El fascinante mundo de las lombrices
El fascinante mundo de las lombrices
DE NUESTRO CORRESPONSAL EN AUSTRALIA
CLEOPATRA, reina de Egipto, las declaró sagradas. Aristóteles las denominó los intestinos de la Tierra. Y en opinión de Charles Darwin, desempeñaron una parte importante en la historia de la humanidad. ¿Qué ser vivo se ha ganado los elogios de tan afamados personajes? La humilde lombriz de tierra.
Como verá, estos gusanos merecen toda nuestra admiración, pues hasta su viscosidad y su movimiento serpenteante, considerados un tanto repulsivos por muchos, puede que le asombren si los conoce un poco mejor. Agáchese y levante un puñado de tierra o de hojas en descomposición y habrá entrado en el fascinante mundo de las lombrices.
Cerebro sencillo, habilidad formidable
Si las mira de cerca, verá que su cuerpo —formado por segmentos anulares— parece una serie de rosquillas en miniatura pegadas una tras otra. Cada segmento posee movilidad propia gracias a dos grupos musculares. El primero, justo debajo de la piel, forma un anillo alrededor del gusano. Bajo este encontramos el segundo grupo muscular, que se extiende longitudinalmente. El avance se consigue al contraer y relajar los dos tipos opuestos de musculatura mediante un movimiento rítmico en forma de onda que recorre todos los anillos del cuerpo.
Si toma con la mano una lombriz, lo más probable es que esta no deje de retorcerse. Tal reacción se debe a una infinidad de receptores sensoriales (hasta 1.900 por segmento) que le confieren el sentido del tacto y del gusto, así como la capacidad de detectar la luz.
La lombriz se aferra al suelo mediante unos grupos de cerdas llamadas sedas, que están presentes en cada segmento y que actúan como los remos de una barca. Primero las hunde en el terreno, luego se arrastra hacia adelante y por último las retrae. Así puede “remar” en cualquier dirección valiéndose de un grupo de sedas a la vez o, si se asusta, anclar un extremo de su cuerpo y retraer rápidamente el otro. La habilidad atlética con la que sincroniza estas “brazadas” despertaría la envidia de cualquier equipo olímpico de remo.
Si un pájaro les arranca de un picotazo parte de la cola, algunas especies tienen la capacidad de regenerar la parte perdida. Pero eso sí: nunca más de lo que falta, pues al parecer, cada segmento genera una diminuta carga eléctrica, y el gusano va añadiendo secciones hasta que recupera la carga máxima preestablecida.
Los miles de receptores sensoriales y la compleja musculatura están conectados al ganglio cerebral localizado en uno de los extremos, cerca de la boca. Varios experimentos han demostrado que además de su habilidad física, estas criaturas poseen una memoria limitada e incluso son capaces de aprender a eludir el peligro.
¿Por qué son tan viscosas?
La superficie viscosa de la lombriz, que tanta repugnancia suscita, en realidad permite respirar al pequeño animal. Los vasos sanguíneos cercanos a la porosa piel absorben el oxígeno del aire o del agua y liberan dióxido de carbono. Pero el intercambio de estos gases solo se produce cuando la epidermis está húmeda; si se seca, la lombriz morirá asfixiada.
Por otro lado, si queda atrapada en su galería durante un aguacero, el oxígeno del agua se consumirá rápidamente. Esta es una de las razones por las que muchas lombrices salen a la superficie tras un chaparrón, pues de otro modo se ahogarían por falta de oxígeno.
Un planeta lleno de productivos labradores
Más de mil ochocientas especies de lombrices de tierra pueblan todos los rincones de nuestro planeta, salvo las partes más frías y secas. Bajo las sabanas sudafricanas tal vez haya solo 70 lombrices por metro cuadrado, mientras que en un bosque canadiense pueden hallarse hasta 700 por metro cuadrado.
En Nueva Zelanda existen tres categorías básicas de estos animales. La primera la forman unas criaturas ágiles que se reproducen con rapidez y medran en la materia orgánica en descomposición que está sobre la superficie del suelo. En la segunda encontramos a la mayoría de las lombrices, que avanzan horizontalmente a través de las capas superiores del subsuelo. Las de la tercera categoría penetran verticalmente en el terreno y quizá pasen varios años (toda su vida) en una galería. Estos seres son los hércules del mundo de las lombrices. Sus potentes anillos musculares situados alrededor de la cabeza les permiten descender y tragarse lo que encuentren a su paso. Una de las mayores lombrices del mundo se halla al sur de Australia y puede alcanzar más de un metro de longitud y medio kilo de peso.
Las lombrices son como pequeños labradores. Cuando se desplazan por el suelo,
mastican estiércol, tierra y vegetación en putrefacción, y expulsan enormes cantidades de excremento. Se ha calculado que las que habitan las praderas inglesas expulsan al año unas 20 toneladas de heces por hectárea. Pero todavía impresionan más las del valle del Nilo, cuyas deposiciones son del orden de las 2.500 toneladas por hectárea. Al labrar el suelo, la tierra se airea, absorbe mejor el agua y aumenta su fertilidad.Los científicos han descubierto que el aparato digestivo de este animal convierte los nutrientes en materia fácilmente absorbible por las plantas, de modo que sus heces contienen grandes cantidades de abono. Además, numerosos microorganismos nocivos presentes en el estiércol y la vegetación en proceso de descomposición mueren al atravesar su intestino. Así pues, la lombriz limpia el terreno mientras come. Es una máquina de reciclado ideal: se alimenta de residuos y produce alimento nutritivo.
Aprovechamiento de la lombriz
Las plantas de eliminación de residuos están aprovechando la sorprendente capacidad de reciclaje de la lombriz. Una empresa ubicada en Australia que posee varios de estos centros tiene 500 millones de lombrices colocadas en receptáculos especiales, donde se les sirve un menú a base de excremento, humano o de cerdo, mezclado con papel usado hecho trizas y otra materia orgánica. Los gusanos consumen a diario entre el 50 y el 100% de su peso y generan un abono rico en nutrientes de gran demanda comercial.
Por otro lado, las investigaciones realizadas han revelado que los gusanos también pueden utilizarse como alimento. Contienen los mismos aminoácidos provechosos que la carne de res y, cuando se secan, tienen un 60% de proteínas y un 10% de grasas, además de calcio y fósforo. De hecho, en algunos países ya se confeccionan tartas de lombrices, y en otros lugares se comen fritas o incluso crudas.
Aunque las lombrices nunca se conviertan en las criaturas más populares del planeta, el mundo no sería el mismo sin ellas. De modo que la próxima vez que contemple un apacible paisaje, piense en el ejército de laboriosas lombrices que bajo sus pies aran y fertilizan la tierra, haciendo posible esa hermosa vista.
[Ilustraciones de la página 22]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Anatomía de la lombriz de tierra
Epidermis
Músculo longitudinal
Músculo retractor
Sedas
Músculo circular
Nefridio (órgano excretor)
Intestino
Cordón neural
[Reconocimientos]
Lydekker
J. Soucie © BIODIDAC
[Ilustración de la página 20]
Las lombrices “reman” en la tierra con las sedas
[Ilustración de la página 21]
Las lombrices labran el suelo, aumentando así la fertilidad de este
[Ilustración de la página 21]
La lombriz gigante australiana, en peligro de extinción, puede medir más de un metro de longitud
[Reconocimiento]
Gentileza del doctor A. L. Yen
[Ilustración de la página 22]
Las lombrices convierten los residuos en abono rico en nutrientes