¿Por qué tuve que ser un hijo adoptivo?
Los jóvenes preguntan...
¿Por qué tuve que ser un hijo adoptivo?
“Es como vivir con una incapacidad permanente. Una enfermedad del corazón imposible de curar.”—Robert.
ASÍ describe su vida un hombre que, al nacer, fue entregado en adopción. “Prácticamente, cada día de la vida de uno —añade—, el corazón clama por respuestas a preguntas como: ‘¿Cuál es mi verdadera familia? ¿Dónde vive? ¿Por qué me abandonó?’.”
Chantial, cuyo padre fue adoptado, lamenta no saber quiénes son sus abuelos biológicos: “Me siento defraudada, porque me vi privada de la compañía de tíos y primos”. No toda persona adoptada comparte tales sentimientos, pero algunos sí. ¿Por qué?
Una causa de furia
Al enterarse de que fue separado de su familia biológica, es posible que el joven se hunda en el abatimiento. Catrina, que fue adoptada a muy corta edad, dice: “Vivía dominada por la ira al no entender por qué mi verdadera madre me había entregado a otras personas. Pensé que me abandonaba porque yo era fea y desagradable. Pero sabía que, si me daba una oportunidad, estaría orgullosa de mí. Cada vez que pensaba en ella me ponía más furiosa”.
La relación de Catrina con sus padres adoptivos igualmente sufrió una enorme tensión. “Creía que ellos me habían arrebatado de mi verdadera madre —explica—, así que descargaba la furia en ellos.” En efecto, algunos reaccionan con ira ante el hecho de haber sido dados en adopción.
Pero tal reacción es peligrosa. Como vemos en el caso de Catrina, puede que en ocasiones tiendas a descargar la ira del modo Salmo 37:8). ¿Cómo lograrlo? Pues bien, la Palabra de Dios añade: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera” (Proverbios 19:11). Ser perspicaz, es decir, comprender bien tu situación, puede apaciguar tu enojo. ¿De qué forma?
equivocado o sobre las personas equivocadas. La Biblia aconseja: “Depón la cólera y deja la furia” (Corrige falsas suposiciones
La perspicacia te ayuda a examinar las suposiciones que alimentan tu ira. Por ejemplo, si eres adoptado, ¿das por hecho que tus padres biológicos te entregaron porque había algo indeseable en ti? Eso pensaba Catrina. Pero ¿es siempre cierto? Quizás te resulte imposible determinar cuáles fueron sus motivos, pero hay buenas razones para rechazar una conclusión negativa. Después de todo, ¿qué impulsa por lo general a los padres a dar un hijo en adopción? A menudo, el convencimiento de que no les queda otra salida.
Fíjate en lo que ocurrió con Moisés. El capítulo 2 de Éxodo relata que Jokébed escondió a su hijo recién nacido, Moisés, hasta que cumplió tres meses, pues el Faraón de Egipto había decretado el exterminio de todo niño varón que tuvieran las israelitas. Como ella no soportaba la idea de verlo morir, “cuando ya no pudo ocultarlo, entonces tomó para él un arca de papiro y le dio una mano de betún y pez, y puso en ella al niño, y la puso entre las cañas, junto a la margen del río Nilo” (Éxodo 2:3).
No hay duda de lo difícil que habrá sido para ella abandonar así a su pequeño, pero ¿tenía alternativa? Su amor de madre la llevó a hacer lo que creyó mejor para él. Cabe señalar que su hija —probablemente a instancias de la preocupada mamá— se mantuvo cerca del hermanito, vigilándolo hasta que vio que lo rescataban.
Claro, no todas las adopciones obedecen a emergencias tan claras, pero los motivos suelen ser similares. Robert explica: “Fui concebido fuera del matrimonio. Criarme hubiera impuesto una pesada carga a la familia de mi madre, porque ya había otros niños. Es posible que ella razonara que, por mi bien, lo mejor era darme en adopción”.
