sus oyentes a ‘anunciar al Rey y el Reino’.

El auditorio respondió con gran entusiasmo. La revista The Watch Tower informó: “Todos los presentes quedaron profundamente impresionados porque desde ese momento en adelante cada uno de los consagrados tendría la responsabilidad de actuar como agente de publicidad del Rey y el reino”. Los Estudiantes de la Biblia regresaron de aquella asamblea con celo ardiente para predicar. La hermana Ethel Bennecoff, una repartidora que se acercaba entonces a los treinta años de edad, lo expresó así: “Se nos estimuló a ‘anunciar, anunciar, anunciar al Rey y su reino’; sí, con más celo y amor que nunca”.

A medida que la luz del entendimiento espiritual se fue haciendo más brillante, los Estudiantes de la Biblia comenzaron a percibir algunas verdades bíblicas sumamente emocionantes. (Pro. 4:18.) La comprensión de aquellas preciosas verdades dio gran impulso a la obra de proclamar el Reino de Dios. A la misma vez tenían que ajustar su manera de pensar, y esto fue una verdadera prueba para algunos.

“No solo en nuestros días ha habido esperanzas no realizadas”

En 1920 el folleto Millones que ahora viven no morirán jamás dijo lo siguiente: “Podemos confiar en que en 1925 regresen [de entre los muertos] Abrahán, Isaac, Jacob y los profetas fieles del pasado [...] a una condición de perfección humana”. No solo se esperaba que en 1925 se produjera la resurrección de hombres fieles del pasado; algunos esperaban también que los cristianos ungidos recibirían su recompensa celestial en aquel año. *

Transcurrió el año 1925. Algunos abandonaron su esperanza. Pero la gran mayoría de los Estudiantes de la Biblia permaneció fiel. “Nuestra familia —explicó Herald Toutjian, cuyos abuelos paternos habían llegado a ser Estudiantes de la Biblia a principios de siglo— reconoció que no solo en nuestros días ha habido esperanzas no realizadas. Los apóstoles mismos esperaron cosas que no se realizaron. [...] Jehová merece nuestro servicio leal y nuestra alabanza, sea que recibamos o no la recompensa final.” (Compárese con Hechos 1:6, 7.)

¿Qué organización? ¿La de Jehová, o la de Satanás?

“Nacimiento de la nación” fue el título de un sorprendente artículo que se publicó en The Watch Tower del 1 de marzo de 1925. Presentaba un mejor entendimiento del capítulo 12 de Revelación, que a algunos se les hizo difícil de aceptar.

Los personajes simbólicos mencionados en este capítulo de Revelación fueron identificados de la siguiente manera: la “mujer” que da a luz (vv. 1 y 2), como la “organización [celestial] de Dios”; el “dragón” (v. 3), como “la organización del diablo”, y el “hijo varón” (v. 5 Versión Autorizada), como “el nuevo reino o nuevo gobierno”. Con esto como base, por primera vez se explicó de manera clara el siguiente punto: Hay dos organizaciones diferentes y opuestas: la de Jehová y la de Satanás. Además, después de la “guerra en el cielo” (v. 7 VA), Satanás y los demonios que lo apoyaban fueron echados de allí y arrojados a la Tierra.

Earl E. Newell, quien más tarde fue representante viajante de la Sociedad Watch Tower, escribió: “Nos sentamos a estudiar la revista y la estudiamos toda la noche hasta que pude entenderla bien. Asistimos a una asamblea en Portland (Oregon), y allí hallamos a los hermanos muy inquietos, algunos hasta estaban dispuestos a rechazar The Watch Tower a causa de aquel artículo”. ¿Por qué se les hizo tan difícil a algunos aceptar la explicación que se dio del capítulo 12 de Revelación?

Por un lado, difería mucho de lo que se había publicado en el libro The Finished Mystery (El misterio terminado), que fue principalmente una compilación póstuma de los escritos del hermano Russell. * Walter J. Thorn, quien fue peregrino viajante, explicó: “El artículo sobre el ‘Nacimiento de la nación’ fue [...] difícil de aceptar debido a una interpretación previa que había dado nuestro querido hermano Russell, la cual considerábamos la explicación definitiva de Revelación”. No fue extraño, pues, que algunos tropezaran a causa de ella. J. A. Bohnet, quien fue peregrino también, hizo notar lo siguiente: “Indudablemente esta interpretación podrá causar un zarandeo, pero los que son realmente sinceros en la fe permanecerán firmes y se regocijarán”.

