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El imponente hipopótamo

El imponente hipopótamo

El imponente hipopótamo

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN KENIA

EN LA extensa reserva natural de Masai Mara (Kenia), el sosegado resplandor del atardecer tiñe con su luz la enorme charca. Las aguas reflejan el dorado fulgor del Sol, que se va perdiendo en el horizonte. Las manadas de cebras y de ñus que se hallan a unos cuantos metros se acercan al agua a paso lento. De repente se detienen, presas del miedo, fijando la mirada en un objeto de gran tamaño que parece una roca flotante cercana a la orilla. Tras agitar ruidosamente las aguas, la “roca” se hunde y se pierde de vista. Aquellos herbívoros se acaban de topar con un feroz animal acuático: el hipopótamo.

Este animal, que habita en charcas, ríos y lagos de África oriental, solo es superado en tamaño por el elefante. Un ejemplar adulto puede llegar a medir más de cuatro metros de longitud, un metro y medio a la altura de la cruz y unas cuatro toneladas de peso. El término Behemot —usado en el libro bíblico de Job— se acepta ampliamente como una alusión al hipopótamo. No extraña, por tanto, que la Biblia diga que los huesos de esta bestia colosal son como “tubos de cobre” y como “varas de hierro forjado” (Job 40:15-18).

Piel gruesa, sin pelo y de apariencia torpe... de seguro que este mamífero con forma de barril no ganaría un concurso de belleza. Uno se pregunta cómo unas piernas tan cortas pueden soportar semejante cuerpo. Pero no hay que subestimar la fuerza de esas pequeñas y gruesas extremidades, pues en tierra el hipopótamo corre más rápido que el hombre, y en el agua ha superado a veces la velocidad de un bote de remos, e incluso la de uno de motor.

De vida acuática

El hipopótamo es un animal sociable que suele vivir en grupos de entre diez y quince ejemplares dirigidos por un macho dominante, aunque, a decir verdad, se han observado manadas que llegan a los 150 miembros. Vive en el agua, pero la abandona —sobre todo de noche— para alimentarse de la abundante vegetación de las riberas, por lo que se dice que es de costumbres anfibias. Normalmente no se aleja mucho de su medio acuático, si bien en la estación seca se ha sabido de algunos que se han apartado hasta 10 kilómetros en busca de comida.

No se sabe exactamente cómo marcan su territorio; lo que sí se sabe es que tienen la extraña costumbre de esparcir su excremento con la cola, acción que algunas personas interpretan como una forma de impresionar a las hembras o de intimidar a un rival. Al ser atacado, el hipopótamo relincha como un caballo, y al pelear, brama y ruge. Aun cuando está debajo del agua se escuchan sus fuertes bufidos. Y el macho dominante se distingue por su característico mugido.

El cuerpo de estos mamíferos es idóneo para pasar todo el día en su medio acuático, sumergidos parcial o totalmente. Y aun si no son unos nadadores consumados como otros de sus vecinos, también de costumbres anfibias, al menos son capaces de contener la respiración bajo el agua hasta quince minutos. Además, gracias a que las fosas nasales, los ojos y los oídos del animal se hallan al mismo nivel, puede esconder el resto de su cuerpo bajo la superficie. Y es precisamente en el medio acuático donde el hipopótamo realiza varias de sus actividades, incluidas el cortejo y el apareamiento.

Después de un período de gestación de unos ocho meses, la hembra pare una sola cría en aguas poco profundas. El amamantamiento se realiza en tierra seca o donde el agua llega a la altura de los tobillos. A pesar de ser tan imponente, la madre toma en serio su maternidad y demuestra sorprendente ternura al cuidar a su cría. Ver a un pequeño hipopótamo viajar sobre el lomo flotante de su madre es una escena digna de contemplación. Pero no se deje engañar, porque el “dócil” animal luchará con ferocidad para frustrar cualquier intento de llevarse al bebé de sus espaldas.

El hipopótamo tiene la piel perfecta para la vida acuática. Cuando el animal emerge a tierra, se producen en la piel cambios importantes: ciertas glándulas ubicadas bajo la epidermis secretan una mucosidad de color castaño rojizo con una elevada concentración de sal, que de lejos da la apariencia de que el animal está sudando sangre. Pero ese líquido viscoso pigmentado en realidad protege su piel tanto en el agua como en tierra seca. En las antiguas comunidades africanas, el cuero del hipopótamo se cortaba en tiras, las cuales se remojaban en aceite; luego se retorcían y se dejaban secar para fabricar con ellas los temibles látigos que se usaban en las luchas territoriales. * La Grzimek’s Animal Life Encyclopedia señala que, una vez curtida —el proceso toma seis años como mínimo—, la piel del hipopótamo tiene “un grosor de 4,5 centímetros [y] es tan dura como una roca”.

Bostezo impresionante y aterrador

Sin duda, lo más impactante de esta bestia es la boca, con sus labios de medio metro que le sirven para pastar cerca del agua. Pero no emplea la boca solo para comer: cuando sus mandíbulas abiertas forman un ángulo de 150 grados, no es que esté bostezando, sino enviando una señal amenazadora de su agresividad. Defender un territorio que se empequeñece de continuo provoca feroces enfrentamientos, y al abrir la boca deja a la vista cuáles son sus armas de defensa: unos enormes caninos inferiores que pueden sobresalir hasta 30 centímetros de la encía.

Sus fauces no solo representan una amenaza para los de su especie, sino también para el hombre. Por cierto, todo esfuerzo humano por coexistir con él ha fracasado, ya que ataca sin provocación a quien se atreva a acercarse demasiado a sus dominios. Cuando está herido, es aún más irritable y, por tanto, es capaz de infligir mayor daño a cualquier intruso. Algunos hipopótamos enfurecidos han llegado a volcar pequeñas embarcaciones con sus enormes mandíbulas.

El animal es tan violento en tierra como en el agua. Por ejemplo, es sumamente peligroso ponerse entre un hipopótamo que esté pastando y su medio acuático. De hecho, en algunas partes de África ha atacado a aldeanos desprevenidos que le estorbaban su camino hacia el agua. Es una bestia que inspira temor, tanto al hombre como a los demás animales, por lo que debe tratársele con el mayor respeto y precaución.

¿Sobrevivirá?

Aunque el hipopótamo es vulnerable al ataque de los leones cuando se halla solo pastando en tierra, al parecer su peor enemigo es el hombre. “La gente ha reducido en gran manera tanto la población de hipopótamos como las dimensiones de la zona que habitan —expresa la World Book Encyclopedia—. Los cazadores han matado muchísimos, y los agricultores han convertido en sembradíos las tierras que solían ocupar.”

En efecto, al invadir el hábitat del hipopótamo, los seres humanos lo han obligado a vivir en una zona pequeña, limitando así su libertad de movimientos y trastornando sus hábitos de reproducción. Felizmente, el Creador promete que, bajo el dominio de su Reino, se restablecerá el equilibrio perfecto entre el hombre y las bestias, de modo que nadie ‘hará ningún daño ni causará ninguna ruina’ en el Paraíso restaurado en la Tierra (Isaías 11:9).

[Nota]

^ párr. 11 El nombre swahili del hipopótamo —kiboko— significa “látigo”.

[Reconocimiento de la página 25]

Elizabeth DeLaney/Index Stock Photography