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¡Cuidado! Pueden robarle la identidad

¡Cuidado! Pueden robarle la identidad

¡Cuidado! Pueden robarle la identidad

TODO comenzó con mensajes obscenos de desconocidos en el contestador automático de la joven. Después, recibió la llamada de un hombre que decía responder a las invitaciones inmorales que ella había publicado en Internet, cuando en realidad ni siquiera tenía computadora. Le tomó tiempo descubrir que alguien había adoptado su identidad en el ciberespacio. El misterioso impostor no solo había publicado los anuncios electrónicos, sino que también había revelado su dirección, la manera de llegar... y hasta el modo de burlar la alarma de la casa.

La mayoría de nosotros damos por sentado quiénes somos. No tenemos duda de nuestra identidad, y si nos la cuestionan, podemos probarla. Sin embargo, se ha hecho tan fácil robar o falsificar los documentos que la acreditan —el certificado de nacimiento, el número de identificación, * la licencia de conducir, el pasaporte o la cédula de identidad—, que incluso se ha dado una designación a este nuevo delito: “robo de identidad”.

Una epidemia de fraude

Este tipo de delito es complejo e insidioso, y sus consecuencias pueden ser desastrosas. De repente, las víctimas descubren que alguien está contrayendo cuantiosas deudas, estafando a los acreedores y realizando otras fechorías en su nombre. Aunque las leyes de varias naciones eximen de responsabilidad a los perjudicados, estos no se libran del daño ocasionado a su reputación y a su historial de crédito.

El robo de identidad provoca pérdidas anuales de miles de millones de dólares, hecho bien conocido por las fuerzas del orden, las entidades de información crediticia y las asociaciones de consumidores. Es imposible saber a ciencia cierta la cantidad de víctimas, en buena medida porque estas tal vez no se percaten de lo sucedido sino hasta meses después. Según las autoridades del orden público, es el delito de mayor crecimiento en Estados Unidos. Y el problema también afecta a otros países.

Por si fuera poco, los ladrones saben que no se trata de un delito fácil de investigar y que rara vez se enjuicia al culpable. “Para los delincuentes —señala la investigadora especial Cheryl Smith—, es un delito sin rostro, puesto que las víctimas son bancos o grandes almacenes. No pretenden perjudicar a una persona en particular.”

Primero le quitan su nombre

Por lo general, el método consiste en sustraer uno o varios elementos clave que individualizan a la víctima, tales como la licencia de conducir o el número de cédula. Luego utilizan los datos para hacerse pasar por ella y abrir cuentas de crédito. Simultáneamente desvían el consiguiente papeleo a su propia dirección postal. La idea es gastar lo máximo posible en la mínima cantidad de tiempo, por lo que el damnificado desconoce la situación hasta que las empresas recaudadoras comienzan a exigirle el pago.

¿Cómo consiguen estos individuos sin escrúpulos los datos personales? De manera muy fácil. Primero suelen obtener el tipo de información que generalmente se brinda en las solicitudes de crédito o en las operaciones de telecompra. Algunos estafadores escarban en los cubos de basura en busca de los recibos del banco, del pago de la hipoteca o del crédito. Otros interceptan la correspondencia comercial que llega al buzón. Hay quienes se especializan en el uso de cámaras o binoculares para espiar el número que las personas ingresan en los cajeros automáticos o en los teléfonos públicos. En varios países se puede obtener con facilidad información privada en los tribunales, los archivos públicos o en Internet.

Luego le roban su buen nombre

Además del número de identificación, quizá el impostor precise otros datos, por ejemplo, la fecha de nacimiento, la dirección o el número telefónico. Añadamos tal vez una licencia de conducir falsa con la fotografía del timador, y este ya puede dar el golpe. Sea personalmente o por correo, solicita un crédito inmediato con el nombre de la víctima, pero a menudo da su propio domicilio, con la excusa de que se ha mudado. En su afán por conceder el crédito, los inspectores no siempre comprueban los datos o las direcciones.

Una vez abierta la primera cuenta, el impostor puede utilizarla, junto con otros datos que haya conseguido, para afianzar su credibilidad y aumentar la magnitud del fraude. El delincuente está en camino de enriquecerse, a costa del crédito y la buena reputación del damnificado.