A los que eran realmente sinceros les alegró de verdad la nueva explicación. En ese momento entendían con claridad que toda persona pertenece o a la organización de Jehová o a la de Satanás. “Recuerden —explicaba el artículo ‘Nacimiento de la nación’—, será nuestro privilegio [...] luchar con valentía por la causa de nuestro Rey proclamando el mensaje que nos ha encomendado.”

Con el paso de los años veinte y treinta, siguieron recibiéndose más destellos de entendimiento bíblico. Se desecharon las celebraciones y los días de fiesta mundanos, como la Navidad. También se descontinuaron otras prácticas y creencias cuando se vio que su origen deshonraba a Dios. * Sin embargo, más importante que abandonar prácticas y creencias equivocadas fue que los Estudiantes de la Biblia siguieron buscando revelaciones progresivas de la verdad de parte de Jehová.

“Ustedes son mis testigos”

“Ustedes son mis testigos —es la expresión de Jehová—, y yo soy Dios.” (Isa. 43:12.) A partir de los años veinte, los Estudiantes de la Biblia adquirieron cada vez mayor consciencia del profundo significado de esas palabras del profeta Isaías. Mediante las páginas de la revista que hoy se conoce en español como La Atalaya, en varias ocasiones se dirigió la atención a la responsabilidad de testificar acerca del nombre de Jehová y de su Reino. Sin embargo, la asamblea de Columbus (Ohio), en 1931, hizo historia a este respecto.

Al mediodía del domingo 26 de julio, el hermano Rutherford presentó el discurso público “El Reino, la esperanza del mundo”, que se transmitió mediante una inmensa red de radio; más de trescientas radioemisoras lo transmitieron después. Al final del discurso, el hermano Rutherford puso sobre aviso a la cristiandad al leer una resolución punzante titulada “Advertencia de Jehová”, que fue dirigida “a los gobernantes y a la gente”. A la invitación que hizo para que se adoptara la resolución, todo el auditorio presente se puso de pie y contestó con voz fuerte: “¡Sí!”. Los telegramas que se recibieron después indicaron que muchos de los que lo escucharon por radio también dijeron en voz alta que estaban de acuerdo.

Desde la una de la tarde, cuando terminó el discurso público, hasta las cuatro, cuando el hermano Rutherford entró de nuevo en el auditorio, el ambiente estuvo lleno de expectación. Él había solicitado especialmente a toda persona interesada de verdad en la advertencia dada al mediodía a la cristiandad, que estuviera en su asiento a las cuatro de la tarde.

A las cuatro en punto el hermano Rutherford comenzó diciendo que consideraba que lo que iba a decir era de suma importancia para todo el que pudiera oír su voz. El auditorio estaba a la expectativa. En su discurso presentó otra resolución, que llevaba el título de “Un nuevo nombre”, y culminó con esta declaración: “Deseamos ser conocidos como, y llamados por el nombre de, testigos de Jehová”. Una vez más los emocionados asambleístas se pusieron de pie y respondieron con un estruendoso: “¡Sí!”. Desde entonces se les conocería como testigos de Jehová.

“El espíritu de Jehová nos hacía intrépidos”

Durante el año 1927 se instó al pueblo de Jehová a pasar parte de cada domingo testificando en grupos. Inmediatamente surgió oposición jurídica. En pocos años empezaron a aumentar los arrestos: tan solo en Estados Unidos hubo 268 en 1933, 340 en 1934, 478 en 1935 y 1.149 en 1936. ¿De qué se les acusaba? En realidad los cargos variaban; entre ellos estaban: vender sin licencia, perturbar la paz y violar las leyes del descanso dominical. Los grupos locales de Testigos no sabían cómo tratar con la policía ni con los tribunales. La ayuda legal en la localidad era o muy cara o imposible de conseguir debido al prejuicio. Por lo tanto, la Sociedad Watch Tower tomó la sabia decisión de establecer en Brooklyn un departamento de asuntos jurídicos para dar asesoramiento.

