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De nuestros lectores

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Enfermedades crónicas Tenemos tres hijos; uno de ellos padece síndrome de Down, y otro, anemia drepanocítica. Hace poco tuvimos que hospitalizar a este último porque sufrió una crisis grave, experiencia que fue muy dura para todos. Vi la respuesta de Jehová a mis oraciones cuando recibí la revista ¡Despertad! del 22 de mayo de 2000, con la serie “La familia frente a una enfermedad crónica”. Los artículos nos dieron a mi esposa y a mí el valor necesario para seguir adelante, y también fortalecieron nuestra confianza en que dentro de poco nadie dirá: “Estoy enfermo” (Isaías 33:24).

E. J. M., Brasil

Nuestro hijo de 19 años padece esquizofrenia. Hemos consultado muchos libros sobre enfermedades, pero nunca habíamos leído nada que las abordara desde el punto de vista de la familia, como hicieron estos artículos. Describieron muy bien mi propia lucha interna y mi sufrimiento, como si se hubiera puesto por escrito la profunda angustia que siento.

H. T., Japón

Durante los últimos diez años he soportado una enfermedad crónica degenerativa, por lo que me conmovió profundamente cómo describieron los sentimientos del enfermo. A veces es muy fácil perder el equilibrio mental y espiritual, pero los hermanos de mi congregación han demostrado que desean entender mi sufrimiento, y con comentarios discretos me dan la fortaleza que necesito para seguir viviendo.

M. M., Italia

Leímos los artículos en familia. Mi hija tiene una insuficiencia renal, por lo que lleva cinco años sometiéndose a diálisis. Hacer frente a la situación ha sido difícil en extremo para nosotros. Ella ha estado tantas veces a punto de morir, que vivimos en un continuo sobresalto, preguntándonos en qué momento se presentará la siguiente crisis. Sus consejos fueron muy buenos. Debemos dar las gracias por cada día de vida. La oración también es indispensable. Me alienta saber que Jehová entiende lo que siento.

S. J., Estados Unidos

El corazón me rebosa de alegría al saber que alguien comprende el dolor de sufrir una enfermedad crónica. He visto a mis tres hijas, una tras otra, empezar a padecer epilepsia, igual que yo. Artículos como estos nos ayudan a ser más comprensivos y a tener la mente de Cristo.

G. L., Estados Unidos

Las anacondas Vivo en una región donde hay anacondas. La gente cuenta muchas historias sobre ellas, pero es difícil saber cuáles creer y cuáles no. Su artículo “La anaconda: ¿está revelando algunos de sus secretos?” (22 de mayo de 2000) me ayudó a distinguir la realidad de la ficción, y contestó todas las preguntas que tenía sobre esta maravilla de la creación.

J. S. P., Brasil

Padres que evaden su responsabilidad Llevo veinticinco años leyendo la revista ¡Despertad!, y creo que nunca habían abordado este asunto (“Los jóvenes preguntan... ¿Puede el padre realmente evadir su responsabilidad?”, 22 de mayo de 2000). Sí habían tratado el tema de las madres solteras, pero no el de la responsabilidad del joven varón. No entendía por qué solo pagaban las consecuencias la madre y el bebé si habían sido dos quienes habían cometido fornicación. Quedé embarazada cuando tenía 19 años, y el chico no quiso saber nada de mí. Por favor, sigan diciendo a los jóvenes que “huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18).

C. C., España

Teatro griego No tengo palabras para expresarles lo mucho que agradecí el artículo “Los siglos no pasan por el teatro de Epidauro” (8 de junio de 2000). Esperaba que el artículo me hiciera pensar, y así fue. Lo que no me esperaba es que contuviera tantos datos espirituales.

K. S., Estados Unidos