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“¿Se ha equivocado de lugar?”
En Suecia, una mujer somalí aceptó una invitación para asistir a una reunión en el Salón del Reino, pero las cosas no salieron como esperaba. Cuando llegó, nadie le dio la bienvenida, y todos se quedaron mirándola. ¡Qué situación tan embarazosa! Alguien que seguramente notó su incomodidad se acercó y le preguntó: “¿Se ha equivocado de lugar?”.
“Sí. Me parece que sí”, respondió ella, y se marchó. Cuando la mujer vio de nuevo a los testigos de Jehová que la habían invitado, les dijo muy disgustada que nunca volvería al salón. Ellos no se explicaban qué pudo haber pasado, pues no recordaban haberla visto. Luego de hablar un poco más, descubrieron que se había metido por equivocación en una iglesia.
Los hermanos la animaron para que volviera a intentarlo. Ella estuvo de acuerdo, pero les advirtió que no se quedaría ni diez minutos si se sentía incómoda. Sin embargo, cuando entró al Salón del Reino, ¡todos le dieron una cálida bienvenida! Se encontró tan a
gusto que al final fue la última en abandonar el salón. Desde entonces, no ha dejado de reunirse y ya se ha bautizado.Encontró una invitación en la calle
Stergios es un hombre joven que vive en Grecia. Una mañana, mientras caminaba de regreso a su casa después del trabajo, decidió ir por una calle diferente a la habitual. De pronto, vio tirado en el suelo un papel que le llamó la atención. Era una invitación a la Conmemoración de la muerte de Cristo, que planteaba la pregunta: “¿Cómo ve usted a Jesús?”. Pero no se atrevió a recogerlo porque había otras personas alrededor. Sin embargo, al llegar a casa, siguió pensando en la pregunta y quiso saber más.
Como Stergios había quedado con unos amigos para tomarse un café esa misma tarde, decidió pasar por la calle donde había visto la invitación con la esperanza de encontrarla. Y, de hecho, la encontró. Pero esta vez tampoco se atrevió a recogerla porque seguía habiendo gente. Cuando se despidió de sus amigos, se fue directo a la calle donde había visto la invitación, ¡y todavía estaba allí! Esta vez la levantó. Tras leerla, se propuso asistir a la Conmemoración.
Al terminar la ceremonia, Stergios aceptó un estudio bíblico gratuito en su hogar. Comenzó a ir a las reuniones e hizo rápidos progresos. Se bautizó en un día especial de asamblea en marzo de 2013.
Un programa de radio rompe los prejuicios
En enero de 2010, Finn, un hermano de Copenhague (Dinamarca) salió a dar un paseo llevando consigo varias revistas. Iba por una calle angosta cuando
vio a un señor mayor que caminaba en dirección suya, y aprovechó para ofrecerle los números de diciembre de 2009, que contenían varios artículos sobre la Navidad. Cuando el señor habló, Finn le reconoció la voz: era el presentador de un programa radial de entrevistas, un hombre sumamente culto. Al día siguiente, mientras escuchaba el programa, Finn se quedó sorprendido cuando el presentador no solo mencionó que había aceptado las revistas el día anterior, sino que se puso a leer algunas porciones para los oyentes. Entre otras cosas, leyó acerca de la misteriosa estrella que apareció para el tiempo del nacimiento de Jesús y admitió que debió provenir de Satanás.Animado por el buen efecto que las revistas habían tenido en aquel hombre, Finn fue a verlo. En el transcurso de la conversación, le preguntó amablemente si sería posible hacer un programa en la radio sobre temas bíblicos. Dos semanas más tarde recibió una respuesta afirmativa. Se realizaron más de treinta programas de dos horas cada uno, todos sobre los testigos de Jehová y la Biblia. El presentador y Finn llevaron a cabo una selección de temas que analizaron y, además, contestaron cientos de llamadas del público.
Un radioyente llamó al técnico de la emisora y dejó su número de teléfono para que los hermanos se comunicaran con él, cosa que enseguida hicieron. Llevaba años oyendo a sus amigos y familiares hablar mal de los testigos de Jehová, pero los programas lo libraron de los prejuicios. Se inició un estudio bíblico
y, en el 2013, el hombre asistió a la Conmemoración y al discurso especial. Ahora acude a las reuniones todos los domingos y hace comentarios valiosos en el Estudio de La Atalaya. Otras personas de la zona también han respondido favorablemente a la verdad gracias a lo que oyeron en estos programas radiales.“¡Yo fui la que dejó esa invitación!”
Era el último día de una asamblea de distrito en Italia. Un hermano llamado Lucio se estaba despidiendo de unos amigos cuando se les acercó una pareja. Él les preguntó de qué congregación eran. “De ninguna”, respondieron.
—¿Los invitó alguien?
—No, vinimos por nuestra cuenta.
—¿Podría preguntarles qué los motivó a venir? —preguntó Lucio, picado por la curiosidad.
—Encontramos una invitación en la puerta y decidimos venir —respondieron.
Cuando le dijeron a Lucio dónde vivían, Ester, su esposa, exclamó: “¡Yo fui la que dejó esa invitación! Era el último día de la campaña y pensé que en vez de tirar las invitaciones que me sobraban, era mejor dejarlas en las puertas donde no había nadie en casa”. Al encontrar la invitación, el matrimonio había hecho planes para viajar al Salón de Asambleas el siguiente domingo. Tras un breve intercambio de palabras, Lucio y Ester los invitaron a cenar a su casa, donde continuaron conversando. La pareja aceptó un estudio de la Biblia. Aparte de que siempre están bien preparados para el estudio, asisten a las reuniones y participan en ellas.