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Nuestro memorable encuentro con las ballenas grises

Nuestro memorable encuentro con las ballenas grises

Nuestro memorable encuentro con las ballenas grises

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN MÉXICO

“La impresión que recibimos al acercarnos a una ballena dormida es, sobre todo, de inmensidad. Su presencia física es abrumadora, apabullante. A veces la oímos respirar e incluso llegamos a mojarnos con su chorro. En momentos como este, el ser humano percibe que se aproxima a una criatura que sobrepasa su comprensión, a una presencia misteriosa encarnada en un increíble cilindro negro.” Jacques-Yves Cousteau, oceanógrafo.

ESTA descripción refleja bien cómo nos sentimos al aproximarnos, a bordo de una pequeña lancha, a un grupo de ballenas grises. Nos hallamos en las relucientes aguas de la bahía Magdalena (Baja California, México). Desde hacía tiempo anhelábamos observar estas maravillosas criaturas, que todos los años emigran a las lagunas de Baja California para el apareamiento y el parto.

Nuestro guía apagó el motor, y nos acercamos remando sigilosamente. Parecían ajenas por completo a nuestros movimientos. Pudimos observar la ceremonia de cortejo, durante la cual giran sobre sí mismas, arrojan sus chorros, se zambullen y hacen ostentación de la aleta caudal. Además, algunas realizan “salidas de reconocimiento” en las que asoman la cabeza fuera del agua y avistan los alrededores.

El guía nos cuenta que, aunque está prohibido situarse a menos de 30 metros de estos cetáceos, a veces las madres ballenas, dominadas por la curiosidad, se dirigen con sus crías hasta las lanchas e incluso se dejan tocar.

La lucha por sobrevivir

El encuentro nos animó a investigar sobre el tema. Aprendimos que en el siglo XIX se sometió a estos animales a una caza tan encarnizada que casi quedaron exterminados en el Pacífico oriental. Al cabo de unos años se redujo la demanda de aceite y barbas de ballena, con lo que se recuperó la especie. Pero a principios del siglo XX, al convertirse los barcos en “factorías flotantes” con la capacidad de procesar las capturas a bordo, se reanudó la pesca, de modo que la ballena gris del Pacífico oriental volvió a encontrarse al borde de la extinción.

En 1947 le otorgó protección total la Comisión Ballenera Internacional, y en años recientes, el gobierno mexicano hasta ha establecido para ella santuarios y la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. * En la actualidad, al contar con una población de 26.000 ejemplares, la ballena gris ya no se considera especie amenazada.

Extraordinaria emigración

Los comederos naturales que utiliza la ballena gris en verano se encuentran en los lejanos mares septentrionales de Bering y Chukots. Allí se da un banquete de pequeños crustáceos, lo que le permite acumular grasa para el viaje de 16.000 kilómetros de ida y vuelta a las lagunas de Baja California. A una velocidad de entre 5 y 10 kilómetros por hora, le toma de dos a tres meses llegar a su destino. En el trayecto, así como durante su estancia en Baja California, pierde buena parte de su peso, ya que en este período depende casi exclusivamente de su reserva de grasa.

Las hembras preñadas son las primeras en arribar a las lagunas, en cuyas tranquilas aguas paren los ballenatos, los cuales nacen de cola y han de ser llevados a la superficie cuanto antes para que respiren. Asisten en cada parto otras dos hembras, llamadas tías, que actúan de comadronas. Dado que la gestación dura de doce a trece meses, nace una sola cría cada dos o tres años. Ciertamente, ¡no es cualquier cosa dar a luz a un pequeñuelo de unos 700 kilos y cinco metros de longitud!

Las crías se alimentan durante unos ocho meses de la leche materna, que es muy rica en grasa (53%), diez veces más que la de vaca. Los cetáceos permanecen en las lagunas dos o tres meses —de enero a mediados de marzo—, lo que permite que los ballenatos acumulen un grueso manto de sebo que les servirá de reserva al viajar al norte y los abrigará en las frías aguas del Ártico.

Todos estos datos sobre la ballena gris nos parecieron fascinantes y contribuyeron a que la experiencia de verla en su hábitat fuera aún más memorable. Esta criatura nos hizo reflexionar en las palabras de Salmo 148:7: “Alaben a Jehová desde la tierra, monstruos marinos y profundidades acuosas todas”.

[Nota]

^ párr. 9 La Comisión Ballenera Internacional solo permite la caza de subsistencia a los nativos de Alaska y Siberia. Medidas como esta han beneficiado a la ballena gris, que en la actualidad es vista con buenos ojos por la gente de la zona, habida cuenta de la amigabilidad de dicho cetáceo, tal como nos había explicado nuestro guía.

[Ilustración y recuadro de la página 17]

DIETA

La ballena gris pertenece a los mistacocetos, cetáceos que se caracterizan por no tener dientes, sino barbas, es decir, delgadas láminas de queratina, el mismo material de nuestras uñas. En el caso de esta ballena, las barbas son de color crema (véase la foto), miden de 5 a 25 centímetros de largo y cuelgan a ambos lados del maxilar superior. Este animal es bentófago (“devorador de las profundidades”), pues recorre el fondo marino absorbiendo sedimento y crustáceos, separando el alimento del resto mediante las barbas de su boca.

[Reconocimiento]

Gentileza de Gray whales with Winston

[Ilustración y recuadro de la página 18]

CARACTERÍSTICAS DE LA BALLENA GRIS

▪ Exhibe manchas blancas en la piel, ocasionadas por las bellotas de mar y otros parásitos.

▪ Llega a medir 14 metros de largo —más que un autobús— en el caso del macho, y algo más en el de la hembra.

▪ Tiene de dos a cinco surcos ventrales, lo que le permite expandir la garganta cuando se alimenta.

▪ Pesa un promedio de 16 toneladas, pero ocasionalmente alcanza las 30 ó 40.

▪ Sale a la superficie cada tres o cinco minutos para respirar, aunque aguanta sumergida hasta quince minutos.

[Reconocimiento]

© Richard Herrmann/Seapics.com

[Ilustración de las páginas 16 y 17]

“Salidas de reconocimiento”

[Reconocimiento]

© Michael S. Nolan/Seapics.com

[Reconocimiento de la página 16]

© Howard Hall/Seapics.com