Reparar los daños ocasionados consume tiempo y conlleva problemas y frustraciones. Mari Frank, abogada de California (E.U.A.), sufrió en carne propia tales vicisitudes cuando un estafador contrajo deudas por cerca de 100.000 dólares en su nombre. “Escribí noventa cartas y dediqué quinientas horas a limpiar mi reputación —relata—. Luché por mantener mi crédito y la cordura. [...] La mayoría de las veces no se sabe quién lo hace y nunca se atrapa a los culpables.”

Qué hacer

Hay varias medidas que usted podría tomar si le robaran la identidad. En primer lugar, se recomienda notificar el hecho a la sección de fraudes de las entidades locales de información crediticia. El siguiente paso consiste en firmar una declaración en la que se pide que se pongan en contacto con el titular cada vez que se solicite un nuevo crédito.

A continuación, haga la denuncia policial. No olvide quedarse con una copia del informe, ya que puede necesitarla al dar cuenta de lo ocurrido a los acreedores.

Además, comuníquese con los bancos y empresas emisoras de tarjetas de crédito que lo tengan por cliente. El procedimiento más seguro consiste en que le vuelvan a expedir todas las tarjetas, aunque el ladrón utilice información robada para conseguir otras. Y si este ha saqueado sus cuentas corrientes o de ahorros, tal vez se requiera abrir otras nuevas. Es posible, asimismo, que deba cambiar las tarjetas de los cajeros automáticos y las claves de acceso.

¿Se vislumbra alguna solución?

Las autoridades, las fuerzas del orden y las instituciones crediticias buscan con afán la manera de impedir los robos de identidad. En algunos lugares se han promulgado leyes que los tipifican como delitos graves y que proporcionan mayor protección a los datos personales. Se han propuesto medidas tecnológicas, como dotar a las tarjetas con dispositivos que hacen posible, por ejemplo, su firma de forma indeleble, la lectura digital de las huellas dactilares codificadas, el reconocimiento de la voz o de la impresión de la palma de la mano (para las tarjetas de cajeros automáticos), o el almacenamiento en un chip de datos personales acreditativos, tales como el grupo sanguíneo y las huellas digitales.

Además de estos sofisticados métodos preventivos, hay algunas medidas prácticas que podemos adoptar para protegernos (véase el recuadro “Cómo protegerse del robo de identidad”). La previsión y la planificación cuidadosa le ayudarán a reducir el riesgo de que le roben la identidad.

[Nota]

^ párr. 3 Muchos países otorgan a sus ciudadanos y residentes un número que identifica al portador y que se utiliza a efectos fiscales y de atención médica. En Estados Unidos se le llama número de Seguridad Social, aunque su denominación varía de un país a otro.

[Recuadro de la página 21]

Cómo protegerse del robo de identidad

● No dé a conocer su número de identificación, salvo cuando sea estrictamente necesario.

● A menos que lo precise, no lleve en la cartera o la billetera varias tarjetas de crédito, la cédula de identidad, el certificado de nacimiento ni el pasaporte.

● Antes de arrojarlas a la basura, destruya las solicitudes de crédito que le hayan enviado, así como los estados de cuentas bancarios, las facturas de teléfono, los recibos de las tarjetas y otros comprobantes.

● Oculte con la mano los números que ingrese en los cajeros automáticos o al hacer llamadas de larga distancia con la tarjeta telefónica, pues hay quienes utilizan binoculares o cámaras para espiarlos.

● Cierre con llave el buzón para evitar que le roben la correspondencia.

● Retire los cheques nuevos en el banco, en lugar de que se los envíen por correo.

● Haga una lista (o saque fotocopia) de todos los números de las cuentas de crédito, y guárdela en un lugar seguro.

● Nunca dé el número de la tarjeta de crédito u otros datos personales por teléfono, a menos que tenga una relación comercial de confianza con la empresa y sea usted quien llame.

● Memorice su contraseña. No la escriba en un papel que guarde en la cartera o en la billetera.

● Pida que le envíen regularmente, si es posible, una copia de su historial de crédito.

● Solicite que su nombre desaparezca de las listas de propaganda de las entidades crediticias o de aquellas que tienen acceso a su historial de crédito.

[Ilustración de la página 20]

Algunos ladrones espían los números que sus víctimas ingresan en los teléfonos públicos o los cajeros automáticos

[Ilustración de la página 21]

Hay quienes escarban en la basura en busca de datos personales