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El fin del trastorno

El fin del trastorno

El fin del trastorno

QUIZÁ el lector sea un veterano de guerra y tenga pesadillas y reviviscencias que le den la sensación de que todavía no ha acabado el conflicto. O quizá sea la víctima de un acto de violencia despiadada, como una violación, y sienta que parte de usted murió en la horrorosa experiencia. O quizá haya perdido a un ser querido en un desastre natural o un accidente, y la vida sin él sea sumamente difícil.

¿Ha pensado si algún día terminará su sufrimiento? Le garantizamos que sí. Entre tanto, las personas afligidas pueden hallar consuelo en la Palabra de Dios, la Biblia.

Apoyo para soportar el trauma

Hace casi dos mil años, el apóstol Pablo vivió situaciones aterradoras que atentaron contra su integridad física, algunas de las cuales aparecen en la Biblia. “No deseamos que estén en ignorancia [...] —escribió él— acerca de la tribulación que nos sucedió en el distrito de Asia, que estuvimos bajo extremada presión más allá de nuestras fuerzas, de modo que nos sentimos muy inseguros hasta de nuestra vida. De hecho, sentimos en nosotros mismos que habíamos recibido la sentencia de muerte.” (2 Corintios 1:8, 9.)

Aunque no se sabe con certeza qué le ocurrió en tal ocasión, de seguro fue algo traumático (2 Corintios 11:23-27). ¿Cómo lo sobrellevó?

Al reflexionar sobre lo sucedido en Asia, escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación, para que nosotros podamos consolar a los que se hallan en cualquier clase de tribulación mediante el consuelo con que nosotros mismos estamos siendo consolados por Dios” (2 Corintios 1:3, 4).

Efectivamente, la ayuda proviene del “Padre de tiernas misericordias y [...] Dios de todo consuelo”. ¿Cómo obtener dicho consuelo?

Cómo recibir ayuda

En primer lugar, solicítela. Si se siente turbado, recuerde que otras personas han tenido vivencias parecidas. Quienes han superado los mencionados sentimientos suelen ayudar con gusto. Como el apóstol Pablo, muchos opinan que el consuelo que recibieron de Dios en sus pruebas tienen que impartirlo “a los que se hallan en cualquier clase de tribulación”. Así que, no dude en abordar a un testigo de Jehová con quien tenga confianza y pídale asistencia para obtener ayuda de Jehová, “el Dios de todo consuelo”.

Persevere en la oración. Si le cuesta orar porque siente ira, pídale a alguien cualificado en sentido espiritual que ore con usted (Santiago 5:14-16). Cuando se dirija a Jehová Dios, recuerde ‘echar sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por usted’ (1 Pedro 5:7). Las Escrituras recalcan muchas veces el interés que Dios tiene por cada uno de sus siervos.

Es muy posible que el escritor del Salmo 94 viviera una experiencia traumática, pues escribió: “Si no hubiera sido porque Jehová me dio auxilio, en poco tiempo mi alma habría residido en el silencio. Cuando dije: ‘Mi pie ciertamente se moverá con inseguridad’, tu propia bondad amorosa, oh Jehová, siguió sustentándome. Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma” (Salmo 94:17-19).

Hay quien se siente particularmente perturbado por “pensamientos inquietantes”, los cuales en ocasiones dan origen a ataques de ansiedad o de furia. Si ese es su caso, la oración sincera puede ‘sustentarlo’ hasta que se le pasen. Vea a Jehová como un padre afectuoso y considérese un niño pequeño a quien él protege con amor. Recuerde la promesa bíblica de que “la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).

La recuperación de la salud física, mental o espiritual es paulatina; por tanto, no sería realista esperar que la oración concediera paz instantánea a quienes sufren traumas graves. No obstante, es vital persistir en la oración, pues ayudará a evitar que las emociones postraumáticas abrumen y desesperen al enfermo.

