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De nuestros lectores

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Mujeres maltratadas No tengo palabras para expresar mi agradecimiento por la serie “Ayuda para la mujer maltratada” (8 de noviembre de 2001). Soy una víctima de la violencia doméstica, y aun cuando logré denunciar lo que me ocurría, estaba convencida de que nadie podía entender el dolor, la angustia y la profunda tristeza que era incapaz de aliviar. Los artículos describen mis sentimientos a la perfección.

N. L., Italia

En cuanto abrí el envoltorio de la revista y vi la portada, no pude contener las lágrimas. La volví a doblar inmediatamente, pues sabía que trataba un tema relacionado con una parte de mi pasado que yo no quería afrontar. Le pedí a Dios las fuerzas para empezar a leer la revista, y me alegro muchísimo de haberlo hecho. La información me ayudó a comprender que no soy la única que ha sufrido este problema. Tan solo leer las palabras “golpear al cónyuge es un grave pecado a los ojos de Dios”, fue como sentir que alguien vertía aceite balsámico en una herida. Gracias por publicar artículos tan consoladores sobre situaciones de la vida real.

D. G. M., Estados Unidos

He pasado por las mismas experiencias que las mujeres mencionadas en los artículos. Me decía a mí misma que todo se debía al alcohol y al ambiente en que se crió mi esposo. Pero aunque esos factores puedan explicar por qué suceden cosas así, me reconfortó comprender que no hay excusa para la violencia. Deseo de todo corazón que mi esposo lea la Biblia y llegue a conocer el amor de Jehová.

S. I., Japón

Este reportaje me impresionó de forma especial, pues soy una mujer maltratada. Me sentí en la piel de Roxana. Saber que hay otras personas que se identifican con lo que siento me ayudó muchísimo. Gracias a los artículos comprendí que no soy yo la culpable de la actitud de mi esposo. También me ayudaron a ver que soy importante para Dios, aunque mi propio cónyuge me considere indigna e inútil. Les agradezco que publiquen información tan valiosa. Es mucho mejor que el oro.

B. L., Filipinas

Ustedes han logrado poner por escrito todo el dolor y la frustración que yo he sido incapaz de expresar. Los artículos me han ayudado a ver que Jehová comprende la angustia mental y emocional que causa esta situación. Por favor, sigan escribiendo artículos sobre el tema, pues otras personas deben conocer y comprender este problema. Estoy segura de que muchas encontrarán en su lectura el mismo consuelo que yo.

K. E., Australia

Me crié con un padre que tenía mal genio, y a menudo me enfado con mi esposo. Algunas veces —en realidad, muchas— he llegado a golpearlo creyendo que no le hacía ningún daño, pues él es más fuerte que yo. Me horroricé al leer en el artículo que golpear al cónyuge es un grave pecado a la vista de Dios. Mi marido es un siervo pacífico de Jehová, por lo que deseo pedirle de todo corazón que me perdone. Le agradezco a Jehová que me haya disciplinado de esta manera.

T. I., Japón

La revista me hizo llorar. Fue como leer mi propia experiencia. Sin embargo, no hace mucho, mi esposo comenzó a hacerme preguntas sobre la Biblia. Ha asistido a algunas reuniones en el Salón del Reino, y ahora estudia la Biblia. Puedo identificarme con el comentario de Lourdes que aparece en la página 11: “A veces creo que es un sueño”.

E. R., Estados Unidos