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¿Nos estamos quedando sin agua?

¿Nos estamos quedando sin agua?

¿Nos estamos quedando sin agua?

“Para la supervivencia, el bienestar y el desarrollo socioeconómico de toda la humanidad es un requisito fundamental tener garantizado el acceso a un suministro suficiente de agua potable. Sin embargo, continuamos actuando como si el agua dulce fuera un recurso abundante e inagotable, cuando no lo es.”—Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas.

DESDE hace mil años, todos los jueves al mediodía se reúne en la ciudad de Valencia (España) un tribunal singular. Su cometido es resolver las disputas que surgen sobre el agua.

Los labradores de la fértil huerta valenciana dependen del riego, que exige gran cantidad de agua, recurso siempre escaso en dicha región. Cuando opinan que la distribución del valioso líquido es injusta, pueden apelar al Tribunal de las Aguas. Este tipo de disputas no son nuevas, pero en pocos lugares se resuelven de manera tan equitativa como en Valencia.

Hace cuatro mil años, varios pastores se enzarzaron en una discusión sobre el uso de un pozo cerca de Beer-seba, en Israel (Génesis 21:25). Desde entonces han ido empeorando los problemas del agua en Oriente Medio. Al menos dos dirigentes destacados de la zona han dicho que este sería el detonante que podría llevarles a declarar la guerra a un país vecino.

El líquido elemento siempre ha sido la manzana de la discordia en los países semiáridos, por la sencilla razón de que es esencial para la vida. “El agua dulce es preciosa, ya que no podemos vivir sin ella. Resulta irremplazable, dado que no tiene sucedáneos. Y es un recurso delicado, pues la actividad humana tiene un profundo impacto en la cantidad y calidad del agua dulce disponible”, señaló Kofi Annan.

Hoy día, la cantidad y calidad del agua dulce de nuestro planeta se ven amenazadas como nunca antes. Así pues, no debemos dejarnos llevar por la aparente abundancia de agua que existe en algunas regiones afortunadas del mundo.

Las reservas menguan

“Una de las grandes contradicciones [de] la naturaleza humana [es] que únicamente valoramos las cosas una vez que se vuelven escasas —dice la secretaria general adjunta de las Naciones Unidas Elizabeth Dowdeswell—. [...] Apreciamos el valor del agua cuando el pozo se ha secado. Y los pozos no sólo están secándose en las regiones tradicionales con tendencia a las sequías, sino también en zonas que no asociamos tradicionalmente con escaseces de agua.”

Quienes lidian a diario con la falta de agua lo entienden a la perfección. Asokan, oficinista de Madrás (India), se levanta todos los días dos horas antes del amanecer, toma cinco baldes y camina cinco minutos hasta el grifo público. Ha de ponerse en fila temprano, pues solo se suministra agua de cuatro a seis de la mañana. La cantidad que recoja tendrá que bastarle para todo el día. Muchos hindúes y otros 1.000 millones de habitantes del globo no son tan afortunados, ya que no disponen de grifos, ríos o pozos cerca de su casa.

Abdullah, un chico de la región africana del Sáhel, es uno de ellos. La señal de carretera que anuncia su aldea la califica de oasis, pero hace tiempo que desapareció el agua, y apenas quedan árboles. La tarea de Abdullah consiste en extraer la que su familia necesita de un pozo situado a un kilómetro de distancia.

En algunas zonas del mundo, la demanda de agua potable sobrepasa ya a las reservas existentes. La razón es obvia: buena parte de la humanidad vive en regiones áridas o semiáridas donde falta el preciado líquido desde hace mucho (véase el mapa de la pág. 3). Según el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, un tercio de la población mundial vive en zonas que sufren una escasez hídrica entre moderada y severa. Además, el incremento en la demanda ha superado en más del doble a la tasa de crecimiento demográfico.

Por otro lado, el abastecimiento de agua es prácticamente estable. Tal vez se alivie provisionalmente la situación excavando pozos más profundos y localizando nuevas reservas, pero, en esencia, la cantidad de lluvia que cae sobre la Tierra y el agua almacenada en los acuíferos se mantienen invariables. De ahí que los meteorólogos estimen que dentro de veinticinco años cada habitante del planeta verá reducida a la mitad la cantidad de litros de que dispone en la actualidad.

