Diversiones estrepitosas
La palabra griega kṓ·mos, traducida “diversión estrepitosa”, aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas y siempre en sentido peyorativo. El Greek-English Lexicon of the New Testament (de Joseph Thayer, 1889, pág. 367) señala que en los escritos griegos antiguos esta palabra designaba “una procesión nocturna y desenfrenada de hombres medio borrachos y alegres que después de cenar desfilaban por las calles con antorchas y música en honor a Baco o a alguna otra deidad [o un vencedor en los juegos], y cantaban y se divertían delante de las casas de sus amigos y amigas”. Esta conducta licenciosa e inmoderada, con procesiones en las calles similares a las celebraciones modernas de carnaval en algunos países, eran comunes en las ciudades griegas del tiempo de los apóstoles. Por lo tanto, el prevenir a los adoradores verdaderos de tales diversiones era apropiado y beneficioso.
Obviamente, las diversiones estrepitosas no eran apropiadas para los cristianos, y la Palabra de Dios las condena. Antes de hacerse cristianos, algunos residentes de las provincias de Asia Menor de influencia griega (1Pe 1:1), a quienes Pedro escribió su carta, habían procedido “en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino, diversiones estrepitosas, partidas de beber e idolatrías ilegales”. No obstante, habían abandonado tales prácticas cuando se hicieron cristianos. (1Pe 4:3, 4.) Por su sensualidad degradada y disolución, las diversiones estrepitosas eran ‘obras que pertenecían a la oscuridad’ y en las que los cristianos no deberían andar. (Ro 13:12-14.)
La Biblia no excluye la alegría y las fiestas. Por ejemplo, se dice que el hombre se regocije en su Creador; el esposo, en su esposa; el trabajador, en la obra de sus manos, y el agricultor, en el fruto de su duro trabajo. (Sl 32:11; Pr 5:18; Ec 3:22; Dt 26:10, 11.) El alimento y la bebida pueden contribuir al regocijo (Ec 9:7; Sl 104:15), sin embargo, debería prevalecer la moderación. (Pr 23:20; 1Ti 3:2, 11; 1Co 10:31.) El que en las fiestas se llegue a la embriaguez y a las escenas de desorden y sensualidad equivaldría a una diversión estrepitosa. Pablo incluye las diversiones estrepitosas entre las “obras de la carne”, y dijo que los que las practicaran “no [heredarían] el reino de Dios”. (Gál 5:19-21.)