Decisiones judiciales
Juicios pronunciados por una o más personas que ocupan una posición de autoridad. (2Sa 8:15; 1Re 3:16-28; 10:9; 2Re 25:6; 2Cr 19:8-10.) Por ser Jehová Dios Juez, Legislador y Rey (Isa 33:22), le dio a la nación de Israel un extenso código de leyes. Sus decisiones sobre cuestiones legales suministraron pautas para decidir cuestiones personales, así como aspectos internos y externos de la nación. (Véanse CAUSA JUDICIAL; LEY; TRIBUNAL JUDICIAL.)
Muchas de estas decisiones judiciales se le dieron a la nación de Israel en el monte Sinaí. (Ne 9:13.) No obstante, algunas situaciones exigían una decisión judicial en particular. Por ejemplo, en el caso de Zelofehad, de la tribu de Manasés, al que únicamente le sobrevivieron hijas, surgió la cuestión de si a ellas les correspondería una herencia. Jehová pronunció una decisión que resolvió esta causa y que después sirvió de precedente legal para tratar situaciones semejantes. (Nú 27:1-11; 36:1-12; véase también Le 24:10-16.) De manera similar, una decisión judicial que tomó David en cuanto a la distribución del botín de guerra sentó precedente. (1Sa 30:23-25.)
Le 18:6-30; 20:10-23.) Por consiguiente, de haberlas obedecido, las decisiones judiciales de Jehová habrían colocado a la nación de Israel en un nivel muy superior. Con la bendición de Jehová, si Israel se apegaba a Sus mandamientos, recibiría beneficios tangibles, lo que haría que otras naciones dijeran: “Esta gran nación sin duda es un pueblo sabio y entendido”. (Dt 4:4-6.) Ya que estas decisiones judiciales eran en realidad una bendición para Israel (Le 25:18, 19; Dt 4:1; 7:12-15; 30:16), no sorprende que el salmista orara que se le enseñasen las decisiones judiciales de Jehová. (Sl 119:108.) Las apreció tanto que alabó a Jehová siete veces al día (Sl 119:164), incluso levantándose a medianoche para dar gracias a Dios por ellas. (Sl 119:62.)
Al estipular que ciertas acciones sumamente nocivas, aunque comunes, eran merecedoras de la pena capital, las decisiones judiciales divinas sobresalieron de modo singular entre las leyes de las naciones contemporáneas. Los pueblos vecinos practicaban la bestialidad, la sodomía, el incesto y otras formas de degradación que eran nocivas mental, física y espiritualmente. (Sin embargo, las decisiones judiciales de la Ley, aunque eran buenas, justas y santas, sirvieron simplemente de tutor que conducía a Cristo y se las reemplazó con el nuevo pacto. (Ro 7:12; Gál 3:24; Heb 8:7-13.) Por lo tanto, sería de esperar que la obediencia a los mandamientos o decisiones judiciales del nuevo pacto resultara en bendiciones mucho mayores que las que experimentó el Israel natural bajo la Ley. (Jn 13:34, 35; 1Co 6:9-11; 1Pe 1:14, 15, 22, 23; 2:9, 10; 1Jn 5:3.)