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De visita en la ciudad del oro negro

De visita en la ciudad del oro negro

De visita en la ciudad del oro negro

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN BRASIL

USTED tal vez nunca haya oído hablar de la ciudad brasileña de Ouro Preto, pero en el siglo XVIII su población superaba tres veces la de la ciudad de Nueva York, y sus rentas públicas aportaron en su día los fondos necesarios para reconstruir Lisboa (Portugal), que había sido devastada por un terremoto. En 1980, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura añadió la ciudad de Ouro Preto a su Lista del Patrimonio Mundial, que ya abarca casi setecientos sitios de excepcional valor cultural y natural. ¿Por qué se otorgó dicho reconocimiento a Ouro Preto? Analicemos la historia de esta singular ciudad.

Un trago dorado

Durante la primera mitad del siglo XVII, multitudes de expedicionarios portugueses, llamados bandeirantes, exploraron el Brasil en busca de nuevas tierras, esclavos indígenas y oro. Una de esas expediciones avanzó hacia el interior hasta llegar al monte Itacolumi. Allí, Duarte Lopes se acercó a un arroyo para saciar su sed. Sacó agua con su vasija de madera y bebió un poco. Entonces vio en la vasija unas piedrecitas negras.

Lopes le vendió las piedras a un amigo, quien, sospechando que tendrían cierto valor, se las envió al gobernador de Río de Janeiro. El gobernador las examinó y se encontró con oro de suprema calidad cubierto por una delgada capa negra de óxido de hierro. Pero ¿de dónde provenían? En cuanto Lopes mencionó Itacolumi, se emprendió la búsqueda del sitio. En 1698, el bandeirante Antônio Dias de Oliveira encontró la montaña de la que procedía el oro. En un abrir y cerrar de ojos, una estampida de buscadores de oro se agolpó cerca del yacimiento, en un campamento que después se llamaría Vila Rica y que en poco tiempo alcanzó los 80.000 habitantes. Con el paso de los años, Vila Rica se convirtió en la capital de Minas Gerais y recibió el nombre de Ouro Preto, que significa “oro negro”.

El oro negro se tiñe de rojo

Entre 1700 y 1820, los mineros extrajeron 1.200 toneladas de oro, que representaba el 80% de la producción mundial de aquel tiempo. ¿Adónde iba a parar todo aquel oro? En cuanto se extraía de las minas, se fundía en lingotes en la Casa dos Contos, o casa de la moneda, después de lo cual una quinta parte de la producción —el impuesto o tributo— engrosaba las arcas de la casa real portuguesa.

Los colonos se oponían al pago de tal tributo. Uno de ellos, Felipe dos Santos, encabezó a mineros, militares y religiosos en un levantamiento contra la corona de Portugal. Pero los portugueses contraatacaron: en 1720 colgaron a Dos Santos e hicieron que unos caballos arrastraran su cadáver por las calles. Los trabajadores regresaron a las minas, y los impuestos siguieron aumentando.

No obstante, aquellas medidas solo contuvieron temporalmente la rebelión. Más tarde en ese mismo siglo apareció en la escena Joaquim da Silva Xavier, apodado Tiradentes (“sacamuelas”), en alusión a una de sus profesiones. Era parte de un grupo de poetas, juristas y militares de Ouro Preto que solían reunirse en la casa de un sacerdote de apellido Toledo. Al principio, las conversaciones consistían sobre todo en bromas filosóficas, pero luego giraron en torno a la política de su tiempo. Más tarde, las charlas adquirieron un carácter de rebelión cuando el grupo comentaba en secreto las opresivas exigencias de la corona de Portugal. La reina, doña María I, había advertido que los rebeldes serían decapitados. Con todo, en 1788, Tiradentes, para entonces alférez del ejército, encabezó la Inconfidência Mineira, es decir, la insurrección del estado de Minas Gerais.

Un espía reveló los nombres de los conspiradores, que fueron detenidos uno a uno y desterrados a África de por vida. Tiradentes languideció en una húmeda prisión de Río de Janeiro hasta su ahorcamiento y decapitación el 21 de abril de 1792. Su cabeza se exhibió sobre un poste en la plaza de Ouro Preto, y las extremidades de su cuerpo descuartizado se ataron a estacas en diferentes caminos. Esto desanimó por algún tiempo a los rebeldes en potencia. Sin embargo, tres décadas después, en 1822, Brasil obtuvo su independencia de Portugal.

Tesoros de arte, historia y religión

Con el tiempo, Ouro Preto perdió importancia debido a que se agotó el oro, pero aún conserva artefactos y otros objetos que recuerdan su historia. Algunos de ellos pueden verse en el Museo de la Inconfidencia, ubicado en la plaza Tiradentes. El edificio fue palacio municipal y prisión, pero ahora mantiene vivas las memorias del arte, la historia y las tragedias de la ciudad.

Entre lo expuesto al público figura la sentencia de muerte de Tiradentes, dictada por doña María I, así como trozos de la horca empleada en la ejecución. Debajo de losas rectangulares, ordenadas en fila como si fuesen camas de un dormitorio, se hallan sepultados los restos de algunos compañeros de insurrección de Tiradentes. En otro piso, las habitaciones conservan mobiliario antiguo de las épocas colonial e imperial.

El paraíso de las gemas

Un paseo por la parte alta de la plaza Tiradentes conduce a otro arcón de tesoros: el Palacio del Gobernador, donde residieron tanto gobernadores como emperadores y presidentes. Actualmente alberga la Escuela de Minas, que imparte cursos avanzados de ingeniería de minas, geología y metalurgia. El museo de la escuela exhibe una majestuosa colección de 20.000 muestras de 3.000 tipos de minerales, gemas, cristales y, por supuesto, ouro prêto, es decir, oro negro.

Actualmente, el oro ya no constituye uno de los recursos principales de la localidad. No obstante, la región continúa produciendo aguamarinas y esmeraldas, así como topacios imperiales, de color amarillo. Hace unos cincuenta años, solo un puñado de expertos conocía el arte de tallar piedras preciosas. Hoy, en cambio, los buscadores de gemas y las joyerías se apiñan en torno a la plaza Tiradentes. Los encargados de las tiendas no solo le darán al visitante una lección sobre cómo distinguir las piedras preciosas, sino que también le presentarán a los talladores y pulidores que trabajan en la trastienda, quienes, a su vez, le mostrarán gustosos cómo se cortan las gemas. Este gesto de hospitalidad refleja el orgullo que sienten los lugareños de vivir en una ciudad con tan fascinante historia.

Si piensa visitar Brasil, no olvide incluir en sus planes un paseo por la fotogénica ciudad de Ouro Preto.

[Mapa de la página 22]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Ouro Preto

[Reconocimiento]

Mapa: Mountain High Maps® Copyright © 1997 Digital Wisdom, Inc.

[Ilustración de las páginas 22 y 23]

Al retirar el óxido de hierro, las piedras negras se convierten en pepitas de oro

[Ilustración de la página 23]

Ouro Preto, con el monte Itacolumi en la distancia

[Ilustración de la página 24]

El Museo de la Inconfidencia, en la plaza Tiradentes

[Ilustración de la página 24]

Aguamarina, topacio imperial de color amarillo y esmeralda

[Reconocimiento]

Gemas: Brasil Gemas (Ouro Preto, MG)