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Una globalización que nos beneficiará

Una globalización que nos beneficiará

Una globalización que nos beneficiará

“Para que la globalización sea positiva, ha de serlo para pobres y ricos por igual. Tiene que aportar el mismo grado de derechos que de riquezas. Tiene que suministrar el mismo grado de justicia y equidad social que de prosperidad económica y de buenas comunicaciones.”—KOFI ANNAN, SECRETARIO GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS.

COMO señaló Kofi Annan, una globalización verdaderamente positiva mejoraría la vida de todo habitante de la comunidad global. Pero lo que hemos hecho en los últimos años está muy por debajo de ese ideal. Los derechos humanos y la equidad social se han quedado muy atrás en comparación con el progreso técnico y económico.

El problema principal es que tras la globalización económica está el deseo de obtener ganancias. Cuando lo que se persigue son los beneficios, rara vez se toma en consideración a los pobres y los desfavorecidos ni las necesidades del planeta a largo plazo. “Una economía global sin regular y dominada por empresas que solo se interesan por el dinero carece totalmente de estabilidad [...] y empobrece a la humanidad en todos los sentidos”, afirma el doctor David C. Korten.

¿Podrán los gobiernos del mundo regular la economía global de tal modo que proporcione justicia social? No parece probable. Hasta ahora, a los gobiernos les ha costado solucionar cualquier problema global, sea el crimen global, el calentamiento global o la pobreza global. “Para proteger los intereses mundiales hace falta acción colectiva —explica Annan—, pero en el mundo globalizado de hoy, los mecanismos disponibles para tal acción se encuentran todavía en estado embrionario.”

Para tratar los problemas globales, no basta con disponer de mecanismos globales. La Comisión sobre Gobernanza Global * afirma que el mundo también necesita valores éticos. “Sin una ética global —señala su informe—, las fricciones y tensiones de la vida en la comunidad global se multiplicarán; sin dirección, incluso las instituciones y estrategias mejor diseñadas fracasarán.”

¿Qué clase de ética global recomiendan? “Las personas deben tratar a los demás como ellas mismas desean ser tratadas”, indica el informe. Jesucristo, el mejor líder que el mundo jamás ha conocido, enseñó esta norma de conducta hace unos dos mil años (Mateo 7:12). Pero el principio sigue siendo igual de válido. No hay duda de que una globalización que se basara en dicha norma beneficiaría a todos. Ahora bien, ¿es factible?

Una solución global diferente

La Biblia predice que en un futuro próximo, un gobierno global unirá a la humanidad tomando como base la abnegación más bien que el dinero o la tecnología. Tendrá éxito porque posee la capacidad y los mecanismos necesarios para tomar acción global a favor de toda la humanidad. El propio Jesucristo aludió a este gobierno cuando enseñó a sus seguidores a pedir en oración que ‘viniera el Reino de Dios y se hiciera la voluntad de Dios en la Tierra’ (Mateo 6:10).

El Reino de Dios, un gobierno celestial en manos de Jesucristo, aplicará una nueva ética global, la misma que el propio Jesús enseñó cuando estuvo en la Tierra. El amor a Dios y al prójimo serán los principios rectores (Mateo 22:37-39). Muchas profecías de la Biblia dan una idea de lo que hará este nuevo gobierno. Respecto a su Rey, Jesucristo, la Biblia promete: “Juzgará con justicia a los desvalidos, y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra” (Isaías 11:4, Nueva Versión Internacional [NVI]). Los ricos y los poderosos no explotarán a los desfavorecidos. Jesús “le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre [...]. De la opresión y de la violencia les redimirá el alma” (Salmo 72:13, 14).

Los problemas medioambientales se tratarán con prontitud. En lugar de avanzar la desertización, “se regocijará el desierto y florecerá” (Isaías 35:1, NVI). En lugar de escasez de alimento, “llegará a haber abundancia de grano en la tierra” (Salmo 72:16).

