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La “escalera de los titanes”

La “escalera de los titanes”

La “escalera de los titanes”

De nuestro corresponsal en Filipinas

SE AFIRMA que, en total, es diez veces más larga que la Gran Muralla china, y que si todas las secciones se colocaran una junto a la otra, alcanzaría los 20.000 kilómetros de longitud, es decir, la mitad de la circunferencia terrestre. Hay quienes incluso la llaman la octava maravilla del mundo. No obstante, muchas personas jamás han oído hablar de este imponente panorama filipino. ¿De qué se trata? De las terrazas arroceras de la Cordillera Central. Escondidas en la zona montañosa de Luzón, estas terrazas constituyen un majestuoso despliegue de belleza e ingenio.

¿Por qué se construyeron? Las escarpadas montañas de las cordilleras son tan empinadas que normalmente no podrían emplearse para cultivo; la inclinación de algunas laderas supera los 50 grados. Pero los agricultores de antaño no se desalentaron. A una altitud de 1.200 metros o más, excavaron miles de terrazas en las pendientes de las verdes montañas, a veces veinticinco, treinta o más, a modo de peldaños de una gran escalera de titanes. Y cada una de estas terrazas —en su mayoría dedicadas al cultivo del arroz— es una parcela inundada, con diques de tierra apoyados en muros de piedra que van siguiendo el contorno de la montaña, pues algunas laderas son cóncavas y otras convexas.

Por supuesto, los cultivos en terrazas no son únicos de las Filipinas; también los hallamos en otros países, particularmente del sudeste asiático, Sudamérica y algunas partes de África. Pero, en muchos sentidos, los de las Filipinas son únicos. Mario Movillon, del Instituto Internacional de Investigación del Arroz, dijo a ¡Despertad!: “Las terrazas arroceras de Filipinas se trabajan a una escala mucho mayor que las de otros países. Estas cubren gran parte de las montañas de la cordillera”. Muchas de ellas se encuentran en la provincia de Ifugao. No se puede menos que quedar impresionado ante la enorme cantidad de terrazas, que añaden una belleza cincelada al contorno natural de las montañas.

¿Una maravilla del mundo?

¿Será exagerado llamarlas la octava maravilla del mundo? Pues bien, piense en lo siguiente: es posible que constituyan el mayor complejo agrícola de la historia de la humanidad. En diciembre de 1995, la UNESCO decidió incluir las terrazas arroceras de Ifugao en su Lista del Patrimonio Mundial. Como consecuencia, ahora están en la misma categoría que otros sitios de gran valor histórico y cultural, como el Tāj Mahal (India), las islas Galápagos (Ecuador), la Gran Muralla (China) y el Angkor Vat (Camboya). Pero, a diferencia de otras construcciones antiguas, como las pirámides de Egipto, las terrazas se hicieron con mano de obra comunitaria, no esclava. Además, no están abandonadas, sino que todavía las cultivan los ifugaos.

Si visita este lugar, podrá admirar en persona su imponente belleza. Verá a la gente trabajando en terrazas arroceras cuyo tamaño varía de unos cuantos metros cuadrados a una hectárea; campesinos que cantan mientras horadan la tierra con la punta de un palo para lograr que el agua penetre, y a otros sembrando, trasplantando los almácigos o recolectando la cosecha. Si visita el lugar cuando brota el arroz, verá las terrazas convertirse en un hermoso mosaico de diferentes tonalidades de verde.

Las variedades húmedas de arroz no pueden sobrevivir sin grandes cantidades de agua, de modo que se ha instalado un intrincado sistema de riego. El agua de los arroyos en la montaña se dirige a las terrazas mediante un complejo sistema de canales y cañas de bambú; así, este seguro suministro desciende por gravedad y se distribuye de una terraza a otra. Ciertamente, lejos de ser un monumento muerto, las terrazas constituyen una maravilla viviente.

¿Quiénes las construyeron?

Parece innecesario señalar que estas miles de terrazas no pudieron construirse de la noche a la mañana, ni siquiera en unos cuantos años. Recuerde que la empresa se llevó a cabo sin ninguna de las herramientas o maquinaria modernas, por lo que se cree que todo comenzó por lo menos hace varios siglos.

Algunos arqueólogos incluso creen que la labor se inició hace unos dos mil años. Los antropólogos piensan que los edificadores vinieron del norte de Indochina o de Indonesia y se asentaron en Luzón, trayendo consigo la técnica para cultivar el arroz en terrazas inundadas. Después de construir las primeras, se fueron añadiendo nuevos niveles poco a poco.

