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Pan

Pan

Alimento básico constituido por una masa de harina y agua, a veces fermentada, cocida al horno. El pan (heb. lé·jem; gr. ár·tos) era parte integrante de la alimentación de los judíos y otros pueblos de la antigüedad; el arte de la panadería era de conocimiento general entre los israelitas, egipcios, griegos, romanos y otros pueblos. Incluso en tiempos modernos, en algunas partes del Oriente Medio se considera al pan el alimento principal. A veces la Biblia usa el término “pan” para referirse al alimento en general, como en Génesis 3:19 y en la oración modelo, donde aparece la solicitud: “Danos hoy nuestro pan para este día”. (Mt 6:11; compárese con Ec 10:19, nota.)

Para hacer pan los hebreos solían emplear harina de trigo o de cebada. Como el trigo era más caro, a menudo tenían que conformarse con pan de cebada. En Jueces 7:13, 2 Reyes 4:42 y Juan 6:9, 13 se hace referencia al pan de cebada. La harina que se preparaba machacando el grano con un majador en un mortero era bastante gruesa. Sin embargo, también se utilizaba la “flor de harina”. (Gé 18:6; Le 2:1; 1Re 4:22.) El maná que Jehová Dios suministró a los israelitas mientras vagaron por el desierto se molía en molinos de mano o se machacaba en un mortero. (Nú 11:8.)

La costumbre era moler el grano y hacer pan todos los días, y a menudo se hacía sin levadura (heb. mats·tsáh). Simplemente se mezclaba la harina con agua y no se añadía levadura antes de amasar la mezcla. Para hacer pan leudado, lo más común era tomar un trozo de masa apartada de una hornada anterior y desmenuzarla dentro del agua antes de mezclarla con la harina, a fin de que sirviera de fermento. La mezcla se amasaba y se dejaba hasta que fermentaba. (Gál 5:9; véase LEVADURA.)

Los panes solían tener forma circular. (Jue 7:13; 1Sa 10:3; Jer 37:21.) De hecho, la palabra hebrea kik·kár (pan redondo) significa literalmente “algo redondo”. (1Sa 2:36.) Por supuesto, el pan se elaboraba con diversas formas. Un papiro egipcio menciona que se le daban más de 30 formas distintas.

Se han hallado en las tierras bíblicas panes redondos relativamente delgados; tortas u hogazas ovaladas, triangulares y de forma de cuña, y panes gruesos y alargados. (Véase TORTA.) No obstante, no parece que las hogazas de pan gruesas que son comunes en el mundo occidental fuesen habituales en el Oriente Medio. Aun en la actualidad el pan oriental suele cocerse en la forma de hogazas delgadas, con un grueso de 1 a 2,5 cm. y un diámetro de unos 18 cm.

Algunas de las ofrendas que los israelitas hacían a Jehová consistían en masas ‘cocidas en el horno’. (Le 2:4-13.) Aunque no estaba permitido emplear levadura en los holocaustos, sí se podía utilizar en algunas ofrendas que no se quemaban sobre el altar. (Le 7:13; 23:17.) El consumo de pan leudado estaba prohibido durante la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas. (Éx 12:8, 15, 18; véase PAN DE LA PROPOSICIÓN.)

La importancia del pan en la alimentación de tiempos bíblicos queda reflejada en las continuas referencias que se hacen a él en toda la Biblia. Por ejemplo, Melquisedec “sacó pan y vino” antes de bendecir a Abrahán. (Gé 14:18.) Cuando Abrahán despidió a Agar e Ismael, “tomó pan y un odre de agua y se lo dio a Agar”. (Gé 21:14.) Jeremías recibió diariamente “un pan redondo” mientras estuvo encarcelado. (Jer 37:21.) En dos ocasiones Jesucristo multiplicó pan de manera milagrosa para alimentar a enormes multitudes. (Mt 14:14-21; 15:32-37.) Jesús enseñó a sus seguidores a orar por el “pan para el día según la necesidad del día”. (Lu 11:3.) Y el salmista identificó acertadamente a Jehová como el proveedor del “pan que sustenta el mismísimo corazón del hombre mortal”. (Sl 104:15.)

Uso figurado. En la Biblia, el término “pan” se usa también en sentido figurado. Por ejemplo, Josué y Caleb informaron a los israelitas que los habitantes de Canaán ‘eran pan para ellos’, con lo que al parecer querían decir que podrían conquistarlos fácilmente y que aquella experiencia sostendría y fortalecería a Israel. (Nú 14:9.) El Salmo 80:5 parece reflejar un profundo pesar, quizás debido al disfavor divino, pues se dice de Jehová, el Pastor de Israel: “Les has hecho comer el pan de lágrimas”. También se dice que Jehová daría a su pueblo “pan en la forma de angustia y agua en la forma de opresión”, lo que debía referirse a las condiciones que tendrían durante el sitio y que llegarían a ser tan comunes como el pan y el agua. (Isa 30:20.)

El libro de Proverbios dice sobre los que son tan inicuos que “no duermen a menos que hagan maldad”: “Se han alimentado del pan de la iniquidad”. (Pr 4:14-17.) Dan la impresión de alimentarse de obras inicuas. Proverbios 20:17 dice de la persona que se gana la vida mediante el engaño y el fraude: “El pan que se consigue por falsedad es placentero al hombre, pero después la boca se le llena de grava”. Sin embargo, con relación a la esposa buena e industriosa se dice: “El pan de la pereza no come”. (Pr 31:27.)

La Biblia también utiliza el término “pan” en un sentido favorable. Isaías 55:2 muestra que las cosas espirituales que da Jehová son mucho más importantes que las cosas materiales, al decir: “¿Por qué siguen pagando dinero por lo que no es pan, y por qué es su afán por lo que no resulta en satisfacción? Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno, y halle su alma su deleite exquisito en la grosura misma”.

Cuando Jesús instituyó la nueva comida con la que se habría de conmemorar su muerte (el 14 de Nisán de 33 E.C.), “tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo’”. (Mt 26:26.) Aquel pan significaba el propio cuerpo de Jesús “que [había] de ser dado a favor de [ellos]”. (Lu 22:19; 1Co 11:23, 24.) El que Jesús ‘partiese’ el pan en esta ocasión no tenía nada de particular, pues los panes eran delgados (y quebradizos, pues no tenían levadura) por lo que era habitual quebrarlos en vez de cortarlos al ir a comerlos. (Mt 14:19; 15:36; Mr 6:41; 8:6; Lu 9:16; Hch 2:42, 46, NTI.)

Como un año antes, Jesucristo había contrastado “el pan que baja del cielo” con el maná que los israelitas habían comido en el desierto, y había dicho con claridad: “Yo soy el pan de la vida”. Explicó que era “el pan vivo que bajó del cielo”, y añadió: “Si alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo”. (Jn 6:48-51.) El “comer” de este pan debía hacerse de modo figurado, ejerciendo fe en el valor del sacrificio de la vida humana perfecta de Jesús. (Jn 6:40.) Tras su ascensión al cielo, Jesús presentó ante su Padre Jehová Dios el mérito de su sacrificio de rescate. Mediante este mérito, Cristo puede dar vida a todos los humanos obedientes. Como se predijo por inspiración divina, Jesús nació en Belén, que significa “Casa de Pan” (Miq 5:2; Lu 2:11), y por medio de él se hace disponible a toda la humanidad creyente el “pan” que da vida. (Jn 6:31-35.)