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Un excepcional santuario de la fauna y flora mediterránea

Un excepcional santuario de la fauna y flora mediterránea

Un excepcional santuario de la fauna y flora mediterránea

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ESPAÑA

LOS países de la cuenca mediterránea llevan miles de años talando sus bosques, agotando sus pastizales y cazando algunos animales salvajes hasta casi extinguirlos, por lo que conservan pocos espacios naturales vírgenes. En un rincón de España, sin embargo, varias circunstancias han posibilitado que una pequeña zona haya permanecido prácticamente intacta. Su nombre es Monfragüe, que significa “monte fragoso”.

Ahora bien, el hábitat de esta región no se ha preservado solo gracias a su remota ubicación. Por fortuna, el tipo de ganadería que se practica en las zonas circundantes ha contribuido de forma decisiva a la conservación de un área de bosque autóctono. Esta constituye una valiosa reliquia de las enormes extensiones que antaño cubrían los montes mediterráneos y que eran conocidas como dehesas, o “pastizales arbolados”.

Ganadería ecológica

Hace siglos, los ganaderos de Extremadura (región española donde se encuentra Monfragüe) descubrieron que los alcornoques y las encinas que poblaban sus bosques ofrecían sombra y sustento indispensables para sus rebaños. * Así que en vez de talarlos todos con objeto de obtener pastos, conservaron muchos de ellos y crearon amplias zonas arboladas. Además, los podaron para que sus copas se ensancharan. Estos imponentes árboles sombreaban los lozanos pastos y suministraban, con sus abundantes bellotas, alimento nutritivo para el ganado bovino y porcino. Gracias a que esta dehesa conservó gran parte del bosque original, un importante número de aves y mamíferos autóctonos lograron sobrevivir.

Los ríos Tajo y Tiétar, que unen sus fuerzas bajo el pico de Monfragüe, cruzan la dehesa esculpiendo a su paso estrechas gargantas. En 1979, la agreste comarca que bañan estos dos ríos y que conservaba el bosque mediterráneo original como ninguna otra, fue declarada parque natural. Tal decisión se debió a que Monfragüe está considerado uno de los reductos del ecosistema mediterráneo mejor preservados.

Aves de la Biblia

Aunque la extensión del parque es relativamente pequeña, este da cobijo a la gineta, el ciervo, el jabalí y el esquivo lince ibérico, uno de los mamíferos europeos más amenazados. Sin embargo, en vista de que la mayoría de los mamíferos que habitan la zona son de hábitos nocturnos, es mucho más probable que lo que el visitante contemple durante el día sean las impresionantes aves de rapiña que allí abundan. Gran parte de estas rapaces mediterráneas también son comunes en las tierras bíblicas.

A mediados del siglo XIX, el naturalista H. B. Tristram observó buitres leonados volando en círculo en casi todos los lugares de Palestina que visitó. Lo mismo puede decirse de Monfragüe, donde 400 parejas de estas aves anidan en las elevadas paredes rocosas que flanquean el Tajo y el Tiétar. Al final del día, decenas de buitres sobrevuelan en círculo la comunidad de nidos, decorando así el cielo del atardecer con sus enormes siluetas. *

La cigüeña, que en muchas partes de Europa construye sus nidos en edificios antiguos, anida todavía en los árboles de la comarca de Monfragüe, donde sigue viviendo y reproduciéndose (Salmo 104:17). Compartiendo las mismas corrientes térmicas de aire que la cigüeña, encontramos el águila imperial y el águila real, que planean con paciencia ‘mirando lejos en la distancia’ en su incansable búsqueda de presas (Job 39:27-29).

Más ágil y abundante que el águila es el milano real, cuya población aumenta durante los meses de verano. El milano negro, con una vista penetrante, no cesa de patrullar los ríos del parque siempre a la busca de algún pez (Job 28:7).

Otras aves de presa, como el búho real y la lechuza común, emprenden el vuelo al anochecer. El búho anida en los riscos aislados de Monfragüe, un entorno similar a las ruinas desoladas de la antigua Babilonia, donde el profeta Isaías predijo que tendría su hogar (Isaías 13:21).

Conservación y recuperación del parque

Las flores silvestres confieren al parque una nota de color, sobre todo en primavera. Casi todas las laderas que carecen de árboles se hallan cubiertas de matorrales de jaras con delicadas flores blancas y matas de lavanda con florecillas violetas. Y al acercarse el verano, las omnipresentes amapolas salpican de rojo los verdes pastos.

La mayor preocupación de las autoridades del parque es conservar este valioso hábitat. Con ese fin, están sustituyendo afanosamente con especies de árboles autóctonos los pinos y los eucaliptos que se habían introducido pero que no han beneficiado al ecosistema. Asimismo, cooperan con los ganaderos del lugar para proteger las dehesas de los alrededores y los animan a replantar árboles cuando sea necesario. Con estas medidas se espera garantizar la supervivencia de este excepcional santuario de la fauna y flora mediterránea.

[Notas]

^ párr. 6 En España, el alcornoque y la encina son las principales variedades perennes del género Quercus. En la Palestina de tiempos bíblicos también abundaban variedades similares.

^ párr. 10 El buitre leonado, con una envergadura de hasta casi tres metros, es una de las mayores aves de Eurasia.

[Ilustraciones de la página 16 y 17]

De izquierda a derecha: ganado pastando en la dehesa, una gineta y un ciervo

[Ilustración de la página 18]

Buitre negro

[Ilustración de la página 18]

Búho real

[Ilustración de la página 18]

Águila real

[Reconocimiento]

Fotos: cortesía de GREFA