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El maravilloso huevo de avestruz

El maravilloso huevo de avestruz

El maravilloso huevo de avestruz

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN SUDÁFRICA

INMÓVIL en la incubadora, el huevo de avestruz no revela nada de lo que ocurre en su interior ni del impresionante espectáculo que está por comenzar. Pero en la granja de avestruces tendremos la oportunidad de presenciar, desde la puesta del huevo, el maravilloso desarrollo de un avestruz.

Los huevos mimados

Mamá avestruz pone sus huevos de color blanco marfil —de casi un kilo y medio— en un rudimentario nido en la arena, * y los trabajadores de la granja los transfieren diariamente a las incubadoras, su nuevo hogar durante unas seis semanas.

La incubación es un período de mimos para los huevos. Se les mantiene calientes y cómodos a unos 37 °C, la temperatura ideal para su desarrollo. A fin de evitar que la yema o el embrión se asienten en el fondo y se adhieran a la membrana de la cáscara, el avicultor coloca los huevos en bandejas especiales que los rotan automáticamente, o bien se encarga de que esto se haga a mano todos los días. Se trata de imitar con ello la manera en que los avestruces de la meseta africana invierten la posición de sus huevos con cierta frecuencia en el suelo arenoso que les sirve de nido.

Una mirada al interior

¿Cómo podemos enterarnos de lo que ocurre dentro del huevo? El avicultor toma uno con cuidado y lo coloca sobre el agujero del ovoscopio —una caja con una brillante lámpara en su interior— para mirar al trasluz y tener así una vaga idea de los espectaculares sucesos que tienen lugar en el huevo. Los huevos se examinan periódicamente para comprobar el progreso de la vida que albergan. Si después de unas cuantas revisiones el centro sigue viéndose líquido, queda patente que el huevo es infértil y ya no se devuelve a la incubadora.

Es maravilloso el crecimiento que se produce dentro del cascarón —de textura similar a la porcelana— durante los treinta y nueve días que el huevo permanece en la incubadora. Al mismo tiempo se forma una cámara de aire que al final ocupará cerca de la tercera parte del espacio interno disponible. * El polluelo acaba muy apretado, de modo que se acomoda para su inminente liberación. Pero antes debe ocurrir un proceso crucial: el saco vitelino ha de contraerse y entrar a su diminuto abdomen por el cordón umbilical y el ombligo. Este paso es esencial, ya que el saco vitelino contiene los nutrientes y la energía que la cría necesitará en breve, cuando haga su aparición en el mundo exterior.

Se libera de la cáscara

Por fin llega el gran día, y aquí estamos para ver la eclosión. Lo primero que debe hacer el pollito es romper la membrana que lo separa de la cámara de aire antes de llegar a la cáscara propiamente dicha. A diferencia de otras aves que para salir de la cáscara cuentan con una protuberancia especial llamada diamante, los avestruces poseen un recubrimiento que refuerza la punta de su blando pico. Sosteniendo el pico contra la pared interior del huevo, el pollo presiona la membrana de la bolsa de aire con la parte posterior del cuello. Después de mucho presionar y restregar, la membrana se rompe, lo que permite al polluelo ocupar todo el espacio interior (véase el diagrama A).

Por fin los pulmoncitos de la cría toman su primera bocanada de aire y empiezan a funcionar. Sin embargo, tanto esfuerzo ha agotado el aire disponible, situación insoportable en el estrecho espacio del que dispone el pollo dentro del huevo. Por tanto, no puede darse por vencido ahora, sino que debe seguir luchando hasta romper la cáscara. Con todas sus fuerzas, lanza una y otra vez la cabeza hacia el frente, golpeando con la punta del pico la pared interior. De repente, el exhausto pollito distingue una luz tenue cuando se abre una pequeña grieta, y con ella, entra aire verdaderamente fresco (véase el diagrama B).

Después de un descanso bien merecido, recupera suficientes fuerzas para continuar rompiendo la cuarteada cáscara, valiéndose de la pata derecha y del pequeño pico. Luego, cual un diminuto Goliat, lanza los fragmentos del cascarón a un lado e intenta incorporarse, parpadeando ante el mundo exterior con toda la dignidad y el aplomo que un tembloroso pollo de avestruz recién nacido puede tener (véase el diagrama C).

¿Por qué el avicultor no le ayuda un poco a salir del cascarón? Por el propio bien del polluelo. Hay que dar tiempo para que la yema se absorba por el ombligo, que entonces se contrae y cierra. Una ayuda equivocada que intente acelerar el proceso puede lastimar a la frágil criaturita o exponerla a una grave infección.

Pero volviendo al tema, los pequeñines de la granja ya han salido del cascarón. Para los presentes, ver a las crías de avestruz aparecer exhaustas pero victoriosas entre el montón de cascarones rotos es un espectáculo emocionante.

Con los padres adoptivos

Después de un rato, el plumaje aterciopelado de los polluelos se seca con el aire caliente de la incubadora, y quedan irresistiblemente suaves y esponjosos. Luego son llevados a un pequeño corral para que les dé el sol y, al parecer, ¡les encanta! Por fin pueden hacer lo que tanto han anhelado: ejercitar sus temblorosas patitas.

Al siguiente día llega un momento crucial para los suaves polluelos: conocerán a sus padres adoptivos, unos avestruces adultos que los cuidarán durante los siguientes tres meses. Hasta ahora, las crías no tenían hambre porque los sostenían los nutrientes de la yema del huevo. Sin embargo, unos días después de la eclosión comienzan a sentir un poco de apetito. Pero ¿qué pueden comer? Para nuestra sorpresa, se comen el excremento fresco de sus padres. El avicultor nos explica que esto puede fortalecer su inmaduro sistema inmunitario.

Mire cómo los pequeños intentan desesperadamente seguir el ritmo de las gigantescas zancadas de sus tutores. No hay duda del esfuerzo que representa para ellos. Pero los pollos de avestruz crecen increíblemente rápido: 30 centímetros por mes. Así que, aunque parezca mentira, en un solo mes son capaces de alcanzar a los adultos, de mucho mayor tamaño.

A la edad de seis meses, los jóvenes avestruces han alcanzado su pleno desarrollo y una estatura de casi dos metros y medio. Es difícil creer que, solo unos siete meses atrás, estas desgarbadas criaturas —todo cuello y patas— fueran unos simples huevos inmóviles en la incubadora de una granja de avestruces.

[Notas]

^ párr. 5 Si desea más información sobre el avestruz, consulte el artículo “El avestruz: la veloz y fascinante ave no voladora”, en ¡Despertad! del 22 de julio de 1999, págs. 16-18.

^ párr. 9 El huevo de avestruz “tiene multitud de poros que permiten el paso de los gases al interior. Debido a la evaporación que ocurre después de la puesta, se forma en el extremo ancho del huevo una cámara de aire entre las dos membranas del cascarón” (Ostrich Farming in the Little Karoo [Granjas de avestruces en el Pequeño Karoo]).

[Ilustración de la página 23]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

LA ECLOSIÓN

A

B

C

[Reconocimiento]

Procedencia de los dibujos: Dr. D. C. Deeming

[Ilustración de la página 23]

El gran día: las crías rompen el cascarón

[Reconocimiento de la página 25]

John Dominis/Index Stock Photography