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De nuestros lectores

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Las familias sin padre Gracias por la serie de artículos “Las familias sin padre: cómo romper el círculo vicioso” (8 de febrero de 2000). Estaba tan resentida por mi divorcio que quería reclamar la custodia completa de mi hija. Pero los artículos me hicieron comprender que ella también necesita tener la mejor relación posible con su padre. Pelear por la custodia no es la solución.

L. D., Guam

Dado que soy una madre sola, siempre he puesto mucho empeño en criar a mi hijo conforme a los principios bíblicos. Mi ex esposo es de los que actúan, como ustedes dicen, con indiferencia: no tiene ningún interés en su hijo. Aun así, a mi pequeño le he enseñado a amar y respetar a su padre, tal como aconseja el artículo. Fue muy alentador saber que voy por buen camino.

R. S., Brasil

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía cinco años, y mi padre nunca demostró interés en sus hijos. A veces pienso que hubiera sido mejor no haberlo conocido que sufrir su indiferencia. Gracias a Jehová, a tierna edad comencé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Conocer las verdades bíblicas me ha ayudado a hacer frente a la sensación de abandono y al resentimiento.

C. B., Puerto Rico

Llevo ya casi siete años criando sola a tres pequeños, y a veces es bastante duro. Por ejemplo, hay ocasiones en que los niños se ponen muy difíciles. No obstante, los amo con todo mi corazón y le doy gracias a Jehová por tenerlos conmigo. El mayor se bautizó hace poco, así que todo el esfuerzo ha valido la pena. Artículos como esos me animan a seguir adelante. Los voy a leer con frecuencia.

N. B., Canadá

Mi padre se fue de casa cuando yo tenía seis años. Ahora, a los 21, me estoy dando cuenta de cómo me afectó su partida. He vivido con mucho miedo al matrimonio porque pensaba que cualquier hombre podría terminar abandonándome. Además, sentía que no tenía nada que ofrecerle a un esposo, pues no sabía cómo funciona una familia normal. El artículo me consoló enormemente. Me hizo ver que algún día podré ser una esposa equilibrada, fiel y amorosa.

E. V. W., Estados Unidos

Problemas con los amigos Siempre había tenido la intención de escribirles, pero nunca lo había hecho. Acabo de leer el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué me ha hecho daño mi amigo?” (22 de febrero de 2000). Tuve un serio problema con un amigo cercano, y me di cuenta de que mi enojo contra él estaba creciendo. El artículo llegó en el momento oportuno.

C. V., Italia

Una de mis amigas me lastimó. El artículo me ayudó a comprender que, puesto que somos imperfectos, a veces nos irritamos mutuamente. Hice lo que decía el artículo y resolví la diferencia con ella.

N. T., Trinidad

Tengo 18 años, y cuento con dos amigas íntimas. Una de ellas es mucho mayor que yo, y la otra es dos años más joven. Bueno, la más joven y yo hemos tenido algunos problemas últimamente. Este artículo llegó justo a tiempo. Colosenses 3:13 me hizo recordar que Jehová nos perdona liberalmente muchas, muchas veces y que nosotros, por nuestra parte, debemos perdonarnos unos a otros. El último párrafo me ayudó a captar el punto. Todos queremos ser como el amigo del que habla Proverbios 18:24, “más apegado que un hermano”, o que una hermana.

W. C., Estados Unidos