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¿Debo hacerme la cirugía estética?

¿Debo hacerme la cirugía estética?

Los jóvenes preguntan...

¿Debo hacerme la cirugía estética?

“Antes de operarme la nariz lo pasaba muy mal porque la gente se burlaba de mí. No quería una nariz especial, solo una que me quedara bien. Estoy muy contenta con los resultados, y volvería a operarme si fuera necesario.”—Elena. *

“¿Por qué tengo que dejarme influir por lo que la sociedad considera atractivo? Con un cuerpo alterado quirúrgicamente me sentiría como el dinero falso. No sería yo.”—Matías.

“Cada uno debe tomar su propia decisión. Es muy difícil opinar sobre los demás.”—Manuela.

“SI HAY alguien más guapo que yo, es que lleva maquillaje.” En Alemania, este simpático dicho ha servido de justificación durante mucho tiempo para quienes temen que su apariencia no sea perfecta. Sin embargo, en algunos países, tal expresión podría actualizarse de esta forma: “Si hay alguien más guapo que yo, es que ha pasado por el quirófano”. Sin lugar a dudas, la cirugía estética se está convirtiendo en algo habitual.

“La cirugía estética ya no está solo al alcance de los ricos”, informa el periódico suizo Neue Zürcher Zeitung. Y añade: “Se observan dos tendencias: cada vez hay más hombres que acuden a un cirujano plástico [...], y las mujeres que lo hacen son cada vez más jóvenes”. Según una encuesta llevada a cabo en Alemania, casi el veinte por ciento de los encuestados de entre 14 y 29 años se han sometido a una operación de cirugía estética, piensan hacerlo o al menos se lo han planteado. * Quizás algunos de tus amigos, compañeros de estudios o familiares se hayan puesto en manos de un cirujano.

¿Qué puede decirse de ti? ¿Has pensado alguna vez en mejorar tu apariencia mediante una operación? ¿Crees que tus orejas sobresalen, que tienes unos pechos muy grandes o muy pequeños, mucha barriga, unos muslos gordos o una nariz fea? Si la respuesta es afirmativa, no eres la única persona que se siente así. En un periódico alemán apareció un artículo escrito por unas estudiantes de enseñanza secundaria que decía en parte: “Casi todas las chicas de nuestra edad han tenido rachas en que no se encontraban a gusto con su cuerpo”. Es normal que quieras tener un buen aspecto y gustar a los demás. Pero ¿es el bisturí la solución?

¿Es la solución a tus problemas?

Piensa en los jóvenes que conoces. ¿Te sorprendería saber que muchos de ellos —tal vez incluso los que te parecen atractivos— están descontentos con su aspecto? Pues es muy probable que así sea. Ahora bien, ¿crees que todos deben operarse? ¿O te parece que en la mayoría de los casos sería mucho mejor que aprendieran a valorar lo bueno que tienen? ¿Podría decirse lo mismo también en tu caso?

Como indica el comentario de Elena, la cirugía estética pone fin, en ocasiones, a la burla y el acoso. Sin embargo, estas operaciones no son un curalotodo. No sustituyen en absoluto el que se lleve una vida saludable, la cual contribuye en buena medida a que nos veamos bien. Y aunque un cirujano tal vez sea capaz de cambiar tus rasgos, no puede cambiar tu personalidad, eliminar tus preocupaciones ni aumentar tu amor propio.

Ten presente también que hay clínicas o médicos que hacen promesas imposibles de cumplir. Tal vez te prometan felicidad, cuando lo que de verdad les interesa es tu dinero. Lamentablemente, existen algunos cirujanos sin escrúpulos que aceptan realizar operaciones innecesarias, arriesgadas o con muy pocas posibilidades de éxito, siempre que alguien pague la cuenta.

Debes pensar además en las posibles consecuencias que este tipo de cirugía pudiera traer a largo plazo. Por ejemplo, lo que parece espantoso cuando se tiene 16 años quizá parezca muy diferente cuando se tiene 21. El cirujano plástico Urs Bösch comenta: “Como regla general, no debe practicarse la cirugía estética en los adolescentes, pues su cuerpo está cambiando y también la percepción que tienen de él”. Por si fuera poco, hay más probabilidades de que los jóvenes necesiten sucesivas operaciones correctivas, y eso sin olvidar que cuando el cuerpo crece, las cicatrices también pueden crecer.

Calcula el precio

La Biblia aconseja calcular el precio antes de emprender una obra de envergadura (Lucas 14:28). La mayoría de los jóvenes no se plantean la cirugía estética porque es costosa, incluso sin contar con las revisiones y los retoques que posiblemente hagan falta.

