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Consejos de un viajero frecuente

Consejos de un viajero frecuente

Consejos de un viajero frecuente

DESDE niño me encanta viajar en avión, medio que no solo permite desplazarse con rapidez de un lugar a otro, sino atravesar las nubes en un día gris y ascender a alturas donde brilla el Sol. En 1956, siendo un muchachito, me inicié en el fascinante mundo del vuelo. Me apasionó tanto que al crecer llegué a trabajar de piloto y de investigador de accidentes aéreos.

Ahora bien, ¿es seguro el avión? ¿Qué precauciones debe adoptar el viajero?

Precauciones para mejorar la seguridad

Todos los años aterrizan y despegan en los miles de aeropuertos del mundo 18.000 aeronaves, gracias a lo cual llegan a sus destinos 1.600 millones de pasajeros, en la inmensa mayoría de los casos sanos y salvos. De hecho, la afamada aseguradora londinense Lloyd’s calcula que el automóvil ofrece un riesgo veinticinco veces mayor que el avión. De modo que, según las estadísticas, lo más peligroso del viaje es el trayecto de ida y vuelta al aeropuerto. Con todo, hay medidas razonables que conviene adoptar para hacer aún más segura la experiencia.

Seleccionar bien la aerolínea. No todas tienen el mismo historial. Por lo general, las mejores son las que llevan tiempo en el mercado, pues suelen utilizar aeronaves modernas y se han ganado una buena reputación en materia de seguridad y mantenimiento.

Elegir ropa adecuada. Cuando un avión se estrella, los sobrevivientes se enfrentan al fuego y al humo. Por eso, cuanto más largos sean los pantalones, las faldas y las mangas, mejor resguardarán de las llamas y el calor. Las fibras naturales son las más adecuadas, pues las sintéticas suelen derretirse o encogerse sobre la piel al verse expuestas a temperaturas elevadas, con el consiguiente peligro de quemaduras graves. Tampoco es recomendable el cuero, pues también se achica. El viajero estará más protegido si lleva varias capas de ropa y usa colores claros, que reflejan mejor el calor que los oscuros. Los zapatos planos, preferiblemente de cordones, no se salen con tanta facilidad, protegiendo así los pies de cortes y quemaduras. Es conveniente que los calcetines sean de lana, y no sintéticos.

Escuchar la orientación de seguridad. El personal de cabina presenta una orientación de seguridad antes del despegue. El pasajero ha de escuchar con atención, pues en el raro caso de producirse un accidente, tendrá que recordar sus recomendaciones para salir del avión. En un estudio realizado con viajeros canadienses, solo el 29% leyó o dio un vistazo a las instrucciones de seguridad en el vuelo. Conviene estudiarlas un poco, particularmente la forma de abrir las puertas, pues quizás le toque a uno hacerlo. Hay que pensar en cómo encontrar la salida de emergencia en caso de que se apague la luz o de que el humo nuble la visión. Un método muy sencillo es contar las filas de butacas que hay hasta las salidas. Así, aunque no haya luz, será posible encontrar la puerta y abrirla.

Limitar el equipaje de mano. “En los vuelos normales suele caerse algún artículo de los compartimentos porque quedan mal cerrados o los abren los pasajeros, lo cual llega a provocar graves golpes en la cabeza que en ocasiones son mortales”, indica la revista Flight International. Tengamos presente que el equipaje de mano pesado ofrece riesgos. En una emergencia hay que olvidarse de TODAS las pertenencias y concentrarse en sobrevivir. Una maleta siempre se puede reponer.

En caso de emergencia

Las evacuaciones son más peligrosas cuando hay fuego, humo y emanaciones. El informe de un accidente señala: “Al aterrizar, casi no había visibilidad en la cabina a más de 30 centímetros del suelo [debido al humo]. Los sobrevivientes dijeron que apenas tenían las fuerzas y la lucidez necesarias para llegar a las salidas”. Y su vida dependía de que abandonaran con rapidez el avión.

La tripulación está preparada para evacuar la aeronave de forma rápida y segura. Por ello, deben seguirse sus instrucciones sin dilación. No obstante, las cosas no salen siempre según las previsiones. Los fallos en la megafonía, los accidentes de la tripulación, la confusión, el ruido, el calor y el humo pueden estorbar las labores de hasta el personal más competente. Además, la aerolínea quizás no emplee el idioma del viajero, con los consiguientes problemas de comunicación.

Los análisis de los accidentes revelan que un elemento clave que eleva las posibilidades de sobrevivir es que el pasajero tenga la determinación de conseguirlo. Para ello ha de contar con un plan de actuación claro y estar dispuesto a hacer lo necesario por lograrlo. Debe incluir en él a sus acompañantes, sobre todo si son niños o ancianos, así como medidas para permanecer juntos durante la evacuación. “Si tienen que salir entre el humo, pídales que no se suelten y que lo agarren a usted por el cinturón, pues pudiera ser una cuerda de salvamento”, señala la revista Flying Safety. Los acompañantes necesitan saber qué harán en caso de emergencia.

Todos los medios de locomoción encierran riesgos, pero hoy los aviones comerciales permiten que el viajero se ahorre muchos peligros y llegue a su destino descansado y listo para trabajar o divertirse. Es preciso estar preparado, pero sin inquietarse. Así que ya sabe, lector: relájese y disfrute del vuelo. Yo siempre lo hago.—Colaboración.

[Ilustración de la página 13]

Simulacro de evacuación de emergencia

[Ilustración de la página 13]

Conviene escuchar la orientación de seguridad