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Un seguro que todo el mundo necesita

Un seguro que todo el mundo necesita

Un seguro que todo el mundo necesita

HAY una clase de seguro que toda persona, viva donde viva, puede y debe conseguir. Dado que el término seguro encierra también la idea de algo “que ofrece protección”, la pregunta lógica es: ¿cómo obtener tal seguro?

Ante todo hay que tomar ciertas medidas prácticas para reducir los riesgos que uno corre. La Biblia dice que “el tiempo y el suceso imprevisto” acaecen a todos (Eclesiastés 9:11). Ahora bien, quien no se expone innecesariamente tiene menos probabilidades de sufrir daños o pérdidas.

Piense en el futuro

Ser previsor es una protección. Muchas personas ahorran en tiempos de relativa prosperidad económica por si llegan las vacas flacas, es decir, momentos de necesidad. En la antigüedad, José, hombre temeroso de Dios, fue considerado “discreto y sabio” porque acumuló víveres para toda la tierra de Egipto durante una época de abundancia. Cuando la nación se vio azotada por el hambre, las medidas que había adoptado beneficiaron a los egipcios y a su propia familia (Génesis 41:33-36).

Evitar el consumismo también es una salvaguarda. Si no vamos siempre en busca de las últimas novedades en aparatos, modas o actividades recreativas —proceder que aporta muy poco, si acaso algo, a la verdadera seguridad—, nos ahorraremos dinero y tensiones. De hecho, como ya se ha indicado, cuantos más bienes materiales tenga una persona, más probable es que se los roben o los pierda por otra causa (Lucas 12:15).

Vele siempre por la seguridad

Muchos riesgos de la vida disminuyen si velamos siempre por la seguridad. ¡Cuántas tragedias se evitarían si todos los automovilistas condujeran con precaución, a una velocidad prudente! ¡Y cuántas vidas se salvarían si nadie se sentara al volante estando agotado o después de haber consumido alcohol! ¿Qué otros peligros relacionados con el automóvil pueden reducirse o eliminarse?

Varios países prohíben utilizar el teléfono celular mientras se conduce. Un estudio llegó a la conclusión de que el riesgo de accidente se cuadruplica con el uso del celular, la misma relación que cuando el nivel de alcoholemia alcanza el 0,1%, tasa por la que la ley de muchos lugares considera a la persona demasiado bebida para conducir.

Llevar siempre puestos los cinturones de seguridad también reduce el peligro de muerte tanto para el conductor como para los pasajeros. Pero nadie debe confiarse pensando que, al tener una póliza y medidas de seguridad tales como cinturones y bolsas de aire, puede actuar temerariamente. La experiencia demuestra que ese modo de pensar propicia los accidentes.

La actitud de velar por la seguridad también es útil en el hogar y en el trabajo. ¿Están dichos entornos ordenados y libres de peligros? Mire a su alrededor. ¿Hay objetos en el pasillo con los que se pudiera tropezar? ¿Se han dejado instrumentos afilados o electrodomésticos que despiden calor —cocinas, estufas, planchas— donde alguien pudiera cortarse o quemarse? ¿Se han amontonado papeles u otros materiales inflamables? Dado que los niños son especialmente vulnerables, no deje nunca a su alcance bebidas alcohólicas ni productos de limpieza tóxicos.

Cuide su salud

Los cuidados razonables en materia de salud reducen el riesgo de contraer enfermedades. En este terreno, el conocimiento es una especie de seguro. Esté al tanto de lo que plantee peligro y actúe cuanto antes tan pronto se le presente algún problema. Más importante aún, infórmese de cómo mantener su salud y la de su familia. Recuerde que, como dice el refrán: Más vale prevenir que curar.

¡Despertad! publica desde hace mucho tiempo información que anima a las personas a vivir en conformidad con los principios bíblicos y de ese modo evitar hábitos y estilos de vida que perjudican la salud. Por ejemplo, entre otros muchos temas, ha tratado la importancia de mantener la limpieza, seguir una dieta adecuada, dormir lo suficiente y hacer ejercicio con regularidad, así como controlar el estrés y el ritmo de vida.

Una clase de seguro fundamental

En este mundo imperfecto, los seguros son prácticos, pero no existe póliza alguna que brinde total protección o plena compensación por las pérdidas. Ahora bien, hay personas que tienen la absoluta confianza de que no quedarán desamparadas, prescindiendo de si pueden acceder a un contrato de seguros o no. ¿Por qué? Porque cuando sobreviene una catástrofe, los verdaderos seguidores de Jesucristo —los que sirven al Padre de este, Jehová Dios— hacen cuanto está a su alcance para aliviarse mutuamente las cargas (Salmo 83:18; Santiago 2:15-17; 1 Juan 3:16-18).

Además, el propio Jehová promete que nunca abandonará a sus siervos fieles. Un salmista bíblico escribió: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Como Fuente de la vida, Jehová tiene el poder de resucitar a los muertos, labor para la que, según indica la Biblia, ha facultado a su Hijo, Jesucristo (Salmo 36:9; Juan 6:40, 44). Sin embargo, la Palabra de Dios indica que no toda persona volverá a la vida (Juan 17:12). ¿Cómo podemos asegurarnos, entonces, de que Dios nos tenga presentes en la resurrección?

En su famoso Sermón del Monte, Jesús hizo referencia a lo que pudiera considerarse la clase de seguro más confiable de todas. Él dijo: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mateo 6:19-21).

Mucha gente comparte la idea expresada en este refrán popular: Quien tuvo y ahorró, para la vejez guardó. Pero los ahorros no siempre garantizan protección durante la vejez. En cambio, Jesús señaló un seguro de mucho más valor y que nunca fallará: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).

Si adquirimos conocimiento exacto de Dios y su Hijo, y ponemos en práctica en nuestra vida lo que aprendemos, nos haremos un buen nombre ante Dios (Hebreos 6:10). Los apóstoles Pedro y Juan, basándose en la enseñanza de su Maestro, Jesucristo, recalcaron que el sistema actual de gobernación humana llegará a su fin. No obstante, según las palabras de Juan, “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17; Mateo 24:3, 14; 2 Pedro 3:7, 13).

Podemos tener la certeza de que si servimos a Dios y fallecemos, él nos resucitará, y si vivimos hasta el día en que ponga fin al sistema de cosas actual, nos dejará pasar vivos a su justo nuevo mundo. De hecho, Dios ha prometido que “limpiará toda lágrima de [nuestros] ojos” y que hará “nuevas todas las cosas” (Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5). Servir a Dios y cifrar confianza en sus promesas es ciertamente el mejor seguro que existe. Y está al alcance de todos.

[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

Velar por la seguridad y por la salud es una especie de seguro

[Ilustración de la página 10]

Aprender de Dios y hacer su voluntad es el mejor seguro para el futuro