El Reino de Dios une a personas de todo antecedente. “En unidad los pondré, como rebaño en el aprisco”, promete Dios. ‘Les daré el cambio a un lenguaje puro, para que todos ellos me sirvan hombro a hombro.’ (Miqueas 2:12; Sofonías 3:9.) Este “lenguaje puro”, que abarca una serie común de valores morales y religiosos, ya está uniendo hoy día a muchas personas.

Gracias a la posibilidad de viajar por todo el mundo, los testigos de Jehová celebran con regularidad grandes asambleas internacionales que fortalecen los vínculos entre diferentes grupos raciales, nacionales y culturales. Dichas asambleas son prueba palpable de una unidad de corazón y mente, más bien que tecnológica y comercial (véase el recuadro adjunto). Una teóloga española que ha asistido a algunas de tales asambleas escribió lo siguiente: ‘Salí edificada, no solo por las instructivas conferencias bíblicas, sino también por la unidad que existe entre estas personas, sus elevadas normas morales y su magnífica conducta’.

Los testigos de Jehová también se valen de otra ventaja de la globalización para facilitar su predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. La revista ¡Despertad!, por ejemplo, se publica en más de ochenta idiomas gracias a que muchos traductores del mundo entero utilizan sistemas informáticos y correo electrónico. Con la ayuda de tales herramientas, los testigos de Jehová han logrado que su programa de educación bíblica sea verdaderamente global. Es obvio, entonces, que las herramientas de la globalización pueden utilizarse tanto para beneficiar como para perjudicar.

De igual manera, en lugar de crear problemas como ha hecho la globalización humana, un gobierno global instituido por Dios ofrecerá soluciones. Tenemos razones de sobra para confiar en esta administración celestial. Dios promete: “Voy a crear [...] una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas [...;] alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear” (Isaías 65:17, 18). La “nueva tierra” de Dios realmente beneficiará a los habitantes de todo el globo terráqueo.

[Nota]

^ párr. 6 Esta comisión, compuesta de veintiocho líderes mundiales de renombre, preparó en 1995 un informe extenso titulado “Our Global Neighbourhood”, en el que explicaba en términos generales sus propuestas para mejorar la gobernanza del mundo, es decir, la manera de gobernar que busca un desarrollo económico, social e institucional duradero.

[Recuadro de la página 12]

CONECTADOS, PERO DIVIDIDOS

Aunque la tecnología tal vez haya logrado que el mundo sea más pequeño, sigue habiendo divisiones. La televisión, los teléfonos móviles e Internet han servido para conectar a la gente, pero no para unirla. La integración económica y el fin de la rivalidad entre las superpotencias han reducido el número de guerras entre naciones, pero los sangrientos conflictos civiles continúan matando o dejando lisiados a centenares de miles de personas todos los años.

¿Por qué continúan produciéndose esas situaciones? Porque el odio entre grupos étnicos, raciales y religiosos rivales —la causa subyacente de las guerras civiles— no da señales de disminuir. Además, los negocios globales y las organizaciones criminales se aseguran de que haya suficientes armas baratas para mantener bien armados a los bandos enfrentados. La verdadera unidad jamás se podrá forjar por medios electrónicos. Tampoco se conseguirá justicia social con un boom de la bolsa de valores.

En cierto sentido, la globalización económica hasta puede contribuir a la desunión. Cuando a un período de auge económico le sigue una recesión, la gente empobrecida puede convertirse en presa fácil de políticos extremistas que, para lograr sus propios fines, explotan el malestar generado por la precaria economía. ¿Cuál es la solución? “Debe reinventarse la estructura de gobierno en los planos nacional y mundial, con el desarrollo humano y la equidad en su centro”, admite el Informe sobre desarrollo humano 1999. Eso es precisamente lo que hará el Reino de Dios.

[Ilustraciones de la página 13]

El programa global de educación bíblica que llevan a cabo los testigos de Jehová ha contribuido a unir a personas de todo antecedente