Lo cierto es que existen muchas razones por las que una madre da a su hijo para que otros lo críen. Pero como ilustran los citados
ejemplos, no significa necesariamente que lo odie o le encuentre algún defecto, sino que en muchos casos está convencida de que le irá mejor con la nueva familia.El valor de sentirse amado
La perspicacia te puede ayudar aún más si analizas por qué te adoptaron. Volvamos al ejemplo de Moisés. Con el tiempo, “lo recogió la hija de Faraón y lo crió como hijo suyo” (Hechos 7:21). ¿Por qué lo protegió, sabiendo que era un niño hebreo condenado a muerte? “Resultó que el muchachito estaba llorando —señala la Biblia—. Ante esto, ella tuvo compasión de él.” (Éxodo 2:6.) Así es, la adopción de Moisés no se debió al odio o al rechazo, sino al amor.
Muchos hijos adoptivos llegan a comprender que sus padres biológicos no los abandonaron así como así —aunque se ha hecho muy habitual en estos días—; más bien, los llevaron a una institución que garantizaba que recibirían la atención adecuada. Y la posterior adopción ocurrió porque hubo alguien que los amó lo suficiente para encargarse de su crianza. ¿Puede decirse lo mismo en tu caso? Si te concentras en el amor que has recibido y lo valoras, se aliviará tu dolor.
Además, puedes recibir amor de otras personas, aparte de tu familia adoptiva. Si formas parte de la congregación cristiana, cuentas con muchos padres, madres, hermanas y hermanos espirituales que te quieren (Marcos 10:29, 30). Los superintendentes cristianos “resultar[án] ser como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia, como corrientes de agua en país árido, como la sombra de un peñasco pesado en una tierra agotada” (Isaías 32:2). No vaciles en buscar a cristianos maduros y confiarte a ellos; ábreles tu mente y tu corazón.
Robert considera importante cultivar fuertes lazos dentro de la congregación cristiana. “El vacío que siento sigue allí —reconoce—. Pero el amor de mi familia espiritual lo empuja a un rincón pequeño del corazón.”
Puedes lograrlo
Así que, combate las ideas erróneas y negativas —como el concepto de que por ser adoptado no tendrás éxito en la vida—, pues son muy desalentadoras (Proverbios 24:10), y además no tienen ninguna base.
Recuerda que Moisés aprovechó bien las oportunidades que se le presentaron. Nos dice la Biblia: “Por consiguiente, Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios. De hecho, era poderoso en sus palabras y hechos” (Hechos 7:22). Más importante aún, recibió una educación espiritual tan buena que su Padre celestial, Jehová, era completamente real para él (Hebreos 11:27). ¿Triunfó en la vida?
Bueno, Moisés se convirtió más tarde en el dirigente de una poderosa nación, compuesta de cerca de tres millones de personas, o quizás más. Fue profeta, juez, comandante, historiador, mediador del pacto de la Ley y escritor de los primeros cinco libros de la Biblia. Y por lo común se le atribuye la escritura del libro de Job y del Salmo 90. Sí, Moisés vivió una vida plena. Como él, muchos niños adoptados logran triunfar, y tú también puedes hacerlo.
Robert ha criado bien a dos hijos y hoy sirve de anciano en la congregación cristiana. Al reflexionar en sus años como hijo adoptivo, comenta: “He aprendido a no pensar mucho en lo que no se puede arreglar, sino en estar agradecido por las bendiciones que tengo”.
Si vives en la actualidad con alguna familia que te haya acogido o adoptado, es posible que te abrumen ideas negativas. Pero trata de cambiarlas por pensamientos constructivos. Filipenses 4:8, 9 promete que “el Dios de la paz estará” contigo si ‘continúas considerando’ las cosas que le agradan. Ahora bien, ¿qué medidas prácticas puedes tomar para salir adelante mientras vives con una familia adoptiva? Un artículo futuro de esta serie abordará dicha cuestión.
[Ilustraciones de la página 26]
Tu adopción es evidencia de que hubo alguien que te amó lo suficiente para hacerte parte de su familia y cuidarte