Sin embargo, no bastaba con una defensa jurídica eficaz. Aquellos sinceros testigos de Jehová estaban decididos a vivir a la altura del nombre que habían abrazado. De modo que a principios de los años treinta contraatacaron y pasaron a la ofensiva. ¿De qué manera? Mediante misiones especiales de predicación conocidas como campañas de las divisiones. Por todo Estados Unidos se organizó a millares de voluntarios en divisiones. Cuando se arrestaba a los Testigos en un pueblo por predicar de casa en casa, se enviaba una división de voluntarios de otros sectores para que “asediaran” el pueblo, y así se daba un testimonio cabal. *

Aquellas campañas de las divisiones fortalecieron mucho a los Testigos locales. En cada división había hermanos capacitados a los que se había preparado para tratar con las autoridades. Saber que no estaban solos mientras proclamaban el Reino de Dios estimulaba mucho a los hermanos de los sectores donde había dificultades, quizás un pueblo pequeño.

La participación en las campañas de las divisiones en los años treinta requería mucho valor. Durante la Gran Depresión los empleos escaseaban. No obstante, Nicholas Kovalak, hijo, quien fue superintendente viajante por unos cuarenta años, recuerda: “Cuando se pedía abarcar un lugar donde había dificultades, el ‘director de servicio’ pedía voluntarios. Se les decía que no se ofrecieran si temían perder su empleo. [...] Sin embargo, era un gozo ver que todos ellos respondían siempre afirmativamente”. John Dulchinos, un superintendente de Springfield (Massachusetts), dijo: “Aquellos fueron años emocionantes y los recuerdo con mucho cariño. El espíritu de Jehová nos hacía intrépidos”.

Mientras tanto, se preparaba un destello de discernimiento bíblico que tendría un impacto tremendo en la obra.

¿Qué hay de los Jonadab?

En 1932 se explicó que Jehonadab (Jonadab), colaborador del rey Jehú, prefiguró a una clase de personas que disfrutaría de vida eterna en la Tierra. * (2 Rey. 10:15-28.) Los Jonadab, como se les llegó a conocer, consideraban un privilegio asociarse con los siervos ungidos de Jehová y participar con ellos, hasta cierto grado, en anunciar el Reino. Pero en aquel tiempo no se hacía ningún esfuerzo especial por recoger ni organizar a aquellas personas que tenían esperanza terrenal.

Sin embargo, los Jonadab recibieron verdadero estímulo mediante La Torre del Vigía de enero de 1935 (en inglés, 15 de agosto de 1934). El artículo “Su misericordia” decía: “¿Debe consagrarse un Jonadab al Señor y ser bautizado? Respuesta: [Con toda seguridad] es propio que un Jonadab se consagre a hacer la voluntad de Dios. Nadie llegará a recibir la vida sin hacer eso. La inmersión en el agua es sólo un símbolo de haber hecho una consagración [o, como decimos ahora, dedicación] para hacer la voluntad de Dios, y eso no estaría fuera de [lugar]”. ¡Cómo conmovió esto a los Jonadab!

Sin embargo, les esperaba un gozo aún mayor. En la siguiente primavera, el número de mayo de 1935 de La Torre del Vigía llevaba el anuncio: “La convención general de los testigos de Jehová para 1935, bajo la superintendencia de la Watch Tower Bible & Tract Society, se celebrará en Washington, D.C., comenzando el 30 de mayo continuando hasta el 3 de junio inclusive. Esta será una convención de los testigos de Jehová y de los de la clase Jonadab”. * Los Jonadab esperaron con anhelo aquella asamblea.

El discurso que el hermano Rutherford presentó la segunda tarde de la asamblea trató sobre la “grande muchedumbre” predicha en Revelación 7:9-17 (VA). En él explicó que la gran muchedumbre se componía de los Jonadab de nuestros tiempos y que estos Jonadab tenían que mostrar a Jehová el mismo grado de fidelidad que los ungidos. ¡Cómo emocionó esto al auditorio! El orador pidió que los Jonadab se pusieran de pie. “Al principio hubo un momento de silencio —recuerda Mildred Cobb, quien se había bautizado en el verano de 1908—, después un grito alegre, y la aclamación fue vigorosa y larga”.

Aquel destello de entendimiento bíblico tuvo un profundo efecto en la actividad de los testigos de Jehová. “Con mucho entusiasmo —dijo Sadie Carpenter, predicadora de tiempo completo por más de sesenta años—, volvimos a nuestros territorios a buscar a estas personas semejantes a ovejas que había que recoger todavía.” Más tarde, el Anuario de los testigos de Jehová para 1936 informó: “Esta revelación estimuló a los hermanos y los impulsó a participar en diferentes actividades con celo renovado, y de todas partes se reciben informes que manifiestan gozo por el hecho de que el resto ahora tiene el privilegio de llevar el mensaje a la grande muchedumbre, y todos estos trabajan juntos para la honra del nombre del Señor”. A fin de ayudarles en aquella labor, en 1936 se publicó el libro Riquezas, que contenía un estudio extenso de las perspectivas bíblicas de la gran muchedumbre.

