El poder de una sonrisa
El poder de una sonrisa
AUNQUE apenas dura un instante, su recuerdo puede acompañarnos el resto de nuestra vida. Su valor es inmenso, pero nadie es tan pobre que no pueda compartirla o tan rico que no la necesite. ¿De qué estamos hablando? De una sonrisa.
La sonrisa es una contracción de los músculos de la cara en la que los ojos se iluminan y las comisuras de la boca se curvan ligeramente hacia arriba en una expresión de satisfacción. Durante sus primeras semanas de vida, el recién nacido sonríe, lo que llena de alegría a sus orgullosos padres, como es natural. Estas primeras sonrisas se conocen como sonrisas reflejas, o involuntarias. Los expertos explican que este tipo de acto reflejo aparece con frecuencia durante el sueño y, por lo visto, está relacionado con sensaciones internas y la actividad del sistema nervioso central. Incluso ya de adultos, esta sonrisa involuntaria se sigue manifestando después de una comida o mientras escuchamos música.
No obstante, a partir de las seis semanas de vida, el recién nacido ya sonríe en respuesta a un rostro o a una voz. Esta sonrisa voluntaria y consciente, o “sonrisa social”, nos infunde ánimo, seamos recién nacidos o adultos. Incluso se ha comentado que tiene una influencia beneficiosa en nuestra salud. Según Mirtha Manno y Rubén Delauro, logopedas a cargo de la clínica de autoayuda La Risa y la Salud, una simple sonrisa provoca un estímulo eléctrico que actúa sobre la hipófisis. Esta glándula, a su vez, libera en el cerebro endorfinas, sustancias químicas que nos hacen sentir bien.
Otra razón importante por la cual sonreír es el efecto positivo que tiene en otros. Una sonrisa sincera, tanto de saludo como de compasión o de ánimo, transmite sin palabras nuestros sentimientos. De vez en cuando, con solo mirar la cautivadora sonrisa de un niño en una fotografía, también se nos dibuja una en la cara.
Una cálida sonrisa hace que nos sintamos más cómodos y que sobrellevemos mejor la frustración y los desafíos. La Biblia recomienda: “No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo” (Proverbios 3:27). En efecto, este simple gesto puede beneficiarnos a nosotros y a los demás. ¿Por qué no esforzarnos entonces por compartir con otros el valioso regalo de una afectuosa sonrisa?