El efecto en la salud y la alimentación

¿Cómo afecta a las personas la escasez de agua? En primer lugar, perjudica su salud. No es que mueran de sed, sino que la poca calidad del agua que usan para beber y cocinar las enferma. Elizabeth Dowdeswell indica que “alrededor del 80% de todas las enfermedades y más de una tercera parte de todas las muertes en los países en desarrollo son causadas por aguas contaminadas”. En las naciones semiáridas en vías de desarrollo, los abastecimientos de agua suelen contaminarse con heces humanas y animales, pesticidas, fertilizantes y residuos industriales. Las familias pobres quizás no tengan otra opción que utilizar esa agua llena de impurezas.

Tal como nuestro cuerpo necesita agua para eliminar los desechos, un saneamiento adecuado también precisa de agua en abundancia, recurso al que gran parte de la humanidad no tiene acceso. El número de personas afectadas por la falta de instalaciones sanitarias apropiadas —prácticamente un asunto de vida o muerte— aumentó de 2.600 millones en 1990 a 2.900 millones en 1997, lo que representa cerca de la mitad de la población del planeta. En una declaración conjunta, Carol Bellamy y Nitin Desai, representantes de las Naciones Unidas, advirtieron: “Cuando los niños carecen de agua potable y servicios sanitarios, se pone en peligro casi todo aspecto de su salud y desarrollo”.

La producción alimentaria depende del agua. Aunque la lluvia riega muchos cultivos, en fechas recientes los sistemas de irrigación desempeñaron un papel decisivo en suministrar alimentos a la creciente población mundial. Hoy por hoy, el 36% de las cosechas del mundo dependen de tales sistemas. Sin embargo, la mayor extensión de tierras de regadío se alcanzó hace unos veinte años y, desde entonces, ha ido reduciéndose.

Tal vez nos cueste creer que se esté acabando el agua limpia si esta mana en abundancia de los grifos de nuestro hogar y si disponemos de un higiénico inodoro dotado de cisterna. Pero debemos recordar que solo el 20% de la humanidad disfruta de tales lujos. En África, muchas mujeres —que dedican seis horas al día a obtener agua (no pocas veces contaminada)— comprenden mucho mejor la dura realidad: el agua limpia y potable es escasa y escaseará cada vez más.

¿Resolverá el problema la tecnología? ¿Se explotarán los recursos hídricos con mayor eficacia? ¿Adónde ha ido a parar el agua? Los siguientes artículos tratarán de responder a estas preguntas.

[Ilustración y recuadro de la página 4]

LOCALIZACIÓN DEL AGUA DULCE

Alrededor del 97% del agua del planeta es salada, por lo que resulta inadecuada para el consumo humano, la agricultura y la industria.

La mayor parte del apenas 3% del agua dulce que existe no resulta fácilmente accesible, como muestra la ilustración.

[Ilustración]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Hielo y nieve perpetuos 68,7%

Aguas subterráneas 30,1%

Permafrost y hielo subterráneo 0,9%

Lagos, ríos y pantanos 0,3%

[Recuadro de la página 5]

LA CRISIS DEL AGUA

CONTAMINACIÓN En Polonia, solo un 5% del agua fluvial es potable, y un 75% está tan contaminada que ni siquiera es apta para uso industrial.

ABASTECIMIENTOS URBANOS En Ciudad de México, la segunda metrópoli más grande del mundo, el 80% del suministro proviene de su nivel freático, que disminuye inexorablemente, pues la extracción supera el reabastecimiento en más de un 50%. Pekín, la capital de China, sufre un problema similar: su acuífero desciende más de un metro al año, y una tercera parte de sus pozos se han secado.

RIEGO La merma del inmenso acuífero Ogallala de Estados Unidos ha sido tal, que se ha perdido una tercera parte de las tierras de regadío del noroeste de Texas. Tanto China como la India, que ocupan el segundo y tercer puesto, respectivamente, entre los mayores productores de alimentos, se enfrentan a una crisis semejante. En el estado meridional de Tamil Nadu (India), el riego ha hecho descender el nivel freático más de 23 metros en una década.

RÍOS QUE DESAPARECEN Durante la estación seca, las aguas del caudaloso Ganges no llegan al mar, pues son desviadas a lo largo de su curso. Y lo mismo ocurre con el río Colorado en Norteamérica.

[Mapa de la página 3]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

LA ESCASEZ DE AGUA EN EL MUNDO

Regiones afectadas