Por fin los miembros dedicados y bautizados de la gran muchedumbre hallaban el lugar que les correspondía junto a los ungidos en dar a conocer el Reino de Dios.

‘Se dan unos castañazos a la vieja’

El mensaje que aquellos celosos Testigos proclamaban en los años treinta incluía un desenmascaramiento hiriente de la religión falsa. Un instrumento muy valioso a este respecto se presentó en la asamblea general de los testigos de Jehová en Columbus (Ohio), del 15 al 20 de septiembre de 1937.

El sábado 18 de septiembre, el hermano Rutherford presentó después de su discurso de la mañana el libro de color castaño claro titulado Enemigos. Este denunciaba a la religión falsa como ‘una gran enemiga, que siempre perjudicó mucho a la humanidad’. Se identificó a los fanáticos religiosos como “agentes del Diablo, ya sea que se den cuenta de ello o no”. Al presentar el libro a la concurrencia, el hermano Rutherford dijo: “Notarán que la cubierta del libro es de color castaño claro, y con él le daremos unos castañazos a la vieja”. * El auditorio dio su aprobación con clamores de entusiasmo.

Durante algunos años, el gramófono (precursor del tocadiscos) había desempeñado su papel en ‘dar castañazos a la vieja’. Sin embargo, en la asamblea de 1937 se presentó una sorpresa respecto a la obra con los gramófonos. “En aquella asamblea se introdujo el gramófono portátil en la obra de predicar —recuerda Elwood Lunstrum, que entonces tenía 12 años de edad—. Anteriormente habíamos llevado el gramófono al servicio del campo, pero solo lo habíamos utilizado dentro de las casas, después que se nos había invitado a entrar. [...] En la asamblea de Columbus se trazaron las líneas generales de una organización de ‘Precursores Especiales’ que sería la vanguardia en servir con el gramófono en las puertas y en la obra de atender a los que mostraban interés —obra a la que entonces por primera vez se llamó ‘revisitas’— y de conducir estudios bíblicos según lo que se llamó ‘el estudio modelo’.”

Después de aquella asamblea, el pueblo de Jehová quedó bien equipado para la obra de proclamar el Reino de Dios. Realmente necesitaban todo el estímulo que pudieran recibir. La marea creciente de nacionalismo de los años treinta trajo la oposición de personas que estaban resueltas a impedir que los testigos de Jehová se reunieran y predicaran, personas que en algunos casos recurrieron a la acción violenta de chusmas.

“Un grupo de pícaros”

Una fuerte oposición provino de ciertos grupos de la Acción Católica. El 2 de octubre de 1938 el hermano Rutherford habló francamente en el discurso “Fascismo o libertad”, que más tarde se publicó como folleto y se distribuyó por millones. En su discurso, el hermano Rutherford dio detalles de varios casos de actos ilegales para demostrar la confabulación que existía entre ciertos funcionarios públicos y la Iglesia Católica.

Después de presentar los hechos, Rutherford señaló lo siguiente: ‘Cuando a la gente se le hace saber que un grupo actúa al amparo de la religión para privarla de sus derechos, la Jerarquía grita con ira y dice: “¡Mentiras! Amordácenlos y no les permitan hablar”’. Luego preguntó: ‘¿Es impropio publicar la verdad acerca de un grupo de pícaros que roban a la gente? ¡Ciertamente que no! ¿Se debe amordazar a la gente honrada y obligarla a callar mientras esa banda de asaltantes destruye su libertad? Sobre todo, ¿se negarán a la gente los privilegios que Dios les ha dado de reunirse pacíficamente, de rendirle adoración y de gozar de libertad de expresión para hablar acerca de su reino y de los que se oponen a él?’.

La oposición de grupos de la Acción Católica siguió por todo Estados Unidos después de aquella mordaz reprensión. Los testigos de Jehová libraron batallas jurídicas en favor de la libertad de culto y el derecho de proclamar el Reino de Dios. Pero la situación no hizo más que empeorar cuando el mundo se envolvió en la guerra. También se impusieron restricciones legales y sentencias de prisión a los testigos de Jehová de Europa, África y Asia.

