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¡Fuego! ¿Qué extintor usar?

¡Fuego! ¿Qué extintor usar?

¡Fuego! ¿Qué extintor usar?

MUCHAS veces hemos pasado junto al pequeño y silencioso centinela apostado en la pared sin siquiera prestarle atención. Pero tal vez llegue el día en que, gracias a él, evitemos que la oficina, la fábrica o incluso nuestro hogar sea pasto de las llamas. Hablamos del extintor portátil, con cuya ayuda se puede evitar que pequeños accidentes, como el de una sartén que empieza a arder sobre la hornilla o una cortina que se prende con el calor de la estufa, acaben convirtiéndose en un grave incendio. Estos aparatos son como las armas de respuesta rápida: están destinados a poner fin a un cruel enemigo antes de que cobre fuerza.

Los hay de varios tipos, y su elección depende de la naturaleza del combustible potencial, el enemigo que se quiera combatir: fuegos secos (madera), fuegos grasos (petróleo, gasolina), fuegos de instalaciones eléctricas, etc. Obviamente, debemos conocer tanto las armas de que disponemos como al enemigo del que queremos defendernos. Eso no significa que hayamos de tener la preparación de un bombero profesional, pero sí que conozcamos algunos principios básicos. Por ejemplo, ¿cómo habríamos reaccionado en la siguiente situación?

Un repostero estaba calentando en el horno veinte bandejas nuevas bien aceitadas para cocer pan cuando, por un fallo del termostato, la temperatura siguió subiendo y el aceite comenzó a humear. Se puso los guantes, abrió el horno y sacó las bandejas. Pero al hacerlo, el aceite humeante quedó expuesto al aire, se produjo una combustión espontánea, y las llamas llegaron al techo. Ileso, salió corriendo y regresó en unos segundos armado con un extintor de dióxido de carbono con el que apagó el fuego. No obstante, al momento volvió a formarse humo y el aceite ardió de nuevo. El proceso se repitió cuatro veces. Temiendo que el extintor se agotara de un momento a otro, tomó una manta ignífuga de un receptáculo cercano y la echó sobre las bandejas. Para su alivio, el fuego se apagó y no volvió a prenderse.

Es natural que deseemos utilizar las mejores armas que tengamos para extinguir un pequeño, pero amenazador, incendio. Si el repostero hubiera sabido de la combustión espontánea —algo muy posible siempre que hay humo—, se habría limitado a apagar el horno, dejarlo cerrado y esperar que su contenido se enfriara por sí solo. O tal vez hubiera empleado primero la manta ignífuga y luego, en caso de necesidad, el extintor de dióxido de carbono. De todos modos, este caso nos enseña el valor de tener algunas nociones básicas sobre los incendios y la mejor manera de sofocarlos.

El “triángulo” que augura fuego

El llamado triángulo del fuego es una fórmula lógica que expone los elementos que propician la combustión: combustible más oxígeno más calor es igual a fuego. Con solo eliminar un sumando, no solo se extingue el fuego, sino que también se evita que vuelva a prenderse. Veamos las razones.

COMBUSTIBLE. El fuego, si no se alimenta, muere, igual que nosotros. Los bomberos se valen de este principio cuando crean cortafuegos para combatir incendios en bosques y campos. En una cocina, para eliminar el combustible tal vez baste con cerrar el gas. En otros entornos, sin embargo, pudiera ser muy difícil eliminarlo, por no decir imposible.

OXÍGENO. De nuevo, igual que nosotros, el fuego necesita respirar. Si echamos sobre él una palada de tierra o una manta ignífuga, se apaga. Dicho sea de paso, para sofocar un incendio no hace falta reducir por completo el nivel de oxígeno. Si conseguimos que descienda del 21% que normalmente hay en el aire que nos rodea al 15%, muchas sustancias, como líquidos inflamables y hasta algunos sólidos, dejarán de arder.

CALOR. La fuente de calor que inicie un fuego puede ser un aparato de calefacción, una hornilla, cables conectados a un tomacorriente sobrecargado, chispas, carbonilla, un rayo o el calor generado por vegetación en descomposición, productos químicos volátiles u otros muchos factores. Recuerde: si ve humo, especialmente si este sale de aceites comestibles o grasas en contacto con una fuente de calor, es posible que en cuestión de segundos se produzca una combustión instantánea.

