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De nuestros lectores

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El siglo XX El número del 8 de diciembre de 1999 fue magnífico. Le saqué mucho provecho, sobre todo al reportaje “El siglo XX: años de cambios cruciales”. Fue muy instructivo y conciso. Despertó en mí el deseo de estar más alerta en sentido espiritual en estos últimos días.

M. V., Filipinas

El secuestro La serie de artículos “¿Por qué es una amenaza mundial el secuestro?” (22 de diciembre de 1999) contenía un mensaje excelente. Nos llegó cuando el mundo entero estaba pendiente del dramático secuestro del avión de Indian Airlines el 24 de diciembre. Quisiera que las autoridades leyeran y siguieran las sugerencias que se ofrecen en los artículos respecto al control del secuestro.

A. S., India

Estado de coma Gracias por la experiencia de Michiko Ogawa (“La esperanza me sostiene ante las pruebas”, 22 de diciembre de 1999). Hacía cinco días que yo había nacido cuando su esposo tuvo el accidente. Me sobrecoge pensar que lleva inconsciente casi tanto tiempo como yo tengo de vida. Sin duda, Jehová ha ayudado a la hermana a criar a sus dos hijos y a sobrellevar esta difícil situación.

L. N., Estados Unidos

El artículo me emocionó mucho. Vivo sola y hace poco me diagnosticaron cáncer. Cuando acabé de leerlo, hubiera querido abrazar a Michiko y darle las gracias por ser fiel a Jehová a pesar de las pruebas. En mi caso, al principio esperaba que sucediera un milagro, pero ahora, al igual que Michiko, tan solo deseo que se haga la voluntad de Jehová.

M. S., Estados Unidos

Cirugía sin sangre El reportaje “La creciente demanda de técnicas médicas y quirúrgicas sin sangre” (8 de enero de 2000) fue el fruto de una profunda investigación. Ofrecí la revista a una compañera de estudios y a una profesora de la escuela de enfermería a la que asisto. Aunque en ocasiones anteriores ambas habían mostrado prejuicio hacia los testigos de Jehová, les encantó recibir estos artículos, así como otras publicaciones sobre los Testigos.

R. P., Suiza

En 1998, dos de mis hijos tuvieron un accidente de tránsito, y uno de ellos sufrió el aplastamiento de una pierna. En todo momento dijo que no quería sangre. Como el hospital no estaba preparado para realizar cirugía sin sangre, lo trasladaron a otro hospital, pero el personal de este se negó a operarlo hasta que su hematócrito subiera hasta 35. (Había descendido a 8,1.) Adoptaron una actitud de dejadez, como si estuvieran esperando a ver si se moría. No obstante, cuando le aplicaron ciertas técnicas que no exigen el uso de sangre —elevación de la pierna, administración de eritropoyetina, etc.—, el hematócrito le subió a 35,8. La operación fue un éxito, pero el retraso en el tratamiento le causó un considerable daño permanente. Quisiera que se exigiera leer estos artículos a todos los médicos, cirujanos y anestesiólogos.

L. L., Estados Unidos

Es reconfortante saber que muchos médicos están dispuestos a cooperar con los testigos de Jehová. Pienso entregar esta revista a mi médico cuanto antes. Sé que le gustará.

U. M., Estados Unidos

El artículo llegó precisamente para el tiempo de mi operación. Cuando me bajó el nivel de hemoglobina a causa de la pérdida excesiva de sangre, utilicé esta revista para explicar al personal médico y a mis familiares por qué no aceptaba sangre. Gracias a Jehová, me he recuperado por completo.

C. B., Estados Unidos