Ir al contenido

Ir al índice

¿Qué le ha ocurrido al “trabajo de por vida”?

¿Qué le ha ocurrido al “trabajo de por vida”?

¿Qué le ha ocurrido al “trabajo de por vida”?

GRAHAM * trabajó durante treinta y siete años para una gran compañía australiana. Al acercarse a su sexta década de vida, recibió una repentina notificación de que al cabo de unas semanas sus servicios ya no serían necesarios. Podemos comprender su consternación: una mezcla de asombro y honda inquietud por su bienestar futuro. “¿Qué pasó con mi ‘trabajo de por vida’, que creí asegurado hasta la jubilación?”, se preguntaba.

Por supuesto, no es raro que alguien pierda el empleo, ni tampoco es algo nuevo. Lo que sí es nuevo para la actual generación de trabajadores es la magnitud del fenómeno a escala mundial. Sin duda, la situación obedece a muchas causas, pero una de las más importantes es la reducción de personal. ¿En qué consiste, y cómo se llegó a esa situación?

El inestable empleo

Las economías actuales se globalizan de día en día. Este fenómeno se identificó particularmente en Estados Unidos a finales de los años setenta, cuando los empresarios se percataron del creciente número de consumidores que compraban autos, aparatos electrónicos y muchos otros artículos de fabricación extranjera.

En su afán de ser competitivas y abaratar los costos de producción, las firmas estadounidenses comenzaron a reducir sus nóminas y a mejorar sus técnicas y su equipo. Se recurrió a la reducción de personal, un proceso descrito como “la disminución de la mano de obra de una organización, por lo común mediante una combinación de despidos, incentivos para anticipar la jubilación, traslados y bajas habituales”.

Por varios años, la clase obrera fue la principal perjudicada. Pero a finales de los años ochenta y principios de los noventa, el proceso empezó a abarcar crecientes cantidades de oficinistas, en especial de las jerarquías intermedias. El impacto de dichas tendencias no tardó en dejarse sentir en todas las naciones industrializadas. Y al continuar la presión financiera, tanto los gobiernos como las demás empresas han buscado la forma de bajar los costos mediante más reducciones de personal.

Para muchos trabajadores, el empleo seguro ya no existe. Un representante sindical lo expresa así: “Personas que han rendido diez, quince o veinte años de leal servicio han visto cómo se rompe su contrato fijo y se les echa a la calle”. En su libro Healing the Downsized Organization (Cómo curar la empresa con reducción de personal), Delorese Ambrose explica que en 1956 se acuñó la expresión inglesa organization man (adicto a la empresa) para describir al empleado típico. Ella agrega: “Ya fuera un trabajador sindicado o un ejecutivo, volcaba en la compañía su bienestar económico, su vida social y su lealtad a cambio de seguridad: un trabajo de por vida. Es evidente que en las empresas modernas ese pacto se ha roto”.

Millones de trabajadores de todo el mundo se han quedado sin empleo debido a los recortes de plantilla, y ningún grupo laboral ha resultado inmune. Tan solo en Estados Unidos, la cantidad de trabajadores implicados ha sido considerable, y se cuentan por millones los que han perdido un puesto permanente. En muchos países han acontecido reducciones laborales parecidas. Con todo, esos fríos cómputos no comunican el sufrimiento humano que hay detrás.

Los efectos adversos

Graham, citado al inicio del artículo, comentó que la pérdida del empleo “causa un verdadero daño psicológico” y comparó su despido a “una enfermedad o un golpe que deja magulladuras”.

Al no ver recompensada su lealtad, la gente se siente traicionada, pues no se valoran los sacrificios que ha hecho por la compañía. Se pierde la confianza en otros, sobre todo si muchos directivos reciben compensaciones por reducir la nómina de la empresa. Además, la pérdida repentina de un ingreso constante amenaza la capacidad del desempleado para hacer frente a los pagos de hipoteca y otras deudas, la atención médica familiar, las cuotas escolares, y para conservar el estilo de vida, los pasatiempos y las posesiones. Todo ello genera sentimientos de desesperación e inutilidad.

Dado que un trabajo estable y significativo contribuye en gran medida a la autoestima, imagine la desolación que causa el desempleo a los discapacitados, los trabajadores no especializados o los de mayor edad. En Australia, una encuesta reveló que los despidos se producían principalmente entre los empleados de 45 a 59 años; esto a pesar de lo difícil que resulta a esas edades adaptarse al cambio de circunstancias.