“Todos queríamos ir a [San Luis]”

“En 1941 —recuerda Norman Larson, que poco antes había comenzado su ministerio de tiempo completo—, todos sabíamos que pasaríamos por tiempos críticos debido a la guerra que se peleaba en Europa. De modo que todos queríamos ir a [San Luis].” ¿Para qué? Pues para asistir a la Asamblea Teocrática de los Testigos de Jehová que se celebraría en San Luis (Misuri), del 6 al 10 de agosto de 1941. Y “todos” fueron. El local de asamblea se llenó por completo. Según un cálculo estimado de la policía, la asistencia máxima fue de unas ciento quince mil personas.

El programa de la asamblea suministró desde el primer día el estímulo oportuno. El discurso de apertura del hermano Rutherford, titulado “Integridad”, puso de relieve la idea fundamental de la asamblea. Hazel Burford, quien fue misionera por casi cuarenta años hasta su muerte, en 1983, comentó: “Nos dimos cuenta más claramente que nunca de por qué Jehová permitía aquella intensa persecución de su pueblo por todo el mundo”. En un informe sobre dicha asamblea, el Anuario de los testigos de Jehová para 1942 añadió: “Todos podían darse cuenta de que les quedaba por hacer una inmensa obra de testificar, y de que al efectuarla mantendrían su integridad a pesar del odio de todos los hombres y de las organizaciones mundanas”.

El domingo 10 de agosto, el “Día de los hijos”, hubo una escena conmovedora en la asamblea. Al comenzar la sesión de la mañana, 15.000 niños —entre 5 y 18 años de edad— se reunieron en la sección principal frente a la plataforma y en una sección separada con el mismo propósito en el estacionamiento de remolques, donde se hallaba una multitud para la que no había cabida. Cuando el hermano Rutherford, que entonces tenía poco más de 70 años, subió a la plataforma, los niños comenzaron a ovacionarlo y a aplaudir. Él sacó su pañuelo y empezó a saludarlos, y los niños hicieron lo mismo. Luego, con tono bondadoso y claro se dirigió al entero auditorio con el tema “Hijos del Rey”. Después de hablar por una hora al auditorio en general, centró sus declaraciones en los niños sentados en las secciones reservadas.

‘Niños —dijo fijando su atención en los rostros radiantes de los jóvenes sentados frente a él—, ustedes que han convenido en hacer la voluntad de Dios y se han puesto de parte de su Gobierno Teocrático en manos de Cristo Jesús, y que han concordado en obedecer a Dios y a su Rey, pónganse de pie, por favor.’ Todos los niños se pusieron de pie a la misma vez. “¡Miren! —exclamó el orador con entusiasmo—, ¡más de quince mil nuevos testigos del Reino!” Hubo entonces una tremenda explosión de aplausos. ‘Todos ustedes los que están dispuestos a hacer lo que puedan para hablar a otros acerca del Reino de Dios y sus bendiciones, digan sí, por favor.’ Entonces se escuchó un atronador: “¡Sí!”.

El punto culminante llegó cuando el hermano Rutherford anunció la presentación del nuevo libro Hijos, que fue recibido con gritos de gozo y muchos aplausos. Después del discurso, el orador, un hombre alto, participó en distribuir ejemplares gratuitos del libro a medida que una larga fila de niños subía a la plataforma y pasaba junto a él. Esto hizo llorar a muchos.

Aquel domingo por la mañana había en el auditorio muchos niños que cumplieron la palabra que dieron al gritar: “¡Sí!”. Entre los que recibieron el libro Hijos en aquella ocasión estaban LaVonne Krebs, Merton Campbell y Eugene y Camilla Rosam. En 1992 estos todavía servían en la oficina central de la Sociedad, y habían pasado cincuenta y uno, cuarenta y nueve, cuarenta y nueve y cuarenta y ocho años, respectivamente, en el ministerio de tiempo completo. Algunos de aquellos niños con el tiempo fueron a servir de misioneros en el extranjero, entre ellos Eldon Deane (Bolivia), Richard y Peggy Kelsey (Alemania), Ramon Templeton (Alemania) y Jennie Klukowski (Brasil). Ciertamente aquel programa del domingo por la mañana en la asamblea de San Luis dejó una impresión duradera en el corazón de muchos jóvenes.