Lea la Palabra de Dios y medite en ella. Si le cuesta concentrarse, pídale a alguien que lea con usted pasajes animadores de la Biblia. Tal vez sería bueno escoger algunos que destaquen el cariño que Jehová siente por sus siervos fieles, sin importar lo deprimidos o desesperados que estén.

A Jane, mencionada en los artículos anteriores, le sirvió de consuelo la lectura de numerosos pasajes de los Salmos, entre ellos, Salmo 3:1-8; 6:6-8; 9:9, 10; 11:1-7; 18:5, 6; 23:1-6; 27:7-9; 30:11, 12; 31:12, 19-22; 32:7, 8; 34:18, 19; 36:7-10; 55:5-9, 22; 56:8-11; 63:6-8; 84:8-10 y Sl 130:1-6. No trate de leer muchos a la vez; concédase tiempo para meditar sobre ellos y orar.

Angustia como nunca antes

Lamentablemente, no debería sorprendernos la actual proliferación de violaciones, asesinatos, guerras y actos de violencia gratuita. ¿Por qué? Porque Jesucristo dijo que en nuestros días habría “aumento del desafuero” y que “se enfriar[ía] el amor de la mayor parte” (Mateo 24:7, 12).

En los últimos años el trastorno de estrés postraumático se ha generalizado, en muchos casos, por los mismos sucesos que predijo Jesús. Tal como se recoge en la Biblia en los capítulos 24 de Mateo, Mr 13 de Marcos y Lu 21 de Lucas, Jesús declaró que durante el tiempo del fin de este mundo habría guerras internacionales y desastres naturales, aumentaría el desafuero y disminuiría el amor. Pero también dijo que no estaba lejos la liberación.

Tras mencionar una serie de diferentes sucesos traumáticos y el inicio de la subsiguiente “gran tribulación”, observe lo que, según Jesús, debería hacer la gente: “Levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca” (Mateo 24:21-31; Lucas 21:28). En efecto, las condiciones mundiales seguirán empeorando, pero podemos tener la certeza de que la gran tribulación que le sobrevendrá a este sistema de cosas cruel culminará con el fin de toda la maldad y marcará el comienzo de un nuevo mundo justo (1 Juan 2:17; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).

No debería extrañarnos que nuestra liberación no llegue hasta que la maldad y la violencia hayan alcanzado sus cotas más altas, ya que los castigos divinos impuestos en el pasado al mundo de los días de Noé y a los malvados habitantes de Sodoma y Gomorra siguieron la misma pauta. De modo que tal actuación divina es un indicador de lo que sucederá en el futuro (2 Pedro 2:5, 6).

El fin del trastorno de estrés postraumático

Si sufre dicho trastorno, tal vez se pregunte si cesarán algún día sus dolorosos recuerdos. Por increíble que parezca, la respuesta es afirmativa. En Isaías 65:17, Jehová Dios declara: “Voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón”. Aunque las cicatrices psicológicas de traumas pasados den la impresión de ser indelebles, este versículo nos asegura que en el futuro desaparecerá su poder atormentador.

Hoy, a más de un año del intento de violación, Jane es precursora (evangelizadora de tiempo completo de los testigos de Jehová). “No volví a ser yo misma hasta que terminó el juicio y mi agresor fue declarado culpable, más de ocho meses después del incidente —dijo hace poco—. El año pasado por estas fechas no hubiera imaginado la paz y felicidad que experimento. Le agradezco a Jehová la bella esperanza de vida eterna y la oportunidad de expresarla al prójimo.” (Salmo 27:14.)

Esta esperanza también puede sustentarlo a usted si está luchando contra la desesperación y el turbador embotamiento emocional que caracterizan al trastorno de estrés postraumático.

[Ilustración de la página 8]

La asistencia a las reuniones cristianas le ayudará a recuperarse

[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

La lectura de la Palabra de Dios y la oración lo sustentarán

[Ilustración de la página 10]

Los traumas pronto quedarán en el olvido