Algunas personas han tenido que pagar, además, con su salud. Según la American Society for Aesthetic Plastic Surgery (Sociedad norteamericana de cirugía estética), esta clase de intervenciones conlleva riesgos tales como inflamación temporal, cicatrices permanentes, pérdida de sensibilidad, incapacidad para amamantar e incluso fuertes hemorragias. Ana, por ejemplo, casi muere mientras se le practicaba una liposucción. Ella se lamenta: “Me han quedado cicatrices horribles y un hundimiento en el vientre”. Un periódico alemán señala respecto a las operaciones de liposucción: “Siguen acumulándose los informes sobre [las] graves complicaciones e incluso muertes” que se están produciendo durante estas intervenciones. Como bien indica el boletín médico Apotheken Umschau, no olvides que “las operaciones de cirugía estética siguen siendo operaciones, con todos sus riesgos”. Por lo tanto, piensa detenidamente en las posibles repercusiones antes de optar por el quirófano, sobre todo si no tienes razones médicas para hacerlo.

También podrías preguntarte: “¿Qué impresión voy a dar? ¿Parecerá que el aspecto físico es mi mayor prioridad? ¿Cómo influirá mi decisión en mis amigos y en mis hermanos menores?”. *

Analiza tus motivos

Por otro lado, debes meditar seriamente en las razones por las que deseas operarte. Puede que no te resulte fácil identificarlas. Quizás te sea útil preguntarte, por ejemplo: “¿Quiero acabar con las constantes burlas que sufro a causa de algún rasgo llamativo de mi cuerpo, o lo hago por vanidad? ¿Deseo cambiar mi aspecto debido a la presión de mis compañeros, la influencia de la publicidad persuasiva o de alguna estrella del espectáculo? ¿Quiero alcanzar el ideal supremo de belleza que promueven hasta la saciedad los medios de comunicación?”.

Algunos jóvenes piensan que si mejoran su apariencia, tendrán más posibilidades de casarse o de conseguir un buen trabajo. Pero, seamos sinceros, ¿son atractivas todas las personas casadas que conoces? ¿Qué puede decirse de todos los que tienen empleo? No, estos logros no dependen únicamente del físico. Además, ¿merece la pena que gastes dinero y arriesgues la salud por un posible cónyuge o patrón al que le importe más tu aspecto que tus cualidades?

Aparte de analizar bien tus motivos, cuéntales a tus padres o a un amigo maduro cómo te sientes. Si crees que alguna parte de tu cuerpo es un verdadero problema, pídeles que te den su opinión sincera. No te fíes de lo que ves en el espejo. Respecto a cómo consideramos nuestros defectos físicos, Natalia dice: “Los tomas más en serio que los demás solo porque te ves con otros ojos”. Unos investigadores de la Universidad de Landau (Alemania) explicaron que en muchos casos se contempla la idea de operarse “no porque determinada parte del cuerpo esté realmente desfigurada, sino porque a la persona en cuestión le parece que lo está”.

No tomes una decisión apresurada; más bien, evalúa detenidamente todos los factores implicados. Trata de ver los resultados de la operación como si fueran irreversibles, pues en todo caso lo más probable es que tengas que vivir con ellos por algún tiempo.

La belleza más importante que hay en ti

La felicidad no depende de tu apariencia. Aunque esta pueda o bien fomentar tu autoestima o bien minarla, lo que de verdad cuenta es tu personalidad y actitud. Después de casi perder la vida, Ana llegó a la siguiente conclusión: “He aprendido que la belleza no tiene nada que ver con el aspecto”.

Aunque la Biblia habla bien de la belleza física, enseña que es menos importante que la belleza espiritual: “El encanto puede ser falso, y la belleza puede ser vana; pero la mujer que teme a Jehová es la que se procura alabanza” (Proverbios 31:30; 1 Samuel 16:7). Tener este punto de vista puede ayudarte a encontrar paz interior a pesar de que te disguste alguna característica de tu cuerpo.

Prescindiendo de lo que decidas, recuerda que, por ahora, el físico perfecto y la felicidad perfecta están sencillamente fuera de nuestro alcance. Todos somos imperfectos de una forma u otra, y tú no puedes cambiar esa realidad (Romanos 3:23). Lo que sí puedes cambiar es la persona que eres en el interior, lo que la Biblia llama “la persona secreta del corazón” (1 Pedro 3:3, 4). Pule tu personalidad cultivando cualidades que sean hermosas a los ojos de Dios. Hacerlo no conlleva riesgos ni gastos, y las recompensas son incalculables.

[Notas]

^ párr. 3 Se han cambiado algunos nombres.

^ párr. 7 El objetivo de la cirugía estética es mejorar el aspecto de determinadas partes sanas del cuerpo. La cirugía reparadora se encarga de reconstruir partes desfiguradas debido a heridas, enfermedades o malformaciones congénitas. Ambos tipos de cirugía se consideran cirugía plástica.

^ párr. 17 Consulta el capítulo “¿Cuánto importa la apariencia?”, del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, editado por los testigos de Jehová.

[Comentario de la página 19]

¿Es determinado rasgo de tu cuerpo de verdad un problema, o debes cambiar el punto de vista que tienes sobre tu persona?