El domingo por la tarde, el hermano Rutherford dirigió a los asambleístas unas palabras de despedida. Los animó a cumplir con la obra de proclamar el Reino de Dios. Les dijo: “Estoy completamente seguro de que de ahora en adelante [...] va a haber un rápido aumento de los que formarán la grande muchedumbre”. Los instó a regresar a sus lugares respectivos, a “trabajar con mayor empeño [...] y a dedicar la mayor cantidad de tiempo posible a servir en el campo”. A continuación pronunció sus palabras finales al auditorio: “Pues bien, hermanos queridos, que el Señor los bendiga. No les voy a decir adiós, pues espero verlos de nuevo en alguna ocasión”.

Sin embargo, muchos no verían más al hermano Rutherford.

Últimos días de J. F. Rutherford

El hermano Rutherford tenía cáncer de colon, y se encontraba mal de salud durante la asamblea de San Luis. A pesar de todo, pudo presentar cinco vigorosos discursos. Sin embargo, después de la asamblea su estado empeoró, y tuvieron que hacerle una colostomía. Arthur Worsley recuerda el día en que el hermano Rutherford se despidió de la familia Betel. “Nos dijo confidencialmente que iba a someterse a una operación peligrosa y que, tanto si sobrevivía como si no, confiaba en que seguiríamos proclamando el nombre de Jehová. Concluyó diciendo: ‘Por eso, si es la voluntad de Dios, los veré de nuevo. Si no, sigan adelante en la batalla’. No hubo nadie en la familia que no llorara.”

El hermano Rutherford, que entonces tenía 72 años de edad, sobrevivió a la operación. Poco después lo llevaron a una residencia en California a la que había dado el nombre de Beth-Sarim. Quedó claro para sus seres amados y para los médicos que no se recobraría. De hecho, tuvieron que operarlo de nuevo.

A mediados de diciembre los hermanos Nathan H. Knorr, Frederick W. Franz y Hayden C. Covington llegaron de Brooklyn. Hazel Burford, quien cuidó del hermano Rutherford en aquellos tristes y difíciles momentos, dijo después: “Pasaron varios días con él revisando el informe anual para el Anuario y otros asuntos de organización. Después que partieron, el hermano Rutherford continuó debilitándose y, unas tres semanas después, el jueves 8 de enero de 1942, terminó fielmente su carrera terrestre”. *

¿Cómo se recibió en Betel la noticia de la muerte del hermano Rutherford? “Nunca olvidaré el día en que supimos que el hermano Rutherford había muerto —recordó William A. Elrod, quien había sido miembro de la familia de Betel por nueve años—. Fue al mediodía, cuando la familia estaba reunida para el almuerzo. El anuncio fue breve. No hubo discursos. Nadie tomó el día libre para lamentarse. Más bien, volvimos a la fábrica y trabajamos con más empeño que nunca.”

Aquellos fueron tiempos sumamente difíciles para los testigos de Jehová. La guerra se convirtió en un conflicto mundial. La lucha se extendió de Europa a África, y luego a lo que se conocía como la Unión Soviética. El 7 de diciembre de 1941, solo un mes antes de la muerte del hermano Rutherford, el ataque japonés a Pearl Harbor hizo que Estados Unidos entrara en la guerra. En muchos lugares los Testigos fueron objeto de la acción violenta de chusmas y de otras formas de persecución intensa.

¿Qué sucedería a partir de entonces?

[Notas a pie de página]

^ párr. 17 Una corporación neoyorquina que se formó en 1909, cuando la oficina central de la Sociedad fue trasladada a Brooklyn (Nueva York).

^ párr. 52 Véase el capítulo 28: “Pruebas y zarandeos desde el interior”.

^ párr. 58 De acuerdo con la interpretación dada en The Finished Mystery, la mujer del capítulo 12 de Revelación era “la Iglesia primitiva”, el dragón era “el Imperio romano pagano” y el hijo varón era “el papado”.

^ párr. 60 Véase el capítulo 14: “No son parte del mundo”.

^ párr. 68 Véase el capítulo 30: “Defendiendo y estableciendo legalmente las buenas nuevas”.

^ párr. 73 Vindication (Vindicación), libro 3, página 77. Véase también el capítulo 12: “La gran muchedumbre, ¿vivirá en el cielo, o en la Tierra?”.

