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La selección de tratamiento

La selección de tratamiento

La selección de tratamiento

EN SU libro sobre medicina alternativa, el doctor Isadore Rosenfeld subrayó lo siguiente: “Toda acción o intervención terapéutica llevada a cabo a un grupo de personas escogidas al azar que estén convencidas de que les irá bien, puede resultar en mejoría en el 50% de los casos”.

Es lo que se llama el efecto placebo, según el cual, hasta una píldora de azúcar puede ser eficaz si así lo cree la persona. Dicho efecto es capaz de aliviar síntomas subjetivos como el dolor, las náuseas, la fatiga, el mareo, la ansiedad y la depresión. ¿Qué nos demuestra este hecho?

Por un lado, indica que la confianza en cualquier tratamiento que uno reciba contribuye, en muchos casos, a la mejoría. Al mismo tiempo, sería sensato comprobar si la terapia en cuestión ataca la raíz del problema y no solo los síntomas. Para ello se aconseja medir sus efectos con métodos objetivos, como los análisis de laboratorio y los rayos X.

Pero hay más pasos que dar a la hora de escoger un tratamiento médico.

Pasos importantes que deben darse

Es prudente investigar antes de tomar una decisión. Plantéese preguntas como: ¿qué resultados pueden esperarse? y ¿cuáles son las ventajas, las desventajas, el costo previsto y la duración del tratamiento? Hable con personas que se hayan sometido al tratamiento en cuestión. Pregúnteles si les ayudó. Recuerde, no obstante, que los datos anecdóticos por sí solos pueden inducir a error.

Una terapia alternativa tal vez no sería aconsejable si por ella el paciente pospusiera un tratamiento convencional de eficacia probada, aunque el porcentaje de curación de este último fuese limitado. La revista The New England Journal of Medicine habló de los efectos perjudiciales de tal proceder. Narró la evolución del cáncer en el caso de dos pacientes jóvenes que rechazaron terapias convencionales y optaron por remedios alternativos, y dijo que uno de ellos murió.

Las personas que padecen enfermedades crónicas o mortales deben ser prudentes y reconocer que pueden ser blancos vulnerables de charlatanes que promocionan terapias fraudulentas. No hay que confiar en ningún producto que prometa curar diversas dolencias. Un ejemplo reciente de ello lo tenemos en una nueva vitamina que se decía que había “ayudado a eliminar todo tipo de males, desde problemas respiratorios y falta de energía hasta enfermedades mortales”. Un análisis de la “vitamina” descubrió que no era más que agua salada.

No cabe duda de que algunas terapias alternativas pueden contribuir a la buena salud. Pero, sea realista en sus expectativas. Coma alimentos nutritivos, duerma lo necesario, haga suficiente ejercicio y sea cauto a la hora de escoger un tratamiento médico.

La búsqueda ha terminado

Es obvio que ninguna terapia humana es capaz de poner fin a todas las enfermedades e impedir que finalmente nos sobrevenga la muerte. La razón es que las hemos heredado de nuestro progenitor original, el primer hombre, Adán (Job 14:4; Salmo 51:5; Romanos 5:12). Hay muchos tratamientos médicos —de una clase u otra— que tal vez resulten eficaces, pero no son más que medidas provisionales que quizás nos extiendan la vida y la hagan más agradable por un tiempo limitado. Sin embargo, existe un remedio seguro para la mala salud, y millones de personas ya lo han descubierto.

Dicho remedio proviene de nuestro Creador, Jehová Dios, el Gran Médico. Todo el que tenga fe en él y se beneficie del valor expiatorio del sacrificio redentor de su Hijo, Jesucristo, podrá gozar de salud perfecta y vida eterna en un mundo sin enfermedades (Mateo 20:28). La Biblia promete que en ese nuevo mundo “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).

[Comentario de la página 12]

Millones de personas han hallado la única esperanza segura de conseguir salud perfecta