“¡Cayó en buenas manos!”
“¡Cayó en buenas manos!”
Patricia encontró un portafolios que alguien había olvidado en una oficina gubernamental de la ciudad de Cuernavaca (México). Al abrirlo, descubrió que contenía varias tarjetas de crédito, algunos cheques en blanco firmados y la tarjeta de identificación de un arquitecto. Nada más llegar a su casa, llamó al señor para comunicarle que había encontrado su portafolios. Este exclamó sorprendido: “¡Gracias a Dios que cayó en buenas manos!”.
Cuando el anciano arquitecto fue al hogar de Patricia a recoger su portafolios, le dijo que ella era un ángel enviado por Dios. Patricia le respondió que era testigo de Jehová y le explicó: “Yo sirvo al Dios verdadero, Jehová, y he sido educada por él. Ese es el motivo de mi conducta. Por tanto, a él le corresponde toda la alabanza”. El arquitecto quiso darle una recompensa, pero Patricia no la aceptó. Entonces, ella le ofreció algunas publicaciones bíblicas y le dijo que prefería que él leyera la información y le sacara provecho.
Al igual que muchos testigos de Jehová, Patricia ha estudiado el libro El conocimiento que lleva a vida eterna. Uno de sus diecinueve capítulos se titula “Por qué produce felicidad llevar una vida piadosa”. Patricia comprobó la veracidad del subtítulo “La honradez resulta en felicidad”.
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