^ párr. 75 En aquel tiempo no se consideraba “testigos de Jehová” a los Jonadab. (Véase La Torre del Vigía de enero de 1935, página 12.) No obstante, unos años más tarde, La Atalaya de diciembre de 1942 dijo: “Estas ‘otras ovejas’ vienen a ser testigos para Él, de la misma manera que los hombres fieles antes de la muerte de Cristo, desde Juan el Bautista hasta Abel, fueron para Jehová testigos que nunca desistieron”.

^ párr. 81 Una referencia a “la gran ramera” mencionada en el capítulo 17 de Revelación. El libro Enemigos dijo: “Todas las organizaciones que están contra Dios y su reino [...] llevan el nombre de ‘Babilonia’ y ‘ramera’, y esos nombres [se aplican particularmente] a la principal organización religiosa, la iglesia católico-romana” (página 193). Años más tarde se discernió que la ramera en realidad representa al imperio mundial de toda la religión falsa.

^ párr. 100 Al hermano Rutherford le sobrevivieron su esposa Mary y su hijo Malcolm. Debido a que la hermana Rutherford tenía muy mala salud y los inviernos de Nueva York (donde se halla la oficina central de la Sociedad Watch Tower) le resultaban difíciles de soportar, ella y Malcolm habían vivido en el sur de California, donde el clima era más favorable para su salud. La hermana Rutherford murió el 17 de diciembre de 1962, a la edad de 93 años. Una nota sobre su muerte en el periódico Daily News-Post de Monrovia (California) decía: “Hasta que la mala salud la obligó a quedarse en casa, participó activamente en la obra ministerial de los testigos de Jehová”.

[Comentario en la página 73]

“Las principales armas de Satanás son el ORGULLO, la AMBICIÓN y el TEMOR”

[Comentario en la página 74]

“Prueba palpable de que Jehová dirigía la Sociedad”

[Comentario en la página 75]

‘Salieron de la cárcel no tanto para provecho de ellos, sino para que fuera un testimonio de la verdad’

[Comentario en la página 77]

“La misión del cristiano mientras está en la Tierra [...] es la de proclamar el mensaje del reino [...] del Señor”

[Comentario en la página 78]

‘Anuncien el Reino con más celo y amor que nunca’

[Comentario en la página 82]

“Deseamos ser conocidos como [ . . .] testigos de Jehová”

[Comentario en la página 83]

¡Sí! Los Jonadab debían bautizarse

[Comentario en la página 84]

‘Se busca a personas semejantes a ovejas que había que recoger todavía’

[Comentario en la página 85]

Rutherford era franco cuando censuraba a los religiosos que se oponían a la verdad

[Comentario en la página 86]

15.000 niños se ponen de parte del Reino

[Comentario en la página 89]

“Si es la voluntad de Dios, los veré de nuevo. Si no, sigan adelante en la batalla”

[Recuadro/Fotografía en la página 76]

“Casa de Príncipes”

Tras salir en 1919 de su injusto encarcelamiento, el hermano Rutherford sufrió una pulmonía grave. Después, solo le funcionaba un pulmón. En los años veinte, como parte de un tratamiento médico, fue a San Diego (California), y el médico lo instó a pasar allí tanto tiempo como le fuera posible. Desde 1929 en adelante, pasó los inviernos trabajando en una casa de San Diego a la que había dado el nombre de Beth-Sarim. Aquella casa se edificó con las contribuciones dadas para ese propósito. El título de propiedad, que se publicó en su totalidad en la revista “The Golden Age” del 19 de marzo de 1930, transfería esta propiedad a J. F. Rutherford y después a la Sociedad Watch Tower.

Con relación a Beth-Sarim, el libro “Salvación”, publicado en 1939, explica: “Las palabras hebreas ‘Beth Sarim’ significan ‘Casa de Príncipes’; y el propósito de adquirir esa propiedad y edificar esa casa fue el de que hubiera una prueba tangible de que en efecto hay en la tierra quienes firmemente creen en Dios y en Cristo Jesús y en su reino, [y que] también [creen] que los fieles de la antigüedad pronto serán resucitados por el Señor, estarán en la tierra, y tomarán a su cargo los asuntos visibles de ella”.