Ideales para todo tipo de incendios pequeños

Aunque en muchas viviendas no hay extintores, la ley suele exigir que los edificios públicos, fábricas y oficinas los tengan. Los elementos extintores más empleados son: agua, productos químicos húmedos, espuma, polvo seco y dióxido de carbono. Los extintores de halón se están dejando de fabricar porque al parecer perjudican la capa de ozono de la atmósfera terrestre. Para ayudar a los consumidores a escoger el tipo adecuado de extintor en una emergencia, la mayoría de los modelos llevan una etiqueta con dibujos que indica dónde pueden utilizarse y dónde no —a veces están identificados con un color—, además de las letras A, B o C, que corresponden a una clase específica de fuego. Al presionar el gatillo, el propelente —gas a presión— expele el ingrediente activo por la boquilla. Dado que estos aparatos contienen gas a presión, han de revisarse periódicamente. Además, deben instalarse siempre en lugares accesibles situados cerca de las salidas. A continuación se hace una breve exposición de los diversos tipos.

Extintores de polvo seco. Inhiben químicamente la combustión y casi podrían llamarse el retardador de incendios universal. El polvo seco no solo es eficaz contra fuegos de clase A y B, sino también contra los de clase C (equipo eléctrico). Dadas las múltiples aplicaciones de estos extintores, son una magnífica protección para las viviendas. El polvo seco ensucia mucho, pero es un precio que vale la pena pagar.

Extintores de agua a presión. Son ideales para combustibles como papel, madera, plásticos, basura o tejidos, lo que normalmente se llaman fuegos de la clase A. El poder del agua como elemento extintor se debe a su gran capacidad para absorber el calor. Si la cantidad de agua es suficiente, esta reduce el calor más deprisa de lo que el fuego es capaz de regenerar, con lo que el incendio se apaga. Pero no debe usarse agua para apagar líquidos inflamables, pues el fuego se propagaría más, y de manera fulminante. Además, dado que el agua es conductora de electricidad, no debe utilizarse ningún extintor de este tipo en lugares donde pueda haber cables eléctricos conectados a la corriente.

Extintores de productos químicos húmedos. Emplean una disolución acuosa de sales alcalinas mantenida a presión y son particularmente eficaces para apagar aceites comestibles o grasas, pero no derivados del petróleo. También son adecuados para combatir fuegos de la clase A.

Extintores de espuma. Van muy bien para los fuegos de clase A, pero son especialmente idóneos para los de clase B, o sea, los causados por líquidos inflamables (lubricantes industriales, combustibles y pinturas). Dado que hay dos clases de extintores de espuma, debe escogerse el más conveniente. Cuando se aplica espuma a un líquido que está ardiendo, esta lo recubre con una película impermeable que detiene los vapores inflamables y no deja entrar el oxígeno. De ahí la importancia de aplicarla con cuidado para que no penetre en el líquido, sino que se extienda rápidamente sobre él. Nunca debe usarse espuma cerca de una fuente de electricidad.

Extintores de dióxido de carbono. Pueden utilizarse contra casi todo tipo de fuegos, menos los de gases inflamables. Su funcionamiento se basa en el principio de que el dióxido de carbono desplaza el oxígeno. Pero como vimos antes, si el combustible sigue caliente, puede volver a arder espontáneamente. El dióxido de carbono es un gas, por lo que pierde eficacia en un espacio abierto en el que corra brisa. Al ser un extintor limpio, resulta ideal para maquinaria delicada y equipo eléctrico. Ahora bien, ya que el dióxido de carbono puede asfixiar en espacios cerrados, es importante salir del lugar y cerrar la puerta tan pronto como se haya extinguido el fuego.

Las mantas ignífugas. * Son muy prácticas para combatir las llamas y resultan ideales para fuegos pequeños y controlados como el que puede producirse en una hornilla de la cocina o en un trocito de alfombra. Solo hay que sacar la manta de su pequeño receptáculo instalado en la pared, extenderla frente a uno para protegerse de las llamas, y echarla sobre el fuego. Por supuesto, si es posible y todavía no se ha hecho, debe apagarse de inmediato la fuente de calor.

Las mantas ignífugas también pueden salvarle la vida si se le prende la ropa. Si se encuentra en esa situación, trate de recordar esta regla fundamental: “Deténgase, échese al suelo y ruede”. No corra; solo avivará las llamas. Si se envuelve en una manta ignífuga —o alguien le ayuda a hacerlo— mientras rueda por el suelo, extinguirá el fuego aún más deprisa.