¿Existen opciones? El trabajo de tiempo parcial o con un menor salario en definitiva es mejor que el desempleo. Sin embargo, puede conducir a un nivel de vida más bajo. Además, se ha descubierto que solo una tercera parte de los despedidos encuentran después un empleo que les pague tan bien como el anterior. Este hecho añade tensión a la vida familiar.

Incluso el estar empleado no es sinónimo de tranquilidad mental, ya que la perspectiva de que pueda perderse el trabajo tiene efectos sutiles, pero devastadores. El libro Parting Company (Adiós a la compañía) indica: “Prever la pérdida del empleo es como escoger la mejor forma de ser atropellado por un camión. Raras veces se podrán probar hasta las ideas más ingeniosas, pues por lo común no se ve venir el camión —ni el despido— hasta que lo aplasta a uno”.

¿Cómo afecta el desempleo a los jóvenes? A la luz de un sondeo realizado por un departamento de educación y ciencia, se hizo la siguiente observación: “Una de las principales confirmaciones externas de que se había alcanzado la edad adulta era la obtención de un empleo de jornada completa, lo cual señalaba el inicio de la ‘verdadera’ vida de adulto, en un mundo de adultos y en términos de adulto, con la independencia económica que esto proporciona”. De modo que, si se ve el empleo como señal del inicio de la verdadera vida de adulto, el desempleo puede resultar devastador para los jóvenes.

Cómo sobrevivir al desempleo

Se ha dicho que encarar la pérdida del empleo es como caminar por un campo minado. El libro Parting Company señala que las emociones más frecuentes que se experimentan son la ira, la vergüenza, el miedo, la tristeza y la autocompasión. No es fácil hacerles frente. El autor comenta: “Se le ha dado una tarea difícil: definir su futuro. No le preguntaron si quería hacerlo, probablemente no sabe cómo actuar, y tal vez le abrume una repentina sensación de soledad”. Además, una de las situaciones más angustiosas que afronta el desempleado es explicarle a la familia el inesperado despido.

No obstante, existen métodos prácticos para controlar el impacto producido por la reducción de personal. El primer paso es ajustar de inmediato su nivel económico, recurriendo a la planificación de los gastos y a un estilo de vida más sencillo que el acostumbrado hasta entonces.

Las siguientes sugerencias pueden ayudarle a manejar la situación, aunque no sean el remedio total. Primero, acepte la realidad de que en estos tiempos se puede quedar sin empleo. Así que, sin importar su edad o experiencia, planifique su modo de vida tomando en cuenta dicha posibilidad.

Segundo, tenga cuidado con adquirir grandes deudas por artículos que no son esenciales para el sustento y el abrigo. Viva de acuerdo con sus posibilidades y no dé por sentado que podrá pagar las deudas con los ingresos de ascensos futuros o aumentos salariales regulares. El mensaje que transmite la economía moderna es que quizás no haya futuro confiable a largo plazo.

Tercero, busque maneras de simplificar su vida y reducir sus obligaciones financieras. Eso incluye librarse de deudas contraídas al adquirir artículos que no son necesarios para lograr un nivel de vida razonablemente sencillo y sano.

Cuarto, reevalúe sus objetivos en la vida, tanto espirituales como seglares, y actualícelos. Entonces podrá sopesar toda decisión a la luz de sus expectativas y calcular las repercusiones.

Por último, no mire con anhelo el estilo de vida menos sencillo de algunos de sus vecinos, pues podría empezar a desear sus posesiones y sentirse inducido a imitar su proceder.

Estas son unas cuantas recomendaciones que pueden ayudarles a usted y a su familia a evitar la trampa de confiar en las riquezas inseguras de un mundo también muy inseguro y a protegerse de muchas de las inquietudes que provocan los estilos de vida contemporáneos.

De Felix Rohatyn, ex propietario de un banco de inversiones, se citan estas palabras: “Si el desempleo de un hombre genera la riqueza de otro, hay algo inherentemente malo en nuestra sociedad”. Tan inherentemente malo es el presente sistema, que pronto será reemplazado por un mundo en el que la expresión “trabajo de por vida” adquirirá un significado más allá de nuestra imaginación actual (Isaías 65:17-24; 2 Pedro 3:13).

[Nota]

^ párr. 2 Se ha cambiado el nombre.

[Comentario de la página 14]

“Si el desempleo de un hombre genera la riqueza de otro, hay algo inherentemente malo en nuestra sociedad”

[Ilustración de la página 15]

Busque maneras de simplificar su vida