Cómo disfrutar de ellas

Hagámosles una visita imaginaria. Primero, subimos en Manila a un autobús con aire acondicionado, y, tras viajar unas nueve horas, llegamos al municipio de Banaue, en la provincia de Ifugao. Ahora tenemos varias opciones para ir a diferentes lugares de interés: podemos caminar, viajar en triciclo (motocicleta con sidecar) o en jeepney (un jeep modificado). También, si queremos y tenemos energías, podemos tomar uno de esos senderos que llevan a lugares en las montañas a los que solo se llega a pie, pero que son los que ofrecen las vistas más espectaculares de las terrazas y permiten percatarse mejor de la enormidad de esta maravilla hecha por el hombre.

Optamos por viajar en jeepney a la aldea de Batad. Nos toma más de una hora viajar 12 kilómetros por el accidentado camino de montaña hasta cierto punto. A partir de aquí caminamos por una vereda que nos lleva por entre una gran variedad de vegetación a medida que avanzamos hacia una cresta ubicada en medio de dos picos más altos. (Existe una ruta más corta, pero es demasiado inclinada y no es recomendable para quienes no están acostumbrados al extenuante ascenso.) Desde la cresta descendemos lentamente a Batad por otra vereda angosta.

Finalmente, después de un par de horas a pie, durante las cuales disfrutamos del aire fresco de la montaña, llegamos a nuestro destino. Aquí, las terrazas son un regalo para los ojos: puesto que Batad está ubicada en una concavidad de la montaña, presentan la apariencia de un gigantesco anfiteatro. El conjunto refleja un diseño de líneas interesante, un nivel sobre otro, como si fuera una escalinata de titánicas dimensiones. A medida que nos acercamos a la aldea, vemos las casas a la antigua de los ifugaos, que decoran la aldea a manera de hongos gigantescos cubiertos de hierba.

Los lugareños son amables, y nos saludan cuando pasamos junto a las parcelas donde están trabajando. Nos asombramos al ver la agilidad con que caminan por la orilla del muro de piedra de la terraza para ir de un lugar a otro. Otros brincan de nivel en nivel seguros como una cabra montés, valiéndose de rocas colocadas estratégicamente a manera de peldaños. Al acercarnos un poco más, nos damos cuenta de que andan descalzos. Y toda la montaña a su alrededor presenta esta misma vista espectacular de terrazas, un caso poco común de construcción humana que armoniza con el medio ambiente y lo complementa.

¿Le parece interesante? Pues entonces, si visita las Filipinas, no se pierda la oportunidad de admirar la “escalera de los titanes”, una maravilla viviente que no podrá olvidar con facilidad.

[Ilustraciones y recuadro de la página 18]

Salvemos las terrazas

A pesar de su belleza actual, la existencia futura de las terrazas está amenazada. Muchos de los habitantes de las montañas de las nuevas generaciones no quieren cultivar arroz y buscan empleo en otras zonas, situación que pudiera provocar una falta de agricultores experimentados que conservaran las terrazas.

Aurora Ammayao, originaria de Ifugao que trabaja para el Instituto Internacional de Investigación del Arroz, informó a ¡Despertad! de otro peligro: “Las terrazas deben mantenerse siempre anegadas, pero ahora el agua escasea por culpa de la deforestación”. Si se agota el abastecimiento de agua, las terrazas dejarán de existir.

De vez en cuando los desastres naturales también causan problemas. En 1990, un terremoto provocó el derrumbe de laderas enteras, destruyendo varias secciones de terrazas.

Sin embargo, ya se están tomando medidas para impedir que desaparezcan. En 1996, una orden presidencial decretó la formación de la Comisión para las Terrazas de Ifugao. ¿Con qué cometido? Su conservación, lo que abarca el abastecimiento de agua que las sostiene, el cultivo del terreno y la restauración de los sectores dañados.

El que se haya incluido a las terrazas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO compromete además al gobierno filipino a preservar la región. Y, según Jean Tuason, vicedirectora ejecutiva de la UNESCO en Manila, “la UNESCO también puede aportar asistencia técnica y económica para la protección y la conservación de las terrazas arroceras”.

[Mapa de la página 16]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Cordillera Central

[Ilustración a toda plana de la página 17]