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¿Necesitan nuestros hermanos que los ayudemos con cosas de la vida diaria y que los apoyemos y les demos ánimo con la Biblia?

“¿Ser misionero en mi congregación?”

“¿Ser misionero en mi congregación?”

ANTES de volver al cielo, Jesús les dijo a sus discípulos que ellos predicarían “hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:8). ¿Cómo podrían predicar en toda la Tierra?

Un profesor de una universidad muy conocida dijo que los cristianos que vivieron en el tiempo del Imperio romano eran diferentes de las demás religiones, incluso de la judía. ¿Por qué eran diferentes? Porque los cristianos iban a todos lados a predicar a la gente. Eso fue lo que hizo Jesús. Y sus verdaderos discípulos siguieron su ejemplo. Ellos predicaron en todas partes “las buenas nuevas del reino de Dios”. Buscaban a la gente que quería aprender la verdad (Lucas 4:43). Por eso la Biblia dice que en aquel tiempo había “apóstoles”, o sea, personas enviadas a hacer algo (Marcos 3:14). Jesús les mandó a sus discípulos: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones” (Mateo 28:18-20).

Es cierto que los 12 apóstoles de Jesús ya no están aquí en la Tierra, pero muchos siervos de Jehová siguen su buen ejemplo. ¿Cómo? Aceptando la invitación de ir adonde se necesita ayuda para predicar. Ellos dicen: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí” (Isaías 6:8). Algunos se han mudado a países lejanos. Eso es lo que han hecho miles de hermanos que han ido a la Escuela de Galaad. Otros se han ido a vivir a otra zona de su país. Y muchos otros han aprendido un nuevo idioma para ayudar en una congregación o en un grupo. Es cierto que para algunos no ha sido fácil. Pero todos estos hermanos estuvieron dispuestos a hacer sacrificios por amor a Jehová y a la gente. Hicieron planes con cuidado y usaron su tiempo, dinero y energías para ir a predicar adonde se les necesitara (Lucas 14:28-30). Todos ellos hacen un trabajo muy valioso.

Claro, no todos podemos aprender un nuevo idioma o mudarnos a un lugar donde se necesita ayuda para predicar. Pero todos podemos ser como misioneros en nuestra propia congregación. ¿Cómo es posible? Veamos.

SEAMOS COMO MISIONEROS EN NUESTRA PROPIA CONGREGACIÓN

La mayoría de los primeros cristianos no eran misioneros, sino que predicaban en su pueblo o ciudad. Pero todos ellos predicaban con entusiasmo. Seguían este consejo que Pablo le dio a Timoteo: “Haz la obra de evangelizador, efectúa tu ministerio plenamente” (2 Timoteo 4:5). Nosotros también debemos seguir ese consejo. Todos debemos obedecer el mandato de predicar el mensaje del Reino y hacer discípulos. En realidad, podemos hacer muchas cosas para ser como misioneros incluso en nuestra propia congregación.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hermanos?

Cuando un hermano se va de misionero a otro país, tiene que encontrar la manera de adaptarse a su nueva vida. En nuestro caso, quizás no podamos mudarnos a otro sitio. Pero ¿podemos adaptarnos y aprender nuevas formas de predicar? Por ejemplo, en 1940 se animó por primera vez a los hermanos a predicar por las calles un día a la semana. ¿Y nosotros? ¿Hemos predicado a la gente que encontramos en la calle? ¿Hemos probado otras formas de predicar, como la predicación con exhibidores?

Animándolos a predicar.

Si somos positivos, tendremos mucho entusiasmo por la predicación. Los hermanos que aprenden otro idioma o se mudan a otro lugar a menudo ayudan mucho en la congregación donde sirven. Por ejemplo, están al frente de la predicación. Y muchos misioneros se encargan de dirigir la congregación hasta que los hermanos locales puedan hacerlo. Si usted es un varón bautizado, ¿está dispuesto a servir en su congregación como siervo ministerial o anciano? (1 Timoteo 3:1).

AYUDE Y FORTALEZCA A LOS HERMANOS

Ofreciéndoles ayuda práctica.

Pero hay otras cosas que podemos hacer para ayudar en la congregación. Seamos hombres o mujeres, jóvenes o mayores, todos podemos ayudar y fortalecer a nuestros hermanos (Colosenses 4:11).

Para ayudar a los hermanos, tenemos que conocerlos bien. La Biblia dice que cuando vamos a las reuniones, debemos pensar en lo que ellos necesitan (Hebreos 10:24). Esto no significa que tenemos que meternos en sus asuntos personales. Significa que debemos tratar de entender lo que sienten y necesitan. Puede que necesiten que los ayudemos con cosas de la vida diaria o que los apoyemos y les demos ánimo con la Biblia. Claro, en algunos casos solo podrán hacer algo los ancianos o los siervos ministeriales (Gálatas 6:1). Pero todos podemos ayudar a los hermanos mayores o a las familias que estén sufriendo problemas.

Apoyando a los que luchan con los problemas de la vida.

Pensemos en el caso de un hermano llamado Salvatore. Él tenía grandes problemas de dinero, así que tuvo que vender su negocio, su casa y muchas otras cosas. Estaba muy preocupado por su familia. En la congregación, otra familia se enteró de su situación. Así que le dieron a Salvatore algo de dinero, y les ayudaron a él y a su esposa a conseguir trabajo. Pasaron muchas tardes escuchando y animando a Salvatore y su familia. Todos ellos llegaron a hacerse muy buenos amigos. Ahora recuerdan con cariño aquellos momentos difíciles que pasaron juntos.

Los cristianos verdaderos siempre estamos listos para predicar a otras personas. Debemos seguir el ejemplo de Jesús y hablarle a todo el mundo de las maravillosas promesas de Dios. Sea que podamos mudarnos adonde se necesite ayuda o no, todos podemos esforzarnos por ayudar a los hermanos de nuestra congregación (Gálatas 6:10). Si lo hacemos, seremos más felices y seguiremos “llevando fruto en toda buena obra” (Colosenses 1:10; Hechos 20:35).