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AYUDA PARA LAS FAMILIAS | PADRES

Ayude a su hijo a pasar la pubertad

Ayude a su hijo a pasar la pubertad

EL PROBLEMA

Parece que fue ayer cuando llevaba a su bebé en brazos. Pero ahora es un preadolescente que, aunque todavía es un niño, está a punto de entrar en otra etapa en el camino a la vida adulta: la pubertad.

¿Cómo puede ayudar a su hijo o hija a enfrentarse a esta etapa desconcertante, y a veces traumática, de su vida hacia la madurez sexual?

LO QUE DEBE SABER

Empieza a edades diferentes. Puede empezar entre los 8 y 15 años. “La edad en la que se entra a la pubertad varía mucho”, explica el libro Letting Go With Love and Confidence (Déjelos volar con amor y confianza).

Despierta sentimientos de inseguridad. Por lo general, a los adolescentes les importa lo que otros piensen de ellos. “Empecé a estar muy pendiente de mi aspecto y de lo que hacía —recuerda un joven llamado Javier—. Cuando estaba con gente, me preocupaba que pensaran que era raro”. * Además, si aparece el acné, la autoestima puede venirse aún más abajo. “Me parecía que mi cara estaba bajo ataque —cuenta Karina, de 17 años—. Recuerdo que lloraba y me sentía fea”.

La pubertad precoz tiene sus propias dificultades. En especial, esto les sucede a las chicas, pues quizás los muchachos se burlen de ellas cuando les empiezan a crecer los pechos o las caderas. “También corren el riesgo de que se fijen en ellas chicos mayores que probablemente ya tengan experiencia sexual”, advierte el libro A Parent’s Guide to the Teen Years (Guía para padres de adolescentes).

Pubertad no es lo mismo que madurez. Proverbios 22:15 dice: “La tontedad está atada al corazón del muchacho”. Eso no cambia con la pubertad. Un joven puede parecer adulto, pero “no significa que pueda tomar buenas decisiones, comportarse de manera responsable, saber controlarse o mostrar madurez de otras maneras”, menciona el libro You and Your Adolescent (Usted y su hijo adolescente).

LO QUE PUEDE HACER

Háblele de la pubertad antes de que empiece. Que su hijo sepa lo que le sucederá: en el caso de las chicas, la menstruación, y en el de los chicos, las emisiones nocturnas. Estas situaciones se presentan de repente, a diferencia de otros cambios más graduales, por lo que su hijo se puede sentir confundido o asustado. Cuando trate estos temas, sea positivo. Explíquele que la pubertad da inicio a una transformación que prepara el camino para la vida adulta (texto bíblico clave: Salmo 139:14).

Dígale todo lo que deba saber. “Cuando mis padres tuvieron ‘la charlita’ conmigo, no fueron muy claros —recuerda un joven llamado John—. Ojalá hubieran sido más directos”. Alana, de 17 años, opina algo parecido: “Mi mamá me explicó qué le pasaba a mi cuerpo, pero yo también necesitaba que me ayudara a entender mejor mis emociones”. Así que, por incómodo que le resulte, hable con su hijo de todos los aspectos de la pubertad (texto bíblico clave: Hechos 20:20).

Haga preguntas para romper el hielo. Por ejemplo, averigüe cómo les va a otros chicos con la pubertad. A su hija podría preguntarle: “¿Sabes si a alguna de tus compañeras ya le ha venido la menstruación?” o “¿Se ríen tus compañeros de las chicas que ya se han desarrollado?”. A su hijo podría preguntarle: “¿En tu escuela se burlan de los chicos que están tardando en desarrollarse?”. Cuando los adolescentes hablan de cómo les afecta a otros chicos la pubertad, es más fácil para ellos hablar de lo que les pasa. Eso sí, cuando su hijo hable, sea “presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar” (Santiago 1:19).

Ayúdelo a adquirir “sabiduría práctica y capacidad de pensar” (Proverbios 3:21). Durante la pubertad no solo se producen cambios físicos y emocionales. Su hijo empezará a pensar por sí mismo, lo cual influirá en las decisiones que tome de adulto. Aproveche esta oportunidad para inculcarle buenos valores (texto bíblico clave: Hebreos 5:14).

No se dé por vencido. Muchos jóvenes dan la impresión de que no quieren hablar con sus padres sobre la pubertad. Pero no se confunda, el libro You and Your Adolescent dice: “Los adolescentes que aparentemente no tienen ningún interés, se aburren, ponen mala cara o parecen sordos puede que en realidad estén memorizando cada palabra”.

^ párr. 8 Se han cambiado los nombres.