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Un hombre que optó por obedecer a Dios

Un hombre que optó por obedecer a Dios

Un hombre que optó por obedecer a Dios

EN LOS funestos días de 1937, cuando muchas naciones europeas vivían desgarradas por las diferencias ideológicas, los cristianos verdaderos afrontaban decisiones difíciles. ¿Debían someterse a Dios, o a los hombres? (Hechos 5:29.) Particularmente, los jóvenes en edad militar sabían que la obediencia al Creador podría costarles la vida.

Alguien que encaró tal decisión fue Antonio Gargallo, español de 19 años que fue llamado a filas por el ejército nacionalista del general Franco cuando la guerra civil española ya llevaba un año en curso. Se había bautizado como testigo de Jehová el año anterior y había leído los pasajes bíblicos que exhortan a los siervos de Dios a mantenerse neutrales y ni siquiera instruirse para la guerra (Isaías 2:4; Juan 17:16). Como no estaba dispuesto a ser soldado ni a matar a sus compatriotas, Antonio trató de huir a Francia, pero fue detenido y conducido a un cuartel militar de Jaca (provincia de Huesca), cerca de la frontera francesa.

Un tribunal militar le planteó este ultimátum: si no tomaba las armas, se le aplicaría la pena capital. Antonio eligió obedecer a Dios. Poco antes de su ejecución escribió la siguiente carta a su madre y su hermana, que no eran testigos de Jehová:

“Me han detenido y, sin oírme siquiera, me han condenado a muerte, y esta noche dejo de vivir en la Tierra. No te aflijas ni llores, porque [...] he obedecido a Dios. Después de todo, poco pierdo, porque si Dios quiere, pasaré a una nueva y mejor vida. [...] Estoy tranquilo hasta que llegue mi hora. Recibid el último abrazo de este vuestro hijo y hermano que os quiere de verdad.” *

Tres soldados informaron que, de camino a la ejecución, Antonio iba cantando alabanzas a Jehová. Tenemos la certeza de que ni Dios ni su Hijo olvidan tales sacrificios y que muchos cristianos fieles, como Antonio, recibirán su recompensa gracias a la resurrección (Juan 5:28, 29).

[Nota]

^ párr. 5 La carta, conservada durante décadas en los archivos militares españoles, nunca llegó a manos de la madre.