Algunos años después de la muerte del hermano Rutherford, la junta de directores de la Sociedad Watch Tower decidió vender Beth-Sarim. ¿Por qué? “The Watchtower” del 15 de diciembre de 1947 explicó: “Ha cumplido plenamente el propósito para el cual se obtuvo y ahora solo servía como un monumento que resultaba muy caro de mantener; nuestra fe en la vuelta de los hombres de la antigüedad, a quienes Cristo hará príncipes en TODA la tierra (no solamente en California) se basa, no en esa casa Beth-Sarim, sino en la promesa de la Palabra de Dios”. *

[Nota a pie de página]

^ párr. 140 En aquel tiempo se creía que hombres fieles de la antigüedad, como Abrahán, José y David, serían resucitados antes del fin de este sistema de cosas y serían “príncipes en toda la tierra”, en cumplimiento de Salmo 45:16. En 1950 se ajustó este punto de vista, cuando estudios más profundos de las Escrituras indicaron que aquellos antepasados terrestres de Jesucristo serán resucitados después del Armagedón. —Véase “La Atalaya” del 15 de mayo de 1951, páginas 303-306.

[Recuadro/Fotografías en las páginas 80 y 81]

Radiodifusión del mensaje del Reino

Solo dos años después del comienzo de la radiodifusión comercial regular, se empezó a utilizar ese medio de difusión para transmitir el mensaje del Reino. Así, el 26 de febrero de 1922 el hermano Rutherford presentó en California su primer discurso radiado. Dos años más tarde, el 24 de febrero de 1924, la Sociedad Watch Tower inauguró su propia radioemisora, WBBR, en Staten Island (Nueva York). Con el tiempo la Sociedad organizó redes de radiodifusión por todo el mundo para transmitir programas y discursos bíblicos. Para 1933 un máximo de 408 estaciones transmitían el mensaje del Reino a seis continentes.

[Fotografías]

Desde 1924 hasta 1957 la Sociedad Watch Tower utilizó la estación WBBR para transmitir desde Nueva York

La orquesta de la WBBR en 1926

J. F. Rutherford dando el discurso “Enfréntese a los hechos”, en el Royal Albert Hall de Londres (Inglaterra) el 11 de septiembre de 1938; más de diez mil personas llenaron completamente el auditorio (abajo), y millones más lo escucharon por la radio

El programa de apertura de la WBBR

Personal de la estación 2HD en Newcastle (Nueva Gales del Sur, Australia)

Estación de radio CHCY en Edmonton (Alberta, Canadá), una de las emisoras que la Sociedad poseía y utilizaba en Canadá

Transmitiendo para Finlandia mediante una estación de radio en Estonia

Equipo de radiodifusión de la estación WORD, cerca de Chicago (Illinois), la cual era propiedad de la Sociedad

[Recuadro/Fotografías en la página 87]

Predicación con gramófonos

En 1933 los testigos de Jehová comenzaron a emplear otro innovador medio de predicar. Se usó una máquina sonora portátil con amplificador y altavoz para poner en salones, parques y otras zonas públicas discos de 33 1/3-rpm que contenían grabaciones de discursos radiados del hermano Rutherford. También se utilizaron automóviles y barcos con altavoces para proclamar el mensaje del Reino.

El buen resultado del uso de aquellas máquinas llevó a otra innovación: la predicación de casa en casa con un gramófono liviano. En 1934 la Sociedad empezó a producir gramófonos portátiles y una serie de discos de 78-rpm con discursos bíblicos que duraban cuatro minutos y medio. Con el tiempo se emplearon grabaciones sobre 92 diferentes temas. En total, la Sociedad produjo más de cuarenta y siete mil máquinas de ese tipo para anunciar el mensaje del Reino. Sin embargo, más tarde se dio énfasis a la presentación oral del mensaje del Reino, de modo que poco a poco se fue abandonando el uso de aquellas máquinas.

[Fotografías]

Con un automóvil provisto de altavoces y situado en una colina, el mensaje del Reino se podía escuchar a muchos kilómetros de distancia (arriba)

Empleo de la máquina sonora en México (derecha)

Barco con altavoces difundiendo el mensaje en el río Támesis (Londres, Inglaterra) (arriba)

Uso del gramófono en el servicio del campo (izquierda)

Mostrando cómo usar un gramófono vertical, en 1940 (derecha)

[Fotografía en la página 79]

J. A. Bohnet

[Fotografía en la página 88]

Desde 1917 (cuando J. F. Rutherford fue elegido presidente) hasta 1941 la Sociedad Watch Tower produjo un raudal de publicaciones, entre ellas 24 diferentes libros, 86 diferentes folletos y “Anuarios”, así como artículos para las revistas que hoy se conocen en español como “La Atalaya” y “¡Despertad!”