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¿Qué futuro le espera al control de armas?

¿Qué futuro le espera al control de armas?

¿Qué futuro le espera al control de armas?

EN LOS últimos años, los gobiernos de todo el mundo han analizado diversas estrategias contra el tráfico ilegal de armas pequeñas. El asunto ha sido tratado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se han preparado informes, se han hecho recomendaciones y se han adoptado resoluciones. No obstante, los críticos señalan que centrarse únicamente en el mercado negro significa dejar sin vigilancia a los mayores negociantes de armas: los gobiernos.

De hecho, no está muy clara la línea que separa la venta de las armas lícitas de las ilícitas, pues muchas de estas últimas se vendieron al principio legalmente. Las que compra el ejército o la policía suelen robarse e introducirse en el mercado negro. Además, no es raro que la reventa tenga lugar sin conocimiento ni autorización del vendedor original. Un artículo de la revista Arms Control Today dice: “Es preciso que los gobiernos nacionales, en particular, no se limiten a apoyar medidas enérgicas contra el tráfico ilegal de armas ligeras, sino que examinen el papel que cada uno de ellos desempeña en el comercio lícito de armamentos”. Aunque muchos confían en que con el tiempo los países repriman con mayor severidad el tráfico ilegal de armas pequeñas, un periodista dijo: “Dado que los cinco miembros permanentes del Consejo [de Seguridad de las Naciones Unidas] son responsables de más del ochenta por ciento del comercio mundial de armas, tal vez no deberíamos esperar demasiado de ellos”.

Lo que hace más difícil controlar el tráfico de armas pequeñas y ligeras es que son relativamente fáciles de producir. Mientras las armas avanzadas —como tanques, aviones y buques— solo se fabrican en una decena de países, las ligeras se manufacturan en más de trescientas empresas de unas cincuenta naciones. Además de engrosar los arsenales nacionales, este enorme sector en expansión multiplica las oportunidades de proveer armas a las milicias, guerrillas y organizaciones criminales.

Temas candentes

Hasta ahora, nos hemos centrado bastante en el uso de armas pequeñas en los países desgarrados por la guerra. Sin embargo, el control de armas es un tema candente en países con cierta estabilidad donde no hay guerras. Los partidarios de aprobar leyes de control estrictas aseguran que cuantas más armas hay, más asesinatos se producen. Afirman que en Estados Unidos, donde el control no es riguroso y las armas abundan, la tasa de homicidios es alta, mientras que en Inglaterra, donde tales leyes son estrictas, es baja. Los opositores de la legislación para el control de armas contraatacan enseguida diciendo que Suiza, aunque permite el fácil acceso a las armas, presenta un bajo índice de homicidios.

Para complicar más la situación, los estudios indican que Estados Unidos posee una tasa de homicidios sin arma de fuego más alta que la tasa total de homicidios de muchos países europeos. Sin embargo, hay países cuyos índices sin arma de fuego superan al índice total estadounidense.

Es común usar —y manipular— las estadísticas para defender una opinión. En lo que respecta al control de armas, se diría que para cada argumento hay una réplica que parece lógica. Las cuestiones son complejas. No obstante, todos los expertos suelen admitir que, aparte de la tenencia de armas, hay muchos factores que influyen en las tasas de homicidios y criminalidad.

La poderosa Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos con frecuencia dice: “No son las armas las que matan, sino las personas”. Desde esta óptica, la pistola es un instrumento concebido para matar; pero no lo hace por sí sola. Alguien tiene que apretar el gatillo, sea intencionadamente o por accidente. Por supuesto, algunos replicarían que las armas facilitan que una persona mate a otra.

Se baten las espadas en rejas de arado

La Biblia señala que para acabar con los asesinatos no basta con desarmar a quienes están resueltos a matar. La criminalidad es un problema social que abarca más que la tenencia de armas. La solución verdadera implica cambiar la actitud y disposición de la gente. El profeta Isaías escribió por inspiración: “[Dios] ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Isaías 2:4).

Esas palabras no son irrealizables, como algunos tal vez piensen. Vemos el cumplimiento de la profecía de Isaías hoy día en los cristianos verdaderos de todo el mundo. La simbólica conversión de armas en instrumentos de paz refleja su profundo deseo de agradar a Dios y de vivir en paz con el prójimo. Bajo el Reino de Dios, todos los habitantes de la Tierra llegarán a vivir en completa paz y seguridad (Miqueas 4:3, 4). Las armas de fuego no matarán a la gente. Nadie matará a su semejante. Los instrumentos de muerte ya no existirán.

[Ilustraciones de la página 10]

‘Batirán sus espadas en rejas de arado’