Mejor que los extintores

Ahora bien, la mejor protección contra los incendios es, lógicamente, la prevención. Sea sensato. Guarde los fósforos y encendedores fuera del alcance de los niños. No deje sobre las hornillas ni cerca de ellas nada inflamable. No cocine nunca llevando ropa de mangas holgadas, pues al colgar sobre el fuego pueden prenderse. Instale detectores de humo en la casa.

Otras sugerencias: No sobrecargue nunca los tomacorrientes ni los alargadores. No deje nunca desatendida sobre la lumbre una sartén con manteca o aceite. Vigile dónde coloca los aparatos de calefacción. Si tiene tanques o bombonas de gas cerca de la casa, póngalos de modo que las válvulas de seguridad no apunten hacia el edificio, pues en caso de incendio pueden convertirse en verdaderos sopletes. Use fusibles del tamaño adecuado. Reemplace los cables eléctricos deteriorados.

¿Ha pensado en hacer simulacros de incendio domésticos? Pueden salvar la vida de los suyos. Decida con la familia un lugar específico donde reunirse: un punto concreto y seguro, fácil de encontrar tanto de día como de noche. Delegue responsabilidades. ¿Quién ayudará a los niños o a los familiares discapacitados a llegar a un lugar seguro? ¿Quién llamará a los bomberos? Los simulacros salvan vidas porque en ellos se ensaya el proceder adecuado hasta convertirlo en una reacción automática y rápida.

Si sucediera lo peor

No olvide que los bienes pueden reemplazarse, pero las vidas no. No arriesgue la suya para apagar un incendio. Pero si puede combatirlo sin correr peligro, hágalo desde un lugar que tenga acceso a una salida. Ahora bien, si no está seguro de que el extintor que tiene es el adecuado, o si cree que el incendio es de tal magnitud que no podrá apagarlo, salga cuanto antes y llame a los bomberos.

Tenga presente también que el humo, sobre todo el humo tóxico que emana de productos sintéticos, mata a más personas que las llamas, y puede hacerlo en menos de dos minutos. De modo que cuando escape de un edificio en llamas, hágalo agachado. Cerca del suelo hay menos humo y el aire no está tan caliente. Si es posible, cúbrase la nariz y la boca con un paño húmedo. Antes de abrir cualquier puerta, tóquela con el dorso de la mano. Si está caliente, quiere decir que al otro lado hay fuego. Busque otra salida. Vaya cerrando todas las puertas conforme salga. Con ello limitará la cantidad de oxígeno que le llega al fuego. Como es bien sabido, en caso de incendio no debe utilizarse el ascensor bajo ningún concepto, pues podría convertirse en un horno.

De modo que si piensa comprar algún medio de protección contra incendios para su casa, automóvil o negocio, lo mejor sería consultar a los especialistas de la zona donde usted viva. Hay detalles más específicos que tal vez varíen de un país a otro y por lo tanto no pueden abarcarse en este artículo.

De todas formas, la próxima vez que vea uno de esos pequeños centinelas silenciosos, deténgase y examínelo. Puede que un día le esté sumamente agradecido.

[Nota]

^ párr. 18 Si en su país es común el uso de la manta ignífuga, asegúrese de aprender a utilizarla bien. La National Fire Protection Association, asociación estadounidense dedicada a la protección contra incendios, dice: “Debe subrayarse que [...] las mantas ignífugas son de importancia secundaria. Solo deberían utilizarse cuando estén muy a mano. [...] El uso incorrecto de estas puede aumentar la gravedad de los daños ocasionados por el humo y el fuego si canalizan el humo hacia el rostro o si la persona no se retira una vez apagadas las llamas”.

[Ilustraciones de la página 25]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

FUEGO

combustible

calor

oxígeno

[Ilustraciones]

CLASE A

CLASE B

[Reconocimiento]

Chubb Fire Safety

[Ilustraciones de la página 26]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Si se le prende la ropa, no corra

1. DETÉNGASE

2. ÉCHESE AL SUELO

3. RUEDE

[Reconocimiento]

© Coastal Training Technologies Corp. Reproducido con permiso

[Ilustración de la página 24]

Hay muchos extintores domésticos de múltiples aplicaciones

[Reconocimiento]

Ilustración superior: copiada con permiso de NFPA 10 - 1998, Portable Fire Extinguishers, Copyright © 1998, National Fire Protection Association, Quincy, Massachusetts 02269. Lo que aquí aparece no refleja por completo la postura oficial de la NFPA al respecto, la cual se recoge en su totalidad en las normativas.