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Epilepsia

Epilepsia

Enfermedad crónica del sistema nervioso central que se manifiesta, bien por convulsiones o bien por una pérdida parcial o total del conocimiento, y a veces por ambas cosas. Este trastorno está vinculado a una actividad anormal del cerebro. Existen dos clases principales de epilepsia: el “gran mal”, ataque epiléptico con convulsiones fuertes acompañado de pérdida del conocimiento, y el “pequeño mal”, forma más benigna, cuyos ataques son de muy breve duración. Al que padece esta enfermedad se le llama epiléptico.

El día que siguió a la transfiguración, Jesucristo curó a un epiléptico a quien sus discípulos no habían podido sanar. (Mt 17:14-20.) Este muchacho había tenido desde la infancia un “espíritu mudo y sordo” que, entre otras cosas, lo convulsionaba periódicamente y le hacía echar espumarajos por la boca. Jesús reprendió al demonio, este salió y el muchacho fue sanado. (Mr 9:14-29; Lu 9:37-43.)

Aunque en esta ocasión se relaciona la epilepsia con un espíritu demoniaco, esta enfermedad suele tener causas naturales, y las Escrituras no dan a entender que se deba a posesión demoniaca. Más bien, cuando Mateo (4:24) informa que la gente le llevó a Jesús personas enfermas, entre las que se encontraban “endemoniados y epilépticos”, se establece una diferencia entre estas dos clases de personas a las que Cristo sanó.

El término español “epilepsia” se deriva del griego e·pi·lē·psí·a, que significa “ataque”. Sin embargo, la palabra e·pi·lē·psí·a no se usa en la Biblia. Para referirse a este trastorno, Mateo (4:24; 17:15) usó diversas formas de la voz griega se·lē·ni·á·zo·mai, que significa literalmente “estar afectado por la luna”. Aunque muchas versiones emplean “lunático” en Mateo 4:24; 17:15, otras emplean “epiléptico” o comunican esta idea (BAS, LT, NBE, NVI, Sd).

Es digna de mención la explicación que ofrece The International Standard Bible Encyclopaedia: “El significado original del término seleniázomai, ‘[estar] afectado por la luna’, tiene que ver con la creencia popular, muy extendida y de una extraña persistencia, de que ciertas fases de la Luna son dañinas para el ser humano, sobre todo en el caso de enfermedades de carácter periódico o remitente. No hay información que permita determinar si en los tiempos del N[uevo] T[estamento] esta palabra en particular representaba una creencia viva o había pasado a un uso en el que desaparece la metáfora original, limitándose a significar el hecho sin referencia a la idea contenida en la etimología. Todavía utilizamos la palabra ‘lunático’ para referirnos a un enfermo mental, aunque hace mucho que se ha dejado de creer en la influencia de la Luna en tales casos” (edición de J. Orr, 1960, vol. 3, pág. 1941).

El que Mateo empleara formas de la palabra se·lē·ni·á·zo·mai no significa que creyera en las supersticiones que relacionaban esta enfermedad con ciertas fases de la Luna. Lo único que hizo fue usar el término griego para epiléptico que era de uso común en su tiempo. Además, los síntomas que tanto Mateo como Marcos y Lucas describen en el caso del muchacho son precisamente los propios de la epilepsia.